CUBA: COMUNISMO Y TROTSKISMO EN LA REVOLUCION DEL

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CUBA: COMUNISMO Y TROTSKISMO EN LA REVOLUCION DEL 30
Dr. Rafael Soler Martínez
Facultad de Ciencias Sociales
y Humanísticas.Universidad de Oriente.
Santiago de Cuba.
e.mail: [email protected]
Preparado para LASA 2000, XXII Congreso Internacional de la Asociación de Estudios
Latinoamericanos, Hyatt Regency Miami, 16-18 de marzo, 2000.
CUBA: COMUNISMO Y TROTSKISMO EN LA REVOLUCION DEL 30
Dr. Rafael Soler Martínez.
El desenlace final de los acontecimientos de la Guerrra Hispano-Cubano-Americana en 1898,
significó la frustración del proyecto revolucionario de José Martí y la confirmación dramática de
sus advertencias sobre los peligros que entrañaba para Cuba y el resto de América Latina la
expansión de los Estados Unidos.
A partir de 1902 fue establecido en la Isla el modelo de dominación neocolonial que mostraría
los primeros síntomas evidentes de crisis en los momentos de la depresión económica de inicios
de la década del 20 y en los años de auge de una conciencia nacional y antimperialista en el país
entre 1923 y 1925; pero la crisis del modelo de dominación neocolonial alcanzó su plenitud en la
primera mitad de la década del 30 y fue en esos años que el movimiento popular y revolucionario
cubano llegó a los niveles más altos desde los inicios de la República. En ese convulso proceso
conocido como la Revolución del 30, las fuerzas revolucionaris de orientación marxista
desempeñaron un importante papel protagónico.
Las ideas marxistas hicieron su aparición en Cuba durante la segunda mitad del siglo XIX,
cuando el movimiento obrero cubano daba sus primeros pasos. Desde las páginas de El
Productor, el dirigente anarquista Enrique Roig San Martín dio a la publicidad los primeros
fragmentos de textos de Carlos Marx.(1) En las postrimerias del siglo XIX y en los albores del
XX, Diego Vicente Tejera, intelectual y revolucionario cubano muy vinculado a José Martí,
socialista no marxista, constituyó los primeros partidos obreros cubanos, el Parido Popular y el
Partido Socialista Cubano, ambos de efimera existencia.(2)
Pocos años después, durante la primera década del siglo XX, Carlos Baliño, Agustín Martín
Veloz (Martinillo) y Rafael Gutierrez, constituyeron respectivamente las primeras organizaciones
marxistas cubanas: el Club de Propaganda Socialista, el Club Carlos Marx y la Liga Obrera de
Oriente; poco después, estas organizaciones devinieron en el Partido Socialista de Cuba, el
Partido Socialista de Manzanillo y el Partido Socialista de Santiago de Cuba. A pesar de los
intentos unificadores de integrarlos en un solo partido marxista de carácter nacional bajo los
lineamientos de la II Internacional, esto no se logró.(3)
Inicios del movimiento comunista
A finales de la segunda década del siglo, fueron constituidas agrupaciones socialistas en La
Habana y en otras ciudades del país. En agosto de 1922, una parte de los integrantes la
Agrupación Socialista de La Habana manifestó su identificación con las 21 condiciones de ingreso
a la Internacional Comunista, aprobadas en el II Congreso de esa organización. Así, tuvo lugar
una escisión en la Agrupación Socialista de La Habana; una parte de sus miembros se mantuvo
fiel a los lineamientos de la II Internacional, la otra, dirigida por Carlos Baliño, constituyó al año
siguiente la Agrupación Comunista de La Habana.(4)
Entre 1923 y 1925 fueron organizadas agrupaciones comunistas en diversos lugares del país y
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en los días 16 y 17 de agosto de 1925, se reunieron en un Congreso en La Habana para dejar
constituido el Partido Comunista.
El recién nacido Partido Comunista, en el cual desempeñaron un destacado papel Carlos Baliño
y Julio Antonio Mella, proclamó su adhesión a la Internacional Comunista, guió su actividad por
los Estatutos aprobados en el Congreso y se propuso como tareas fundamentales la lucha por las
reivindicaciones inmediatas de la clase obrera, trabajar en el seno de los sindicatos y de otras
organizaciones populares, y por la organización de los campesinos, las mujeres y los jóvenes.
Muy pronto, el Gobierno de Gerardo Machado, que había asumido la presidencia de la
República un mes antes de la fundación del PC, desató la más feroz represión contra sus militantes
y dirigentes. El recién elegido secretario general, José Miguel Pérez, fue deportado a España
pocos días después, en el propio mes de agosto; en septiembre, fueron encarcelados sus
principales cuadros: Julio Antonio Mella, Carlos Baliño, José Rego, José Peña Vilaboa, Alejandro
Barreiro y otros. En enero de 1926 Julio A. Mella se vió obligado a salir hacia el exilio en México
ante el peligro de ser asesinado. Al año siguiente, en 1927, Machado desencadenó un nuevo
proceso judicial contra los comunistas; muchos fueron encarcelados y otro de sus dirigentes,
Alejandro Barreiro, tuvo también que salir hacia México.
El joven PC se vio obligado a actuar desde sus inicios en condiciones de clandestinidad y
sometido a la presecusión de las autoridades. En sus esfuerzos por aniquilar al naciente
movimiento comunista, la Policía Secreta de Machado organizó en 1928 un Partido Comunista
apócrifo con fines de provocación, que llegó a enviar delegados espúrios al Congreso Sindical de
Montevideo en 1929.(5) Otra evidencia de la actividad policial contra los comunistas, es el
Informe de la Policía Secreta al Presidente de la República sobre la Historia del
Movimiento Comunista en Cuba, en el cual se ofrece abundante información sobre sus
actividades hasta el año 1931.(6)
En medio de esas difíciles condiciones tuvo que actuar el PC durante sus primeros años de
existencia. Su inmadurez teórica le impidió formular un programa con objetivos precisos y de
largo alcance en aquellos momentos iniciales, pero desde el principio estuvo claro que los
propósitos fundamentales eran lograr la total liberación nacional del dominio imperialista
norteamericano, para después avanzar hacia la emancipación social de los oprimidos. Para logarlo
se propuso, en primer lugar, combatir a la dictadura machadista hasta su derrocamiento y ganar
cada vez mayor influencia sobre los obreros, campesinos, jóvenes y mujeres.
Desde su nacimiento en PC se destacó por su lucha frontal contra el régimen de Machado. A
partir de 1927 ya ejercía el control de la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC) y de la
Federación Obrera de La Habana (FOH). Sin embargo, no había podido extender mucho su
influencia más allá de la capital y la zona occidental del país. El papel que desempeñó en la huelga
de marzo de 1930 demuestra que a pesar de la represión y de todos los obstáculos no había
podido ser aniquilado y lograba avanzar.
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Todo parece indicar que la línea de clase contra clase adoptada en el IX Pleno del Comité
Ejecutivo de la Internacional Comunista (CEIC) y en su VI Congreso de 1928, no se empezó a
aplicar en Cuba de inmediato, sino más bien a partir de 1930.
En 1928 el PC consideró seriamente la posibilidad de participar, sin abandonar su independencia
orgánica y político ideológica, en una alianza con otras fuerzas antimachadistas, aplicando las tesis
de Lenin aprobadas en el II Congreso de la Internacional Comunista (IC), en tal sentido el
comunista cubano Julio Antonio Mella expresó:
Los comunistas ayudarán, han ayudado hasta ahora... a los movimientos nacionales de
emancipación aunque tengan una base burguesa democrática. Nadie niega esa necesidad, a
condición de que sean verdaderamente emancipadores y revolcionarios...
Los comunistas de Cuba, sin fusionarse con el Partido Nacionalista, guardando la
independencia del movimiento proleterio lo apoyarían en una lucha revolucionaria por la
emancipación nacional verdadera, si tal lucha se lleva a cabo.(7)
En una reunión del Comité Central del PC efectuada en octubre de 1928 se adoptaron acuerdos
para esos fines; la traición de la cúpula dirigente del Partido Unión Nacionalista y muerte de Mella
pocos meses más tarde provocaron la frustración del intento de unir fuerzas con un sentido amplio
y fléxible.(8)
Julio Antonio Mella
Algunos autores, entre los que se destaca Victor Alba, han sugerido que Mella fue expulsado del
PC cubano a raíz de la huelga de hambre que sostuvo en 1926, que Mella se mostró partidario de
las ideas trotskistas y que de alguna manera estuvo vinculado al movimiento trotskista en México;
plantean, además, la tesis de que fue asesinado no por agentes del dictador Machado sino por los
propios comunistas con la complicidad directa de Tina Modoti (Victor Alba:Historia del
Movimiento Obrero en América Latina; Julián Gorkin: Como asesinó Stalin a Trotsky;
Bernardo Claraval: Cuando fui comunista). Otros se han hecho eco de esas afirmaciones
(Octavio Paz: "Frida y Tina: vidas no paralelas" y Phillippe Cheron: "Del gusto por la
mistificación: a propósito de Tina Modoti", Vuelta no 82, México, septiembre, 1983; Jorge
García Montes y Alonso Avila: Historia del Partido Comunista de Cuba; Alejandro Galves
Cancino: "L' auto-absolution de Vidali et la mort de Mella", Cahiers Leon Trotsky, no. 26, juin
de 1986, Paris).
Cada cierto tiempo estas afirmaciones son retomadas; así ocurrió en México en los años 80 y así
se repitió en un debate por correo electrónico en enero del año pasado.
Fue Mella realmente expulsado del PC cubano? Fue simpatizante del trotskismo o miembro del
movimiento trotskista méxicano en sus inicios? Fue asesinado por miembros del PC a causa de su
filiación trotskista y no por agentes del dictador Machado? Ninguno de los autores arriba
mencionados ha podido demostrar de manera afirmativa una sola de esas interrogantes y todos, a
falta de datos fidedignos, han presentado un denominador común: la mitología y la virulencia
anticomunista.
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Julio Antonio Mella nunca fue expulsado del PC cubano. Es cierto que a raíz de su huelga de
hambre en 1925, fue sancionado por el Comité Central, pero no expulsado. La descripción de
como ocurrió este hecho y el análisis del error cometido por el CC del PC cubano han sido
expuestos en detalle por Raúl Roa en su libro El fuego de la semilla en el surco y por Lionel
Soto en La Revolución del 33.
Por otra parte, Mella desde su llegada a México en 1926, hasta su muerte en enero de 1929,
compartió la lucha contra la dictadura de Machado desde la ANERC con las tareas del Partido
Comunista Mexicano, fue miembro de su Comité Central y llegó a ser su secretario general
durante los meses de junio a septiembre de 1928, cuando Rafael Carrillo se encontraba en Moscú.
Según afirma Arnaldo Martínez Verdugo, fue acusado por Vitorio Codovilla y por Ricardo
Martínez de mantener posiciones trotskistas - basandose en las discrepancias de Mella con algunas
orientaciones de la Internacional Comunista, como por ejemplo las relacionadas con la creación
de una tercera central sindical en México, la CSUM - pero, que una vez analizado el problema en
el Comité Central del PCM, éste decidió dirigirse a la Internacional Comunista rechazando las
acusaciones por infundadas e informarle que el propio Mella había sido el autor de la Tesis del CC
en la que definía la postura del PCM contra el trotskismo.
