PROPUESTA DE SOLUCIÓN. COMENTARIO DE TEXTO DE DESCARTES. Comentario de Texto: “Posteriormente, examinando con atención lo que yo era y viendo que podía fingir que carecía de cuerpo, así como que no había mundo o lugar alguno en el que me encontrase, pero que, por ello, no podía fingir que yo no era, sino que por el contrario, sólo a partir de que pensaba dudar acerca de la verdad de otras cosas, se seguía muy evidente y ciertamente que yo era, mientras que, con sólo que hubiese cesado de pensar, aunque el resto de lo que había imaginado hubiese sido verdadero, no tenía razón alguna para creer que yo hubiese sido, llegué a conocer a partir de todo ello que era una sustancia cuya esencia o naturaleza no reside sino en pensar y que tal sustancia, para existir, no tiene necesidad de lugar alguno ni depende de cosa alguna material. De suerte que este yo, es decir, elalma, en virtud de la cual yo soy lo que soy, es enteramente distinta del cuerpo, más fácil de conocer que éste y aunque el cuerpo no fuese, no dejaría de ser todo lo que es.” (Discurso del Método, parte IV) El alumno elaborará una Composición Filosófica utilizando como pautas para su desarrollo las siguientes indicaciones: 1. Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor del texto elegido. (1 punto para el histórico-cultural, 1 punto para el filosófico) 2. Comentario del texto: Apartado a) Explicación de las dos expresiones subrayadas.(1,5 puntos) Apartado b) Identificación y explicación del contenido del texto. (1,5 puntos). Apartado c) Justificación desde la posición filosófica del autor. (2 puntos) 3. Relación del tema o el autor elegido con otra posición filosófica y valoración razonada de su actualidad. (2 puntos para la relación, 1 punto para la valoración) 1. Descripción del contexto histórico-cultural y filosófico que influye en el autor del texto elegido. Este texto de Descartes, de la parte IV del Discurso del Método (1637), plantea el problema de qué se puede afirmar con evidencia y certeza sobre el propio sujeto de conocimiento. Se trata de un tema que apunta a uno de los problemas centrales de toda la filosofía moderna que se inaugura con Descartes: el problema del conocimiento, el problema de la verdad y la posibilidad de diferenciarla claramente del error. El problema de la verdad y cómo encontrarla resulta central en un siglo, el XVII, en el que transcurre la vida de Descartes (1596-1650), un siglo de crisis e incertidumbre en todos los terrenos ( económico, social, político, cultural e intelectual), cuando las bases del mundo medieval se derrumban. Descartes nace en Francia en 1596. Estamos en las postrimerías del siglo XVI, a finales del Renacimiento y los inicios del Barroco. La Modernidad, gestada ya en el Renacimiento con su ensalzamiento del ser humano, la recuperación de la cultura grecolatina, la aparición de la burguesía mercantilista y la crítica del Medievo, se abre paso en el siglo XVII como una reclamación de la autonomía de la razón y de la filosofía frente el mundo geocéntrico de la Edad Media. No sólo en el campo 1 intelectual, sino también en el político y social, el siglo XVII es el siglo de la desaparición de las bases medievales del mundo. El feudalismo, como modelo político y social, se quiebra ante la pujanza de las ciudades, el capitalismo mercantil y la burguesía. La Europa cristina se divide ( se rompe la unidad religiosa) en la Europa de la Reforma luterana, calvinista y anglicana y la Contrarreforma católica. La unión de Iglesia (Papado) y Estado (Emperador) se rompe, y aparecen los Estados nacionales, que tienden al absolutismo como forma de gobierno en una Europa llena de conflictos de origen político y religioso (como la Guerra de los 30 años, en la que participó Descartes), el azote de la hambruna (debida a malas cosechas, y a la propia guerra) y de la peste. La falta de seguridades en el campo intelectual se refleja en el movimiento cultural del Barroco, en el escepticismo filosófico que domina entre muchos intelectuales europeos ( Michel de Montaigne), y en el estoicismo como corriente ética que sirve de refugio frente a la vida adversa, caprichosa, llena de conflictos, de intolerancia y fanatismo. Al escepticismo filosófico se enfrentará Descartes ejerciendo su duda para encontrar la verdad, y el estoicismo será su aliado en su moral provisional. En la elaboración de su filosofía, la Revolución