¿Potencia o Botín?

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¿Potencia o Botín?
Venezuela, una pieza en el
ajedrez energético global
Carlos Mendoza Pottellá
A propósito de los recientes incidentes que han vuelto a
colocar en el primer plano noticioso las reclamaciones
venezolanas sobre el territorio Esequibo, que nos fuera
birlado en el laudo tramposo de 1899 en París, vuelve a ser
pertinente recordar y desmenuzar los designios geopolíticos
foráneos subyacentes en todos los conflictos internacionales
en los cuales ha estado involucrado nuestro país, por acción,
omisión o propia naturaleza, desde finales del Siglo XIX
hasta el presente.
Baste recordar nuestra última guerra civil, 1901-1903,
concluida con dos batallas, de, aproximadamente, 2.000
muertos cada una, en La Victoria y Ciudad Bolívar. Esa
fementida Revolución Libertadora fue financiada por la New
York & Bermúdez Company en respuesta a la anulación de
su concesión sobre el lago de asfalto de Guanoco por el
impago –desde 1880- de sus compromisos con el Estado
venezolano. En esa empresa subversiva participaron
también intereses ingleses y franceses, “coincidiendo”
además con el bloqueo naval de 1902 por parte de buques
alemanes, ingleses e italianos, resuelto por la intervención
norteamericana a solicitud del Presidente Cipriano Castro y
en aplicación de la Doctrina Monroe. (America for the
Americans, aclarando que de acuerdo los usos impuestos
por ellos mismos, americanos son los ciudadanos de los
Estados Unidos)
La sincronía de estos acontecimientos con el malhadado
Laudo de París que nos ocupa, en el que norteamericanos e
ingleses se sirvieron a placer, estableciendo límites que
obedecían a sus particulares intereses, en desmedro de los
legítimos títulos de Venezuela, es una prueba fehaciente de
la situación de extrema indefensión en la que se encontraba
entonces el país frente al conjunto de potencias imperiales
que se disputaban espacios coloniales a nivel global.
Fue precisamente la aplicación de la Doctrina Monroe la que
determinó el resultado de mutua conveniencia anglonorteamericana que registra el mapa que insertamos, en el
cual se observan también las aspiraciones máximas de
Inglaterra -que incluían regiones con potencial aurífero,
tales como El Callao, Upata, Tumeremo y Guasipati- y los
títulos históricos de Venezuela.
1
Todos los eventos mencionados, en particular el conflicto
con la New York & Bermúdez Company, fueron la puesta en
escena de lo que sería el paradigma de las relaciones de
nuestro país con las corporaciones petroleras y sus
respectivas metrópolis desde entonces y hasta nuestros
días. Porque esa es la naturaleza del país que somos a la
Graff, Henry F., Grover Cleveland (2002).
que hacíamos referencia antes: la condición de depositario
de una inmensa riqueza hidrocarburífera por la que pujaron
y pujarán todos los poderes mundiales.
Dejando atrás la crónica de los subsiguientes incidentes
intervencionistas motivados por los intereses petroleros
durante todo el siglo pasado, ampliamente documentados
en fuentes nacionales e internacionales,2 en este Siglo XXI
la ocurrencia de procesos políticos con trasfondo petrolero
no ha cesado.
Valga como muestra el golpe de Estado de abril de 2002 y
el subsiguiente sabotaje petrolero, desde noviembre de ese
año hasta febrero del 2003, ambos motivados por el
cambio de rumbo en las relaciones del país con el capital
petrolero internacional que ya se avizoraba con la
realización en el año 2000, en Caracas, de la Segunda
Cumbre de Jefes de Estado de la OPEP, que relanzó la
política de defensa de los precios del petróleo en el 2000.