El PC cubano coincidió con el PCM. En carta de Leonardo Fernández Sánchez a Mella, le
informa que en su reunión con el CC del PC cubano:
También se me notificó de una carta del cínico Codovilla que creo debes conocer por haber
sido enviada también a México en la que se vierten una serie de acusaciones contra ti.
Expliqué el asunto y de donde venía. Era su respuesta a la circular del CC de M cuando
Siqueiros llegó e informó y de que tu me hablaste. No se dio importancia a ella y se le iba a
contestar diciéndole que atendiera el Secretariado Sud-Americano, y que se inmiscuyera lo
menos posible en nuestras actividades.(9)
Sobre el mismo asunto, en un documento del secretario general del PC cubano se expresa:
...vino de Argentina una comunicación firmada por Codovilla, que era responsable,
informando sobre el compañero Mella, como no tenía importancia, le dije al compañero
Rafael Sainz (Sotomayor) miembro del Comité Central, que firmara la contestación, y así lo
hizo y se envió.(10)
Las intrigas de Martínez en la Internacional Sindical Roja no se limitaron a Mella; dos años
después, en 1930, Rubén Martínez Villena, en carta desde la Unión Soviética a su esposa
apuntaba:
Ha habido sus porquerias - en el Congreso (Congreso de la ISR, Moscú) - respecto a Cuba
y a mí; pero sólo de parte de Martínez y de algún otro burócrata; en general las hubo cuanto
a la América Latina de parte de Martínez; éste se me ha revelado como un tipo mezquino,
nocivo, desleal, contrarrevolucionario.(11)
Además, desde hace mucho tiempo ha quedado totalmente demostrado que los responsables del
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asesinato de Julio Antonio Mella fueron José Magriñat y el pistolero López Valiña, que actuaban
al servicio del dictador Machado; todo lo demas son suposiciones hasta ahora no demostradas.
Un excelente y documentado análisis sobre este asunto puede encontrarse en el libro de Arnoldo
Martínez Verdugo, Historia del Comunismo en México y en el artículo de Olga Cabrera, "Un
crimen político que cobra actualidad", publicado en Nueva Antropología, no. 27, julio 1988,
México.
Cambios en la táctica y estrategia del PC. La línea de clase contra clase
Como ya señalamos, el cambio en la línea táctica y estratégica del PC tuvo lugar a partir de
1930. En la I Conferencia de Partidos Comunistas de América Latina, efectuada en Buenos Aires,
en junio de 1929, el delegado cubano expresó:
...ya que anhelamos una orientación, si efectivamente el trabajo que realizamos está dentro
de la táctica y programa de la Internacional Comunista. Me refiero a nuestra posible alianza
con una fracción de la pequeña burguesía para la lucha contra la dictadura. Vemos que el
Partido de la pequeña burguesía, llamado Unión Nacionalista, ha constituido y constituye
actualmente, el ala izquierda de la burguesía cubana en la lucha contra Machado. (12)
Sin embargo, los representantes de la Comintern lograron que la Conferencia adoptará los
lineamientos sectarios que seguía en aquella época la IC.
A partir de 1930 se observan cambios en el PC cubano que lo sitúan más a tono con la línea de
la IC. En una serie de documentos de 1930 y 1931 se muestra la definición de las principales
concepciones en cuanto a táctica y estrategia, y las tareas principales a desarrolar por el Partido.
Se definía el carácter de la revolución como agrario y antimperialista, y una vez cumplidos los
objetivos de esta etapa se pasaría a la socialista; se señalaba además, la necesidad de ampliar el
radio de acción del PC a todo el país, aumentar el número de sus efectivos y lograr una mayor
influencia sobre los obreros azucareros, el sector más numeroso de la clase obrera y sobre el
campesinado. Pero al mismo tiempo, como un reflejo de la línea sectaria de clase contra clase, se
consideraba que sólo la clase obrera en alianza con los campesinos y bajo la dirección del PC
podían desempeñar un papel revolucionario, a la vez se desdeñaba cualquier posible alianza con
otras fuerzas de oposición a Machado.(13)
En una carta del Buró del Caribe de la IC al CC del PCC se afirmaba que de menos de 300
miembros que tenía el PC en 1930, su número se había incrementado a 500 en 1931.(14) En 1932
el PC contaba con comités distritales, comités seccionales y células en todas las provincias y en
gran parte de sus municipios.(15) Según la historiadora Aleida Plasencia, en 1933 el PC tenía más
de 5000 miembros, una cifra similar la Liga Juvenil Comunista y la CNOC una membresía de 400
000 trabajadores.(16)
Si bien el PC había logrado incrementar el número de sus militantes, extender su radio de acción
a todo el país y ejercer una notable influencia sobre la mayoría de la clase obrera, lo que le
permitió desempeñar un importante papel protagónico en la Revolución de los años 30, la línea
sectaria que mantuvo durante todo el período le condujo a diversos errores y fue uno de los
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factores que contribuyó a la división y al fracaso del movimiento revolucionario de esos años.(17)
En la aplicación de esa línea de extrema izquierda, los comunistas cubanos recibieron una gran
influencia del Buró del Caribe de la IC, radicado en los Estados Unidos, y del Partido Comunista
norteamericano. Errores como el de la postura adoptada ante la huelga de agosto de 1933 que
derrocó a Machado, el de no distinguir la naturaleza de cada una de las fuerzas que integraron el
Gobierno de los Cien Días y el de no comprender la significación del movimiento encabezado por
Antonio Guiteras, fueron consecuencias directas de la aplicación de la línea de clase contra
clase.(18)
Sólo en circunstancias muy particulares y efimeras hubo intentos verdaderamente unitarios; así
ocurrió en la región de Holguín, donde comunistas y guiteristas colaboraron estrechamente por un
corto período (19) y en Las Tunas, donde comunistas y trotskistas intentaron crear un frente
único de ambos partidos.(20)
Surgimiento del movimiento trotskista
El trotskismo en Cuba tiene los antecedentes directos de sus orígenes en la existencia de una
corriente discrepante dentro del Partido Comunista que surgió en 1931 y en su desarrollo muy
pronto recibió la influencia de la Oposición de Izquierda Internacional.
Como ya señalamos, a finales de 1930 se inició un reajuste de la línea estratégica y táctica del
Partido Comunista de Cuba, sobre la base de las orientaciones de la Internacional Comunista y de
las orientaciones recibidas del Buró del Caribe de la IC. La reorientación de la táctica y la
estrategia apuntaba a ampliar su radio de acción a todo el país, orientar su trabajo hacia los
sectores más importantes de la clase obrera -especialmente el azucarero-, hacia el campesinado y
la pequeña burguesía y a corregir sus errores de sectarismo; además, había redefinido su
concepción sobre el carácter de la revolución, hasta esos momentos calificada como revolución
proletaria que ahora era denominada agraria y antimperialista. Sin embargo, el joven e inmaduro
PC no podía sustraerse de la corriente sectaria de clase contra clase que dominaba en el
movimiento comunista internacional por aquellos tiempos. Desde 1931 comenzaron a
manifestarse muestras de discrepancias con la línea del PC por parte de algunos militantes que
ocupaban responsabilidades de dirección en sus organizaciones colaterales, fundamentalmente en
el Ala Izquierda Estudiantil (AIE) y en Defensa Obrera Internacional (DOI). Al mismo tiempo, a
mediados de ese año aparecían signos de oposición a la línea sindical del PC en el seno de la
Federación Obrera de La Habana (FOH).(21)
Durante todo el año 1931 y los primeros meses de 1932, la corriente de oposición, que se
presentaba inicialmente como contraria a la línea del PC sólo en cuestiones de táctica y
organizativos, se fue ampliando y dando nuevas señales de vida, y el arribo a Cuba de Sandalio
Junco y Juán Ramón Breá la puso en contacto directo con el trotskismo internacional.
Sandalio Junco era un dirigente del PC que desde las filas sindicales había participado en la
lucha contra Machado y actuado desde los primeros meses de 1928, junto a Julio Antonio Mella y
otros exiliados cubanos en las actividades revolucionarias en México. Al año siguiente asistió a la
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Primera Conferencia de Partidos Comunistas de América Latina en Buenos Aires, Argentina, en
representación del PC cubano y a la Primera Conferencia Sindical Latinoamericana de
Montevideo, Uruguay, representando a la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC). A
inicios de 1930 fue a la URSS donde trabajó junto a Rubén Martínez Villena en la Internacional
Sindical Roja (ISR), con quien asistió al Congreso de esa organización a fines de agosto de 1930,
y participó en la Segunda Conferencia de Partidos Comunistas de América Latina en los primeros
días de septiembre de ese mismo año, en Moscú.(22) En la Unión Soviética entró en contacto con
las ideas trotskistas bajo la influencia del español Andrés Nin, que había sido dirigente de la ISR,
se había vinculado con la Oposición de Izquierda rusa, y más tarde sería uno de los principales
dirigentes del movimiento trotskista en España y una de las figuras más destacadas del trotskismo
internacional. De esta forma, cuando en los primeros meses de 1932 Sandalio Junco regresa a
Cuba lo hace como un trotskista convencido.(23)
Por su parte, Juán Ramón Breá había estado vinculado al movimiento estudiantil desde 1929
junto a Raúl Roa y bajo la orientación de Rubén Martínez Villena participó en las luchas contra la
dictadura machadista. Posteriormente viajo a Francia y a España y en ambos países hizo contactos
con los trotskistas europeos, en particular con Andrés Nin, dirigente de la Oposición de Izquierda
Internacional y de la Oposición Comunista española. Desde España Breá envió literatura
trotskista a Cuba, y al regresar al país en 1932 ya era un seguidor de las ideas de Trotsky.(24)
Ambos inmediatamente se vincularon a los elementos descontentos con la línea del PC y
contribuyeron a que el movimiento trotskista cubano tomara fisonomía como tal.
El trotskismo en la Isla da sus primeros pasos organizativos con la creación de la Oposición
Comunista de Cuba que surge en agosto de 1932, como una fracción organizada, dentro del
PC.(25) La Oposición Comunista no se constituyó como un nuevo partido sino como una
fracción dentro del PC que, si bien en sus primeros tiempos no cuestionaba los principios
ideológicos y programáticos del movimiento comunista internacional, se proponía como objetivos
generales e inmediatos la lucha contra los métodos de la dirección del PC cubano por
considerarlos sectarios y burocráticos.
