ESQUEMAS DEL TEMA ABSOLUTISMO

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ESQUEMAS DEL TEMA
• EL LIBERALISMO COMO TEORÍA POLÍTICA Y SU ENFRENTAMIENTO CON EL
ABSOLUTISMO
• Definición. El liberalismo como el soporte ideológico de la clase burguesa para acceder al poder.
• Orígenes: S.XVII− La gloriosa Revolución. Se definen los primeros principios del liberalismo.
Práctica antes que teoría, pues primero se hace la revolución y luego se establecen la
doctrina(John Locke). Se establece la monarquía parlamentaria.
• Evolución y desarrollo: S.XVIII−La Ilustración francesa(Montesquieu, Voltaire). Difusión y
enriquecimiento de los principios de la monarquía parlamentaria inglesa. Fundamento teórico
que inspira y sirve de soporte a la burguesía en las revoluciones Americana y Francesa. En estas
revoluciones se establecen unas declaraciones de principios que son el fundamento del
liberalismo moderno. En EEUU la declaración de Independencia y en la revolución Francesa la
declaración de derechos del hombre y el ciudadano(referencias para el desarrollo posterior del
liberalismo
SXIX.−Implantación definitiva del liberalismo en el continente europeo. Principios políticos plenamente
desarrollados. Bifurcación en dos tendencias: el liberalismo democrático y el liberalismo doctrinario.
Definición.
El liberalismo es la ideología sobre las que se apoyaron las revoluciones burguesas de finales del siglo
XVIII y primera mitad del siglo XIX, convirtiéndose en el núcleo teórico básico de los sistemas políticos
establecidos desde entonces y hasta hoy en las sociedades occidentales, con la excepción de las
experiencias totalitarias.
Orígenes
Los orígenes del liberalismo se encuentran, para la mayoría de los historiadores en la época de los
enfrentamientos entre la monarquía inglesa de Carlos I y el parlamento de su país, en el siglo XVII, ya
que en 1688 estallará la Gloriosa Revolución contra el monarca absolutista. A partir de esta revolución,
se establecerá en este país un sistema político sobre el que se desarrollará el liberalismo: La monarquía
parlamentaria. Sobre ella evolucionarán una serie de principios, planteamientos y mecanismos que en
sus características esenciales serán definidos por John Locke, en su obra Dos tratados sobre el
gobierno (1689) y que configuran precisamente las bases sobre las que se fundamenta este primer
liberalismo, y que son las siguientes:
• La libertad y la propiedad son cosas tan valiosas e inherentes a los individuos que no hay
ninguna autoridad que pueda eliminarlos legítimamente bajo ningún concepto.
• El gobierno tiene que ser representativo de la voluntad popular y rendir cuentas al pueblo de
sus actuaciones ya que deben ir encaminadas a la búsqueda del bienestar general.
• El poder y las facultades de las autoridades deben de estar limitadas de manera que se
salvaguarden los derechos individuales y se garanticen ciertas libertades tales como las de
palabra, asociación, credo religioso, compra−venta de propiedades, etc) .
Evolución y desarrollo del liberalismo
En el siglo XVIII las ideas expuestas anteriormente serán recogidas, divulgadas y enriquecidas
ampliamente por los filósofos Ilustrados Franceses, especialmente por Montesquieu(el espíritu de las
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leyes) y por Voltaire(cartas inglesas), de manera que estas ideas liberales aparecerán como una
oposición frontal a las monarquías absolutistas que a excepción de Inglaterra dominaban toda Europa
y serán el instrumento fundamental que utilizará la burguesía europea para acceder al poder político y
social y consolidar su dominio económico en el viejo continente.
Así, puede decirse que, frente a la soberanía real, al poder absoluto del rey y los privilegios de los
estamentos sociales superiores, el liberalismo opone la soberanía nacional(entendida como el poder del
que es poseedor el conjunto de ciudadanos de un país), el poder compartido entre el rey y las Cortes y la
igualdad ante la ley de todos los ciudadanos de un país. Frente a la subordinación y la servidumbre de
los no privilegiados en el Antiguo Régimen, el liberalismo defendía la libertad y los derechos
individuales de todos los ciudadanos.
Contra el poder inmovilista y autocrático, el liberalismo ofrecía la posibilidad de cambios en los
órganos de poder según la voluntad de la nación, en busca del bienestar general.
