DESARROLLO EVOLUTIVO Y EDUCACION DEL NIÑO CIEGO. 1. - Introducción. 2. - La ceguera y sus consecuencias en el comportamiento y desarrollo del niño ciego. 2.1. - La reducción en el canal de información. 2.2. - La dimensión del medio ambiente como generador de respuesta. 2.3. - El aprendizaje observacional. 2.4. - La visión y su misión integradora de la realidad. 3. - Implicaciones pedagógicas. 3.1. - Individualización. 3.2. - Atención al perfil de desarrollo. 3.2.1. - Aspectos motóricos. 3.2.2. - Aspectos perceptivos-cognitivos. 3.2.3. - Aspectos cognitivos. 3.2.4. - Aspectos lingüísticos. JOSÉ ANTONIO BELMONTE GÓMEZ. PSICÓLOGO O.N.C.E. - GRANADA 1 1. - Introducción. ¿Existe una Psicología especial de los ciegos?. Desde nuestra perspectiva es difícil responder de forma categórica a esta pregunta, siendo preferible concretarla en una serie de consideraciones referentes al comportamiento de los ciegos. En la población ciega se pueden dar una serie de rasgos de conducta, pero esto no quiere decir que todos los ciegos vayan a poseer dichos rasgos, ni siquiera que los presenten de forma uniforme o con la misma intensidad. Al hablar de la Psicología Especial de la Ceguera nos hallamos ante una aparente contradicción, ya que no hay un solo rasgo de la psicología individual del ciego que no pueda estar presente también en mayor o menor grado, en el vidente. Por ello es más razonable señalar tendencias en los ciegos, e incluso, tendencias en una persona ciega determinada: así como no hay dos personas videntes iguales tampoco hallaremos dos individuos ciegos idénticos. Es decir, el ciego típico no existe, pues si se tiene en cuenta que la ceguera afecta de modo diferente a las personas que la padecen, resultará prácticamente imposible encontrar a dos personas ciegas muy semejantes; si se considera además que la carencia de visión puede cambiar de forma global el sistema comportamental de la persona afectada, resultaría mucho más prudente y válido hablar de cada caso en particular. Por tanto, cualquier rasgo que quiera darse como válido en la Psicología de la ceguera chocará para su validación con las siguientes observaciones: no está presente en todos los ciegos, no todos la tendrán con la misma intensidad y, lo que resulta más paradójico, es muy probable que lo presenten también personas videntes. Podemos concluir que sólo existen tendencias en el comportamiento del ciego de nacimiento. Para muchas personas videntes la ceguera es la mayor de las desgracias que pueden ocurrirle a una persona. No piensan así la mayoría de los ciegos y deficientes visuales, aunque este sentimiento/pensamiento suele estar presente en las primeras fases del ciego reciente. Por otra parte, la mayoría de la población considera que el ciego o bien es un inútil que no puede hacer nada sin el apoyo de otra persona o bien es un genio poseedor de un maravilloso y enigmático sexto sentido. Este tipo de actitudes hacia la ceguera por parte de la población vidente está determinada por múltiples factores: la educación, la experiencia con ciegos, los medios de comunicación e incluso las mismas instituciones encargadas de atender a los ciegos. De todo ello, resulta una mentalidad y una imagen común que el vidente se hace de los ciegos y unas actitudes bastante repetidas pero con poca base real. JOSÉ ANTONIO BELMONTE GÓMEZ. PSICÓLOGO O.N.C.E. - GRANADA 2 2. - La ceguera y sus consecuencias en el comportamiento y desarrollo del niño. La ceguera es vivenciada de forma diferente en función de diversos parámetros: características personales, medio social y familiar, grado de apoyo... Entre dichos parámetros cabría destacar el tiempo de aparición de la deficiencia. Así, se pueden señalar dos modos, globales, de vivencias: - Los ciegos congénitos, que cuentan con la ceguera como algo dado, casi como una característica de personalidad, cuyo conocimiento les va a dar conciencia de ser diferentes y segregados. Sus reacciones ante la ceguera les van a venir dadas por las reacciones de los padres ante el hecho de tener un hijo ciego o deficiente visual y por actitudes y comportamientos del entorno social. Los padres que rechazan o sobreprotegen a sus hijos ciegos están perjudicando al hijo y están imposibilitando un desarrollo efectivo y un adecuado ajuste personal, y ello no por el hecho de la ceguera, sino por las reacciones psicológicas que se derivan de la falta de confianza básica que le impiden desenvolverse por sí mismos con libertad, autonomía e Independencia. - Los ciegos con deficiencia