El Quehacer del Notario y el Quehacer del Abogado

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El Quehacer del Notario y el
Quehacer del Abogado
(Conferencia pronunciada por Fortino López Legazpi, Notario de Hermosillo, Sonora, en el Motel Valle Grande, de
Ciudad Obregón, Sonora, por invitación de la Barra Sonorense de Abogados, con ocasión de su Convención Estatal.
Versión tomada de la cinta magnetofónica, revisada y anotada por el autor.)
Revista de Derecho Notarial Mexicano, núm. 73, México, 1978.
DR © Asociación Nacional del Notariado Mexicano, A. C.
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ADVERTENCIA:
Para que el texto original conservara la espontaneidad con que
fue pronunciado, el autor procuró no alterarlo, aún en algunos casos
en que gramaticalmente no es correcto. Excepcionalmente, se suprimieron algunas repeticiones y se agregaron algunas palabras para
darle fluidez al texto.
Se conservaron las respuestas que el sustentante dio a algunas
preguntas que se le hicieron, al terminar su exposición, y que se
encuentran transcritas después de las palabras de agradecimiento
que pronunció el Licenciado Jorge Coello, Presidente de la Delegación
Ciudad Obregón, de la Barra Sonorense de Abogados. Desgraciadamente, no se consignaron en la cinta magnetofónica las preguntas
ni el nombre de las personas que las formularon, porque no tuvieron
a mano el micrófono. Sin embargo, del texto de la respuesta puede
inferirse el tenor de la pregunta. Para ayudar a comprender mejor
las respuestas, el autor ha hecho una indicación genérica del sentido
de las preguntas en el apartado correspondiente, que se encuentra
marcado con la letra "P".
El texto se adicionó con notas de citas que se hicieron, de autores, al pronunciar la conferencia y. también con notas que indican las
obras en que el sustentante apoya su exposición o bien que permitirán
al lector ampliar conceptos relacionados con algunos puntos.
EL AUTOR.
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DR © Asociación Nacional del Notariado Mexicano, A. C.
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Lic. Jorge Coello:
*
Es un orgullo para la Delegación Ciudad Obregón, de la Barra
Sonorense de Abogados, presentar a un distinguido visitante y jurisconsulto, el cual ha honrado a la profesión de abogado y a la actividad del notariado.
Me permito presentar ante ustedes al señor Licenciado don Fortino López Legazpi quien está ahorita en este presidio. (Aplausos).
Voy a permitirme darle lectura al curriculum vitae de nuestro distinguido visitante.
CURRICULUM VITAE. (Se dio lectura).
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Lic. Fortino López Legazpi :
Después de este paréntesis de vanidad, vamos a la realidad. Para
mí, representa una particular satisfacción, estar en esta reunión. No
formo parte de la Barra Sonorense de Abogados, pero me siento como
en mi propia casa, porque voy a dirigirme a mis compañeros, compañeros en la misma tarea de hacer realidad el lerecho, de hacer
triunfar la justicia en la vida cotidiana. También, porque en esta oca-sión se rinde homenaje muy merecido a dos ilustres abogados de
esta ciudad, ** a quienes me ligan vínculos de estrecha amistad y, por
último, porque esto permite que el pobre homenaje, que yo les pudiera rendir, se enriquezca con la calidad humana de los miembros
de la Barra Sonorense. Me parece oportuno que, siendo yo notario y
dirigiéndose a abogados, trate un poco de cuál es la función del
notario y cuál es la función del abogado. Y, en primer lugar, quisiera dar algunas ideas sobre lo que yo pienso que es el derecho,
sobre lo que pienso que es la enseñanza que actualmente se realiza
del derecho. Me parece -y lo digo como alumno que he sido de las
escuelas de derecho y como profesor en ellas,- que la orientación
de esta educación es equivocada. Parece que las escuelas de derecho
están empeñadas en que no haya juristas, porque han hecho del derecho una ciencia teórica y el derecho es una ciencia práctica. En
esas condiciones, los que pasamos por las aulas de esas escuelas
pensamos o tratamos de buscar la verdad en la ciencia jurídica, cuando lo que debemos buscar no es la verdad, sino las soluciones prácticas para resolver los problemas de dar en la vida lo que corresponde
a cada quien, que eso es el derecho. Pienso que el derecho es un
oficio, es un modesto oficio, y si nos parece que esta denominación
es muy pobre, podríamos elevarla un poco y decir que es un arte.
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Pero si aceptamos que es un oficio o que es un arte, habremos de
convenir en que un arte no s e aprende en los libros, sino que se
aprende realizándolo todos los días. Para ilustrar lo que acabo de
decir, diré que si una persona quiere ser carpintero y, con ese propósito, lee todos los libros que hay sobre carpintería en todas las
bibliotecas del mundo, por ese solo hecho, no será carpintero. Para
serlo, tiene que hacer sillas, tiene que hacer mesas y, seguramente,
las prirneras le saldrán mal, cojas, no muy bien puestas para el servicio a que están destinadas, pero, con el tiempo, llegará a ser un
buen carpintero, a hacer buenas mesas, buenas sillas y hasta, tal vez,
podrá adornarlas. Así concibo yo el derecho. Pienso que no seremos
juristas, si leemos todos los tratados de derecho que hay, si, al mismo tiempo, no ejercemos el derecho, no lo formulamos, no lo demandamos ante los tribunales, no lo concretamos, en l a notaría, en un
instrumento público. Si no hacemos eso, jamás seremos juristas. Precisamente, y en esto me apoyo en mis conocimientos sobre Derecho
Romano, que ustedes también tienen, digo que la obra jurídica más
importante de tcdos los tiempos es el derecho romano y lo es precisamente, porque no está hecha por los ab'ogados, por los abogados
en el sentido moderno, sino por juristas que, como ustedes saben,
eran los prudentes, los que tenían experiencia de la vida. Por eso,
me parece a mí que la definición de Ulpiano, que además de reunir
gran belleza literaria, que todos conocemos "Humanarum el divinarum rerum notitia, iusti atque, iniusti scientia", "el conocimiento
de las cosas divinas y humanas, la ciencia de lo justo y de lo injusto", l es no solamente una definición de lo que debe ser el quehacer
del jurista, sino un programa de vida. Solamente quien tiene un gran
conocimiento de la vida, puede ser un buen jurista, porque el derecho se ocupa de la voluntad, del hacer y del obrar del hombre y no
hay un objeto más complicado que ese hacer y ese obrar del hombre. De ahí, que sea necesario poner los pies fuertemente en la tierra
y alzar la cabeza y mirar al cielo para poder resolver los problemas
que se presentan en la vida de la comunidad. Con estos antecedentes,
podemos pensar en ubicar el quehacer del notario, el quehacer del
abogado, el auehacer del juez. Foro, magistratura y notariado forman
la trilogía del quehacer jurídico. Los tres: el abogado, el juez y el
notario tratan de realizar el derecho, pero jcómo lo realizan unos y
otros? i Qué es lo que hace el juez? ¿Qué es lo que hace el abogado?
