LA INFLUENCIA DEL MERCANTILISMO ESPA15ÍOL EN LA VIDA ECONÓMICA DE AMÉRICA LATINA: UN INTENTO DE INTERPRETACIÓN I^opoldo Solís M. (México) El economista preocupado por los problemas del desarrollo económico debe tratar de evitar !a valoración incoirecta de hechos que parecen tener importancia mayor que la de desviaciones temporales de una tendencia dominante. Siendo el desarrollo económico un proceso de muy largo plazo, quizá sea en este campo, más que en ningún otro, donde al economista le rendirá mayores frutos una adecuada perspectiva histórica. Asimismo, éste parece ser un eiercicio útil para evadir el peligro subyacente en el planteamiento de hipótesis establecidas sobre bases un tanto intuitivas (a que nos orilla la ausencia de información estadística apropiada) que conducen a enfrascarse en el examen de la consistencia lógica de ciertas deducciones e inferencias sucesivas que, con frecuencia, acaban por perder todo contacto con la realidad impícrante, no tienen significado alguno como base para la formulación de política económica^ y terminan por ser estériles ejercicios de abstracción. Expresado en términos del argot profesional, donde la productividad marginal del trabajo es igual a cero. Aun admitiendo la utilidad de una clara visión retrospectiva, uno se puede preguntar si vale la i>ena dar a conocer los resultados de la incursión ee un campo al que se es extraño. Después de todo, al publicar un trabajo de esta índole oao corre el riesgo de parecer poco serio. Empero, puede ser que alguien no profesional de la historia económica pueda tener menos prejuicios al interpretar hechos en que el material histórico es bien conocido y la disponibilidad de estadísticas es relativamente abundante, y examine la información sin las inhibiciones de quienes están familiarizados con la literatura correspondiente, y quien proviniendo de otra disciplina, aplique un enfoque novedoso a hechos que han sido examinados con métodos distintos. El objeto de este trabajo consiste en aprovechar la información existente sobre la época mercantilista lo cual proporciona, además, la oportunidad de examinar un cuerpo de doctrina respecto al desarrollo económico y apreciar su influencia en la política económica, y también para hacer inferencias respecto a algunos de los factores que influyeron para que la mayoría de los países de la América Latina hayan iniciado tarde su proceso de crecimiento económico. Por otra parte, como se verá posteriorm.ente^ este ejercicio permite localizar el origen de algunos de los obstáculos actuales al crecimiento económico de los países de la región. 2CMI LA INFLUENCIA DEL MERC.%NTIL£SMO ESPAÑOL LA POLíTICA ECONóMICA 201 B.IEaGANTIX,ISTA Cualquier intento de sintetizar los escritos de los mercantilistas en un sistema teórico de características comunes^ adolece del defecto de ignorar voluntariamente las diferencias considerables que existieron entre los distintos autores mercantilistas de países diferentes y periodos diversos. Así, aunque algún autor ha hablado de sistemas mercantilistas nacionales^ cada uno con su propia inclinación, por ejemplo, el alemán que hacía hincapié en la influencia de la población; el francés, con su carácter industrial; y el inglés, con características comerciales muy pronunciadas, para nuestros fines es conveniente concretar el "modelo" mercantilista en un conjunto único homogéneo y consistente. Una presentación sintética del mercantilismo, destacando sus aspectos de desarrollo económico, nos diría lo siguiente: el ingreso nacional es una función de la fueraa de trabajo j de las cantidades disponibles de capital y de dinero. La cantidad de capital es, a su vez, función de la omtidad de dinero y por lo tanto sendas variables están interrelacionadas. En vista de que los escritos de los mercantilistas expresaban siempre una política dirigida a fortalecer al Estado, tememos que consideraban a la política gubernamental destinada a fomentar la formación de capital, como una influencia determinante ■—-además de la cantidad de dinero— de la cantidad de capital. En esa época se carecía de una teoría de la inversión que la determiiiaia como la consecuencia de incentivos de tipo económico y, por lo tanto, se suponía que quedaba sujeta a decisiones de carácter político: subsidios, estímulos, etc. Del mismo modo, un aumento en los medios de pago influía sobre la inversión y la formación de capitales y de ahí su deseo de mantener un superávit en el comercio exterior. Después de todo, un aumento en la cantidad de dinero estimula la inversión por sus efectos a la baja en la tasa de interés o a través de utilidades mayores como resultado de aumento en las transacciones y los precios; ambas hipótesis tienen adherentes contemporáneos que utilizan instrumental analítico moderno^ pero que encuentran antecedentes en autores mercantilistas como Josiah Child y John Law.