Esta doctrina política inspirará las dos primeras revoluciones de carácter auténticamente liberal(la
Inglesa lo será sólo muy parcialmente), a saber, la revolución Americana de 1776 y la revolución
Francesa de 1789, que se convertirán a su vez en puntos de referencia fundamentales para el desarrollo
político e ideológico del liberalismo a lo largo del siglo XIX. Así, en la declaración de los derechos del
hombre y el ciudadano(revolución francesa) o en la declaración de la Independencia de los E.E.U.U
pueden verse formulados los principios liberales que serán adoptados con posterioridad en las oleadas
revolucionarias liberales del siglo XIX. (ver texto 1)
En el siglo XIX se implantó definitivamente el liberalismo como doctrina ideológica y como sistema
político en el mundo Occidental, eso sí, no sin grandes resistencias por parte de las monarquías
absolutistas europeas.
Sobre el principio filosófico común de la defensa de la libertad y los derechos del individuo, hubo
distintas maneras de entender el movimiento y puede decirse que el liberalismo tuvo distintas
vertientes, siendo diferente, además según el país, pero de manera general puede decirse que los
principios políticos más comúnmente aceptados del programa liberal en el siglo XIX son los siguientes:
• El titular último del poder es el pueblo, basándose esto en la doctrina de la soberanía de la
nación, entendida esta última como el conjunto de habitantes del territorio de un país y
oponiéndose por tanto a la soberanía real de origen divino.
• El gobierno o el monarca debe tener limitada su autoridad mediante una norma suprema o
constitución a la que aquellos deben supeditarse(imperio de la Ley)
• La constitución debe reconocer y el gobierno garantizar el respeto a una serie de derechos y
libertades individuales, entre las que destacan la libertad de expresión, asociación y la libertad
de prensa, que se entiende como fundamental para controlar la acción del gobierno y configurar
una opinión pública independiente.
• El poder del Estado debe estar separado en tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial,
independientes y controlados entre sí (teoría de la división de poderes).
• El derecho de legislar corresponde al parlamento, que se configura como el órgano
representante de la Nación.
• La acción política se lleva a cabo a través de los partidos políticos que encauzan los intereses y
las opiniones de los ciudadanos.
Por otro lado, a partir de la mitad del siglo XIX, en la época de las Restauraciones absolutistas, tras las
primeras oleadas revolucionarias liberales, el pensamiento liberal se bifurcó en dos corrientes:
• Los partidarios de una interpretación radical del liberalismo, que creían en un gobierno popular,
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basado en un régimen de mayorías, que defendía el sufragio universal y entroncaba con el
Jacobinismo. A esta corriente se le llamo liberalismo democrático.
• Los partidarios un tipo de gobierno representativo tan sólo de las minorías ilustradas y
económicamente solventes(gran burguesía), que optaban por un sufragio censitario y estaban
enraizados en la tradición Girondina. Recibieron el nombre de liberalismo doctrinario
De las dos corrientes, la que acabaría imponiéndose en toda Europa, a partir de la segunda mitad del
siglo XIX será la segunda, defendida por la gran burguesía conservadora.
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2. EL NACIONALISMO
• DEFINICIÓN. El nacionalismo como ideología que desembocará en corriente política.
• ORÍGENES. La gestación de los nacionalismos en la Historia moderna de Europa. La idea
nacional aplicada a la soberanía en el movimiento liberal. Los orígenes del nacionalismo
cultural(el espíritu del pueblo o Volksgeist) opuestos a los principios Ilustrados del
cosmopolitismo Universal. El desarrollo del movimiento nacionalista como resistencia a la
invasión extranjera en el contexto de la Europa napoleónica y en la Europa de la Restauración.
La alianza del nacionalismo con el movimiento liberal, a causa de la instrumentalización de
ambos por parte de la burguesía para acceder al poder.
El NACIONALISMO
Definición.
Doctrina y corriente política que considera a la nación (entendida como un conjunto de personas con
una misma lengua, cultura y vínculos históricos) como el hecho fundamental y la finalidad suprema de
una colectividad humana, a cuyo interés tanto los intereses individuales, como los intereses de clase
deben supeditarse e incluso sacrificarse.
Orígenes.
Aunque el nacionalismo se desarrollará en el Siglo XIX, es un fenómeno que se viene gestando en los
siglos de la Edad Moderna, al compás del surgimiento de los Estados−Nación. Así, por ejemplo un
precedente del nacionalismo posterior será el levantamiento de las Provincias unidas de Holanda contra
la dominación española en los Siglos XVI y XVII. Éste fue el primer caso de una guerra nacional que
culminó en la formación de un estado nacional.
