David Shenk El genio que todos llevamos dentro Por qué todo lo que nos han contado sobre genética, talento y CI no es cierto Traducción de Luis Noriega 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 1 8/7/11 12:51:07 Para mis padres 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 3 8/7/11 12:51:07 En comparación con lo que deberíamos ser, estamos apenas medio despiertos. Nuestras fogatas están húmedas, nuestros bosquejos, detenidos. Apenas estamos utilizado una pequeña parte de nuestros recursos físicos y mentales... En términos generales, el individuo humano vive de lejos dentro de sus límites. William James 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 5 8/7/11 12:51:07 LA TESIS 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 11 8/7/11 12:51:07 Introducción El Niño L a leyenda del béisbol Ted Williams fue un jugador único al que muchos consideran con razón el bateador más «dotado» de su época. «Recuerdo haber visto uno de sus home runs desde las gradas de Shibe Park», escribió John Updike en The New Yorker en 1960. «La pelota pasó por encima de la cabeza del primera base y subió de forma meticulosa describiendo una línea recta y siguió subiendo cuando superó la valla. La trayectoria parecía cualitativamente diferente de la que hubiera podido imprimirle cualquier otro bateador.» Para los aficionados al béisbol, Williams era casi un dios entre los hombres, un «superhombre» investido de una colección de dones físicos innatos, incluidos una coordinación mano-ojo espectacular, una gracia muscular exquisita y un instinto asombroso. «Ted sencillamente poseía esa habilidad natural», dijo el segunda base y miembro del Salón de la Fama Bobby Doerr. «Estaba muy por delante de todos en su época.» Se decía que Williams tenía, entre otras características, algo así como una visión láser que le permitía captar el efecto que tenía la pelota al salir de los dedos del lanzador y calibrar con exactitud por dónde pasaría sobre el home. «Ted Williams ve más de la pelota que cualquier hombre vivo», comentó en una ocasión Ty Cobb. Sin embargo, según el mismo Williams todos esos cuentos sobre sus milagrosas dotes innatas no eran más que «un mon13 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 13 8/7/11 12:51:07 tón de chorradas». Sus grandes logros, insistía, eran sencillamente el resultado de lo que había invertido en el juego. «Ese talento no puede conseguirse salvo con práctica, práctica y más práctica», explicaba. «La razón por la que podía ver determinadas cosas es que me lo tomaba muy en serio... una [super]disciplina, no una supervista.» ¿Es posible? ¿Puede una persona absolutamente normal y corriente adiestrarse para ser fenomenal y deslumbrante? Todos reconocemos las virtudes de la práctica y el trabajo duro, sí, pero ¿puede en verdad determinada cantidad de esfuerzo transformar los torpes movimientos de un aficionado incapaz en el majestuoso swing de Tiger Woods o en los saltos con los que Michael Jordan solía desafiar la gravedad? ¿Puede un cerebro ordinario ampliarse hasta alcanzar un nivel de curiosidad y visión equiparable a los de Einstein o Matisse? ¿Puede la verdadera grandeza conseguirse con medios y genes ordinarios? La sabiduría convencional nos dice que no: algunas personas sencillamente nacen con ciertos dones de los que las demás carecen; el talento y la inteligencia elevada son de algún modo gemas escasas, diseminadas por el acervo genético humano; lo mejor que podemos hacer es localizar y pulir esas gemas y, asimismo, aceptar las limitaciones que el resto de los seres humanos tenemos incorporadas. Sin embargo, alguien olvidó decirle a Ted Williams que el talento termina manifestándose tarde o temprano. Cuando niño, Williams no estaba en absoluto interesado en ver desplegarse sus aptitudes naturales de forma pasiva como una flor a la luz del sol. Sencillamente quería (necesitaba) ser el mejor bateador que el béisbol hubiera conocido, y persiguió esa meta con la ferocidad apropiada. «Pegarle a la pelota lo era todo en su vida», recordaba un amigo de infancia. «Siempre