adquirida reciben la ceguera como algo que les sobreviene desde fuera, impuesta y de carácter exclusivamente privativo. Esta pérdida de la visión consiste en algo más que el mero hecho de no ver: supone la supresión de aquellas funciones que llevamos a cabo por mediación de dicho sentido. Dado que la visión interviene en la gran mayoría de acciones que desempeñamos, el ciego con deficiencia adquirida se siente poco menos que inútil. Los posibles efectos de la ceguera en el desarrollo y comportamiento de los sujetos serán consecuencia, unas veces, de la deficiencia en sí y, otras, operarán sobre el sujeto como un reflejo de su propia ceguera en el medio socio-familiar. Entre los primeros, y de un modo general, cabe señalar la incidencia de la ausencia de la visión sobre: 2.1. - La reducción en el canal de información. Esta reducción ha sido cifrada en un 70%, afectando principalmente a las realidades demasiado alejadas (astros), grandes (montañas), pequeñas (pulgas), peligrosas (fuego), en movimiento (vuelo de un pájaro) o aspectos de la misma (color, perspectiva ...) No obstante cabe señalar la frecuencia de la redundancia en la información que nos acerca a esa información por diversos canales: el fuego no sólo es forma y color, también podemos acceder a su conocimiento a través del sonido y el calor. JOSÉ ANTONIO BELMONTE GÓMEZ. PSICÓLOGO O.N.C.E. - GRANADA 3 2.2. - La dimensión del medio ambiente como generador de respuesta. Este aspecto es de capital importancia en las primeras etapas del desarrollo concretándose sus efectos, por ejemplo, en el retardo para la adquisición de conductas de presión, coordinación oído/mano o marcha independiente. 2.3. - El aprendizaje observacional. Conocida la importancia de esta modalidad de aprendizaje en determinados sectores de conducta, imaginemos las dificultades del niño ciego para educar a los patrones socialmente aceptados el comportamiento gestual y postural, el logro de la independencia y autonomía en el vestido, aseo, comida o cualquier otro aspecto de la vida cotidiana. 2.4. - La visión y su misión integradora de la realidad. La función integradora de todas las sensaciones (auditivas, táctiles, kinestésicas...) que cabe asignar a la visión, al estar ausente en el niño ciego hace que éste perciba la realidad de forma fragmentada, haciendo que sus experiencias sobre los objetos que le rodean se concreten en sensaciones aisladas. Lo mismo cabe señalar acerca de la percepción del espacio que le rodea y su ubicación en el mismo, lo que constituye un grave handicap sobre el que el pequeño debe hacer grandes esfuerzos para construir su noción acerca del espacio real y representando, y elaborar la integración de todas sus sensaciones en una experiencia única. Entre las consecuencias del discriminado trato social podemos citar su incidencia sobre: - el establecimiento de vínculos. Para comprender este aspecto, hagamos el esfuerzo de imaginar el nacimiento de un niño ciego en el seno de una familia: el desconcierto y la variedad de sentimientos surgidos se resuelve con frecuencia en una ansiedad o depresión paralizadoras que afectarán principalmente a la madre, que será incapaz de reconocer y elaborar signos de diálogo con su hijo, trabando su desarrollo. - actitud familiar. JOSÉ ANTONIO BELMONTE GÓMEZ. PSICÓLOGO O.N.C.E. - GRANADA 4 Traducida casi siempre entre los límites del rechazo más o menos encubierto y la sobreprotección, supondrá en todos los casos una restricción a las capacidades del pequeño. - estilo educativo. Con los antecedentes señalados fácilmente podremos concluir tendencias a la pasividad y la abulia en quienes tendrán muy poco facilitadas las conductas exploratorias y minimizadas sus posibilidades de acción. 3. - Implicaciones pedagógicas. Contempladas las posibles consecuencias de la ceguera en un orden evolutivo, las implicaciones pedagógicas más sobresalientes que se seguirán de las peculiaridades que nos muestra el conocimiento del niño ciego como sujeto docente, esquemáticamente expuestas, serán las siguientes: 3.1. - Individualización. Frente a las numerosas situaciones colectivas de aprendizaje en la escuela ordinaria, nos veremos obligados a ejercer una enseñanza individualizada para el niño ciego. Materiales indispensables en un aula para videntes (encerado, mapas, murales...) son ineficaces para el pequeño. Tal individualización viene impuesta por una doble necesidad: sustituir el canal perceptivo visual por el táctil (el uso de la mano como instrumento perceptivo para reconocer los objetos supone la aproximación y el contacto directo con los mismos) y reemplazar el aprendizaje observacional de apoyatura visual por técnicas de instigación física y el seguimiento de instrucciones. La incorporación al repertorio de conductas de sujetos ciegos del comportamiento social o la realización por parte de los mismos de los ejercicios de gimnasia, por ejemplo, habremos de imponerlos conduciendo y manipulando directamente los segmentos de su cuerpo y dándoles órdenes que encierren la descripción de movimientos, gestos o posturas. 