UNLP_Practica_Registral_Cs_Ds_Hereditarios_2013

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UNIVERSIDAD NACIONAL DE LA PAMPA
CARRERA: ESCRIBANIA
Asignatura: PRÁCTICA REGISTRAL
UNIDAD NÚMERO CUATRO
Apartado II, Inciso B. Tema: CESIÓN DE DERECHOS HEREDTARIOS
SEGUNDO CUATRIMESTRE AÑO 2013
Docente: Jorge R. Causse.
SUMARIO
I.- Conceptos.
II.- Terminología.
III.- Sobre la regulación legal de este instituto.
IV.- Naturaleza jurídica y caracteres.
V.- Comparación con otros institutos jurídicos.
VI.- Normativa de aplicación.
VII.- La forma instrumental de la cesión y el certificado de inhibiciones.
VIII.- El tiempo para ceder.
IX.- El contenido y los bienes excluidos.
X.- Las obligaciones de cedente y cesionario como efectos inter partes.
XI.- La cesión de gananciales por el cónyuge supérstite, la doctrina de los autores,
la judicial y las fórmulas escriturarias.
XII.- Conflicto entre cesionarios sucesivos.
XIII.- La decisión plenaria de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil y las
objeciones formuladas.
DOCTRINA DE CONSULTA:
-
-
Belluscio, “EFECTOS DE LA CESIÓN DE DERECHOS HEREDITARIOS
RESPECTO DE TERCEROS” en “Estudios en homenaje al doctor Guillermo
A. Borda.” La Ley 1984.
Cifuentes, “CUESTIONES REFERIDAS A LA CESIÓN DE DERECHOS
HEREDITARIOS”, La Ley 1996-D-559.
Garbini, “CESIÓN DE DERECHOS HEREDITARIOS” en Código Civil y leyes
complementarias, t. 7, pág.153, Astrea. 1998.
López de Zavalía, “TEORÍA DE LOS CONTRATOS” Parte Especial. 2. Zavalía
1991.
Loyarte, “CESIÓN DE DERECHOS HEREDITARIOS”, Revista Notarial, nº
901.
-
Rezzónico, “ESTUDIO DE LOS CONTRATOS EN NUESTRO DERECHO
CIVIL”, Depalma, 1987.
Salvat – Acuña Anzorena, “FUENTES DE LAS OBLIGACIONES”, III, p. 468
y ss. TEA. 1958
Spota, “CONTRATOS”, IV, p. 350 y ss. Depalma. 1980.
Zannoni, “DERECHO DE LAS SUCESIONES”, I. Astrea. 2008.
I.- CONCEPTOS:
Salvat, adherido al criterio de que incide directamente sobre una universalidad, define
a la cesión de herencia como “el contrato por el cual una persona transmite a otra la
universalidad de los derechos que le corresponden en una sucesión.” Agrega este autor
que: “Cuando la operación recae, no sobre la universalidad de la herencia, sino sobre
uno o varios de los bienes incluidos en ella, individualmente determinados, la operación
no es ya una cesión de derechos hereditarios propiamente dicha, sino una simple venta
de los derechos que al cedente le corresponden en esos bienes.”
En esta línea de pensamiento se enrola Spota señalando que: “(…) La cesión de
herencia implica la obligación de trasmitir una universalidad jurídica, con toda su
sustancia, con todo el contenido de ella, y con todas las pretensiones inherentes a esa
universidad jurídica.”
Otros autores se refieren a la cesión de derechos hereditarios (o cesión de herencia)
aludiendo al contrato por el que un heredero le transmite a otra persona (que puede
ser heredero o no), gratuitamente o por el pago de una contraprestación, sus derechos
sobre toda la herencia o sobre una cuota parte de ella o, en otros términos, una cuota
parte de tales derechos. (Belluscio)
“Con criterio declarativo y no traslaticio, se ha definido también como el “contrato por
el cual una persona, cedente, se obliga a transferir a otra, cesionario, el todo o una parte
alícuota de los derechos recibidos a título de heredero o coheredero, junto con las deudas
que provisionalmente los graven” En cambio, con el sentido traslativo (…) y más
sucintamente, se ha dicho que es “la estipulación mediante la cual el heredero
transfiere a otra persona los derechos y obligaciones que le corresponden en una
sucesión”- (Garbini, citando a Pérez Lasala y a Maffia)”
II.- TERMINOLOGÍA
El Codificador utilizó diferente terminología para referirse a este instituto legal. Así
mencionó a la cesión de derechos hereditarios en el inciso 6º de Art. 1184 (forma de los
contratos) y en el Art. 2163 (de la evicción entre cesionarios y cedentes); a la cesión de
derechos sucesorios en el Art. 3322 (de la aceptación y repudiación de la herencia) y a
la cesión de herencia en los Arts. 2160 y 2162 (de la evicción entre cesionarios y
cedentes).