Cambio de rumbo que se estableció formalmente con la
reforma de la Ley Orgánica de Hidrocarburos aprobada en
2001. Y, precisamente, los hechos que forman parte de la
génesis de la actual agudización del conflicto Esequibo
comenzaron a desarrollarse a partir del 2005, cuando el
gobierno nacional, aplicando la referida Ley Orgánica, inició
la cancelación de los convenios operativos, para los campos
“marginales”, exploración a riesgo y ganancias compartidas
en áreas nuevas y las asociaciones estratégicas para la Faja
Petrólifera del Orinoco,, suscritos desde 1992 bajo la
política de “apertura” impulsada por la cúpula antiestatal
enquistada en la Junta Directiva de PDVSA hasta 1999 y
mediante los cuales se deterioraron todos los instrumentos
de percepción de la participación nacional en la renta
generada por la realización de la producción petrolera en
los mercados internacionales.3
Creemos pertinente hacer una síntesis de ese proceso:
En los instrumentos contractuales diseñados para promover
la apertura de la industria petrolera venezolana a una
renovada participación de los capitales transnacionales se
degradaron todos los mecanismos que garantizaban la
participación nacional: El Impuesto Sobre la Renta fue
reducido de 67 a 34 por ciento y la Regalía de 16,66% a
1%. En las Asociaciones Estratégicas, la participación
estatal se concibió como minoritaria y en algunos casos se
limitaba a una “acción dorada” con derecho a veto. En
particular, las Asociaciones Estratégicas en la Faja
Petrolífera del Orinoco, concertadas entre los años 1993 y
1997, resultan paradigmáticas: Petrozuata (50,1% ConocoPhillips y 49,9% PDVSA), Sincrudos de Oriente, Sincor (47%
Total, 15% Statoil y 38% PDVSA). Cerro Negro (41,67%
Mobil, 16,67% Veba Oel y 41,66% PDVSA). Ameriven o
Petrolera Hamaca, (Conoco-Phillips 40%, Chevron-Texaco
30%, y PDVSA 30%).
Esta gente, con la apertura materializó lo que Pérez
Alfonzo temía. En 1976 fue derrotado Pérez Alfonzo
con la nacionalización chucuta, y él dijo: “Bueno, ese
artículo que dice que el Estado podrá llegar a acuerdos
con empresas mixtas y cosas por el estilo, ésa va a ser
la ventana por donde luego se van a colar”, y así fue.
Se colaron en los años noventa con el outsourcing,
con los convenios operativos, con la asociación
estratégica, con los contratos de riesgo, con todas
esas cosas que se hicieron y que se están revirtiendo
ahora con una figura con la que yo no estoy de
acuerdo. Porque yo combatí esa figura en el 76, y no
estoy de acuerdo con lo que hizo el gobierno con eso
de las empresas mixtas.4
La obligada migración desde esos convenios y asociaciones
a una nuevas “empresas mixtas” donde la participación de
la Nación se elevó a 60% y, de acuerdo a lo estipulado en
la Ley de Hidrocarburos de 2001, la Regalía se elevó a 33%,
mientras que el Impuesto sobre la Renta se ubicó en 50%,
fue decidida, como ya mencionamos, en 2005.
En particular, en la Faja Petrolífera del Orinoco, de las 7
empresas extranjeras allí asociadas, 5 aceptaron las nuevas
condiciones, mientras que Exxon Mobil y Conoco-Phillips se
negaron a migrar a empresas mixtas y demandaron
indemnizaciones descomunales, múltiplos de las ofrecidas
por el Estado venezolano en cada caso, ante el Centro
Internacional de Arreglo de Diferencias relativas a
Inversiones (CIADI).
Este Centro dictaminó, en octubre de 2014, que el proceso
interpuesto por Exxon Mobil por 12.500 millones de dólares
en contra de Venezuela por la nacionalización de la
Petrolera Cerro Negro, se cerraba con el pago de 1.421
millones de dólares de nuestro país a la multinacional, cifra
muy cercana a la ofrecida y, parcialmente, cancelada por
Venezuela. Conoco-Phillips mantiene su reclamación, con
cifras que oscilan entre 7.000 y 30.000 millones de dólares,
pendiente de la decisión arbitral.
Todo lo anterior viene a cuento porque… de aquellos polvos
vinieron estos lodos: fue el anuncio de Exxon-Mobil de
haber encontrado petróleo en el pozoo Liza-1 del bloque
Stabroek, irregularmente concedido por Guyana en aguas
de la zona en reclamación del Esequibo, el que desató la
agudización de un diferendo que está pendiente de
resolución concertada, con mediación de las Naciones
Unidas, tal como quedó estipulado en el Acuerdo de
Ginebra de 1966.
