NUEVOS PLANTEAMIENTOS EN EL DISEÑO DE LOS PROGRAMAS DE LENGUA ESPAÑOLA EN LA EXPERIENCIA PILOTO DE LA TITULACIÓN DE HUMANIDADES EN LA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS DE LA UNIVERSIDAD DE CÁDIZ Nuria Campos Carrasco Área de Lengua Española Universidad de Cádiz Este documento describe el planteamiento de una experiencia docente relacionada con la asignatura de “Introducción a la Lengua Española”, de carácter troncal, ubicada en el primer curso de la titulación de Humanidades1. Se trata de un proyecto cuyo objetivo consiste no solamente en introducir nuevas técnicas docentes que faciliten el desarrollo del aprendizaje significativo de los estudiantes, sino que también se vincula con la necesidad de dotar los contenidos de la materia de una nueva dimensión relacionada con las necesidades formativas que se plantean como resultado de la implantación progresiva de los acuerdos de Bolonia. El objetivo es generar nuevos esquemas de trabajo y de contenidos que se adecuen de una forma más real al qué y al cómo del aprendizaje que debe acompañar el paso de los estudiantes por la enseñanza de grado de Humanidades.2 PLANTEAMIENTOS INICIALES El cambio de contenidos y de metodología de la enseñanza que se deriva del concepto de Universidad emergente en nuestros días debe tomarse, en el caso de la asignatura que nos ocupa, como resultado de la evolución desde una forma tradicional de entender la enseñanza de la lengua española desde una perspectiva filológica hacia planteamientos que tratan de relacionar los contenidos y la forma de transmitirlos con la formación multidisciplinar del estudiante y con la capacitación laboral que se le supone al finalizar sus estudios de grado. Este nuevo concepto de la Universidad y de los modelos de docencia que deben desarrollarse en ella sustituye la tradicional transmisión de conocimientos por el concepto de “reconstrucción del conocimiento”, basado en la necesidad de capacitar al estudiante no para asimilar información 1 Dicha experiencia se enmarca dentro de la Experiencia Piloto de la titulación de Humanidades de la Facult. De Filos. Y …. Que comienza a implantarse en el año 2003 dentro de la convocatoria de la Junta de Andalucía para la aplicación del crédito europeo en el contexto del Espacio Europeo de Educación Superior. 2 El proyecto que aquí presentamos está siendo paulatinamente aplicado en el desarrollo de la docencia de la asignatura desde el curso 2005-06. 1 que puede obtener desde diversas fuentes sino para “provocar la reconstrucción crítica de la misma y su organización racional de modo que sea útil para comprender la complejidad de la realidad y para intervenir personal y profesionalmente sobre la misma” (cfr., CIDUA (2005: 23)). Dicho de otro modo, se trata de poder establecer una relación directa entre lo que el alumno debe aprender en sus estudios y lo que debe ser capaz de hacer una vez finalizados los mismos. 1. ¿Qué enseñamos? En el caso de la asignatura “Introducción a la lengua española”, el enfoque tradicional de los contenidos suponía que el estudiante debía poder adquirir nociones superficiales sobre los cuatro ámbitos de contenido en que la tradición gramatical española había dividido el estudio del español, o sea, fonética y fonología, morfología, sintaxis y semántica. Esta perspectiva se desligaba de las circunstancias reales de los estudiantes a su llegada a la Universidad y de la necesidad de integrar los contenidos de las diferentes materias en un enfoque multidisciplinar tan definitorio de la titulación de Humanidades. La puesta en marcha de la titulación en el año 2004 unida a la reforma de las Enseñanzas Medias demostró que las necesidades de los estudiantes que accedían al sistema universitario español en general y a la especialidad de Humanidades en particular eran otras muy diferentes: su acercamiento a la lengua española debía perfilarse más como un adiestramiento que como un análisis científico. Las carencias idiomáticas que los alumnos demostraban hacían intuir que una asignatura como “Introducción a la Lengua Española” podía y debía plantearse desde perspectivas mucho más ligadas al resto de las materias a las que el alumno debía enfrentarse durante su vida académica, así como a las habilidades que debía poder desarrollar en las mismas. La perspectiva pasaba, pues, por contemplar la posibilidad de enseñar un correcto uso del español a los estudiantes, al mismo tiempo que se profundizaba en el análisis de la lengua. Desde esta nueva perspectiva la pregunta de qué enseñar se resuelve en una propuesta basada en el análisis crítico de los tipos de textos (orales y escritos) más utilizados en español. En este sentido, los tipos que se perfilan como de mayor utilidad son: textos descriptivos, narrativos, expositivos (sintéticos o analíticos), argumentativos e instructivos. 