LA INFLUENCIA DEL MERCANTILISMO ESPA15ÍOL EN LA VIDA

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LA INFLUENCIA DEL MERCANTILISMO ESPA15ÍOL
EN LA VIDA ECONÓMICA DE AMÉRICA LATINA:
UN INTENTO DE INTERPRETACIÓN
I^opoldo Solís M.
(México)
El economista preocupado por los problemas del desarrollo económico
debe tratar de evitar !a valoración incoirecta de hechos que parecen tener
importancia mayor que la de desviaciones temporales de una tendencia
dominante. Siendo el desarrollo económico un proceso de muy largo
plazo, quizá sea en este campo, más que en ningún otro, donde al economista le rendirá mayores frutos una adecuada perspectiva histórica. Asimismo, éste parece ser un eiercicio útil para evadir el peligro subyacente
en el planteamiento de hipótesis establecidas sobre bases un tanto intuitivas (a que nos orilla la ausencia de información estadística apropiada) que
conducen a enfrascarse en el examen de la consistencia lógica de ciertas
deducciones e inferencias sucesivas que, con frecuencia, acaban por perder
todo contacto con la realidad impícrante, no tienen significado alguno
como base para la formulación de política económica^ y terminan por ser
estériles ejercicios de abstracción. Expresado en términos del argot profesional, donde la productividad marginal del trabajo es igual a cero.
Aun admitiendo la utilidad de una clara visión retrospectiva, uno se
puede preguntar si vale la i>ena dar a conocer los resultados de la incursión
ee un campo al que se es extraño. Después de todo, al publicar un trabajo
de esta índole oao corre el riesgo de parecer poco serio. Empero, puede
ser que alguien no profesional de la historia económica pueda tener menos
prejuicios al interpretar hechos en que el material histórico es bien conocido y la disponibilidad de estadísticas es relativamente abundante, y
examine la información sin las inhibiciones de quienes están familiarizados
con la literatura correspondiente, y quien proviniendo de otra disciplina,
aplique un enfoque novedoso a hechos que han sido examinados con métodos distintos. El objeto de este trabajo consiste en aprovechar la información existente sobre la época mercantilista lo cual proporciona, además, la
oportunidad de examinar un cuerpo de doctrina respecto al desarrollo económico y apreciar su influencia en la política económica, y también para
hacer inferencias respecto a algunos de los factores que influyeron para que
la mayoría de los países de la América Latina hayan iniciado tarde su proceso
de crecimiento económico. Por otra parte, como se verá posteriorm.ente^
este ejercicio permite localizar el origen de algunos de los obstáculos actuales al crecimiento económico de los países de la región.
2CMI
LA INFLUENCIA DEL MERC.%NTIL£SMO ESPAÑOL
LA POLíTICA ECONóMICA
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B.IEaGANTIX,ISTA
Cualquier intento de sintetizar los escritos de los mercantilistas en un sistema teórico de características comunes^ adolece del defecto de ignorar
voluntariamente las diferencias considerables que existieron entre los distintos autores mercantilistas de países diferentes y periodos diversos. Así,
aunque algún autor ha hablado de sistemas mercantilistas nacionales^ cada
uno con su propia inclinación, por ejemplo, el alemán que hacía hincapié
en la influencia de la población; el francés, con su carácter industrial; y el
inglés, con características comerciales muy pronunciadas, para nuestros
fines es conveniente concretar el "modelo" mercantilista en un conjunto
único homogéneo y consistente. Una presentación sintética del mercantilismo, destacando sus aspectos de desarrollo económico, nos diría lo
siguiente: el ingreso nacional es una función de la fueraa de trabajo j de las
cantidades disponibles de capital y de dinero. La cantidad de capital es, a
su vez, función de la omtidad de dinero y por lo tanto sendas variables
están interrelacionadas. En vista de que los escritos de los mercantilistas
expresaban siempre una política dirigida a fortalecer al Estado, tememos
que consideraban a la política gubernamental destinada a fomentar la formación de capital, como una influencia determinante ■—-además de la cantidad de dinero— de la cantidad de capital.