Los detalles de esta crisis son motivo de análisis y debates
en la prensa contemporánea, nacional, guyanesa e
internacional de estos días. Por nuestra parte, lo que
queremos destacar es la injerencia en este conflicto de los
intereses petroleros y geopolíticos globales.
En efecto, Guyana, consecuente con su invariable posición
de desconocer el reclamo venezolano, había otorgado en
1999 una concesión en el bloque Stabroek a la filial creada
al efecto por Exxon-Mobil, Esso Exploration and Production
Guyana Limited. Sin embargo, el 29 de septiembre de 2000,
la misma compañía anunció su renuncia temporal a la
realización de exploración en esa área, alegando que se
trataba de aguas en disputa internacional.5
Ahora, 15 años después, rotos sus vínculos de asociación
con PDVSA desde 2005 y con un litigio desestimado en
2014, la Exxon-Mobil abandona sus escrúpulos y su filial
reanuda operaciones exploratorias, las cuales fructifican,
según su anuncio del pasado mes de mayo, en el
descubrimiento, en el pozo Liza-1 de ese mismo bloque, de
un yacimiento con reservas estimadas en 700 millones de
barriles, cuya extracción podría comenzar en cinco años,
pero cuyo valor ya se calcula, contando los pollos antes de
nacer, en 40.000 millones de dólares, equivalentes a 12
veces el producto interno bruto actual de Guyana.6
Pero el análisis de estos eventos quedaría reducido al
ámbito de un mero conflicto binacional, limítrofe y con
aditivos petroleros corporativos, si no lo insertamos dentro
de la perspectiva de la geopolítica mundial y el componente
energético de la misma.
El mismo autor ya citado reseña la participación de otras
empresas petroleras
internacionales en actividades de
exploración en Guyana:
Existen otras empresas que tienen áreas en la costa
de Guyana, las cuales, sin duda ven el valor de sus
activos crecer, después del descubrimiento de
ExxonMobil. Hess y CNOOC de China están trabajando
con Exxon en el bloque donde se perforó el pozo Liza1. Anadarko y Tullow Oil están asentados en algunas
de las más grandes superficies de la costa de Guyana.
Y una pequeña empresa canadiense, CGX Energy,
junto con Pacific Rubiales, otro operador canadiense,
tiene áreas cercanas al pozo Liza-1. Todas estas
empresas podrían resultar beneficiadas ahora que sus
activos son más atractivos tras el éxito de Exxon-Mobil.
7
Pero mucho más allá de eso, que expresa la voluntad del
capital petrolero –sea cual sea su nacionalidad de origen-
de expandir sus fronteras operativas a todos los ámbitos
geográficos posibles, es necesario volver a la identificación
de las estructuras de poder mundial cuya voluntad y
designios determinan los rumbos políticos, económicos y
energéticos contemporáneos.8
Paradójicamente, para ello debemos asumir un punto de
mira
histórico,
suficientemente
documentado
pero
frecuentemente olvidado, para lo cual apelaremos aquí a
anteriores formulaciones propias y de terceros en esta
materia. De manera particular, haremos referencia a
planteamientos hechos en nuestro trabajo Petróleo y
Geopolítica 9 , y al
estudio de un “think tank” de
Washington, promotor de estrategias para un nuevo orden
internacional regido por los Estados Unidos.10
La puesta en marcha del proceso de producción de la
industria petrolera por parte del capital petrolero
permitirá la creación de la renta petrolera, y las
condiciones de instrumentación de este proceso de
producción determinarán, en última instancia, el
monto absoluto de la renta petrolera, así como las
partes relativas de esa renta percibidas por el capital
petrolero, sus Estados metropolitanos, en donde
radican los consumidores por excelencia y los Estados
periféricos, dependientes, bajo cuyo subsuelo se
encuentran esos hidrocarburos.
Ahora bien si, como ya mencionamos, con la Primera
Guerra Mundial el petróleo revela su gran significación
estratégica, derivada de su carácter de combustible de
la maquinaria bélica moderna y, como tal, objeto y
motivación de la geopolítica de las grandes potencias
de entonces, pasadas la Gran Depresión y la
subsecuente Segunda Guerra Mundial, el petróleo
emerge como la fuente energética por excelencia de
una sociedad que se define a sí misma como
automovilístico-petrolera, en mención de los sectores
industriales que van a convertirse en los ejes
dinámicos del desarrollo capitalista imperante en los
años subsiguientes.