^ El mercantilismo español se caracterizó por el énfasis en la acumulación de oro y plata. Gonnard califica su doctrina como defensiva y acumuladora. Autores mercantilistas españoles como Ortiz y Olivares., preocupados porque no saliera el oro, relegaron a un segundo plano las otras características del pensamiento y polítiai mercantilistas. No cabe duda de que el ingreso de oro y plata de origen americano, especialmente en los siglos x\'i y xvn, expli^ por qué los políticos que abrevaron en el mercan1 Aunqnc el argumento de una balanza comercial favc^ble también se apoj-aba por log efectos OH el empleo. Jacob Viner cita a Stackej- que adelantó este argumento en 15B8. 202 EL TRIMESTRE ECONÓMICO tilismo español procuraban atesorar oro y plata." Revisemos en qué consistieron las medidas dirigidas en esa dirección. La protección de los metales preciosos como concepto de política económica antecede, en realidad, al descubrimiento de América. Alfonso X prohibió, en 1268, la exportación del oro y la plata, y Enrique IV^ en 1.471, en un intento de evitar que se violara esa medida, estableció la pena de muerte como castigo a los infractores de la ley. Los reyes católicos la modificaron en 1480 tratando de forzar su cumplimiento; sostuvieron la pena de muerte pero, en esa ocasión, para ser aplicada hasta la segunda ofensa. A través de los siglos xvi y xvn, se continuó legislando para evitar la exportación de los metales preciosos que, uno puede imaginarse, eran constantemente acarreados, en forma ilegal, fuera del país. Por ejemplo, durante el reinado de Felipe IV, en el año 1628, el castigo adoptado para los individuos ocupados en este contrabando, bien que actuaran como intermediarios o lo recibieran, era el de ser quemados, confiscados sus bienes y considerados sus descendientes inelegibles para ciertos puestos y beneficios. Dicho sea de paso, entre los cinco reinos no existía libertad de transportar oro y plata de unos a otros. Con un significado distinto, desde el punto de vista de los efectos en el nivel interno de ocupación, pero con el mismo sentido de evitar pérdidas de metales preciosos, los reyes católicos establecieron un estatuto de empleo en 1491 donde se señalaba que todos los extranjeros que importaban bienes por Vizcaya, o que los movían de Navarra a Castilla, debían dar fianza a través de un natural, quien exportaría mercancías castellanas por un valor igual en un lapso de 12 meses. En 1632 el estatuto de empleo se amplió estableciendo un pago adicional a las importaciones, en todos los puertos castellanos de entrada. Finalmente, otras medidas adoptadas para asegurar una balanza comercial favorable consistieron en prácticas discriminatorias contra barcos que navegaran bajo otra bandera, para evitar el pago al exterior de los costos de transporte; prohibiciones de cargar en embarcaciones extranjeras cuando existían naves nativas disponibles, y prohibición de su venta, regalo o hipoteca a extranjeros. A los barcos propios también les fueron concedidos subsidios. Entre las medidas que también se proponían estimular la industria interna, cabe destacar las dirigidas a importar materias primas, y exp>ortar manufacturas, así como otros intentos de alterar la estructura del comercio 2 Bajo el reinado de los Habsburgo, Espafia era ona federación de cinco teinos, Aragón, Cataluña, Navarra, Valencia y Castilla. Esta última,, a finales del siglo xvi tenía más del 75 % del territorio y 85 % de la población peninsular. Cada reino gozaba de autonomía y contaba con su propio parlamento, constitución y sistema monetario y aduanero. Fue durante el acceso de los reyes católicos que la España moderna fue establecida con la unión de Castilla y Aragón y la conquista de Óranada. Un sistema mercantilista nació, durante su reinado, que destacó también aspectos tales como mcjor saíabrídad, estímulo al comercio y a la industria, gastos en obras públicas, meioras en la administración pública y, sobre todo, estabilidad poütifa. LA INFLUENCIA DEL MERCANTILISMO ESPAÑOL 201 exterior y evitar exportar productos no elaborados e importar bienes manufacturados. De las medidas descritas se deducen dos aspectos principales de la