IntroduccIón

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Introducción
Elizabeth Cowling y Richard Kendall
En el verano de 1901, Picasso expuso algunos
el crítico se fijaba en el «temperamento, raza
de sus cuadros por primera vez en París. Tenía
e individualidad» de la nueva ola de artistas
sólo diecinueve años y era prácticamente un
españoles en París, pero insistía en que Picasso
desconocido en esta ciudad, pero su talento
y sus colegas habían hallado un «incentivo
extraordinario y polifacético no pasó desaper-
en Manet, Monet, Degas, Carrière: nuestros
cibido: «[Picasso] se ha impuesto como un
impresionistas.»2
artista brillante. Sabe pintar, y magníficamente,
En 2010, sorprende descubrir que una afir-
además», escribió el respetado crítico Félicien
mación como ésta no haya sido sometida a
Fagus. «Como a todos los pintores puros, le
examen. No se ha investigado la vinculación del
fascina el color por sí solo.» Tras enumerar los
joven Picasso con el impresionismo, y menos
variados temas de la muestra (flores, carreras
aún se ha examinado en detalle lo que su arte
de caballos, corridas de toros, desnudos feme-
le debe a Monet, Pissarro y Degas. El caso
ninos, bailarinas), Fagus señalaba que «es posi-
de Degas es especialmente sorprendente. A
ble detectar numerosas influencias: Delacroix,
partir de Fagus, biógrafos y especialistas han
Manet, . . . Monet, Van Gogh, Pissarro, Toulouse-
registrado numerosas coincidencias entre los
Lautrec, Degas.»1
cuadros, dibujos y grabados de Picasso y algu-
Más de un siglo después de la exposición
nas obras de Degas, y señalado algunos rasgos
de 1901, la voraz estima por el arte de sus pre-
comunes en el talante artístico de ambos. Más
decesores manifestada por Picasso — y no sólo
llamativamente, el mismo Picasso reconoció
en su juventud, sino a lo largo de una carrera
la existencia de ese vínculo en 1958, al conver-
extraordinariamente larga — se ha conver-
tirse en el alegre propietario de un conjunto de
tido en uno de los rasgos más señeros de su
monotipos de Degas en los que se representan
leyenda. Artículos, libros y catálogos han sido
escenas de burdel. Picasso fue un poco más
dedicados a la fascinación que sentía Picasso
lejos en 1971, cuando comenzó a plasmar, en
por la obra de artistas como Ingres, Delacroix,
una serie de dibujos y grabados, sus variacio-
Manet, Van Gogh, Rodin y Cézanne, y recien-
nes sobre las cáusticas imágenes de Degas, en
temente se han organizado grandes exposicio-
las que introdujo — a veces en broma, otras
nes para repasar su relación con los grandes
con crueldad, y a ratos con ternura — la figura
maestros, incluidos los renacentistas. Llama
del mismo Degas en docenas de estas compo-
la atención, sin embargo, que estas amplias
siciones. Las últimas fueron realizadas pocos
investigaciones no hayan abordado algunos
meses antes de su muerte, en abril de 1973,
de los artistas señalados como «influencias»
cerrándose así el círculo de su interés en Degas
en 1901. Entre otros, los tres representantes
y su obra que Fagus había detectado hacía
del movimiento impresionista: Monet, Pis-
siete décadas.
sarro y Degas. En todo caso, cualquier duda
En Picasso ante Degas, el amplio marco de
acerca del sentido de las palabras de Fagus
la carrera artística de Picasso sirve de estruc-
se disiparía al año siguiente, cuando Picasso
tura a un examen detallado, etapa por etapa,
expuso por segunda vez en París. Esta vez,
de esta compleja relación. Desde la infancia
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y adolescencia en España, el catálogo y la
tapuestas algunas obras de Picasso y las de
poner la lupa en las etapas de cada artista.