3.2. - Atención al perfil de desarrollo. Nuestra hipótesis de trabajo parte del supuesto fundamental de que todos los niños hacen con posibilidades reales de desarrollo ya que todos poseen la capacidad de ser susceptibles de recibir estímulos del medio y responder a él. De este principio se desprende que todo niño tiene las mismas necesidades, las mismas reacciones y deseos. Sabemos que no hay dos niños que se desarrollen de la misma manera. Sin embargo, en el caso de los niños con déficit, la inquietud de los que le rodean domina hasta tal punto su pensamiento que olvidan que es ante todo un niño, y se focalizan, a veces demasiado, en este déficit influyendo negativamente en su desarrollo. JOSÉ ANTONIO BELMONTE GÓMEZ. PSICÓLOGO O.N.C.E. - GRANADA 5 Para que se dé un desarrollo integral, juega un papel importante la relación afectiva, aspecto en el que no nos vamos a centrar debido a lo limitado del espacio expositivo. Aquí nos vamos a centrar en algunos aspectos del desarrollo perceptivo-cognitivo, motor y del lenguaje en el niño ciego. 3.2.1. - Aspectos motóricos. En los tres primeros años de vida se da una estrecha relación entre motricidad y psiquismo, de ahí que autores como Dupré hablen de un "paralelismo psicomotor". En el niño sin déficit este desarrollo psicomotor se da de una manera espontánea al responder a los estímulos que el medio le ofrece. En el caso del niño con déficit visual también se da este principio, pero hay que tener en cuenta que al no percibir en toda su integridad el medio exterior hay que aplicar unas técnicas adecuadas para que no sufra un desfase en su evolución y favorezca un desarrollo armónico. El primer objeto que percibe el niño es su cuerpo. En las primeras semanas de vida toda su actividad es refleja, respondiendo a los estímulos con todo su cuerpo. El niño ciego, y esto es importante, nace con el mismo bagaje de reflejos que el niño vidente y únicamente no dará una respuesta refleja a estímulos luminosos. En realidad, el desarrollo psicomotor es el camino que todo niño tiene que recorrer para ir consiguiendo paulatinamente nuevas metas a lo largo del desarrollo madurativo. Este camino viene determinado, entre otras muchas cosas, por el sistema sensoperceptivo que el niño posee; por ello, en el caso del niño ciego, este sistema está influenciado por la ausencia de la vista, lo que, de alguna manera, lógicamente, tiene que incidir en el desarrollo psicomotor, bien dándose este desarrollo de una manera adecuada siguiendo su propio ritmo de crecimiento, o bien se desarrolla por ciertas alteraciones que más tarde habrá que reeducar. La finalidad del desarrollo psicomotor es la de lograr la marcha. La dirección de este desarrollo es cefalocaudal, es decir, se inicia con el control de la cabeza, lo que implica los músculos del cuello; en el caso del niño ciego, al no tener el estímulo visual, hay que buscar los estímulos adecuados que le inciten a girar la cabeza y a lograr ese control. En la posición de decúbito ventral, generalmente, la elevación de la cabeza se logra por la motivación que dan al niño los estímulos visuales que le rodean; en el caso del niño ciego, la cabeza no se eleva, por lo que la estimulación visual debe ser reemplazada por otra que el niño puede captar(sonora y táctil) A partir de este momento, el niño ya puede conseguir la posición de sentado, que le permite liberar sus manos e investigar. En relación con los movimientos de la mano, el niño ciego, como todos los niños, tiene que aprender a manipular las cosas, pero mientras que los niños videntes se ayudan de lo que ven (coordinación oculo-manual), el niño ciego tiene que aprender a usar sus dedos JOSÉ ANTONIO BELMONTE GÓMEZ. PSICÓLOGO O.N.C.E. - GRANADA 6 para ver con ellos. Para que la coordinación sea correcta y el niño pueda aprender a coger bien los objetos y manipularlos daremos a continuación una lista de pasos que se incluyen en el proceso de la adquisición de la habilidad de coger: - Mano