política mercantilista española en los siglos xv, xvi y xvri: medidas para evitar los envíos al exterior de oro y plata —-en so mayor parte sin éxito— con objeto de ampliar la base monetaria con las importaciones de América; y medidas para obtener un saldo comercial favorable. Estas últimas tendrían su campo de acción directo en el comercio de la metrópoli con las colonias. MEDIDAS ECONóMICAS PARA AMéRICA LATINA Y Sü APL.ICACIóN Las medidas dirigidas especialmente a las colonias se concentraron en fomentar la extracción de minerales y asegurar su envío a España. Se extendieron garantías sobre la seguridad de los derechos de reclamos; las herramientas utilizadas en esos fines se declararon exentas de garantizar deudas privadas y se aseguró el uso de los indios para estos trabajos. Las zonas mineras eran vigiladas y consideradas con cuidado especial. Para evitar fugas de metales preciosos se adoptaron algunas medidas, entre otras se puede citar la exclusión de extranjeros que se implantó por decreto real. Basados en el deseo de evitar filtraciones, frente a las dificultades de hacer efectivo el control se aplicaron medidas destinadas a limitar la libertad de comercio, para canalizarlo todo en una sola dirección que facilitara su vigilancia. Asi el comercio entre las colonias fue restringido severamente. Esto aconteció en el intercambio comercial entre el Perú y Buenos Aires porque el oro y la plata del primero se f>odrían perder en este ultimo, e igual cosa pasó entre la Nueva España y Filipinas, el Perú y Filipinas y el Perú y la Nueva España. El comercio entre España y las colonias a partir de la mitad del siglo XVI se efectuaba a base de movimientos en convoy, por razones de seguridad. La irregularidad de los viajes hacía que los precios de las mercancías europeas en Hispanoamérica fueran altos y su número escaso. A las colonias les era permitido m.anufacturar bienes para uso interno exclusivamente; bajo esas condiciones se establecieron factorías de arirículos de lana y seda^ aunque su comercio intercolonial fue también reprimido. El establecimiento de una factoría requería licencia del Consejo de Indias, establecido para evitar la explotación de los indios y el que^ posiblemente, también fue on instrumento para evitarle competencia a la metrópoli. Aun cuando existía prohibición para plantar \dñedoSy en la práctica la medida no se aplicó con rigor, asi que algunos prosp)eraron y Felipe II los legalizó en 1595, estableciendo un impuesto del 2 % sobre el vino. Al igual que en otros casos la exportación de vino fue prohibida. L¿s órganos administrativos de control mantenían cierta unidad de 204 EL TRIMESTRE ECONÓMICO criterio y acción gracias a los informes, nombramientos de funcionarios, inspecciones, etc., que los mantenían en contacto con las colonias. Sin embargo, debido al deficiente sistema de com.unícaciones un alto grado de autonomía quedaba en manos de los funcionarios coloniales. La administración pública en la América Latina reflejaba al soberano reinante en Europa; así el centralismo de Carlos V y Felipe II y la unión de España y Portugal tuvieron gran influencia en las colonias. La decadencia de sus sucesoreSj así como el advenimiento de los Borbones a principios del siglo xvín, se dejó sentir en la administración de las colonias^ con una marcada influencia francesa. El mayor poder absoluto adquirido por la Corona en Europa previno el advenimiento de un régimen feudal colonial más intenso, pese a que el tamaño del latifundio, tierra obtenida por concesión real, era descomunal.^ Ahí tienen su origen, sin embargo, muchos de los problemas de la tenencia de la tierra que contemplamos en nuestros días. Al principiar la colonización, las potencias americanas fueron anexadas a España en forma semejante a como lo estaban los reinos de la península Ibérica. La unión era con la Corona Castellana y no de onos con otros. Las colonias fueron tratadas con políticas dirigidas a su incorporación a los reinos castellanos. El Consejo de Indias y la Casa de Contratación fueron creados como parte de este esquema. El sistema impositivo así creado, se administraba por un mecanismo burocrático de gran tamaño^ y con fuerte influencia de carácter político. Un complejo de instrucciones, informes, inspecciones, juicios de residencia, cambios frecuentes de funcionarios aprobados o nombrados directamente por el Rey, facilitaba a la Corona el control del pesado aparato burocrático. Pero la distancia, el favoritismo en su expresión más amplia, y la corrupción