La Oposición Comunista se integró con militantes aislados y con miembros de las
organizaciones colaterales del Partido, y no pudo contar con la incorporación de células o comités
seccionales, excepto el caso de Guantánamo, lo que ocurrió meses después de su fundación. La
Oposición nunca fue un movimiento homogéneo, ni desde el punto de vista de su composición
social ni desde el ideológico, y nunca llegó a ser un movimiento de masas. Se nutrió de miembros
del AIE, de DOI y de la FOH. (26)
Algunos de esos jóvenes estudiantes y obreros, revolucionarios honestos, discrepaban de la
línea sectaria del PC, o rechazaban algunas de sus decisiones como la relacionada con las
elecciones de noviembre de 1932, a la que consideraban no revolucionaria, reformista y que hacía
el juego a la dictadura.(27)
Del AIE salió el grupo principal de los que engrosaron la Oposición Comunista de Cuba. Desde
mediados del año 1932, la dirección nacional del AIE fue controlada por el grupo trotskista que
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en el seno de esa organización encabezaba Marcos García Villarreal. El enfrentamiento abierto
con el PC tuvo lugar en octubre de 1932, cuando los trotskistas miembros de la fracción
comunista del AIE enviaron al Comité Central del PC una comunicación en la que manifestaban
su inconformidad con la expulsión del Partido de Gómez Villar (seudónimo de Marcos García
Villarreal), secretario de la fracción comunista del AIE, y solicitaban una revisión total de los
métodos y de la línea sindical y política del PC.(28)
En septiembre, habían sido expulsados del PC además de García Villarreal, Sandalio Junco y
otros militantes que habían tomado el camino del trotskismo.(29) Además de los dos últimos, se
destacaron en la fundación del movimiento trotskista cubano un grupo de miembros del AIE,
militantes del PC y de la Liga Juvenil Comunista (LJC), así como otros que sin ser miembros del
Ala, estaban vinculados a ella como Luis Busquet, Roberto Fontanillas, Juán Pérez de la Riva
(Habana), Charles Simeón, Manuel García, Bertha García (Matanzas), Carlos Padrón, Juán
Ramón Breá, Carlos González Palacios, Lincoln Larramendy (Santiago de Cuba) y Eusebio Mujal
(Guantánamo).(30)
Desde las páginas de Línea, órgano del AIE, de la cual era director Marcos García Villarreal, y
a través de la estructura organizativa del Ala, la Oposición Comunista logró controlar e influir en
esa organización estudiantil en todo el país.
Defensa Obrera Internacional - organización colateral del PC que tenía entre sus tareas
principales promover la ayuda a los presos políticos y la solidaridad con los movimientos
progresistas - fue, como ya señalamos, otro de los núcleos en que influyó el trotskismo y que
nutrió a la Oposición Comunista. Los principales dirigentes de DOI eran a la vez militantes de la
Oposición Comunista, como Luis Busquet, Juán Pérez de la Riva, Vargas Gómez, Roberto
Fontanillas, Gastón Madina y José Antonio Díaz Ortega. Además, algunos eran al mismo tiempo
dirigentes del AIE como Busquet y Fontanillas, y otros de la FOH como Gastón Medina.(31). La
composición de DOI era heterogénea, una parte de sus integrantes eran militantes del PC, otros
procedían del partido aprista, algunos eran estudiantes, intelectuales o empleados y otros obreros;
la heterogeneidad se manifestaba también en lo ideológico. Los vínculos de la Oposición
Comunista con DOI se establecieron, además de en La Habana, en otros lugares del país como
Matanzas, Santiago de Cuba, Guantánamo y el norte de la provincia de Oriente.(32)
La otra organización - en este caso propiamente obrera - en que los trotskistas lograron ganar
influencia, fue la Federación Obrera de La Habana. En 1932, Sandalio Junco, Pedro Varela,
Gastón Medina y otros trotskistas,lograron el control de la Mesa Ejecutiva de la FOH, que en
aquellos momentos, según el propio Gastón Medina, "[...] se limitaba a unos pocos pequeños
sindicatos supervivientes de la cruzada antiobrera del régimen de Machado."(33) Bajo la dirección
de los trotskistas la FOH rompió con la CNOC y el PC, y trató de ampliar su influencia y su radio
de acción sobre el movimiento sindical de La Habana y del resto del país; su mayor influencia se
hizo sentir en el sindicato de empleados del comercio, tanto en la capital como en otros lugares de
la Isla. Además, hicieron esfuerzos para vertebrar federaciones obreras locales paralelas a las
afiliadas a la CNOC en Matanzas, Santiago de Cuba, Puerto Padre, Victoria de las Tunas y
Guantánamo.
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Como puede apreciarse, la presencia de la Oposición Comunista se puso de manifiesto en las
organizaciones colaterales del Partido (AIE, FOH y DOI) y, además de en La Habana, en otros
lugares del país: Matanzas, Santiago de Cuba, Guantánamo y el norte de la provincia de Oriente.
Contó con una base social heterogénea integrada por elementos de la pequeña burguesía(34),
intelectuales y estudiantes, algunos de ellos comunistas o apristas, y obreros fundamentalmente de
origen anarcosindicalista; en un informe del partido trotskista cubano a su centro internacional en
París señalaban que "muy pocos de los trabajadores militantes de las fracciones del PC se unieron
a la Oposición Comunista."(35) Fue esa base social original heterogénea la raíz que, junto a otros
factores, condujo pocos años más tarde a las disenciones internas en el trotskismo cubano y a su
crisis.
Estrategia y táctica de la Oposición Comunista de Cuba.
La Oposición Comunista de Cuba no fue, como tampoco lo sería más tarde el Partido
Bolchevique Leninista, una fuerza política homogénea, pues en su seno se debatieron diversas
tendencias discrepantes por cuestiones de objetivos y de táctica, (36) que tenían su origen tanto
en sus propias raíces internas como en la influencia del trotskismo internacional, especialmente del
español y del norteamericano.
Los trotskistas fueron intensificando su labor de proselitismo en el movimiento obrero y
estudiantil asi como dentro de las propias filas del Partido Comunista y en su propaganda los
ataques a la dirección del mismo se fueron haciendo cada vez más fuertes. Cuando la Oposición
Comunista fue constituida en agosto de 1932, comenzó el trabajo para crear un aparato fraccional
paralelo a la estructura del PC en todo el país, se formó un Comité Central de la OC de Cuba, con
Marcos García Villarreal como secretario general e integrado por Sandalio Junco, Pedro Varela,
Carlos González Palacios, Charles Simeón, Luis M. Busquet, Roberto Fontanillas, Armando
Machado y Carlos Padrón, entre otros;(37) se organizaron comités distritales en las provincias de
La Habana, Matanzas y Oriente, así como comités seccionales y células en La Habana, Matanzas,
Santiago de Cuba, Guantánamo, Victoria de las Tunas y Puerto Padre; a la vez, en muchos de
estos lugares fueron creados organismos paralelos de DOI y del AIE, aunque en algunos casos
ambas organizaciones eran totalmente controladas por los trotskistas. Simultáneamente, el
enfrentamiento entre la Oposición Comunista y el Partido se agudizó; subió el tono de los ataques
mutuos y estos se hicieron cada vez más virulentos.
Entre los últimos meses de 1932 e inicios de 1933, los miembros de la Oposición Comunista
fueron expulsados del PC.(38) A pesar de esto los trotskistas cubanos se consideraban parte del
movimiento comunista internacional y proclamaban que tenían el deber de luchar para la
"regeneración" del PC de Cuba y de la Internacional Comunista. De esta forma, siguieron la línea
del movimiento trotskista internacional de no constituir partidos trotskistas independientes y de
trabajar dentro de los partidos comunistas para llegar a controlarlos; esta línea, que se mantuvo a
escala internacional hasta la segunda mitad de 1933, fue seguida en Cuba hasta que, una vez
modificada internacionalmente, se constituyó el Partido Bolchevique Leninista en el país en
septiembre de 1933.
Una de las primeras manifestaciones públicas de la Oposición Comunista que hemos podido
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localizar, es un manifiesto publicado en Santiago ce Cuba en enero de 1933, con el título de
Partido Comunista de Cuba. Buró de Oposición Comunista. ¿Qué significa el Congreso de
la UFON?, en el que se denuncia el carácter pro-patronal, pro-machadista y anti-obrero del
congreso convocado por el dirigente sindical reformista Juán Arevalo para ser efectuado en la
ciudad de Cienfüegos; además, en el manifiesto se llama a formar el frente único de obreros y
campesinos y convoca a luchar por la jornada de ocho horas, contra los despidos, por el seguro
social para los desocupados y por la expulsión de los dirigentes amarillos de las organizaciones
obreras.(39) Pero, el primer documento publicado por los trotkistas cubanos en que se expresa
una proyección política definida, fue el Manifiesto Programático del Buró de Oposición
Comunista.
El Manifiesto Programático del Buró de Oposición Comunista, dado a conocer en Santiago
de Cuba, en enero de 1933;(40) En el camino de la Revolución.Cuba.1933, publicado por el
Comité Central de la Oposición Comunista, el 10 de mayo de 1933, en La Habana (41) y los
Estatutos de la Oposición Comunista de Cuba, fechado en La Habana, junio de 1933 (42)
constituyen los tres documentos de mayor importancia de la Oposición Comunista de Cuba, pues
en ellos están plasmados los fundamentos teóricos y organizativos, asi como la proyección
político-ideológica que servirían de guía a su acción política.
Como ya apuntamos, la Oposición trotskista se consi deraba parte del movimiento comunista de hecho, hubo una serie de casos de militantes de de la Oposición Comunista que al mismo
tiempo militaron por un tiempo en el PC o en la Liga Juvenil Comunista, hasta que fueron
expulsados de estas organizaciones por su actividad trotskista -, es por eso que el primero de los
tres documentos aparece bajo el encabezamiento de "Partido Comunista de Cuba". En el
Manifiesto... se bosquejan los principios programáticos que serían desarrollados posteriormente
con mayor amplitud en el Programa del Partido Bolchevique Leninista
En el Manifiesto Programático..., después de una breve introducción en la que, entre otras
cosas se expresa que "[. . .] la Oposición Comunista ha surgido como una necesidad
revolucionaria, en momentos en que toda pasividad debe interpretarse como una traición y en que
toda actitud indecisa supondría un oportunismo, el peor de todos los crímenes
contrarrevolucionarios [...]"(43) y que "Es precisamente en estos momentos, en que parece
asomar la duda en nuestras filas [. . .]"(44), se pasa al análisis del devenir histórico cubano a partir
de 1868, para tratar de desentrañar la estructura de clases y los intereses sociopolíticos que se
mueven en los años 30.
Acertadamente, en el documento se expone como después de la última guerra de independencia
del pasado siglo, tuvo lugar la penetración económica y la ingerencia política norteamericana en
Cuba, que impidió el desarrollo de una burguesía nativa lo suficientemente fuerte desde el punto
de vista económico y político como para evitar la subordinación al imperialismo estadounidense, y
como los gobiernos cubanos habían estado obligados a servir a los intereses de Estados Unidos,
afectando muchas veces a los de la propia burguesía cubana.
Pero, ¿la burguesía nativa estaba sólo subordinada a los Estados Unidos, o más bien, sus
intereses se fueron relacionando estrechamente con los de la burguesía norteamericana? Lo que
no llegaron a comprender los trotskistas cubanos para enero de 1933, fue que además de
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subordinación existía una estrecha vinculación de los intereses de la burguesía nativa con los de la
de los Estados Unidos y de ahí, es decir, no sólo de su debilidad, se derivaba su carácter
antinacional. Por otra parte, algo que tampoco llegaron a comprender, fue que el gobierno de G.