Ya en el siglo XIX, la idea de nación se establecerá como conjunto de ciudadanos de un país que posee
la soberanía, en oposición y detrimento de la soberanía real, de carácter absolutista. Por tanto, en un
primer momento la idea nacional va ligada directamente al liberalismo. Sin embargo, aparecerá en
Alemania otra matriz ideológica dentro del nacionalismo distinta e incluso contrapuesta a la liberal,
que pretende reivindicar el derecho de cada pueblo a expresar, a través de su lengua, sus tradiciones
culturales, su folklore, etc., el llamado espíritu del pueblo(Volksgeist), oponiéndose por tanto al
cosmopolitismo Ilustrado, que se basaba en la razón universal. El filósofo alemán Herder será uno de
los primeros que exprese estos postulados en su obra Ideas para la Filosofía de la Historia de la
Humanidad(1784).
Estas ideas filosóficas nacionalistas acabarán desarrollándose como movimientos políticos,
contribuyendo a ello las invasiones napoleónicas, al provocar en los pueblos sometidos fuetes
sentimientos de resistencia y rebelión contra el invasor. Este sentimiento se mantendrá con fuerza e
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incluso aumentará a partir del Congreso de Viena, que organizó Europa bajo las ideas de la
Restauración, confeccionando el mapa político en función de los intereses de las grandes potencias
Imperiales y frustrando así la independencia de numerosos pueblos. En este sentido cabe decir que el
Romanticismo favoreció la atmósfera espiritual que desarrollaron los movimientos nacionalistas. ( ver
texto 2)
El nacionalismo alemán proporcionó las directrices básicas del movimiento: la nación es una
comunidad viviente dotada de una lengua, historia y cultura comunes.
Pronto este nacionalismo cultural se convertiría en nacionalismo político y, aliado con el liberalismo, se
expresaría en las oleadas revolucionarias de 1830 y 1848.
En este sentido hay que decir que la reivindicación nacionalista será un instrumento utilizado por la
burguesía en sus intentos de asaltar definitivamente el poder político en Europa y de ahí la alianza
entre el movimiento liberal y el nacionalista.
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3.LAS REVOLUCIONES LIBERALES EN EL SIGLO XIX
• Antecedentes: La Revolución Francesa
• Las tres oleadas revolucionarias. Liberalismo y Nacionalismo (centrífugo y centrípeto) como
sustento ideológico(van unidas, como dos caras de una misma moneda).
• Los primeros movimientos revolucionarios: 1820.España, Grecia y Nápoles.
• La consolidación de las Revoluciones Liberales: 1830 y 1848. Suiza, Bélgica, Polonia, Irlanda,
Francia. Los avances del liberalismo en Inglaterra. Las unificaciones de Italia y Alemania. El
establecimiento definitivo de la burguesía en el poder. La implantación del liberalismo
doctrinario en Europa occidental como sistema político predominante.
Antecedentes: La revolución Francesa.
La Revolución Francesa fue la primera revolución liberal burguesa europea. A través de ella, por
primera vez en el viejo continente la burguesía consiguió llegar al poder político, generando una serie
de cambios en la estructura de la sociedad que afectaron a todos sus grupos y de los que se beneficiaron
muy mayoritariamente estos burgueses(aunque también puede hablarse de beneficios para las clases
más desfavorecidas como la abolición de la servidumbre y el sistema feudal). Una serie de
acontecimientos acabará bruscamente con la experiencia, pues la restauración de la monarquía
absolutista pondrá momentáneamente fin a la república burguesa, pero de todas formas ésta se
convertirá en un modelo a seguir, en un punto de referencia para toda la burguesía europea del siglo
XIX, de manera que a través del desarrollo del liberalismo, este grupo social aspirará a la consecución
de sus fines, en una serie de movimientos revolucionarios.
La revolución Francesa, será por tanto un punto de partida para el liberalismo y el comienzo del fin del
Antiguo Régimen, pues el boquete abierto por ésta en la concepción y en la práctica estamental−feudal
de la sociedad, ya no podrá ser cerrado jamás de forma definitiva.
Las tres oleadas revolucionarias.
