El estar tan cerca de lograr un avance fundamental en los derechos

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El Matrimonio Igualitario como Hito del Bicentenario
Por Carlos Figari
Doctor en Sociología. Profesor de la Universidad Nacional de Catamarca e Investigador del CONICET.
Investigador Visitante del Grupo de Estudios sobre Sexualidades del Instituto de Investigaciones Gino
Germani, Universidad de Buenos Aires.
[email protected]
The equal marriage as a landmark of the Bicentennial
Resumen: El presente texto se basa en las consideraciones de científicos/as del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) e investigadores/as de
Argentina acerca de la ley de matrimonio universal y los derechos de las familias de
lesbianas gays, bisexuales y trans. Son discutidos los aspectos legales supuestamente
fundamentados en una “ley natural” que omite y, en consecuencia discrimina otras formas
de organización sexual, de constitución de relaciones parentales, de organizaciones
matrimoniales y familiares. Se destaca que el acceso al matrimonio no agota las demandas
de igualdad civil, política y social que deben seguirse construyendo para hacer viable la vida
de la gente LGBTTI y de sus hijos/as. A partir de esta discusión se ponen en evidencia las
metáforas de opresión y exclusión que pesan sobre grupos subalternizados en Argentina.
Palabras clave: matrimonio igualitario- movimiento LGBT- homoparentalidad
Key-words: equal marriage- LGBT movement-homoparentality
El Bicentenario de la nación sorprendió con un notable avance institucional en materia de
reconocimiento de derechos e igualdad. Algo que no hace más de una década parecía
impensable. Apenas veinte años atrás las organizaciones de la diversidad sexual ni siquiera
podían lograr el reconocimiento de su personería jurídica.
Semejante recorrido en Argentina es fruto de una intensa labor de la militancia en sus
dimensiones política, académica y social.
Hubo un trabajo lento pero sostenido en cuanto al reconocimiento de leyes de uniones
civiles, en una primera etapa. Argentina tiene formas de unión civil en cuatro localidades:
las ciudades de Buenos Aires, Villa Carlos Paz, Río Cuarto y en la provincia de Río Negro.
Destaco esta cuestión porque aprobar una ley que reconozca estos derechos supone lograr
consensos políticos. La agenda del movimiento LGBT ya estaba instalada hacía algunos
años y era transversal a todo el espectro político. Hoy tanto el apoyo como la oposición al
proyecto atraviesan a todos los partidos representados en el Congreso.
Posteriormente una efectiva estrategia fue aquella desarrollada por varias organizaciones,
especialmente la Federación de lesbianas, Gays y Trans, que estimulaba a las parejas a
presentarse para casarse en los Registros Civiles. Allí se les comunicaba que no podían
casarlos y acto seguido se iniciaban demandas judiciales de inconstitucionalidad de las leyes
que impedían el matrimonio entre personas del mismo sexo. Y fue efectivo, varios jueces y
juezas comenzaron a producir fallos que declaraban la inconstitucionalidad del vetusto
Código Civil argentino y habilitaban a casarse. Ya se casaron así nueve parejas. Una jueza
comenzó a hacer caer esas decisiones judiciales, pero pronto fueron convalidadas. Esto
presentaba todo un desafío a la Corte Suprema de Justicia llamada a pronunciarse al
respecto. No obstante recientemente, ante las modificaciones legales, declaro todas las
causas “abstractas”, es decir que se resolvían directamente vía la aplicación de la nueva
legislación sin necesidad de fallar al respecto. La verdad se esperaba más de una Corte
garantista como la nuestra, por lo menos haberse expedido sobre el fondo del asunto.
Los primeros casamientos realizados por la vía de la autorización judicial aún hoy son
válidos. Esta cuestión además, fue la que instaló el tema en la opinión pública y en los
medios de comunicación. Los partidos más progresistas entonces, consiguieron consensuar
un proyecto de ley que modificase el articulado del Código Civil. La ley es muy sencilla,
apenas deroga los artículos que hablan de hombre y mujer y habilita que cualquier persona
sin discriminación de sexo pueda contraer matrimonio.
Un paso decisivo fue hacer caer la pretensión de que esta ley en vez de matrimonio fuese
de unión civil. Acá el peso del apoyo y la elaboración jurídica y académica fue fundamental.
Más de 600 investigadores de las universidades públicas y del prestigioso CONICET,
dejaron bien claros los fundamentos “discriminatorios” de esta solución jurídica que
termina estableciendo categorías ciudadanas de mejores y peores o de más y menos
derechos. Esta era la “solución” de la derecha religiosa que vio perdida la lucha: les damos
unión civil pero no matrimonio. Esto no fue aceptado.
