"El Congreso debe publicar la lista de postulantes para evitar la infiltración del otoronguismo y sus vicios" Por Juan Paredes Castro (El Comercio, 23/05/07) Frente a los escándalos del Congreso es comprensible que el presidente del Tribunal Constitucional, César Landa, quiera curar en salud a esta institución. Su llamado de alerta, pidiendo transparencia, no es sino una natural reacción, por supuesto nerviosa, a la amenaza del otoronguismo y lo que este suele traer consigo allí donde se instala. Lo que Landa teme, indudablemente, es que las cuatro vacantes que se abrirán el 9 de junio en el TC sean cubiertas por una mala elección del Congreso, que actualmente evalúa a 17 finalistas, sin que la opinión pública conozca la hoja de vida básica y si es posible completa, de cada uno de ellos. Por los pocos días que faltan y tratándose prácticamente de una etapa final, el titular de la comisión evaluadora del Parlamento, Aurelio Pastor, debería atender la preocupación del presidente del TC, en el sentido de que los currículos personales de los aspirantes sean puestos en la página web del Congreso no solo para el pleno conocimiento de la ciudadanía sino también para el necesario escrutinio de sus méritos y deméritos, lo que a la postre ayudará a transparentar el proceso. El primer temor es que la selección sea el resultado de componendas propias del otoronguismo (una mezcla de espíritu de cuerpo, toma y daca y conflicto de intereses) y el segundo que por falta de conocimiento pleno respecto de quién es quién, el Tribunal Constitucional sea infectado por el virus que hoy desmorona la moral del Congreso. Y en tanto este poder del Estado no logre hacer un deslinde institucional claro, enérgico y rápido en relación con los casos de corrupción descubiertos, tendremos que lamentar peores desenlaces. Lo que pide Landa no es cosa del otro mundo: simplemente currículos al día, para ser leídos y analizados. Quien no la debe no la teme. Y más si se trata de quienes pretender integrar la máxima instancia de poder jurídico en materia de control de la Constitución. Como no es una costumbre en nuestro país ventilar las hojas de vida de los postulantes a los poderes públicos, caemos casi siempre en la otra costumbre extrema: la de mantener ocultas esas hojas de vida. Y como resultado de este vacío informativo importante y trascendental para el ciudadano, tenemos lo que tenemos en el recinto cada vez más patético del otoronguismo: el Congreso. Mercedes Cabanillas y Aurelio Pastor quizás ya no puedan hacer mucho por revertir los escándalos del Congreso, pero aún pueden curar en salud al Tribunal Constitucional, tal como lo pide su presidente, César Landa.