La Europa del Antiguo Régimen se había visto conmocionada por la Revolución Francesa, que había
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exportado sus ideas liberales a través de la expansión Napoleónica por buena parte de Europa. Ante
esta situación, las grandes monarquías absolutistas(Austria, Prusia, Rusia) intentaron frenar el avance
del liberalismo en toda Europa en el congreso de Viena y para ello crearon la Santa Alianza y la
cuádruple alianza, que se encargaron de sofocar cualquier intento de movimiento revolucionario en este
sentido. De todas formas el liberalismo burgués se extenderá imparable por el continente, al calor del
cada vez mayor poder económico de estos, de la decadencia de las viejas clases privilegiadas y del
creciente sentimiento nacional y antiimperialista de muchos de los pueblos europeos que se encontraban
sometidos por esos Imperios autocráticos. Por ello se debe entender el nacionalismo insurgente de aquel
momento como un instrumento más para desarrollar los principios del liberalismo. Así la burguesía de
muchas partes del continente buscará la segregación de su país(nacionalismo centrífugo) de un Imperio
o la unificación de la nación (nacionalismo centrípeto) para poder imponer su ideología y asentarse en
el poder. Por tanto, podemos decir que Los fenómenos revolucionarios de 1820, 1830 y 1848 son sólo
distintas oleadas que con distinta y creciente intensidad configuran un mismo proceso.
Los primeros movimientos revolucionarios: 1820
Estos primeros movimientos afectan especialmente al área mediterránea. Así en el reino de las dos
Sicilias, con capital en Nápoles, en Grecia y en España surgirán movimientos que intentarán imponer el
liberalismo como sistema de gobierno con escasa suerte. En el caso español, la sublevación de Riego da
lugar al llamado trienio liberal(1820−1823) en el cual se obligó al rey a aceptar la constitución liberal de
1812(ver texto3) aunque la intervención de La Santa alianza, a través de los cien mil hijos de San Luis
devolverá el poder absoluto a Fernando Vll, ya hasta su muerte en 1833. De todas formas, la burguesía
criolla de las colonias hispanas, inspirada asimismo en las ideas liberales aprovechará la coyuntura
política y económica de la metrópoli para iniciar un proceso de independencia que ya no se detendrá.
En Grecia el ejército Turco derrotará los intentos de liberación del país y en Nápoles tampoco los
liberales conseguirán imponer sus objetivos. En 1825, se producirá en Rusia el movimiento decembrista
como consecuencia de esta primera oleada revolucionaria, aunque también sin consecuencias
inmediatas relevantes para el devenir político.
A pesar del fracaso de esta primera oleada, puede considerarse que a partir de los intentos
revolucionarios de 1820, las ideas liberales y nacionalistas van extendiéndose y cobrando cada vez
mayor fuerza en el continente europeo y como ya hemos indicado en las colonias Latinoamericanas.
La consolidación del movimiento revolucionario
En la década de 1820 a 1830, se producirá el crecimiento y la maduración de los grandes movimientos
liberal−nacionalistas en el continente
Las oleadas revolucionarias de 1830:
El epicentro de esta segunda ola revolucionaria de mayor trascendencia que la anterior fue Francia
donde tras un alzamiento conocido bajo el nombre de las res Gloriosas jornadas, se vino abajo la
monarquía absolutista de Carlos X y se implantó la monarquía liberal de Luis Felipe de Orleans,
conocido también como el rey burgués.
Un mes más tarde estalló la revolución nacional en Bélgica, que acabó a finales de ese mismo año con su
independencia frente a Holanda y la elección por parte del parlamento belga, de un monarca
constitucional: Leopoldo de Sajonia. Los polacos también intentaron una revolución de índole similar,
pero la insurrección fue aplastada por los rusos. En Irlanda la mayoría católica obtuvo un importante
triunfo al arrancar el Acta de Emancipación de la Iglesia Católica frente a la Iglesia de Inglaterra, Esto
fue el primer jalón en la lucha por la independencia irlandesa.
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El liberalismo siguió avanzando en otros países: así en Inglaterra el Acta de Reforma, aprobada en
1832, permitía la aplicación del derecho de sufragio a los empresarios y a las nuevas ciudades
industriales, como Manchester y Liverpool, en detrimento de los burgos podridos y los intereses de la
vieja nobleza terrateniente.
En Suiza, en 1830, la agitación estudiantil consiguió la abolición de la constitución Aristocrática y la
introducción del sufragio democrático.
En España, la repercusión de la onda expansiva de 1830 se produjo en 1833 cuando, tras la muerte de
Fernando Vll, la regente María Cristina encarga formar nuevo gobierno a los liberales.
1830 es el punto de arranque de dos procesos paralelos que van a marcar la vida política y las
relaciones internacionales de la Europa del S.XIX: las unificaciones de Italia y Alemania.
