los presupuestos mínimos de protección ambiental en la

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LOS PRESUPUESTOS MÍNIMOS DE PROTECCIÓN AMBIENTAL EN LA BÚSQUEDA DE
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UNA NUEVA LEY DE GLACIARES .
SUMARIO: Introducción – La ley vetada 26.418 – El veto presidencial – Los nuevos proyectos en el
Congreso después del veto a) Anteproyecto del senador Filmus; b) Proyecto del diputado Rioja, c)
Proyecto del diputado Bonasso; d) Proyecto del diputado Córdoba. – Los puntos críticos de los debates
– Los presupuestos mínimos de protección ambiental a) Concepto y regulación; b) Alcance. – Los
presupuestos mínimos y la protección de los glaciares – Conclusiones – Bibliografía.
Introducción
El agua, en nuestro ordenamiento jurídico, aparece como recurso que debe ser protegido,
evitando toda forma de pérdida o desmejora en su calidad y cantidad. Ningún recurso es más
básico que el agua. El agua es esencial para la vida, crucial para aliviar la pobreza, el hambre,
y la enfermedad, y crítica para el desarrollo económico. Los glaciares son una fuente de
reserva de este recurso, por lo que también deben ser cuidados y protegidos de alguna manera.
Desde hace tiempo se viene abogando por la elaboración de una ley que establezca las pautas
precisas y los procedimientos que hagan factible la preservación de estas masas de hielo, a los
fines de evitar su continua y amenazante reducción.
El hecho de que en el ambiente glaciar y periglacial se encuentren diversos
emprendimientos económicos en ejecución y a otros a desarrollarse, desata una lucha
intereses que tornan difícil lograr un acuerdo real que proteja a estas formaciones, como
recurso estratégico.
El proyecto de ley de presupuestos mínimos de los glaciares y del ambiente periglacial
26.418, constituyó un intento de presentar una solución a este problema. Su estructura y sus
disposiciones motivaron un veto por parte del Poder Ejecutivo, por lo que no entró en
vigencia. Pero al margen de esta circunstancia, en el Congreso Nacional se sigue discutiendo
algún modo de elaborar una ley que sea dentro de un marco de concertación, y sin dejar de ser
efectiva en el cuidado a los glaciares.
El presente escrito pretende en primer lugar hacer una descripción sintética de los
principales puntos de la ley vetada como así también las razones de su veto, en segundo lugar
intentará abordar las principales discusiones y proyectos presentados en el Congreso Nacional
en búsqueda de un nuevo texto, para finalmente profundizar en uno de los aspectos más
polémicos y debatidos en este, como en tanto procesos legislativos: el alcance de las leyes de
presupuestos mínimos. Todo en miras de intentar esclarecer, desde un punto de vista jurídico,
algunos puntos críticos obstaculizadores del camino hacia una regulación eficiente y
aplicable.
La ley vetada 26.418
La ley 26.418, basada en un proyecto de la ex diputada Marta Maffei, fue sancionada por
unanimidad el día 22 de diciembre del 2008. En el análisis de la misma, encontramos tres
puntos principales:
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Informe elaborado por Virginia Pedraza y Alejandro O. Vera, miembros de la Clínica Jurídica de Derechos
Humanos y Ambiente de CEDHA.
1. El fin de la ley y su objeto de protección están determinados en los arts. 1 y 2 los
cuales disponen que se tratará de una ley de presupuestos mínimos para la protección
de glaciares y ambiente periglacial, considerándolos como recurso hídrico estratégico
y proveedores de agua de recarga de cuencas hidrográficas., haciendo una definición
específica.
2. Los art. 3, 4 y 5 instituyen un Inventario, en el que constará toda la información sobre
glaciares y periglaciales para su conservación, monitoreo y control, que estaría a cargo
del Instituto Argentino de Nivología, Glaciología y Ciencias Ambientales (IANIGLA)
con la coordinación de la Autoridad Nacional de Aplicación del proyecto.