Machado, al menos durante una buena parte de su existencia y hasta que perdió su base social y se
transformó en un gobierno de una camarilla reducida, fue la expresión de los intereses de un
sector de la burguesía nativa a la vez que estaba al servicio de los Estados Unidos. Es decir, no se
tiene en cuenta que la burguesía cubana estaba integrada por diversos sectores; aunque sí se
expone claramente su incapacidad para encabezar una verdadera revolución democrático
burguesa.
Más adelante, se hace un breve análisis de las distintas fuerzas de oposición a la dictadura
machadista para, a continuación, pronosticar tres posibilidades a las que podía conducir el
conjunto de contradicciones existentes en el país: 1ª una revuelta de la oposición burguesa, 2ª un
pacto de la oposición burguesa con Machado y 3ª la intervención militar de los Estados Unidos;
ante estas tres posibilidades se traza como línea a seguir trabajar para la formación de un frente
único con el papel de luchar por la revolución popular, agraria y antimperialista. En caso de que
se produjera una revuelta de la oposición burguesa, participar en ella de manera independiente
para transformarla en revolución agraria y antimperialista; si se establecía una conciliación de la
oposición burguesa con Machado, la respuesta sería: frente único para la revolución, y si los
norteamericanos intervenían: "[...] otra vez la Sierra Maestra y el camarada Mauser tendrían la
palabra."(45)
En el documento se define el carácter de la revolución como popular, agraria y antimperialista,
como el enemigo principal al imperialismo norteamericano y como su aliada interna a la burguesía
nativa. Las fuerzas motrices de la revolución que integrarían el frente único: obreros industriales y
agricolas, pequeños campesinos, desocupados, estudiantes y empleados. Como puede apreciarse,
al menos en el plano teórico, a inicios de 1933, los trotskistas cubanos habían definido con
claridad y de manera acertada tanto el carácter que debía tener la revolución antimachadista,
como al enemigo principal y los aliados y enemigos de clase. En el documento que analizamos, se
afirma que existían condiciones para iniciar la revolución cuanto antes, pues: "[...] la Revolución
Popular, Agraria, Anti-imperialista NO es un bello sueño para realizar dentro de 50 años, sino una
realidad inminente que debemos acometer enseguida [...]"(46)
Pocos meses después, en mayo de 1933, se observa un cambio en sus concepciones. Así, en En
el camino de la Revolución. Cuba. 1933, expresan: "[...] actualmente no está puesta a la orden
del día la Revolución Agraria y Antimperialista, sino las tareas específicas de conquistar a las
masas y preparar el terreno para la Revolución."(47) Y en otra parte del documento, señalaban:
"[...] no existe actualmente una radicalización de las masas ni un crecimiento del movimiento
obrero [...]"(48) Ahora se consideraba que aún no existían condiciones para la revolución, pues
todavía no había tomado auge el movimiento obrero y popular; no se reconocía - sólo tres meses
antes del derrumbe de la dictadura de Machado - el alza de las luchas populares que
evidentemente se fortalecían cada vez más.(49) Por otro lado, ahora se definía el carácter de la
revolución como agraría y antimperialista y se eliminaba el calificativo de popular.
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En el camino de la Revolución, reconocían que el imperialismo intentaba la transformación
pacífica de la situación política a través de la mediación, que la oposición burguesa hacía el juego
a esas maniobras, que existían organizaciones de la pequeña burguesía opuestas a la mediación
que continuarían en la lucha, que no era táctico plantear en aquellos momentos la consigna de
gobierno obrero-campesino y que aún no existía un partido proletario lo suficientemente fuerte
para lanzarse de inmediato a la conquista del poder.(50) Afirmaban con acierto:
Un error que se comete aquí frecuentemente, y que es la base de todos los errores sectarios,
consiste en confundir el carácter específico de las clases que luchan actualmente en Cuba, y
en calificar y agrupar, bajo una denominación común a todos los grupos revolucionarios
adversos a la línea comunista [...] Presentar el problema de una forma tan llana,
denominando ‘socialfascistas’ y lacayos del imperialismo, lo mismo a Menocal que a
Mendieta, que a los grupos pequeños burgueses y estudiantiles, sin tratar de aprovechar
prácticamente las divisiones internas de estos núcleos, diferenciar sus orientaciones políticas
[...] es aislar a los obreros del resto de la lucha, colocarlos en un plano tal, que les será
imposible agrupar en derredor suyo a las masas campesinas y sectores que se sienten
oprimidos y descontentos para ocupar el poder.(51)
Lo apuntado hasta aquí muestra que la dirección de la OCC hizo una correcta apreciación
teórica de las fuerzas políticas y de clase actuantes en el escenario del momento y de la táctica
más consecuente a seguir. Sin embargo, aunque aparentemente comprendió el papel de la pequeña
burguesía en la sociedad neocolonial cubana de los años 30, en realidad no fue así. Criticaban a la
dirección del PC por sus errores de sectarismo y dogmatismo bajo la influencia de la línea de
"clase contra clase" emanada de la Internacional Comunista por la época, pero ellos mismos
incurrían en errores del mismo signo. En el propio documento demuestran que no llegaron a
entender el papel revolucionario de los sectores más avanzados de la pequeña burguesía cubana, y
si por una parte - como ya apuntamos - advertían la necesidad de diferenciar a la oposición
burguesa (Mendieta - Menocal) de los grupos pequeño burgueses que luchaban contra Machado,
por otra expresaban:
Esto no significa que exista un sector pequeño burgués dispuesto a hacer causa común con
el proletariado y sostener los principios de la revolución hasta el fin. Semejante aseveración
sería completamente falsa y peligrosa. Los núcleos pequeño burgueses que se sostienen en
la lucha ... sólo aspiran a conquistar mejores posiciones [...](52)
La pequeña burguesía para ellos se encontraba excluida del concepto de masas populares; sólo
pertenecían a estas los obreros y campesinos, únicas fuerzas que consideraban revolucionarias:
"Así, nosotros conquistaremos a las masas populares, y evitaremos que la pequeña burguesía que
aún se sostiene en la lucha se apodere para su beneficio de este momento trascendental e
insuperable de la revolución."(53)
En ocasiones se ha tratado de presentar al movimiento trotskista cubano de los años 30 como
una alternativa marxista consecuente frente a la línea sectaria del PC. Nada más alejado de la
realidad. Si bien tuvieron acertadas interpretaciones teóricas en algunos casos, desde el punto de
vista teórico en general y práctico, siguieron una política no menos sectaria ni dogmática que la
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del PC. Se trataba de lograr una supuesta unidad, pero no entre iguales; los otros debían
reconocer la hegemonía de los trotskistas, su carácter de vanguardia revolucionaria y como tal
subordinárseles. Así se observa en su línea sindical; en lugar de luchar por una central sindical
unitaria, como lo había sido la CNOC en los tiempos de Alfredo López, que agrupara a los
obreros de diversas tendencias, para la Oposición Comunista "[...] la tarea de la unificación del
movimiento sindical se presenta bajo la forma de una lucha despiadada y cruenta, contra los
sectarios [lease: seguidores de la línea del PC] de una parte, y los reformistas, sindicalistas y
socialfascistas, de otra."(54) Su autotitulado carácter de única y exclusiva vanguardia
revolucionaria, lo declaraban en los Estatutos de la Oposición Comunista de Cuba: "La
Oposición Comunista de Cuba es la única vanguardia revolucionaria del proletariado, y la única
organización capaz de conducir revolucionariamente hasta el fin las luchas de la clase trabajadora
de Cuba contra sus explotadores nativos y extranjeros."(55)
A pesar de su relativa lucidez en la comprensión de la realidad nacional del momento, el
sectarismo y el dogmatismo que marcaron desde su nacimiento al trotskismo cubano le impidieron
- junto a otros factores - una efectiva inserción en el movimiento popular y revolucionario del
país, pues le alejó no sólo de la pequeña burguesía sino de la mayoría de la clase obrera.
El Partido Comunista y los trotskistas ante la huelga de agosto de 1933
Desde los primeros días de julio de 1933 se inició una huelga por reivindicaciones inmediatas
entre los obreros del transporte en la Habana que se fue ampliando a otros sectores laborales en
todo el país hasta convertirse en una formidable huelga política general contra la dictadura de
Machado, y a la que se incorpora no sólo la clase obrera sino todo el pueblo y todas las
organizaciones de oposición a Machado que no habían aceptado la mediación; el PC, la CNOC, el
DEU y otras organizaciones desempeñaron un destacado papel en su dirección desde sus inicios.
La Federación Obrera de La Habana, dirigida por los trotskistas, también había convocado a los
sindicatos bajo su control a la huelga por sus reivindicaciones inmediatas y contra la dictadura.
Cuando la huelga se mostraba el su momento de mayor fuerza, el Comté Central del PC adopta la
decisión de ponerle fin; ocurrió el llamado "error de agosto". Ante la negativa de las propias
organizaciones obreras de la CNOC de abandonar la huelga, el CC del PC reconoció el error y
mantuvo la orientación de continuarla hasta la caida de Machado. Tanto en aquellos momentos
como en otros más recientes los enemigos del movimiento revolucionario se aprovecharon de este
error para atacar al PC acusandolo de pacto con Machado y de traición.(56)
Como bien ha señalado Raúl Roa:
Aunque de monta evidente y de adversas implicaciones para el curso del movimiento
revolucionario, como hubo de reconocerlo el propio Partido, en desnuda crítica y
autocrítica, el "error de agosto" fue eso: una equivocación política fruto de múltiples
factores y contingencias. ¿Quién podría aducir, sin faltar deshonestamente a la verdad, que
es obra de mala fe o consecuencia de una distorsión moral?(57)
No nos detendremos en el análisis detallado se las circunstancias y causas del "error de agosto",
pues nos alejariamos del objeto de este trabajo.(58)
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Como ya señalamos, los trotskistas desde la FOH habían llamado a la huelga y mantuvieron
desde el 5 de agosto la consigna de no detener el paro hasta tanto no fueran satisfechas todas las
demandas obreras y se liquidara el régimen político de opresión imperialista; en un manifiesto
publicado el 12 de agosto reiteraron la consigna de huelga general y de abajo Machado a la vez
que atacaban con fuertes invectivas al PC y a la CNOC.(59)
Los trotskistas intentaron capitalizar el error del PC utilizándolo como argumento para
presentarse a sí mismos como los principales iniciadores y conductores del formidable movimiento
popular que derrocó a la dictadura machadista.
Los ataques mutuos entre trotskistas y comunistas, no sólo en torno a la cuestión de la huelga
de agosto sino en general, acentuaban las contradicciones en el seno del núcleo políticamente más
avanzado de los trabajadores cubanos; ya la escisión era un hecho y no había posibilidad de
retroceso. Si bien el grupo trotskista era pequeño numéricamente - sólo logró arrastrar tras de sí a
muy pocos militantes del PC, es decir no provocó un cisma en el PC sino un desgajamiento de una
pequeña porción de su militancia, y no logró atraerse a grandes sectores populares en el país - la
división sólo serviría a los enemigos de la revolución popular.
