El agua escasa y la demanda en crecimiento vertiginoso definen un

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Por
Gabriel Bustos Herrera
EN LAS GALERÍAS ABIERTAS DEL VIEJO CASERÓN
que daba a la viña, mis abuelos contaban historias de cuando el río Tunuyán traía mucha agua. Como gente
del desierto, sus mayores les habían
transmitido un inmenso respeto por
el agua. Les oí contar mil historias de
próceres visionarios: Ballofet, Cipolletti, Tiburcio Benegas y hasta las hazañas de algunos tomeros lugareños.
Muchos años después entendí por qué
entre sus héroes y aún entre sus villanos había siempre alguien ligado al
agua. En su anecdotario y en el trajín
cotidiano, el canal, la compuerta, el
tomero o el turno, eran protagonistas
ineludibles. Convivían con el desierto,
con la arena implacable y tenían asumido que sus vidas dependían de lo
que hicieran con el agua. Estaba metida en su cultura. Es más, los caudillos
lugareños no ganaban elecciones si no
prometían mejorar el riego o la distribución del agua. Algunos llegaron así
a la gobernación . Y a otros los mataron por un "turno" mal medido o una
compuerta tramposa.
Mis hijos no entenderían hoy aquellas obsesiones. En su cultura cibernética, el agua escasa casi ni figura. Pablo,
el menor –en cuyo secundario creo que
no ha visto nunca al agua como una
entidad cultural- me preguntó anoche
si no temía reproches por escribir "de
nuevo" sobre el agua y los canales. Ironizó señalándome la tapa de los diarios
los temas del día. Para él, el tema del
agua es un asunto casi ajeno. A veces
me siento culpable, claro: no he sabido
continuar aquella misión de mis mayores, que nos transmitían en la galería la
milenaria cultura del agua.
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la revista de la bolsa
La guerra
Las guerras del futuro
El agua escasa y la demanda
en crecimiento vertiginoso
definen un futuro de
angustias y conflictos.
No sólo se demandan políticas
de Estado para preservarla:
hay una base cultural, en la
construcción de una
conciencia de preservación
que nuestras generaciones
han perdido.
"Al que resuelva los problemas del
agua, habrá que darle 2 premios Nobel:
uno de parte de la Ciencia. Y el otro
por la Paz, porque en realidad habrá
evitado las guerras que se avecinan".
Dicen que lo firmó Kennedy. Como
todos los visionarios veía venir el
choque inevitable entre el agua escasa y el crecimiento vertiginoso de la
demanda, matizada por una depredación creciente. Allá por los 80, Alvin
Tofler vaticinaba que las guerras del
futuro no serían por el petróleo, ni
por el uranio o los capitales. "Quien
concentre el dominio del agua tendrá
el poder. Ahí apuntarán los poderosos",
dijo. Los mercenarios de corbata que
defienden los intereses de las corporaciones mundiales, conocen el papel
que jugará el agua en sus proyecciones futuras. Y mueven las fichas, la
chequera o la insidia. Aquí mismo, ya
hay amagues clarísimos.
H AY
QUE CONSTRUIR UNA CULTURA HÍDRICA
«El agua debe ser considerada un bien económico,
con un valor como el de todo bien escaso: si no se gestan
métodos de cobranza que premien e incentiven el ahorro del
agua y su uso eficiente y razonable, nadie asimilará la
necesidad de preservarla»
del agua
Es despiadada la brecha entre las dos
curvas. Una que va hacia arriba y amaga
con salirse del margen: es la que muestra
la demanda de agua de la gente (6.000
millones que en 25 años se habrán duplicado, y la mitad padecerá problemas de
agua disponible, según afirman). Otra línea, oscilante, apunta hacia abajo: sintetiza el agua disponible en el mundo. Sólo el 3% de la que existe en el globo es
"dulce" aprovechable. Pero ahora el
hombre -con su clásico menosprecio hacia sí mismo- aprendió a degradarla con
formas casi sofisticadas de destrucción:
en su afán de producir y comerciar, la
contamina sin conciencia. La dilapida y
la derrocha con desparpajo: en la canilla
incontinente; en la contaminación; en el
riego ineficiente, al montón y ostentoso,
como si estuviéramos en tiempos de los
huarpes. Cada metro cúbico tirado, contaminado o desperdiciado, implica un paso más hacia la angustia. Hacia la guerra.
"No es verdad que sea renovable: el
agua es un recurso finito, muy frágil y
vulnerable", coincideron medio centenar
de estudiosos de Méjico, Chile, España y
América. Advirtieron sin disimulos: "La
disponibilidad del agua y las demandas
de consumo, de riego y de uso industrial,
van exactamente en sentidos opuestos". El
45% del mundo ya vive la crisis de disponibilidad del agua. En el futuro será una
enorme fuente de poder y la razón de los
conflictos.
Como política de Estado
"Deberían acordar una política de
Estado", sugirieron. Hay que invertir en
la infraestructura necesaria para embalsar, entubar y renovar los sistemas de
riego (calculan que hacen falta 500 o
600 millones de dólares en los próximos 5 años, para embalsar, entubar y
llegar a regar por goteo o aspersión). Si
lo hubiéramos hecho en los últimos 50
años –se lamentaban los nuestros- hoy
podríamos regar más de un millón de
hectáreas, con la misma poca agua con
que no alcanzamos a regar actualmente 250.00 hectáreas.
Hablábamos esa mañana del riego
agrícola. Es que es el destino del 70 u
80% de los caudales escasos. Y en América Latina se pierde más del 70% de esa
agua derivada al riego, a raíz de sistemas coloniales y métodos obsoletos:
junto con África y parte de Asia, figuramos a la cabeza de la angustia, con
resabios antiquísimos.
En el Seminario no se quedaron en
el cálculo matemático: "Todo será muy
difícil, si no se invierte en gestar de nuevo la cultura del agua, una educación
acorde y un recurso humano adecuado a
esa política", sugieren. Por respeto no
lo dijeron, pero intuyen que la sólida
cultura del agua de nuestros mayores,
se disipó en el tiempo: hoy no está. Y
ellos saben que si esa conciencia no
anida desde la cuna, desde la escuela,
nada va a cambiar. Hacer conciencia y
saber comunicarla. De lo contrario,
preservar el agua seguirá siendo el entretenimiento de algunos técnicos.
Metieron también el dedo en un enchufe de alta tensión: "El agua debe ser
considerada un bien económico, con un
valor como el de todo bien escaso: si no se
gestan métodos de cobranza que premien
e incentiven el ahorro del agua y su uso
eficiente y razonable, nadie asimilará la
necesidad de preservarla. ¿Si pago por
superficie, qué diferencia hay entre gastar uno o diez litros?" Manda el bolsillo, pocos piensan en el futuro cuando
llega la boleta.
Pero aquí en el desierto, el futuro
será gota a gota. Y las políticas de corto y de largo plazo, comienzan el mismo día: hoy•
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