3. Se establecen las actividades prohibidas en los glaciares y dentro del perímetro del
ambiente periglacial en el art. 6 (la liberación de sustancias contaminantes, la
construcción de obras de arquitectura, la exploración y explotación minera y la
instalación de industrias, entre otros). En los sucesivos, se determinan las actividades
permitidas y las que podrán hacerse mediando estudio de impacto ambiental. A su vez,
sistematiza lo relativo a la aplicación de sanciones a las infracciones a lo dispuesto por
la ley, estableciendo que lo recibido en concepto de multas, se destinará,
preferentemente, a la protección y restauración ambiental de los glaciares afectados en
cada una de las jurisdicciones. El art. 15 es una disposición transitoria que regula el
modo de proceder respeto de las actividades y proyectos que están en ejecución en la
actualidad, especificando la necesidad de una auditoría en un plazo determinado.
Además de lo mencionado, se establece que autoridad competente será la que cada
jurisdicción establezca (es decir, en general, los órganos ambientales provinciales), y
autoridad de aplicación el organismos ambiental nacional de mayor jerarquía (es decir, la
Secretaría de Ambiente de la Nación).
El veto presidencial
Las principales razones que se invocaron, desde el Poder Ejecutivo, cuando la Presidenta
Cristina Fernández de Kirchner vetó, por medio del decreto 1837/08 el día 10 de noviembre
del pasado año, la ley 26.418 son las siguientes:
1. Las negativas consecuencias en las relaciones con la República de Chile, teniendo en
cuenta lo señalado por el Ministerio de Relaciones Exteriores, Comercio Internacional
y Culto, respecto de la creación del Inventario Nacional de Glaciares. Estos, y los
hielos que se encuentran en el ambiente periglacial, están ubicados en zonas
fronterizas, en territorios donde la definición de los límites están aún pendientes;
2. La falta de competencia para dictar la ley por parte del Estado Nación, ya que, como
señala el texto del decreto citando a, la Secretaria de Minería del Ministerio de
Planificación Federal, Inversión Publica y Servicios, “el establecimiento de
presupuestos mínimos no puede limitarse a la absoluta prohibición de actividades,
sino por el contrario a fijar parámetros mínimos que las provincias deben asegurar,
pudiendo éstas establecer parámetros más rígidos aún, de acuerdo a su especial
situación ambiental”
3. La consideración de que la prohibición de cualquier actividad minera y petrolífera,
industrial y de infraestructura es “excesivo”, ya que provocaría una injerencia en la
economía de las provincias. Se menciona en el Veto: “daría preeminencia a los
aspectos ambientales por encima de actividades que podrían autorizarse y
desarrollarse en perfecto cuidado del medio ambiente.”
Los nuevos proyectos en el Congreso después del veto.
La decisión del Poder Ejecutivo de vetar en forma íntegra la ley obtenida motivó intensas
discusiones en diversos sectores de la sociedad civil y del gobierno. Las declaraciones más
mediáticas vinieron del diputado y presidente de la Comisión de Recursos Naturales Miguel
Bonasso. Aseguró que había voluntad política en el Congreso para insistir en el texto original,
conforme señala el procedimiento en nuestra Constitución. Para ello, las Cámaras de
Diputados y Senadores deben confirmar el texto original nuevamente, cada una con una
mayoría especial de 2/3, antes de pasado un año. Como era de esperarse, aún no se obtienen
las mayorías ni siquiera para su tratamiento.
Ante esta situación, se empezó a discutir la posibilidad de presentar nuevos proyectos de
ley con el mismo objeto. Desde la Cámara de Senadores, el senador Daniel Filmus, presidente
de la Comisión de Ambiente y Desarrollo Sustentable, comenzó a llevar a cabo una serie de
encuentros con los gobernadores y legisladores, junto con la Secretaría de Ambiente de la
Nación. Justificaron su accionar en el cumplimiento de lo dispuesto en el veto presidencial:
“Art. 3º — Invítase a los Señores Gobernadores, Senadores Nacionales y Diputados
Nacionales, de las Provincias cordilleranas, a constituir un foro interdisciplinario para la
discusión de las medidas a adoptar en orden a la protección de los glaciares y del ambiente
periglacial”.