i, Qué es lo que hace el notario? Tal vez, estas reflexiones nos permitan ubicarnos. Yo no voy a ofrecerles una exposición erudita de
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estos problemas. Voy a darles más bien, -y ese es mi propósito, no
podría ser otro-, temas de reflexión. E n el estupendo libro de González Palomino, "Instituciones de Derecho Notarial", escrito precisamente para quienes aspiran a ser notarios, al iniciar su exposición,
presenta al aspirante al notariado una serie de consejos, entre los
cuales, me h a llamado sumamente la atención el siguiente, que dice
así: "Tu función es servir y no lucirte" 2. Esto es realmente un programa para la actividad del notario. ¿ Qué es lo que hace un notario?
Un notario hace documentos, y en este binomio, notario-documento,
encontraremos el concepto de lo que es la función notarial y lo que
es su quehacer jurídico. E n la medida en que el instrumento público
sea engrandecido, en esa medida, se engrandece el notario y en la
medida en que el instrumento público sea desechado, sea sustituido
pGr el documento privado, el notario deja de tener dignidad. ¿Qué
es, pues, el quehacer del notario? El instrumento público no s e realiza ya, como muchos lo han pensado y es muy común en la mentalidad del abogado que postula ante los tribunales, en el campo de
la simple prueba. El instrumento no se realiza exclusivamente para
servir de prueba al acto jurídico, al negocio jurídico, mejor dicho,
a que se refiere o contenido en el documento. Cae prácticamente y
principalmente en el campo de la forma de los actos jurídicos. Para
que los actos jurídicos tengan no solamente autenticidad, sino la plena eficacia, es decir, para que se puedan realizar plenamente los efectos que se pretende alcanzar en el campo jurídico con ellos, se requiere el instrumento público, el documento que hace el notario. E n
la formulación del documento, lo primero que tiene que hacer, el
notario, es interpretar la voluntad de quienes realizan el acto jurídico o el negocio jurídico. Esto dicho así parece un poco abstracto, pero quienes realizamos, quienes ejercemos el notariado,
podemos concretarlo y sabemos lo que realmente significa. E s
verdaderamente emocionante recibir en la notaría a las pers,onas que van a celebrar un acto jurídico, que nos proporcionan la materia que nosotros debemos moldear para que
sea elevada a ser jurídico. Esta materia es la voluntad. Normalmente, la voluntad que llega a nuestra notaría, a la notaría, es una
voluntad que no tiene todavía relevancia jurídica o que cuando llega
a tenerla, no la tiene plenamente porque quienes la manifiestan no alcanzan a comprender todos los efectos que ella pueda tener. De
manera que a nosotros nos toca moldear esa voluntad y hacerla eficaz para que jurídicamente produzca los efectos que ellas quieren
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producir. Por eso, dice, el ~misrnoGonzález Palomino, que esta tarea
que realiza el notario puede llamarse pedagogía de la voluntad 3. Necesitamos enseñar a las personas a expresar su voluntad juridicamente. Y esto nos presenta un problema muy interesante que nos revela
la práctica notarial. El notario no abre su notaría, como lo hace un
comerciante cuando abre su negocio. Si un comerciante, que se dedica a la venta de abarrotes, abre un establecimiento y tiene un client e que le pide un kilo de frijol o un kilo de azúcar, no tiene más que
extender la mano y poner el kilo de frijol o el kilo de azúcar en
las manos del cliente y cobrar y se acabó. Un notario no puede hacer
eso. Es posible que los clientes que ocurren a la notaría lleguen pretendiendo que se debe hacer una compra venta, una hipoteca, un
préstamo, un comodato, etc., pero, si el notario se pone a investigar qué es lo que realmente quieren las personas que van a realizar el acto jurídico, es posible que llegue a la conclusión de que, a
través de la compra venta, a través del contrato de comodato, a
través del contrato de préstamo, a través de la hipoteca, no alcanzarán los efectos jurídicos que ellos quieren alcanzar. El notario
tiene entonces que moldear esa voluntad para que produzca en el
campo del derecho los efectos a que ellos aspiran. Por esta razón,
el notario tiene que ser experto en derecho y, por esta misma razón,
el notario, la actuación del notario rebasa el ámbito del derecho y
cae en el campo de la vida humana en toda su integridad. No puede
contemplar simplemente la voluntad de las partes, dentro del marco
jurídico y limitarse a pensar en que debe tipificar un contrato determinado, tiene que moldear y utilizar la norma jurídica y hacer
que, de a1gur.a manera, sea eficaz para conseguir los efectos que
quieren las personas que van a celebrar el negocio jurídico. No puedo entrar, porque el tiempo no lo permite, en detalles de esta situación que son sumamente interesantes, sobre todo si tomamos en
cuenta que en el derecho moderno priva en materia de contratos,
la consensualidad. Sabemos que, como principio general, en el derecho moderno, los contratos se perfeccionan por el simple consentimiento de las partes. Pero, habrá que ver si efectivamente hay
consentimiento en el clásico sentido en que hablaban los juristas
romanos "Duerum plurium ve in iden placitud consensus" o sea, el
deseo común sobre una misma cosa 5 . Muchas veces, hay algún
acuerdo respecto de ciertas cosas, pero quedan una serie de detalles
y accesorios y, a veces, hasta r e s ~ e c t ode aspectos sustanciales en los
que no existe el acuerdo. El notario tiene que buscar ese acuerdo
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hasta lograr que haya pleno consentimiento y, por eso, alguien decía
que las partes hacen los tratos y el notario hace el contrato, Q o r q u e
el contrato lleva implícito para su existencia el consentimiento, el
consentimiento entendido en el sentido romano de absoluta coincidencia en las voluntades y respecto del mismo objeto. El notario tiene
aquí un deber de fidelidad para recibir la voluntad de las partes, interpretarla justamente y es la primera tarea. Una vez que la ha
recibido y la h a interpretado, el notario podrá decir: esto tendrá
que hacerse de esta manera; a través de un contrato de compra
venta, a través de un contrato de hipoteca, a través de un contrato
de mutuo, a través de un contrato de fideicomiso, en fin, cualquiera
de las formas jurídicas que él conoce y que el derecho positivo le
pone en las manos. Y después, tiene que vertir esa voluntad, ya interpretada, en el documento y, entonces, continúa el deber de fidelidad, de transcribir fielmente la voluntad, ya interpretada, en el