2. ¿Cómo lo enseñamos? Dentro de cada uno de los cuatro bloques lingüísticos tradicionales (morfología, sintaxis, semántica y fonética-fonología), el estudiante seguía un esquema de trabajo marcado por dos fases: a. Fase teórica. En estos primeros momentos del aprendizaje se desarrollaban en el aula los contenidos teóricos que más tarde iban a servir para dar paso a la fase práctica. Entre ellos, 2 destacaban la asimilación de las unidades básicas del análisis en cada uno de los cuatro campos de conocimiento citados y la revisión de las posibilidades de combinatoria de cada tipo de unidades. En términos estructuralistas, el estudio se planteaba desde una doble perspectiva paradigmática y sintagmática esto aplicado, como decimos, a los cuatro niveles del análisis señalados. b. Fase práctica. Una vez vistos los presupuestos básicos asociados a la disciplina, la asignatura derivaba en una aplicación práctica que consistía en el análisis de textos propuestos por el profesor desde las diferentes perspectivas que suponían el análisis fonético-fonológico, morfológico, semántico y sintáctico de textos. En este modelo tradicional de distribución de contenidos y fórmulas de trabajo se identifican sin demasiado esfuerzo una serie de dificultades importantes: 1. Dada la duración temporal limitada de la asignatura (9 créditos, valorados en unas 225 horas de trabajo totales por parte del estudiante), la aproximación a los cuatro ámbitos del análisis planteados como espina dorsal teórica del programa no podía dejar de ser eso, una aproximación extremadamente superficial. 2. Resultaba difícil para el docente establecer una relación real entre los contenidos que se proponían al alumno y la capacitación laboral que debía suponérsele al término de sus estudios de Licenciatura. 3. La dimensión práctica tampoco suscitaba un mayor interés entre los estudiantes, que observaban en ella una aplicación desligada casi por completo del concepto de utilidad. 4. Las posibilidades de evaluación en este tipo de aprendizaje se limitaban a la realización por parte del alumno de exámenes teóricos unidos, en el mejor de los casos, a un seguimiento en el aula de la manera en que se llevaban a cabo las aplicaciones prácticas. 5. Desde el punto de vista del profesor, los contenidos planteados no se mostraban flexibles para adaptarlos a los niveles de partida de los estudiantes que conformaban los grupos, ya que el esquema de trabajo unidades + combinatoria debía repetirse por igual en las cuatro perspectivas planteadas para lograr así alcanzar el objetivo final: que el estudiante adquiriese una visión global de los diferentes tipos de unidades y niveles del análisis aplicados a la descripción de la lengua española. 6. De la misma forma, el docente se enfrentaba a la dificultad añadida de decidir qué unidades y combinatorias debían ser llevadas al aula en cada nivel (de todos es sabido que en el ámbito de la lingüística aplicada son múltiples las perspectivas e incluso los tipos de unidades de análisis que las distintas corrientes e incluso autores aplican al análisis del español). 3 En definitiva, nos encontramos ante un modelo con carencias importantes desde el punto de vista de los contenidos y de la forma en que estos contenidos se desarrollaban en el aula. 3 En su lugar, la propuesta que exponemos diferencia dos fases de apredizaje, según las competencias que el alumno desarrolla: A. Fase de reconocimiento. En ella los estudiantes aprenden a reconocer los rasgos estructurales fundamentales de los diferentes tipos de textos propuestos. Este reconocimiento se lleva a cabo evitando en todo momento las clases meramente teóricas y sustituyéndolas por un aprendizaje inductivo a partir de casos prácticos. En cada tipo de texto los rasgos que el alumno debe poder diferenciar se relacionan con la coherencia y la cohesión textuales. En este sentido, el aprendizaje puede adaptarse al grupo (el nivel de profundidad en el reconocimiento de estos rasgos vendrá determinado por el mayor o menor conocimiento previo que el los estudiantes posean con respecto a los mecanismos y las unidades textuales). B. Fase de aplicación. En este segundo momento del aprendizaje los alumnos llevan a la práctica los rasgos identificados en los textos anteriormente analizados. Se trata de crear textos ubicables en los diferentes tipos. En este punto es importante destacar que las dos fases del aprendizaje descritas se llevarán a cabo combinando el uso de textos orales y escritos. 