La Tolerancia 1.- Que es la Tolerancia Según el Diccionario de la Lengua Española: La Tolerancia.- Es Indulgencia, Respeto y Consideración hacia las maneras de pensar, de actuar y de sentir de los demás, aunque estas sean diferentes a las nuestras. La virtud mas útil en la vida social es la tolerancia. Tolerancia religiosa condescendencia mediante la cual se deja libre a cada uno para que practique la religión que profesa. La tolerancia, del latín tolerare (sostener, soportar), es una noción que define el grado de aceptación frente a un elemento contrario a una regla moral, civil o física. Más generalmente, define la capacidad de un individuo de aceptar una cosa con la que no está de acuerdo. Y por extensión moderna, la actitud de un individuo frente a lo que es diferente de sus valores. Desde el Punto de Vista Masónico: La Tolerancia y la Francmasonería son sinónimos, pues nuestra Orden es esencialmente tolerante. Porque para ser tolerante sustituye el dogmatismo por cierto relativismo, la imposición por la convicción, la arbitrariedad por el derecho, el autoritarismo por la libertad, la dictadura por la democracia. La francmasonería enseña a distinguir la LUZ de las TINIEBLAS, la intolerancia por la tolerancia en suma. (Filosofía Francmasónica Edgardo Machado Cazorla) En la vida profana los hombres no dicen la verdad que ellos sienten como tal, sino la que les conviene en el momento. Esta es una de las razones porque la humanidad no puede entenderse. Todos hablan y todos se hacen los sordos, pues de antemano se asume que el otro no dice la verdad. Todos quieren convencer a todos y nadie entiende, pues a priori opone la resistencia de su propia convicción o conveniencia. La mayoría considera la tolerancia, si han oído mencionar tal cosa, como una via en un solo sentido. Todo esto esta desterrado de la Logia y de la Masonería en general (Guía del Simbolismo del Rito Escocés A.A.). La Tolerancia Religiosa: La tolerancia religiosa es una actitud adoptada ante confesiones de fe diferentes o ante manifestaciones públicas de religiones diferentes. Hay que diferenciar tres dominios de tolerancia religiosa. En primer lugar, la tolerancia inscrita en los textos sagrados a los que la religión se refiere. Después, la interpretación que las autoridades religiosas han hecho de ella. Y por fin, la tolerancia del fiel, que, aunque guiado por su fe, no por ello permanece menos individual La tolerancia es el distintivo y la característica principal de la verdadera iglesia, muchos se jactan de muchas cosas, pero para ser tolerantes, deben ser caritativos, mansos y buena voluntad hacia la humanidad (John Locke). Tolerancia Social La tolerancia social es la capacidad de aceptación de una persona que no eres capaz de soportar o de un grupo ante lo que no es similar a sus valores es o las normas establecidas por la sociedad. Tolerancia no es hacer concesiones, pero tampoco es indiferencia. Para ser tolerante es necesario conocer al otro. Es el respeto mutuo mediante el entendimiento mutuo. Según ciertas teorías el miedo y la ignorancia son las raíces que causan la intolerancia y sus patrones pueden imprimirse en la psique humana desde muy temprana edad. Por ello, se podría decir que la tolerancia es el respeto mutuo, incluso, cuando el entendimiento mutuo no existe. La tolerancia se ejerce cuando un individuo tiene la autoridad o el poder de prohibir o suspender una acción que considere indeseable o molesta y no lo hace, sino que deja actuar. Tolerancia Civil Las mentalidades - en algunos sujetos - evolucionan más rápido que las leyes, existiendo un desfase entre la moral social (la de un grupo legítimo) y las leyes cívicas. Así, algunas disposiciones de la ley pueden, en un momento dado, ser reconocidas como inadaptadas y, por eso, no ser aplicadas más que parcialmente o nada en absoluto, por falta de medios. Se puede citar como ejemplo: • • las casas de tolerancia, reglamentadas por la ley francesa y después prohibidas en 1920, en nombre de una mutación de la concepción del papel de las mujeres en la sociedad y del rearmamento moral que siguió a la victoria de 1918. No se trata pues de tolerancia sino de imposición de una nueva norma. más cerca de nosotros, la no aplicación de las leyes sobre consumo de drogas consideradas con o sin razón "blandas", lo que es soportar lo que no se puede controlar. 2.