documento y por eso, el notario, es redactor del documento. Tiene
que redactar fielmente, porque puede tener una concepción exacta
de lo que las partes pretenden y no vertirla fielmente en el documento. Tiene que redactar fielmente, porque puede tener una concepción exacta de lo que las partes pretenden y no vertirla fielmente en el documento. Entonces, el documento no cumple su función
de instrumento eficaz para alcanzar los efectos queridos por las partes. ¿Qué significa esta actuación del notario, de interpretar la voluntad de las partes, de interpretar fielmente esa voluntad y vertirla
en el documento, con lo cual el notario es autor del acto jurídico, no
parte, autor del acto jurídico y autor del documento? Y si a alguien
le suena un poco pretensioso esta afirmación de que el notario es
autor del documento y que es autor del acto jurídico, piense en una
palabra que nos pasa inadvertida a fuerza de ponerla, los notarios,
y a fuerza de leerla, los jueces y los litigantes y las partes. Cuando
el notario dice "autorizo" ¿qué es lo que quiere decir? Que él es
el autor. "Autorizo". La palabra misma tiene ese profundo significado ?. Ciertamente, se hace una referencia a la f e pública con que
la actuación del notario reviste el acto jurídico. Pero, al mismo tiempo, con la palabra "autorizo" se está reclamando para el notario la
autoría, la creación del acto jurídico y del documento. La vida social,
de cada día, de todos los días, piensen un momento, sería imposible
si, para tener seguridad de que los actos se apegan a la norma y
de que vamos a conseguir los efectos que la norma sanciona y producirán esas consecuencias, hubiera necesidad de una sentencia, de
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una sentencia firme. La vida sería imposible, porque sería necesario
llevar siempre a los tribunales el problema para que ellos decidieran
si el acto jurídico se apega a derecho y, como consecuencia, si puede
producir los efectos que la norma sanciona. Esto es, indudable, la
suprema seguridad. La suprema seguridad, nadie lo puede discutir,
la da la sentencia definitiva, la sentencia firme. Pero, precisamente
porque esto no es posiblle, aquí está el valor del documento público
y de la intervención del notario. La intervención del notario le da al
acto jurídico una seguridad relativa que permite la convivencia pacífica de la sociedad, sin necesidad de llegar a los tribunales. Por eso,
podemos decir que la determinación y la fijación preventiva de los
hechos, mediante su afirmación legal a través del instrumento público es base del comiercio jurídico y de la función notarial s. Y esto
nos va a permitir ahora ver cuál es el campo donde actúa el abogado
y cuál es el campo donde actúa el notario. El notario, como ustedes
acaban de ver, se coloca por encima del interés de las partes. Se
emplea mal la expresión: el notario es notario del banco fulano o
del señor fulano de tal. El notario no es notario de nadie, el notario
es notario a secas, no protege interés de uno de los contratantes.
Está por encima del interés de cada uno de ellos. La labor del notario es coordinar las voluntades y lograr el consentimiento necesario para la existencia del negocio jurídico. Y aquí empezamos ya a
ver una diferencia sustancial en la actuación del notario y la del
abogado. Vamos a ver que el abogado está necesariamente vinculado
al proceso y, ya concretamente, al interés de su cliente. Y su obligación, desde el punto de vista ético, es proteger el interés de su
cliente y no el interés de la contraparte 9. El notario no está en esa
situación. Desde este punto de vista, la posición del notario es la
misma que la del juez. El juez, es juez de las partes, pero de ninguna
manera puede hablarse de juez de una de las partes, es juez de las
dos, de las dos partes aue están en contienda. El notario está, pues,
por encima del interés particular. Esto pone de relieve una característica del notario que debemos recalcar: la imparcialidad del notario, que se traduce en dos cualidades, en dos actitudes, en dos
vertientes de una misma actitud, quie es el equilibrio que el notario
debe realizar, primero, entre el interés general del orden jurídico y
el inter6s de las partes que están celebrando el negocio jurídico, primera vertiente, en que se manifiesta la imparcialidad del notario. El
notario es el que hace vida, el que encarna las normas jurídicas, el
orden jurídico que está concebido en interés general y no en inte-
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6 s de las partes. Pero, si bien tiene esa función de conwetar el orden jurídico, tiene también que atender al interés de las partes, de
manera que ellas puedan conseguir dentro del orden jurídico los
fines que persiguen, los efectos que quieren alcanzar. La otra vertiente de la imparcialidad del notario se refiere al equilibrio que
el notario debe buscar entre las partes que celebran el negocio jurídico. Entonces, equilibrio entre el orden jurídico y las partes que
celebran el acto jurídico. Equilibrio entre las dos partes entre sí. La
función típica del profesional abogado no es la de asesor ni la de
consultor extrajudicial, sino la del patrocinio procesal. Por eso, decía
yo que el abogado trata de hacer prevalecer el interés de su patrocinado, sobre el interés de su contrario. Es una posición completamente distinta de la del notario. Y esto, fuera del campo jurídico,
tiene una repercusión en el campo psicológico, porque el quehacer
humano va creando una mentalidad en quien lo realiza. No voy a
entrar aquí en detalles de psicología, porque no tengo los conocimientos de psicología. Sería una pretensión de mi parte, y, además,
no se necesitan porque claramente se puede ver. Si ustedes analizan
un contrato formulado p r un abogado, (cuando hablo de abogado
me estoy refiriendo al jurista postulante en los tribunales), observarán que el cuidado que el abogado tiene, al formular el documento,
es proteger a su cliente, actúa con mentalidad de abogado, actúa en
función del proceso, actúa para proteger el interés de su cliente. E n
cambio, el notario que está colocado en otra situación, formula el
contrato no en interés de uno de los contratantes, sino en interés
de los dos. Por esa razón, el notario tiene que coordinar los dos intereses, por eso, el notario no puede ocultar a una de las partes las
prebensiones de la otra, sino que tiene que manifestarlas y buscar
que haya conformidad, cuando esas pretensiones se ajustan a la ley.