a boca. - Mano a mano. - Coger objetos con la mano. - Coger objetos con la mano y llevarlos a la boca. - Tirar objetos. - Cambiar objetos de una mano a la otra. - Alcanzar objetos. - Golpear objetos en la mesa. - Agarrar objetos. - Golpear objetos unos contra otros. - Coger con pinzas. - Señalar con objetos. - Poner unos objetos dentro de otros. - Construir con objetos. En principio, el niño ciego no comienza a coger con sus propias manos y dedos, por lo que se le debe enseñar en forma siempre de juego a trabajar con los dedos. Una vez que el niño es capaz de sentarse y sabe utilizar sus manos para manipular y explorar objetos, estará en condiciones de iniciar la etapa de rastreo y posteriormente el gateo, todo un juego dinámico que proporciona placer al niño y su familia. Es a partir de este momento donde aparecen y se afianzan las primeras experiencias de autonomía, el uso de la mano para sostenerse y andar sujetándose a los muebles. Para lograr la marcha independiente no debemos limitarnos a posiciones, movimientos, desplazamientos... olvidando la finalidad de la tarea: se le ayuda para que se pare, pues quiere alcanzar algo para jugar y el movimiento tendrá un fin que, una vez logrado, pasará a ser punto de partida de JOSÉ ANTONIO BELMONTE GÓMEZ. PSICÓLOGO O.N.C.E. - GRANADA 7 nuevos fines y en esa concatenación irá organizando la orientación en el tiempo y posibilitándole el conocimiento del espacio. Por último señalar que no hay que retrasar la edad de comenzar a andar del niño ciego por temor a caídas y golpes: aprender a andar está bien, aprender a hacerlo con soltura es mejor. 3.2.2. - Aspectos perceptivos-cognitivos. Lo más interesante en este apartado es saber como el niño ciego accede al conocimiento de sí mismo y del mundo que le rodea. Todos los autores están de acuerdo en que la primera fuente de conocimiento son los sentidos. Estos sentidos, naturalmente, hay que estimularlos para lograr su máximo desarrollo. Cada estímulo proviene de un objeto que, además de poseer la cualidad que le caracteriza para la estimulación, posee otras de las cuales no se puede desligar y que son inherentes a él mismo. Resulta evidente que toda la información no se puede dar de una forma simultánea, pero habrá que tenerlo presente cuando se programe la tarea. Es decir, que ésta debe darse de forma asociada (polisensorial): es importante para el niño ciego que el medio en el cual se desenvuelve sea lo menos difuso posible, con estímulos bien caracterizados, asociados a cada situación para que más tarde pueda servirle de orientación. La voz ofrece una gama enorme de posibilidades para la comunicación y el conocimiento del niño ciego; por ello, habrá que aprovechar al máximo los recursos que ésta ofrece, hablándole mucho al niño, con diferentes tonalidades e intensidades, cantándole, hablándole desde distintas posiciones... Esto deberá ir acompañado de contrastes de silencios. Además de la voz, cualquier otro sonido es importante en el desarrollo del conocimiento del niño ciego, tanto para reconocer a las personas como el ambiente que le rodea. Avanzando en la escala madurativa, todos sabemos la gran importancia de la coordinación mano-ojo. Debido a la falta de visión, el niño ciego no será tan espontáneo al coger objetos con sus manos como el niño vidente, corriendo el riesgo de quedarse en una actitud pasiva; si no se le alienta, la percepción táctil no tendrá razón de ser, no teniendo noción de su entorno al no examinar y descubrir cosas. Por ello, habrá que estimular la coordinación boca-mano, mano-mano y oído-mano, tratando de que el niño use las dos manos al examinar un objeto. 3.2.3. - Aspectos cognitivos. En la exposición del perfil evolutivo del niño ciego nos basaremos, como marco de referencia, en la teoría piagetiana y su descripción del desarrollo cognitivo. - Período sensoriomotor. JOSÉ ANTONIO BELMONTE GÓMEZ. PSICÓLOGO O.N.C.E. - GRANADA 8 Debido a la influencia y manipulación de objetos en la elaboración de los primeros esquemas perceptivos y de acción, el niño ciego hallará dificultades que se traducirán en un retraso, a veces superior a un año, en la manifestación de la ansiedad ante el extraño y el logro de la conservación del objeto. El sonido no confiere a los objetos la sustancialidad que transmite la información visual, por lo que retrasa sensiblemente la coordinación oído-mano. Este retardo en la presión, que unido a las dificultades para el logro de la marcha independiente y el diálogo con quienes le rodean, podrá afectar