Por su parte, en la Cámara de Diputados, el diputado Miguel Bonasso presentó el 11 de
diciembre del 2008 un proyecto de ley con el mismo texto que contenía la ley 26.418 vetada.
El mismo deberá ser tratado en la Comisión de Recursos Naturales y posteriormente en la
Comisión de Minería. Cabe aclarar que si no obtiene dictamen favorable de alguna de estas
comisiones el proyecto nunca podrá ser discutido en las sesiones y transformarse en ley.
A su vez, el diputado Juan Carlos Gioja, miembro de la Comisión de Minería de la
Cámara Baja, presentó el 18 de marzo del 2009, un proyecto de ley con el título
“Presupuestos mínimos para la protección de glaciares y recursos hídricos de alta montaña”
(Expte. Nº 0887-D-09.) Deberá ser tratado por las mismas comisiones que el proyecto
anteriormente mencionado.
Por último, el diputado de Santa Cruz, José Manuel Córdoba, presentó el 3 de abril del
2009 un proyecto de ley cuyo objetivo sólo consiste en crear un registro nacional de glaciares
y recursos hídricos de alta montaña, sin establecer ningún tipo de prohibiciones o
restricciones a ningún tipo de actividad.
Así el estado de la cuestión legislativa, intentaremos realizar una síntesis de los
principales proyectos e iniciativas mencionados, resaltando en particular sus diferencias más
trascendentales con la ley vetada.
a) Anteproyecto del senador Filmus:
Hasta la fecha de publicación de este informe, la concertación impulsada por el senador
Filmus y la Secretaría de Ambiente de la Nación no había podido concretarse en un proyecto
de ley en su sentido técnico. La comisión de Ambiente y Desarrollo Sustentable del Senado
trabaja actualmente en la elaboración del mismo. Sólo se dio a conocer un “anteproyecto” que
aún no ha sido formalmente presentado. Cabe aclarar que el mismo sufre en cada reunión
variaciones significativas, basándonos para este análisis en la información oficialmente
publicada y en los últimos debates de la Comisión.
En relación a la ley vetada, las principales diferencias que presenta el anteproyecto, se
encuentran en la definición de ambiente periglacial, las prohibiciones a las actividades y el
papel de las provincias. En cuanto a lo primero, realiza una definición más precisa y
restrictiva de ambiente periglacial, limitando dicha zona al ambiente “saturado en hielo”. Si
bien esta restricción no se encontraba en la definición de ambiente periglacial que contenía la
ley vetada, se encontraba presente en su art. 6 a los fines de definir el ámbito de prohibición
de las actividades mineras. A los fines prácticos, tanto la ley vetada como el anteproyecto
prohíben la actividad minera en los glaciares y en el ambiente periglacial saturado en hielo,
con la diferencia de que la cuestión porcentual esgrimida en el anteproyecto puede ocasionar
ciertas oscuridades y conflictos en la aplicación definitiva.
En el art. 6, destinado a enumerar las actividades prohibidas, el anteproyecto de Filmus
agrega en el inc b) una excepción a la prohibición de construir obras de arquitectura e
infraestructura. Exceptúa las declaras de interés público. Esto puede presentar cierta confusión
en su aplicación. En efecto, las provincias pueden declarar de interés público ciertas obras o
actividades. De hecho, si bien la minería está prohibida específicamente en otro inciso, está
declarada como “de utilidad pública” según el Código de Minería. Igual cabe aclarar, y según
consta en las versiones taquigráficas de los debates en la Comisión de Ambiente del Senado,
la aclaración se agregó para no afectar algunos monumentos conmemorativos en construcción
en la zona de frontera.
Por último, el art. 15 puede ser quizás el más polémico. En la ley vetada, confería un plazo
de 180 días a las actividades prohibidas para someterse a una auditoría ambiental, y
trasladarse en el caso de provocar un impacto negativo según la misma. De las últimas
deliberaciones en la Comisión, surge la intención de disponer solamente que “las provincias,
en uso de sus facultades, tomarán las medidas para que las actividades actualmente en
desarrollo y contempladas por el Artículo 6 se adecuen a la presente norma”. Es decir,
suprime la exigencia de auditoría ambiental y elimina los plazos y las conminaciones que
obligan a los emprendimientos a revisar su posible impacto sobre los glaciares, dejando toda
la cuestión a criterio de las provincias.