científica, en la que participa Descartes, será la nueva alianza para una refundación de los principios del conocimiento, que están en la filosofía, que quiere seguir el camino seguro de la ciencia de la astronomía, la física matemática y las matemáticas, y alejarse del mundo académico y universitario donde dominaban la escolástica y la visión aristotélicotomista del mundo, en manos de los jesuitas. Estos elementos del contexto filosófico, cultural e histórico los encontramos en la obra “Discurso del Método”, publicada en 1637 pero que, en un principio, estaba pensada para ser publicada, con más contenido, en 1633, con el título “Tratado del mundo”. En 1633 Galileo fue obligado a retractarse por sus teorías heliocéntricas y su física mecanicista ante la Inquisición. Descartes, temeroso de que a él le sucediera lo mismo, pospuso la publicación de su libro, que se transforma en la obra “Discurso del Método”. En esta obra Descartes nos presenta el recorrido biográfico e intelectual que le llevó a plantear sus tesis racionalistas, buscando la seguridad de las matemáticas para alejarse del escepticismo y de la escolástica. Después de estudiar con los jesuitas filosofía escolástica y matemáticas en el colegio de La Flèche, y de licenciarse en Derecho y Medicina, decidió, como otros científicos del momento, alejarse del ámbito académico, en el cual la visión aristotélica del mundo, con sus nociones de movimiento natural y violento, mundo sublunar y supralunar y metodología silogística contrastaba con las inquietudes de científicos como Kepler, Galileo y Descartes. La nueva ciencia requería nuevas nociones filosóficas sobre el ser y el movimiento, y una nueva metodología. La matematización del mundo, propia de la Filosofía moderna y propuesta por Descartes como camino seguro de la verdad, se opone a la física cualitativa del mundo escolástico; y el saber por el saber ( idea aristotélica de ciencia) da paso a la ciencia unida a la técnica, como factor de progreso económico ( se conoce para transformar la naturaleza). Después de 10 años de recorrer mundo, para ver si el “Libro de la vida” le ofrecía más seguridad que las enseñanzas académicas, Descartes decide seguir su propio camino, como dice él, como quien camina en la oscuridad y a tientas, sin la guía de ninguna autoridad, confiando sólo en el ejemplo de las matemáticas. Se genera así la 2 filosofía racionalista, que hace de la razón la fuente y tribunal de la verdad, y de las matemáticas el modelo de ciencia. En 1619 concibe la idea de un método que aplicó a las matemáticas, y que 10 años más tarde, ya en Holanda (1629-1649) aplicó al ámbito de la filosofía. En los 20 años que permaneció en Holanda escribió sus obras más importantes (“Discurso del método”, “Meditaciones metafisicas”, “Reglas para la dirección del espíritu”, “Las pasiones del alma”). La polémica de sus tesis, en un clima cada vez más revuelto, le lleva a aceptar el ofrecimiento de la reina Cristina de Suecia en 1649. En Estocolmo, muere en 1650. 2. Comentario del texto: Apartado a) Explicación de las dos expresiones subrayadas. Verdad. Concepto epistemológico central en la filosofía cartesiana. La verdad es entendida como la evidencia racional que presentan las ideas ante la intuición racional. La verdad como evidencia consiste en la claridad y distinción con las que la idea se presenta ante la luz natural de la razón, de manera que resulta indudable (proporciona certeza en el sujeto). La verdad como evidencia se opone a la verdad como adecuación entre entendimiento y cosa (verdad en la escolástica) y a la evidencia empírica (verdad en el Empirismo). Hallar verdades, evidencias, es el objetivo de la Metafísica cartesiana como ciencia de los principios del conocimiento. Como señala en el texto, mientras se puede dudar de la verdad de algunas cosas, el ejercicio de dudar lleva a la evidencia y certeza (es decir, a la verdad) de la existencia del yo. La verdad (claridad y distinción racionales) de que yo soy permite deducir otras evidencias (verdades) sobre la naturaleza del yo, tal como aparece en el fragmento. Sustancia. Concepto ontológico sobre el que se asienta la ontología y la antropología cartesianas. Entiende por sustancia aquello que no necesita de otra cosa para existir. En este sentido sólo podría llamarse sustancia a Dios. En un sentido derivado, sustancia es aquello que sólo