Antes de nacer Picasso, ya Degas había esta-
correspondiente exposición exploran sus pri-
Degas que Picasso conocía o pudo haber cono-
Muchos aspectos importantes han tenido
blecido un vínculo compulsivo con la temática
meros contactos con el arte de Degas. Picasso
cido. Picasso nunca imitaba directamente, y
que ser descartados, y se han omitido otros
de su obra que le ayudó a definir nuevas téc-
descubrió las obras de Degas y sus coetáneos
su respuesta a Degas, voluble y competitiva,
intereses temáticos, estilísticos y técnicos de
nicas de trabajo en taller, plasmadas en sutiles
inicialmente a través de ilustraciones en blanco
siempre incluía transformaciones deliberadas,
Picasso. Tampoco cabían en nuestro proyecto
y complejas series de dibujos, secuencias de
y negro, y sólo después de 1900 y sus primeros
que a veces bordean la parodia o el pastiche.
los muchos otros diálogos intensos de Picasso
grabados y reiterativas variaciones de imáge-
viajes a París tuvo acceso a los pasteles y cua-
Paralelamente a esta lectura se despliegan las
con artistas del pasado o casi contempo-
nes y composiciones predilectas. Cincuenta
dros originales. A esta época se remontan sus
afinidades entre los dos artistas, tanto en el
ráneos, incluso cuando evocan o coinciden
años después, esta manera de trabajar en ciclos
primeros escarceos con algunos de los temas
plano profesional como en el humano, que con
con su interés por Degas. Cuando las obras
improvisados era habitual para Picasso, quien
y figuras emblemáticos de Degas: cantantes
el tiempo fueron manifestándose y de las que
depositadas en el taller de Degas salieron a
era capaz de generar centenares de variantes
de cabaret, prostitutas y — como Fagus señaló
sin duda Picasso era consciente. En su juven-
la luz pública después de su muerte, en 1917,
de un motivo inicial. En ambos casos, el artista
— carreras de caballos, desnudos femeninos
tud, por ejemplo, los dos recibieron una forma-
Picasso descubrió que El Greco, Delacroix y
se lanza a la búsqueda de algo, no mediante
y bailarinas. Al instalarse en Montmartre, en
ción tradicional, basada en el dibujo de la figura
Ingres estaban representados en la colección
cogitaciones sino con su intuición y a través
1904, Picasso entró en contacto con conoci-
humana y orientada hacia el respeto por las
privada de Degas y, por tanto, que tenían en
de incesantes experimentaciones y matizadas
dos de Degas, incluidos el galerista Ambroise
grandes obras de arte del pasado. No es casual
común unas cuantas pasiones artísticas cru-
repeticiones, y no es casual que tanto Degas
Vollard, quien durante un tiempo representó a
que Degas y Picasso acabaran convirtiéndose
ciales. Asimismo, la descarada reelaboración
como Picasso recelaran de las teorías y la retó-
los dos artistas, y Benedetta Canals, quien tra-
en los mejores dibujantes de su generación
por Degas de composiciones del Tiziano, Rem-
rica de la crítica.
bajó como modelo para los dos. Aunque apa-
(para algunos, de todos los tiempos), y que
brandt o Ingres, por sólo mencionar estos tres
rentemente no llegaron a conocerse, Picasso
el dibujo, a lo largo de su prolongada carrera
casos, es precursora del empeño de Picasso
dinamismo del proceso creativo como Degas,
sabía que Degas vivía y trabajaba muy cerca
artística, siempre ocupara el centro de sus pro-
en ese mismo terreno. De hecho, más allá de
y como él era reacio a la idea de perfección o
del Bateau-Lavoir, la sórdida colonia de artis-
yectos creativos. Asimismo, el cuerpo femenino
superficiales diferencias, los dos artistas tenían
totalidad en el arte. En este sentido, los dos
tas donde pintó algunos de sus primeros cua-
fue una obsesión constante para los dos, en
la misma concepción de la relación entre las
transgredieron a sabiendas su propia forma-
dros más notables. El joven español se atrevió
todos los medios en los que se despliegan sus
«influencias» (o, más precisamente, las «apro-
ción académica. Era inevitable que Picasso se
entonces a medirse con las obras de Degas,
obras. Para el solterón empedernido que fue
piaciones») y la expresión personal. Picasso la
sintiera atraído por las obras de su predecesor
pintando figuras de planchadoras, bohemios
Degas, esta fascinación alcanzó su más célebre
definió en unos términos que hubiese podido
más espontáneas o «inacabadas»: los cuadros
en los cafés, artistas de cabaret en plena
expresión en las figuras de bailarinas en clases
suscribir Degas: «¿Qué significa. . . que un
de gran formato o los dibujos al carboncillo
actuación y mujeres desnudas peinándose, es
de ballet y en cuadros y esculturas con escenas
pintor pinte a la manera de tal o cual pintor, o
y los pasteles que no ocultan las revisiones a
decir, toda una serie de temas que el público
íntimas de baño, mientras que para el notorio
que imite a otro? ¿Qué hay de malo en ello? Al
los que fueron sometidos o que quedaron sin
asociaba con Degas. También de esos años son
libidinoso que era Picasso, adoptó un sinnú-
contrario, es una buena idea. Siempre habría
resolver, así como los diminutos monotipos
sus experimentos con la escultura y el grabado,
mero de formas, extraídas de la vida hogareña
que intentar pintar como otros. Pero el pro-
rápidamente ejecutados con dedos o trapos en
con alguna que otra referencia explícita a obras
o el taller del artista, de sus propias fantasías o
blema es que no es posible . . . Por más que
los que han quedado plasmados movimientos y
de su predecesor;​unos medios que retomaría
antiguas ensoñaciones.