III.- SOBRE LA REGULACIÓN LEGAL DE ESTE INSTITUTO:
En la nota del Art. 1484 el Codificador expresó: “Regularmente los Código y escritores
tratan en este Titulo de la cesión de las herencias, método que juzgamos impropio, y
reservamos esta materia para el Libro 4º, en que se tratará de las sucesiones.”
Lo cierto es que Vélez Sarsfield incurrió en una “(…) laguna legislativa” (Spota)
porque, finalmente, no la trató donde se regula el derechos hereditario o sucesión
mortis causa.
Garbini, con cita de Cifuentes, señala que: “No obstante, tal omisión no desvirtúa la
posibilidad y utilidad de este contrato, que es empleado con relativa frecuencia pues
facilita a los herederos necesitados de fondos la manera de obtenerlos enajenando sus
derechos hereditarios. Por su parte, la jurisprudencia ha debido cumplir una labor
bastante intensa, en seguimiento de la doctrina y aplicando las normas genéricas del
Código sobre cesión de créditos y de derechos en general.”
Otras razones que responden al porqué los herederos apelan a este negocio se pueden
encontrar en la búsqueda de un remedio para evitar conflictos con otros herederos; en
una rápida definición de su estado patrimonial sin tener que llegar al acto
particionario para encarar el proceso de adjudicación de los bienes singulares;
soslayar el complejo trámite para alcanzar la titulación de los bienes que se le
adjudique, sobre todo si ello implica el riesgo de compartir el dominio y aun cuando
finalmente perciban menos de los valores en juego.
IV.- NATURALEZA JURÍDICA Y CARACTERES:
a.) Para la tesis que la califica como una cesión de créditos, los deudores del
cesionario son los coherederos del cedente. A fin de hacerla oponible a dichos
deudores resulta necesario que se les notifique o que la acepten por acto
público. Esto así por aplicación de los Arts. 1459, 1467 y ccs. (v. Rezzónico
citando la postura de la jurisprudencia francesa hasta mediados del siglo XIX).
Se replicó este criterio sosteniéndose que la notificación sería imposible si todos
los herederos cedieran a un tercero o en la sucesión hubiera sólo un heredero.
b.) Los enrolados en el criterio de que la cesión de derechos hereditarios implica la
cesión de una universalidad, se dividieron entre quienes sostienen que se
trataba de una universitas facti (Garbini cita a los siguientes representantes de
esta doctrina: Lafaille, Salvat-Acuña Anzorena, Rezzónico, Borda, Fornieles,
Mafia, Pérez Lasala, Loyarte, Garrido-Zago, Cifuentes) y quienes encuentran
que la cesión comprende una universitas iuris (López de Zavalía, Spota,
Zannoni, entre otros). El matiz que diferencia una y otra universalidad radica
en que en la primera el contenido ideal de la cesión, entera o parcial, refiere a
lo que el cedente recibió por herencia mientras que, en la segunda, se
confundirían el patrimonio originario del heredero con el que hubiera
heredado.
c.) En oposición al criterio anterior se ha sostenido que estas cesiones refieren a la
transferencia de cada uno de los objetos que componen la herencia o de una
cuota parte de cada uno de ellos, según se trate de una cesión total o parcial.
Existe acuerdo en la doctrina en fijar los que siguen como caracteres de la cesión de
derechos hereditarios:
-
Consensual.
Formal.
Oneroso o gratuito.
Bilateral.
Aleatorio.
Traslativo de derechos.