Los trotskistas se organizan en partido político: el Partido Bolchevique Leninista
El Partido Bolchevique Leninista fue constituido el 14 de septiembre de 1933, en una reunión
nacional efectuada en La Habana, a la que asistieron delegados de las células y secciones de la
Oposición Comunista de Cuba.(60) El P.B.L. surge cuando, por una parte, ya había tenido lugar
una total ruptura con el Partido Comunista por aquellos que habían seguido el camino de Trotsky,
y por otra, se inscribe en la línea del trotskismo internacional aprobada en el Pleno de la
Oposición de Izquierda Internacional, efectuada en París el mes anterior, que había proclamado la
política de crear nuevos partidos marxistas leninistas de orientación trotskista y trabajar para la
constitución de una nueva internacional comunista.(61)
La fundación del nuevo partido fue dada a conocer públicamente por medio de un manifiesto
del Comité Central del Partido Bolchevique Leninista, el 25 de septiembre de 1933.(62) El hecho
fue reflejado, además, por la prensa trotskista norteamericana que reprodujo, íntegramente y
traducido al inglés, el mencionado manifiesto.(63)
En el manifiesto se calificaba la fundación del PBL en los siguientes términos:
En las luchas políticas del proletariado en Cuba, jamás ha tenido tanta trascendencia
histórica un acontecimiento como este que se acaba de realizar. Sobre la convulsa situación
política imperante [...] se ha alzado firme y decidida, la minoría de la Oposición Comunista
de Izquierda, y ha plasmado, [...] la forma y esencia de un nuevo partido obrero
revolucionario.(64)
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Más adelante se expresa que el PBL ha surgido como la auténtica vanguardia revolucionaria de
la clase obrera cubana. El documento recoge además, de manera sintetizada, los principios
programáticos fundamentales de los trotskistas cubanos, que después serían desarrollados de
manera más amplia y detallada en el Programa del Partido Bolchevique Leninista.
Estrategia y táctica del Partido Bolchevique Leninista.
El Partido Bolchevique Leninista fijó su atención, desde el punto de vista de sus objetivos
estratégicos, en la definición del problema nacional y el carácter de la revolución cubana, la
posibilidad de su victoria, la vanguardia revolucionaria y las fuerzas sociales y políticas aliadas y
enemigas. Además, determinó sus posiciones estratégicas y tácticas en relación con las cuestiones
agraria, étnica y sindical. En sus proyecciones programáticas se observa la continuidad de las
postuladas por la OCC, aunque con algunas modificaciones.
Una síntesis de los principios programáticos del PBL fue dada a conocer por primera vez en
septiembre de 1933, a pocos días de su fundación, en el manifiesto A todos los Obreros y
Campesinos. Al pueblo de Cuba.(65) Un mes más tarde, en la reunión plenaria nacional
efectuada en La Habana los días 27 y 28 de octubre de 1933, fue aprobado el Programa del
Partido Bolchevique Leninista, que establecía las líneas estratégicas esenciales que sirvieron de
orientación a todo su trabajo.(66) Posteriormente, en plenos del Comité Central y en la
Conferencia Nacional de Emergencia efectuada a mediados de 1934 se realizaron diversos ajustes
en la táctica, los que fueron recogidos en documentos del Comité Central, en artículos de su
Secretario General, Marcos García Villarreal y en la "Resolución sobre la situación actual y
nuestras tareas", de octubre de 1934.
En el Programa del Partido Bolchevique Leninista se señala que "Cuba pertenece al grupo
de los países coloniales y semicoloniales de América Latina."(67) Más adelante se añade "Cuba
está sometida económicamete y políticamente al imperialismo yanqui."(68) Después de
caracterizarse a Cuba como un país semicolonial sometido al imperialismo norteamericano, en el
Programa se afirma: "Esta característica colonial, es la que hace que el problema nacional sea eje
de la lucha revolucionaria [. . .]"(69)
Y para resolver el problema nacional consideraban como "línea estratégica fundamental del
Partido [...] la realización de la revolución."(70) Se preguntaban entonces: "Pero, ¿qué carácter ha
de tener la revolución? ¿Se limitará esta, a arrojar al imperialismo de estas tierras, y crear una
economía propia, con toda su base clasista, con la existencia de las desequilibrios sociales?" (71)
Y respondían que los problemas de Cuba no eran sólo consecuencia de la dominación
semicolonial del imperialismo sino además del régimen capitalista existente en el país, y por tanto,
decían: "[...] la revolución tendrá pues ‘un carácter netamente proletario.’ "(72)
Si la OCC había definido a la revolución como agraria, antimperialista y popular, ahora el PBL
señalaba que esta tendría un carácter proletario, porque correspondería al proletariado
encabezarla para la instauración de su dictadura y verificar la revolución socialista. Consideraban
que las tareas de la revolución agraria y antimperialista debían ser resueltas por la revolución
proletaria pues: "El tipo histórico de la revolución es proletaria. No caben entre los dos grandes
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revoluciones burguesa y proletaria, las revoluciones ‘antifeudales y antimperialistas’."(73)
No comprendían que en las condiciones de Cuba, país neocolonial, de capitalismo atrasado y
dependiente, correspondía una primera etapa en la que la revolución necesariamente debía tener
un carácter nacional liberador, antimperialista, agrario y democrático para, transitar de manera
ininterrumpida a la fase socialista de la revolución.
La falsa apreciación del carácter de la revolución en Cuba estaba asociada a la interpretación
que hacían de la teoría de la revolución permanente de Trotsky (74) y a la evaluación que hicieron
de las fuerzas motrices de la revolución y de las fuerzas sociales enemigas y aliadas de la
vanguardia revolucionaria.
Con acierto señalaban que "La burguesía nativa es incapaz orgánica y políticamente de afrontar
una lucha contra el imperialismo, puesto que esta lucha sería en esencia librada contra sus propios
intereses",(75) que el bloque opresor estaba integrado por la burguesía y los terratenientes nativos
vinculados entre sí y al imperialismo, y que la "hegemonía de dicho bloque está en manos del
imperialismo."(76) Indudablemente, identificaron con claridad cuáles eran los enemigos de la
revolución y hacia donde dirigir sus golpes principales.
Sin embargo, no fueron capaces de distinguir todos los aliados posibles, las verdaderas fuerzas
protagónicas de la revolución. Así, hacían énfasis en "el rol dirigente del proletariado" y
señalaban:
Frente a los sectores explotadores, tanto extranjeros como nativos se alzan las fuerzas
auténticamente revo lucionarias de la Isla, que son únicamente los obreros y los campesinos
[...] La lucha anti-imperialista, ha de tener, pues, como fuerzas motrices: al proletariado y
masas campesinas.(77)
Negaban las potencialidades revolucionarias de la pequeña burguesía, el papel que debía
desempeñar en la revolución y la necesidad de la alianza de los obreros no sólo con los
campesinos sino con esta fuerza social. Al caracterizar a la pequeña burguesía, expresaban: "La
pequeña burguesía, tanto rural como urbana, sí puede decirse que a veces se mantienen en el
terreno de la liberación nacional, pero fatalmente están inclinados a caer al lado del
imperialismo."(78) y aunque a continuación aclaraban: "Hablamos de la pequeña burguesía en
general, no de ciertos sectores de estas capas, capaces de unirse al proletariado y de ser
conducidos por éste."(79), en su práctica política mantuvieron una línea obrerista y negaron en
general las posibilidades revolucionarias de la pequeña burguesía, a la que consideraban una clase
vacilante, "sigzagueante" que, aunque en determinado momento pudiera inclinarse hacia la
revolución finalmente tomaría partido a favor del imperialismo y la reacción.
Fueron esas consideraciones teóricas las que determinaron su actitud ante el Gobierno de Grau Guiteras.
Si el carácter de la revolución era proletario, entonces el poder obrero debía ser soviético; por
eso, se propusieron como una de sus tareas más importantes la creación de soviets obreros y
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campesinos, aunque nunca llegaron a organizar ninguno ni participaron en la dirección de los que
se crearon.(80)
El secretario general del PBL al valorar al Gobierno de los Cien Días señaló: "[...] el Gobierno
de Grau San Martín constituyó un Gobierno revolucionario. Fue una etapa [...] ascendente de la
revolución cubana. Su caida coincide con el declive de la revolución."(81)
Tal afirmación puede llevarnos a pensar que lograron entender el papel progresivo del Gobierno
de los Cien Días, la existencia de un ala revolucionaria, de izquierda en su seno y que la apoyaron.
Sin embargo, aunque evaluaron correctamente el revolucionario de ese gobierno y algunos
segmentos del PBL en el interior del país establecieron vínculos con su ala izquierda y la
respaldaron, la política del Comité Central y del PBL en su conjunto fue bien distinta. Percibieron
la existencia de pugnas intestinas en el Gobierno, pero sólo entre sus elementos civiles y militares,
y censuraron a aquellos que en el Partido se acercaron y apoyaron a las fuerzas de Guiteras.(82)
Algunos, como el historiador norteamericano Robert Alexander, han afirmado erroneamente
que la FOH - bajo el control de los trotskistas - apoyó al Gobierno de los Cien Días (83), pero en
realidad ocurrió todo lo contrario; desde las páginas del órgano del Sindicato General de
Empleados del Comercio, la FOH atacaba al Gobierno de Grau - Guiteras:
La pequeña burguesía, débil ante las clases dominantes, odia a muerte al proletariado. Trata
por todos los medios de obtener el usufructo del poder. Una vez conquistado el 4 de
septiembre, se arrastra servil y sumisa ante los grandes intereses extranjeros; se doblega ante
el capital yanqui.(84)
Como consideraban que la pequeña burguesía era una clase vacilante y aquel era un gobierno
pequeño-burgués, señalaban:
Grau debía haber caido bajo el influjo de los golpes obreros y no en virtud de los golpes de
la reacción burguesa-imperialista. En ese sentido, nuestro Partido preconizó desde el primer
instante la consigna de las Juntas revolucionarias como embriones de los Soviets [...]
Porque era preciso mantener la desintegración de las clases dominantes, confundir más aún
a la burguesía, establecer la dualidad del Poder.(85)
Cuando apreciaron que existían las condiciones propicias, llamaron a la clase obrera al
derrocamiento del Gobierno de Grau - Guiteras; así, señalaban que en diciembre de 1933: "[...]
nuestro Partido comenzó a organizar la huelga general política. Ibamos alineando los
destacamentos en el camino de la insurrección."(86)
En los últimos meses de 1934 el PBL realizó ajustes a sus concepciones tácticas respecto a la
pequeña burguesía. Tal vez influyo en esas modificaciones el propio desarrollo de las luchas
revolucionarias, el relevante papel que Joven Cuba venía desempeñando y su influencia creciente
entre las masas; y es posible, además, que llegaran al conocimiento de los dirigentes trotskistas
cubanos las ideas de Trotsky en relación con el movimiento revolucionario en Cuba.