administrativa impedían el funcionamiento de una administración pública eficiente. En tiempos de la hegemonía austriacaj la Corona se preocupó por los aspectos de catequización de la colonización y en esta época aparecieron las Leyes de Indias (1680). A su vezj en el siglo XVTH, el cambio de los austríacos a los Borbones afectó la administración de las colonias; la vieja organización de varios reinos adheridos a la Corona se sustituyó por el concepto de una metrópoli central con posesiones o colonias dependientes, todo ello en un movimiento hacia una mayor centralización. El Consejo de Indias perdió muchas de sus funciones que pasaron a ser administradas por ministros del Rey, teniendo entre otros resultados el de provocar una reforma para aumentar * Conforme el absolutismo real ganaba terreno en la península, y la decadencia económica española ge le aparejaba, en Inglaterra cobraba fuerza el régimen parlamentario junto con el crecimiento económico. Ambos procesos dejarían su huella en el posterior desarrollo de las respectivas colonias y determinarían, en no poco grado, su comportaraierato como países independientes. LA INFLUENCIA DFX MERCANTILISMO ESPAÑOL 20S la carga fiscal. El ejército fue fortalecido^ lo que afectó las remisiones coloniales. Empero, los privilegios de la Iglesia permanecieron inmutables; fue tal el caso del diezmo. EFECTOS DE LAS POLíTICAS EN AMERICA LATINA Hemos visto dos tipos de medidas de política económica que interesan para nuestros propósitos^ unas se refieren a la acumulación de metales monetarios, las otras a la protección de las industrias españolas; ambas tienen relación entre si. Earl Hamilton lia apuntado que las limitaciones al comercio intercolonial, limitación de tonelaíe, aranceles excesivos y prohibiciones absolutas periudicaron el desarrollo económico de la América Latina. Para no ir más lejos, la prohibición de comercio entre el Perú y la Argentina retrasó el desarrollo económico del Río de la Plata, una de las regiones más fértiles del orbe. Los efectos, sin embargo, parecen tener un carácter mucho más general. Los recursos productivos, humanos y de capital, se dirigieron principalmente hacia ia producción de oro y plata, desatendiéndose otros campos de la actividad económica. El énfasis en la extracción de minerales preciosos centró la atención en una actividad, una de cuyas características principales es la de explotar un recurso natural no renovable^ y que una vez exhausto, obstaculizaría seriamente el crecimiento económico posterior. Ello se debió al hecho de que los mercantilistas estaban interesados en la balanza de pagos en el sentido de un saldo neto favorable de obligaciones inmediatas, es decir, en que la corriente de ingresos y gastos de medios internacionales de pago arrojara un superávit. Los españoles vieron en América Latina la posibilidad de poseer oro y plata y a través de ellos la de atesorar riquezas. De alii la unilateralidad del esfuerzo productivo y el encasillamiento de la producción para lograr que el proveedor único lo fuera la metrópoli; además en su esfuerzo por proteger ambos procesos, se limitó seriamente el comercio intercolonial y el fomento de las manufacturas coloniales. Este hecho en si era perjudicial al desenvolvimiento económico del área, que no podía aplicar sus recursos y esfuerzos a líneas de actividad de productividad más elevada, ni podía aprovechar economías de escala mediante la especiaíización. Existen otros factores que hubieran hecho esa política quizá menos nociva, el principal hubiera sido un proceso de crecimiento rápido en la propia España, Después de todo las medidas de política económica inglesa tenían un carácter bastante semejante a las españolas y, sin embargo, sus colonias progresaron mucho más rápidamente y alcanzaron un equilibrio político que algunos países de la América Latina todavía no vislumbran Y ello no parece ser únicamente el resultado de condiciones políticas. Un aspecto parece claro, el alcance científico del economista español 206 EL, TRIMESTRE ECONÓMICO no era un factor limitativo para un maneío hábil de la política económica española. Una pléyade de economistas españoles encabezada por De Moneada, Fernández Navarrete, De Cevallos, etc., fueron quienes señalaron los males que condujeron a España al retraso económico del siglo xvn: vagabundaje, primogenitura, exceso de clérigos, desprecio por el trabajo nacional, caos monetarios y altos impuestos. Sus propuestas^ muy atinadas, para evitar el estacamiento económico español comprendían