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SENTIDO DEL OLFATO
Para que las células del olfato se estimulen, es preciso que el olor penetre en la
ventana nasal, que atraviese el moco hacia las células olfatorias y las células
lipídicas. Luego a través del nervio del olfato llegan al cerebro, encargado de elaborar
la respuesta adecuada. ¡Huele a vainilla!, detrás de esta maravillosa sensación, hay
un complejo sistema que nos permite percibir toda clase de olores y poder
clasificarlos como agradables o desagradables.
Los mensajes olfativos influyen de forma importante en el desarrollo de determinados sentimientos y reacciones
físicas. Detrás de los agujeros de la nariz se encuentra el epitelio olfativo, el cual está formado por un grupo de
células nerviosas cubiertas de unos finísimos pelitos, llamados cilios, y a su vez los cilios están cubiertos por
unos receptores sensibles a las moléculas del olor. Existen por lo menos 20 diferentes tipos de receptores y
cada uno tiene la capacidad de sentir una determinada clase de moléculas de olor.
Cuando percibimos un olor, automáticamente se estimulan los cilios, que empiezan un proceso de señales
nerviosas, estás señales llegan al nervio olfativo y éste transmite las señales al bulbo olfativo. El cerebro es el
encargado de identificar qué clase de olor estamos percibiendo, a través del proceso anterior. Las neuronas de
la región olfatoria son neuronas sensitivas primarias y forman parte de las neuronas cerebrales.
Como hemos visto el proceso es complicado y sorprendente, ya que toda la acción se realiza en fracciones de
segundo. El sentido del olfato es capaz de desencadenar en nuestro organismo reacciones como: abrir el
apetito, eliminar el apetito, recuerdos de ciertos momentos o personas especiales, reacciones físicas y muchas
más.
Cuando hablamos del apéndice nasal, frecuentemente lo mencionamos en plural: decimos narices. Términos
como: “Límpiate, suénate o no te piques las narices”, son usados regularmente, sobre todo al dirigirnos a
nuestros hijos o como los maestros dicen a sus alumnos.
Sucede que verdaderamente tenemos en la parte media de la cara, un órgano respiratorio nasal dividido en dos
compartimientos. Por eso se reconoce en plural. Son dos narinas, cámaras nasales o narices que se
encuentran unidas pero divididas en su parte media por el tabique nasal. Imaginemos a la nariz como una pera.
Su base es el piso y su vértice se encuentra en medio de los ojos.
La nariz está formada por huesos, cartílagos duros como la parte anterior del tabique nasal, que se llama
cartílago cuadrángular y cartílagos blandos, como los de las alas o fosas nasales que al juntarse forman la
punta nasal. Todas estas estructuras, sus músculos y el tejido celular subcutáneo, se encuentran cubiertos
externamente por piel. Sin embargo, la cubierta interna de la nariz sufre transición a mucosa.
Según el carácter de la mucosa que recubre el interior de las fosas nasales, se divide generalmente en tres
áreas: la región vestibular, la región respiratoria y la región olfatoria.
En cuanto a sus dimensiones, debemos mencionar que a lo largo, midiéndola desde la punta hasta su pared
posterior, formada por la parte alta de la faringe, la nariz alcanza unos 7 cm., más o menos los mismos de su
altura. En las partes laterales de cada cámara nasal, se encuentran los cornetes. Su número por lo general es
de tres (como si fueran tres dedos atravezados). Y ayudan a realizar las principales funciones de la nariz:
humectar, calentar, limpiar y dirigir el aire que respiramos hacia el interior de los pulmones.
Los cornetes son estructuras formadas por hueso esponjoso y su cubierta es una delgada y delicada mucosa
nasal. Su irrigación sanguínea es rica y abundante. Por cierto, similar a la inervación, haciéndolos muy
sensibles a cambios de temperatura, lo que facilita su trabajo.
Se les reconoce como cornete inferior, medio y superior. Debajo de cada uno, como arropándolo o
portegiéndolos, están los meatos del mismo nombre, que son las vías de comunicación de la nariz con sus
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senos paranasales. Y lo mismo sirven como puertas de salida del moco que exudan los senos como también de
entrada y salida al aire. Recordemos que la nariz en su parte interna, tiene a su alrededor una serie de
cavidades conocidas como senos que también colaboran para los efectos de su trabajo respecto al aire y al
moco.
Los senos paranasales son más fácilmente identificados si tomamos a los ojos o a las cavidades orbitarias
como punto de referencia. Arriba de los ojos están los senos frontales, en medio los etmoidales, atrás los
esfenoidales y abajo los maxilares. Por eso cuando se infectan los senos, los médicos utilizamos el término de
sinusitis, que según la parte afectada, ésta podrá ser maxilar, etmoidal, esfenoidal ó frontal. Puede haber
combinaciones diversas (P.Ej.: sinusitis etmoidomaxilar) o pansinusitis, si la infección es generalizada.
La mucosa de los cornetes secreta o produce moco, al igual que el resto de las estructuras cubiertas por ella en
la nariz. El moco es un elemento vital para este órgano respiratorio. Se dice que un adulto normal de 70 Kg.
llega a producir aprox. unos 750 C.C. de moco en el transcurso de 24 horas. Casi un litro que en forma
imperceptible pasa al tubo digestivo.
Lo normal es que con el movimiento ciliar, producido por el epitelio cilíndrico vibrátil de la mucosa, el moco vaya
desplazándose léntamente hacia el estómago, cumpliendo así con su ciclo de trabajo. Podemos imaginar este
fenómeno comparándolo con un sembradío de trigo movido por el viento en un campo. En el caso de la mucosa
nasal, el movimiento ciliar se hace de forma muy lenta hacia adelante y más rápida hacia atrás.
El moco, que humecta y mejora la temperatura del aire que respiramos, cumple también otras funciones de
protección para nuestro organismo. Funciones que se catalogan como físicas y químicas. De las últimas,
destaca la que realiza la mucina, poderosa enzima componente del moco que destruye bacterias y otras
sustancias extrañas que impregnan el aire que respiramos.
Pero el moco también cumple funciones de protección al organismo conocidas como de tipo físicas o
mecánicas. Por su carácater viscoso, el moco nasal es capaz de atrapar partículas un poco mayores que se
adhieren al mismo, para inmovilizarlas y evitar que ingresen al árbol respiratorio. Estas partículas pasan luego al
interior del estómago donde serán finalmente destruidas, fagocitadas o excretadas.
Fuentes: http://www.monografias.com
http://www.trejos.com/ENT/Nariz.stm
http://www.paraqueestesbien.com/sintomas/comofunciona
Consultor temático práctico – Ediciones Nauta – © Copyright 2003
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