LA RESTAURACIÓN El término Restauración hace alusión al período comprendido entre la definitiva caída de Napoleón (1815) y el inicio del proceso revolucionario de 1830. Durante el mismo la monarquía francesa es restaurada en la figura de Luis XVIII de Borbón, hermano de Luis XVI y sucesor de su sobrino Luis XVII, que nunca llegó a reinar y que murió en 1795, prisionero de la revolución. En Europa esta etapa se caracterizó por el intento de recomposición del entramado del Antiguo Régimen, algo que sus partidarios no consiguieron sino de forma limitada. La restauración monárquica tras la caída de Napoleón supuso: La vuelta a los principios del equilibrio europeo quebrantados por la Revolución Francesa y la política expansionista de Napoleón. El intento de reafirmación de los pilares del Antiguo Régimen que se asentaban en el absolutismo monárquico y la preponderancia socioeconómica de los viejos grupos privilegiados. Las potencias más interesadas en la vuelta al pasado fueron Austria (Metternich) y Rusia (Alejandro I), que se apoyaron en otras como España y Prusia. Francia participó en menor medida en esta política. En cuanto a Gran Bretaña, no secundó las tesis absolutistas. El Congreso de Viena El Congreso de Viena fue convocado en 1814 con el objetivo de proceder al reajuste territorial de Europa. Se diseñó un nuevo mapa político de Europa. Se creó la Confederación Germánica. Prusia y Rusia incrementaron sus territorios. Polonia siguió sometida a Rusia. Se decretó la creación del Reino de los Países Bajos. Suecia se adhirió Finlandia y Suecia. Austria amplió posesiones en Italia. (Mapa página 66 del libro). La Europa que surge tras este congreso pretende evitar estallidos revolucionarios y establecer un equilibrio entre las potencias para evitar la hegemonía de una sobre otras. La Santa Alianza Su objetivo doctrinal era el mantenimiento del absolutismo y la defensa frente a la amenaza liberal. Para ello celebraban periódicamente congresos o reuniones con el fin de actualizar las pautas a seguir. Crear una fuerza armada lista para intervenir en caso de necesidad. La mentalidad de los hombres y mujeres de los distintos reinos había cambiado. Las ideas revolucionarias sobre la soberanía nacional y los derechos del hombre despertaron en ellos la idea de nación, el sentimiento de pertenencia a una comunidad de personas que les une lazos históricos y culturales. Por ello desde 1820, la Europa restaurada será sacudida por diversas oleadas revolucionarias; uno de los principales motivos que originaron dichas oleadas fue el surgimiento del sentimiento nacionalista. Los nacionalismos (1848- 1871) Los planteamientos teóricos nacionalistas se definen, en sus líneas fundamentales, a finales del siglo XVIII, aunque hasta el siglo XX no adquieren su máximo desarrollo por el impulso del movimiento romántico. Los teóricos nacionalistas alemanes fundamentan el ser de una Nación en sus raíces históricas diferenciadoras, en la lengua común, en las costumbres y en su derecho. Hablan de un espíritu propio, que hace que una nación sea lo que es y que posea una personalidad inalienable ante la historia. Desde este concepto de nación podemos explicar el rechazo en Europa durante la revolución francesa y ,más tarde, con el imperio napoleónico a ser ocupadas por extranjeros. Es el caso de España, Alemania, Italia o Rusia. En España concretamente cabe recordar la Guerra de la Independencia por las pretensiones de Napoleón de instalar en el trono español a su hermano José Bonaparte tras las abdicaciones de Bayona( Carlos IV y Fernando VII). Podemos distinguir dos tipos de nacionalismos: 1. Nacionalismos disgregadores: Presentan un carácter desintegrador, es decir, pretendían separarse de una unidad política más grande y formar su propio Estado. Los nacionalismos disgregadores que consiguieron su objetivos fueron: Bélgica que se separa de los Países Bajos y Grecia , que se independizó del Imperio Otomano. 2. Los nacionalismos unificadores Los nacionalismos integradores pretendían unir en un solo Estado- Nación diversos territorios que eran independientes o estaban bajo el dominio de otro Estado. Los casos más destacados fueron la unificación de Italia y Alemania. Entre ambos hay muchas semejanzas: • La ocupación francesa durante la revolución y el imperio napoleónico extendió las ideas de igualdad, libertad y soberanía nacional. Despertó el sentimiento de nación y el odio hacia monarcas extranjeros. • La expansión económica y la unión comercial fue el preludio de la unificación política. • La formación de movimientos de jóvenes patriota románticos tanto en Italia como en Alemania que ensalzan la idea de patria como es el caso de las novelas de Manzoni donde recoge literalmente este sueño unitario. En Alemania los filósofos no dejan de reflexionar sobre este concepto. Los jóvenes hegelianos en 1848 echan mano de las ideas de Hegel y de los filósofos románticos. • Los reyes Víctor Manuel II (Piamonte) y Guillermo I (Prusia) dirigieron el proceso, con apoyo de la burguesía, del ejército y sus jefes de gobierno, en Italia, y Bismarck, en Alemania. Los dos eran nobles, conservadores con gran realismo político. El espíritu romántico El Romanticismo, como movimiento cultural, intelectual y artístico, estuvo vinculado a las revoluciones liberales y nacionales. Surgió como respuesta al racionalismo ilustrado del siglo XVIII. Inspiró todas las artes, en especial la literatura, la música y la pintura. Hubo un romanticismo revolucionario y otro conservador, que apostaba por la vuelta a las tradicionales instituciones del absolutismo. Aunque se dio gran diversidad nacional, hubo elementos comunes inconfundibles: Espíritu de rebeldía: reivindican la libertad del creador frente a las reglas académicas. Exaltación de los sentimientos y la pasión. Temática: el dolor, la soledad, insatisfacción… Actitud próxima y afectiva con la naturaleza. Valoración de la Edad Media, donde situaban el origen histórico de los pueblos europeos y el retorno a sus raíces culturales y lingüística. El hombre romántico era un ser atormentado e insatisfecho, fruto de los acontecimientos del siglo . Los pintores románticos rechazaron el clasicismo y se preocuparon de plasmar los sentimientos, la vida , acontecimientos y belleza. Un ejemplo relevante del momento es el artista francés Gèricault, en La balsa de la Medusa (1) Y Delacroix con La libertad guiando al pueblo.(2) Imagen 1: La balsa de la Medusa. Imagen 2: La libertad guiando al pueblo.