CONFIANZA Y COHESIÓN SOCIAL PARADOJAS DE LA PARTICIPACIÓN JUVENIL Dr. Jorge Baeza Correa Dr. Luis Flores González Dr. Mario Sandoval Manríquez RESUMEN El presente artículo es fruto del Proyecto FONDECYT N° 1100649 ”Vinculaciones entre la construcción y deconstrucción de la confianza y la cohesión social, en jóvenes estudiantes de educación secundaria y superior: lineamientos para fortalecer la democracia” y da cuenta de la compleja relación que se establece entre los jóvenes, la confianza, la cohesión social y su participación sociopolítica en Chile contemporáneo. Todo parece indicar que los bajos niveles de confianza que tienen los jóvenes hacia el sistema político en su conjunto se manifiesta en el alto índice de abstención electoral; sin embargo, simultáneamente desarrollan otras formas de participación sociopolítica, no convencionales. Las razones que permiten comprender las paradojas de la ciudadanía juvenil son amplias, y encuentran gran parte de su explicación en las propias características del sistema democrático chileno y su paradoja fundacional: pese a que el discurso político llama a la participación ciudadana y le exige a la Escuela la formación de un ciudadano crítico y participativo, el sistema funciona a partir de una democracia de baja intensidad. La democracia se reduce a la representatividad, limitando los espacios de participación ciudadana en la toma de decisiones políticas, a la actividad de sufragar. PALABRAS CLAVE Confianza, cohesión social, juventud, paradoja. ABSTRACT The present article is a fruit of the Project FONDECYT N° 1100649 "Entails between the construction and deconstrucción of the confidence and the social cohesion, in young students of secondary and top education: limits to strengthen the democracy" and realizes of the complex relation that is established between the young persons, the confidence, the social cohesion and his participation sociopolítica in contemporary Chile. Everything seems to indicate that the low levels of confidence that the young persons have towards the political system in his set manifest in the high index of electoral abstention; nevertheless, simultaneously they develop other forms of participation sociopolítica, not conventional. The reasons that allow to understand the paradoxes of the juvenile citizenship are wide, and find great part of his explanation in the own characteristics of the democratic Chilean system and his paradox fundacional: in spite of that the political speech calls to the civil participation and it is required from him to the School the formation of a critical and participative citizen, the system works from a democracy of low intensity. The democracy diminishes to the representation, limiting the spaces of civil participation in the capture of political decisions, to the activity to vote KEY WORDS Trust, social cohesion, youth, paradox. 1 PRESENTACIÓN La confianza está íntimamente vinculada a la democracia; es un pilar fundamental en las sociedades democráticas modernas. La participación de ciudadanos en los asuntos públicos, en la vida de la comunidad y el desarrollo de la sociedad, requieren de una confianza entre los habitantes de una nación, que se exprese en redes, en tejido social, que dé cuenta de una cohesión entre sus miembros. A contrario de lo anterior, en gran parte de los países de América Latina, la vida cotidiana está caracterizada por una significativa desconfianza en los otros desconocidos (los no familiares o los no amigos ni compañeros de trabajo) y en las instituciones sociales en general. Los datos existentes sobre la confianza en América Latina de distintos estudios (varios de ellos series estadísticas de larga data), como el Latinobarómetro o el Latin American Public Opinion Project (LAPOP), dan cuenta de un conjunto de sociedades donde la falta de “confianza en los otros” presenta muy altos porcentajes. El indicador de confianza interpersonal en los datos del Latinobarómetro prácticamente no tiene variaciones significativas a lo largo de los últimos años. Este fluctúa desde 1996 en alrededor de los veinte puntos porcentuales (respuesta afirmativa a que sí se podría confiar en la mayoría de las personas). Si se examinan las tendencias en los niveles de confianza interpersonal de las últimas cuatro rondas de encuestas de LAPOP, en los once países para los que se tienen datos, desde 2004, se han mantenido muy estables a lo largo del tiempo. No ha experimentado ningún cambio estadísticamente significativo. Sólo un 22% respondió en la Encuesta LAPOP (2010) que diría que la gente de su comunidad es “muy confiable”. El estudio realizado por FLACSO/IPSOS (2010), en el marco del proyecto Gobernabilidad y Convivencia Democrática en América Latina, agrega a los datos anteriores que en América Latina, pese a que existe una tendencia a considerar que las personas que viven en su comunidad tienen valores similares a los propios (66%), los entrevistados tienden a manifestar desconfianza casi con tanta frecuencia (47%) como a no tenerla (53%) con respecto a quienes habitan en su comunidad. La preocupación por estos datos, se ha traducido en un muy fecundo trabajo de reflexión de varios de los organismos internacionales con sede en América Latina (PNUD 2004; CEPAL 2007; CEPAL-OIJ 2008; CEPAL 2010, CIEPLAN/IFHC 2007, 2008a; 2008b y 2008c). La baja confianza en los otros, indican estos estudios, constituye un importante desafío a la cohesión social y con ello al fortalecimiento de la democracia. Un país con alto nivel de desconfianza de unos con relación a otros, es un país que pone en riesgo su estabilidad y su sentido de comunidad. “La confianza -indica el texto del Latinobarómetro 2010 (2010:70)- es uno de los indicadores más críticos del análisis de la democracia. Es un tema que no está sujeto a políticas públicas, pertenece al ámbito de la cultura de los pueblos, está forjado por la historia y las experiencias, y parece ser el punto de tope de muchas transformaciones (…) parece ser un talón de Aquiles del desarrollo”. 