Pero una vez más, fueron decisiones geopolíticas,
impuestas por las potencias que emergieron
triunfantes de esta guerra, las que determinaron esa
condición para los hidrocarburos líquidos, como pilar
energético de un sistema político económico global
organizado por ellas. Es así como, desde los primeros
años de esa segunda postguerra, el capitalismo vivió
uno de sus más prolongados períodos de expansión. 11
En el texto citado exponemos la evolución de ese pilar
energético y el sistema político-económico que sustenta,
desde la segunda postguerra hasta mediados de los años
setenta, cuando un conjunto de circunstancias críticas
determinaron un cambio sustancial en el modelo de
acumulación y utilización de los recursos naturales en
general y de la energía en particular.
La impropiamente llamada “crisis energética”, puso en
evidencia, sin embargo, la atención sobre la inviabilidad del
curso expansivo exponencial del consumo de petróleo
desde 1946 hasta entonces.
Comienza para los principales países del centro capitalista
industrializado
una
nueva
realidad,
o
percepción
catastróficamente interesada de la misma, que va a marcar
sus prioridades geopolíticas en el campo energético: la
inseguridad del suministro y la necesidad de garantizarlo
por todos los medios políticos y bélicos.
Muchas fueron las advertencias maltusianas sobre “los
límites del crecimiento” y los riesgos de seguridad que
amenazaban al “american way of life”:
Si se mantienen las tendencias actuales de crecimiento
de
la
población
mundial,
industrialización,
contaminación ambiental, producción de alimentos y
agotamiento de los recursos, este planeta alcanzará
los límites de su crecimiento en el curso de los
próximos cien años. El resultado más probable sería
un súbito e incontrolable descenso tanto de la
población como de la capacidad industrial. 12
Específicamente, los Estados Unidos avizoraron los riesgos
para su “seguridad energética” que comportaba ese
expansionismo del consumo petrolero, cuando para 1970
ya se estimaba que la producción de las reservas de crudo
convencional de petróleo de ese país habían alcanzado su
cima y por ello se adentraban en un suministro cada día
más dependiente de las importaciones de países inseguros,
la mayoría de ellos hostiles.
La crisis empujó a la energía hacia el centro de la
estrategia estadounidense, de todas formas, entre
otras cosas, ayudando a estimular la innovación en
instituciones internacionales. “La crisis energética nos
despertó frente a un nuevo reto que requerirá tanto
un
pensamiento
creativo
como
cooperación
internacional en función de preservar nuestro
bienestar colectivo” decía Henry Kissinger. Como
Secretario de Estado norteamericano impulsó el
establecimiento de la Agencia Internacional de Energía
(AIE) en 1974 como un club de importadores de
energía que balanceara el poder negociador de los
exportadores
de
petróleo.
Bajo
el
liderazgo
estadounidense esta nueva institución fue creada
rápidamente y con un amplio rango de poderes, con
una junta directiva acreditada para tomar decisiones
que comprometerían a sus países. Por cuarenta años
ella se ha mantenido como el principal centro de
cooperación energética de los países industrializados.13
Y es justamente la geopolítica norteamericana la que define
las líneas estratégicas asumidas en este nuevo centro de
poder energético global: Reducción, limitación y control de
la producción proveniente de los países miembros de la
OPEP, estímulo a desarrollos tecnológicos que incrementen
el ahorro energético en general, amén de la búsqueda y
promoción de fuentes petroleras y no petroleras en
cualesquiera otros horizontes geográficos.
Pero los designios de esa geopolítica no se limitan a la mera
asociación de los consumidores desarrollados, o a las
innovaciones ahorradoras de energía, sino que se ejecutan
directamente, con todos los medios a su alcance, políticos y
militares.
