Miguel Ángel García - ies "poeta claudio rodríguez"

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Miguel Ángel García
Cosmogonías. Teorías sobre el Universo
INTRODUCCIÓN HISTÓRICA
El estudio del cielo lo iniciaron los sumerios (Mesopotamia) y los egipcios (valle del Nilo) hace
más de 6.000 años, elaborando calendarios solares y lunares con fines agrícolas, llenado el cielo con
figuras de divinidades (ver esquema).
- En Mesopotamia se introdujeron los meses y la semana bautizando los días por el Sol, La luna y
los cinco planetas conocidos; tb. dividieron el día en 2 grupos de 12 horas, y la hora en minutos y
segundos sexagesimales. La Luna cambiaba en un ciclo de 29 días (mes lunar), el cual dividieron en
4 periodos de 7 días.
- Los babilonios nombraron los 7 días de la semana con los nombres de los 7 astros que se movían
librem. por los cielos: Luna, Marte, Mercurio, Júpiter, Venus, Saturno y el Sol. De aquí nuestros
nombres en castellano (excepto "sábado", del hebreo "sabat" = descansar, y "domingo" = del latín
"día del Señor"). En inglés: "sunday" = día del Sol, "monday" = "día de la Luna", "saturday" = "día
de Satuno".
- Los egipcios dividían en 36 grupos las estrellas.
- Para los chinos, los cuerpos celestes más importantes eran la estrella polar y las estrellas
circumpolares, que nunca salen ni se ponen. La polar era el emperador de los cielos, las
circumpolares príncipes y el resto de estrellas funcionarios.
- Rompiendo con las explicaciones míticas de las civilizaciones anteriores, los grandes filósofos y
astrónomos griegos emiten las primeras teorías racionales sobre la forma de la tierra y su
concepción del universo.
TEORÍAS GEOCÉNTRICAS
Miguel Ángel García
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Eudoxus ideó por primera vez el concepto de esfera celeste.
Anaximandro de Mileto (siglo VII a.C.) (610-546 aC), dice que la tierra era de forma cilíndrica y
estaba rodeada de una neblina formada por tres anillos estelares que se movían alrededor de la
tierra, las estrellas, la luna y el Sol en la que de forma ocasional se abrían agujeros y entonces se
podía ver que más allá brillaban el fuego y la luz (el sol, la luna y las estrellas).
Thales de Mileto predice un eclipse.
Pitágoras (siglo VI a.C.) explicó la estructura del universo en términos matemáticos. El gran fuego
central, origen de todo se relacionaba con el uno, origen de los números. A su alrededor giraban la
tierra, La luna, El sol y los planetas conocidos. El periodo de la Tierra en torno al fuego central era
de 24 horas y ofrecía a este siempre su cara oculta, donde no habitan las personas. También se
conocían los periodos de la Luna (un mes) y del Sol (1 año) . El universo concluía en una esfera
celeste de estrellas fijas y más allá estaba el Olimpo. La obsesión matemática de los pitagóricos le
llevó a pensar que el número de cuerpos que formaban el universo era diez, ya que este es el
número perfecto. Como solo encontraban nueve supusieron que el décimo estaba entre la tierra y el
gran fuego y por eso no era visible. Lo llamaron Antitierra.
Filolao de Tarento (siglo V a.C.) formuló la idea de una tierra esférica. Esta idea fue fácilmente
aceptada ya que era el único modelo capaz de aceptar fenómenos como la desaparición gradual del
casco y velamen de los barcos en el horizonte o que la sombra que la tierra proyecta sobre la Luna
en los eclipses es circular.
En el siglo IV a. C., Platón elabora un teoría del universo basada en que la tierra esférica, ocupa el
centro del universo, y los cuerpos celestes son de carácter divino y se mueven en torno a la tierra
con movimientos circulares uniformes.