2 Detrás de esta realidad no se puede dejar de reconocer que existe una verdadera erosión de las instituciones de protección social (el Estado, cada vez más se desprende de sus responsabilidades en educación, salud, vivienda y previsión), lo que ha significado una profunda transformación cultural en la sociedad. El entramado social se ha vuelto más frágil y el concepto de comunidad se ha resquebrajado. Hay un verdadero despliegue de la individualización, donde cada vez más las personas deben definir por sí mismas sus objetivos, valores y proyectos, lo que produce agobio y retracción social. Situación que hace en definitiva, difícil reconocerse en un “nosotros” común. Hoy con un Estado disminuido por los efectos de la tendencias privatizadoras neoliberales y de una Nación diluida por los resultados de una globalización (con mercados más internacionales que locales y medios de comunicación que han convertido al mundo en una aldea), se hace difícil generar un nosotros-país. Las personas se ven desprotegidas por la ausencia del Estado lo que acrecienta el individualismo y a su vez, se sienten mucho menos identificada con una Nación que se confunde entre las demás (se borran los límites de la “comunidad-imaginada”), lo que lleva a la pérdida de un cierto “deber” de solidaridad con los de un mismo territorio. En esta realidad compartida por América Latina, los datos sobre confianza en Chile adquieren importancia por ser el país de la región donde el Estado ha restringido más notoriamente su presencia, dejando paso libre a los privados y con ello a las reglas del mercado, lo que genera diferencias sustantivas en las remuneraciones, en la atención de salud, en la calidad de las viviendas e infraestructura urbana; como también en aquello que es más notorio al mundo juvenil y además escolar, las grandes diferencias en el sistema educacional. Como se indicó, los datos de confianza interpersonal en el Latinobarómetro, prácticamente no tiene variaciones significativas a lo largo de los años, fluctúa alrededor de los 20 puntos porcentuales. Los datos para Chile en esta materia, lo ubican por debajo del promedio general, sólo un 17% sostiene que “se puede confiar en la mayoría de las personas”. Países como República Dominicana y Uruguay casi duplican a Chile, con un 31% y 30% respectivamente. El estudio realizado por FLACSO-IPSOS (2010), antes citado, se indica, que en el caso de Chile, el 57% de las respuestas considera que las personas de la comunidad donde se viven son mayoritariamente honestas, pero también hay un 36,6% que considera que “casi nunca” o “nunca” podría en general confiar en la gente de su comunidad. a. Los debates sobre el concepto de Confianza Dado los datos anteriores el concepto de confianza se ha convertido en los últimos años 3 en una preocupación importante de las Ciencias Sociales. La confianza ha pasado a ser motivo de estudios en todos los ámbitos de las ciencias sociales y ha sido caracterizada desde múltiples puntos de vista, en especial desde la ciencia política, la sociología, la antropología y la psicología. Sin dejar de reconocer que también existe un alto interés por el tema de la confianza, en el mundo de las empresas y la economía, que ven en la confianza una temática central para garantizar mayor productividad, como también mayor inversión. Desde la ciencia política, la confianza es un elemento central para explicar las diferencias en el desarrollo entre las naciones, siguiendo en gran medida las tradiciones de Tocqueville y Weber. La tesis de Alain Peyrefitte, La société de confiance (1995) avanza la idea de que la riqueza de las naciones no se explica por factores materiales (capital, recursos naturales, clima), sino por la mentalidad y los comportamientos, donde el resorte fundamental es la confianza. En este mismo campo los trabajos de Francis Fukuyama (1996) sostienen que el bienestar de una nación, así como su capacidad para competir, se halla condicionado por una característica cultural, el nivel de confianza en esa sociedad. Fukuyama define confianza como la expectativa que surge dentro de una comunidad de un comportamiento normalmente honesto y cooperativo, basado en normas comunes compartidas por todos los miembros de dicha comunidad. Estas “normas comunes” serían el conjunto de valores o normas informales compartidas entre los miembros de un grupo, que permiten la cooperación entre los mismos (capital social). A juicio de Fukuyama, a mayor confianza, mayor capital social y mayor desarrollo. En la perspectiva sociológica, dado el común diagnóstico -sostiene Misztal (1993)- de que las bases de cooperación social, solidaridad y consenso han sido erosionadas, generando un tiempo confuso e incierto, la confianza se impone como uno de los aspectos fundamentales para darle sentido al orden social. De esta forma en el campo de la sociología, la relevancia del tema de la confianza tiene que ver con el riesgo y la incertidumbre actual. Luhmann (1996) se inscribe en esta línea y asocia la confianza al riesgo y la complejidad. La confianza, a juicio de Luhmann, constituye una forma efectiva de reducción de la complejidad. El problema de la confianza, en esta mirada, consiste en el hecho de que el futuro contiene muchas más posibilidades de las que podrían actualizarse en el presente, y del presente transferirse al pasado, de aquí la necesidad de reducir la complejidad. Sin la confianza, sostiene Luhmann, solamente son posibles formas muy simples de cooperación humana, de aquí que la confianza es indispensable con el propósito de aumentar el potencial de un sistema social para la acción. En antropología social los trabajos de Larissa Adler Lomnitz (1971) asocian confianza con distancia social, en el contexto del análisis de los tipos de reciprocidad y compadrazgo que existen en sociedades complejas. En trabajos posteriores añade dos tipos más de distancia asociadas a la construcción de confianza, la física y la económica (Adler, 2001), indicando que la confianza depende de factores tanto culturales (distancia social) como físicos (cercanía de residencia) y económicos (intensidad del intercambio). Son estos tres factores objetivos, en opinión de Adler, los que se traducen en el plano subjetivo a una variable 4 psicosocial compleja que se denomina confianza. De aquí, que la confianza presupone un cierto grado de familiaridad (proximidad social), oportunidad (proximidad física) y compatibilidad de carencias (proximidad económica). En el campo de la psicología, indica Franz Petermann (1999), que los estudios realizados han entendido la confianza desde tres perspectivas: personalidad, situación y relación. Dentro de esta última, Petermann ubica sus análisis, relevando a la confianza como un factor que aumenta la colaboración, lo que lleva a concluir que la confianza sólo puede construirse en situaciones donde no existe el miedo (se ha disminuido el riesgo) y donde además, existen las competencias comunicativas adecuadas de los actores para la interacción. Los estudios de Yánez, R.; Ahumada, L. y Cova, F. (2006), agregan a lo anterior, que al abordar la confianza social debe superarse la perspectiva normativa que ve la confianza como positiva y la desconfianza como negativa, dado que la desconfianza no es la ausencia de confianza y plantean que ambas son independientes. De aquí la importancia de desarrollar una confianza óptima para favorecer el desarrollo de habilidades sociales y la participación social. No obstante todo el trabajo de las distintas ciencias sociales para relevar el tema de la confianza, no se puede dejar de concordar con Carlos Pereda (2009, p. 13) de que “pocas personas, si acaso alguna, se topan con obstáculos para aclarar qué significan las expresiones con que se hace referencia a la confianza, quizás porque el autoentendimiento de los animales humanos se encuentra muy familiarizado con sus múltiples formas y tipos; por ejemplo, aquellas que producen la genuina lealtad -confío en que el amigo no me va a jugar una mala pasada- o, la mera racionalidad instrumental que permite calcular