Todo lo anterior configuró, además, una nueva etapa
geopolítica, en la que la seguridad del suministro
energético, fundamentalmente petrolero, se convierte
en la principal preocupación y motivo del accionar
político y militar internacional de las grandes potencias
capitalistas, en particular de los Estados Unidos. Ello
es obvio al revisar el conjunto de conflictos bélicos en
los que se involucran esas potencias en el Medio
Oriente y sus alrededores.14
De igual manera, es en el marco de la estrategia energética
norteamericana en el cual se inscriben los recientes eventos
en los mares ribereños del territorio Esequibo en disputa.
Se trata, en este caso, de la identificación y control de los
recursos petroleros existentes en este hemisferio, territorio
de su exclusiva autoridad. Y en este sentido, es
característica la evaluación de las reservas petroleras de
Venezuela que realizan distintos sectores interesados en el
tema.
¿Potencia o botín?
En el año 2005, ya referido como fecha de inicio en
Venezuela de un nuevo patrón de relaciones con el capital
petrolero internacional, el gobierno nacional comienza la
promoción de una nueva estimación de los recursos de la
Faja Petrolífera del Orinoco, para lo cual se encargó a una
empresa internacional (Ryder Scott), especialista en la
materia, para la “certificación” del Petróleo Original en sitio
(POES). La determinación del porcentaje recuperable, en
las condiciones tecnológicas y de precios vigentes, del POES,
fue una decisión autónoma del Ministerio de Petróleo y
Minería, porcentaje con el cual se hicieron los cálculos que
establecieron las reservas probadas en 260.000 millones de
barriles, las cuales, sumadas a las reservas existentes en
las áreas convencionales, convierten a Venezuela en la
depositaria de las primeras reservas de hidrocarburos
líquidos a nivel mundial. 298.353 millones de barriles,
equivalentes al 17,7% de las reservas mundiales según
British Petroleum en su Statistical Review Of World Energy.
15
16
Simultáneamente, el U.S. Geological Survey, publica otras
estimaciones sobre los recursos recuperables de la Faja
Petrolífera, las cuales oscilan entre 380 mil y 652 mil
millones de barriles, con una media de 512 mil millones de
barriles, exactamente el doble de las “reservas certificadas”
por Venezuela.
Estas funambulescas cifras son el resultado de cálculos a
partir de tres distintas estimaciones del Petróleo
Originalmente en Sitio: Un mínimo de 900.000 millones de
barriles, 1 billón 300 mil millones y un máximo de 1 billón
400 mil millones, a las cuales se aplica, respectivamente,
un “factor de recobro” de 15, 45 y 70%. Las tres cifras
obtenidas, mencionadas en el párrafo anterior, son los
recursos petroleros totales recuperables no descubiertos
(Total Undiscovery Oil Resources). Las diferencias entre los
tres resultados son evaluados con grados de certeza de su
existencia: 95, 50 y 5 por ciento, respectivamente. USGS
asume una cifra media, 513 mil millones, como su
estimación definitiva, mediana de las tres consideradas.
El cuadro que insertamos de seguidas es la fuente de las
referencias que hacemos en los anteriores párrafos.
17
La estimación “mediana” del US Geological Survey equivale
exactamente al doble de las reservas certificadas por
Venezuela en la Faja.
Aquí surge una discusión entre geólogos, ingenieros y
políticos sobre la significación de estas cifras: si ellas son
en realidad reservas probadas, probadas desarrolladas,
probables o posibles, o si son “recursos contingentes”. Los
puntos de vistas de estos expertos –reales o supuestosestán completamente cargados de intencionalidad política,
bien sea que se quiera inflar o disminuir la magnitud de los
recursos existentes en Venezuela.
Este debate político más que técnico puede evaluarse
dentro del sistema de clasificación de recursos acordado
por las sociedades geológicas e ingenieriles de petróleo
norteamericanas e internacionales, con el cual se pueden
medir las probabilidades y certezas de las estimaciones
que se debaten, y que insertamos de seguidas:
18
No es necesario enfatizar más la complejidad de este
sistema de clasificación y los riesgos de un manejo
politizado del mismo. En cualquier caso, los “recursos
recuperables” de Venezuela son inmensos y su
incorporación a la producción efectiva es una cuestión de
cientos de años.
Particularmente queremos llamar la atención sobre algunas
circunstancias manifiestas en las cifras oficiales. Del monto
global de reservas certificadas por 298.353 millones de
barriles, sólo 12.960 19 son reservas desarrolladas, es decir,
conectadas a facilidades de producción. Ello quiere decir
que, al ritmo de 3 millones de barriles diarios esas reservas
alcanzarán para unos 14 años.