El Supuesto del Matrimonio Natural
Aún circula el documento más arriba mencionado que contiene ya más de 700 firmas de
investigadores/as, docentes argentinos e investigadores, en su gran mayoría pertenecientes
al CONICET, en apoyo a la ley de igualdadi.
El dato no es menor ya que quienes dicen producir científicamente argumentos en contra
trabajan desde el más absoluto dogmatismo y falta de rigurosidad. En sus informes no se
cansan de comenzar lo párrafos con un contundente. “Es un dato objetivo”…”resulta
evidente que”. Nada más alejado que esto de la ciencia.
De esa galera mágica que les permite hablar en nombre de un objetivismo casi divino (no
es para menos cuando hablan en nombre de Dios) sentencian que la familia, además del
latiguillo de que es la célula básica de la sociedad, sería una institución que devendría
necesariamente de una ley moral universal.
La antropología, la historia, la sociología y otras tantas disciplinas han producido un vasto
material que refuta este supuesto. No sólo a lo largo de la historia han existido muchas
formas de agrupación humana asimilables a la familia actual sino que también existen
formas muy diversas en otras culturas hoy en el mundo.
Si nos tomamos el trabajo de mirar un poco hacia atrás y hacer historia, es fácil deducir que
la afirmación de algunos que “el matrimonio esta escrito en la misma naturaleza y en el
corazón de los hombres” es falsa, ya que deliberadamente ignora sus vaivenes en el tiempo
y el contexto de aparición relativamente reciente del sentido que atribuimos hoy al término.
Ese tipo de afirmaciones demuestra perfectamente cómo una formación cultural es
“naturalizada”, como si siempre hubiese existido así en el tiempo y el espacio.
Para mantener la figura tradicional del matrimonio se recurre a lo que denominan
“discriminación justa” Para ello sostienen que el propio derecho a la igualdad impide que se
otorgue un trato igualitario a dos realidades que son radicalmente diversas y que, por eso,
no merecen igual tratamiento. Puro racismo disfrazado.
Este es el mismo principio que avaló durante muchos años que las mujeres no tuvieran
derechos civiles ni políticos o que se establecieran prohibiciones matrimoniales entre
personas de etnias o razas diferentes. Este razonamiento sirvió, además, para sostener las
leyes nazis que prohibían el matrimonio mixto entre judíos y arios (Ley de protección de la
Sangre, 1935).
Los Prejuicios Sobre la Homosexualidad
Nuevamente hoy tenemos que escuchar como se agita la aún frecuente y prejuiciosa
vinculación de la homosexualidad con lo patológico para establecer un criterio de
normalidad. Cabe aclarar, sin embargo, que la definición de la homosexualidad como
enfermedad tiene una localización cultural y una duración bastante acotada en el tiempo.
Aparece, y siempre como una gran discusión sin un claro consenso, a fines del siglo XIX y
se extiende aproximadamente hasta la década de 1970.
La clasificación de la homosexualidad como una enfermedad mental se produjo recién en
1952 cuando la Asociación Psiquiátrica Americana (APA) publicó el primer DSM (Manual
Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales). Esa inclusión duró apenas veinte
años, ya que en 1973 la dirigencia de esa asociación profesional aprobó en forma unánime
retirar la homosexualidad de la lista de trastornos que componían la sección “Desviaciones
sexuales” de la segunda edición del DSM (el DSM-II).
Los grupos en contra de la ley de Igualdad solían argumentar que esto se debió nada más
que a la presión de los grupos militantes sobre la APA, lo cual es profundamente
malintencionado.
Parten del supuesto equivocado de que la ciencia es aséptica. Esto implica suponer que los
cambios de la ciencia nada tienen que ver con los acontecimientos sociales y políticos que
se producen en la sociedad. ¿Alguien hoy podría sostener desde la disciplina que fuese que
la ciencia no cambia gracias a procesos eminentemente políticos?
En gran parte del siglo XIX y principios del XX los estudios antropométricos
determinaban las diferencias raciales (y de paso las diferencias entre hombres y mujeres) en
virtud de una estadística craneana. Se determinaban los tamaños cerebrales relacionados
con los niveles de inteligencia y desarrollo cultural de agrupamientos a los que
denominaban razas. La que tenía entonces los cráneos más grandes y permitía el desarrollo
de cerebros superiores era, lógicamente, la raza blanca. De allí venían, en escala decreciente,
los amarillos, los colorados – indígenas de Norteamérica- y al final de la cadena, cercanos al
mono, sin ninguna sorpresa: la raza negra. Algo similar se deducía, pasaba en la relación
cerebral entre hombres y mujeres, de allí su diferencia “natural”. La metodología era
impecable, los juicios punto de partida de los razonamientos deleznables. La patologización
o justificación biológica de los grupos disminuidos en virtud de la raza ha cambiado porque
el movimiento de afrodescendientes y blancos de buena voluntad presionaron a la ciencia
de su época y produjeron saberes y conocimientos a costa de marginación e incluso de
persecución. Lo mismo pasó con las mujeres y con indígenas. Con gays, lesbianas, travestís,
transexuales e intersexuales, eso aún está pasando.