3. ¿A quién se lo enseñamos? La selección de contenidos y de metodología de enseñanza tradicionales dejaba fuera al que debe ser agente fundamental en el proceso de aprendizaje: el alumno. Sus posibles expectativas y la utilidad práctica real de la enseñanza no se contaban entre los factores determinantes a la hora de establecer la configuración del programa. Las repercusiones de esta fórmula unidireccional (el profesor diseña los contenidos, los transmite y los evalúa con pruebas objetivas) se traducían en la mayoría de los casos en un papel pasivo del estudiante en el aula. Desde esta perspectiva, la asignatura “Introducción a la Lengua Española” era vista por los estudiantes simplemente como una materia incluida en el itinerario curricular que planteaba la Licenciatura. 3 Este enfoque metodológico se enmarca dentro de las tendencias generales de modelos de docencia universitaria descritos en el Informe sobre innovación de la docencia en las universidades andaluzas que la CIDUA publica en abril de 2005 y que se copone de tres aspectos: lección o explicación unidireccional del docente, toma de apuntes por parte de los alumnos y reproducción del conocimiento en exámenes fundamentalmente memorísticos (cfr., CIDUA (2005: 22)). 4 El cambio de contenidos y de enfoque en el aula debe estar condicionado de forma directa por el tipo de alumnado que va a asistir a las clases. Los alumnos de esta especialidad se distribuyen en dos grupos fundamentales: estudiantes procedentes de bachillerato y trabajadores en activo que ya han cursado otras titulaciones universitarias. En ambos grupos se detectan carencias importantes en el uso del español que van a condicionar su forma de acometer el aprendizaje universitario en las diferentes materias y su posterior desarrollo profesional. La forma de proyectar la asignatura debe tratar de reducir estas carencias al mismo tiempo que introduce contenidos lingüísticos novedosos para los estudiantes. 4. ¿Por qué se lo enseñamos? El que hemos denominado en esta exposición “método tradicional” se escudaba en justificaciones academicistas para sustentar la selección y la presentación de contenidos detallada: dado que la descripción del español se había abordado tradicionalmente desde los cuatro niveles del análisis descritos, era desde ellos desde donde los estudiantes debían acceder al conocimiento interno de la lengua. Sin embargo, el por qué debe explicarse desde el grado de utilidad que los nuevos contenidos aporten a la formación integral de los estudiantes. La tipología textual propuesta en el modelo que presentamos cumple, al menos, un triple objetivo: a) contribuye al adiestramiento de los alumnos en la producción y en la recepción de textos orales y escritos; b) alimenta la interdisciplinariedad necesaria en una titulación de estas características y c) contribuye a afianzar el concepto de “cultura científica” como eje fundamental del nuevo perfil que debe exigirse al titulado en Humanidades. En este sentido Concha Sanz Miguel señala que: “La comprensión global de textos divulgativos, la capacidad para reflexionar sobre su contenido y opinar sobre la aceptabilidad de los mismos apoyándose en argumentos científicos son competenicas fundamentales que habilitan para participar en los debates de la sociedad en torno a los grandes problemas que la afectan, permiten formular o interpretar políticas públicas y tomar decisiones puntuales que deben tenerlas en cuenta. Esas actuaciones no son tarea de científicos, sino de otras instancias sociales en las que los mediadores sociales que son los gestores culturales deberían ocupar lugares estratégicos. La formación integral del titulado en Humanidades tendría que prepararle especialmente para integrarse en equipos multidisciplinares responsables de la resolución de problemas socioculturales complejos”.4 EL DISEÑO DEL APRENDIZAJE 4 Sanz Miguel C. (2006), La nueva titulación de Humanidades. Una propuesta para el debate. 5 La respuesta a las cuestiones planteadas nos lleva a proponer un diseño del aprendizaje basado en tres puntos: 1. Diagnóstico de la situación de aprendizaje del individuo. Este diagnóstico ayudará a adecuar los contenidos propuestos a las posibilidades reales de asimilación del grupo. Si la situación de aprendizaje de que se parte no coincide con el nivel de partida exigible en los contenidos programados, se frustrarán las expectativas de los estudiantes con el consiguiente fracaso de aprendizaje. 2. Adecuación de los programas a las necesidades reales del grupo de alumnos. Este punto se concreta respondiendo a la pregunta de qué necesidades pueden resolverse mediante la docencia en el aula. Las carencias manifestadas en el diagnóstico de la situación de aprendizaje se convertirán en necesidades que condicionarán el ritmo y la profundidad de la asimilación de los nuevos contenidos conceptuales, procedimentales y actitudinales. 