El almacén de los recuerdos

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El almacén de los recuerdos
¿Por qué olvidamos el nombre de alguien que nos acaban de presentar y
no qué estábamos haciendo cuando cayeron las Torres Gemelas? La
información que recibimos se mantiene 'flotando' hasta que el cerebro
decide almacenarla, y si no lo hace en media hora, se pierde. Pero el
funcionamiento de la memoria es un misterio
MAR DE LAS HERAS 09/10/2010 El País.
Qué memorizamos mejor? ¿Por qué olvidamos los últimos momentos antes de un
accidente? ¿Todo lo que evocamos es real? La respuesta a todas estas preguntas está en
el hipocampo, justo en la parte del cerebro donde las vivencias permanecen a la espera
de ser recuperadas.
El hipocampo es la parte del cerebro que recoge las vivencias
El despiste sirve para descargar una mente sobreexplotada
Tras un accidente, la española Rosa de las Heras solo hablaba italiano
Como un filme diseñado por la mente donde las cosas importantes sobreviven al tiempo
y las superfluas se distorsionan para desaparecer en el rodaje. Así trabaja la memoria,
influenciada siempre por la emoción que nos despierta un hecho y bajo la atenta mirada
del olvido, que en ocasiones aparece para molestar, y en otras, para aliviar al que sufre.
Ambos encajan como piezas de un puzle para configurar la identidad y la historia de
una vida que cada cual recupera como quiere y puede.
Los expertos calculan que se conoce solo el 10% del cerebro, el resto prácticamente se
mantiene oculto. Pablo Martínez-Lage, coordinador del Grupo de Estudio de Conducta
y Demencia de la Sociedad Española de Neurología, asegura que los médicos
conocieron por sorpresa las partes del cerebro que participaban en la memoria cuando
hace 40 años operaron a un chico que sufría crisis graves de epilepsia: "Habían probado
toda clase de fármacos y cuando vieron que no daban resultado decidieron eliminar el
foco epiléptico que se encontraba en los lóbulos temporales. H. M. [el paciente] se curó
de su enfermedad, pero a partir de ese momento no pudo almacenar nuevos recuerdos ni
recuperar las vivencias de los últimos dos años, aunque sí recordaba a la perfección lo
anterior".
Esto permitió saber que la información que se envía al hipocampo se mantiene flotando
en el circuito de la memoria hasta que el cerebro decide almacenarla. En algunos casos,
como demostró la historia de H. M., esto puede durar hasta dos años, razón que explica
que no pudiera evocar cosas que habían pasado en este tiempo.
El cerebro, según Martínez-Lage, madura durante los primeros 20 e incluso 30 años de
nuestra vida; todo lo que se asimila antes de esa edad se hace sin esfuerzo, en palabras
del neurólogo, pero a partir de los 40 a este órgano le cuesta más fijar en la memoria. La
niñez es el periodo de la vida en el que se retiene más fácilmente, las enfermedades
neuronales que afectan a la memoria por un accidente o un problema físico trasladan en
numerosas ocasiones a los enfermos a su infancia porque los recuerdos son más sólidos.
Esta vez la película se queda atascada en una escena que el aquejado revive una y otra
vez.
Charo Figueres compartió con su madre el mismo capítulo cada día que duró su
alzhéimer. Creía ser pequeña y preguntaba sin cesar por su hermano. La madre de Charo
se miraba en el espejo y hablaba con "una señora mayor muy simpática" que aparecía
reflejada. Recordaba y pedía salir al monte con la caña y confundía a su hija mayor con
su madre, "la madre más guapa del mundo", repetía. Sus hijas piensan que su madre fue
feliz aunque viviera todos los días la misma historia, un cuento que para ella era
completamente nuevo y que Charo relata a la perfección nueve años después de la
muerte de su progenitora.
La neuropsicóloga de la Asociación Nacional de Alzheimer, Virginia Silva, asemeja
esta enfermedad con un virus que entra en el sistema de un ordenador y arrasa lo que
encuentra dejando el disco duro vacío. "Lo peor de todo es que el enfermo pierde lo que
es y lo que ha sido; la memoria es identidad, y si se esfuma, desaparecemos con ella",
asegura Silva.
Otras de las reglas básicas de la neurología es que existe una estrecha relación entre los
recuerdos más permanentes y sus significados emocionales. Al igual que un cineasta
recurre a la música y a los planos cortos para destacar las escenas dramáticas, el cerebro
estimula a la memoria para que almacene aquello que hemos sentido con más fuerza.