V.- COMPARACIÓN CON OTROS INSTITUTOS JURÍDICOS:
Este estudio se llevó a cabo a partir de la doctrina francesa distinguiéndose la cesión
de derechos hereditarios: de la venta o donación de los muebles o inmuebles
específicos que formaban parte de una sucesión; de la venta, particularmente
aleatoria, de las “pretensiones de herencia” (“chances” para Baudry Lacantinerie)
compatible con la cesión de derechos litigiosos; de la cesión de legado que constituye
una deuda personal de los herederos debida al legatario. (v. Rezzónico)
VI.- NORMATIVA DE APLICACIÓN.
Conviene partir de lo que establece el Art. 1434 que nos provee el concepto legal de
cesión de crédito estableciendo que la habrá: “(…) cuando una de las partes se obliga a
transferir a la otra parte el derecho que le compete contra su deudor, entregándole el
título del crédito, si existiese.”
A renglón seguido tomar lo que dispone el Art. 1444, que captura la extensión de lo
que puede ser objeto de una cesión abarcando a los incorporales y a toda acción o
derecho sobre una cosa que se encuentre en el comercio; los referidos a la capacidad
necesaria para formalizar una cesión (Arts. 1439 y ccs.) y a los que fijan las
prohibiciones para la celebración de ciertos tipos de negocios que impliquen cesión de
derechos o de créditos por la situación particular en la que se encuentran los cedentes.
En orden a la aplicación supletoria de otras normas vale recordar que, por el Art.
1435, si la cesión es por un precio en dinero, o rematado o dado en pago o adjudicado
en virtud de la ejecución de una sentencia, se aplicarán las normas de la compraventa;
si es a cambio de otra cosa con valor en sí o por otro derecho creditorio, la cesión será
juzgada por las normas de la permuta (Art. 1436) y si es a título gratuito por las
normas de la donación (Art. 1437).
La reflexión final que se justifica hacer en este tramo del desarrollo, es que la falta de
una regulación particularizada para esta situación jurídica, juntamente con la
existencia de otras normas no vinculadas orgánicamente con el negocio que tratamos
(Arts. 1175, 1184 inciso 6º, 2160 a 2163, 3322 y 3732 con más las notas a los Arts. 1484
y 3423), han permitido y permiten aun que se mantengan siempre activas las
controversias que aquella desregulación provocó.
VII.- LA FORMA INSTRUMENTAL DE LA CESIÓN Y EL CERTIFICADO DE
INHIBICIONES:
Parece insoslayable lo que establece el inciso 6º del Art. 1184 ordenando que la cesión,
repudiación o renuncia de derechos hereditarios se haga por escritura pública.
La doctrina discute acerca del alcance de esta disposición para establecer si se trata de
una exigencia solemne o sólo ad probationem.
No obstante el esfuerzo de los autores por insistir en que la cesión de derechos
hereditarios debe formalizarse en escritura pública, judicialmente se aceptó el
instrumento privado de cesión presentado en el sucesorio, luego reconocido por las
partes y declarado auténtico por el juez o el acta judicial labrada en el expediente.
Adhiriendo a la exigencia de la escritura pública se ha sostenido que, cuando se la
instrumenta privadamente y por aplicación de lo que establece el Art. 1185 nace la
obligación de otorgarla. Demandado este cumplimiento frente a la resistencia del
condenado el acto puede ser otorgado por el juez. En este supuesto estaríamos frente a
una promesa de cesión que impone la obligación de otorgar la escritura pública.
Antes de la opinión terminante de Lezana, en el sentido que los inhibidos no pueden
ceder derechos hereditarios si en el acervo sucesorio existen inmuebles, predominada
el criterio judicial de que no era necesario pedir inhibiciones por el cedente.
Hoy alguna doctrina sostiene que el pedido de inhibiciones por el cedente “(…)
garantiza la seriedad de la operación, toda vez que asegura al cesionario que no será
burlado en sus derechos de ahí que es de buena práctica notarial exigirlos como
requisito previo e ineludible.” (Garbini con cita de Borda y Fornieles).
De todos modos no se puede soslayar que el tema inhibición, como cautelar admitida
por los códigos de rito, y sus consecuencias respecto de terceros interesados, todavía
son motivo de intensos debates.