La magnitud de los recursos necesarios para desarrollar
reservas suficientes para sostener una producción de 6
millones de barriles como la que se registra como meta en
los Planes de Inversión de PDVSA para 2019, son de una
magnitud inalcanzable para las actuales posibilidades
financieras de la Nación: 302.316 millones de dólares
según sus propios cálculos.
20
Insistir en estas metas solo tiene un colofón, únicamente
compatible con las propuestas de los defensores de una
apertura al capital petrolero internacional: dejación de
soberanía, disminución de la participación nacional en tales
emprendimientos, apertura neocolonial.
La pregunta que se hacen algunos es ¿y cuál es el
problema? Un destino como el de Puerto Rico nos garantiza
ciudadanía norteamericana, de segundo grado, es cierto,
pero que hace innecesarias las visas que provocan colas en
la Embajada. Y ese sería un futuro sustentable durante más
de 116 años, que es el tiempo en el cual se agotarían los
recursos recuperables calculados por USGS, produciendo 12
millones de barriles diarios. ¡El propio sueño meritocrático!
De hecho, y volviendo al hilo conductor sobre las
estimaciones de las reservas petroleras venezolana, tales
magnitudes, sean cuales fueren en definitiva, pueden ser
presentadas como un patrimonio soberano que le confiere
protagonismo al país en el ámbito energético y político
global, pero también constituyen la base de todas las
asechanzas geopolíticas de los centros del poder mundial
contra nuestro país.
Considérese, por ejemplo, la circunstancia de que en un
mundo de 6.000 millones de personas un país de 30
millones de habitantes, uno entre 200 países, tiene bajo su
subsuelo la quinta parte del petróleo del mundo, según sus
propios cálculos, o más de la cuarta parte según el US
Geological Survey.
Desde luego, todo eso tiene mucho que ver con los
acontecimientos
recientes
en
el
Esequibo
y
el
enfrentamiento
norteamericano contra las políticas
venezolanas de soberanía e integración energética y, ¿por
qué no? de promoción de una geopolítica defensiva, para
ponerle un nombre, en Sur América y el Caribe. Unasur,
Celac, Alba, Petrocaribe son expresiones de esos esfuerzos
que convierten a nuestro país en un miembro integrado y
solidario en su entorno geográfico, lo cual lo hace menos
vulnerable a sucumbir ante los designios hegemónicos del
poder mundial.
La importancia de ello ha sido resaltada recientemente con
las visitas sucesivas a Jamaica, en días previos a la Cumbre
de Panamá, del Vicepresidente y el Presidente de los
Estados Unidos para ofrecer a los países afiliados a
Petrocaribe una alternativa “made in USA”, en donde no
sean “extorsionados” por Venezuela.
Veamos los antecedentes:
Caribbean Energy Security Summit
El vicepresidente Joseph Biden acogió la Cumbre de Seguridad Energética del Caribe en Washington,
DC el lunes, 26 de enero La Cumbre es un componente clave de la Iniciativa de Seguridad Energética dell
Caribe de Energía de Seguridad (CESI) que el Vicepresidente anunció en junio de 2014. Reunirá a
gobiernos, finanzas y líderes del sector privado de los Estados Unidos, el Caribe, y los representantes de
la comunidad internacional para promover un futuro más limpio y más sostenible de la energía en el
Caribe a través de una mejor gobernabilidad de la energía, la diversificación energética, un mayor acceso
a la financiación, y la coordinación de los donantes
http://www.state.gov/p/wha/rt/cesi/
Caribbean Energy Security Initiative (CESI)
Después de lanzar CESI en junio de 2014, el Vicepresidente auspició el 26 de enero de este año la
Cumbre de Seguridad Energética del Caribe de Seguridad (CESS) en el Departamento de Estado, en la
cual aseguró el apoyo a la reforma de políticas, una mejor coordinación de los donantes y un mayor
acceso a la inversión. Los participantes del Caribe, los bancos multilaterales de desarrollo, y otros
asociados internacionales apoyaron la necesidad de diversificación energética integral para facilitar la
introducción de formas más limpias de energía. El Departamento de Estado de Estados Unidos, con otras
agencias de Estados Unidos, está trabajando para dar seguimiento a estos compromisos, incluida la
prestación de asistencia técnica para la mejora de la gobernanza en el sector energético del Caribe.