Desde el punto de vista ético, el abogado no solamente puede, sino
que debe actuar proteg5endo los intereses de su patrocinado, de su
cliente, y faltaría a su deber profesional si no lo hace. El notario,
si actúa de esa manera, faltaría a la ética. ¿ P o r qué? Porque 61
está por encima del interés de las partes. Su función es coordinar la
voluntad de las partes para que el acto jurídico se realice de acuerdo
con las normas legales y pueda producir todos los efectos que las
partes quieren que produzca en el campo del derecho. El juez, decía
yo, hace un momento, está colocado en una situación parecida, semejante a la del notario. También el juez está colocado por encima
del interés de una de las partes, por encima del interés de 1% partes,
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-noles juez de una de las partes, pero, ya en el quehacer jurídico los
tres, abogado, juez y notario, actúan de distinta manera y su POsición es completamente distinta y su quehacer se matiza de distinta
manera. Todos, los tres, pretenden realizar el derecho, hacer vida
la justicia dentro del orden jurídico positivo vigente, y digamos, de
una vez, daramente, que el jurista lo es siiempre dentro de un orden
jurídico positivo vigente. No se puede actuar en derecho saliéndose
de ese orden, invocando, por ejemplo, principios qule están fuera del
orden jurídico. El jurista (y esa es su tragedia y esa es su grandeza), que deseando realizar la justicia, tiene que realizar ese ideal
de justicia, que está más allá de la norma jurídica, del orden jurídico positivo, lo tiene que realizar dentro del marco del derecho
positivo vigente. Por eso, digo que es la grandeza y la miseria del
jurista. Viene ahí toda una serie de problemas, como son las lagunas
de la ley, como son las contradicciones de la ley. El jurista, juez,
abogado o notario, tiene que resolver el problema con las normas
del derecho positivo, no puede invocar normas que están fuera del
derecho, normas metajurídicas, pero, el juez, en la formulación del
derecho, en la concreción del derecho, tiene una limitación: que tiene que resolver, que tiene que decir el derecho de acuerdo con lo
actuado y probado, según dicen los abogados postulantes. El tiene
que decidir de acuerdo con las constancias de autos y nada más,
no importa que él tenga otro tipo dc conocimientos, y esto es lo
mismo en el proceso civil que en el proceso penal. Entonces, la capacidad creadora, la misión creadora que, como jurista, le corresponde al juez, está limitada por lo actuado y por lo probado. Dentro
de lo actuado es en donde debe encontrar la solución del problema, y
no puede salirse de ahí. En cambio, la función creadora del notario
no tiene esa limitación. Tiente a su alcance todo el orden jurídico y
la grandeza del notario depende de su habilidad para usar el orden
jurídico de manera que pueda hacer realidad la voluntad de las partes. Y esto, cn la vida práctica, lo notamos. E s verdaderamente impresionante lo que, a veces, nos piden, los clientes que van a la
notaría. Nos ponen una serie de deseos, de propósitos, que nos desconciertan, porque no alcanzamos muchas veces a ver de inmediato
cuál es la forma jurídica que debe revestir esa voluntad para que
produzca los efectos que las partes quieren. Y esto es precisamente
el reto al que el notario se enfrenta todos los días en su notaría. Pero
repito, el notario tiene esa ventaja, no está limitado, más aún no
debe limitarse a lo que las partes le dicen, él es el que hace el con-
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trato, las partes hacen los tratos a lo sumo, pero nada más. Proporcionan la materia prima para que el notario la moldee, le dé forma
jurídica y ya moldeada y con forma jurídica pueda producir los
efectos que las partes quieren alcanzar. Desde este punto de vista, creo
yo, que no siempre se le hace justicia al notario en cuanto a lo que
la sociedad le debe. Pongámonos a pensar lo que ha significado para
la sociedad la actuación correcta de los notarios. Cuántos litigios,
cuántos pleitos, cuántas dificultades se han evitado, gracias a la intervención de los notarios. Esto es, lo que hacía deci,r a don Joaquín
Costa "Notaría abierta, Juzgado cerrado" lo. Pero también, y éste
es el reverso de la medalla, cuántos litigios, cuántos problemas se
han creado porque el notario no h a actuado debidamente, porque no
ha cumplido con su función, porque no ha sabido interpretar correctamente kl voluntad de quienes han pedido sus servicios, porque no
ha vertido esa voluntad en los moldes y en los cauces adecuados y
esto no es una sencilla operación de vaciar la voluntad en cauces
preexistentes, sino que el notario debe muchas veces crear el cauce,
porque la Ley no lo tiene, porque la n o m a no lo tiene, y, por eso, se
justifica también una expres'ión de un querido maestro mío que decía
en su primer curso de Derecho Civil "Los abogados vivimos, decía
él, (él era abogado) vivimos de los notarios". Todos los errores del
notario llevan implícita una serie de problemas que han de ventilarse ante los tribunales. Pero, hecha esta consideración, es indudable
que la actuación del notario hace pacífica la convivencia y que lo
normal es que el derecho cumpla su función y cumpla sus fines sin
necesidad de ocurrir a los tribunales. Por eso, se ha dicho que el
notario actúa en el campo de salud del derecho y los abogados y los
jueces actúan en el campo patológico del derecho. Cuando ya hay
una enfermedad, cuando ya hay un conflicto en la relación jurídica,
es cuando tiene que entrar el abogado y tiene que entrar, en definitiva, el juez que ha de volver a poner las cosas en su lugar dándole
a cada uno lo que le corresponde. No hay, pues, como ustedes ven,
oposición entre la actuación del notario y la actuación del abogado.
Iia realidad de las cosas es que ambos, como el juez, tienen finalidad
común, que es la de crear el derecho, pero lo realizan de distinta
manera, el abogado patrocinando y dfefendiendo el interés de una
persona, de su patrocinado, el notario antes de que haya conflicto
previniendo el problema, es una acción preventiva, algo equivalente
a la llamada jurisprudencia cauteiar del Derecho Romano. Se p r e
veen los problemas dejando clara.mente establecidos cuáles son los
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derechos de una de las partes, cuáles son las obligaciones de la otra
parte y a la inversa. Y el juez realiza el derecho resolviendo el
conflicto que le presentan dos partes, patrocinadas por dos abogados.