Aristóteles , discípulo de Platón, añade que el Cosmos está dividido en dos partes, el mundo
sublunar y el mundo supralunar. El mundo sublunar está compuesto por los cuatro elementos de la
región terrestre (tierra, aire, agua y fuego). El mundo supralunar es el mundo de la armonía
perfecta, donde todos los planetas se mueven con movimiento circular uniforme y está compuesto
por la quinta esencia el éter.
Esta concepción tenía una cierta consistencia al explicar los movimientos observados en la
superficie terrestre. En esta época no se tenía en cuenta la medición y la experimentación, y era
comúnmente admitido que los objetos más pesados caen más deprisa que los más ligeros. La razón
es que al contener más cantidad del elemento tierra, su tendencia a situarse en su lugar natural era
más acusada. Igualmente el vapor tendía a ascender por encima de la tierra hacia su lugar natural, el
aire.
Esta teoría no daba una explicación satisfactoria del movimiento retrogrado que a veces parecían
experimentar los planetas (estrellas errantes) ni de las variaciones de brillo observadas para esos
planetas y que se asociaban (correctamente) con variaciones de distancia.
Con el debilitamiento de Atenas, surge la etapa de Alejandría, con nuevos astrónomos que
desarrollaban programas de observación y valoraban la observación sistemática.
Entre ellos destaca Aristarco de Samos (III a.C.) que ideó métodos para calcular la relación entre
los diámetros de la Tierra y la Luna, la distancia Tierra-Luna en función del diámetro de la Tierra y
la distancia entre la Tierra y el Sol en relación con a la distancia Tierra – Luna. Los resultados no
son muy exactos debido a la imprecisión de los aparatos pero los métodos son correctos. Aristarco
mantenía la idea de un Universo en el que el centro es el Sol y en torno a él giran la Tierra y los
demás planetas. Es el precursor del modelo heliocéntrico , que no fue aceptada en su cultura.
También indica que la Tierra gira sobre su eje, basándose en los estudios de Hericlades del Porto.
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Un discípulo suyo, Eratóstenes de Cirene , ideó un método para medir el diámetro de la tierra.
Hiparco de Nicea (siglo II a.C.) considerado el mejor astrónomo de la antigüedad, estudió el
movimiento del Sol y observó que no tiene siempre la misma velocidad. Propuso un modelo en el
cual es Sol se mueve en un circulo que llamo epiciclo: el centro del epiciclo a su vez se mueve en
torno a la tierra describiendo otro circulo llamado deferente.
En el siglo II de nuestra era, Ptolomeo, siguiendo con los trabajos de Hiparco, sugirió un sistema
geocéntrico según el cual la Tierra seguía estando inmóvil en el centro del universo y los astros, en
orden de proximidad la Luna, Mercurio, Venus.
El Sol, Marte, Júpiter, Saturno y las estrellas efectuaban dos tipos de movimientos: un movimiento
orbital en el llamado epiciclo del planeta, y otro movimiento que llevaba a cabo el centro del
epiciclo alrededor de la tierra y que se llamaba deferente.
La esfera pequeña (epiciclo, que contiene al planeta)
gira unida a una esfera mayor (deferente), también
en rotación, produciéndose un movimiento
retrógrado aparente sobre el fondo de las estrellas.
Ajustando adecuadamente las velocidades del movimiento del planeta y de su epiciclo y de su
centro en la deferente, se podía dar una explicación bastante precisa de todos los problemas, como
el movimiento retrogrado de los planetas, que tuvo una gran aceptación y se mantuvo en vigor
durante muchos siglos. Mantenía el movimiento circular uniforme como movimiento natural de los
cielos. El artificio de los epiciclos no satisfacía a los que abogaban por un modelo simplista como el
aristotélico.