tenía el bate en la mano... Y cuando decidía hacer algo, lo hacía y sabía el porqué.» Sus amigos le recuerdan en el viejo campo de North Park en San Diego, a dos calles del modesto hogar de su niñez, bateando pelotas de béisbol siempre que estaba despierto, todos los días, año tras año. Le describen golpeando las bolas hasta que su cubierta exterior literalmente se deshacía, usando in14 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 14 8/7/11 12:51:07 cluso bates astillados durante horas y horas, con ampollas en los dedos y la sangre corriendo por sus muñecas. Hijo de una familia obrera, sin dinero extra, empleaba su asignación para contratar a sus compañeros de clase como recogepelotas de modo que él pudiera dedicarse a batear. Desde los seis o siete años, practicaba con el bate día y noche en el campo de North Park hasta que la ciudad apagaba las luces, y entonces caminaba hasta su casa y practicaba con un diario enrollado delante de un espejo hasta que el sueño lo vencía. Al día siguiente, lo mismo. Según sus amigos, asistía al colegio solo para poder jugar en el equipo escolar. Cuando la temporada de béisbol terminaba y los demás chicos se pasaban al baloncesto o el fútbol americano, Williams seguía con el béisbol. Cuando los otros chicos empezaron a salir con chicas, Williams siguió bateando pelotas en el campo de North Park. Con el fin de fortalecer su visión, caminaba por la calle con un ojo cubierto, y luego con el otro. Evitaba ir a los cines porque había oído que eran malos para los ojos. «No iba a dejar que nada me impidiera ser el bateador que esperaba ser», recordaría más tarde. «En retrospectiva... era una devoción muy de libro de cuentos.» En otras palabras, trabajó en pos de ello, con una ferocidad y determinación que superaban con creces la norma. «Tenía una idea en mente y siempre la seguía», dijo Wos Caldwell, que fue su entrenador en la escuela secundaria. Para Ted Williams la grandeza no era una cosa sino un proceso. Y ello no cambió cuando consiguió abrirse paso en el béisbol profesional. En la primera temporada de Williams con los Padres de San Diego, entonces un equipo de las ligas menores, el entrenador Frank Shellenback advirtió que su nuevo fichaje siempre era el primero en llegar a la sesión de la mañana y el último en marcharse por la noche. Y había algo más curioso todavía: después de cada partido, Williams le pedía al entrenador las pelotas usadas en el juego. —¿Qué haces con todas esas pelotas? —le preguntó Shellenback finalmente un día—. ¿Se las vendes a los chicos del barrio? —No, señor —replicó Williams—, las uso para practicar un poco más el bateo después de la cena. 15 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 15 8/7/11 12:51:07 Conociendo los rigores de todo un día de entrenamiento, Shellenback encontró esa respuesta difícil de tragar. Movido por una mezcla de sospecha y curiosidad, recordaría más tarde, una noche «me subí al coche después de cenar y fui hasta el barrio de Williams. Había un parque cerca de su casa y, ¿cómo no?, allí estaba The Kid, el Niño, bateando esas dos maltrechas pelotas de un lado al otro del campo. Ted estaba junto a una piedra que hacía las veces de home. Un chico le lanzaba pelotas y otra media docena se encargaba de recogerlas. Las pelotas que hacía nada le había entregado tenían ya las costuras deshechas». Incluso entre los profesionales, la intensidad de Williams estaba tan alejada de la norma que con frecuencia resultaba incómodo contemplarla de cerca. «Hablaba de la ciencia del bateo ad nauseam con sus compañeros de equipo y sus rivales», escriben sus biógrafos Jim Prime y Bill Nowlin. «Buscó a los grandes bateadores de la época (Hornsby, Cobb, etc.) y los interrogó sin piedad acerca de sus técnicas.» Con el mismo rigor estudiaba a los lanzadores. Después de un tiempo, explicaba Cedric Durst, que jugó en los Padres con Williams, «los lanzadores descubren los puntos débiles de los bateadores. Con Williams no ocurrió eso... Antes de que ellos averiguaran sus debilidades, Ted averiguaba las suyas. La primera vez que