Entonces, frente a esta situación, creo que no se debe hablar de
oposición entre el quehacer jurídico dlel abogado y el quehacer jurídico del notario. Ambos son juristas, pero su campo de actuación es
distinto. Y, en mi personal opinión, yo no encuentro una oposición
substancial entre el quehacer del abogado y el quehacer del notario,
lo que sucede es eso de que hablábamos, de que la posición en que
están uno y otro es distinta, y que esa posición y ese quehacer hace,
,,tienerep'ercusión en la manera de ser de quien la realiza y entonces
difícilmente una persona que litiga o, por lo menos, con mayor dificultad, puede mantener esa situación de equilibrio, esa característica
de imparcialidad esencial a la actividad del notario, y esto tan es así
que, en notariados tan desarrollados, como el notariado español, no
existe la prohibición al notario para litigar. Pero, de hecho, el notario
español no litiga, ni siquiera lo piensa y lo más curioso es esto: que
han logrado los notarios españoles tal calidad profesional dentro
de ese marco de imparcialidad, dentro de esa actitud de equilibrio
que deben mantener entre el orden jurídico y el interés particular
y - entre los intereses particulares de quienes celebran el acto o el
negocio jurídico, que es común ver cómo los abogados van a ver al
notario para consultarle sus problemas y recibir luces en la solución
de los mismos. No se si habré dejado satisfechas sus inquietudes y
si estas reflexiones puedan servir para que nos ubiquemos en un quehacer común. Me parece que, lejos de presentarse una pugna entre
notarios y ahogados, de hablarse de una exclusión de actividades,
deberíamos concientizarnos, tomar conciencia de estas verdades para
tomar el camino que mejor nos convenga. A la Unión Internacional
del Notariado Latino, le interesa muchísimo esta posición. Precisamente, existen notariados, en América, en los cuales, el abogado ejerce la notaría, son abogados notarios y una de las aspiraciones de la
Unión, es separar las dos actividades para que cumplan mejor su
función, pero repito, no pensando que se trata de actividades opuestas, irreductibles, sino pensando en la conveniencia de separarlas
para que se cumplan mejor los fines que cada uno de ellos, como
juristas, persigue en el campo del derecho, la realización del derecho,
el hacer vida el ideal de justicia que todos llevamos como abogados,
como juristas, para que brille ese idseal por encima de las miserias,
de las deficiencias que necesariamente tiene el derecho positivo. El
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más perfecto orden jurídico positivo no p u d e resolver todos los problemas y una de las grandes tragedias del derecho moderno es que
el derecho va siempre a la zaga de los problemas y qule, como es un
derecho legislado y no un derecho jurisprudencial, planifica la vida
y ¿qué es lo que pasa? Que planifica algo que cuando quiere regular,
ya cambió, y esto les particularmente i n t e r m n t e en el mundo de
nuestros días, cuya característica es el cambio, porque lo que en la
mañana es válido, lo que puede ser eficaz en la mañana, ya no lo es
en la tarde. Entonces, si tradicionalmente (el derecho legislado, el
que proviene de normas de carácter general emanadas del poder legislativo, no puede resolver los problemas porque se le escapa la
realidad que es cambiante, la misma realidad que cambia o realidades nuevas que se presenten, circunstancias nuevas que se presentan
y no previstas. Entonces, lógicamente esta conciencia que el jurista
tenga de su quehacer jurídico si se especializa, si se profesionaliza,
será en beneficio de ese ideal que todos perseguimos, que todos queremos, de que la justicia se encarne para que los hombres podamos
vivir en paz. (Aplausos).
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Lic. Jorge Coello :
Hemos escuchado la brillante disertación del señor Licenciado
López Legazpi y el señor Licenciado Juan Manjarrez desea formular
una pregunta y amablemente nuestro orador huésped va a atenderlo.
P.-La
pregunta se refiere a si el notario debe dejar de ser
abogado.
R.-No entiendo la pregunta, quiere repetirla por favor. Yo recojo esta inquietud y mi intención al hablar en una reunión de abogados sobre estos problemas fue precisamente provocar la reflexión
sobre este punto. La breve exposición que hice se refiere a una situación teórica, pero, naturalmente, es necesario situar el problema en
la realidad. Si se parte de la base que no hay una oposición suscial, (al menos en mi opinión) entre el ej'ercicio de la profesión de
abogado, el quehacer del abogado y el quehacer del notario, no hay
realmente razón para hacer una separación, para obligar a quienes
ejercen ambas actividades a que elijan una u otra, necesariamente.
Son razones de conveniencia, (lo traté de exponer), pero, hay también razones de hecho que pueden justificar que no se haga esa separación. Y, en eso, tiene que ponerse en movimiento una serie de
mecanismos, para resolver el problema concreto. Puede suceder que
el volumen de los negocios, que requiewn la intervención del notario,
sea tan reducido que el notario no puede contar con ingresos que le
permitan vivir decorosamente. Es lógico aceptar, puesto que no existe
una oposición sustancial, el que pueda ejercer también la actividad
del abogado. Y así se ha aceptado en muchas partes pero, si hemos
de pensar en que esta tarea de realiza'r el derecho está encomendada
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a varios juristas y que el mundo moderno presenta situaciones cada
vez más complicadas que nos exigen una atención más especializada,
entonces, debemos tender a buscar soluciones que resuelvan este problema, ya no el problema de la oposición, porque no lo hay, entre
el ejercicio del notariado y el ejercici:, de la abogacía, sino el problema que tiene este abogado-notario en este lugar determinado. Si,
repito, en este lugar determinado, el notario no puede subsistir simplemente con su actividad notarial, pues por razones de humanidad
se le debe permitir que ejerza la función de abogado, pero lo ideal
es que el notario ejerza la profesión, solamente su profesión de notario, realice el quehacer de notario y no la funcidi- pae"Pea1iza -el
abogado. Esto implica que cuando se acepta esta posición, al estmcturarse un sistema notarial, se establezca lo que se llama el notariado de número. No se pueden crear notarios sin- IJmite, porque
eso 'da lugar a estas situaciones en que, si no hay negocios jurídicos
que realizar y hay muchos notarios, i qué sucede? -Que-los.notarios
no pueden vivir. Entonces hay que adecuar el número de los notarios
a la cantidad y a la importancia de los negocios. Por eso, 'es que se
pretende que haya un número limitado d,e notarios para que ,el notario pueda ejercer la función y pueda obtener decorosamente, pueda
obtener los ingresos que le permitan vivir decorosamente. Y esto es
una preocupación tan grande que los notariados desarrollados y perdónenme que vuelva a citar a España, porque me parece que es el
notariado más avanzado d.el mundo y el más cercano a nosotros porque hay otros muy avanzados, pero con características distintas como
es el notariado francés. El notariado español tiene categorías de notarios, y ha determinado que cada categoría tenga un ingreso que le
permite vivir al notario decorosamente, de acuerdo con su categoría. Cuando el notario no alcanza el límite de ingresos que se le ha
señalado, el Colegio le cubre la diferencia. Esto se puede hacer en
notariados desarrollados, muy bien organizados como el notariado ,español, pero esto les da a ustedes idea de el celo que se tiene en
España porque el notario, por garantizar que el notario va a cumplir con su misión por encima de cualquier problema de carácter económico. El notario tiene asegurada su subsistencia con el ejercicio
de su profesión, de su actividad notarial. Entonces, el' problema que
me plantean es un problema de hecho. Tal vez, la reforma no debió
haberse presentado en los términos drásticos en que se presentó. l1
Probablemente, debió establecerse un lapso en donde se fueran eliminando esos problemas. Pero no creo que se pueda hablar de que
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hay que enterrar la profesión de abogado. QuizBs, algunos de los que
ejercían las dos actividades, pues tengan problemas, porque efectivamente con el ejercicio de las dos podían obtener un ingreso razonable para vivir decorosamente y, ahora, con una sola, se encuentren
en conflicto. Pero, pues ese problema, frente a una situación ya
dada, habrá que resolverlo en cada caso particular. Pienso yo y soy
de las personas que creo que la reforma fue un poco precipitada,
por más que mi ideal es que la función notarial se ejerza separadamente de la abogacía, pero con lo expuesto se apoya también la idea
de que esto se puede hacer y de que no es absolutamente, desde
luego, no se falta a la ética, cuando se ejercen las dos profesiones.