necesita de Dios para existir. Esto llevará a Descartes a distinguir 3 sustancias: Dios o sustancia infinita, el alma o sustancia pensante, el mundo o sustancia extensa. En este fragmento, Descartes identifica al yo como una sustancia consistente en pensamiento, identificada como alma, distinta e independiente del cuerpo. Con ello establece claramente el dualismo antropológico: el alma es la sustancia pensante, distinta, aunque unida, al cuerpo o sustancia extensa. Apartado b) Identificación y explicación del contenido del texto. Identificación: Este fragmento, de la parte IV del Discurso del Método, forma parte de la Metafísica cartesiana o ciencia de los principios evidentes (verdades absolutas) del conocimiento. La parte IV se inicia con el ejercicio de la duda metódica, aplicando las 4 reglas del método para ver si se encuentra alguna verdad inamovible. Tras dudar de los sentidos, de la razón, de la existencia del cuerpo y de la materia, y de todo lo concebido como cierto hasta el momento, que podrían ser ilusiones como las que aparecen en los sueños, Descartes llega al hallazgo de la primera verdad (evidencia racional), acorde con lo establecido en la primera regla del método (regla de la evidencia: admitir como verdadero sólo lo claro y distinto, lo indudable): Pienso, luego existo. Se trata del cogito cartesiano, que revela la existencia del sujeto pensante. Este fragmento aparece después del hallazgo de esta verdad, hallazgo al que vuelve a referirse para 3 deducir después la naturaleza del yo. Con anterioridad Descartes ha realizado el proceso de la duda metódica, con sus diferentes niveles. Y posteriormente al fragmento descrito, Descartes, establece el criterio de Verdad y su segunda certeza: Dios. Explicación del contenido del texto: Este fragmento presenta una temática ontológica-antropológica (examen de la naturaleza del yo, su realidad), aunque las tesis ontológicas y antropológicas tienen su base en la epistemología (el ejercicio de dudar le lleva a la indudabilidad de la existencia del yo). El problema que aborda en el texto es la naturaleza del yo, qué se puede deducir como esencia del yo, cuya existencia es evidente a partir del ejercicio de dudar sobre las verdades admitidas hasta el momento. La respuesta de Descartes, sintetizando el texto, es que el yo es una sustancia pensante, un alma que se puede diferenciar claramente del cuerpo, se identifica con el pensamiento (puedo fingir que no tengo cuerpo, pero no puedo fingir que no esté dudando), independiente de lo material, del cuerpo, se puede conocer mejor que éste y subsiste separado de él (no necesita de la existencia del cuerpo para existir). Si analizamos la temática del texto, observamos las siguientes partes: En el inicio ( “Posteriormente…..yo hubiese sido”) encontramos el fundamento epistemológico que posibilita preguntar por la naturaleza del yo cuya existencia se ha demostrado como indudable. Este fundamento resulta del ejercicio de la duda metódica: puedo dudar de la existencia del cuerpo, del mundo o lugar en que uno debiera encontrarse, pero no se puede fingir que yo no era, que no existiera, pues el hecho mismo de dudar de todo muestra la evidencia de que yo soy. Descartes está aludiendo al hallazgo de la primera verdad (evidencia racional): Pienso, luego existo. Es una verdad (idea clara y distinta, siguiendo la primera regla) que nos remite a la existencia del sujeto pensante (la existencia del pensamiento conduce inevitablemente a la existencia del sujeto que realiza la acción de pensar). Descartes encuentra que el pensar lleva a la certeza metafísica (indudabilidad, seguridad) de la propia existencia (si hubiera dejado de pensar, aunque todo lo pensado fuera verdadero, no tendría la seguridad de mi propia existencia). Seguidamente (“llegué a conocer….material”), viendo la indudabilidad de que yo era, Descartes examina con atención lo que es el yo. Se trata de una deducción de la naturaleza del yo, aplicando la segunda y tercera reglas del método (análisis y síntesis). Para deducir la naturaleza del yo, Descartes tiene en cuenta lo que ha puesto antes en duda (la existencia de la materia, del lugar, del cuerpo) y lo que resulta indudable ( el pensamiento que revela la propia existencia del sujeto que piensa). Identifica la naturaleza del yo con una sustancia (algo que existe en sí mismo, no dependiendo ontológicamente de