Ted vio lanzar a [Tony] Freitas, estábamos sentados uno al lado del otro en el banquillo y Ted dijo: “Este tío no va a darme una bola rápida que pueda batear. Descartará la bola rápida e intentará hacer que batee la curva. Cuando lleve más bolas que strikes, me lanzará la curva”. Y eso fue exactamente lo que sucedió». Proceso. Después de una década de esfuerzo incesante en el campo de North Park y cuatro impresionantes años en las ligas menores, Williams llegó a las grandes ligas en 1939 siendo un bateador explosivo y sencillamente siguió mejorando y mejorando y mejorando. En 1941, en su tercera temporada con los Boston Red Sox, se convirtió en el único jugador de las grandes ligas de su época (y en el último del siglo xx) en tener un promedio de bateo por encima de 400 durante una temporada completa. Al año siguiente, 1942, Ted Williams se alistó en la marina 16 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 16 8/7/11 12:51:07 como aviador. Las pruebas que se le practicaron revelaron que tenía una visión formidable, pero que entraba perfectamente en el rango normal de los seres humanos. * * * Algo muy curioso ocurrió con los violinistas de todo el mundo en el siglo xx: progresaron con mayor rapidez que sus homólogos de siglos anteriores. Sabemos esto porque contamos con puntos de referencia imperecederos, como el efervescente Concierto para violín no 1 de Paganini y el último movimiento de la Partita para violín n.o 2 en Re menor de Bach, quince minutos que requieren una ejecución virtualmente imposible. Aunque en el siglo xviii ambas piezas se consideraban casi imposibles de tocar, en la actualidad una gran cantidad de estudiantes de violín las interpretan muy bien de forma rutinaria. ¿Cómo ocurrió eso? ¿Y cómo es que los corredores y los nadadores se han vuelto tan rápidos, y los ajedrecistas y los tenistas, tan habilidosos? Si los seres humanos fuéramos moscas del vinagre y produjéramos una nueva generación cada once días, quizá sentiríamos la tentación de atribuirlo a la genética y a una evolución veloz. Pero la evolución y los genes no funcionan de esa manera. Hay una explicación, una sencilla y buena, pero sus implicaciones son radicales para la vida familiar y la sociedad. Es la siguiente: algunas personas están adiestrándose de forma más intensa (e inteligente) que antes. Somos mejores a la hora de hacer ciertas cosas porque hemos descubierto cómo volvernos mejores. El talento no es una cosa; es un proceso. Esta no es en absoluto la forma en que estamos acostumbrados a pensar en el talento. Con expresiones como «debe ser alguien dotado», «buenos genes», «habilidad innata», «[corredor/tirador/orador/pintor] nato», nuestra cultura considera el talento un recurso genético escaso, una cosa que se tiene o no se tiene. El coeficiente intelectual (CI) y otras pruebas de «habilidad» codifican esta concepción, y las escuelas construyen sus currículos alrededor de ella. Los periodistas la validan 17 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 17 8/7/11 12:51:07 de manera sistemática, y lo mismo puede decirse también de muchos científicos. Este paradigma de los dones genéticos se ha convertido en un elemento central de nuestra comprensión de la naturaleza humana. Encaja con lo que se nos ha enseñado acerca del ácido desoxirribonucleico (ADN) y la evolución: nuestros genes son el diseño que nos hace ser lo que somos. Genes diferentes hacen individuos diferentes con habilidades diferentes. ¿De qué otra forma pudo el mundo producir individuos tan variados como Michael Jordan, Bill Clinton, Ozzy Osbourne y usted? Sin embargo, toda la idea del talento genético se ha revelado completamente equivocada, y si por desgracia se ha mantenido a flote durante décadas ha sido debido a una cascada de malentendidos y metáforas engañosas. En años recientes ha salido a la luz una montaña de pruebas científicas que apuntan de forma abrumadora hacia un paradigma absolutamente diferente: no hay una escasez de talento, sino una abundancia de talento latente. En esta concepción, el talento y la inteligencia