En conclusión, el anteproyecto si bien deja en manos de las provincias el destino
definitivo de la protección, disponiendo que serán ellas las que decidan cuándo y cómo
realizarán los controles, no modifica sustancialmente el objeto de protección ni las
prohibiciones más polémicas, como la dispuesta a la actividad minera. Por lo tanto, creemos
que de transformarse este anteproyecto en ley, las provincias más tarde o temprano deberán
prohibir la actividad minera en las zonas señaladas. Quizás sea por eso que el principal foco
de atención debamos ponerlo en la definición de ambiente periglacial, la cual será realmente
condicionante de la entidad de las prohibiciones y del destino de los glaciares.
b) Proyecto del diputado Gioja:
En el análisis de las principales diferencias con la ley vetada, vuelven a destacarse los
principales temas en debate. En primer lugar agrega como objeto de protección de la ley a los
recursos hídricos de alta montaña, como reservas estratégicas “proveedores de agua de
recarga de cuencas hidrográficas. Como así también preservarlos como fuente generadora
de energía y promoción del desarrollo económico regional”. Sin embargo, no contempla en
su protección al ambiente periglacial, continuamente debatido en el anteproyecto comentado.
En segundo lugar, en su art. 6 prohíbe genéricamente las actividades que afecten a lo
contemplado en el objeto de protección de la normativa, sin especificar cuáles son
actividades. A continuación, refiriéndose a los recursos hídricos, señala en su art. 7 que “El
agua proveniente de alta montaña deberá utilizarse de manera que se limite el impacto
perjudicial sobre el medio ambiente y efectos perjudiciales significativos en la calidad del
agua. Se deberán realizar los estudios permanentes y sistemáticos conducentes a impedir y
prevenir esos efectos”.
El art. 8 merece cierta atención. Originariamente establecía la prohibición de contaminar
de forma directa o indirecta las aguas provenientes de alta montaña, por empleo o
incorporación de sustancias tóxicas o de cualquier índole que fuere, conminándose tal
conductas con las sanciones previstas en esa ley. A su vez, establecía que la autoridad de
aplicación de la ley de gestión ambiental de aguas Nº 25688 (Adla, LXIII-A, 16),
determinaría los límites máximos de contaminación aceptables, coordinando las acciones con
los organismos competentes en las distintas jurisdicciones. Al día siguiente de su
presentación, el diputado solicita formalmente la modificación del artículo (Expte. Nº 0927D-09), manteniendo su texto original pero suprimiendo como autoridad de aplicación a la
establecida anteriormente. Cabe aclarar que, a diferencia del anteproyecto de Filmus, el
proyecto de Gioja no establece como autoridad de aplicación a al máximo organismo nacional
ambiental, sino que deja su designación a criterio del Poder Ejecutivo. A su vez , determina
que “La Autoridad de Aplicación armonizará y concertará con las autoridades provinciales
competentes en la materia las responsabilidades para la aplicación de la presente ley”.
Por último, en orden a las actividades en “desarrollo” (término más amplio que “en
ejecución” establecido en la ley vetada), el proyecto señala que las autoridades provinciales
tomarán las medidas necesarias para que las mismas se adecuen a la presente norma.
c) Proyecto del diputado Bonasso:
El proyecto del diputado Miguel Bonasso (Expte. Nº 6769-D-2008), es un calco exacto
del articulado contenido en la ley vetada. No existe impedimento alguno, según el
procedimiento constitucional y los reglamentos de las Cámaras, que impida dicha
presentación. Las principales variaciones con el texto original las encontramos en sus
fundamentos, los cuales si bien imitan la fundamentación científica del texto original,
profundizan en un análisis crítico sobre la decisión presidencial 2.