lugar alguno, o de cosa material alguna, como el cuerpo) pensante (su naturaleza reside en el pensamiento). Aquí presenta Descartes su tesis ontológica del yo como sustancia pensante: el yo es como sustancia, algo que existe en sí mismo, y su atributo esencial es el pensamiento (Descartes se está refiriendo constantemente en el texto a acciones de pensar: pensaba, fingía, dudaba, examinaba, imaginaba, conocía…) 4 Finalmente ( “De suerte que…..todo lo que es”), Descartes extrae una conclusión sobre el yo como sustancia pensante en relación con la materia, el cuerpo, una conclusión de carácter antropológico que nos remite al dualismo: el yo (sustancia pensante) es el alma, enteramente distinta e independiente del cuerpo ( tienen naturalezas opuestas, no depende la una del otro), más fácil de conocer que éste (la existencia del alma o sustancia pensante es evidente, resiste a cualquier duda; la existencia del cuerpo no es evidente, por el ejercicio de la duda metódica), subsistente, es decir, aunque el cuerpo no sea, el alma no dejará de ser todo lo que es (ni de existir ni de tener la naturaleza que tiene). Apartado c) Justificación desde la posición filosófica del autor Este fragmento encuentra su justificación en la Metafísica cartesiana, de corte racionalista, en su ontología y su antropología. La Metafísica de Descartes tiene un enfoque claramente epistemológico: se trata de la ciencia de los principios del conocimiento, que permitirá reformar la filosofía para poder distinguir con claridad lo verdadero de lo falso. Ya que todas las ciencias toman sus principios de la filosofía, fundamentar el saber sobre bases firmes (verdades indudables, desde el punto de vista racional), y unificar todas las ciencias en una ciencia universal requiere el trabajo previo de establecer las verdades absolutas como cimientos para el edificio del saber, como raíces del árbol del conocimiento. El problema abordado en el fragmento, la naturaleza del yo, qué puede ser examinado y tomado como evidente, desde el punto de vista de la razón, remite a un problema más general y básico en Descartes: qué puede ser conocido como verdadero sobre la realidad, la verdad en el conocimiento. Este problema está detrás de todo el Discurso del Método. En su parte II, Descartes considera que un método claro y fácil de usar para distinguir el error de la verdad es necesario. Ya que la facultad que nos permite distinguir el error de la verdad es la razón, el método tiene que ser racional, tiene que basarse en sus procedimientos básicos ( la intuición y la deducción), y Descartes se inspira en las matemáticas. Las cuatro reglas (evidencia, análisis, síntesis, enumeración) deben ser observadas siempre en el ámbito del conocimiento. De las cuatro reglas, la primera resulta fundamental, pues nos marca el criterio de verdad (la claridad y la distinción racionales) y nos avisa de dos fuentes de error: la precipitación y la prevención. En este fragmento, Descartes tiene continuamente en cuenta esa regla, pues nos dice que en el examen de lo que el yo era, tuvo en cuenta tomar por verdad aquello que se sigue con evidencia y certeza, aquello que no se puede dudar, aquello que no se puede fingir que no es o que es falso. El resto de las reglas están encaminadas a obtener verdades: descomponer lo complejo en ideas claras y distintas (análisis), para después encadenar de manera lógica las ideas claras y distintas halladas tras el análisis ( síntesis), teniendo siempre cuidado en repasar el análisis y la síntesis ( enumeración ). Si se deben encontrar verdades, se deben examinar lo tomado hasta ahora por verdadero, y ver si “resiste” el criterio de verdad marcado por la primera regla. Este examen de lo admitido hasta el momento proveniente de los sentidos y de la razón es el ejercicio de la duda metódica. Las hipótesis de duda (sobre los sentidos, sobre la razón, sobre todo lo presente en el espíritu, indistinguible cuando está presente en la vigilia de cuando está presente en los sueños) no conduce al escepticismo, sino a una verdad, tomada como criterio de toda verdad posterior: Pienso, luego, existo, a la que alude 5 en este fragmento como algo que no puede fingirse que es erróneo, sino que se presenta con evidencia y certeza. Y de esta verdad racional, Descartes nos conduce a afirmaciones ontológicas y antropológicas que aparecen en el fragmento. La Ontología