que, a la larga, no paga adquirir la reputación de persona poco o nada confiable”. No obstante lo anterior, no se puede dejar de reconocer que sobre el concepto de confianza no hay una definición única, compartida por la mayoría de las personas que hacen uso de ella en el campo de las elaboraciones más teóricas, ya no en el campo de la vida cotidiana. Paula Mussetta (2006, p. 37) identifica que sobre confianza es posible reconocer a lo menos tres enfoques distintos. “El capital social, para el cual la confianza ayuda a que una sociedad tenga más y mejores posibilidades respecto al desarrollo económico, la participación social y hasta la democracia. La teoría de la acción racional, que entiende que la confianza constituye un dispositivo instrumental prerrequisito para la cooperación en la acción colectiva. Por último, la perspectiva de sistema y el enfoque de la modernidad reflexiva que entiende la confianza como un dispositivo que le sirve al sujeto para manejar la alta cuota de incertidumbre y riesgo de nuestras sociedades contemporáneas”. En el primer enfoque, la del capital social, prima una perspectiva culturalista, donde la confianza sería más una conducta favorable hacia la sociedad que una predicción del comportamiento de los otros. La decisión de confiar se basa en las normas y valores compartidos por los individuos en un determinado contexto. En esta perspectiva se ubica el trabajo de Robert Putnam, para quien la confianza estaría basada en las normas de reciprocidad y redes de compromiso cívico, entendidas en los siguientes términos: “yo 5 hago esto por ti -dice Putnam (2002, p. 17)- sin esperar de ti nada concreto, aguardando confiado a que algún otro haga algo por mi más adelante”. Putnam sostiene (2002, p. 14) que “de la misma manera que el destornillador (capital físico) o una formación universitaria (capital humano) pueden aumentar la productividad (tanto individual como colectiva), así también los contactos sociales afectan la productividad de individuos y grupos. Mientras el capital físico se refiere a objetos físicos, y el humano a propiedades de las personas, el capital social guarda relación con los vínculos entre individuos, las redes sociales y las normas de reciprocidad y confianza derivadas de ellas”. De aquí la preocupación de Robert Putnam de que muchos ciudadanos norteamericanos se están quedando “solo en la bolera” (como titula uno de sus libros), ya no encuentran compañeros de juego, y ello tendrá efecto en el capital social. En el segundo enfoque, la confianza es una decisión racional basada en un cálculo estratégico, una predicción sobre la conducta de los otros. La confianza es, por lo tanto, una decisión que supone un riesgo, ya que la persona que confía no tiene la seguridad en el otro. En este caso se ubica Russell Hardin, quien ve a la confianza como una relación tripartita: A confía en B para hacer X. Hardin (2010, p. 19) afirma al respecto que “…yo confío en usted porque pienso que le interesa tomar en serio mis intereses en la materia pertinente, y le interesa en este sentido: usted valora la continuación de nuestra relación y, por lo tanto, está en su propio interés tomar en cuenta mis intereses. Esto es, usted encapsula mis intereses en sus propios intereses (…) usted tiene algún interés para actuar de manera que no los contravenga y conservar la relación”. Hardin (2010, p. 23) indica que se puede caracterizar la confianza como interés encapsulado, “de la siguiente manera: confío en usted porque pienso que es de su interés atender mis intereses de manera relevante. Esto no es sólo decir que usted y yo tenemos los mismos intereses. Más bien es decir que usted tiene un interés en atender mis intereses porque usted quiere que nuestra relación continúe. Como mínimo, puede querer que nuestra relación continúe porque lo beneficia económicamente (…). En casos más complejos, usted puede querer que nuestra relación continúe y no sufra daños por fallar a mi confianza porque valora la relación por muchas razones, entre ellas, razones no materiales”. El tercer enfoque lo constituye principalmente la mirada de Niklas Luhmann, donde la confianza reduce la complejidad social en la medida que supera la información disponible al reemplazar la información insuficiente por una apuesta, hecha en el presente, hacia el futuro y que se fundamenta en el pasado; por lo tanto que no es una certeza. La confianza dice Luhmann (1996, p. 51), “está asociada con la reducción de complejidad, y más específicamente, de la complejidad que llega al mundo como consecuencia de la libertad de otros seres humanos. La confianza funciona así, para comprender y reducir esta complejidad”. 6 “La confianza -afirma Luhmann (1996, p. 5)- es el más amplio sentido de la fe en las expectativas de uno, es un hecho básico de la vida social: por supuesto que en muchas situaciones, el hombre puede en ciertos aspectos decidir si otorga confianza o no. Pero una completa ausencia de confianza impediría incluso levantarse en la mañana. Sería víctima de un sentido vago de miedo y de temores paralizantes. Incluso no sería capaz de formular una desconfianza definitiva y hacer de ello un fundamento para medidas preventivas, ya que esto presupondría confianza en otras direcciones. Cualquier cosa y todo sería posible. Tal confrontación abrupta con la complejidad del mundo al grado máximo es más de lo que soporta el ser humano”. Una forma de diferenciación distinta a los tres enfoques anteriores, es la identificación que realiza Hardin (2010, p. 263) de a los menos “cuatro teorías o modelos de confianza principales que de hecho son pertinentes en las afirmaciones y en la investigación empíricas. Tres de ellas se basan en el tipo de razones que se usan para juzgar la confiabilidad de la gente en la que potencialmente confiamos (…). Las razones para juzgar la confiabilidad son el interés encapsulado, el compromiso moral y el compromiso derivado del carácter. Dos de ellas -el compromiso moral y el del carácter- son razones basadas en la disposición, y la otra -el interés encapsulado- es una razón que parte de los intereses. El rasgo común importante de esas tres teorías o interpretaciones de la confianza es que requieren valoraciones cognitivas de la confiabilidad de aquellos en quienes potencialmente se confía. La cuarta teoría se refiere a una confianza disposicional que no se basa en la evaluación de la confiabilidad del individuo en quien se confía (…) [por lo tanto] sin relación alguna con las características de quien es objeto de confianza”. Lo común a estos tres enfoques y de las tres teorías últimas identificadas (dejando afuera la cuarta por las razones mencionadas), es la concordancia en que la confianza es relacional, que siempre implica un riesgo y que está referida a un contexto. “La confianza y la desconfianza, indica Felipe Hevia de la Jara (2006, p. 25) se definen como conceptos del sentido común -representaciones sociales- utilizadas por los actores sociales para caracterizar a cierto tipo de acciones y relaciones sociales: relaciones que implican algún tipo de riesgo significativo para los participantes. Estas caracterizaciones se relacionan y se actualizan en cada interacción, y dependen del contexto y de los agentes en relación. Es decir, son las relaciones sociales entre actores, que implican alguna clase de riesgo, en un contexto particular, las que se definen como confiables o desconfiables”. Concuerda con lo anterior, el planteamiento de Charles Tilly (2010, p. 32), que sostiene que “la confianza consiste en poner resultados valorados ante el riesgo de las fechorías, los errores o los descuidos de los otros. Las relaciones de confianza incluyen aquellas en las cuales la gente regularmente corre tales riesgo”. Al hablar de confianza por lo tanto se está hablando de una relación, la cual por lo general es tripartita, el sujeto que confía, el sujeto o institución social en que se confía y el objeto sobre el cual reside la confianza. La confianza, además, es una relación que implica un riesgo, hay una referencia a una incertidumbre (se refiere a algo que todavía no es). Por 7 último, la relación y riesgo que implica la confianza, se da en un contexto determinado, lo que hace de la confianza algo no dado para toda la vida; en este sentido, la confianza es un objeto social y culturalmente construido. Entender la confianza como algo no homogéneo ni unívoco, sino algo flexible, hace posible entender -a juicio de Paula Mussetta (2006, p. 41)- que la confianza se estructura “a partir de radios o círculos que van desde lo más íntimo y cercano hasta orientaciones abstractas hacia objetos sociales (…) [donde] a medida que se amplían los círculos, la confianza se va transformando, por ejemplo se pasa de ser confianza ciega e incondicional hasta llegar a completa desconfianza”. En esta ampliación de los círculos, se debe reconocer también, agrega Mussetta (2006, p. 42), que desde los sujetos, no sólo hay una variación cuantitativa, sino también una cualitativa, ya que “la confianza es narrada de diferentes maneras para cada círculo”. b. Resultados del estudio sobre confianza y cohesión social en jóvenes estudiantes: Los planteamientos que se realizan a continuación están basados en los principales hallazgos del Proyecto de investigación realizado y se vinculan a los objetivos e hipótesis formuladas. Las respuestas que son objeto de análisis de este artículo, provienen de las entrevistas efectuadas a jóvenes estudiantes de educación secundaria en las tres ciudades más pobladas de Chile: Santiago, Valparaíso y Concepción. Qué es la confianza para los jóvenes? En las páginas anteriores hemos definido la confianza desde distintas perspectivas y autores; en este momento nos parece necesario plantear qué entienden los jóvenes por confianza. Es importante capturar la visión de ellos acerca de la confianza, puesto que a partir de esas definiciones operacionales cotidianas los jóvenes actúan, se relacionan con los otros, confían o desconfían. Estas definiciones son las siguientes: “Para mí la confianza es algo que no se puede pasar a llevar, es algo que es fundamental en una relación de amistad, relación de familiares, relación de parejas”. (Mujer, Santiago, Estrato Medio-Alto). “Confianza es creer en una persona, es tener la seguridad que lo que le pueda contar a esa persona, siempre la solución de ella será consecuente y agradable, eso creo que es la confianza”. (Hombre, Concepción, Estrato Medio). “La confianza es la relación en la que uno tiene que mostrar cosas que son 8 verídicas. En el caso de las personas, mostrarse a sí mismo. La confianza sería el hecho de mostrar tal y como son las cosas” (Mujer, Valparaíso, Estrato Alto). “Para mí confiar es sentirse seguro principalmente en alguien que no te va a defraudar, en alguien que te va poner el hombro ‘en el caso de’. Una persona que te va a escuchar, que va a saber decirte las cosas pero no de una manera sarcástica, sin dañarte, sentir empatía con esa persona, sentir que te comprenden, para mí eso es la confianza más que un lazo de amistad sino que más de seguridad, principalmente de seguridad”. (Hombre, Santiago, Estrato Bajo). “Expresarle cosas a alguien y poder basarme en él, o sea, para que él me guarde muchos secretos, o sea, para muchas cosas mías sin que me vaya a traicionar. Es lealtad, saber en quién está al lado de uno”. (Hombre, Santiago, Estrato Bajo). A partir de estos relatos construimos la siguiente estructura semántica paralela: CONFIANZA creer en alguien guardar secretos seguridad, lealtad comunicarse escuchar apertura al otro AMISTAD/AMOR Como se puede apreciar en los relatos juveniles y en la estructura semántica paralela de más arriba, para los jóvenes/estudiantes confiar significa creer en alguien, y ese alguien debe ser capaz de guardar secretos, lo cual genera seguridad y permite comunicarse con los otros sin prejuicios; lo anterior supone escuchar y abrirse al otro en una relación de sincera amistad, o de pareja. Es por eso que las primeras y principales relaciones de confianza de los jóvenes son sus amigos, su familia o su pareja; es decir, son sus círculos más cercanos, sus relaciones más próximas. 9 En relación al proceso de construcción de confianza en las personas: En primer lugar podemos señalar que la construcción de confianza es un proceso, no se logra espontáneamente; para llegar a confiar en alguien se requiere de todo un trabajo relacional que los jóvenes estudiantes realizan principalmente en sus círculos cercanos (familiares y amigos). Los testimonios juveniles nos demostraron que la falta de confianza en las personas atenta contra la cohesión social, es decir, a menor confianza personal, más débil es la cohesión social en el país. Los hitos de construcción de confianza personal están dados por la amistad, el cariño, el amor; en síntesis, es el deseo de cercanía, de comunicación con otros próximos, las ganas de sentirse queridos y aceptados por otros significativos. “El proceso para llegar a confiar en esa persona es bastante largo, ya que, hemos pasado muchas cosas, penas, alegrías, siempre hemos estado juntos en realidad”. (Hombre, Santiago, Estrato Medio-Bajo). “Yo creo que es un proceso que es paulatino, no es algo que se da de un momento a otro, y que uno cada vez va generando un ambiente y una relación más estrecha” (Hombre, Santiago, Estrato Alto). A partir de estos relatos construimos la siguiente estructura semántica paralela: LLEGAR A CONFIAR contar cosas aproximarse gente cercana arriesgarse escuchar disposición a establecer lazos PROCESO Como se puede observar en el esquema anterior, para llegar a confiar en alguien hay que vivir todo un proceso, es decir, según los relatos juveniles, la confianza no se manifiesta 10 como algo espontáneo, sino que hay que trabajar para conseguirla. Para lograrlo la comunicación es fundamental; se le cuentan cosas a la persona en quien se pretende depositar la confianza, eso implica aproximarse; sin embargo, lo que queda en evidencia en los lexemas analizados es que ese proceso solo se da con gente cercana, nunca