En esa época se carecía de una teoría de la inversión que la determiiiaia
como la consecuencia de incentivos de tipo económico y, por lo tanto, se
suponía que quedaba sujeta a decisiones de carácter político: subsidios,
estímulos, etc. Del mismo modo, un aumento en los medios de pago influía
sobre la inversión y la formación de capitales y de ahí su deseo de mantener
un superávit en el comercio exterior. Después de todo, un aumento en la
cantidad de dinero estimula la inversión por sus efectos a la baja en la tasa
de interés o a través de utilidades mayores como resultado de aumento
en las transacciones y los precios; ambas hipótesis tienen adherentes contemporáneos que utilizan instrumental analítico moderno^ pero que encuentran antecedentes en autores mercantilistas como Josiah Child y
John Law.^
El mercantilismo español se caracterizó por el énfasis en la acumulación de oro y plata. Gonnard califica su doctrina como defensiva y acumuladora. Autores mercantilistas españoles como Ortiz y Olivares., preocupados porque no saliera el oro, relegaron a un segundo plano las otras
características del pensamiento y polítiai mercantilistas. No cabe duda
de que el ingreso de oro y plata de origen americano, especialmente en los
siglos x\'i y xvn, expli^ por qué los políticos que abrevaron en el mercan1 Aunqnc el argumento de una balanza comercial favc^ble también se apoj-aba por log efectos
OH el empleo. Jacob Viner cita a Stackej- que adelantó este argumento en 15B8.
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EL TRIMESTRE ECONÓMICO
tilismo español procuraban atesorar oro y plata." Revisemos en qué consistieron las medidas dirigidas en esa dirección.
La protección de los metales preciosos como concepto de política
económica antecede, en realidad, al descubrimiento de América. Alfonso X
prohibió, en 1268, la exportación del oro y la plata, y Enrique IV^ en 1.471,
en un intento de evitar que se violara esa medida, estableció la pena de
muerte como castigo a los infractores de la ley. Los reyes católicos la modificaron en 1480 tratando de forzar su cumplimiento; sostuvieron la pena
de muerte pero, en esa ocasión, para ser aplicada hasta la segunda ofensa.
A través de los siglos xvi y xvn, se continuó legislando para evitar la exportación de los metales preciosos que, uno puede imaginarse, eran constantemente acarreados, en forma ilegal, fuera del país.
Por ejemplo, durante el reinado de Felipe IV, en el año 1628, el castigo
adoptado para los individuos ocupados en este contrabando, bien que
actuaran como intermediarios o lo recibieran, era el de ser quemados,
confiscados sus bienes y considerados sus descendientes inelegibles para
ciertos puestos y beneficios. Dicho sea de paso, entre los cinco reinos no
existía libertad de transportar oro y plata de unos a otros.
Con un significado distinto, desde el punto de vista de los efectos en
el nivel interno de ocupación, pero con el mismo sentido de evitar pérdidas
de metales preciosos, los reyes católicos establecieron un estatuto de empleo en 1491 donde se señalaba que todos los extranjeros que importaban
bienes por Vizcaya, o que los movían de Navarra a Castilla, debían dar
fianza a través de un natural, quien exportaría mercancías castellanas por
un valor igual en un lapso de 12 meses. En 1632 el estatuto de empleo se
amplió estableciendo un pago adicional a las importaciones, en todos los
puertos castellanos de entrada.
Finalmente, otras medidas adoptadas para asegurar una balanza comercial favorable consistieron en prácticas discriminatorias contra barcos
que navegaran bajo otra bandera, para evitar el pago al exterior de los
costos de transporte; prohibiciones de cargar en embarcaciones extranjeras
cuando existían naves nativas disponibles, y prohibición de su venta, regalo
o hipoteca a extranjeros. A los barcos propios también les fueron concedidos subsidios.
Entre las medidas que también se proponían estimular la industria
interna, cabe destacar las dirigidas a importar materias primas, y exp>ortar
manufacturas, así como otros intentos de alterar la estructura del comercio
2 Bajo el reinado de los Habsburgo, Espafia era ona federación de cinco teinos, Aragón, Cataluña,
Navarra, Valencia y Castilla. Esta última,, a finales del siglo xvi tenía más del 75 % del territorio
y 85 % de la población peninsular. Cada reino gozaba de autonomía y contaba con su propio parlamento, constitución y sistema monetario y aduanero. Fue durante el acceso de los reyes católicos que
la España moderna fue establecida con la unión de Castilla y Aragón y la conquista de Óranada. Un sistema mercantilista nació, durante su reinado, que destacó también aspectos tales como mcjor saíabrídad,
estímulo al comercio y a la industria, gastos en obras públicas, meioras en la administración pública y,
sobre todo, estabilidad poütifa.