Corresponde agregar lo que establece el Art. 23 de la ley registral (17.801).
VIII.- EL TIEMPO PARA CEDER:
Se responde a dos interrogantes:
¿Desde cuando?
Hay un límite temporal que lo establece el Art. 1175: “No puede ser objeto de un
contrato la herencia futura, aunque se celebre con el consentimiento de la persona de
cuya sucesión se trate; ni los derechos hereditarios eventuales sobre objetos
particulares.”
Desde esta directiva legal, entonces, el requisito para ceder es la apertura de la
sucesión la que, por lo que establece el Art. 3410, para los ascendientes, descendientes
y cónyuge, éstos entran en posesión de la herencia desde el día de la muerte del autor
de la sucesión sin formalidad alguna.
Los otros parientes llamados por la ley a la sucesión, no puede tomar la posesión de la
herencia sin pedirla a los jueces quienes, a tal fin, dictarán la pertinente declaratoria
de herederos. Esta resolución judicial constituye el título que les permite ceder
derechos hereditarios.
Si se hubiera presumido la muerte del autor de la sucesión (v. Arts. 110 y ss.) desde
que se hubiera fijado el día presunto de su fallecimiento
¿Hasta cuando?
Adherimos al criterio mayoritario que sostiene que se puede ceder hasta la división de
la herencia, sin que el caso de que sólo haya un heredero, respecto del cual es obvio
que no se dará ningún tipo de comunidad hereditaria pues el no tiene a la herencia en
estado de indivisión, sirva para descartar aquel criterio. En todo caso estaremos
frente a la excepción que confirma la regla. Sobre esto sostiene Zannoni: “Después de
la partición no cabe la cesión de derechos hereditarios, pues por efecto de la
adjudicación se han asignado a cada heredero bienes singularmente considerados. Es
decir, a partir de ese momento el heredero hace suyos los bienes que se le han adjudicado
(Art. 3503) y entonces podrá transferirlos según los modos típicos de disponer las cosas o
los derechos a título singular”.
IX.- EL CONTENIDO DE LA CESIÓN y LOS BIENES EXCLUIDOS:
Procede confirmar que la cesión no importa transferirle al cesionario la cualidad de
heredero, éste cede los derechos y obligaciones patrimoniales que se derivan de
aquella cualidad.
El momento en que se determina el contenido de la cesión es el de la apertura de la
sucesión debiéndose considerar algunas situaciones especiales:
a.) acrecimiento por renuncia de un coheredero anterior a la cesión y conocida por el
cedente: beneficia al cesionario;
b.) renuncia anterior o posterior a la cesión pero ignorada por el heredero cedente: de
no mediar pacto entre las partes al tiempo de celebrar la cesión, se beneficia el cedente
que conserva la calidad de heredero a su respecto;
c.) percepción de los frutos: por aplicación de lo que establecen los Arts. 583 y 1416 los
percibidos por el cedente antes de la tradición le pertenecen.
d.) bienes consumidos por el heredero y enajenados o gravados antes de la cesión: si la
enajenación fue a título oneroso el cedente debe al cesionario el provecho obtenido, si
fue a título gratuito el valor de la cosa; en lo que concierne a la constitución de
derechos reales rigen idénticos principios que para la enajenación.
Entre los bienes excluidos se consideran, usualmente, los sepulcros, los recuerdos de
familia, papeles privados del causante, diplomas, condecoraciones, etcétera.
No obstante lo anterior, que funciona como una regla general, en la doctrina se
propician otros criterios tales como: si se entendieron incluidos en la cesión el cedente
puede mantenerlos en su poder pero indemnizando al cesionario o directamente
transferírselos al cesionario.
X.- LAS OBLIGACIONES DE CEDENTE Y CESIONARIO COMO EFECTOS
INTER PARTES.
La doctrina menciona como obligaciones del cedente la de entregar los bienes en el
estado en que se encontraban al tiempo de la cesión con sus aumentos o disminuciones
sin culpa del cedente, reponiéndole al cesionario las rentas, los créditos que hubiera
cobrado y el precio obtenido si hubiera dispuesto de alguno de ellos antes de la cesión.