con desconocidos. En relación al proceso de de-construcción de confianza en las personas: Si pudiéramos resumirlo en pocas palabras diríamos que a nivel personal el hito fundamental de pérdida de confianza en los otros está dado por la traición, por el hecho de revelar un secreto a terceros, lo cual hace perder la confianza en un ser cercano y genera una gran decepción; cuando se pierde la confianza es prácticamente imposible volver a recuperarla. “Sí, ahora me he acercado más a otras personas de mi familia. Pero igual me han apuñalado, digamos. (…) Es que yo tengo una prima, es que yo tengo un secreto bien guardado. Decidí contárselo a ella y ella no lo pudo guardar y lo ventiló a todo el mundo. Y yo no quería que nadie se enterara, menos mi mamá. Hasta que ella habló”. (Mujer, Valparaíso, Estrato Bajo). “Es que cuando uno comenta cosas con cierta persona y como que se van traspasando de voz en voz, así como se hace con los “cagüines” [rumores falsos], eso es como ya empiezan las primeras desilusiones y como que se empieza a perder de a poco la confianza”. (Hombre, Valparaíso, Estrato Medio-Bajo). A partir de estos relatos construimos la siguiente estructura semántica paralela: PÉRDIDA DE CONFIANZA divulgar secretos falta de reciprocidad falta de respeto falsa amistad decepción deslealtad TRAICIÓN 11 La estructura semántica paralela anterior nos demuestra que la pérdida de confianza se debe a la incapacidad del otro de guardar un secreto, es decir, ser rompe la confianza depositada en él o ella, dado que no hay reciprocidad en la relación, lo que es asumido como una falta de respeto. En síntesis, es una falsa amistad que genera una tremenda decepción en los jóvenes/estudiantes; esta deslealtad es vista como una traición, eso significa que si se rompe la confianza, es prácticamente imposible volver a restaurarla. En relación al proceso de construcción de confianza en las Instituciones Respecto de las Instituciones la situación es más clara y contundente; la mayoría de ellas no les merecen confianza a los jóvenes, particularmente las instituciones políticas y últimamente la Iglesia Católica, a raíz de todo los casos de pedofilia denunciados a través de los medios de comunicación. La única Institución que le merece confianza a los jóvenes/estudiantes son los Bomberos, dado su carácter de voluntarios. “Yo creo que en ninguna, actualmente no (…) mmm, no… ¿los bomberos puede ser?, no lo había pensado, pero los bomberos si me causan confianza”. (Hombre, Concepción, Estrato Bajo). “Es que… a lo largo del tiempo uno siempre se ha dado cuenta que las Instituciones siempre mienten o esconden cosas (.…) en los únicos en los que podría confiar yo creo que serían los Bomberos”. (Hombre, Valparaíso, Estrato Bajo). A partir de estos relatos construimos la siguiente estructura semántica paralela: BOMBEROS amables servicio público ayudan desinteresadamente riesgo entrega VOLUNTARIOS Lo primero que queda en evidencia es la dificultad de los jóvenes/estudiantes en identificar este proceso; la mayoría señaló que nunca han confiando en las Instituciones. Algunos de ellos, después de pensar mucho señalaron que los Bomberos es la única 12 Institución que les merece confianza. Esta confianza se debe a que en Chile son voluntarios, por lo tanto, no hay retribución económica por su actividad. Este hecho les permite confiar en ellos a los jóvenes. Los Bomberos son vistos como un servicio público que ayudan a la gente desinteresadamente, y en ese trabajo ponen en riesgo sus vidas y hay, en ese acto, una verdadera actitud de entrega. En relación al proceso de de-construcción de confianza en las Instituciones A nivel institucional el hito principal de la pérdida de confianza está dado porque, al decir de los jóvenes/estudiantes, éstas no responden a sus expectativas, trabajan para si mismas, son corruptas. Los jóvenes no tienen la experiencia de haber confiado en una Institución y luego perder la confianza en ella, simplemente no confían, guardan distancia; no les creen. “Ya no confío en los curas y hace tiempo que no voy a la iglesia, que no voy a confesarme porque me da vergüenza o no sé… mmm si poh’ yo confiaba en la iglesia y ya no”. (Mujer, Concepción, Estrato Medio-Bajo) “No… ninguna no, porque es que nunca me he relacionado tanto con las instituciones, nunca he confiado en una, por ejemplo no voy a misa, nunca me he enfermado como para caer al Hospital o cosas así, o sea nunca he necesitado de Instituciones”. (Mujer, Concepción, Estrato Medio-Bajo). A partir de estos relatos construimos la siguiente estructura semántica paralela: DESCONFIANZA EN LAS INSTITUCIONES lejanas ajenas se aprovechan de la gente trabajan por sus intereses NO CUMPLEN LAS ANALISI EXPECTATIVAS JUVENILES El relato juvenil capturado en la esta investigación señala que las Instituciones se aprovechan de la gente, que trabajan para sus propios intereses; incluso algunos mencionaron la sospecha que tienen de aquellas Instituciones que solicitan el vuelto en 13 los supermercados, “nunca se sabe que hacen con el vuelto”, nos dijeron. Las Instituciones que más desconfianza le merecen a los jóvenes son las Instituciones políticas, éstas son vistas como corruptas, sinvergüenzas y aprovechadoras. A lo anterior se agrega la pérdida creciente de confianza en la Iglesia Católica a raíz de los reiterados casos de pedofilia expuestos en los medios recomunicación. En síntesis, podemos afirmar que el mundo institucional no cumple las expectativas juveniles, es por eso que muchas de sus actividades públicas y privadas se realizan al margen de las Instituciones. En relación a la sociedad en la que vivimos: Si compartimos la idea de que vivimos en una sociedad de mayor complejidad, más líquida (Bauman, 1999), de riesgo (Beck,1998) y que esto les exige a los jóvenes construir por sus propias fuerzas un sentido de futuro, cabe preguntarnos: ¿esta situación genera mayor individualismo y desconfianza en los otros, fragmenta o no a la cohesión social?. La respuesta de los jóvenes es claramente afirmativa. Como se pudo apreciar en sus testimonios a lo largo de toda la investigación, la gran mayoría considera que vivimos en un país individualista y competitivo. Este fenómeno acrecienta la desconfianza en los demás e impacta negativamente en la cohesión social. Si estamos en un país donde prima el individualismo, es difícil articular conductas colectivas que reafirmen la integración social; el fenómeno chileno sería más bien el contrario; estaríamos viviendo una sociedad donde cada uno vela por sus intereses personales y busca la satisfacción de sus necesidades a través del mercado, mermando las posibilidades de una buena cohesión social, por lo tanto, a mayor desconfianza (personal e institucional), menor cohesión social. Lo anterior refuerza los planteamientos de diferentes autores que analizan la sociedad contemporánea. Esta falta/ausencia de confianza en los demás y sobre todo en las Instituciones fundamenta el planteamiento de que estaríamos viviendo un tiempo de incertidumbre y de vacío cultural (Lipovetsky, 1983), al mismo tiempo que nuestras sociedades se vuelven cada vez más complejas (Morin, 2005). El hecho esencial al que nos enfrentamos actualmente es que la sociedad ya no determina las conductas sociales tan directamente como antes, sino que más bien es lo individual lo que está determinado lo social, lo cual cuestiona en sus bases una de las famosas reglas del método sociológico de E. Durkheim (2006); es más, hay autores como S. Bauman (1999), que plantean que la sociedad se ha vuelto líquida y otros señalan que todo lo que ayer era sólido hoy se desvanece en el aire, por lo tanto, la sociedad se ha vuelto gaseosa (Berman, 1982). Más aún, en cierto sentido la sociedad se ha vuelto inexistente (Martuccelli, 2006, Touraine, 2006). Desde esta perspectiva, lo social es una construcción continua (Berger y Luckmann, 2001) y que, por lo tanto, ha retornado el actor (Touraine 1987, Bajoit & Belin, 1997). 