COLUMNA DE OPINIÓN L A IMPORTANCIA DE L A MEDIACIÓN CULTUR AL Por María Inés Silva* El diseño de montajes interactivos —como el que despliega la muestra Criatures of Light, del Museo de Historia Natural de Nueva York— es parte de las estrategias de mediación cultural que imperan en el contexto internacional. La mediación cultural (MC) es un concepto que designa una amplia gama de intervenciones y relaciones complejas que se producen entre las obras y el público. La noción, ya instalada en las instituciones culturales y museos de Europa y Estados Unidos, surge en Francia en la década del 60 y en los 80 se legitima ampliamente como estrategia de una democratización que busca favorecer el acceso a las artes y la cultura —tanto a nivel físico y cognitivo como simbólico—, luchar contra la exclusión y fomentar la participación ciudadana en este ámbito. La MC considera comunicación, medios de interpretación, encuentros e intercambios entre tres polos: los objetos de arte y cultura (y sus creadores), los diferentes públicos que los aprecian y las instituciones culturales que los acogen. La MC es responsable de generar progresivamente un diálogo activo entre estos tres polos, asegurar un acompañamiento para el público y contribuir al tejido relacional entre la institución cultural y sus usuarios. Este trabajo va más allá de una simple traducción-explicación de propuestas artísticas, conocimientos académicos o usos y valores definidos por un grupo: su misión es promover la interpretación de los proyectos artísticos y culturales, aportando las herramientas necesarias para la construcción de una mirada crítica en el público. En términos concretos, se materializa en acciones y productos que van desde la elaboración de folletos, hojas de sala, catálogos, paneles de presentación, sistemas de montajes —que favorecen la interactividad y participación—, implementación de visitas guiadas, audio-guías, conferencias, encuentros con los artistas y talleres de formación, hasta el desarrollo de programas de educación artística fuertemente vinculados al currículum escolar. El primer desafío que se plantea esta línea de trabajo es favorecer el acceso, lo que implica generar estrategias para llenar museos, teatros, salas de música, centros culturales y otros espacios afines. Pero ese “llenar” va más allá del conteo de entradas. ¿Queremos que los visitantes solo entren una vez o perseguimos que esa primera experiencia se transforme en una práctica? ¿Buscamos que nuestro público observe pasivamente lo que ofrecemos o que se abra a posibilidades de encuentro activo con las artes, la cultura y, en definitiva, con ellos mismos en su dimensión individual y social? ¿Pretendemos que los nuevos públicos correspondan a personas con un capital cultural mayor, pero que hasta entonces no se habían presentado? ¿O queremos también penetrar en grupos considerados desfavorecidos o con menos recursos para el desarrollo de prácticas culturales? Es a partir de estas preguntas que las instituciones culturales deben definir sus objetivos frente a sus públicos, diseñar programas de mediación cultural y establecer indicadores para medir resultados e impacto. Se trata de generar procesos educativos que modifiquen y hagan evolucionar los comportamientos frente a las prácticas culturales. Porque la disposición estética, como ya planteaba a fines de los años 60 el sociólogo de la cultura Pierre Bourdieu, no funciona como un don innato: la sensibilidad se educa a lo largo de toda la vida en sus distintas instancias de sociabilización. Y si por diversas circunstancias la familia no ha podido aportar mucho al proceso, es necesario que la escuela y las instituciones culturales asuman esa responsabilidad. Pero ¿qué significa realmente “llenar” un museo? Creo que el desafío se relaciona con la posibilidad de completarlo en su complejidad; de lograr que los objetos y tesoros que resguarda se complementen de manera permanente por esa serie de condiciones y acciones entendidas como mediación cultural. Solo de esa manera la colección o exposición cobra vida para dialogar con los visitantes, construir sentido y establecer una relación íntima y vital entre objeto y sujeto. Entonces puede ocurrir lo importante: que cuando las personas dejen el museo, teatro, sala de música o la institución que sea, sientan que la experiencia vivida en su interior los ha dejado satisfechos. * María Inés Silva es periodista de la Universidad Católica además de máster en Cultura y Desarrollo y candidata a doctor en Sociología de la Cultura y Mediación Cultural por la Universidad Paris 3, Sorbonne Nouvelle. También es académica de la Universidad de Chile y directora de LINC Artes y Públicos (http://linc-chile.blogspot.com). 29