Esto así, para este criterio, porque al ceder se transmite la herencia dejada por el
causante sin disminuciones por disposiciones anteriores o posteriores a la cesión.
Lo anterior salvo que el cesionario tuviera conocimiento de los actos de disposición
que el cedente hubiera consentido, en cuyo caso la cesión se habría concretado por un
valor que los habría tenido en cuenta.
La segunda obligación consiste en la realización de los actos traditivos necesarios para
que el cesionario ocupe materialmente los bienes que integran la cesión. A esto se ha
respondido que, por aplicación de lo que establece el Art. 1457 tal tradición no es
necesaria porque la cesión coloca al cesionario en el lugar del cedente, lo que trae
como consecuencia que tenga la posesión hereditaria o que la pueda reclamar como lo
hubiera hecho su cedente.
Finalmente deberá la garantía de evicción si hubiera sido excluido como heredero.
En cuanto a las obligaciones del cesionario se sintetizan en las siguientes: pagar el
precio, las deudas del causante y las cargas y legados de la herencia.
Sobre estas obligaciones la doctrina hizo algunas precisiones (v. Garbini):
a.) Las deudas del causante pagadas por el cedente antes de la cesión las puede repetir
del cesionario, lo que no es sino la contrapartida de la obligación que el cedente tiene
de entregarle el precio de los bienes que hubiere vendido antes de la cesión.
b.) En cuanto a los gastos por mejoras introducidas a los bienes de la herencia entre la
apertura de la sucesión y la cesión, el cedente no tendría derecho a repetirlos del
cesionario porque el contrato refiere al estado en que se encuentren los bienes al
tiempo de su celebración.
XI.- LA CESIÓN DE GANANCIALES POR EL CÓNYUGE SUPÉRSTITE, LA
DOCTRINA DE LOS AUTORES, LA JUDICIAL Y LAS FÓRMULAS
ESCRITURARIAS.
En nuestros tribunales la cesión de gananciales no tuvo una recepción, comprensión y
resolución unívoca. En la búsqueda de antecedentes relevamos algún expediente
donde se agregó una cesión de gananciales por el supérstite y se solicitó su inscripción
juntamente con la declaratoria de herederos resolviéndose que: “Atento que de las
constancias de autos (…) se desprende que los bienes que componen el acervo
hereditario son de carácter ganancial por lo que la viuda (cedente en el contrato de
cesión) concurriendo con la descendiente en esta sucesión, no tiene parte alguna en la
división de dichos bienes, no ha lugar a lo solicitado (Art. 3576 C. C.).”
Con otro sentido, los juzgados de primera instancia resisten la cesión de gananciales si
la tasa de justicia no se pagó por el valor total de los bienes gananciales.
Frente a lo anterior, resulta conveniente pasar revista a lo que ha sostenido la
doctrina sobre el particular.
Belluscio señalaba con su voto en el año 1974: “1.) Después del fallecimiento de una
persona con sus bienes se forma una masa indivisa acerca de cuya naturaleza se
discrepa pero, incuestionablemente, no es un condominio, ya que este derecho real versa
únicamente sobre cosas y, en la masa post comunitaria, puede haber también bienes
inmateriales. 2.) Cuando fallece uno de los cónyuges se produce la disolución ipso iure
de la sociedad conyugal y los bienes permanecen formando parte del haber de la
indivisión post comunitaria esto es, de la masa indivisa que los gananciales forman parte
desde la disolución de la sociedad conyugal hasta la partición de los bienes. 3.) Para
materializar una parte indivisa en la indivisión post comunitaria que se produce luego
del fallecimiento de un cónyuge, los herederos deben obtener la partición de la sociedad
conyugal y de la herencia en el juicio sucesorio, siendo improcedente el juicio ordinario
de división de condominio, sin que obste a ello que se haya inscripto en el Registro de la
Propiedad la declaratoria de herederos con relación a la finca cuya división se
pretende.”