En el país transalpino el movimiento liberal es dirigido por la sociedad secreta de los carbonarios y se
dirige prioritariamente contra el poder secular del Papado y contra la dominación austríaca del Norte
de Italia. Las insurrecciones fracasaron, pero se crearon las bases de un proceso unificador que iría
desarrollándose en los años siguientes y en el cual tendría un papel destacado Mazzini, fundador del
movimiento Joven Italia.
Por lo que se refiere a Alemania, se produjeron diversas revueltas de carácter liberal en varios Estados
alemanes, revueltas que se verían sofocadas por la acción combinada de las potencias de la Santa
Alianza: Prusia, Austria y Rusia. A pesar de ello, la burguesía conseguirá libertad económica en 1834
gracias a la unión aduanera de diversos Estados alemanes del norte (Zollverein).
A partir de entonces se irá constituyendo el mercado nacional alemán, lo que se verá favorecido por el
inicio de la industrialización y la consecución del tendido ferroviario, en los años cuarenta del pasado
siglo.
La oleada revolucionaria de 1848 marcó la consolidación del ascenso burgués en Europa Occidental. La
envergadura del movimiento fue de tan gran amplitud que se hablaría entonces de una primavera de
los pueblos en alusión al impulso liberal y nacionalista creado en estas revoluciones, que empieza a
derrotar definitivamente a las viejas clases privilegiadas y al poder monárquico. No obstante, los
resultados de este proceso no fueron iguales en todas partes. Así puede decirse que en Europa Oriental,
estos fueron escasos, al menos en un primer momento.
Como en 1830, la oleada revolucionaria se inició en Francia: en febrero estalla el descontento popular
contra la monarquía liberal de Luis Felipe de Orleans. La crisis económica de los años precedentes
juega un papel importante juega un papel importante, uniéndose a ello la difusión de las ideas
democráticas. De esta manera se instaura una República democrática y social en la que entran en
conflicto dos fuerzas sociales: los sectores democráticos−burgueses que aspiran a consolidar la nueva
República y los sectores políticos y obreros que aspiran a proseguir el proceso encaminándolo hacia la
instauración del socialismo. El fracaso de la insurrección de estos últimos en Junio de 1848 significó la
involución de la República en un sentido cada vez más conservador, proceso que culminaría en 1851,
con la instauración de la monarquía autoritaria de Luis Napoleón Bonaparte.
En el resto de los países la revolución no adopta los planteamientos avanzados y amenazantes para el
nuevo orden burgués, como en Francia. En Suiza, una serie de enfrentamientos entre católicos
conservadores y liberales protestantes se salda con la aprobación en 1848 de una constitución de
carácter liberal.
En Austria el movimiento alcanzó un desarrollo destacado. Tres insurrecciones populares en Viena
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produjeron el triunfo temporal del constitucionalismo y la abdicación de del emperador Fernando I. No
obstante, su sucesor Francisco I reacciona contundentemente disolviendo la Asamblea Constituyente y
restableciendo el absolutismo en 1851. Simultáneamente se habían producido insurrecciones nacionales
en Checoslovaquia, Hungría e Italia, que fueron aplastadas, volviéndose a reestablecer la autoridad
austríaca.
En Irlanda, el nacionalismo se expresa fundamentalmente a través del movimiento terrorista
promovido por el grupo joven Irlanda. Inglaterra acabará sofocando la oleada terrorista pese al fuerte
descontento popular por las hambrunas acaecidas entre 1845−1847.
Nuevamente los dos países donde la convulsión de 1848 tuvo un impacto más destacado fueron
Alemania e Italia.
En ésta, la presión de la opinión pública conseguirá la introducción de tímidas reformas liberales en los
Estados Pontificios y en los reinos de Piamonte y Nápoles. En Milán y Venecia estallan revueltas contra
la administración austríaca que duran poco tiempo. En los estados Pontificios el Papa, Pío IX tiene que
abandonar temporalmente Roma mientras ve como Mazzini proclama la República Romana. En 1849,
un ejército francés, enviado por Luis Napoleón Bonaparte, repone al Papa y se queda hasta 1870 como
garantía de su poder.
En Alemania el 48 supone un intento por parte de la burguesía liberal−nacionalista y de otros sectores
populares por alcanzar el poder. La desunión entre todos los sectores implicados conllevó el fracaso del
movimiento, ya que mientras la burguesía se limitaba a reivindicar tibias reformas políticas en el marco
de una confederación alemana, los sectores más radicales aspiraban a establecer una República federal
de carácter democrático. En Mayo de 1848 el movimiento popular consiguió la celebración de la
Asamblea de Frankfurt, que aglutinaba a los representantes de la mayoría de los Estados alemanes.