3. Fomento en el aula de la implicación del alumno y su intervención activa en la asimilación del conocimiento. Para concretar esta participación llevaremos a la práctica la máxima de “Aprender haciendo” (CIDUA (2005: 26)). PROPUESTA METODOLÓGICA Como esbozábamos al responder a la pregunta de cómo enseñar, el diseño de la asignatura que aquí se propone contiene dos tres fases diferenciadas: 1. Fase de reconocimiento. En esta fase la labor del profesor comprende: 1.1. Diagnóstico de la situación de aprendizaje. Puede llevarse a cabo mediante la realización por parte de los alumnos de pruebas iniciales de expresión y comprensión textuales. 1.2. Determinación de los tipos de texto que van a ser analizados en el aula y selección de casos prácticos en función del diagnóstico realizado. En la selección de los textos que van a ser analizados en el aula, el profesor debe prestar una atención especial al resto de las materias que los estudiantes cursan de forma paralela a “Introducción a la Lengua Española”, así como a la actualidad social y política española. De esta forma se contribuye a fomentar la transversalidad. 1.3. El análisis crítico de cada tipo de textos se regirá por un mismo esquema de actuación: 6 1.3.1. Los estudiantes recibirán en el aula un texto propuesto y un cuestionario anexo que será resuelto tomando el texto como referente. Dicho cuestionario tendrá como objetivo que el estudiante centre su atención en elementos de coherencia y cohesión textuales y en la estructura general del texto. La resolución del cuestionario se llevará a cabo fuera del aula y utilizando para ello la bibliografía general indicada por el profesor en el programa. En este sentido, resulta muy aconsejable presentar la bibliografía en un bloque general (gramáticas, diccionarios, etc.) y dividir la específica según los tipos textuales. 1.3.2. Los cuestionarios serán resueltos en el aula y el profesor utilizará las respuestas dadas por los estudiantes para completar la explicación sobre los elementos que componen el tipo de texto en cuestión. Una vez finalizada la explicación es posible entregar a los alumnos otro texto de la misma índole analizado de forma gráficamente visible (esquemas, análisis arbóreos, etc.). 2. Fase de aplicación. 2.1. Una vez completada la primera fase, el profesor solicitará a los estudiantes que compongan un texto que atienda a los rasgos señalados en los tipos de textos analizados en la fase anterior. Para ello, les pedirá que elaboren fuera del aula un esquema de trabajo que les ayude a redactar el texto definitivo ya en el aula. La redacción del texto tendrá limitaciones temporales y de extensión. La duración aconsejada para la elaboración individual del texto es de una clase de una hora. Al final de la misma el profesor recogerá los textos. 2.2. En una segunda sesión, el profesor repartirá los textos de forma aleatoria entre los estudiantes cumpliéndose siempre la premisa de que el autor de un texto nunca recibirá el texto que elaboró. Una vez repartidos los textos, el profesor pedirá a los alumnos que lleven a cabo una corrección preliminar. Para ello, les entregará una ficha de corrección en la que aparecerán detallados los aspectos a los que los alumnos deben atender. El tiempo de realización de esta parte será de una clase de una hora. 2.3. El profesor recogerá los textos y llevará a cabo dos correcciones diferentes: por una parte, corregirá la producción de cada estudiante. Por otra, corregirá la ficha de corrección que cada estudiante ha rellenado con respecto a otro texto diferente del suyo. 2.4. El profesor repartirá los textos y las fichas corregidos en el aula y comentará con los estudiantes los errores más comunes en ambas. 3. Fase de evaluación. La evaluación sobre lo aprendido en la primera fase puede llevarse a cabo de la misma forma que el propio aprendizaje: mediante el análisis de textos propuestos por el profesor. En la segunda parte, la evaluación será progresiva y vendrá determinada por el 7 desarrollo de habilidades en la producción de los distintos tipos de textos y en la corrección de los textos ajenos. En definitiva, la propuesta que aquí planteamos trata de adaptar los contenidos y la metodología de trabajo en el aula a las circunstancias reales de unos estudiantes cada vez más preocupados por la dimensión práctica y por la interrelación de las disciplinas a las que acceden. El valor de utilidad adquiere así un protagonismo mayor en detrimento de perspectivas academicistas ciertamente trasnochadas. 8