La consecuencia de este fallo es que: la indivisión subsiste entre los herederos y el
cónyuge respecto de ambas masas hasta la partición, situación que no se modifica aun
con la inscripción de la declaratoria de herederos en las demarcaciones provinciales
que la aceptan, tal como ocurre en el Registro de la Capital Federal. Esta registración
no crea ningún condominio, contrariamente a lo que se sostiene por algunos autores
(Borda, Goyena Copello)
Anotando la mencionada decisión judicial Zannoni sostuvo: “Respecto a los
gananciales de la sociedad conyugal disuelta la comunidad de derechos, tal como la
caracterizamos, vincula en lo sucesivo al supérstite y a los herederos del fallecido a cuyo
respecto la ley defiere una alícuota del acervo sin consideración a su contenido
particular ni a los objetos de los derechos. (Art. 3281 y arg. Art. 3263). Ello mismo erige
al conjunto total de los bienes que integran la sociedad conyugal en patrimonio en
comunidad sujeto a liquidación. (…) Si respecto a los herederos del premuerto, los
derechos hereditarios que la vocación les confiere les permite ejercer los derechos de una
manera indivisible, en cuanto a la propiedad y en cuanto a la posesión (Art. 3416), sin
duda alguna la masa a liquidar se unifica con los bienes y derechos propios del cónyuge
premuerto y con la totalidad de los gananciales, sin importar cuál de los esposos los
adquirió o es el titular.”
Resumiendo lo anterior: la concurrencia de las dos masas, indivisión post comunitaria
y comunidad hereditaria, impide liquidar la primera sin tener certeza sobre la
segunda, dado que los bienes de una y otra forman una comunidad para la liquidación
y adjudicación final, comunidad que concluye con la partición.
Garbini señaló: “La cuestión se plantea cuando la sucesión se abre por fallecimiento de
uno de los cónyuges y el supérstite hace cesión de derechos hereditarios. En tal caso,
pueden distinguirse dos situaciones: 1.) si el supérstite recibe bienes como heredero y
retiene -además- la parte de gananciales que le corresponde por la disolución de la
sociedad conyugal, ninguna duda cabe de que la cesión de derechos hereditarios que
haga sólo comprende los bienes recibidos como heredero (sean éstos propios o
gananciales del causante), y 2.) si todos los bienes del acervo son gananciales y, en razón
de concurrir descendientes, el cónyuge supérstite no hereda nada (Art. 3576),
limitándose a retener su parte de gananciales, se plantea la necesidad de interpretar un
contrato por el cual aquél cede sus derechos hereditarios. La Suprema Corte de Justicia
de Buenos Aires y otros tribunales han considerado que la cesión de derechos
hereditarios comprende la parte de gananciales que corresponde al cónyuge cedente por
la disolución de la sociedad conyugal por causa de muerte, pues de lo contrario la cesión
“carecería de sentido”, ya que se referiría a derechos hereditarios inexistentes en razón
de tomarse el vocablo heredero en su sentido técnico. Por lo tanto, debe entenderse que
los términos se han utilizado en su acepción vulgar de persona que recibe bienes después
de la muerte de otra, concepto en el que queda incluida la cesión de los bienes que un
cónyuge recibe en carácter de socio.”
La reflexión final luego de lo que se ha sostenido es que, no existiendo la posibilidad de
disponer en forma individual de los bienes que componen la masa ganancial hasta la
partición y, por tanto, siendo disponible la parte de los herederos mediante la cesión
de herencia, que constituye una universalidad, crearía una manifiesta desigualdad
frente a los derechos del cónyuge supérstite sobre los gananciales, de prohibirse la
cesión de los mismos.
También cabe tener en cuenta otros antecedentes judiciales que calificaron con
amplitud la instrumentación (insuficiente para nosotros) de cesiones derechos
hereditarios otorgada por el supérstite.
Así, la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires, mediante sentencia
que data de 1946, sostuvo: “Si la causante no dejó bienes propios sino solamente
gananciales, la cesión de derechos hereditarios formalizada por su cónyuge a favor de
(…), no puede tener otro objeto que los bienes que integran la parte del transmitente
como socio de la sociedad conyugal, porque de otra manera carecería de sentido al
recaer sobre algo que no existe, debiendo juzgarse al vocablo empleado con referencia a
la “herencia” en el concepto vulgar de bienes que una persona recibe después de la
muerte de otra y no en la acepción técnica más circunscripta.” Esta doctrina tuvo
recepción por tribunales inferiores de la misma provincia a través de decisiones
adoptadas con fecha bastante actual. (Departamentos Judiciales de La Plata, Lomas
de Zamora, Mar del Plata, San Isidro, San Martín, entre otros).