lo intentes, acabas haciendo una chapuza . . .
sensaciones fugaces.
en décadas posteriores, a medida que ganó en
Degas y Picasso comparten el hecho de
Pero precisamente cuando haces una chapuza,
estás siendo tú mismo.»3
Picasso se mostraba tan obsesionado con el
Como antes Degas, Picasso también se
convirtió en el gran escultor autodidacta de su
fama y riqueza y mejoraron sus condiciones de
haber desarrollado carreras no sólo muy pro-
vida. Aclamado por su audaz diversidad esti-
longadas y extremadamente fértiles, sino
lística, desde la casi abstracción del cubismo
también heterogéneas. Picasso ante Degas,
con el arte del pasado, aunque pueda sor-
improvisar que autorizaba su condición de afi-
a sus experimentos surrealistas con el color y
inevitablemente, es una muestra selectiva, en
prender aún a quienes son más sensibles a
cionado. Tanto para Degas como para Picasso,
la línea, pasando por una variedad aparente-
la que se ha procurado destacar los momentos
su modernidad, es una ventana abierta por
las esculturas, inicialmente plasmadas en cua-
mente infinita de modalidades naturalistas, en
en que Picasso retomó de manera ostensible
la que observar los procesos creativos en los
dros y dibujos, servían a su vez de inspiración
su madurez Picasso volvió en su imaginación
la obra de su predecesor para basarse en tal
que basaba su arte. Las magistrales obras de
para sus obras en dos dimensiones y propicia-
una y otra vez a Degas. Presentes en delicados
o cual motivo, técnica o grupo de obras que
Poussin y Delacroix, Velázquez y Goya no sólo
ban nuevos descubrimientos estilísticos, técni-
dibujos que evocan la juventud de Picasso o
hubieran llamado su atención. Como muchas
inspiraron sus grandes proclamas artísticas del
cos y temáticos. Sensible a la inquietud creativa
plasmadas en espectaculares lienzos y escul-
de estas obras clave son inaccesibles o muy
siglo xx, sino que también le hicieron medirse
de Degas, Picasso, que solía citarla, aplaudía la
turas con los que parecía querer traspasar los
frágiles, no ha sido posible reconstruir todos
con una nueva sensibilidad que sus héroes del
irónica observación de Degas a Vollard, según
límites de estos medios, de vez en cuando
los casos. Así, el tema compartido del caballo
pasado jamás imaginaron. Y en esta empresa,
la cual, lejos de aspirar a descubrir su «verda-
salían de su taller figuras de bañistas y bailari-
y su jinete reclamaba un estudio a fondo, pero
Degas se convirtió en un aliado: era el precur-
dero estilo», estaba convencido de que lograrlo
nas a rendir delicado homenaje a su ancestro
desgraciadamente hubo de ser abandonado.
sor directo que había impulsado nuevas formas
sería «mortalmente aburrido». «Esa — comen-
impresionista.
A la inversa, para desarrollar plenamente el
de pintar la vida en las modernas ciudades, casi
taba Picasso — es la diferencia fundamental
tema global de la exposición ha sido preciso
un contemporáneo de la era de la ansiedad.
entre un idiota y un verdadero pintor.»4
En Picasso ante Degas se ofrecen yux-
4 Elizab eth
Cowling y Ri c hard Kendall | I n t r o d u cció n
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La relación inquieta e inventiva de Picasso
tiempo, encantado de descubrir la libertad de
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