d) Proyecto del diputado Córdoba:
El proyecto del diputado santacruceño José Manuel Córdoba (Expte. Nº 1384-D-2009),
firmado a su vez por los diputados Evaristo Rodríguez y Beatriz Korenfeld, también del
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En efecto, sostiene que: “También es muy preocupante que un Poder del Gobierno de la República pretenda
sustituir a otro, nada menos que al Congreso, para entronizar en su lugar a un foro de representantes y
ejecutivos provinciales y empresas privadas interesadas en la explotación minera. Esto es un giro corporativo y
particularista que flaco favor hace a la calidad institucional y a la salud de la república democrática”
Frente Para la Victoria de Santa Cruz, es el último proyecto presentado hasta la fecha. Se
limita únicamente a regular la creación de un registro nacional de glaciares y recursos hídricos
de alta montaña. No establece ningún tipo de prohibiciones ni restricciones a actividad alguna.
Cabe destacar sí que no designa al IANIGLIA como entidad a encargada de la confección del
registro. Así también, no designa como autoridad de aplicación de la ley al máximo
organismo ambiental nacional, ni al que designe el Ejecutivo Nacional, sino que crea una
Dirección Nacional de Glaciares y Recursos Hídricos de Alta Montaña, que dependerá del
Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación Productiva de la Nación.
Los puntos críticos de los debates
La deliberación y la reflexión es la esencia del trabajo parlamentario. El análisis de los
procesos legislativos mencionados revela una profunda y compleja discusión atravesada por
intereses reales y muchas veces incompatibles. Cabe resaltar como puntos críticos y
difícilmente conciliables, la definición de ambiente periglacial, la individualización de las
actividades prohibidas, el destino de los fondos obtenidos con la aplicación del régimen
sancionatorio, la designación de la autoridad de aplicación de la ley, o las medidas a
desarrollarse con las actividades actualmente en ejecución.
Pero quizás la cuestión más visceral que no deja de ser motivo de planteos y debates es la
relativa al alcance que una ley de presupuestos mínimos puede tener, en el marco del nuevo
federalismo ambiental originado con la reforma constitucional de 1994. La posibilidad que
tiene el Congreso Nacional de dictar normativas ambientales mínimas que, de alguna forma,
tengan fuerte repercusión en los Estados provinciales, ha sido y sigue siendo la mayor fuente
de conflictos en los procesos legislativos nacionales, incluyendo el actual. Por eso, desde la
Clínica Jurídica y Legislativa de CEDHA, pretendemos aportar una visión técnica y clara, en
miras a superar las concepciones erróneas o poco claras de lo que son los presupuestos
mínimos de protección ambiental, presentes en el debate. Todo con el objeto de hacer una
interpretación de las diversas posturas planteadas que conlleve a una pronta y necesaria
superación del conflicto.
Los presupuestos mínimos de protección ambiental
a) Concepto y regulación
En la reforma de la Constitución Nacional del año 1994, se incorporó el art. 41, el cual
señala en su párrafo final: “corresponde a la Nación dictar las normas que contengan los
presupuestos mínimos de protección, y a las provincias, las necesarias para
complementarlas, sin que aquellas alteren las jurisdicciones locales”. De esta forma ingresa
el concepto de “presupuestos mínimos” en nuestra legislación.
La discusión que se plantea al respecto, se da en razón del establecimiento de las pautas
que determinen cuál es la línea que delimite si la ley de presupuesto mínimo altera o no a la
jurisdicción local, como lo establece la Constitución Nacional.
Posteriormente, en el año 2002, se dicta la Ley General del Ambiente Nº 25.675 (Adla,
LXIII-A, 4), la cual en su art.6, establece: “Se entiende por presupuesto mínimo, establecido
en el artículo 41 de la Constitución Nacional, a toda norma que concede una tutela ambiental
uniforme o común para todo el territorio nacional, y tiene por objeto imponer condiciones
necesarias para asegurar la protección ambiental. En su contenido, debe prever las
condiciones necesarias para garantizar la dinámica de los sistemas ecológicos, mantener su
capacidad de carga y, en general, asegurar la preservación ambiental y el desarrollo
sustentable”.