Por los Caminos del Odio y la Intolerancia
En diversas alocuciones, especialmente en las reuniones de Comisión del Senado que
tuvieron lugar en el interior, las personas gays, lesbianas y trans han sido agredidas verbal y
físicamente. Tratados de lacras y porquerías. Incluso en documentos pesudo-científicos
como los producidos por la ignota Universidad Austral hablan de las personas
homosexuales como seres sometidos a todo tipo de desórdenes de la “conducta”,
trastornos mentales, enfermedades, depresión, tendencia al suicidio, consumo de drogas
(las lesbianas especialmente consumirían alcohol según los “serios” estudios que invocan).
También lo y las tratan de promiscuos, violentos y, de paso, ampliamente portadores de
HIV.
Esta ola de discriminación y odio la propagan y difunden en provincias sensibles. Las
movilizaciones en el interior, así como el uso de chicos y chicas de los colegios
confesionales para hacer campaña, que dicho sea de paso en gran parte son financiados el
Estado (o sea, que todxs los y las ciudadanas estamos contribuyendo a estos actos
discriminatorios) no cesan de agitar fantasmas de violencia.
Hace más de 10 años, desde el Foro Antidiscriminación y Antirepresión denunciamos en
Catamarca, por lo menos un crimen de odio por año, sea de mujeres, sea de gays y
travestis. No separamos los casos y cada vez que hacemos una denuncia pública volvemos
a publicar toda la lista, porque para nosotros no son ni específicos ni aislados. Todos ellos
se originan en una manera de construcción de sexo-género en que el varón heterosexual a
su antojo puede determinar el carácter humano o no de las otras personas. De allí los
abusos permanentes, la violencia, los crímenes aberrantes y una justicia que claramente
favorece este esquema. Hay mucho que hacer en el interior para desmontar instituciones
opresivas en muchos campos. Por eso debemos hoy responsabilizar a quienes agitan odios
por la sangre de esa gente.
Para muchos de nosotros la altísima tasa de suicidio del noroeste, sobre todo adolescente,
se relaciona de alguna manera con estos esquemas opresivos. Por eso les pregunto a los y
las senadores/as de Salta, por ejemplo, que demandan con preocupación hipócrita
informes sobre las consecuencias del matrimonio homoparental en el cuidado de niños y
niñas: ¿Ustedes tienen algún informe de porqué un o una adolescente se suicida por día en
Rosario de la Frontera, una ciudad de su jurisdicción?. Si ustedes no se preocupan por los
niños, niñas y adolescentes de su provincia que evidentemente están en un estado de
indefensión absoluta, les vamos a creer que están profundamente preocupados/as por lo
que les pueda venir a pasar a los hijos e hijas de parejas homoparentales?
La Excusa de los Niños
Y acá entramos en las argumentaciones que desplazan la discusión al supuesto daño que
pudiesen venir a sufrir los hijos e hijas de parejas homoparentales.
Un primer argumento es que van a ser discriminados. Algo contradictorio. Sólo serán
discriminados en tanto quienes así lo afirman mantengan las situaciones de discriminación.
Como sostenemos en nuestro Informe de la Ciencia no se puede plantear como
impedimento matrimonial que un niño/a pueda sufrir a futuro porque la sociedad es
discriminatoria. Todos/as podemos llegar a sufrir o no discriminación por los más variados
motivos. No se les dice a los afrodescendientes o a los judíos que no se reproduzcan en las
sociedades donde subsisten prejuicios contra ellos porque sus hijos/as van a sufrir. La
diputada Cynthia Hotton, forzando este argumento hasta el absurdo, sostiene que: “las
Naciones Unidas desaconsejan la adopción interracial o intercultural, para evitarle más
problemas a un niño abandonado que ya trae sus problemas”. Es decir que, en esta
perspectiva, los hijos de una pareja compuesta por una persona blanca y otra
afrodescendiente, por ejemplo, serán seguramente discriminados por ser mestizos y en
consecuencia no debería permitirse el casamiento entre personas de color, raza o etnia
diferente.