http://www.state.gov/e/enr/c66945.htm
Como se evidencia, estas iniciativas de las principales
cabezas del ejecutivo estadounidense fueron alimentadas
por las conclusiones de diversos grupos norteamericanos de
formulación de políticas “bipartidistas” que han dedicado
informes y conferencias a estudiar el tema de la “Seguridad
Energética en el Caribe”, donde la seguridad tiene más que
ver con los intereses de los Estados Unidos que con los de
las islas caribeñas, tales como el American Security
Project, fuente de las reveladoras citas que insertamos de
seguidas.
La geopolítica y la economía están trayendo la política
exterior estadounidense de vuelta al Caribe, y la
energía es una nueva herramienta para la expansión
de la influencia norteamericana. Como Venezuela
amenaza con caer en el colapso económico, los países
que dependen de su programa de subsidios
Petrocaribe podrían ser arrastrados con ella. Con el fin
de evitar esto, los Estados Unidos van a construir sus
propios lazos de energía en todo el Caribe.
American Security Project en Inter American Dialogue
http://www.americansecurityproject.org/asp-in-interamerican-dialogue-geopolitics-and-economics-arebringing-u-s-foreign-policy-back-to-the-caribbean/
El American Security Project organizó una conferencia
el Miércoles 4 de febrero de 2015 para examinar la
seguridad energética en el Caribe.
Cerca de 100 expertos del mundo académico, las
instituciones financieras internacionales, el gobierno
de los Estados Unidos, y las corporaciones privadas
asistieron a la conferencia, que consistía en tres
paneles. El primer panel expuso el paisaje geopolítico
del Caribe, haciendo especial énfasis en la disminución
de los precios del petróleo y su efecto sobre la
economía venezolana, el programa Petrocaribe, y las
renovadas relaciones entre Estados Unidos y Cuba.
Mientras que la caída del precio del petróleo y la
disminución de la influencia de Venezuela en la región
presentan problemas potenciales para la seguridad
energética del Caribe, también crea un conjunto único
de oportunidades para que los EE.UU. tomen la
iniciativa. En medio de esta revolución energética, el
epicentro de la energía, sin duda, se ha desplazado a
América del Norte. La enorme expansión de las
reservas de gas natural, descrito por el Sr. Gómez
como "combustible puente" para la energía verde y
emergentes tecnologías de energía se han abierto una
serie de mercados nuevos y atractivos para los
inversores. Las futuras inversiones de los EE.UU.
pueden permitir que ciertos países del Caribe
comiencen su alejamiento de la dependencia de los
combustibles fósiles.
Hay claros beneficios para una nación en aumentar su
seguridad energética mediante la diversificación de sus
recursos. Basándose en múltiples fuentes de energía
aumenta la flexibilidad y crea nuevos y diversos
mercados para la inversión externa. Esto es esencial
para las islas del Caribe, que dependen casi
exclusivamente de las importaciones para sus
necesidades energéticas. La dependencia del petróleo
ha limitado sus economías y los han esposado a los
exportadores de
petróleo como Venezuela, cuya
economía se encuentra actualmente en ruinas.
http://www.americansecurityproject.org/event/confere
nce-energy-security-in-the-caribbean-uniquechallenges/
Para disgusto de los que hablan de “regaladera”, no hay
mayor evidencia que ésta sobre la pertinencia de
Petrocaribe como política integradora, a la par que
defensiva, resaltada luego por el discurso de la primera
ministra de Trinidad y Tobago, Kamla Persad-Bissessar,
quien consideró necesario que las naciones presentes en la
VII Cumbre de las Américas, de manera colectiva alzaran
sus voces en contra del decreto ejecutivo de Estados
Unidos, que declaró a Venezuela como una “amenaza para
su seguridad nacional”.21
ANEXO DOCUMENTAL
Una revisión de fuentes documentales posterior a la
conclusión del presente trabajo aporta nuevas evidencias
en el mismo sentido que venimos exponiendo, en particular,
la injerencia de los gobiernos norteamericano e inglés,
estimulando la tradicional posición de Guyana de no
reconocer ningún derecho a Venezuela y la participación de
empresas petroleras de diversas nacionalidades en la puja
por concesiones en esos espacios.