- Opiniones de diferentes pensadores sobre la Tolerancia Tolerancia es la consecuencia de constatar nuestra falibilidad humana, errar es humano y algo que hacemos a cada paso “perdonemos pues nuestras mutuas insensateces, debemos admitir nuestras debilidades. (Voltaire). Voltaire, al finalizar su Tratado sobre la tolerancia, eleva una oración en la que pide a Dios que nos ayudemos unos a otros a soportar la carga de una existencia penosa y pasajera; que las pequeñas diversidades entre los vestidos que cubren nuestros débiles cuerpos, entre todas nuestras insuficientes lenguas, entre todos nuestros ridículos usos, entre todas nuestras imperfectas leyes, entre todas nuestras insensatas opiniones, no sean motivo de odio y de persecución. En nuestros días la practica de la tolerancia parece una condición esencial, para la paz entre los individuos y los pueblos, hay pues razones aunque diversas de las que tuvo la edad de las luces para ensalzarla y la primera dificultad que se le presenta al hombre de hoy, es la de poder evaluar cuando y hasta que grado se trata de una virtud y cuando se hace ella misma intolerable. Queda patente así y de partida que ya estamos renunciando a pensarla como una verdad incondicional. (Humberto Giannini) Séneca, indica que los hombres deben estimarse como hermanos y conciudadanos, porque “el hombre es cosa sagrada para el hombre”. Su propia naturaleza pide el respeto mutuo, porque “ella nos ha constituido parientes al engendrarnos de los mismos elementos y para un mismo fin”. Séneca no se conforma con la indiferencia: “¿No derramar sangre humana? ¡Bien poco es no hacer daño a quien debemos favorecer!”. Por naturaleza, “las manos han de estar dispuestas a ayudar”, pues sólo nos es posible vivir en sociedad: algo “muy semejante al abovedado, que, debiendo desplomarse si unas piedras no sostuvieran a otras, se aguantan por este apoyo mutuo”. La benevolencia nos enseña a no ser altaneros y ásperos, nos enseña que un hombre no debe servirse abusivamente de otro hombre, y nos invita a ser afables y serviciales en palabras, hechos y sentimientos. La tolerancia es un regalo desde los primeros años de la vida. Confucio, en un arrebato de optimismo, soñó con una época de tolerancia universal en la que los ancianos vivirían tranquilos sus últimos días; los niños crecerían sanos; los viudos, las viudas, los huérfanos, los desamparados, los débiles y los enfermos encontrarían amparo; los hombres tendrían trabajo, y las mujeres hogar; no harían falta cerraduras, pues no habría bandidos ni ladrones, y se dejarían abiertas las puertas exteriores. Esto se llamaría la gran comunidad. El discurso final de Charles Chaplin en El Gran Dictador, es un canto a la tolerancia donde parece que oímos la vieja melodía de Confucio: -Me gustaría ayudar a todo el mundo si fuese posible: a los judíos y a los gentiles, a los negros y a los blancos ( ... ). La vida puede ser libre y bella, pero necesitamos humanidad antes que máquinas, bondad y dulzura antes que inteligencia ( ... ). No tenemos ganas de odiarnos y despreciarnos: en este mundo hay sitio para todos ( ... ). Luchemos por abolir las barreras entre las naciones, por terminar con la rapacidad, el odio y la intolerancia ( ... ). Las nubes se disipan, el sol asoma, surgimos de las tinieblas a la luz, penetramos en un mundo nuevo, un mundo mejor, en el que los hombres vencerán su rapacidad, su odio y su brutalidad. Las profecías de Confucio y de Charles Chaplin no se han cumplido. Al contrario: Naciones Unidas ha proclamado 1995 Año Internacional de la Tolerancia, después de medio siglo de Auschwitz e Hiroshima, porque se ha roto el consenso del «nunca más». La condición de toda «educación tras Auschwitz», propuesta por Theodor Adorno, ha fracasado. ¿«Nunca más» campos de concentración en Alemania cuando otros se han llenado en Bosnia? ¿«Nunca más» genocidios cuando el mundo sabe y tolera que mujeres, ancianos y niños hayan sido de nuevo vejados, torturados, violados o deportados en vagones de ganado? 3.- Análisis del significado de Tolerancia La tolerancia, en efecto, tiene una de sus principales justificaciones en que resulta imprescindible para el conocimiento. Si queremos saber, hemos de estar dispuestos a aprender de los demás y a cuestionar nuestra opinión. En esto radica el talante tolerante. Este carácter no es sino el de quien sabe escuchar a los demás y dialogar con ellos sin más pretensión que la búsqueda de la verdad. Para ello, resulta necesaria la autenticidad y la lealtad en la discusión. Si se discute con otras pretensiones, no estamos buscando verdades ni siguiendo las reglas de una discusión racional. La tolerancia es la capacidad de conceder la misma importancia a la forma de ser, de pensar y de vivir de los demás que a nuestra propia manera de ser, de pensar y de vivir. Si comprendemos que nuestras creencias y costumbres no son ni mejores ni peores que las de otras personas, sino simplemente distintas, estaremos respetando a los demás. Podríamos definir la tolerancia como la aceptación de la diversidad de opinión, social, étnica, cultural y religiosa. Es la capacidad de saber escuchar y aceptar a los demás, La tolerancia si es entendida como respeto y consideración hacia la diferencia, como una disposición a admitir en los demás una manera de ser y de obrar distinta a la propia, o como una actitud de aceptación del legítimo pluralismo, es a todas luces una virtud de enorme