Nuevos conocimientos de la composición de los cometas: Misión Deep Impact J. Rubén G. Cárdenas Los cometas pasan la mayor parte de su existencia en un ambiente de muy baja temperatura, lejos del Sol. Desde hace tiempo se han hecho conjeturas sobre todos los elementos químicos que acarrean, pues sus largas y densas colas, impiden ver con precisión su interior mediante instrumentos y aparatos desde la Tierra o desde su órbita. Los cometas contienen muchos indicios de cómo se formó y evolucionó nuestro Sistema Solar. El hielo, el gas y el polvo de los que están compuestos son escombros primitivos procedentes de las regiones más frías y distantes del Sistema solar, formadas hace 4,500 millones de años. Así que es de gran interés para todos conocer cómo es el interior de un cometa. En julio de 2005, la misión de la NASA Impacto Profundo, en una emocionante sucesión de eventos (se podía seguir la colisión en tiempo real por Internet), hizo colisión con un cometa, el Tempel 1, ubicado a 132 millones de kilómetros de la Tierra. La sonda de colisión de 370 kg hizo impacto con el cometa a una velocidad de 37,000 k/h, mientras la nave nodriza tomaba miles de imágenes y mediciones a una distancia segura. Al mismo tiempo los telescopios espaciales Hubble y Rosetta y otros telescopios en distintos puntos sobre la Tierra, hacían lo mismo. Momento exacto de la colisión entre la sonda de colisión y el cometa Tempel 1.Foto: National Geographic .Noviembre 2005. Las mediciones serán reveladoras; el tamaño del cráter producido por el impacto podría equipararse, como mínimo, al de una casa o edificio y como máximo al de un estadio de fútbol, y alcanzó entre dos y catorce pisos de profundidad. Este cráter permitió medir directamente la superficie de un cometa, pues el impacto vaporizó 4,500 toneladas de agua. Sin embargo, liberó más polvo que agua. Los cristales de hielo detectados son extremadamente finos; miden decenas de micras (más delgados que un cabello humano). Se midió el volumen de vapor de agua y la sección transversal del polvo producido y los científicos pudieron entonces calcular la relación masa-polvo/hielo; ésta resultó mayor que uno, lo que sugiere que los cometas están compuestos más de polvo aglomerado que de hielo contaminado con polvo. Es decir, sobre la superficie del cometa no hay más de 5% de hielo. La cantidad de agua congelada que se encontró es mínima; se presupone que hay rastros de concentraciones mayores bajo la superficie del Tempel 1. Se piensa que las nubes formadas por el vapor de agua que produce el cometa, son demasiado largas para emerger de los pequeños depósitos de hielo encontrados en la superficie. Estos descubrimientos aumentan la discusión sobre si los cometas son capaces de transportar, desde los confines del universo hasta lugares tan remotos como la Tierra, compuestos básicos para la vida, como el agua. Se sabe que, con el tiempo, un cometa puede hacerse menos activo, o incluso inactivo por completo, pero se desconoce la razón. Con lo registrado en esta colisión será posible saber si los cometas agotan su suministro de gas y polvo en el espacio, o si lo cubren y mantienen encerrado herméticamente en su interior. También con estos nuevos registros surgen otras interrogantes, por ejemplo, el origen del Tempel 1, que podría haber nacido en la región del Sistema solar ocupada actualmente por Urano y Neptuno, según el análisis de los restos que el cometa lanzó al espacio tras el impacto. Si esto fuera correcto, el escenario de nuestro sistema solar primigenio debió ser muy violento, pues Urano y Neptuno debieron intercambiar sus posiciones y lanzar cometas al espacio profundo. Se comprobó también que la cantidad de etano de la nube que rodea al cometa era significativamente mayor después del impacto. Según los astrónomos, hay dos posibles explicaciones para esto. La primera es que la corteza superficial sea diferente a la zona interior del cometa debido al calentamiento solar, y que el interior sea homogéneo. La otra posibilidad es que el interior sea una mezcla de regiones con diferentes composiciones debido a que el núcleo podría estar compuesto de cometas muy pequeños (cometesimales), y que el gas observado antes del impacto podría haber salido de una región diferente del cometa con una composición química distinta. Si el primer escenario es el correcto, y basándose en su composición química interior, el cometa se habría formado en la región que ahora se encuentra entre la órbita de Urano y la de Neptuno. Los diferentes compuestos que aparecen congelados en un cometa dependen directamente de su sitio de formación. Cuanto más lejos del Sol se haya formado un cometa, mayor será la cantidad de hielo de baja temperatura de congelación (como hielo de etano, por ejemplo) que contenga. Midiendo la proporción de cada compuesto químico, los astrónomos pueden estimar dónde se ha formado cada cometa. La idea de la formación en esta zona se apoya en la teoría de que los planetas gaseosos Urano y Neptuno se formaron más cerca del Sol de lo que lo están actualmente. En esta teoría, propuesta por el doctor Alessandro Morbidelli y su equipo, del observatorio de la Côte d'Azur, en Niza, Francia, se afirma que la interacción gravitatoria entre los gigantes gaseosos y los numerosos planetas pequeños resultantes de la formación del Sistema solar, provocó que los planetas gigantes cayeran en una configuración orbital inestable. Neptuno y Urano fueron barridos hacia afuera, y podrían haber intercambiado sus órbitas. A medida que migraban hacia el exterior del Sistema solar, su gravedad alteró profundamente un largo disco cometario que se habría formado en la región que actualmente ocupan. Algunos de estos objetos fueron lanzados al espacio profundo, a una región denominada Nube de Oort, que rodea nuestro Sistema solar a unas 10,000 unidades astronómicas del Sol. Otros se quedaron en el llamado cinturón de Kuiper, una región más allá de Neptuno que se extiende varios cientos de veces la distancia entre la Tierra y el Sol. Nota El cometa Tempel 1, descubierto por Ernst Tempel en 1867, ha recorrido el Sistema solar en muchas ocasiones, con una órbita completa alrededor del Sol cada 5 años.