LA INFLUENCIA DEL MERCANTILISMO ESPAÑOL
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exterior y evitar exportar productos no elaborados e importar bienes manufacturados.
De las medidas descritas se deducen dos aspectos principales de la
política mercantilista española en los siglos xv, xvi y xvri: medidas para
evitar los envíos al exterior de oro y plata —-en so mayor parte sin éxito—
con objeto de ampliar la base monetaria con las importaciones de América;
y medidas para obtener un saldo comercial favorable. Estas últimas tendrían su campo de acción directo en el comercio de la metrópoli con las
colonias.
MEDIDAS ECONóMICAS PARA AMéRICA LATINA Y Sü APL.ICACIóN
Las medidas dirigidas especialmente a las colonias se concentraron en
fomentar la extracción de minerales y asegurar su envío a España. Se extendieron garantías sobre la seguridad de los derechos de reclamos; las herramientas utilizadas en esos fines se declararon exentas de garantizar deudas
privadas y se aseguró el uso de los indios para estos trabajos.
Las zonas mineras eran vigiladas y consideradas con cuidado especial.
Para evitar fugas de metales preciosos se adoptaron algunas medidas, entre
otras se puede citar la exclusión de extranjeros que se implantó por decreto
real. Basados en el deseo de evitar filtraciones, frente a las dificultades
de hacer efectivo el control se aplicaron medidas destinadas a limitar la
libertad de comercio, para canalizarlo todo en una sola dirección que facilitara su vigilancia. Asi el comercio entre las colonias fue restringido severamente. Esto aconteció en el intercambio comercial entre el Perú y Buenos
Aires porque el oro y la plata del primero se f>odrían perder en este ultimo,
e igual cosa pasó entre la Nueva España y Filipinas, el Perú y Filipinas y el
Perú y la Nueva España.
El comercio entre España y las colonias a partir de la mitad del siglo XVI se efectuaba a base de movimientos en convoy, por razones de
seguridad. La irregularidad de los viajes hacía que los precios de las mercancías europeas en Hispanoamérica fueran altos y su número escaso.
A las colonias les era permitido m.anufacturar bienes para uso interno
exclusivamente; bajo esas condiciones se establecieron factorías de arirículos
de lana y seda^ aunque su comercio intercolonial fue también reprimido.
El establecimiento de una factoría requería licencia del Consejo de Indias,
establecido para evitar la explotación de los indios y el que^ posiblemente,
también fue on instrumento para evitarle competencia a la metrópoli.
Aun cuando existía prohibición para plantar \dñedoSy en la práctica
la medida no se aplicó con rigor, asi que algunos prosp)eraron y Felipe II
los legalizó en 1595, estableciendo un impuesto del 2 % sobre el vino. Al
igual que en otros casos la exportación de vino fue prohibida.
L¿s órganos administrativos de control mantenían cierta unidad de
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EL TRIMESTRE ECONÓMICO
criterio y acción gracias a los informes, nombramientos de funcionarios,
inspecciones, etc., que los mantenían en contacto con las colonias. Sin
embargo, debido al deficiente sistema de com.unícaciones un alto grado de
autonomía quedaba en manos de los funcionarios coloniales.
La administración pública en la América Latina reflejaba al soberano
reinante en Europa; así el centralismo de Carlos V y Felipe II y la unión
de España y Portugal tuvieron gran influencia en las colonias. La decadencia de sus sucesoreSj así como el advenimiento de los Borbones a principios del siglo xvín, se dejó sentir en la administración de las colonias^ con
una marcada influencia francesa.
El mayor poder absoluto adquirido por la Corona en Europa previno
el advenimiento de un régimen feudal colonial más intenso, pese a que el
tamaño del latifundio, tierra obtenida por concesión real, era descomunal.^
Ahí tienen su origen, sin embargo, muchos de los problemas de la tenencia
de la tierra que contemplamos en nuestros días.
Al principiar la colonización, las potencias americanas fueron anexadas a España en forma semejante a como lo estaban los reinos de la península Ibérica. La unión era con la Corona Castellana y no de onos con
otros. Las colonias fueron tratadas con políticas dirigidas a su incorporación a los reinos castellanos. El Consejo de Indias y la Casa de Contratación fueron creados como parte de este esquema.
El sistema impositivo así creado, se administraba por un mecanismo
burocrático de gran tamaño^ y con fuerte influencia de carácter político.