No encontramos idéntico criterio, por caso, en la Provincia de Santa Fe a partir de la
decisión adoptada por la Sala II de la Cámara de Apelaciones en lo Civil y Comercial
de Rosario en estos términos: “1.- Es improcedente el levantamiento del embargo (…)
sobre un bien ganancial del demandado peticionado por el tercero cesionario de todos los
derechos y acciones que al deudor corresponden en la sucesión de su cónyuge, pues
dicha cesión sólo puede tener virtualidad respecto de los bienes propios del premuerto, de
los que está excluido el que fue objeto de embargo. 2.- El levantamiento liso y llano del
embargo de un inmueble peticionado por un tercero (…), requiere que el peticionario
acompañe el título de propiedad debidamente registrado, vigente y anterior al embargo y
la acreditación de la tradición del inmueble a su favor.”
En línea con el fallo anterior se expide la Sala 3 de la Cámara de Apelaciones en lo
civil y Comercial de Concordia, Provincia de Entre Ríos: “En el sub-caso el
demandado obtuvo el 50 por ciento del inmueble (…) a título de ganancial, porcentaje
que nunca pudo haber transferido mediante la cesión de derechos hereditarios por la
sencilla razón de que no integraba el acervo hereditario.”
Desde la perspectiva que nos ofrecen las decisiones judiciales glosadas consideramos
relevante insistir en el sentido que la técnica de redacción que se utilice para el
otorgamiento de una escritura pública de cesión de gananciales, debe emplear una
terminología que no deje duda alguna sobre que ése es el contenido de lo que se cede
incluyendo la cesión de derechos hereditarios si así correspondiere.
Pensamos que, con la mirada puesta en las fórmulas escriturarias, se insinúa la
decisión de la Sala C de la Cámara Nacional de Apelaciones en lo Civil de la Capital
Federal, en fallo que data del año 1998 en estos términos: “(…) Si la cónyuge supérstite
cede los derechos hereditarios sobre un inmueble ganancial que le correspondieron en la
sucesión del causante sólo pudo transmitir el 50% indiviso de tal finca, pues el restante le
corresponde como socia de la sociedad conyugal disuelta a causa del fallecimiento del
otro socio.”
XII.- CONFLICTO ENTRE CESIONARIOS SUCESIVOS:
La situación puede plantearse en el caso que un heredero vuelva a negociar los
derechos hereditarios que ya había cedido.
Por aplicación del principio que refiere la máxima “prior in tempore potior in iure” el
que primero haya presentado en el expediente sucesorio el instrumento que acredita
la cesión a su favor quedará posicionado en grado preferente.
La fecha de la cesión juega un rol decisivo pues se prioriza la que primero se haya
otorgado aunque su presentación en autos sea posterior a la que se instrumentó
después.
Todo indicaría que es el expediente sucesorio el ámbito propio para que el cesionario
haga ostensible la cesión operada a su favor, y esto así más allá de que también haya
sido registrada en anotaciones personales, cuando los organismos locales tienen
reglamentado el uso de estas secciones especiales.
Dentro de la misma temática que desarrollamos en este apartado, es necesario
mencionar la sentencia adoptada por la Sala I de la Suprema Corte de Justicia de la
Provincia de Mendoza, en el año 1998, cuyos sumarios reproducimos íntegramente
por la importancia de los temas que se deciden: “1.- El procedimiento válido para
acordar publicidad a las cesiones de derechos hereditarios y, por ende, hacerlas
oponibles a terceros, es la agregación al expediente sucesorio del respectivo instrumento.
2.- La cesión de derechos hereditarios produce efectos respecto de terceros desde la
agregación del testimonio de la escritura respectiva al juicio sucesorio, quedando a salvo
los derechos trasmitidos a título oneroso sobre bienes singulares a terceros de buena fe.