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Trotsky había escrito sobre Cuba: "[...] no podemos emprender nosotros mismos la consquista
del poder como una tarea inmediata si la mayoría de la pequeña burguesía rural y urbana no nos
sigue."(87)
En octubre de 1934 el Comité Central del PBL, en su "Resolución sobre la situación actual y
nuestras tareas", reconocía en Joven Cuba al ala izquierda de la pequeña burguesía, con un
programa revolucionario y antimperialista y "la fuerza más poderosa [...] de todas las que se
mueven en el campo de la revolución democrática."(88)
No obstante, consideraban que Joven Cuba, por su "base teórica pequeño burguesa y
nacionalista" y por su "heterogeneidad" no podría mantenerse como una organización
independiente y que finalmente sería absorbida. Orientaban, entonces, a sus secciones a aceptar las
propuestas de frente unido que estaba haciendo Joven Cuba, y donde no ocurriera los trotskistas
debían tomar la iniciativa; pero el frente unido debía establecerse sobre la base de un programa de
acción propuesto por ellos, basado en la creación de Juntas Revolucionarias (Consejos)
integrados por representantes del PBL y de Joven Cuba en pueblos, centrales azucareros, etc.,
para conducir la insurrección y establecer la dualidad de poderes; las juntas serían el embrión de
los consejos de obreros, campesinos y soldados (soviets).(89)
Trotsky, al referirse a Cuba había señalado que no había por que estar en contra de la "creación
de soviets o de órganos muy similares a los soviets" (90) y añadía:
Los soviets son órganos para la conquista del poder sólo en última analisis. En general, los
soviets en condiciones revolucionarias constituyen la forma básica de organización
combativa del proletariado y de las capas que están unidas a él. Rechazar la creación de
soviets es posible sólo en el caso de que insuperables condiciones externas lo impidan.(91)
Por razones que consideraba oportunas y de carácter táctico, el PBL se proponía el
establecimiento de un frente unido con Joven Cuba para lograr, a través de esta, atraerse a los
sectores radicales de la pequeña burguesía y finalmente controlar a la organización encabezada
por Guiteras, a la que consideraban suceptible de ser asimilada.(92)
De hecho, ya desde antes de ser aprobada la mencionada resolución, diversas organizaciones del
PBL en el interior del país estaban trabajando en unión de Joven Cuba. El Comité Central del PBL
se proponía trabajar conjuntamente con Joven Cuba manteniendo su independencia orgánica, en la
seguridad de que finalmente lograría absorverla, asimilarsela, para así "[...] desplazar [...] a la
pequeña burguesía en la dirección por el proletariado."(93) Sin embargo, una parte de los
dirigentes del PBL y muchos de sus militantes, pensaban que, además de establecer el frente unido
con Joven Cuba, había que ingresar en sus filas, penetrarla, disolverse en ella y controlar su
dirección para así convertirla en un partido trotskista de masas; se trataba de aplicar la llamada
"via externa"(94), una suerte de "entrismo" criollo, línea táctica que venían poniendo en práctica
otros partidos trotskistas, como por ejemplo el francés.
El problema de la "vía externa" provocó serías pugnas internas en el PBL y fue una de las
causas de su crisis.(95)
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La cuestión de la subordinación de la victoria de la revolución en Cuba al triunfo de la
revolución mundial, aunque no aparece en el Programa del PBL, fue otro elemento importante
dentro de las concepciones estratégicas de los trotskistas cubanos por aquellos años.
La aplicación de la teoría de la revolución permanente de Trotsky y de sus ideas en cuanto a la
imposibilidad de la victoria del socialismo en un solo país, llevó a los trotskistas cubanos - en
posiciones coincidentes con los norteamericanos y españoles - (96) a expresar en el primer
manifiesto publicado por el PBL, en septiembre de 1933: "El triunfo definitivo de la revolución
agraria, sólo será obtenido con el desarrollo y triunfo de la revolución proletaria mundial [...]"(97)
Estas ideas aparecen desarrolladas con mayor amplitud en un artículo del Secretario General del
PBL, publicado un año después: "Una revolución proletaria en cualquiera de los países
latinoamericanos tiene que contar con el apoyo del resto de los pueblos. No será posible sostener
al proletariado en el poder si no contamos para ello con una internacional levantada sobre bases
comunes."(98) Más adelante añade:
Planteada ya en esta condicional la revolución cubana, el problema se torna, pues, como
manifesté al principio, en un problema de política proletaria internacional. El aplastante
poderio imperialista amenaza directamente a Cuba. No hay escapatoria dentro de los límites
nacionales. La revolución cubana triunfante, en poder del proletariado, puede significar, y
significa, un impulso al desarrollo de la revolución en el resto de los países latinoamericanos
y de los propios Estados Unidos. Pero sus posibilidades de edificación interna están abolidas
de antemano si la fuerza desarrollada en el exterior no es capaz de detener la invasión
militar o, al menos neutralizarla[...](99)
Aunque García Villarreal más adelante expresa: "[...] sería funesto considerar que la revolución
cubana debe detenerse en los límites de las ‘posibilidades’, esperando el apoyo eficiente del resto
del proletariado americano",(100) es evidentemente que esta mezcla de fatalismo geográfico con
teoría de la revolución permanente que llevaba, con un optimismo exagerado, a ver el triunfo de la
revolución mundial como algo inminente e inmediato, fue uno de los factores que contribuyó al
derrotismo y al "desencanto" de una buena parte de los militantes del PBL al comprobar - cuando
en la segunda mitad del año 1934 la ofensiva reaccionaria se intensificaba después de haber
recuperado el poder las fuerzas de la reacción y organizarse más tras la caida del Gobierno de los
Cien Días y no haber estallado la esperada revolución mundial, ni en Estados Unidos ni en
América Latina - que los pronósticos y espectativas de su partido no se cumplían.
Otro de los problemas a los cuales el PBL prestó atención fue al de la cuestión racial. Después
de analizar las raíces históricas de este problema en Cuba, el Programa del PBL se pronuncia
contra las copias mecánicas y expresa: "No se le pueden dar soluciones injertadas, extraidas de
países extraños porque no harían más que agudizar la cuestión y no resolverla."(101) Y añade que
el problema de la población negra cubana no se puede desvincular del proceso de emancipación
social de los trabajadores.
Consideraban que por su condición de explotados y discriminados, los distintos sectores de la
población negra objetivamente se inclinarían a favor de la revolución y que: "[. . .] el triunfo del
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proletariado, sera lo único que garantizará una verdadera liquidación del problema de las
razas."(102) A continuación proclamaban: "[...] el derecho de las masas negras, como parte del
derecho del proletariado en general, aún cuando admitamos la existencia de una cultura racial
negra, sin que esto entrañe una ‘autodeterminación’, que en Cuba no es necesario
propugnar."(103)
En relación con el "llamado problema de la autodeterminación", añadían: "En las regiones de
Cuba, donde la pobleción negra es mayoritaria, esta se expresará revolucionariamente, a través del
poder de los Soviets, siempre como proletariado, y nunca a título de negro o blanco."(104)
Consideraban como una imperiosa necesidad atraerse a los obreros negros a las luchas
sindicales, antimperialistas y revolucionarias para que, junto a los trabajadores de otras grupos
étnicos, contribuyeran a resolver los problemas del país y los suyos propios.
A raíz de la promulgación de la Ley del 50 %, el PBL se pronunció por la defensa de los
obreros extranjeros que trabajaban en Cuba y contra la expulsión del país de españoles, haitianos
y de otros trabajadores inmigrantes procedentes del Caribe; al mismo tiempo, acusó al PC de no
defender los derechos de los obreros extranjeros en Cuba. Sin embargo, el PC también desarrolló
una activa camapaña contra la expulsión de los extranjeros; ya desde inicios de la década del 30,
el PC había comenzado su trabajo con los obreros inmigrantes y muchos de ellos participaron de
manera directa y destacada en las huelgas azucareras de 1933-34 y en los movimientos de
ocupación de centrales azucareros y creación de soviets bajo la dirección del SNOIA y de la
CNOC.
Desde su surgimiento el trotskismo en Cuba puso atención al problema sindical. Como ya
hemos expuesto, uno de los primeros focos de actividad de la Oposición Comunista de Cuba fue
la Federación Obrera de la Habana.
El Partido Bolchevique Leninista concedió al trabajo sindical un nivel prioritario, pues, lo tenía
como la vía más apropiada para ganarse a las masas obreras; así, enfiló su labor hacia la creación
de una nueva central sindical que tendría como punto de partida a la FOH y al Sindicato General
de Empleados del Comercio de Cuba, frente a la CNOC, controlada por el PC. Así, organizó la
Unión Obrera de Oriente, en la capital de esa provincia y trató de crear la Federación Obrera de
Matanzas, como federaciones sindicales provinciales opuestas a las organizaciones de la CNOC.
Las organizaciones sindicales controladas por los trotskistas hicieron esfuerzos para atraerse a
los sindicatos afiliados a la CNOC y a las colectividades sindicales independientes, anarquistas y
reformistas.
Con el objetivo de lograr la hegemonía en el movimiento sindical, a inicios de 1934 el PBL
lanzó la consigna de constituir la "Alianza Obrera", como frente único en el terreno sindical. Se
trataba de aplicar en Cuba una experiencia que los trotskistas españoles habían iniciado en
diciembre de 1933 y que desarrollaron a todo lo largo del año 1934.(105)
El Comité Central del PBL, sobre la base de las resoluciones en materia sindical que había
21
aprobado, orientó a su fracción de la Mesa Ejecutiva de la FOH el trabajo a desarrollar para la
creación de la Alianza Obrera, con el fin de "[...] penetrar en la base de los sindicatos
independientes [...] plantear la cuestión del Congreso local obrero, en vista a una nueva
Federación local que abarque a la mayoría del proletariado."(106) En la orientación de la
dirección del PBL se señalaba además: "El trabajo nacional de la Alianza conduce al verdadero
Congreso Nacional, y de ahí a la Confederación Nacional, sobre nuevas bases."(107) Asi,
aspiraban a "[...] aumentar la influencia del Partido, su penetración orgánica y política en sectores
de la producción hasta ahora inéditos para nosotros."(108)
A través de manifiestos y de su prensa el PBL y la FOH llamaron durante todo el año 1934 a la
formación de la Alianza Obrera. En octubre, en una resolución del Comité Central del PBL se
insistía en la creación de la Alianza, pues consideraban que sin el frente único en el movimiento
sindical no lograrían la hegemonía sobre la clase obrera ni la creación de un frente unido para la
revolución en el orden político.(109)
La lucha entre trotskistas y comunistas por el control del movimiento sindical se fue haciendo
cada vez más intensa. El enfrentamiento se desarrolló en todos los terrenos y no sólo en el
sindical. No hay un solo documento, artículo, manifiesto del PBL en que no se ataque al PC, se
combatan sus errores - ciertos o falsos - y se le acuse de traición a la clase obrera.(110) De los
enfrentamientos de palabra se pasó a la violencia física con su correspondiente cuota de sangre,
como ocurrió en el choque que tuvo lugar el 17 de agosto de 1933.(111)
En la elaboración de sus concepciones estratégicas y tácticas los trotskistas cubanos de los años
30 muestran, evidentemente, un intento de interpretación, desde las posiciones del marxismo, de
la realidad cubana, sus antecedentes históricos, los problemas que aquejaban al país y sus posibles
soluciones. Y es indudable que lograron aciertos como los de identificar las causas esenciales de
los problemas de Cuba en su condición de país neocolonial bajo el dominio del imperialismo
norteamericano y al problema nacional como uno de los factores fundamentales de la lucha
revolucionaria, señalar como verdadera solución una revolución profunda que además de alcanzar
la independencia nacional debía lograr la emancipación social de las clases explotadas, poner al
descubierto la incapacidad de la burguesía nativa para dirigir o participar en un proyecto nacional
liberador y antimperialista, definir como principal enemigo del movimiento popular revolucionario
al bloque oligárquico integrado por la burguesía y los terratenientes subordinados al imperialismo
estadounidense, reconocer el carácter progresista del Gobierno de los Cien Días y a Joven Cuba
como el ala izquierda revolucionaria de la pequeña burguesía, proponer un programa agrario
avanzado y realizar una correcta evaluación del problema étnico y de sus soluciones.