Un complejo de instrucciones, informes, inspecciones, juicios de residencia,
cambios frecuentes de funcionarios aprobados o nombrados directamente
por el Rey, facilitaba a la Corona el control del pesado aparato burocrático.
Pero la distancia, el favoritismo en su expresión más amplia, y la corrupción administrativa impedían el funcionamiento de una administración
pública eficiente.
En tiempos de la hegemonía austriacaj la Corona se preocupó por los
aspectos de catequización de la colonización y en esta época aparecieron
las Leyes de Indias (1680).
A su vezj en el siglo XVTH, el cambio de los austríacos a los Borbones
afectó la administración de las colonias; la vieja organización de varios
reinos adheridos a la Corona se sustituyó por el concepto de una metrópoli
central con posesiones o colonias dependientes, todo ello en un movimiento
hacia una mayor centralización. El Consejo de Indias perdió muchas de
sus funciones que pasaron a ser administradas por ministros del Rey, teniendo entre otros resultados el de provocar una reforma para aumentar
* Conforme el absolutismo real ganaba terreno en la península, y la decadencia económica española
ge le aparejaba, en Inglaterra cobraba fuerza el régimen parlamentario junto con el crecimiento económico. Ambos procesos dejarían su huella en el posterior desarrollo de las respectivas colonias y determinarían, en no poco grado, su comportaraierato como países independientes.
LA INFLUENCIA DFX MERCANTILISMO ESPAÑOL
20S
la carga fiscal. El ejército fue fortalecido^ lo que afectó las remisiones
coloniales. Empero, los privilegios de la Iglesia permanecieron inmutables;
fue tal el caso del diezmo.
EFECTOS DE LAS POLíTICAS EN AMERICA LATINA
Hemos visto dos tipos de medidas de política económica que interesan para
nuestros propósitos^ unas se refieren a la acumulación de metales monetarios, las otras a la protección de las industrias españolas; ambas tienen
relación entre si. Earl Hamilton lia apuntado que las limitaciones al comercio intercolonial, limitación de tonelaíe, aranceles excesivos y prohibiciones absolutas periudicaron el desarrollo económico de la América Latina.
Para no ir más lejos, la prohibición de comercio entre el Perú y la Argentina
retrasó el desarrollo económico del Río de la Plata, una de las regiones más
fértiles del orbe. Los efectos, sin embargo, parecen tener un carácter mucho
más general.
Los recursos productivos, humanos y de capital, se dirigieron principalmente hacia ia producción de oro y plata, desatendiéndose otros campos de
la actividad económica. El énfasis en la extracción de minerales preciosos
centró la atención en una actividad, una de cuyas características principales
es la de explotar un recurso natural no renovable^ y que una vez exhausto,
obstaculizaría seriamente el crecimiento económico posterior.
Ello se debió al hecho de que los mercantilistas estaban interesados
en la balanza de pagos en el sentido de un saldo neto favorable de obligaciones inmediatas, es decir, en que la corriente de ingresos y gastos de
medios internacionales de pago arrojara un superávit. Los españoles vieron
en América Latina la posibilidad de poseer oro y plata y a través de ellos
la de atesorar riquezas. De alii la unilateralidad del esfuerzo productivo y el
encasillamiento de la producción para lograr que el proveedor único lo fuera
la metrópoli; además en su esfuerzo por proteger ambos procesos, se limitó
seriamente el comercio intercolonial y el fomento de las manufacturas
coloniales. Este hecho en si era perjudicial al desenvolvimiento económico
del área, que no podía aplicar sus recursos y esfuerzos a líneas de actividad
de productividad más elevada, ni podía aprovechar economías de escala
mediante la especiaíización.
Existen otros factores que hubieran hecho esa política quizá menos
nociva, el principal hubiera sido un proceso de crecimiento rápido en la
propia España, Después de todo las medidas de política económica inglesa
tenían un carácter bastante semejante a las españolas y, sin embargo, sus
colonias progresaron mucho más rápidamente y alcanzaron un equilibrio
político que algunos países de la América Latina todavía no vislumbran
Y ello no parece ser únicamente el resultado de condiciones políticas.
