La herencia de los "Chicago boys"

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GUIA DE APRENDIZAJE 3º-4º MEDIO
REFORMAS ECONÓMICAS EN CHILE
La matriz neoliberal en Chile. Por Patricio Navia. Fuente: Revista Capital, #192, noviembre 2, 2006
De la creación de empresas estatales y la estatización
de empresas privadas –impulsada en Chile desde los
gobiernos radicales hasta el periodo de Salvador
Allende–, se pasó, a partir del gobierno militar, a la
privatización de empresas públicas.
La periodista María Olivia Monckeberg asegura en su
libro "El Saqueo de los Grupos Económicos al Estado
Chileno" que "el proceso de privatización de empresas del Estado, desarrollado en Chile entre 1985 y
1989, fue el primero de América Latina y mucho más
radical incluso que el de Inglaterra, considerada la
cuna de las privatizaciones". Según la autora, "el
Estado de Chile se deshizo de 30 empresas, lo que le
significó una pérdida que se estimó en más de mil
millones de dólares".
Las privatizaciones de Pinochet fueron revisadas,
durante la transición democrática, por dos comisiones
especiales de la Cámara de Diputados, pero no hubo
cambios en lo realizado por los militares.
Hace unas semanas, la Presidenta Bachelet planteó
que su desafío era construir un estado de bienestar a
partir del “origen de la derecha de la matriz neoliberal,
asistencialista y subsidiaria que nos legó el gobierno
militar.” En esa confusa y desafortunada frase, Bachelet intentó distinguir entre el neoliberalismo puro y el
énfasis concertacionista por introducir mayor solidaridad y justicia social. Pero al sindicar a la dictadura
como responsable del modelo, Bachelet reconoció
que la Concertación esencialmente construyó sus
políticas económicas a partir del modelo de Pinochet.
A confesión de partes, relevo de pruebas.
Bachelet también pareció olvidar que la dictadura se
terminó hace 16 años y medio. Aunque las reformas
de Pinochet y sus Chicago Boys sentaron las bases
del modelo, el Chile que hoy tenemos fue construido
por la Concertación. Los cuatro gobiernos consecutivos de la Concertación mantuvieron, refinaron y profundizaron el modelo. Es más, gracias a ambiciosos
programas de subsidio a la demanda, hicieron al
modelo asistencialista y subsidiario. Enhorabuena.
Chile vive hoy el mejor momento de su historia. Los
pobres son menos pobres que nunca antes, la clase
media finalmente existe en forma independiente del
empleo público y el horizonte de los países desarrollados lo tenemos ahí, a tiro de cañón.
Pero Bachelet, representando una sensación mayoritaria en la izquierda concertacionista, parece poco
orgullosa de este legado. Pese a haber sido funcionaria, asesora, ministra, candidata y ahora máxima líder
de una coalición que ha gobernado con férrea disciplina neoliberal, Bachelet todavía parece creer que la
Concertación debiera comenzar a promover políticas
económicas diferentes.
Reconocidamente, en 1990 muchos líderes de la
Concertación creían que el país debía abandonar el
modelo neoliberal. Las leyes de amarre de la Constitución de Pinochet y el temor a la polarización llevaron a Aylwin a frenar las demandas por una corrección inmediata al modelo. Después, ante los buenos
resultados económicos y los espectaculares avances
en la reducción de la pobreza, los defensores del
modelo en el gobierno lograron imponer su moderada
postura. El neoliberalismo parecía ser cada vez menos malo (aunque nunca se lo mencionaba directamente por ese nombre.) La Concertación se fue convenciendo de las virtudes del modelo mes a mes, dato
a dato. Los impulsos por corregir el modelo fueron
olvidados y los planes alternativos quedaron archivados.
Pero si bien las políticas concertacionistas se desarrollaron dentro de la matriz neoliberal—con énfasis en la
reducción de la pobreza, el “rostro humano” y la “economía social de mercado”—el discurso de la coalición
no se actualizó. Las diatribas anti-neoliberalismo se
mantuvieron y las críticas al modelo de Pinochet siguieron siendo populares. Aunque el neoliberalismo
era ahora más bien concertacionista, el discurso de
muchos “autoflagelantes” seguía buscando cambiar
rumbo. Felizmente para el país, esas voces se limitaban a poco prominentes espacios de opinión y vociferantes pero poco influyentes escaños en el parlamento. La Moneda y los ministerios estaban en férreo
control de los concertacionistas neoliberales. Incluso
Aylwin (con sus ocasionales críticas al mercado cruel)
se aseguró de mantener a Foxley, Boeninger y los
neoliberales en el control de las políticas económicas.
Por cierto, Frei Ruiz-Tagle y Lagos eran abiertamente
cristiano y social demócratas neoliberales.
La llegada de Bachelet a La Moneda ha cambiado un
poco las cosas. Militante del sector menos comprometido con el modelo neoliberal, la impericia política de
Bachelet (a diferencia del experimentado Aylwin) la ha
llevado a criticar demasiadas veces el modelo que su
gobierno impulsa, profundiza y consolida. Si bien esas
críticas no tienen correlato en las disciplinadas políticas del gobierno, si envían confusos mensajes sobre
el compromiso ideológico de la Concertación. Dichos
mensajes siembran dudas sobre la claridad de La
Moneda respecto a la hoja de ruta. Aunque resulta
excesivo suponer un cambio en el rumbo en las políticas, ya va siendo hora que la Concertación acepte—y
celebre, por cierto—su loable decisión de haber profundizado, ampliado y tornado más incluyente (dándole rostro humano) el modelo neoliberal que implantó
en Chile la dictadura de Pinochet.
A partir del texto responde las preguntas, argumentando a través de lo planteado por el autor.
1. ¿Qué cambios introdujo a la economía las reformas neoliberales durante el gobierno de Pinochet?
2. ¿Por qué podríamos afirmar que existió una continuidad en la política económica del gobierno
militar durante los últimos 20 años, con los gobiernos de la Concertación?
3. ¿Qué contradicciones se dan entre el discurso de la expresidenta Michelle Bachelet y las correcciones al modelo neoliberal?
4. ¿Cómo podríamos conectar las reformas neoliberales y sus críticas con el contexto de Guerra
Fría en el que fueron impuestas?
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