Sin embargo, no obstante los aciertos apuntados, sus posiciones dogmáticas, mecanicistas y
sectarias los llevaron a no comprender la necesidad de una etapa nacional liberadora,
antimperialista, agraria y democrática en la revolución, como una fase necesaria previa para el
tránsito ininterrumpido a la socialista; a seguir una línea obrerista y no reconocer en la práctica las
posibilidades revolucionarias de la pequeña burguesía; a transplantar mecánicamente experiencias
foráneas, como la de los soviets, inaplicables en las condiciones de Cuba; a incurrir en una suerte
de combinación de teoría de la revolución permanente y fatalismo geográfico al subordinar las
posibilidades de victoria de la revolución en Cuba al triunfo de la revolución en Estados Unidos y
22
América Latina y, por último, a desarrollar una práctica política divisionista en el movimiento
obrero y revolucionario con sus constantes ataques al Partido Comunista, al que con razón
criticaban por su línea sectaria que no favorecía a la unidad, pero que ellos también aplicaban.
El conjunto de factores que acabamos de exponer contribuyó a limitar las posibilidades de
influencia e inserción del Partido Bolchevique Leninista en el movimiento obrero, revolucionario y
popular cubano, y a su crisis y declinación.
El papel de las fuerzas protagónicas en la Revolución del 30 y las causas de su frustración
Tras el derrocamiento de Machado y entre los meses de agosto de 1933 a enero de 1934, el
aparato institucional y represivo de la oligarquía proimperialista colapsó. Se dieron en Cuba las
condiciones más favorables, tal vez que en ningún otro país de América Latina por esos años para
la victoria del movimiento revolucionario y popular. ¿Por qué entonces fue derrotado?
Prácticamente todos los estudiosos coinciden en que la inmadurez y la falta de unidad del
movimiento revolucionario fueron los factores fundamentales que determinaron la derrota.
A. Gramsci en sus "Apuntes sobre la historia de las clases subalternas", señala:
La historia de los grupos sociales subalternos es necesariamente disgregada y episódica. No
hay duda de que en la actividad histórica de estos grupos hay una tendencia a la unificación,
aunque sea a niveles provisionales; pero esa tendencia se rompe constantemente por la
iniciativa de los grupos dirigentes y, por tanto, sólo es posible mostrar su existencia cuando
se ha consumado el ciclo histórico, y siempre que esa conclusión haya sido un éxito... Las
clases subalternas, por definición, no se han unificado y no pueden unificarse mientras no
puedan convertirse en "Estado".(112)
Las fuerzas revolucionarias de los años 30 - el Partido Comunista, el Partido Bolchevique
Leninista, Joven Cuba - en su acción política no lograron poner en práctica una fuerte voluntad
unitaria sobre la base de una línea flexible de alianzas tácticas.
El momento más oportuno, la segunda mitad del anó 1933, no se pudo o no se supo
aprovechar. Sin embargo, cuando las fuerzas reaccionarias y de derecha nucleadas en torno a
Fulgencio Batista recuperaron el poder en enero de 1934, establecieron entre sí una fuerte unidad.
Dentro del movimiento revolucionario continuó la tendencia hacia la disgregación, entonces
entraron en acción pequeñas organizaciones que ya existían, o surgieron otras: Izquierda
Revolucionaria (IR), Organización Revolucionaria Cubana Antimperialista (ORCA), Partido
Agrario Nacional (PAN), las cuales paradógicamente tenían como elemento fundamental en sus
respectivos programas la lucha por la unidad.
Durante los años 1935 y 1936 hubo varios intentos unitarios en el movimiento revolucionario,
con la participación de todas las fuerzas políticas. Sin embargo, ya era demasiado tarde, la
reacción se había entronizado sólidamente en el poder, las fuerzas revolucionarias habían sido
fuertemente golpeadas y estaban muy debilitadas. La revolución había fracasado.
23
Pero no todo fue en vano, la oligarquía y el imperialismo se vieron obligados a hacer reajustes
en el modelo de dominación neocolonial. Finalmente, después de la Revolución del 30, quien
realmente obtuvo la victoria fue la alternativa reformista que predominó en el esceneraio político
del país hasta entrar en crisis en la segunda mitad de la década del 40.
A pesar de haber fracasado, la Revolución del 30 dejó un legado que fue recogido por los
revolucionarios cubanos de los años 50: patriotismo de raíz martiana y fuerte contenido ético,
antimperialismo, el proyecto socialista basado en las ideas del marxismo y la comprensión de la
necesidad imperiosa de la unidad como un requisito indispensable para la victoria.
CITAS Y NOTAS.
(1) Enrique Roig San Martín. El Productor. (introducción, compilación y notas por Aleida Plasencia), Biblioteca
Nacional, La Habana, 1967.
(2)Diego Vicente Tejera. Textos Escogidos. (Selección e introducción de Carlos del Toro.), Editorial de Ciencias
Sociales, La Habana, 1981.
(3) Instituto de Historia del Movimiento Obrero y la Revolución Socialista de Cuba: Historia del Movimiento
Obrero Cubano. Tomo I, Editora Política, La Habana, 1985; Carlos Baliño: Documentos y artículos. Instituto de
Historia del Movimiento Obrero y la Revolución Socialista de Cuba, 1975; Rafael Soler M.: Los españoles en el
movimiento obrero oriental., Publicigraf, La Habana, 1994 y "Los primeros socialistas de Santiago de Cuba", en
Revista Santiago no. 68, 1988, Universidad de Oriente.
(4) Instituto de Historia de Cuba: Historia de Cuba. La neocolonia. Editora Política, La Habana, 1998, p. 227231.
(5) "Informe sobre el falso partido." Archivo del Instituto de Historia de Cuba (AIHC), Fondo Primer Partido
Marxista Leninista, sig. 0.2/pe 27/21/149/1-4.
(6) Secretaría de Gobernación. Policía Secreta Nacional (confidencial): Informe rendido al honorable señor
presidente de la República sobre la Historia del Movimiento Comunista en Cuba. Imprenta del Ejército, La
Habana, 1931. AIHC, Fondo Primer Partido Marxista Leninista, sig. 1/12:41/1.1/1-226 cl.
(7)Julio A. Mella. Documentos y artículos. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, p. 379.
(8) Carta de Leonardo Fernández Sánchez a Julio A. Mella, New York, Diciembre 14 - 1928, AIHC, Fondo 23
Leonardo Fernández Sánchez, sig. 23/1/4:1.1/49-56; Raúl Roa:El fuego de la semilla en el surco, p. 322-326;
Lionel Soto: La Revolución del 33, t. I, p. 495-498, 529.
(9) Ibid.
(10) Loc. cit. (5)
(11) Rubén Martínez Villena: "Carta a su esposa. Sujum, 10 de noviembre de 1930", en Poesía y prosa, t. II,
Editorial Letras Cubanas, Ciudad de La Habana, 1978, p. 452.
(12) El movimiento revolucionario latinoamericano. (Versiones de la Primera Conferencia Comunista
Latinoamericana, Junio de 1929), Buenos Aires, 1929, La Impresora, p. 126-127.
24
(13) Manifiesto del Comité Central del Partido Comunista, 10 de enero de 1930; Manifiesto del CC del PC, 19 de
abril de 1931; El Trabajador, 15 de octubre de 1931; Resolución sobre la cuestión cubana, dic. 2 de 1931; El
Trabajador, diciembre de 1932, AIHC, Fondo Primer Partido Marxista Leninista.
(14) abril 22 de 1931. AIHC, Fondo Primer Partido Marxista Leninista, sig. 1/1.4:2/1.1/1-6.
(15) Distribución de los Distritos y Secciones por orden númerico. PC. AIHC, Fondo Primer Partido Marxista
Leninista, sig. 1/2:1/1.4/7
(16) "Historia del movimeinto obrero en Cuba", en González Casanova, Pablo: Historia del movimiento obrero
en América Latina. t. I, p. 125.
(17) Partido Comunista de Cuba. Comté Central: El Partido Comunista y los problemas de la Revolución en
Cuba. AIHC; II Congreso Nacional del Partido Comunista de Cuba: Resolución sobre la situación actual,
perspectivas y tareas, abril 1934, AIHC.
(18)Acta del CC del Partido Comunista de Cuba, 29 de agosto de 1933, Archivos de la Internacional Comunista,
Moscú. (RTsKhIDNI) Cuban Party, 495/105/70; El papel del Partido en la lucha contra Machado en agosto, CC
del PC, 1933/34, AIHC, Fondo Primer Partido Marxista Leninista, sig. 1/2:1/1.2/52-59; Raúl Roa: op. cit.; Lionel
Soto: op. cit.
(19) Hernel Pérez Concepción: El movimiento guiterisra holguinero. Ediciones Holguín, 1999; Rafael Soler M.:
"Francia y los revolucionarios del Oriente cubano", en Les francais dans l' Orient cubain. Maison des Pays
Iberiques, Bordeaux, 1993.
(20) Comité Central del PBL: El frente único de los stalinistas y de los bolcheviques en Victoria de las Tunas.
La Habana, abril de 1934, Archivo de Luis Miyares, Santiago de Cuba.
(21) Comité Central del Partido Comunista de Cuba: op.cit.: pp.7-8.
(22) Sobre la 2º Conferencia de Partidos Comunistas de América Latina, efectuada en Moscú no se ha publicado
prácticamente nada; la más estudiada hasta hoy es la 1ª , realizada en Buenos Aires en 1929, de la que fueron
publicados sus documentos así como numerosos trabajos en los que se analiza su desarrollo e importancia, y en
menor medida la 3ª , de Montevideo (1934) (Cfr.: Jürgen Mothes: "Los comunistas en el movimiento
revolucionario latinoamericano de los años veinte y treinta", en Problemas actuales de América Latina. y
Manuel Caballero: La Internacional Comunista y la Revolución Latinoamericana. Sobre la 2ª , de Moscú, sólo
se encuentra una breve referencia en B. Koval: Movimiento obrero en América Latina. 1917-1959. La
participación de Rubén Martínez Villena y Sandalio Junco en la 2ª Conferencia de PC latinoamericanos, de
Moscú, en la primera quincena de septiembre de 1930 hemos podido encontrarla en el libro de Raúl Roa: El fuego
de la semilla en el surco, y en las cartas enviadas por Villena desde la URSS a Cuba, publicadas en Rubén
Martínez Villena: Poesía y prosa, tomo II.
(23) Rubén Martínez Villena: Poesía y prosa, tomo II. / Raúl Roa: El fuego de la semilla en el surco.
(24) Cfr.: Anexo II y Roberto Pérez Santiesteban: "Introducción" en, Breá, Juan y Mary Low: La Verdad
Contemporánea, pp. 362-364.
(25) Bolshevik-Leninist Party (Cuban Section of the International Communist League, B.L.) To The International
Secretariat, [La Habana], March 20, 1935. The Trotsky Archives (Trotsky Archives), Houghton Library, Harvard
University.19052.