3.- El acreedor del heredero que embarga la alícuota de éste, tiene prioridad sobre el
cesionario, si la traba de la medida es anterior a la presentación de escritura en el
expediente sucesorio, aunque la cesión fuera de fecha anterior. 4.- Los efectos jurídicos
de la cesión de derechos hereditarios o provenientes de la disolución de la sociedad
conyugal son distintos a los que surgen de una compraventa y, en principio, no pueden
afectar singularmente a uno de los bienes que componen la universalidad, siempre que
la indivisión no haya cesado por efecto de la partición. 5.- La partición hace cesar la
indivisión con efecto retroactivo al día de la muerte del causante. Consecuentemente, no
corresponde el levantamiento del embargo trabado sobre un inmueble determinado,
durante la indivisión, si dicho inmueble es adjudicado finalmente en condominio a los
coherederos.”
XIII.- LA DECISIÓN PLENARIA DE LA CÁMARA NACIONAL DE
APELACIONES EN LO CIVIL Y LAS OBJECIONES FORMULADAS. (el fallo es
de fecha 24.12.1979 dictado en autos “DISCOLI, Alberto T. Suc.”, publicado por La
Ley en página 327, Tomo 1980-A). (La cuestión sometida a la decisión plenaria se
formuló en estos términos: “Si la cesión de derechos hereditarios que comprende bienes
inmuebles presentada en el proceso es oponible a terceros o requiere a ese efecto su
anotación registral acorde con lo que dispone el Art. 2505 del Cód. Civil.”)
En lo esencial el voto mayoritario señaló:
1.) entre las partes los efectos de la cesión se producen desde que se otorga
el respectivo instrumento;
2.) perdió sustento el criterio que otorgaba suficiente publicidad a la
presentación del instrumento de cesión en el expediente sucesorio,
considerando que el obstáculo insalvable era el supuesto de que no se
hubiera iniciado el juicio sucesorio;
3.) invocó el inciso b.) del Art. 30 de la ley 17.801 por cuyo texto se dispone
que en el registro de anotaciones personales se incluye la registración
“(…) de carácter personal que dispongan las leyes nacionales o
provinciales y que incida sobre el estado o la disponibilidad jurídica de
los inmuebles;
4.) que por dicho reenvío a leyes nacionales resultaba de aplicación el Art.
58 de la ley local 17.417 que disponía la inscripción en el registro de
anotaciones especiales de “la cesión de acciones y derechos hereditarios
anteriores a la registración de la respectiva declaratoria o testamento.”
Las objeciones formuladas en su momento a este plenario se pueden sintetizar en los
siguientes conceptos:
1.) se apartó de la solución doctrinaria y judicial que aceptaba la oponibilidad de
la cesión a partir de agregarse al sucesorio el instrumento que la contiene, por
aplicación de del mecanismo previsto en el Art. 16 del C. Civil (apelación a los
principios generales del derecho);
2.) que, por cuanto la cesión de derechos hereditarios tiene por objeto una
universalidad, salvo que mediare un acto particionario su registración en
anotaciones personales no podía tener incidencia en la disponibilidad jurídica
de los inmuebles que integraran el acervo;
3.) que la derogación de la ley 17.417 por la ley 22.231 torno inoperante el registro
de anotaciones especiales y, por tanto, inaplicable el plenario, doctrina que
finalmente adoptó la Cámara de Apelaciones en lo Civil de la Capital Federal;
4.) que el dictado del decreto 2080/80 (reglamentario de la ley 17.801 para la
Capital Federal) complicó aun más la cuestión por cuanto en su Art. 104
dispone que la cesión de derechos hereditarios se inscribirá simultáneamente
con la declaratoria de herederos o el testamento y, en su Art. 105 que, una vez
registrada la declaratoria o el testamento no se tomará razón de cesión de
acciones y derechos hereditarios con relación al asiento de dominio.
Corresponde advertir que, mediante la modificación introducida al dec. 2080/80 a
través del Decreto 466/05, en su artículo137 se estableció que: “En las secciones a que
se refiere el artículo 30 de la ley 17.801 y sus modificatorias se anotarán: (…) b.) la
cesión de acciones y derechos hereditarios anteriores a la registración de la respectiva
declaratoria o testamento”. En esta modificación se mantuvieron los texto de los
mencionados artículos 104 y 105 agregándose al último (hoy Art. 99) “(…) salvo que
se dispusiera judicialmente.”
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