cartesiana está basada en el concepto de sustancia, concepto al que alude en el fragmento. La Ontología cartesiana distingue 3 sustancias. En este fragmento se identifica una de ellas: la sustancia pensante, la res cogitans. Las otras dos sustancias, Dios como res infinita y el mundo como res extensa, las extrae Descartes del análisis de las ideas del yo. Una vez que se ha mostrado la existencia del yo, el hallazgo de más verdades pasa por el análisis de las ideas que tiene el yo (de la sustancia pensante), para ver si alguna es tan clara y distinta como el cogito. El pensamiento es una idea innata, clara y distinta, y Descartes encuentra a continuación la idea de Ser perfecto. No procede de mí, que soy imperfecto (no es una idea facticia), no procede de la experiencia, donde no hay nada perfecto (no es una idea adventicia, de la nada, nada procede). Luego, debe ser innata, y si existe en mi mente, debe tener una causa (todo lo que existe, existe debido a algo) distinta de mí y de lo percibido. La existencia de Dios como la sustancia infinita que se corresponde con la idea de ser perfecto es demostrada por Descartes a partir de tres pruebas: Dios es la causa de mi idea de ser perfecto, es la causa de mi existencia y de la idea de Ser perfecto se deriva su existencia como algo necesario. Como ser perfecto, es infinito, es Bondad suma y veraz, que no puede permitir que lo que percibo como claro y distinto sea falso. La existencia del mundo, siendo Dios la garantía del criterio de verdad, se deduce a partir de la evidencia racional de la extensión. Existe, pues, la res extensa, la tercera sustancia de la ontología cartesiana. Por tanto, tras el análisis de las ideas del yo, concluimos en una Ontología que muestra un signo dualista: la res cogitans y la res infinita son inmateriales, la res extensa es material. La inmaterialidad de la res cogitans aparece claramente en el texto: la naturaleza del yo es el pensar, no depende de cosa material, puedo fingir que no hay materia, y eso no impide, sino que reafirma, la evidencia del yo como sustancia pensante ( sólo con que dejara de pensar, aunque la materia existiera, yo dejaría de existir). Dios es inmaterial, pues al ser perfecto, no tiene composición, ni extensión. El mundo sí, es res extensa, sometida a leyes mecánicas (la Física cartesiana es mecanicista). La realidad inmaterial es libre (Dios no sólo es libre, sino libérrimo). Todas las sustancias tienen un atributo o naturaleza que le es propia, que constituye su esencia, y la determina a ser como es. En el texto aparece el atributo de la sustancia pensante: el pensamiento, pues yo es una sustancia cuya esencia o naturaleza no reside sino en pensar. El atributo de Dios es la infinitud. El de la materia la extensión. Además de los atributos, la res cogitans y la res extensa tienen modos o modificaciones (Dios no tiene modos). La res cogitans tiene el entendimiento y la voluntad. El entendimiento es la facultad de pensar, razonar, sentir, percibir, imaginar…. La voluntad es la facultad de juzgar (es ella en la que recae el error, cuando toma por verdadero lo que no es evidente racionalmente) y la faculta de querer o no, importante en el ámbito del conocimiento y de la acción. La res extensa tiene como modos la duración, la figura, el tamaño, el movimiento…, es decir, las cualidades primarias que son claras y distintas racionalmente, que pueden ser expresadas matemáticamente. Las cualidades secundarias como el color, el sabor…, son cualidades subjetivas, no propias de las cosas físicas. Por eso los sentidos pueden inducirnos al error, y sólo la razón nos conduce a la verdad, pues los sentidos nos muestran tanto las 6 cualidades primarias como las secundarias, sin poder ellos discriminar cuáles son de la realidad y cuáles resultado de la percepción del sujeto. La consideración de las tres sustancias lleva a la antropología cartesiana, presente en el fragmento. El dualismo ontológico lleva a un dualismo antropológico: el yo, la sustancia pensante, es el alma. Como aparece en el texto, es esencialmente diferente del cuerpo, es independiente de él, existe de manera separada, no lo necesita para existir. Aunque en sentido propio sustancia sólo sería Dios, al no necesitar el alma del cuerpo ambas son consideradas sustancias distintas que componen al ser humano. El alma y el cuerpo sólo dependen ontológicamente de