14 Frente a esto cabe preguntarnos: ¿qué imaginario social existe en los jóvenes sobre la cohesión social, cuando la noción de sociedad que contenía promesas fundamentales como la justicia social o igualdad se prefigura como una sociedad vacía y el consumo se transforma en un factor principal de integración social?. El concepto “cohesión social” les resulta ajeno y incomprensible a los jóvenes/estudiantes; sus niveles de abstracción no les permitieron comprender el sentido y densidad del concepto; por lo tanto, si respondemos la pregunta desde el rigor lingüístico/sociológico habría que afirmar que la cohesión social no está presente en el imaginario juvenil; es por eso que preferimos hablar con ellos de “unidad nacional”; y en la investigación lo abordamos con la siguiente pregunta: ¿qué une a los chilenos? y ¿que los separa?. Las respuestas de los estudiantes fueron contundentes: lo que nos une son La Teletón y la “roja de todos” -la Selección Nacional de Fútbol-. Ambos son fenómenos mediáticos efímeros, pasajeros. Al respecto cabe constatar una vez más el enorme poder de manipulación que tienen los medios de comunicación; en particular la televisión. Muchos de los jóvenes estudiantes chilenos actuales viven al compás de las industrias culturales, confirmando la prognosis que hicieron los intelectuales de la Escuela de Frankfurt a fines de la década del ’50 del Siglo XX. Según el discurso juvenil, lo que nos separa es la política, el individualismo y la competencia entre las personas y entre las instituciones. Esta es una opinión mayoritaria entre los jóvenes chilenos; todos los estudios (INJUV 2009, PNUD 2012) confirman dichas apreciaciones. Los jóvenes no confían en los políticos porque prometen y no cumplen, porque dicen una cosa y hacen otra. Al mismo tiempo está la percepción que cada uno vela por sí mismo, en función de sus intereses y deseos personales y que la competencia, propia del mundo económico ha rebasado el campo de lo económico instalándose en la cultura, en la relaciones sociales; todo lo cual nos separa, nos aísla. Todo lo anterior tiene en sus bases la disminución o la ausencia de la confianza personal y social; en consecuencia lo social se desvanece, se atenúa, pasando el individuo a tener un lugar central en la vida social concreta (como actor en sus relaciones con los otros y sujeto en sus relaciones consigo mismo), por lo tanto, lo social ya no se explicaría más por lo social, sino por lo individual. Esta constatación nos introduciría en la era del Individuo (Renaut 1989, Bajoit & Belin, 1997), del narcisismo (Lasch, 1979) y del hiperindividualismo contemporáneo. Esta falta de confianza en los demás y en la Instituciones hace que el individuo sienta la necesidad de ser sujeto dentro de un tejido social de comunicación (Habermas, 1987), de información (Castells, 2001), de interacciones y transacciones continuas (Goffman 1973, Remy 1991). Al mismo tiempo, este sujeto plural (Lahire, 2004) se encuentra en plena crisis de identidad (Dubar, 2002), en estado de incertidumbre (Ehrenberg, 1995), fatigado de ser el mismo (Ehrenberg, 1995), entregado a sus experiencias (Dubet, 1994), a su proceso de 15 individuación (Martuccelli, 2007); en búsqueda perpetua de reconocimiento en un mundo de menosprecio (Honneth, 1999) y viviendo en una sociedad de riesgos permanentes (Beck, 1986). c. Paradojas de la participación juvenil: Hacia una comprensión de la cohesión social de jóvenes liceanos en Chile. La crisis de representatividad y legitimidad y legitimidad del sistema democrático chileno tiene su máxima expresión en la actitud ciudadana de los jóvenes. En las últimas dos décadas se aprecia una creciente disminución de su participación electoral (Riquelme, 1999). En la antigua Ley Electoral que tenía inscripción voluntaria y voto obligatorio los jóvenes representaban sólo el 17% de padrón electoral ya que cerca de dos millones de ellos se auto-marginaban del sistema; en aquella época sólo el 20,8 % de los jóvenes estaba inscrito en los registros electorales (ver gráfico N°1). Gráfico 1 Actualmente, con la nueva ley electoral de inscripción automática y voto voluntario, el rechazo a la participación electoral se manifestó con los altos índices de abstención. Según las cifras entregadas por el Ministerio del Interior (2012), de los 13 millones 404 mil que tiene el nuevo padrón electoral, sólo 5 millones 474 mil 947 ciudadanos votaron en las últimas elecciones municipales de octubre de 2012, llegando a un 60% la abstención electoral. Se calcula que de ese 60% de abstención, el 90% son jóvenes que ingresaron al padrón electoral de manera automática; dicho de otro modo, la inscripción automática no resolvió el problema anterior de la no inscripción en los registros electorales de los jóvenes, es decir, la gran mayoría de los jóvenes no votó, a pesar de no tener el impedimento de la inscripción en los registro electorales. A la base de esta no participación electoral juvenil se encuentra la desconfianza hacia los políticos de parte de los jóvenes, la que según la VI Encuesta Nacional de Juventud (2010) evidencia que el Congreso y los partidos políticos son las organizaciones que más 16 desconfianza generan en los jóvenes (Tabla 1), situación que es compartida por el resto de la sociedad (CERC, 2011). Es decir, tanto los jóvenes como la ciudadanía en general, manifiestan una baja confianza en instituciones básicas para el sistema democrático. Tabla 1: Confianza en las Instituciones (Injuv 2010) La estabilidad del sistema democrático también se ve afectada por el bajo compromiso que los jóvenes tienen con él. Solo el 43% de los encuestados considera que la democracia es preferible a cualquier forma de gobierno, mientras que a un 28,9% le es indiferente el régimen de gobierno y un 9,5% considera que en algunas circunstancias es preferible un gobierno autoritario. Gráfico 2 En relación a lo anterior, el nivel de satisfacción con el sistema democrático también es bajo. Solo un 27,3% de los jóvenes encuestados se encuentra satisfecho, mientras que un 39,1% no está ni satisfecho ni insatisfecho, y un 24,1% se manifiesta definitivamente insatisfecho o muy insatisfecho con el sistema democrático. 