Por último, el Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA), señaló por medio de la
resolución 92/04 que “Se entiende por presupuesto mínimo al umbral básico de protección
ambiental que corresponde dictar a la Nación y que rige en forma uniforme en todo el
territorio nacional como piso inderogable que garantiza a todo habitante una protección
ambiental mínima más allá del sitio en que se encuentre. Incluye aquellos conceptos y
principios rectores de protección ambiental y las normas técnicas que fijen valores que
aseguren niveles mínimo de calidad”
b) Alcance
Si sabemos que la disposición que habilita al Congreso de la Nación a dictar leyes de
presupuestos mínimos se encuentra en el art. 41 Constitución Nacional, fue voluntad del
convencional constituyente renunciar a las competencias originarias de las provincias (art.
121 de la CN), en pos de establecer una protección del ambiente de manera uniforme en todo
el territorio de la Nación. Es por eso que la competencia ambiental en el marco del art. 41 es
COMPLEMENTARIA, no concurrente. Es decir, tanto la Nación como las provincias tienen
competencia para hacer TODO lo necesario en defensa del ambiente, sólo que la Nación en lo
mínimos y las provincias en lo máximo. El texto de la Constitución utiliza el vocablo
“complementario” de igual forma que en el art. 75 inc 22 cuando se refiere a los tratados
sobre derecho humanos como complementarios de la Constitución.
Por ello, el Congreso Nacional puede establecer prohibiciones y medidas de adecuación
que afecten derechos adquiridos. Porque está en juego el orden público y el ambiente, pero
por sobre todo porque las provincias renunciaron a esas competencias en la última reforma. A
la vez, si bien la misma reforma estableció en el art. 124 de la CN que el dominio de los
recursos naturales es originario de las provincias, el mismo no significa que sea absoluta, y
que no deba leerse en coherencia con el art. 41 de la CN.
Por ello, lo fundamental no es determinar si puede la Nación prohibir o inmiscuirse en una
actividad desarrollada en una provincia, sino en qué medida. Es decir hasta donde llegaría el
piso mínimo. Para ello, se debe realizar una lectura dinámica que integre la ley de
presupuestos mínimos con una valoración científica y axiológica, quizás mucho más que en
cualquier otra ley. Esto quiere decir que debemos primero establecer si existen conclusiones
científicas que aseguren que los glaciares están siendo afectados por la actividad minera, y
que no hay otra forma de protección que no implique la prohibición total de la actividad, y la
adecuación urgente de la ya en ejecución. Y en segundo lugar, y en base a lo que se determine
científicamente, hacer una valoración axiológica que determine si como sociedad le damos
más valor al desarrollo económico o a la protección del ambiente.
Esta valoración la debe realizar en primer lugar el Congreso al sancionar la ley, en
segundo lugar el Poder Ejecutivo al promulgarla, en su rol colegislador, y en definitiva, y en
un eventual caso, el Poder Judicial si se plantea su inconstitucionalidad.
Los presupuestos mínimos y la protección de los glaciares
En el marco propio de la discusión de presupuestos mínimos, los temas más relevantes en
los proyectos analizados son: la prohibición de actividades (art. 6 Ley 26.418, considerandos
del decreto 1837/08, Art. 6 Anteproyecto de Filmus, Art. 6 y 7 Proyecto Gioja, Art. 6
Proyecto Bonasso) y las medidas de adecuación de las actividades en ejecución (art. 15 Ley
26.418, considerandos del decreto 1837/08, Art. 15 del Anteproyecto de Filmus, Art. 15
Proyecto Gioja, Art. 15 Proyecto Bonasso).
En consideración a lo expuesto, el Congreso Nacional posee las facultades para establecer
en una ley de presupuestos mínimos, prohibición a determinadas actividades y medidas
concretas para la adecuación de las mismas, en especial en lo que se refiere a auditorias
ambientales que consideren el impacto negativo sobre los glaciares, y al cese de dichas
actividades si en base a las mismas resultan ser perjudiciales.