Un aspecto parece claro, el alcance científico del economista español
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EL, TRIMESTRE ECONÓMICO
no era un factor limitativo para un maneío hábil de la política económica
española. Una pléyade de economistas españoles encabezada por De Moneada, Fernández Navarrete, De Cevallos, etc., fueron quienes señalaron los
males que condujeron a España al retraso económico del siglo xvn: vagabundaje, primogenitura, exceso de clérigos, desprecio por el trabajo nacional, caos monetarios y altos impuestos. Sus propuestas^ muy atinadas, para
evitar el estacamiento económico español comprendían educación técnica,
inmigración de trabajo calificado, estabilidad monetaria, programas de
irrigación y mejoras en las comunicaciones. Pero las medidas en sí, no
muestran indicios de que hayan dejado su huella tan competente grupo
de pensadores.
Los constantes esfuerzos para evitar la exportación de oro y plata muestra poco conocimiento de los efectos de las disparidades en los niveles de
precios internos con los del exterior. En el mejor de los casos la eficacia
administrativa de la prohibición de exportar metales preciosos resultaría
en uo aumento de los medios de pago por los envíos de las colonias, y a no
ser que se atesoraran íntegramente —cosa muy difícil dados los compromisos de la Corona—, tendrían un impacto directo al alza en el gasto
interno y en el nivel de precios haciendo aún más atractivo violar la ley;
ya que resultaba más beneficioso importar y vender frente a los precios
internos mayores que resultaban menos competitivos. Es claro, que en sus
elementos básicos la política mercantilista española llevaba el germen de
su propio fracaso. El alto nivel de precios además de estimular las importaciones fracturó las industrias de exportación, lo que conjuntamente con
los fuertes impuestos para sostener la guerra, el favoritismo y el deterioro
de la capacidad de los soberanos y administradores condujeron a la decadencia española del siglo xvu. Éste es probablemente el peor impacto que
la política de la época mercantilista tuvo en la propia España, impidió on
proceso sostenido de desarrollo económico en la metrópoli. No fue hasta
entonces que la decadencia económica española tornó altamente nocivos los
efectos de la política colonial. No hubiera sido muy importante la prohibición a los extranjeros de inmigrar a las colonias o a invertir en ellas si
España hubiera dispuesto de una técnica en adelanto constante o hubiera
contado con recursos de capital suficientes para generar una corriente de
inversiones en las colonias y no la pura extracción de los escasos recursos
nativos. Es claro que si España no pudo sostener un proceso de acumulación de capital en sí misma menos podía hacerlo para las colonias. Su desarrollo tecnológico era prácticamente nulo, aun en la época en que la infantería española sembraba el terror en Europa, la Gran Armada era derrotada
por el atraso técnico de la industria de construcciones navales respecto a la
inglesa u holandesa.
España no podía competir económicamente con otros países europeos
porque existían menos incentivos para invertir (probablemente un menor
LA 1NFX,UENCIA DEL MERCANTILISMO ESPAÑOL
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retraso de los salarios a los precios que en Ingiaterra y Francia)* y sobre
todo porque el avance tecnológico era menor que el de otros países europeos. El adelanto económico inglés, por ejemplo, antecede en mucho a la
Revolución industrial^ de hecho se inicia en la época que precede a la disolución de los monasterios, durante la última parte del reinado de la reina
Isabel y el reinado de James.^
Otros elementos de juicio existen en este aspecto del atraso tecnológico
español La que ona vez fue pujante industria de construcción naval española, frente a la competencia holandesa prácticamente desapareció del
mercado, y ella parece que fue una lucha perdida en el campo estrictamente tecnológico, agravada por la desforestación de la Península; aunque
este último no era un factor limitativo insuperable, ya que después de
todo los holandeses e ingleses importaban madera de los países nórdicos.
Sólo a la iuz de esos factores es posible apreciar la influencia negativa de la política mercantilista española en el desarrollo económico de
la América Latina. España no estaba en condiciones de exportar capital
a las colonias o proporcionar el conocimiento técnico para su desarrollo,
sin embargo, su política limitaba que otros países lo hicieran y «n esa
forma lograba que faltaran los ingredientes que hubieran podido determinar un proceso de desarrollo económico.
Otros países europeos con políticas similares a las españolas estaban
capacitados para invertir en sus colonias, y sus nacionales constituían inmigrantes mejor preparados para fomentar el desarrollo de esas posesiones,
además la población indígena era escasa y no partieron del nivel de subsistencia del nativo americano de las colonias españolas, sino al nivel del
inmigrante europeo. Por otra parte, la falta de instinto comercial del español del siglo xvi y xvii se trasmitió a sus descendientes en el nuevo
mundo.
La prohibición de la inmigración proveniente de países con im mayor
avance tecnológico al español, retrasó el desarrollo de campos de actividad
distintos de la minería donde el agotamiento de los fundos tendría que
llegar tarde o temprano.