17 Gráfico 3 Sin embargo, en la misma encuesta, se puede apreciar que los jóvenes valoran mucho la tolerancia y el respeto a la diversidad, y manifiestan una activa participación en organizaciones sociales de carácter solidario y local o en sub-culturas urbanas. Durante mucho tiempo se asumió que esta participación era de carácter individualista y despolitizada (Cox, 2006), haciendo más referencia a un “Yo” que ayuda a otros que están en problemas, que a un “nosotros”. Sin embargo, el discurso tradicional sobre la indiferencia de los jóvenes y su falta de interés político, fundamentado en las opiniones que éstos manifiestan en las encuestas, ha sido fuertemente cuestionado por las movilizaciones estudiantiles que se han desarrollado desde el año 2011 en Chile. Frente a la paradoja que caracteriza al sistema democrático chileno, no es extraño que el compromiso ciudadano que manifiestan los sectores juveniles en la actualidad también presente un carácter paradójico. Los jóvenes siguen manifestando una profunda crítica y desconfianza hacia la institucionalidad y los sectores políticos, pero al mismo tiempo han desarrollado una activa participación ciudadana de carácter político, lo que permitiría inferir que su aversión hacia la política responde más bien a la política partidaria y no a la política en su sentido amplio, es decir, como todo aquello referido a la convivencia social, y a la esfera comunitaria de la sociedad. (Espinoza & Madrid, 2010; Martínez, Silva & Hernández, 2010; Zarzuri, 2010). Lo paradójico de esta situación, se acentúa cuando se considera que para la mayoría de los jóvenes, la ciudadanía está referida principalmente al cumplimiento de las leyes (47,1%), y sólo en segundo lugar, a la participación activa en la comunidad (28,7%) y a la participación en la toma de decisiones (27,8%) como tercera opción, pese a que en la práctica esta dimensión es de súbito la que predomina. 18 Gráfico 4 La forma en que los jóvenes están participando en la actualidad, no ha sido un evento aislado, ya que han cuestionado la estructura de la democracia que impera en Chile, precisamente por las paradojas sistémicas, que comprometen al conjunto del orden social, y sobre todo a las formas estructurales de instalación de un sistema hiperprivado de la relaciones sociales y de los derechos fundamentales de las personas. Su impacto en el debate y en la agenda, no se ha limitado a los temas educacionales, sino que le ha dado un nuevo impulso a las problemáticas referidas a la estructura del poder legislativo (reforma al sistema binominal) y ha cuestionado la exclusividad de las instituciones representativas en la toma de decisiones, al levantar la propuesta de un plebiscito ciudadano para dar solución a las demandas estudiantiles. Tal ha sido el impacto de este movimiento, que incluso, para algunos sectores, este movimiento juvenil es el inicio de una nueva etapa que llevará a modificar la estructura del sistema hacia una democracia más directa y participativa (Salazar, 2011). ¿Cómo explicar esta paradoja de la participación juvenil? ¿Qué ha pasado que hoy se observan jóvenes comprometidos con el cambio social y participativo, pero el sistema democrático está cada vez más desprestigiado y debilitado? ¿Qué tipo de ciudadanía se está formando para que los jóvenes estén exigiendo un cambio del sistema democrático? ¿Cuál es la relación que los jóvenes establecen entre participación política, participación ciudadana y democracia?. Las razones que permiten comprender las paradojas de la ciudadanía juvenil son amplias, y encuentran gran parte de su explicación en las propias características del sistema democrático chileno y su paradoja fundacional: pese a que el discurso político llama a la participación ciudadana y le exige a la Escuela la formación de un ciudadano crítico y participativo, el sistema funciona a partir de una democracia de baja intensidad: la democracia se reduce a la representatividad, limitando los espacios de participación 19 ciudadana en la toma de decisiones políticas, a la actividad de sufragar. Sin embargo, al mismo tiempo, le entrega todas las herramientas para que se convierta en un consumidor económicamente activo, gozando de libertad y poder para participar en el sistema económico y tomar decisiones que impactan directamente en su calidad de vida (Bauman, 2007a; Castoriadis, 1998; Cornejo et al., 2007; Fernández, Fernández & Alegría 2007; Gómez, 2008; Villavicencio 2007). La idea de una paradoja fundacional, no se limita a la idea corriente de una paradoja que ponga simplemente en entredicho, el sentido común, o se muestre la contradicción de premisas lógicas que al afirmar algo se niegue justamente aquello que se afirma. No es tampoco la paradoja de un argumento contradictorio, ni falaz. La paradoja fundacional alude a una situación más radical que una simple oposición en los términos, ya que es la misma contradicción la que instituye en el despliegue de sí misma, una creencia fundamental o un horizonte de significado. Los mitos fundadores, como lo estudia R. Girard (1982) son ejemplos de como la negación, el crimen y en general, los hechos de sangre instituyen un sentido originario que las sociedades y religiones replican desde una narración meta histórica. Esto es así, en la medida que son acontecimientos pertenecientes a un pasado primordial, que no tuvo nunca un presente, pero que explica por antonomasia la regulación del tiempo presente de una comunidad determinada, y sobre todo el horizonte de construcción del tiempo futuro. En analogía a la función originaria de las primeras narraciones de la historia, las paradojas fundacionales dotan de un sentido, que aunque en realidad corresponden a un conflicto originario-mítico, y no simplemente a una contradicción lógica. Estas paradojas son vividas y asumidas por la comunidad como una forma de coherencia y de sentido. El mito fundacional de Chile, no es distinto del resto del mundo americano. Una tierra conquistada erigida sobre hechos de sangre. Así se origina desde un principio de dominación radical, estructuras sociales sobre estructuras de legitimación del poder de unos pocos sobre otros desposeídos, incluso del estado de naturaleza humana. R. Girard (1982) sostiene que si bien en el origen los mitos fundadores de occidente, la violencia correspondía a los Dioses, ahora la violencia se desplaza a los hombres que la realizan en nombre de ellos. (Girard, 2009). De esta forma la paradoja fundacional se refiere a una estructura asimétrica del poder, lo que supone también una visión asimétrica del otro como legítimo otro. La deslegitimación del otro estructura un sistema social donde las diferencias sociales no son tanto la causa de la segmentación social, sino más bien su consecuencia más inmediata. BIBLIOGRAFÍA: ADLER LOMNITZ, LARISSA (1971). Reciprocity of favors in the middle class of chile. En Dalton, George (editor): Studies in Economic Anthropology. Washington American Association of Anthropology. 