educación técnica, inmigración de trabajo calificado, estabilidad monetaria, programas de irrigación y mejoras en las comunicaciones. Pero las medidas en sí, no muestran indicios de que hayan dejado su huella tan competente grupo de pensadores. Los constantes esfuerzos para evitar la exportación de oro y plata muestra poco conocimiento de los efectos de las disparidades en los niveles de precios internos con los del exterior. En el mejor de los casos la eficacia administrativa de la prohibición de exportar metales preciosos resultaría en uo aumento de los medios de pago por los envíos de las colonias, y a no ser que se atesoraran íntegramente —cosa muy difícil dados los compromisos de la Corona—, tendrían un impacto directo al alza en el gasto interno y en el nivel de precios haciendo aún más atractivo violar la ley; ya que resultaba más beneficioso importar y vender frente a los precios internos mayores que resultaban menos competitivos. Es claro, que en sus elementos básicos la política mercantilista española llevaba el germen de su propio fracaso. El alto nivel de precios además de estimular las importaciones fracturó las industrias de exportación, lo que conjuntamente con los fuertes impuestos para sostener la guerra, el favoritismo y el deterioro de la capacidad de los soberanos y administradores condujeron a la decadencia española del siglo xvu. Éste es probablemente el peor impacto que la política de la época mercantilista tuvo en la propia España, impidió on proceso sostenido de desarrollo económico en la metrópoli. No fue hasta entonces que la decadencia económica española tornó altamente nocivos los efectos de la política colonial. No hubiera sido muy importante la prohibición a los extranjeros de inmigrar a las colonias o a invertir en ellas si España hubiera dispuesto de una técnica en adelanto constante o hubiera contado con recursos de capital suficientes para generar una corriente de inversiones en las colonias y no la pura extracción de los escasos recursos nativos. Es claro que si España no pudo sostener un proceso de acumulación de capital en sí misma menos podía hacerlo para las colonias. Su desarrollo tecnológico era prácticamente nulo, aun en la época en que la infantería española sembraba el terror en Europa, la Gran Armada era derrotada por el atraso técnico de la industria de construcciones navales respecto a la inglesa u holandesa. España no podía competir económicamente con otros países europeos porque existían menos incentivos para invertir (probablemente un menor LA 1NFX,UENCIA DEL MERCANTILISMO ESPAÑOL 2§7 retraso de los salarios a los precios que en Ingiaterra y Francia)* y sobre todo porque el avance tecnológico era menor que el de otros países europeos. El adelanto económico inglés, por ejemplo, antecede en mucho a la Revolución industrial^ de hecho se inicia en la época que precede a la disolución de los monasterios, durante la última parte del reinado de la reina Isabel y el reinado de James.^ Otros elementos de juicio existen en este aspecto del atraso tecnológico español La que ona vez fue pujante industria de construcción naval española, frente a la competencia holandesa prácticamente desapareció del mercado, y ella parece que fue una lucha perdida en el campo estrictamente tecnológico, agravada por la desforestación de la Península; aunque este último no era un factor limitativo insuperable, ya que después de todo los holandeses e ingleses importaban madera de los países nórdicos. Sólo a la iuz de esos factores es posible apreciar la influencia negativa de la política mercantilista española en el desarrollo económico de la América Latina. España no estaba en condiciones de exportar capital a las colonias o proporcionar el conocimiento técnico para su desarrollo, sin embargo, su política limitaba que otros países lo hicieran y «n esa forma lograba que faltaran los ingredientes que hubieran podido determinar un proceso de desarrollo económico. Otros países europeos con políticas similares a las españolas estaban capacitados para invertir en sus colonias, y sus nacionales constituían inmigrantes mejor preparados para fomentar el desarrollo de esas posesiones, además la población indígena era escasa y no partieron del nivel de subsistencia del nativo americano de las colonias españolas, sino al nivel del inmigrante europeo. Por otra parte, la falta de instinto comercial del español del siglo xvi y xvii se trasmitió a sus descendientes en el nuevo mundo. La prohibición de la inmigración proveniente de países