importancia. El mundo sueña con la tolerancia desde que es mundo, quizá porque se trata de una conquista que brilla a la vez por su presencia y por su ausencia. Se ha dicho que la tolerancia es fácil de aplaudir, difícil de practicar, y muy difícil de explicar. Hay una tolerancia propia del que exige sus derechos: La oposición de Gandhi al gobierno britanico de la India no es visceral sino tolerante, fruto de una necesaria prudencia De todas formas, hay dos evidencias claras: que hay que ejercer la tolerancia, y que no todo puede tolerarse. Compaginar ambas evidencias es un arduo problema. ¿Cuándo se debe tolerar algo? La respuesta genérica es: siempre que, de no hacerlo, se estime que ha de ser peor el remedio que la enfermedad. Se debe permitir un mal cuando se piense que impedirlo provocará un mal mayor o impedirá un bien superior. Ahí entra en juego nuestro discernimiento. Defender una doctrina, una costumbre, un dogma, implica casi siempre no tolerar su incumplimiento. Con este concepto entendemos claramente que la verdad siempre surge desde la individualidad y que las verdades generalistas solo nos llevan a un camino de confusión. Todos los análisis realizados por filósofos y estudiosos de la materia al respecto a la tolerancia aprecian la dificultad de precisar su núcleo esencial: los límites entre lo tolerable y lo intolerable. De nuevo, y como en casi todos nuestros acontecimientos diarios, debemos beber en la fuente de la sencillez, ella será la encargada de otorgarnos el discernimiento que nos de la inspiración para el obrar. En estos años de fervor tolerante apreciamos en la tolerancia tres patologías. Primera patología: el abuso de la palabra. Dicen los pedagogos que el grado de eficacia de un consejo paterno está en relación inversa al número de veces que se repite. La tolerancia también puede aburrir por saturación, devaluarse por tanta repetición y manoseo. La sensibilidad humana crece salvaje si no se cultiva, pero también puede estragarse por sobredosis. Además, en la tolerancia se cumple el refrán «del dicho al hecho hay un trecho». Es decir, si sólo hay declaración de buenas intenciones, sólo habrá palabrería ineficaz. Segunda patología: la intolerancia enmascarada. Debajo de muchas exhibiciones de tolerancia se esconde la paradoja del «dime de qué presumes y te diré de qué careces». Voltaire se pasó media vida escribiendo sobre la tolerancia y avivando los odios contra judíos y cristianos. Se veía a sí mismo como patriarca de la tolerancia, pero su amigo, Diderot lo retrató como el Anticristo, y media Europa le rechazó por no ver en él más que el genio del odio. En una de sus perlas más conocidas asegura que si «Jesucristo necesitó doce apóstoles para propagar el Cristianismo, yo voy a demostrar que basta uno solo para destruirlo». Por último, en el deslizamiento de la tolerancia hacia el permisivismo encontramos la tercera patología. Las consecuencias de este falseamiento son más graves en el ámbito de la educación escolar. Cuando en una tragedia de Eurípides se dijo que en materia de virtud lo mejor era mirar todo con indulgencia, Sócrates se puso en pie, interrumpió a los actores y dijo que le parecía ridículo consentir que se corrompiera así la educación. ¿Y la Intolerancia? Mientras existan pueblos y gobernantes intolerantes, habrá guerras, tumultos y, por tanto, desgracia. Por el contrario, la tolerancia proporciona paz y prosperidad a la sociedad. En este sentido, la tolerancia jamás produjo guerras civiles; la intolerancia ha convertido la tierra en una carnicería”. La tolerancia se presenta como principio para la convivencia, como único modo de vivir en paz y libremente: “ y el gran principio, el principio universal de uno y otro, está en toda la tierra: 'No hagas lo que no quieras que te hagan'. Pues bien, si se sigue este principio no se advierte cómo un hombre puede decir a otro: 'Cree lo que yo creo y que tú no puedes creer o morirás'” La intolerancia se opone a cuanto de racional hay en el hombre y nos acerca a las fieras: “ el derecho de intolerancia es absurdo y bárbaro; es el derecho de los tigres; es mucho más horrible aún, porque los tigres no se destrozan sino para comer, y nosotros nos hemos exterminado por unas frases Como ya había hecho Locke, que la persecución intolerante es incoherente con el verdadero espíritu cristiano, lo que contradice la trayectoria de fanatismo que la Iglesia ha mantenido durante siglos. “Si no me engaño, hay muy pocos pasajes en los Evangelios, de los que el espíritu perseguidor haya podido inferir que la intolerancia y la coacción son legítimas;” Voltaire comenta y cita numerosos episodios bíblicos que apoyan esta idea. En el Diccionario filosófico, afirma: “De todas las religiones, la cristiana es, sin duda, la que tiene que inspirar más tolerancia, aunque hasta aquí los cristianos hayan sido los más intolerantes de todos los hombres” .