Loa planteamientos se fueron radicalizando tanto en el sentido democrático como en el nacionalista. A
partir de aquí el pánico cundirá en las cortes de los soberanos alemanes y en la propia burguesía,
temerosa de la radicalización de un proceso que escapa a su control. La reacción se inicia en Prusia(el
rey Federico Guillermo disuelve la recientemente creada dieta prusiana) y es secundada por los demás
monarcas alemanes que cuentan con el apoyo austríaco para restablecer su autoridad.
En definitiva, podemos afirmar que las revoluciones de 1848, aunque no suponen un inmediato triunfo
definitivo del liberalismo burgués debido a la aún fuerte resistencia absolutista, si crean las bases para
su establecimiento en años posteriores, al menos en Europa Occidental. Con el poder económico, con la
fuerza y el convencimiento ideológico, reforzado a través de las revoluciones de los años precedentes y
las cortas experiencias en el poder en algunos casos, unido todo ello a la creciente debilidad de la vieja
clase privilegiada europea, el triunfo del liberalismo sólo era cuestión de tiempo.
De todas formas, el liberalismo que se acabará imponiendo distará mucho de ser democrático, ya que la
gran burguesía, una vez establecida en el poder, se sentirá temerosa de la democracia de mayorías y no
dispuesta a arriesgar su recién conquistado predominio político y social, establecerá un modelo político
basado en el liberalismo doctrinario(ya explicado con anterioridad) y que tendrá su expresión más
general en la monarquía parlamentaria o constitucional, aliándose en muchos casos con los sectores
más avanzados de la vieja aristocracia terrateniente(ver texto 4).
Por tanto, el sistema establecido por la burguesía, una vez se encuentre en el poder se articulará sobre
tres instituciones básicas: La Corona, El Consejo de Ministros y el Parlamento. El funcionamiento de
las instituciones variará según el país, pero en general puede decirse que los rasgos más característicos
del modelo serán los siguientes:
• Reconocimiento de grandes prerrogativas al monarca en el poder ejecutivo: facultad de
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nombrar al Jefe de Gobierno, disolver las Cámaras y de arbitrar en los conflictos con las
Cámaras.
• Institucionalización de un Parlamento nacional, representativo de las minorías de los notables
burgueses y terratenientes. El Parlamento puede derribar al gobierno mediante un voto de
censura.
• El derecho al voto sólo corresponderá a la minoría adinerada, a través del llamado voto
censitario.
• Se establecerá una restricción de las libertades políticas, tales como la prohibición de huelgas,
de sindicatos y de otras formas de lucha y asociación obreras.
• La vida política será protagonizada generalmente por dos partidos: el conservador,
representante de la vieja aristocracia terrateniente, y el liberal que incluye a los miembros de la
gran burguesía. El resto de las formaciones políticas o no existen, o son ilegales o marginadas.
(Esta terminología será adoptada, principalmente a partir de Inglaterra).
•
ESQUEMAS DEL TEMA
4.LOS NACIONALISMOS DE LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XIX.
• La unidad alemana
• La unidad italiana
• Los nacionalismos en Europa Oriental
La unidad alemana.
Tras los intentos frustrados de unificar el territorio alemán por parte del liberalismo nacionalista, será
el canciller Bismarck, el que bajo una óptica autoritaria y prusiana activó el proceso unificador. En
1863, un conflicto sucesorio le sirvió de excusa para intervenir y anexionarse los ducados daneses de
Schleswig y Holstein. Un nuevo conflicto, esta vez con Austria(principal enemigo de la unidad alemana),
le lleva a declararle la guerra y derrotarla fulminantemente en 1866. Todavía quedaban por eliminar
los recelos que despertaba esta posición unionista agresiva en algunos estados alemanes del Sur:
Baviera, Baden y Wüttenberg. Pero sobretodo Bismarck tenía que doblegar los deseos e intereses de la
Francia de Luis Napoleón Bonaparte, que venía practicando una política intervencionista y de arbitraje
dentro y fuera de Europa. En 1870 una controversia suscitada en torno al problema sucesorio español,
dio a Bismarck la oportunidad de declarar la guerra a Francia. La victoria total prusiana favoreció la
culminación del proceso unificador de Alemania: en 1871 Guillermo II creaba el segundo Reich,
dotándole de una Constitución federal y un sistema parlamentario, que eso si arrogaba fuertes
prerrogativas para la Corona y el gobierno, limitando en gran medida el poder del Parlamento.