E.s un problema de conciencia que, en cada caso particular, cada notario podrá decidir si puede actuar en un negocio en que h a actuado
como abogado o en el que piensa actuar. Así es que no sé si esta
disgreción le satisfaga, pero es lo que yo puedo decir sobre esto.
P.-Se
insiste.
R.-No la entierra, no la pued'e enterrar. No litiga, pero eso no
quiere decir que la entierre.
P.-Se
pregunta sobre las repercusiones psicológicas del quehacer del abogado y del quehacer del notario.
R.-Es
conveniente que el notario no litige, porque repito la
repetición de actos crea hábitos, crea repercusiones psicológicas y,
pues, algo se aprende, cuando se tiene ya algunos años. Uno puede
ver un contrato, inmediatamente puede decir este contrato está realizado por un abogado, no por un notario. Pongan al margen que
esté redactado en papel de testimonio. Simpkmente tener a la vista
un contrato hecho por una persona y puede uno decir si es hecho por
un abogado, porque la mentalidad del abogado se conforma a eso.
Está acostumbrado, po'rque ejerce la profesión., a hacer la defensa
del interés de su cliente, lo cual es legítimo, perfectamente ético. No
es que se trate de una actitud, que la ética del notario sea superior
a la ética del abogado, no señor, es que son normas éticas distintas,
porque la actuación de ambos es distinta. La norma moral es la misma, pero l,a situación en que se encuentra uno y otro es distinta.
Faltaría a la ética y de hecho falta, el abogado que quisiera proteger a la contraparte, ya no digamos que se dejara cohechar como,
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desgraciadamente, se presentan esos problemas. No, el deber de él
es proteger los intereses de su cliente y por eso me parece confirmativo de lo que habíamos expuesto, lo que me acabas de decir, si
el notario debe ser cuidadoso, debe tener ese deber de fidelidad de
interp~etarla voluntad de las partes y eso, (no puedo extenderme
mucho aquí), eso trae una serie de problemas enormes en la práctica,
Uno de los grandes peligros del notario es ser manipulado por sus
clientes y, de hecho, somos manipulados, por intereses a veces de
tipo económico. Empezamos a ser complacientes porque el Banco X,
porque la sociedad fulana nos da muchos negocios y, en un momento,
nos dice oye por qué no haces esto, por qué no haces lo otro. Es difícil
mantener ese equilibrio, aún no ejerciendo la profesión de abogado.
Pues si la ejerce uno, acaba uno por perder un poco la conciencia
de esa imparcialidad, de ese equilibrio que debemos mantener entre
el orden jurídico y el interés de las partes, y entre las dos partes
que realizan el negocio jurídico.
P . - S e refiere a la dificultad del cambio de psicología, pues el
notario antes de serlo, comúnmente ha sido abogado.
R.-Es sumamente interesante la observación que haces. Claro
-trae esa. mentalidad, pero precisamente, si has tenido oportunidad de
ver la Ley del Notariado de Sonora, que no hace más que recoger
la experiencia de otras leyes, verás que, antes de ser notario, necesitas ser aspirante a notario, lo cual significa que tienes que hacer
una serie de actividades para irte adecuando al ejercicio de la profesión de notario, y hace un momento comentaba con algunos de los
compañeros, que la ley dice como condición, como requisito para ser
notario, "haber ejercido la profesión simplemente" de abogado, "tener
5 años de ejercicio profesional" dice, así dice 5 años de ejercicio
profesional. Yo pienso, que si la labor del notario es una labor preventiva, será de suma utilidad para él haber litigado, porque sabrá
los peligros a que está expuesto el negocio jurídico en el litigio. Entonces, lejos de ser un mal el que el notario provenga del abogado es
un bien. La mentalidad, efectivamente, el hábito crea cierta predisposición, pero se puede cambiar, se contrarresta, y uno no, no sé, no
hay notarios al menos en el sistema actual de la ley, por generación
espontánea, los había en las leyes anteriores, y todos los que somos
notarios ahora, desgraciadamente, somos "notarios de dedo", pero en
el futuro no será así. Para ser notario, tendrá que ser aspirante pri-
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mero, y aún cuando al aspirante no se le prohibe el ejercida de la
profesión de abogado, el contacto con la vida notarial, con el ,ejercicio
de la profesión de notario, lo irá haciendo cambiar de mentalidad hasta que llegue a adecuarse completamente a esa finalidad y pueda
cumplir plenamente con la función de notario.
P.-Se
refiere a la abundancia de notarios.
R.-Efectivamente, es lo que está haciendo en este momento el
Colegio de Notarios d,e Sonora. E n relación con la reforma, representa un retroceso. Incluso la n o m a derogada tenía sus defectos, porque el simple número de habitantes no puede servir de base de suyo
para fijar ,el número de notarios. Puede haber una población muy
abundante y un escaso movimiento, un escaso tráfico jurídico, y en
cambmio, puede haber una población no muy abundante con un intenso tráfico jurídico que justificaría la abundancia también de notarios. Pero eso, son los problemas que esos organismos, el Colegio
de Notarios de Sonora, la Asociación Nacional del Notariado, a nivel nacional, la Unión Internacional del Notariado, a nivel mundial,
están tratando de resolver. No es nada nuevo, el problema existe.
Precisamente comentaba yo hace un momento, en Buenos Aires, una
ciudad de 7 millones de habitantes, hay 2,000 notarios. En el Distrito.