20 ADLER LOMNITZ, LARISSA (2001). Redes sociales, cultura y poder: ensayos de antropología latinoamericana. Edición MA Porrúa / FLACSO, México. BAJOIT GUY Y BELIN EMMANUEL (1997). Contributions à une sociologie du sujet. L’Harmattan. Logiques Sociales. Paris. France. BAUMAN, ZIGMUNT. (2007). La Modernidad Líquida. México: Fondo de Cultura Económica. BAUMAN ZIGMUNT (1999) Modernidad líquida. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica. ---------- 2004, La sociedad sitiada. Buenos Aires. Fondo de Cultura Económica de Argentina. ---------- 2006, Vida líquida. Barcelona. Paidós Ibérica. ---------- 2007, Miedo líquido: La sociedad contemporánea y sus temores. Barcelona. Paidós Ibérica. ---------- 2007, Tiempos líquidos. Barcelona. Tusquets. ---------- 2007, Arte, ¿líquido?. Madrid. Sequitur. 2007. BECK, ULRICH (1998). La sociedad del riesgo. Hacia una nueva modernidad. Paidós Básica. Barcelona. BERGER PETER Y LUCKMANN THOMAS (2001). La construcción social de la realidad. Amorrortu Editores. Buenos Aires. Argentina. BERMAN, MARSHAL (2008). Todo lo sólido se desvanece en el aire. Editorial Siglo XXI. CASTELLS, MANUEL (2001). La Era de la Información. Vol. II: El poder de la identidad. México, Distrito Federal: Siglo XXI Editores. ---------- 2001, La Era de la Información. Vol. III: Fin de Milenio. México, Distrito Federal. Siglo XXI Editores ---------- 2001, Galaxia Internet. Reflexiones sobre Internet, empresa y sociedad. Madrid. Areté. ---------- 2002, La Era de la Información. Vol. I: La Sociedad Red. México, Distrito Federal. Siglo XXI Editores. CASTORIADIS, C. (1986). El campo de lo social histórico. Estudios. CASTORIADIS, C. (1998). El ascenso de la Insignificancia. Madrid: Cátedra. CERC. (2011). Barómetro de la Política. Agosto – Septiembre 2011. Santiago. CORNEJO, R., GONZÁLEZ, J., & CALDICHOURY, J. P. (2007). Participación e incidencia en las políticas educativas: el caso chileno. Buenos Aires: Flape. COX, CRISTIÁN. (2006). Jóvenes y ciudadanía política en América Latina. Desafíos al Curriculum. Prelac, 64- 73. DUBAR, CLAUDE (2002). La crisis de las identidades. Interpretación de una mutación. Editorial Bellaterra. DUBET, FRANCOIS (1994) Sociologie de l'expérience. Seuil. La couleur des idées. Paris. France DURKHEIM, EMILE (2006)- La Reglas del Método Sociológico. Ediciones Libertador. Buenos Aires. Argentina. EHRENBERG, ALAIN (1995). The Uncertain Individual, Calmann-Lévy, Paris. France ESPINOZA, V., & MADRID, S. (2010). Trayectoria y eficacia política de los militantes en juventudes políticas. Estudio de la elite política emergente. Santiago: Intituto de Estudios Avanzados Universidad de Santiago de Chile. FERNÁNDEZ, C., FERNÁNDEZ, P., & ALEGRÍA, L. (2007). Educación para la ciudadanía. 21 Democracia,Capitalismo y Estado de Derecho. Madrid: Akal. FUKUYAMA, FRANCIS (1996). Confianza. Ed. Atlántida, Buenos Aires, Argentina. FUKUYAMA, FRANCIS (1992). El fin de la historia y el último hombre. Buenos Aires: Planeta. GIRARD, R. (1982). El misterio de nuestro mundo. Salamanca: Ediciones Sígueme. GIRARD, R. (2009). La violencia y lo sagrado. Barcelona: Anagrama. GOFFMAN, ERVING (1973). La presentación de la persona en la vida cotidiana. Amorrortu Editores. Buenos Aires. Argentina. GÓMEZ, JUAN CARLOS (2008). Ciudadanía y política en una sociedad neoliberal avanzada, Chile: 1990-2008. Encuentro PreALAS. Santiago: Universidad de Chile. HABERMAS, JURGEN (1987). Teoría de la acción comunicativa. Taurus. Madrid. España. HARDIN, RUSSELL. (2010). Confianza y confiabilidad. Ed. Fondo de Cultura Económica, Ciudad de México, México HONNETH, AXEL (1999). Intégrité et mépris. Principes d’une morale de la recononnaissance. En Recherches sociologiques. Vol. XXX, N 2. Louvain-la-Neuve. Belgique INJUV. (2006). V Encuesta Nacional de la Juventud. Santiago. INJUV. (2010). VI Encuesta Nacional de la Juventud. Santiago. LASCH, CHRISTOPHER (1979). The Culture of Narcissism: American Life in an Age of Diminishing Expectations. National Book Awards". National Book Foundation. LAHIRE, BERNARD (2004). El Hombre plural. Los resortes de la acción. Editorial Bellaterra. Barcelona. España. LAPOP (2010): Cultura política de la democracia, 2010. Consolidación democrática en las Américas en tiempos difíciles: informe sobre las Américas. Disponible en: www.vanderbilt.edu. LATINOBARÓMETRO (2010) Informe 2010. Disponible en: www.latinobarómetro.org. LIPOVETSKY, GILLES. (1986). La era del vacío: Ensayo sobre el individualismo contemporáneo. Madrid. Anagrama. LUHMANN, NIKLAS. (1996): Confianza. Editorial Anthopos, en coedición con Universidad Iberoamericana y con Instituto de Sociología de la Pontificia Universidad Católica de Chile, Barcelona, España. MARTUCCELLI, DANILO (2007). Cambio de Rumbo. Editorial LOM. Santiago. Chile. MISZTAL, BÁRBARA (1996): Trust in modern societes. The Search for the Bases of Social Order. Polity Press, Cambridge. MORIN EDGAR (2005). Introduction à la pensée complexe. Éditions du Seuil. Pasi. Fance. ---------- 1999, L'intelligence de la complexité. L'Harmattan, Paris. France. ---------- 2007, La cabeza bien puesta. Repensar la reforma. Reformar el pensamiento. Editorial Nueva Visión. Buenos Aires. Argentina. MUSSETTA, P. (2006): Dilucidando la confianza: aportes empíricos para esclarecer el fenómeno en México. En: Hernández Baqueiro, Alberto (Coordinado) Transparencia, rendición de cuentas y construcción de confianza en la sociedad y Estados mexicanos. Ed. Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI), México D.F., México; pp. 37 – 54. PEYREFITTE A. (1995). La société de confiance. Paris. Odile Jacob PEREDA, CARLOS (2009): Sobre la confianza. Ed. Herder, Barcelona, España. PETERMANN, FRANZ (1999): Psicología de la confianza. Herder, Barcelona, España. 22 PNUD. (2002). Nosotros los Chilenos. Un desafío Cultural. Santiago: PNUD. PNUD. (2004). La Democracia en América Latina: hacia una democracia de ciudadanos y ciudadanas. Buenos Aires. PNUD (2004): La Democracia en América Latina: hacia una democracia de ciudadanos y ciudadanas. Buenos Aires. PUTNAM, ROBERT. (2002): Solo en la bolera. Colapso y resurgimiento de la comunidad norteamericana. Ed. Galaxia Gutemberg, Barcelona, España. PUTNAM, ROBERT. D. (2000). Bowling Alone: The Collapse and Revival of American Community. New York: Simon & Shuster. REMY JEAN (1991). Les risques des techniques et le sacré, in Nouvelles idoles et nouveaux cultes. L’Harmattan. París. France. RENAUT . A (1989). L’ère de l’individu. Gallimard (N.R.F). Paris. France. SALAZAR, GABRIEL. (2011). En el nombre del poder popular constituyente. Santiago: LOM. TILLY, CHARLES. (2010): Confianza y Gobierno. Ed. Amorrurtu, Buenos Aires, Argentina. TOURAINE, ALAIN (1987). El regreso del actor. Editorial EUDEBA. Buenos Aires. Argentina. ---------- 2006, Un nuevo Paradigma para comprender el mundo de hoy. Paidós. Estado y Sociedad 135. VILLAVICENCIO, S. (2007). Ciudadanía y Civilidad: acerca del derecho a tener derechos. Colombia Internacional (66), 36-51. 23