Martínez-Lage afirma que esta conexión entre el circuito de la memoria y el emocional
se explica también desde el punto de vista físico, ya que están ligados anatómica y
funcionalmente. "¿Quién no se acuerda de lo que estaba haciendo cuando se produjo el
accidente a las Torres Gemelas?", pregunta el neurólogo. Silva lucha contra el
devastador olvido que acaba poco a poco con la identidad de sus pacientes, pero no
duda en agradecer la existencia del conocido despiste por su labor de descarga en un
cerebro "sobreexplotado".
"El olvido en su forma habitual es benigno y ayuda a superar algunos traumas", asevera.
Según esta neuropsicóloga, el cerebro puede borrar momentos terribles como son las
violaciones o agresiones, inasumibles para los que las sufren, de tal forma que la
persona no los recuerde nunca. Se trata de un recurso físico a un dolor emocional que no
se puede aceptar.
En el lado opuesto de los recuerdos ligados a las emociones se encuentran los más
recientes, caracterizados por ser los más efímeros. Estos se pierden si en media hora el
cerebro no es capaz de almacenarlos como memoria a largo plazo. Los instantes
anteriores a un accidente de tráfico no se fijan y en su mayoría son irrecuperables. Rosa
de las Heras, de 70 años, no logra continuar uno de los capítulos más trágicos de su
película. Se despertó, se vistió y apareció en un hospital, entre medias no recuerda nada.
Ella y su marido viajaban en coche cuando este se salió de la carretera y se estrelló
contra un muro. Estuvo dos semanas en coma. Los neurólogos determinaron en su
diagnóstico que padecía un síndrome confusional. Rosa se ha recuperado casi por
completo, pero todavía no entiende cómo pudo hablar durante horas en un perfecto
italiano. Fue guía turístico durante un tiempo en Italia, cuarenta años antes del
accidente, pero reconoce que no era consciente de que lo recordaba hasta que apareció
de forma espontánea. "Dicen que hablaba como un loro en italiano e inglés, pero en los
últimos años solo había practicado el inglés", asegura. Martínez-Lage afirma que los
idiomas se almacenan en la parte izquierda del cerebro y no forman parte del circuito de
la memoria: "Este caso se debe a que durante una lesión cerebral el órgano pone en
marcha todos los mecanismos para recuperar su funcionamiento lo antes posible, de
forma que se potenció esta parte sacando a relucir los idiomas aprendidos".
Otra capacidad es la de memorizar elementos que no están relacionados a través de los
hilos emocionales. Se ha comprobado que el primer elemento y el último de toda una
serie son fácilmente retenidos, al igual que lo extraño o novedoso o lo que se repite de
una forma lógica. Los neurólogos afirman que la memoria es una de las capacidades
intelectuales más apreciadas, pero pocos dedican el tiempo a ejecutarla. "Ponemos
nuestro cuerpo en forma, vamos al gimnasio y queremos llegar a la vejez en buen estado
de salud, pero nunca pensamos que la memoria necesita el mismo tiempo y dedicación",
asegura Silva.
Han surgido muchos científicos especializados en el estudio de la memoria desde que en
1870 el psicólogo alemán Hermann Ebbinghaus decidiese abrir el camino de la
investigación de la memoria. Sus herederos reconocen que existen tantas lagunas en las
ciencias neurológicas como las que se producen en la operación neurocognitiva, objeto
de estudio.
Martínez-Lage define dos líneas de actuación en este momento: la ciencia básica intenta
conocer los cambios que se producen dentro de una neurona y entre neuronas cuando se
fija un recuerdo. La neurociencia avanza hacia nuevas técnicas, como la resonancia
magnética funcional, que mide la cantidad de sangre que se desplaza a la zona del
cerebro en un proceso memorístico. Así los expertos pueden saber qué áreas se activan
y en qué momento. Martínez-Lage forma parte de la Fundación Cita Alzheimer, que
investiga las ventajas de estas técnicas para conocer cómo comienzan a alterarse las
áreas cerebrales cuando aparecen los primeros síntomas de esta enfermedad: "Si
estudiamos a las personas 10 años antes de que aparezca el problema, podremos ver los
esfuerzos de este órgano por compensar las pérdidas de memoria y así podremos
estimular este proceso de compensación".
Las películas que crea el cerebro humano tienen elipsis voluntarias y forzadas, se
atascan en un punto y a veces vuelven a su inicio. Son fotogramas que unidos en cadena
dan forma a una historia inacabada que suma cada minuto vivencias a cambio de
renunciar a otras. La memoria es un cajón de sastre que espera un sentido que solo el
dueño puede ofrecer. En sus emociones está el poder de decidir qué recuerdos quiere
conservar a la espera de que ningún virus informático entre en su sistema y arrase con lo
que es y lo que fue.
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