A pesar del intento de la Corte en Madrid de evitar el desarrollo industrial de las colonias, los elevados precios de las manufacturas desde su lugar
de origen y los enormes costos de transporte, creaban una barrera protectora
bajo la cual se iniciaron actividades de tipo artesanal que antecedieron a la
industria manufacturera americana. Ello fue estimulado por la creación
de nuevos centros de población, sobre todo mineros, con hábitos de consumo europeos; para satisfacer esa demanda se inició la manufactura local
de un vasto número de mercancías. Esto pasó en muchos casos excepto en
4 Earl J. Halmiiton, "Tiie decline oí Spain", Essays
pp. 215-26.
B T. B. Maísulay, History o£ Enghnd, capítulo m.
íQ
Economíc History, Edward
AXDOM
Ltd.,
208
EL TRIMESTRE ECONÓMICO
aquellos artículos que por su poco volumen y alto precio resistían el costo
del transporte, pero que constituyeron sólo un pequeño número dentro del
conjunto de bienes consumidos en la América Latina. Las alcabalas debilitaron también la posición competitiva de las mercancías de manufactura
local y a la vez^ junto coo los factores señalados^ evitaron la fomiación de
mercados coloniales integrados, en que se pudieran aprovechar economías
de escala.
En el virreinato de la Nueva España las manufacturas se producían en
pequeños talleres con área de influencia generalmente limitada a un centro
urbano. En el trabajo de José María Quiroz * se aprecia el adelanto manufacturero alcanzado hacia finales de la Colonia por la Nueva España. En
forma muy cruda se puede establecer que el valor de la producción se distribuía 56 % a la agricultura^ 29 % a la industria y 15 % a la minería J Si bien
esta ultima y los envíos de oro y plata a España habían decaído notablemente desde el año 1660, llegando a ser sólo una fracción del volumen
alcanzado durante la época de Felipe II, y so valor agregado consecuentemente había disminuido mucho.
Al finalizar la época colonial, la economía novohispana disponía de
una industria local de cierta cuantía, en la industria de alimentos el azúcar,
la panela, las mieles y la manufactura de pan; en la química la manufactura de velas, pólvora y jabón; otras como la industria del cuero (gamuzas^
cordobanes, zapatos, etc.) y la textil con tejidos de lana y algodón, tenían
bastante significación. Sólo en pocos casos se distinguían del taller artesanal, la fábrica o empresa capitalista industrial, de este tipo eran los
ingenios y los reales estancos, el tabaco y la pólvora.^
Si bien la política colonial española no impidió la producción agrícola
e industrial, sí la contuvo a formas de artesanado precapitalista y el diezmo
real y eclesiástico cortaban la posibilidad que hubieran tenido las colonias
de salir con sus propios medios de los niveles de existencia paupérrimos
mediante una tasa más rápida de formación de capital. Para imaginarse
la importancia de las exacciones basta señalar que el 10 % de inversión
neta del producto nacional no es cosa poco común en la América Latina
contemporánea.
Quizá la única excepción fue la propia minería que experimentó un
desarrollo técnico propio en la América Latina, y donde aun en estas fechas,
la productividad del trabajo en ese sector supera la correspondiente en
otros campos de la actividad económica.
El hecho subsiste, empero, aunque la política mercantilista española
^ Femando Rosenzweig me indicó la importancia de este estudio y facilitó sus comentarios, José
Maiia gi^'roz. Memoria de Estatuto. "Idea de la riqueza quedaban a la masa circulante en la Nueva
España sus naturales producciones en los años de tranquilidad y su abatimiento en las presentes condiciones". 1817.
7 Femando Rosenzweig, La ectmomía aovo-hhpstm si aamenzar el siglo xix, inédito.
8 Rosenzweig, ob. cit.
LA INFLUENCIA DEL MERCAMTILJSMO ESPAÑOL
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no logró sus obfetivos de mantener los metales preciosos en la Península, ni pudo tampoco supeditar a la América Latina a consumir manufacturas sólo fabricadas en España^, en cambio, tuvo efectos nocivos para
el desarrollo de la región al impedirles importar capital y técnica de centros
más avanzados. La propia reacción latinoamericana frente a tales medidas
los llevó al extremo, probablemente,, de adoptar patrones extraños para su
estructura política, que hicieron más penoso y difícil su desenvolvimiento
ulterior como países independientes.
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