seriamente el desarrollo del pequeño si no le ayudamos a hallar las estrategias adecuadas para su adquisición. - Período preoperacional. Como una prolongación de la situación anterior que afecta básicamente a la movilidad y familiarización con los objetos, ahora el proceso evolutivo se verá alterado en las imitaciones directa y diferida, la elaboración de imágenes mentales y la expansión del lenguaje. A destacar la repercusión de un distorsionado desarrollo psicomotor sobre la construcción de la imagen corporal y la noción del espacio. - Período de las operaciones concretas. Definido en su naturaleza el carácter de este período por la exigencia que tiene el sujeto de apoyar sus operaciones lógicas en los objetos reales o sus representaciones figurativas, se podrán inferir los efectos de la falta de visión en la adquisición de dicha lógica operatoria. Los sujetos presentarán un constatable retraso sobre las operaciones de conservación y seriación y sobre la construcción de imágenes mentales. Este retraso afectará al logro de las primeras coordinaciones pero se recuperará posteriormente, nivelándose la ejecución de estas pruebas al final del período entre los niños ciegos y videntes. - Período de las operaciones formales. Lograda en el final del período anterior la equiparación entre los niveles de desarrollo cognitivo de los niños ciegos y videntes, serán en lo sucesivo idénticas sus posibilidades, achacándose las diferencias que puedan darse no a la ceguera, sino a las capacidades y circunstancias personales de cada sujeto. 3.2.4. Aspectos lingüísticos. Todo diálogo deberá arrancar en la madre, pero sabido es que no siempre el niño ciego podrá captar la totalidad del mensaje: de ahí la desconexión entre ambos y el consecuente déficit en la comunicación. Desde que nace, la estimulación en la comunicación debe ser simultánea a cada momento de la vida JOSÉ ANTONIO BELMONTE GÓMEZ. PSICÓLOGO O.N.C.E. - GRANADA 9 del niño, ya que esta será la base de la comunicación madre-hijo; en cuanto la madre dé significado a las respuestas del niño, éste se sentirá comprendido y el diálogo se habrá iniciado. La estimulación del lenguaje está en estrecha relación con la estimulación psicomotriz, con los hábitos y el juego. Estimulando el desarrollo de la mano, jugando al toma-dame, nombrando los objetos que manipulamos diariamente, estaremos sentando las bases para una buena comunicación. El niño ciego, como el vidente, empieza a balbucear aproximadamente a los seis meses, pero si el niño ciego no ha tenido suficiente estimulación durante este período, éste se prolonga. Las razones para este retraso son: - El desamparo del niño ciego fuerza a la madre a anticiparse a los deseos del niño, dejando, por ello, menos campo y necesidad a la expresión verbal. - La comunicación con la madre es rota a causa de la ansiedad y depresión de ésta por no poder establecer contacto visual con su hijo. - Influencia en la verbalización de la restricción e inhibición del desarrollo motor. Acerca de la expansión del lenguaje y el importante papel que juega en el desarrollo de las funciones mentales superiores (análisis, generalización, atención...), siguiendo los trabajos de Luria, hay que destacar la extraordinaria influencia que ello va a tener para el niño ciego, tan limitado en los demás soportes del desarrollo cognitivo. Sin embargo, al asistir a la expansión del lenguaje del niño ciego, se puede también apreciar el riesgo de caer en el abuso del verbalismo. Su reducida experiencia de la realidad y las limitaciones perceptivas, le obligan a hablar de cosas de las que muchas veces no conoce más que su nombre; este verbalismo, aunque frecuente entre la población ciega, establecerá una correlación negativa o inversa con el C.I., la edad y el ajuste al medio, definido este ajuste en términos de madurez personal e interés y conocimiento del medio. JOSÉ ANTONIO BELMONTE GÓMEZ. PSICÓLOGO O.N.C.E. - GRANADA 10 BIBLIOGRAFIA: * ALVIRA, F. (1988): "Ceguera y Sociedad". Madrid, O.N.C.E. * ALMONACID, V. y CARRASCO, M.J. (1989): "El juego en los niños ciegos y deficientes visuales". Madrid, O.N.C.E. * BARDISA, L. y otros. (1983): "Guía de estimulación precoz para niños ciegos". Madrid, Instituto Nacional de servicios Sociales, Colección Rehabilitación. * BARDISA, L. (1992): "Cómo enseñar a los niños ciegos a dibujar". Madrid, O.N.C.E. * BARRAGA, N. (1985): "Disminuidos visuales y aprendizaje evolutivo)". Madrid, O.N.C.E. (Enfoque * BARRAGA, N. 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