(26) Ibid,, p.7 y Comité Central del Partido Comunista de Cuba: op.cit.: p.8.
25
(27) Cfr.: Comité Central del Partido Comunista de Cuba: op.cit, pp. 31-35. Lionel Soto: op.cit., p. 149.
"Plataforma electoral del Partido Comunista de Cuba para las elecciones de 1932", en Mirta Rosell: Luchas
obreras contra Machado, pp. 188-211.
Los enemigos del movimiento comunista cubano han tratado de presentar la participación del PC en las elecciones
de 1932 como una traición consciente al movimiento popular. El PC explicó, en el documento mencionado, que se
trataba de combinar las diversas formas de lucha de manera flexible y utilizar la táctica leninista de la lucha
parlamentaria, no con el objetivo de tomar el poder sino de divulgar los objetivos revolucionarios. Es indudable que
no se trató en modo alguno de una traición, pero sí fue un error plantear la consigna de ir a las elecciones con el
"voto en la columna en blanco", cuando la dictadura de Machado tenía entronizado un régimen de terror en el país
y no existían las mínimas condiciones de "legalidad burguesa" posibles de aprovechar; la decisión no fue
comprendida por muchos, a los que alejó del PC.
(28) Cfr.: Anexo II. Ladislao González Carbajal: El Ala Izquierda Estudiantil y su época, pp.78-79. Carta del
Bolshevik-Leninist Party (Cuban Section of the International Commnunist League, B.L.) to the International
Secretariat, March 20. Trotsky Archives. 19052.
(29) Ladislao González Carbajal: op.cit., p. 78. / Comité Central del Partido Comunista de Cuba: Resolución sobre
la Oposición en el Partido, 9 de septiembre de 1932. Centro Ruso para la Conservación y Estudio de los
Documentos de la Historia Moderna. Moscú. ( Archivos de la Internacional Comunista).[RTsKhIDNI Comintern], No. 495/106/52.
(30) Cfr.:Anexo II. / Comité Central del Partido Comunista de Cuba: op.cit., p. 8-12. Carta del Bolshevik-Leninist
Party (Cuban Section of the International Communist League, B.L.) to the International Secretariat, Marc 20,
1935. Trotsky Archives. / Entrevistas realizadas por el autor a Manuel Tur Lambert, José Antonio Portuondo,
Sergio Mateo, Julio Le Riverend, Abelardo Ramas Antunez, Idalberto Ferrer Acosta (La Habana), Manuel García
Suárez, Barta García López (Matanzas), Pedro Verdecie Pérez, Luis Galano Torres (Las Tunas), Luis Miyares,
Roberto García Ibañez, Antonio Ferrer Cabello (Santiago de Cuba), Roberto Mineto y Luciano García
(Guantánamo). Entrevista de Robert Alexander a Charles Simeón (New Jersey). Entrevista realizada por Maricela
Vazquez Rodríguez a Angel Murillo Granjel (La Habana).
(31) Comité Central del Partido Comunista de Cuba: op.cit., p. 43.
(32) "A los obreros y campesinos. Al pueblo trabajador." Manifiesto del Buró Provincial de Oriente de Defensa
Obrera Internacional (Oposición). Santiago de Cuba, julio 3 de 1933. Defensa Obrera. Organo de la Oposición de
Defensa Obrera Internacional. Año I. Puerto Padre, agosto 27 de 1933. Archivo Histórico Provincial Santiago de
Cuba (AHPSC), Audiencia Provincial de Oriente. Tribunal de Defensa Nacional, Leg. 3, Exp. 30. / Entrevistas a
Manuel García (Matanzas), Luis Miyares (Santiago de Cuba), Pedro Verdecie (Las Tunas) Luciano García
(Guantámamo).
(33) "was limited to a few small unions, survivors of the anti-labor crusade of the Machado regime." [Traducido
por el autor.] Carta del Bolshevik-Leninist Party (Cuban Section of the Intenational Communist League, B.L.) to
the International Secretariat, march 20, 1935, p. 8. Trotsky Archives.
(34) En diversos documentos, no sólo del PC sino de los propios trotskistas, se pone de relieve la composición
social matoritariamente pequeñoburguesa de la Oposición Comunista de Cuba. Cfr.: Carta del Bolshevik-Leninist
Party to the International Secretariat, march 20, 1935. Trotsky Archives, y "On the movement of the Fourth
International in Latin America (March 1940). Report to Emergence Conference of the FI by the Latin American
Department. Cuba.", en Documents of the Fourth International. The formative years (1933-1940). Pathfinder
Press, New York, 1973.
(35) Loc. cit. (7), p. 8.
(36) Entrevista de Robert Alexander a Charles Simeón, New Jersey, abril de 1970. Carta del Bolshevik-Leninist
26
Party to the International Secretariat, pp. 7-9.
(37) Robert Alexander: Trotskyism in Latin America, p. 217. / Carta del Bolshevik-Leninist Party to the
International Secretariat, march 20, 1935, pp. 2-4
(38) Comité Central del Partido Comunista de Cuba: op.cit., pp. 8-10. / Lionel Soto: op.cit., p. 169
(39) Archivo Nacional de Cuba (ANC), Especial, Leg. l, Exp. 194.
(40) ANC, Especial, Leg. l, No. 193.
(41) ANC, Especial, Leg. 14, No. 141.
(42) AHPSC, Tribunal de Defensa Nacional, Leg. 3, Exp. 30.
(43) Partido Comunista de Cuba. Manifiesto Programático del Buró de Oposición Comunista, p.1.
(44) Ibid.
(45) Ibid., p. 8.
(46) Ibid., pp. 6-7.
(47) Comité Central de la Oposición Comunista, p.6.
(48) Ibid., p.3.
(49) Cfr.: Rubén Martínez Villena: "Las contradicciones internas del imperialismo yanqui en Cuba y el alza del
movimiento revolucionario", en Josefina Meza Paz: Rubén: antología del pensamiento político, pp. 437-449.
(50) Loc. cit. (41), pp. 3-4.
(51) Ibid., p. 7.
(52) Ibid., p. 3.
(53) Ibid., p. 4.
(54) Ibid., p. 11.
(55) Oposición Comunista de Cuba. Estatutos, p. 1.
(56) Cfr.: Mario Riera Hernández: Historial Obrero Cubano, pp. 80-84. Jorge García Montes, Antonio Alonso
Avila: Historia del Partido Comunista de Cuba, pp. 123-127.
(57) El fuego de la semilla en el surco, p. 484
(58) Para profundizar sobre este aspecto puede consultarse: Lionel Soto: op.cit., p. 376-395. Raúl Roa: El fuego de
la semilla en el surco, pp.482-492. / Comité Central del Partido Comunista: "El papel del Partido en la lucha
contra Machado en agosto", Archivo del Instituto de Historia de Cuba (AIHC), Primer Partido Marxista Leninista,
Sig. 1/2:1/1.2/52-59.
27
(59) "Federación Obrera de La Habana. Trabajadores. Continuad el paro por vuestras demandas. Atrás los traidores
que ordenan la vuelta al trabajo. Habana, 12 de agosto de 1933. Comité de Huelga." [Manifiesto de la FOH]
Archivo de Evelio Tellería Toca. (AET)
(60) Partido Bolchevique Leninista: A todos los Obreros y Campesinos. Al pueblo de Cuba. Comité Central del
Partido Bolchevique Leninista. Habana, 25 de septiembre de 1933. Archivo Nacional de Cuba (ANC), Especial,
Leg. 1, no. 136.
(61) Comunismo no. 29, Madrid, octubre, 1933, p. 155-162.
(62)) Loc. cit. (1).
(63) "To the Cuban Workers & Peasants. Manifiesto of Bolshevik-Leninist Party of Cuba.", en The Militant,
November 18, 1933, New York.
(64) Loc. cit. (l), p.1.
(65) Loc. cit., (1)
(66) Programa del Partido Bolchevique Leninista., ANC, Especial, Leg. 15, No. 63.
(67) Ibid., p. 21.
(68) Ibid., p. 25.
(69) Ibid., p. 29.
(70) Ibid.
(71) Ibid., pp. 42-43.
(72) Ibid.
(73) Ibid., p. 45.
(74) Cfr. León Trotsky: Tesis fundamentales de la Revolución Permanente, pp. 40-41.
(75) Loc. cit. (35), p. 27.
(76) Ibid., p. 28.
(77) Ibid., p. 29.
(78) Ibid.
(79) Ibid.
(80) Ibid., pp. 48, 59.
(81) Marcos Gracía Villarreal: "Desarrollo y luchas en la revolución cubana", en Comunismo No. 36, julio 1934,
Madrid, p. 282.
(82) Comité Central del Partido Bolchevique Leninista: Los camaradas de Oriente y el caso de Guantánamo,
28
[La Habana, abril de 1934.], ALM.
(83) Robert Alexander: Trotskyism in Latin America, p. 219.
(84) Cultura Proletaria, Junio 1934, pp. 6-7.
(85) Loc. cit., (50)
(86) Ibid., p. 284.
(87) "[. . .] cannot set ourselves the conquest of power as an immediate task if the majority of the rural and urban
petty bourgeoisie does not follow us." Writings of Leon Trotsky: Supplement (1929-1933), p. 333.
(88) Central Commite. Bolshevik-Leninist Party: Resolution on the Present Political Situation and Our Task
Within It, pp. 1-6
(89) Ibid.
(90) "[. . .] creation of soviets or organs very similar to soviets." Loc. cit. (56).
(91) "Soviets are the organs of the conquest of power only in the final analysis. In general, soviets in revolutionary
conditions constitute the basic form of fighting organization of the proletariat and the layers that are joining it. To
reject the creation of soviets is possible only in the event that insuperable external conditions prevent it." Ibid.
(92) Loc. cit. (57).
(93) Ibid.
(94) Bolshevik-Leninist Party (Cuban Section of the International Communist League, B.L.) to the International
Secretariat, [La Habana], March 20, 1935, pp. 11-14.
(95) Ibid.
(96) Cfr.: Comunismo No. 28, septiembre 1933, Madrid, pp. 99-100 y Claridad Proletaria No. 4, Oct. 1933,
Nueva York, p. 10.
(97) Loc. cit. (1).
(98) Marcos García Villarreal: "Cuba, punto explosivo en América", en Comunismo No. 38, septiembre 1934,
Madrid, p. 76.
(99) Ibid., p. 78.
(100) Ibid., p. 79.
(101) Ibid., p. 36
(102)Ibid., p. p. 39.
(103) Ibid.,
(104) Ibid., p. 40
29
(105) Cfr.: Loc. cit. (33), pp.173-184.
(106) Comité Central del Partido Bolchevique Leninista: Las luchas en los sindicatos y el porque de la Alianza
Obrera, [La Habana, abril de 1934.], ALM.
(107) Ibid.
(108) Ibid.
(109) Loc. cit. (57)
(110) Por ejemplo, puede consultarse como una muestra el Manifiesto de la Federación Obrera de la Habana, 30 de
septiembre, 1933. ANC.
(111) Lionel Soto: La Revolución del 33, tomo III, p. 378.
(112) Antología. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1973, p. 491, 493.
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