Federal, hay 12 millones de habitantes y 160 notarios 12. Adecuar
esas situaciones es una de las cosas por las que debe pugnar la organización gremial y aquí incidentalmente quisi'era apuntar una de las
ventajas y de los beneficios de la organización gremial. Si esta situación se plantea a nivel individual, se hace una cena de negros,
jpor qué? Porque es lógico que se sientan afectados individualmente
los intereses, pero si se contempla a nivel gremial, entonces se verá
la conveniencia de aumentar notarios en el caso del Distrito Federal
y de reducirlos ,en el caso de la ciudad de Buenos Aires, que creo que,
incluso, no creo que se pueda reducir en Buenos Aires, porque el
sentir de los notarios argentinos es de que vi,ven bien en esa proporción de 2,000 notarios por los 7 millones de habitantes. Pero esa
inquietud sí se tiene, se tiene conciencia de eso, se tiene a nivel int,ernacional, se tiene a nivel nacional y se tiene en este momento en
el Colegio de Notarios de Sonora.
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P.-Se
señala que la existencia de categorias de notarios puede
provocar falta de estímulo.
R-T
.e
puedo contestar lo siguiente y, tal vez, t e pueda dejar
satisfecho. La función del notario es la misma realizada para decirlo así, con un ejemplo nuestro, en Hermosillo, que en un pueblo
de la sierra de Sonora. Es la misma, pero las circunstancias en que
la realiza son distintas. Entonces, no obsttante que realizan la misma
función, viven y tienen exigencias distintas en una y en otra parte.
Entonces a nivel gremial, la junta de Decanos de los Colegios Notariales de España ha estudiado el problema y ha querido que los
notarios, así sean los de las poblaciones m& humildes, tengan lo suficiente para vivir decorosamente. Esto revela el celo de la organización gremial por el decoro de sus miembros y es lógico pensar que
un notario de un pueblo de la sierra tenga menos posibi'lidades de un
ingreso abundante, que el notario de una ciudad como Ciudad Obregón, como Hermosillo. Entonces la idea de poner ese límite. Si el
notario gana más pues puede ganar más y nadie le dice nada, pero
si no alcanza ese límite, el Colegio le da para que no pase ninguna
situación apremiante, que pudiera exponerlo a no cumplir con esa
delicada función de equilibrio, de imparcialidad, a no sentir la tentación de que no puedo vivir con esto, me voy a poner a litigar. No
te vas a poner a nada, vas a cumplilr con tu función. Necesitaría
explicar mucho más cómo es la organi'zación profesional. En este
mismo aspecto, por ejemplo, te podría decir esto ¿qué pasa cuando
un notario tiene un gran volumen de escrituras? El exceso de trabajo puede hacer que la función notarial se desnaturalice, se deforme
y que la notaría se convierta realmente en una fábrica de escrituras y, entonces, el notario no cumple con su función. ¿Qué han hecho
ea España para hacer esto? El problema es de conciencia, cada
notario debe decidir qué número de escrituras puede hacer, cumpliendo plenamente con su deber. Pero, repito, ellos tienen conciencia de que es un problema personal, que difícilmente se pnede controlar, porque además es lógico. Puede ser que un notario tenga capacidad para hacer más escritura que otro, que no tiene esa capacidad. Entonces, difícilmente podría decir el Colegio: un notario no
puede autorizar más de 300 instrumentos al mes, 100, 150 o 50. ¿Qué
han hecho los notarios espaiíoles? Esto: los notarios que rebasen tal
número de escrituras deberán entregar al Colegio el 30% de los
honorarios que ganen con esas escrituras en exceso 13. Ese dinero
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entra al Colegio y sirve para la congrúa que se llama esa cantidad
que se le da a los notarios, que no alcanzan el límite, es una cantidad
que se les da, se llama la congrua. E n parte, está integrada con este
ingreso, realizado por los notarios. Entonces son muchas las implicaciones que tiene este problema. Por otro lado, y es algo que es 1Ógico que no lo capte uno bien, porque aquí en México, no solamente
en Sonora, sino en todo el país, no hay categorías de notarios. Allá
sí hay categorías de notarios l A . El notario tiene que empezar necesariamente en esos pueblos y la aspiración de un notario español de
un pueblo es llegar a las grandes ciudades, a Valencia, a Barcelona
a Madrid. Ves, entonces ya contemplado así, con todos estos detalles, pues se puede entender mejor por qué se establecen esos sistemas y naturalmente, yo no lo dije con el ánimo de que ahora o mañana lo establezcamos aquí, sino como un ideal que podemos tener
en mentt y que podemos nosotros pensar en modalidades o en crear
otros sistemas distintos que el que tiene el notariado español.
R.-La limitación económica, pues, está resuelta de esta manera
y la limitación académica no la tienen, porque el notario que va a
esos pueblos hace las mismas oposiciones que el notario que va a Madrid. Las mismas exactamente. Y tiene la esperanza de pasar a otra
población más importante y así sucesivamente hasta llegar a las
poblaciones grandes como son: Valencia, Barcelona y Madrid. De
manera que es hasta un aliciente. Si ustedes vieran a notarios que
rstán ahora en Madrid, que empezaron en los pueblos más insignificantes de España y ahora son notarios de Madrid. Pasaron muchos
trabajos, y eso va creando una conciencia profesional, que es lo que
nos falta a nosotros, que nos elijan, bueno estaba diciendo que somos
"notarios de dedo". Pues, ya los que vienen, quizás ya tengan una
mentalidad distinta a la nuestra, y quizás ellos creen un sistema que
nosotros todavía no alcanzamos a entender y que, además, tendrá
que adaptarse a las circunstancias en que vivan, porque este mundo
está cambiando. De la época en que yo fui designado a ésta, han
cambiado las cosas notablemente, no podría funcionar el notariado
como estaba antes. Tiene que cambiar y, seguramente, dentro de
unos 10 años, esta organización, que tenemos, habrá que modificarla, porque ya no responderá adecuadamente a las exigencias del momento. (Aplausos).
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Lic. Jorge Coello :
Pues con esto, caballeros, darnos por terminado nuestro primer
dia de trabajos, agradeciéndole al Licenciado U p e z Legazpi sus valiosas orientaciones y palabras y recomendándoles a todos ustedes
para que a las nueve de la noche del día de hoy, juntamente con sus
esposas nos veamos en el salón que está aquí en la parte superior
en la planta alta, para la cena variedad que ya tenemos programada.
Muchas' gracias.
* Presidente de la Delegación Ciudad Obregón, de la Barra sonorense
de Abogados.