Dios. El cuerpo es res extensa, como un autómata, regido por leyes mecánicas, susceptible de ser estudiado por la Física. El alma es inmaterial, inmortal y libre. Pero, aun siendo radicalmente opuestos, están íntimamente unidos. Para Descartes, la influencia mutua hace que el alma, en relación con el cuerpo, no pueda ser interpretada como un piloto en una nave, y su unión profunda con el cuerpo hace que un dolor o una pasión corporal sean vividos por el yo (el alma) como su dolor y su pasión. Descartes hipotetiza que la glándula pineal es el punto en el que interactúan el alma y el cuerpo, el lugar en el que el entendimiento y la voluntad como modos del pensamiento actúan sobre el cuerpo y pueden verse afectados por el cuerpo. Esta consideración antropológica del alma distinta del cuerpo, pero profundamente unida a él, sienta las bases de la moral provisional de Descartes, en la que la voluntad debe ponerse al servicio del entendimiento para moderar las pasiones. 3. Relación del tema elegido con otra posición filosófica y valoración razonada de su actualidad. a)Relación del tema elegido con otra posición filosófica. (Descartes y Platón). La filosofía cartesiana entronca con la corriente racionalista y dualista de Platón. Ello hace que compartan algunos elementos en sus planteamientos. Pero también es verdad que, siendo Platón un filósofo de la Antigüedad y Descartes un filósofo de la Modernidad, hay muchas diferencias en sus puntos de partida, sus planteamientos sobre la realidad y las soluciones que proponen para abordar la naturaleza del yo, tema del fragmento. La naturaleza del yo en Descartes se halla relacionada con la temática ontológica y antropológica, aunque tiene su base en planteamientos epistemológicos. En Platón, la naturaleza del yo también se halla conectada con dichas temáticas, y con implicaciones para el conocimiento. Pero hay una diferencia clara entre los dos autores en el punto de partida de los planteamientos onto-antropológicos, y en el objetivo de plantear esta temática. Platón parte de la ontología y la antropología para fundamentar el conocimiento. El objetivo es poder determinar quién puede llegar a ser un filósofo gobernante en la polis ideal (el objetivo de la filosofía platónica es político). Descartes parte de la epistemología, y ello le lleva a afirmaciones ontoantropológicas. Descartes no comparte la visión especular del conocimiento de Platón, 7 quien no dudaba de la correspondencia entre lo conocido y la realidad en sí. La teoría representacional del conocimiento de la modernidad considera que la razón conoce sus representaciones, pero no inmediatamente la realidad en sí. Toda afirmación sobre la realidad es a partir de la realidad subjetiva. En cuanto al objetivo de determinar la naturaleza del yo, en Descartes no se trata de un objetivo político, sino filosóficocientífico: encontrar verdades firmes, a partir de la experiencia del conocimiento, con las cuales reformular la filosofía y edificar sobre cimientos firmes una ciencia universal. Si observamos el análisis del yo cartesiano, remite a un dualismo antropológico, y éste a un dualismo ontológico. También Platón es dualista. Pero no son dualismos idénticos, aunque presentan algunas semejanzas. El dualismo ontológico platónico es la respuesta a la pregunta por el ser (lo permanente) y el devenir (el cambio) de la filosofía presocrática, un dualismo centrado en la noción de ser. En Descartes es la respuesta a la pregunta por lo claro y distinto en el conocimiento, desde el punto de vista racional, centrado en la noción de sustancia (noción aristotélico-tomista). En los dos casos, se distingue, no obstante, dos niveles de realidad: uno material y otro inmaterial. Para Platón, el Mundo Inteligible es inmaterial, y por ello perfecto, eterno, inteligible. Es la esencia y modelo de la realidad sensible, que es imperfecta, ininteligible, sólo captable por los sentidos. El mundo sensible es una copia e imitación del mundo inteligible. En Descartes, lo inmaterial estaría conformado por Dios y el alma, y lo material por el mundo. Pero las tres, en cuanto sustancias, son inteligibles en sí mismas, por lo cual, el mundo no es una copia de ninguna entidad ideal. Tiene su propio atributo (la extensión), y aunque ha sido creada por Dios, es perfectamente “inteligible”, es objeto de la ciencia (la Física se ocupa de la res extensa), algo