La unidad Italiana.
Después del fracaso del 48, el movimiento contra la dominación austríaca en el Norte y por la
unificación de toda Italia se reavivó en 1859. El motor de este proceso fue el rey de Piamonte, Víctor
Manuel II, y su primer ministro, Cavour. Éste negoció el apoyo de Francia a cambio de la cesión
territorial de Niza(Acuerdo de Plombières) y en el59, se lanzó a la guerra contra Austria, consiguiendo
la liberación de Milán y la Lombardía. Al año siguiente los ducados de Piamonte. En ese mismo año
Garibaldi realizó La popular expedición de los camisas rojas, que consiguió, un año después, acabar
con la monarquía borbónica del reino de Nápoles. La unión de Nápoles a Piamonte induce la
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incorporación de las Marcas y la Umbría al proceso. En 1861 Italia aprovecha la guerra
austro−prusiana para anexionar el reino de Venecia. Sólo quedaban pendientes los Estados Pontificios,
protegidos por un ejército francés. La derrota de Luis Napoleón Bonaparte en 1870 facilita la
ocupación de los territorios papales y la conversión real de Roma en capital del reino de Italia. Este se
constituye como un estado unitario, regido por una Carta otorgada, el Estatuto de Piamonte de 1848,
que funcionaba como una Constitución, aunque no era plenamente liberal.
Los nacionalismos de Europa Oriental.
La existencia de tres grandes Imperios(Rusia, Austria y Turquía) de carácter multinacional, fue el
factor decisivo del estallido de los movimientos nacionalistas en esta parte de Europa.
El declinante Imperio turco−otomano, incapaz de hacer frente a las sublevaciones de los serbios,
rumanos, búlgaros, albaneses y otros balcánicos, fue paulatinamente perdiendo esos territorios que se
convirtieron en nuevos estados independientes.
Los imperios ruso y austríaco observaban con expectación este proceso y aspiraban a obtener beneficios
territoriales o, al menos una buena penetración política y económica en los nuevos Estados. Cada uno
de ellos ofrecía su apoyo interesado a los diversos pueblos. Esta pugna por los Balcanes, junto con los
problemas que hacían enfrentarse a estos pueblos entre sí, se convertiría, a posteriori, en el factor
precipitante de la Primera guerra mundial, después de las dos guerras Balcánicas de 1812 y 1813. El
choque de intereses entre las grandes potencias alimentó las rivalidades nacionalistas de los pueblos
Balcánicos.
Aparentemente el Imperio Ruso era fuerte y cohesionado: la autocracia zarista imponía su poderío en
cuantos territorios controlaba y establecía la rusificación de toda la población del Imperio a través de
un rígido control policial, militar y político. Hasta el final de la primera guerra mundial no empezarán
a aparecer con fuerza los nacionalismos aplastados por Rusia, como los de Polonia, Repúblicas Bálticas,
Ucrania, Repúblicas transcaucásicas, etc.,
Austria buscó vías diferentes para solucionar los problemas derivados del carácter multinacional de su
imperio. Tras su derrota en 1866 el Imperio se articuló sobre la base de la monarquía dual
austro−húngara. De esta forma Austria presidía una serie de territorios al Norte y al Oeste del Imperio,
mientras Hungría controlaba directamente los territorios del Este y del Sur. Este sistema de una mayor
flexibilidad política que otros
anteriores, se convirtió no obstante, en un nuevo centralismo dual, ya que mientras Austria
germanizaba sus territorios Hungría magiarizaba los suyos, provocando rebeliones y descontentos
entre los numerosos pueblos eslavos que vivían bajo la autoridad del Imperio. Sólo el final de la
primera guerra mundial con la derrota del Imperio Austro−Húngaro permitirá la independencia de
todos los pueblos que habían estado sometidos a los grandes imperios de Europa Oriental, según el
principio de las nacionalidades, establecido por Wilson.
ESQUEMAS DEL TEMA
5.EL LIBERALISMO Y EL NACIONALISMO A FINALES DEL SIGLO XIX.
• La crisis del liberalismo clásico.
• El auge del nuevo nacionalismo de gran potencia.