Si la cuestión estriba en determinar el alcance del uso que el Congreso puede darle a esas
facultades, se deben tener en consideración las conclusiones científicas de los expertos en la
materia, tal como lo señalamos anteriormente. Todo esto a los fines de determinar si
realmente son las actividades mencionadas perjudiciales y en qué medida, y en segundo lugar
si son perjudiciales las actividades actualmente en desarrollo, a la luz de la desigual
regulación y aplicación de la normativa ambiental en las diversas provincias.
Estas conclusiones ya han sido expuestas por numerosos y prestigiosos técnicos
estudiosos de la materia. De hecho, no se discute la necesidad y urgencia de la protección, la
cual se expone en los fundamentos de todos los proyectos analizados.
En consecuencia, resta efectuar un análisis axiológico que permita revelar qué lugar ocupa
la protección ambiental en la concepción política legislativa de los proyectos en cuestión.
En su valoración dinámica, ambas Cámaras apoyaron por unanimidad el texto de la ley
vetada 26.418, tomando como base los cuantiosos y alarmantes datos aportados por los
estudios científicos, y una apreciación axiológica que priorizó la protección del ambiente y los
recursos estratégicos de nuestro país. Posteriormente el Poder Ejecutivo no compartió esa
apreciación, basándose en una errónea interpretación del art. 41 de la Constitución Nacional
(cuyo alcance hemos intentado esclarecer supra), y en una priorización absoluta de algunas
actividades económicas, las cuales hasta el momento, no presentan una uniforme y eficiente
regulación ambiental en todas las provincias.
A partir de allí, las siguientes discusiones llevadas a acabo en los diversos ámbitos
parlamentarios, estuvieron dirigidas a programar una legislación menos “perjudicial” de las
jurisdicciones provinciales, encubriendo tras un discurso federalista, poco frecuente en la
actitud de muchos gobernadores y del gobierno central, el peso de intereses puntuales de
algunos emprendimientos multinacionales instalados y a instalarse en muchas de las
provincias cordilleranas.
Si existe acuerdo, desde los aportes científico – técnicos, en que la situación de los
glaciares es crítica, que se requieren medidas urgentes; que las EIA de muchas provincias no
están actualizadas y que muchas no contemplan el impacto sobre los glaciares; y que la
actividad minera, entre otras mencionadas, es perjudicial integralmente para la protección de
los glaciares como fuentes de un recurso estratégico como lo es el agua; la prohibición de
dichas actividades y la imposición de medidas con un determinado plazo que exijan una
adecuación real, no constituyen un abuso de las potestades normativas que el art. 41 de la CN
le confirió al Congreso.
De otro modo, la normativa a desarrollarse no implicaría más que una expresión de deseo
de contenido declarativo, que prolongaría el status quo ambiental alejándose de la concreción
de su objeto y de una real y eficiente aplicación. No entendemos por qué existe una férrea
resistencia de los gobiernos locales a aceptar una normativa de protección mínima, cuando en
sus declaraciones manifiestan poseer niveles de control y prohibición eficientes y aún más
exigentes que los propuestos.
Conclusiones
La prohibición de actividades puntuales, la imposición de un plazo, la realización de
auditorías a los fines de constatar el impacto negativo sobre los glaciares, como así también el
cese de las actividades que resulten perjudiciales sobre los mismos, no excede el alcance que
puede tener una ley de presupuestos mínimos, según el art. 41 de nuestra Constitución.
Es necesario tomar en consideración los aportes, planteos y recomendaciones de los
organismos técnicos científicos especializados en la problemática ambiental y específica de
los glaciares. A la luz de ellos, se debe analizar si como sociedad estamos dispuestos a hacer
prevalecer en estas cuestiones puntuales, la preservación del ambiente ante el desarrollo
económico.
Por ello, apelamos a que los señores legisladores nacionales, prioricen la protección del
ambiente, sobre todo ante conclusiones científicas tan claras y preocupantes, y en
consideración a que el art. 41 de la CN en función de lo dispuesto por el constituyente del „94,
exige y autoriza al Congreso Nacional para ello, a través de la leyes de presupuestos mínimos,
sin estar por ello violentando las competencias provinciales.
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