imposible desde el punto de vista platónico (la Física, en Platón, es sólo Opinión). En relación al dualismo antropológico, a pesar de que en las dos filosofías se da una distinción entre alma y cuerpo como entidades distintas, de naturaleza opuesta, hay presupuestos muy diferentes en uno y otro caso, con claras implicaciones epistemológicas. Platón se ve influido por el pitagorismo y el orfismo. Esto le lleva a suponer un alma eterna, preexistente al cuerpo, que se reencarna y cae al cuerpo por no poder controlar sus pasiones, lo cual provoca el olvido de la verdad contemplada (la verdad de lo inteligible). Toda alma es tripartita ( razón, voluntad, pasiones), pero no todos los seres humanos presentan el predominio de la misma parte del alma, ni todas han contemplado la verdad, por lo que no todos los seres humanos podrán conocer (recordar) la verdad. Su unión con el cuerpo es accidental y violenta. En unión con el cuerpo, el alma se encuentra encerrada como en una cárcel. Para ejercer el recuerdo de la verdad el alma debe adquirir la moderación de las pasiones, la fortaleza de la voluntad y renunciar a los sentidos, que son engañosos y nos muestran una realidad carente de verdad (el mundo sensible) Descartes es cristiano, la eternidad y reencarnación del alma son ajenas a sus creencias. Tampoco considera al alma tripartita, sino única, indivisible, con distintas funciones. Su atributo esencial es el pensamiento, y cuenta con dos modos: el entendimiento y la voluntad. Las pasiones son sentidas por el alma, aunque no residan 8 en ella, sino en el cuerpo. La razón es la misma en todos los seres humanos, lo que nos diferencia es el modo de usarla, por lo cual, bien dirigida, todos pueden alcanzar el conocimiento de la verdad. En referencia a los conocimientos innatos, aunque Descartes hable de ideas innatas como “Pienso, luego existo”, no se refiere a nociones con las que nazca el alma, resultado de una contemplación previa del alma de lo inteligible, sino de la capacidad innata de la razón para generar ideas simples, claras y distintas. A partir de esta experiencia de explorar el propio conocimiento es como Descartes llega a la verdad indudable de que yo soy una sustancia pensante, distinta del cuerpo e independiente de él (existe la duda de que el cuerpo exista tal como me muestran los sentidos). En referencia a los sentidos, no nos engañan realmente, sino que es la voluntad la que nos lleva a error, cuando lo que no es aún percibido como claro y distinto es tomado por cierto. Pero en cuanto lo que los sentidos nos muestran como algo claro y distinto para la razón, las cualidades objetivas de la realidad física, podemos aceptarlo. En referencia a la relación entre el alma y el cuerpo, el alma, aunque es inmaterial ( no eterna, como en Platón, sino creada por Dios)y libre, y el cuerpo es material y sometido a leyes mecánicas, no está encerrada en el cuerpo como en una cárcel, ni lo ocupa como el piloto ocupa una nave ( con ello critica esta imagen platónica), sino que está íntimamente unida al cuerpo, a través de la glándula pineal ( Platón no postulaba ninguna hipótesis de tipo fisiológico para hablar de la relación entre el alma y el cuerpo). B) VALORACIÓN RAZONADA DE SU ACTUALIDAD. Sergio Rábade en su obra sobre “Descartes” realiza una valoración de su actualidad que podemos resumir en los siguientes puntos: 1) Hasta Descartes la disciplina fundamental en el conjunto del saber filosófico había sido la Metafísica, con Descartes es la Gnoseología. El problema del conocimiento había sido siempre un problema secundario 2) Con Descartes se inaugura una larga etapa de la gnoseología que llega hasta Husserl, en el que el conocimiento tiene un carácter subjetivo, mientras que en las filosofías anteriores la gnoseología tenía un carácter objetivo. Rábade le ha denominado con metáfora marinera “mascarón de proa de la modernidad”, valorando su figura como importante “en la creación de la Europa moderna desde la perspectiva de la filosofía, de la ciencia y de la cultura en general” Bertrand Russell, hace una magnífica valoración de Descartes. Dice que no ha encontrado otro igual desde Aristóteles y Platón, llamándole” pionero del mundo filosófico moderno”. Su idea de un mundo homogéneo, que puede ser analizado con principios mecánicos sigue siendo válido, lo mismo que su ambición intelectual de crear un sistema. 9