con im mayor avance tecnológico al español, retrasó el desarrollo de campos de actividad distintos de la minería donde el agotamiento de los fundos tendría que llegar tarde o temprano. A pesar del intento de la Corte en Madrid de evitar el desarrollo industrial de las colonias, los elevados precios de las manufacturas desde su lugar de origen y los enormes costos de transporte, creaban una barrera protectora bajo la cual se iniciaron actividades de tipo artesanal que antecedieron a la industria manufacturera americana. Ello fue estimulado por la creación de nuevos centros de población, sobre todo mineros, con hábitos de consumo europeos; para satisfacer esa demanda se inició la manufactura local de un vasto número de mercancías. Esto pasó en muchos casos excepto en 4 Earl J. Halmiiton, "Tiie decline oí Spain", Essays pp. 215-26. B T. B. Maísulay, History o£ Enghnd, capítulo m. íQ Economíc History, Edward AXDOM Ltd., 208 EL TRIMESTRE ECONÓMICO aquellos artículos que por su poco volumen y alto precio resistían el costo del transporte, pero que constituyeron sólo un pequeño número dentro del conjunto de bienes consumidos en la América Latina. Las alcabalas debilitaron también la posición competitiva de las mercancías de manufactura local y a la vez^ junto coo los factores señalados^ evitaron la fomiación de mercados coloniales integrados, en que se pudieran aprovechar economías de escala. En el virreinato de la Nueva España las manufacturas se producían en pequeños talleres con área de influencia generalmente limitada a un centro urbano. En el trabajo de José María Quiroz * se aprecia el adelanto manufacturero alcanzado hacia finales de la Colonia por la Nueva España. En forma muy cruda se puede establecer que el valor de la producción se distribuía 56 % a la agricultura^ 29 % a la industria y 15 % a la minería J Si bien esta ultima y los envíos de oro y plata a España habían decaído notablemente desde el año 1660, llegando a ser sólo una fracción del volumen alcanzado durante la época de Felipe II, y so valor agregado consecuentemente había disminuido mucho. Al finalizar la época colonial, la economía novohispana disponía de una industria local de cierta cuantía, en la industria de alimentos el azúcar, la panela, las mieles y la manufactura de pan; en la química la manufactura de velas, pólvora y jabón; otras como la industria del cuero (gamuzas^ cordobanes, zapatos, etc.) y la textil con tejidos de lana y algodón, tenían bastante significación. Sólo en pocos casos se distinguían del taller artesanal, la fábrica o empresa capitalista industrial, de este tipo eran los ingenios y los reales estancos, el tabaco y la pólvora.^ Si bien la política colonial española no impidió la producción agrícola e industrial, sí la contuvo a formas de artesanado precapitalista y el diezmo real y eclesiástico cortaban la posibilidad que hubieran tenido las colonias de salir con sus propios medios de los niveles de existencia paupérrimos mediante una tasa más rápida de formación de capital. Para imaginarse la importancia de las exacciones basta señalar que el 10 % de inversión neta del producto nacional no es cosa poco común en la América Latina contemporánea. Quizá la única excepción fue la propia minería que experimentó un desarrollo técnico propio en la América Latina, y donde aun en estas fechas, la productividad del trabajo en ese sector supera la correspondiente en otros campos de la actividad económica. El hecho subsiste, empero, aunque la política mercantilista española ^ Femando Rosenzweig me indicó la importancia de este estudio y facilitó sus comentarios, José Maiia gi^'roz. Memoria de Estatuto. "Idea de la riqueza quedaban a la masa circulante en la Nueva España sus naturales producciones en los años de tranquilidad y su abatimiento en las presentes condiciones". 1817. 7 Femando Rosenzweig, La ectmomía aovo-hhpstm si aamenzar el siglo xix, inédito. 8 Rosenzweig, ob. cit. LA INFLUENCIA DEL MERCAMTILJSMO ESPAÑOL 209 no logró sus obfetivos de mantener los metales preciosos en la Península, ni pudo tampoco supeditar a la América Latina a consumir manufacturas sólo fabricadas en España^, en cambio, tuvo efectos nocivos para el desarrollo de la región al impedirles importar capital y técnica de centros más avanzados. La propia reacción latinoamericana frente a tales medidas los llevó al extremo, probablemente,, de adoptar patrones extraños para su estructura política, que hicieron más penoso y difícil su desenvolvimiento ulterior como países independientes.