** Se trata de los señores Licenciados Guillermo Acevedo Romero y Miguel Castro y Soto, que son los abogados más antiguos de Ciudad Obreg6n.
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N O T A S
1 D. 1. 1. 10.2 Ulpiano.
1
D.1.1.10.2 Ulpiano.
2 González Paomino, José. "Instituciones de Derecho Notarial1'. Instituto
Editorial Reuss. Madrid. 1948. T. 1. Pág. 8.
3
Op. Cit. Pág. 54.
4 Aunque, doctrinalmente, se ha discutido si la condición de profesional
del derecho es esencial al notariado, todos están de acuerdo en que, de hecho
y de derecho, el notario de nuestros días tiene que ser profesional de derecho.
Así lo admite, el mismo González Palomino (Op. Cit. T. 1. Pág. 24 que no acepta, como característica esencial del notariado latino, el que el notario deba ser
profesional del derecho. E n l a página 58, de l a obra citada, dice: "Esta segunda
manera del quehacer del Notario, (se refiere a "contribuir a l a formación y
afirmación de la voluntad de los otorgantes") aunque la ejerza el Notario por
ser Notario y para actuar como Notario eficiente, no forma parte del quehacer
del Notario como Notario. Sin esta actividad no sería posible el ejercicio de
l a función tal y como la ejercemos, ni habría nacido l a aureola de prestigio y
de respeto de que el Notariado goza, ni tendría el instrumento su rango moral
ni su eficacia práctica. Más todavía; si hay algo que caracterice la creación
debida a la Ley orgánica, es la calidad jurídica del Notario. Pues con todo
ello y lo demás que puede añadirse, insisto, frente al frente cerrado de mis colegas, en que no es función del Notario". Se puede ver, en contra, la opinión
de Manuel De la Cámara expuesta en varias ocasiones, pero, muy concisa y
brillantemente, en su estupendo trabajo "El Notario Latino y su Función" (que
fue galardonado con el Primer Premio Internacional, instituído en Argentina
para conmemorar el 750. aniversario de la Revista del Notariado de ese país),
publicado en "Revista de Derecho Notarial". Colegios Notariales de España.
Junta de Decanos. Madrid. No. LXXVI. Abril-Junio 1972. Después de afirmar
en el texto, pág. 146: "3a. Aún referida a 12 autenticación de hechos, el Notario
latino actúa como jurista. De nosotros se ha dicho (78) que somos los herederos
de los jurisconsultos romanos, y que en nuestras manos está buena parte de la
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jurisprudencia cautelar (cavere) y no pequeña parte de l a otra, respondere (79) "
De l a Cámara responde concretamente a González Palomino en las notas, por
lo que no resistimos l a tentación de reproducirlas textualmente: "(78) Cfr.
GONZALEZ PALOMINO: Negocio jurídico y documento, página 28. (79) Lo
cual no le impide sostener, a l propio tiempo, que el cavere y el respondere no
constituyen actividad sustancial sino del Notario como jurista, condición que
puede faltar en el Notario, y que de hecho ha faltado a lo largo de la Historia.
Realmente, no merece l a pena invocar el cavere y el respondere para llegar, en
última instancia, a la desoladora conclusión de que el Notario (latino) puede
ser jurídicamente un analfabeto. El que esto haya sido así en lo que PONDE
llama "fase de declinación del Notariado" sólo prueba que durante esa fase,
y por razones de muy variada índole, el Notariado latino, cuyos perfiles se
concretan definitivamente a partir de la Escuela de Bolonia, fue víctima de una
serie de corruptelas que lo desnaturalizaron. La Ley de 1862, en España, volvió
a poner las cosas en orden. A mi juicio, por el contrario, l a actividad del Notario como jurista es consustancial a su función. Cuando de hecho no lo es,
nos encontramos ante un Notariado mutilado y capitidisminuido, que funcional
y socialiiiente no se diferencia demasiado del Notariado anglosajón".
Conviene hacer notar que González Palomino escribe en 1948 y De la
Cámara en 1972, es decir, casi veinticinco años después.
5 Definición de "pactio", de Ulpiano. D.2.14.1.
6 González Palomino, J. Op. Cit. Pág. 54. Respecto del problema de si el
notario se encuentra realmente frente a un simple "trato", o frente a un contrato verdadero, puede verse a De la Cámara. Op. Cit. pág. 184.
7 Rodríguez Adrados, Antonio. "Formación del instrumento Público, Validez, Eficacia y libre circulación del Negocio Jurídico así Documentado, incluso
en las Relaciones de Derecho Internacional Privado". Ponencia presentada al XIV
Congreso Internacional del Notariado Latino (Guatemala, C.A. 1977). Junta
de Decanos de los Colegios Notariales de España. 1977. Pág. 17. Dice: "auto& z w es, en efecto, hacerse autor, asumir la paternidad del documento, lo que
tiene lugar al tiempo de surgir el documento a la vida jurídica, o al menos
(elevación a escritura pública de documento privado) al tiempo de nacer como
tal documento público;. . ."
8 Ver González Palomino, J. Op. Cit. Págs. 50-51.
9 Muy luminosa resulta la lectura de las ideas expuestas por González
Palomino sobre el quehacer del notario y del abogado. Op. Cit. Pág. 128 y siguientes.
10 Costa, Joaquín. "Reorganización del Notariado, del Registro de la Propiedad y de la Administración de Justicia". Obras completas. Vol. XIII. Madrid.
Biblioteca Costa. 1917. Pág. 205.
11 Se alude a la reforma de algunas disposiciones de la Ley del Notariado del Estado de Sonora, que se publicó en el Boletín Oficial de 10 de Di-
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ciembre de 1977, entre las cuales, se encuentra l a que establece definitivamente
para el notario, la prohibición de ejercer l a profesión de abogado.
12 Las cifras que se proporcionan no son exactas, sino aproximadas, dan,
sin embargo, una idea bastante clara del problema.
13 El sistema no es exactamente ese, en España. E n realidad, lo que se
hace es establecer una cuota creciente, para la mutualidad, en la medida en
que los notarios protocolicen más folios, de manera que los que protocolizan
más folios pagan más. (Art. 30. Mutualidad). (Legislación Notarial. Junta de
Decanos de los Colegios Notariales de España. Madrid. 1971. Págs. 277-78).
14 Legislación Notarial. Junta de Decanos de los Colegios Notariales de
España. Madrid. 1971. Decreto de 29 de Abril de 1955, por el que se aprueba
el Estatuto de la Mutualidad Notarial. Pág. 332. Art. 12 y siguientes.
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