La crisis del liberalismo clásico
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En la segunda mitad del siglo XIX el programa político del liberalismo europeo se había impuesto casi
totalmente en Europa Occidental y Central, aunque ya se le hacían críticas desde los sectores más
radicales del liberalismo(demócratas) que propugnaban la realización efectiva del principio de
soberanía del pueblo y criticaban los modelos liberales existentes, que bajo el nombre de Estados de
Derecho y del constitucionalismo, escondían la hegemonía política de las capas altas de la burguesía y
de las viejas clases propietarias. Pero además otros planteamientos políticos exteriores al sistema
vendrán a poner en crisis el modelo existente. Por un lado el socialismo, defendido por los sectores
obreros, planteaba una crítica global al sistema y a la dominación de la burguesía. Después del fracaso
de la comuna de París y de la Primera Internacional, los sectores obreros se agruparon en partidos
nacionales, de carácter más o menos revolucionario o reformista, respaldados por los sindicatos obreros
y coordinados en la Segunda Internacional. El desarrollo de estas fuerzas y su creciente actividad
política atemorizó a la burguesía, que se hizo desde entonces más conservadora, en su mayoría. De
todas formas el frente liberal se dividió a su vez entre los partidarios de mantener el sistema oligárquico
tal como estaba y los que, desde entonces, optaron por ponerse al frente de un movimiento
democratizador del Estado. Por si esto fuera poco, otro factor contribuyó a agravar esta quiebra
interna y a engrandecer la crisis del liberalismo a finales de Siglo: el nuevo nacionalismo agresivo.
El auge del nuevo nacionalismo de gran potencia.
Inicialmente las clases aristocráticas habían sido gracias a la idea nacional, estrechamente ligada a la
ideología liberal en casi todos los procesos revolucionarios de la primera mitad del siglo XIX. Pero dos
grandes políticos conservadores, Bismarck y Disraeli, supieron intuir la fuerza potencial del
sentimiento nacionalista, reinterpretándolo en un sentido antiliberal. Este nuevo nacionalismo apelaba
a la superioridad de unas naciones sobre otras y al derecho de las primeras a expandirse y conquistar a
las segundas. De esta forma se defendía que la nación deseaba y necesitaba poder. Se renegaba de la
existencia de un territorio pequeño. Se deseaba pertenecer a una unidad grande, haciendo valer la
voluntad común hacia el exterior, desafiando a los demás pueblos.
Este nacionalismo agresivo o de gran potencia cobró un auge extraordinario en las dos últimas décadas
del Siglo XIX. Así en Inglaterra, se propugno la idea de moldear el mundo con carácter
anglosajón(hacer del mundo Inglaterra), mientras en Alemania se insistía en la idea del Estado como la
organización de la nación en función del poderío, abogando por la construcción de un Estado militar.
En Francia el nacionalismo se basa en el antisemitismo, en el racismo y el anticapitalismo, defendidos
por el grupo Acción Francesa, que establecía que el poder de la nación es el máximo valor.
El desarrollo de este tipo de nacionalismo antiliberal, tendrá fundamentalmente dos consecuencias: por
un lado impulsará las conquistas coloniales, y por otro exacerbar las diferencias y los pleitos entre los
distintos pueblos europeos, agravando los conflictos políticos interestatales. Todo ello se reflejó en las
tensiones que se produjeron en la época de la Paz Armada(1880−1914) y que estallarían en la llamada
la Gran Guerra.
Con el nuevo nacionalismo agresivo, las fuerzas conservadoras aumentaron su protagonismo e
influencia política frente a los liberales, buena parte de los cuales acabaron aceptando los postulados de
esta nueva ideología, ya que el proteccionismo económico y el Imperialismo les beneficiaba.
De esta forma podemos decir que el liberalismo a finales del siglo XIX, estaba escindido en diversos
grupos divergentes, algunos de los cuales defendían doctrinas de no−intervencionismo (laissez faire)
mientras otros se aliaban con los sectores más conservadores, defendiendo el proteccionismo y el
Imperialismo, y un tercer grupo abogaba por una solución intermedia(liberales reformistas).
Por tanto a finales del siglo pasado, con el liberalismo debilitado y dividido en varios frentes y el auge
de movimientos antiliberales como el nacionalismo agresivo y el socialismo, la situación política e
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ideológica varió respecto a años anteriores, derivando en una serie de conflictos y tensiones entre
grupos sociales y entre países que acabaron desarrollándose plenamente durante la Primera Guerra
mundial. Después de ésta, mientras el liberalismo más democrático se imponía en las naciones de
Europa occidental, el Socialismo llegaba al poder en la Rusia zarista, que se convertiría en una unión de
repúblicas socialistas soviéticas(CCCP), mientras que los nacionalismos agresivos, más desarrollados y
con el nombre de fascismos van adquiriendo el predominio en Alemania e Italia.
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