TEORÍAS HELIOCÉNTRICAS
La primera teoría heliocéntrica la formula Aristarco de Samos (siglo III a.C.) Sugiere que el
esquema más simple del movimiento de los astros se obtiene si se sitúa el Sol en el centro del
Universo. La Tierra tendría dos movimientos, rotación diaria y traslación anual. Esta teoría fue
desechada frente a la aristotélica, porque la Tierra debía ser el centro del universo. Además se le
hacía un reproche; si la teoría fuese acertada la Tierra estaría unas veces más cerca y otras más lejos
de ciertas estrellas del fondo estelar, lo que haría que se vieran como si hubieran sufrido un
desplazamiento sobre el fondo de las estrellas más lejanas. Nadie había observado este
desplazamiento. A esto se le conoce como paralaje estelar.
Galileo fue quién apuntó, en el siglo XVII, la clave de la dificultad para medir el paralaje: las
estrellas estaban mucho más lejos de lo que se pensaban. En 1838, un astrónomo alemán, Bessel,
midió el primer paralaje de una estrella. El resultado que obtuvo equivaldría al tamaño del ángulo
de una peseta medido desde 5 km de distancia.
Nicolás Copérnico (1473-1543) expone un sistema heliocéntrico que desecha la teoría Ptolomeica
y retorna a la simplicidad de los movimientos planetarios. Sitúa al Sol en el centro del Sistema y
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todos los planetas, incluida la Tierra se moverían en circunferencias concéntricas. La Tierra tendría
un doble movimiento de traslación y rotación.
Esta concepción del Universo es contraria a la Biblia y a las teorías de Aristóteles, por lo que no
fueron aceptadas por sus contemporáneos . De hecho, Copérnico nunca publicó su obra De
revolutionibus orbius caelestium (Revoluciones de las esferas celestes) que se publicó
póstumamente en 1443.
Uno de los mayores aciertos de la teoría de Copérnico fue el
establecimiento de los periodos orbitales de los planetas alrededor
del Sol y las distancias relativas de los planetas al Sol.
También ofrecía una sencilla explicación del movimiento
retrógrado de los planetas. Si observamos el dibujo, la
retrogradación del planeta tiene lugar cuando la Tierra lo adelanta,
debido a que su periodo de revolución alrededor del Sol es más
corto.
Numeramos varias posiciones de las órbitas de la Tierra y de Marte.
Si proyectamos sobre el fondo de estrellas las posiciones
homólogas de ambos planetas, observamos un bucle (movimiento
retrógado) en Marte (explicado en la teoría heliocéntrica por los
epiciclos), debido a que la Tierra se mueve más deprisa y adelanta
su órbita.
Justificó también correctamente la no observación del paralaje. Las
estrellas estaban tan lejos que la diferencia era inapreciable.
Galileo Galilei (1564-1642) apoyó y desarrolló la teoría heliocéntrica de Copérnico.
En 1610 publica el Mensajero celestial donde dice:
- Júpiter tiene cuatro planetas (Kepler los llamaría después satélites) girando en torno a él. Esto
venía a decir que la Tierra no era el centro de rotación de todos los cuerpos celestes y rompía con el
dogma de los siete cuerpos celestes, aparte de las estrellas fijas, que se suponía constituían el
universo.
- La superficie lunar no era lisa ni perfectamente esférica sino que tenía rugosidades, cadenas
montañosas y valles . Esto supone atentar contra la idea de que salvo la Tierra los demás cuerpos
celestes eran esféricos y uniformes.
- Las estrellas fijas no parecían aumentar a través del telescopio. Esto implicaba que estaban
increíblemente lejos, lo que permite explicar la ausencia de paralajes observadas.
- La Vía Láctea estaba compuesta por una infinidad de estrellas indistinguibles a simple vista.
En 1632 publica Diálogos sobre los dos grandes sistemas del mundo, obra en la que hace una
defensa del sistema Copernicano (sigue creyendo que las orbitas son circulares) y expone el
principio de la inercia y la idea de la caída libre de los cuerpos independientemente de la masa, en
contra de Aristóteles. Sus ideas le acarrearon problemas con la inquisición y abjuró de ellas.
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