Madrid, 26 de junio de 2015 Este domingo, 28 de junio, a partir de las 21:30 h Pepa Bueno sienta a Susana Díaz en “Viajando con Chester” La presidenta de Andalucía se sienta con Pepa Bueno para hablar de política, maternidad y pactos de Gobierno, en una conversación donde no faltará la alargada sombra de Chaves y Griñán y su imputación por el caso de los ERE’s Durante años fiel defensor de la Corona y también azote de la Reina Letizia, el cronista oficial y oficioso de Casa Real Jaime Peñafiel compartirá con los espectadores confidencias, quejas “reales” y un profundo dolor que perdura en el tiempo Ella es la “reina” del PSOE, la lideresa oficiosa del socialismo surgida tras la hecatombe electoral; él es el cronista oficial de la Corte, superviviente durante décadas a los distintos regímenes. La capacidad de liderazgo de una y la de comunicación del otro les convertiría en un tándem prácticamente invencible. Sin embargo, “Viajando con Chester” ha optado por separarles y así extraer de ambos aquello que nunca se atrevieron a contar. Este domingo, 28 de junio, a partir de las 21:30 h, Susana Díaz y Jaime Peñafiel emprenden un viaje donde sus confesiones, sus miedos y sus inquietudes no dejarán indiferente a su compañera de camino. Susana Díaz: “Ya me había hecho a la idea de que iba a ser una gran tía, pero que no iba a poder ser mamá” Es posible que se trate de su última gran aparición en los medios antes de que la cigüeña le deje el regalo que con más cariño y ansia ha estado esperando Susana Díaz en toda su vida: “Yo siempre decía que no era mamá porque la cigüeña no conseguía encontrarme (…) Ya me había hecho a la idea de que iba a ser una gran tía, pero que no iba a poder ser mamá. Y mira”, cuenta presumiendo de barriga ante Pepa Bueno, en plena recta final de su embarazo. Presidenta de comunidad y madre primeriza. Una mezcla difícil de equilibrar. “Me tomo la baja de maternidad porque ha sido la lucha y la reivindicación de millones de mujeres y creo que es mi deber y mi obligación (…). Es verdad que no será una baja igual que el resto y que no voy a poder estar tanto tiempo fuera, pero ahora mismo solo me preocupa que todo vaya bien”. No obstante, antes de centrar todos sus esfuerzos en los primeros días de vida de su hijo, Susana Díaz tiene tiempo para contestarle a Pepa algunas dudas respecto a su gestión política. Empezando por su “difícil” relación con Podemos en Andalucía, donde no ha sido posible un acuerdo de Gobierno, porque, según la presidenta de la Comunidad, “el PSOE para gobernar no se puede disfrazar de lo que no es ni puede asumir lo que no representa. El día que nosotros defendamos aquello que no somos, la gente no nos va a reconocer”. También hablará sobre la salida de la carrera electoral por Madrid de Tomás Gómez, uno de sus más fuertes aliados en las batallas intestinas del PSOE por la jefatura: “Habría que haber implicado a Tomás en esa decisión y que no hubiese sido traumática (…) Me gustan las cosas hechas con diálogo”. Pese a la caída de Gómez, ella sabe que su fuerza y tirón popular siguen siendo un valor en alza en un PSOE, que ha dejado 700.000 votantes en las últimas elecciones. “En Andalucía no hemos perdido, pero sí en España (…). Hay cosas que tenemos que cambiar. Nosotros no lo hemos hecho todo bien”. Susana Díaz es consciente con esa afirmación que la sangría de votos se debe en gran parte a la corrupción política, una lacra que ha salpicado a su partido y a su región con el controvertido caso de los ERE’s y la imputación de dos barones socialistas como Chaves y Griñán, confirmada esta misma semana por el Tribunal Supremo. Muchos analistas sostienen que antes de la decisión judicial, Díaz ya había entregado su cabeza política para mantener la presidencia. Ella, sin embargo, niega la mayor. “No me gusta nada esa expresión, son dos personas honestas que no se han llevado nada, pero es verdad que estando ellos al frente, ha habido otros que se han aprovechado (…) Alguien que esté imputado no puede estar en una cámara. Nadie debe de estar representando lo público cuando está imputado por corrupción. Defender esto me ha costado disgustos y dolores cabeza en el PSOE”. Jaime Peñafiel: “No soy franquista ni tampoco machista. Si acaso, clasista” Pensar en la Casa Real es pensar en Jaime Peñafiel. El veterano periodista se ha ganado por derecho el título de cronista de Palacio y nadie como él conoce mejor los entresijos y las historias de Zarzuela y aledaños. Su relación con el poder viene de tiempos lejanos, con la Dictadura en su apogeo, “otros tiempos”, como dice él, y continúa a día de hoy, con Letizia Ortiz convertida en la Reina de España. Un complicado baile sobre la cuerda floja que este funambulista de la información ha ejecutado incontables veces y casi siempre con éxito. Ante una reflexión de Pepa Bueno, que le pregunta si se podría calificar su actitud de machista y clasista en las primeras crónicas que realizó sobre la entonces princesa de Asturias, Letizia Ortiz, asegura: “Machista no. Clasista a lo mejor. Por mi casa o por mi educación tengo un sentido de la estética muy acusado”, comenta para dar por zanjado el tema al asegurar que la discusión con la actual Reina concluyó tras un intercambio de opiniones. Reina, a la que por cierto, augura poco futuro. ¿Por su culpa? No, por la de Podemos. “Si triunfa Podemos, que tiene todos los visos, lo primero que va a someter, y ya lo ha dicho Pablo Iglesias, es un referéndum sobre la monarquía (…) Yo pensaba que la gente era más inteligente”, resumen, aludiendo al tirón popular de la formación política. Peñafiel se pone más vehemente si cabe que hablando del futuro cuando le toca hablar de su pasado como cronista en los tiempos de la dictadura. “Una periodista llegó a escribir una columna diciendo que yo, poco menos que era fascista (…).Y eso, jamás. Yo era un periodista, Franco era el jefe de estado de este país y yo estaba en una revista, Hola, que cultivaba la jefatura de Estado, fuese Franco, fuese el Rey, o hubiera sido la República. En ese aspecto Hola siempre ha sido muy objetiva”. Aunque si hay un tema del que a este cronista le cuesta y le duele hablar es de la muerte de su hija, fallecida a causa de las drogas. “Fui un cobarde, me negué a verla, y eso siempre me perseguirá. Siempre. (…) No sabía qué hacer. Si hubiera sido un obrero podría seguir trabajando con las manos, pero es que yo trabajo con la cabeza y tenía que liberarme un poco la cabeza para trabajar, para escribir. Y estaba abrumado. Eso no lo he superado nunca. Como una herida que se abre de vez en cuando”.