ExxonMobil en 1999 firma un Convenio con el gobierno de Guyana para
realizar actividades en el Bloque Stabroek.
En 2008 comienzan la planificación de la sísmica y la adquisición de
información en un área de 26.806 km². La profundidad del agua está entre 200
y 3.000 metros
En 2014 Esso es elegida para entrar en el próximo periodo de exploración
Esso Exploration & Production Guyana, January 2015 .
http://www.doc4net.com/doc/3910652198269
En febrero de 2015 se moviliza el equipo de perforación, y ésta comienza en
marzo. La profundidad en el área de Liza es 1.750 metros. La profundidad
total del pozo está por encima de los 5.500 metros.
Ministerio de Recursos Naturales y del Ambiente de Guyana.
http://www.nre.gov.gy/Exxon%20Mobil%20Oil%20Exploration%20rig%20he
ading%20to%20Guyana.%20February%2019%202015.html
El 20 de mayo 2015 Esso Exploration and Production Guyana Ltd., filial de
Exxon Mobil Corporation, anunció un importante descubrimiento de petróleo
en el Bloque Stabroek, ubicada uno 193 km de la costa de Guyana. El pozo
encontró más de 295 pies (90 metros) de yacimientos de areniscas de crudo
liviano. Fue perforado a 17.825 pies (5.433 metros) en 5.719 pies (1.743
metros) de agua.
En el área Stabroek ExxonMobil posee el 45%, Hess Guyana Exploration Ltd.
30% y la China CNOOC con su filial Nexen Petroleum Guyana Ltd, 25%.
http://www.el-carabobeno.com/internacional/articulo/105040/exxon-mobildescubre-un-yacimiento-petrolfero-junto-a-la-costa-de-guyana
ExxonMobil Set to Begin Drilling Off Guyana
March 05, 2015 7:46 PM
GEORGETOWN, GUYANA—
ExxonMobil will start exploration drilling at the large Stabroek Block off the
coast of Guyana on Friday, the government said, in a move that could inflame a
long-running territorial row with neighboring Venezuela.
"They are doing the preparatory work, and actual drilling is expected to
commence tomorrow morning,'' Robert Persaud, Guyana's natural resources
minister, told Reuters on Thursday.
Guyanese officials said President Donald Ramotar met ExxonMobil officials in
Georgetown this week and the company's exploration rig ship, Deepwater
Champion, was now in position at the concession area.
The waters lie off a border region claimed by Venezuela in a territorial
controversy dating back more than a century.
The two South American nations squabbled over the Essequibo area, which is
the size of the U.S. state of Georgia, for much of the 20th century. Venezuela
calls it a "reclamation zone,'' but in practice it functions as Guyanese territory.
Ramotar's government says Venezuela has written to Exxon's office in Guyana
protesting about the movement of its rig.
In 2013, Venezuela's navy briefly seized a U.S.-chartered oil survey ship and 36
crew members, which was carrying out a seabed survey for Texas-based
Anadarko in conjunction with Guyanese authorities, because of the territorial
dispute.
Guyana "has requested that the government of the Bolivarian Republic of
Venezuela desist from taking any actions that could only result in the stymieing
of the development of Guyana and its people and that would be in contravention
of international law,'' the government in Georgetown said in a statement.
Venezuelan officials were not available for comment.
In a statement, Exxon said it was operating the block under license from Guyana.
"Border disputes are a matter for governments to resolve through bilateral
discussions and appropriate international organizations,'' it added.
Exxon signed an agreement with Guyana to explore the block in 1999. It covers
26,800 square kilometers (10,350 square miles) and is 160 to 320 kilometers
(100 to 200 miles) offshore.
Oil companies have been increasingly interested in the northeastern shoulder of
South America since a discovery off nearby French Guyana in 2011 that
industry experts described as a game-changer for the region's energy prospects.
http://www.voanews.com/content/exxon-begin-drilling-guyana/2669763.html.
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