Por otro lado, sin tapujos se supone que habría un daño. Así, en abierta contradicción con
los estudios científicos y basándose sólo en lo que denominan “la experiencia”, un
documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe dirigido a los legisladores
católicos sostiene que: “Como demuestra la experiencia (…) la integración de niños en las
uniones homosexuales a través de la adopción significa someterlos de hecho a violencias de
distintos órdenes, aprovechándose de la débil condición de los pequeños, para introducirlos
en ambientes que no favorecen su pleno desarrollo humano”. Hasta acá lo único que la
“experiencia” nos ha demostrado es que quienes emiten esta declaración son los únicos que
han provocado graves abusos a los niños y niñas sometidos a su cuidado o influencia.
A todo esto están las investigaciones producidas sobre las diferencias o no que podrían
existir entre niños y niñas criados en hogares homoperentales y heterosexuales. Debemos,
no obstante, dejar bien claro que el hecho de someter a estudio la existencia de las familias
homoparentales es ya un punto de partida discriminatorio. ¿O alguien estudia a las familias
heterosexuales para ver si tienen derecho a existir? A pesar de ello entrar en esta discusión
nos ayuda a visualizar los procedimientos hipócritas que intentan forzar conclusiones
científicas a favor de la discriminación. El problema – para ellos- es que no consiguen
forzar a la ciencia para que siga manteniendo sus prejuicios..
En el campo del conocimiento científico, en cambio, la abrumadora mayoría de estudios
realizados en los últimos 40 años en varios países una y otra vez concluyen que no hay
ninguna diferencia sustantiva entre los niños y niñas por haber sido criados en uno u otro
entorno familiar. En el mismo sentido se han pronunciado las principales asociaciones
profesionales y académicas. Existen cada vez más estudios con muestras más contundentes
y períodos más extensos de observación.
La gran mayoría de quienes están en contra de la ley de Igualdad como contra
argumentación presentan meras revisiones de estudios hechos intentando discutir aspectos
metodológicos para deslegitimarlos. Sólo por dar un ejemplo, en julio de este mismo año,
en la revista Pediatrics, se publicó la investigación de Gartrell y Bos que durante 17 años
estudiaron la evolución de 78 niños y niñas de madres lesbianas. Según dicho estudio “los
adolescentes que se han sido criados desde el nacimiento en familias de lesbianas demuestran un ajuste
psicológico saludable y por lo tanto nuestros resultados no proveen justificación para restringir el acceso a
tecnologías reproductivas o a la custodia de niños con base en la orientación sexual.”ii
Para terminar, contestando el pobre informe de la Universidad Austral: “los hijos de la
gente lesbiana, gay o trans, no son cobayos, ni experiencias de ingeniería social con los
menores huérfanos y abandonados”. No lo fueron, ni lo serán, porque simplemente ya
están. Nacieron, porque la vida, la felicidad y la reunión afectiva de las personas no piden
permisos. Están ahí formando familias, buenas o malas, con mayores o menos problemas.
En definitiva, como cualquier otra familia.
Palabras Finales que Inauguran una Época
El polarizado debate en Argentina reedita una lucha cultural nunca acabada entre la
intervención religiosa y el Estado laico. Sucedió cuando se decidió separar la iglesia del
estado, cuando se instituyó el matrimonio como institución civil, con la ley de divorcio
vincular y ahora con la ley de igualdad. Es una disputa de doscientos años que sigue una
misma línea. El primado católico llegó a hablar de plan de dios y de plan del diablo. La
presidenta los tildó de oscurantistas y medievales. Perdieron y eso inaugura una nueva etapa
que abre nuevas posibilidades de derechos de reconocimiento e igualdad.
En América Latina la ley de igualdad sienta un gran precedente. Inclusive para casarse en
este país y después pedir el reconocimiento en sus países de origen. Así se hizo uno de los
tantos casos que están hoy en la Suprema Corte, al casarse una pareja en España y pedir el
reconocimiento del vínculo en Argentina. En última instancia estas acciones siempre
obligan a decidir al los Tribunales Supremos y hablitan nuevas puertas para sumar a esta
lucha a otros países, que como dice el presidente español José Luis Zapatareo están
“impulsados por dos fuerzas imparables: la libertad y la igualdad”.
El informe “Per scientiam ad justitiam! Consideraciones de científicos/as del CONICET e investigadores/as de
Argentina acerca de la ley de matrimonio universal y los derechos de las familias de lesbianas gays, bisexuales
y trans”, puede leerse en:
http://cienciasyjusticia.blogspot.com
ii La investigación puede ser consultada en:
http://pediatrics.aappublications.org/cgi/reprint/126/1/28?maxtoshow=&hits=10&RESULTFORMAT=&
fulltext=lesbian&searchid=1&FIRSTINDEX=0&sortspec=relevance&resourcetype=HWCIT
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