humanos no son algo siempre escaso, como los combustibles fósiles, sino algo potencialmente abundante como la energía eólica. El problema no es la inadecuación de nuestra dotación genética, sino nuestra incapacidad para aprovechar hasta el momento lo que ya tenemos. Esto no quiere decir que no existan entre nosotros importantes diferencias genéticas que se traducen en ventajas y desventajas. Por supuesto que existen, y esas diferencias tienen consecuencias profundas. Pero lo que las nuevas investigaciones científicas sugieren es que pocos de nosotros conocemos nuestros verdaderos límites, que la vasta mayoría de los seres humanos ni siquiera estamos cerca de haber accedido a lo que los científicos denominan nuestro «potencial no actualizado». Asimismo, esas nuevas investigaciones invitan a abrigar un optimismo profundo en la raza humana. «No tenemos forma de saber cuánto potencial genético no actualizado existe», escribe Stephen Ceci, psicólogo del desarrollo de la Universidad de Cornell. Por tanto, desde un punto de vista lógico resulta imposible insistir (como han hecho algunos) en la existencia de un estrato genético más bajo. Es muy probable que la mayoría de los estudiantes que tienen un rendimiento por debajo de lo esperado no sean prisioneros de su ADN sino que, por el con18 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 18 8/7/11 12:51:07 trario, no hayan sido capaces de aprovechar hasta ahora su verdadero potencial. Este nuevo paradigma no anuncia un simple cambio de la «naturaleza» a la «cultura», de lo innato a lo adquirido, sino que revela cuán quebrada está en realidad la oposición entre naturaleza y cultura, y reclama una reconsideración completa de cómo cada una nos hace ser lo que somos. Este libro comienza, por tanto, con una explicación nueva y sorprendente de cómo actúan los genes, para seguir después con un examen detallado de los componentes fundamentales del talento y la inteligencia que ahora resultan visibles. En su conjunto, lo que emerge es una imagen nueva de un proceso de desarrollo fascinante sobre el que podemos influir (aunque nunca controlar plenamente) como individuos, familias y sociedad interesada en promover el talento. Aunque básicamente esperanzador, el nuevo paradigma no deja de plantear al mismo tiempo algunas cuestiones morales inquietantes con las que todos tendremos que lidiar. Sería una locura sugerir que cualquier persona puede literalmente hacer o ser cualquier cosa, y la intención de este libro no es proponer nada semejante. Sin embargo, las nuevas investigaciones científicas nos dicen que es igualmente necio pensar que la mediocridad es algo inherente a la mayoría de nosotros, o que alguien puede conocer cuáles son sus verdaderos límites sin haber dedicado enormes recursos e invertido cantidades ingentes de tiempo para averiguarlo. Nuestras habilidades no están grabadas en una piedra genética. Son maleables y moldeables, y lo son hasta bien entrada la edad adulta. Con humildad, con esperanza y con determinación extraordinaria, la grandeza es algo a lo que cualquier niño (de cualquier edad) puede aspirar. 19 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 19 8/7/11 12:51:07 Primera parte El mito de los dones 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 21 8/7/11 12:51:07 Capítulo 1 Genes 2.0 Cómo funcionan realmente los genes En contra de lo que se nos ha enseñado, los genes no determinan por sí solos nuestros rasgos físicos y de la personalidad. En lugar de ello, interactúan con el entorno en un proceso dinámico y permanente que modela y pule de forma continua al individuo. E l sol empieza a alzarse sobre la vieja ciudad junto al río y desde las ventanas de la quinta planta del Hospital Universitario una recién nacida grita para anunciar su llegada al mundo. Los nuevos padres, ya agotados por la falta de descanso, la aprietan entre sus brazos y se limitan a observarla, en parte incapaces de creer que esto les esté ocurriendo de verdad, en parte sobrecogidos ante lo que tienen por delante. ¿Qué cara tendrá cuando crezca? ¿Cómo será? ¿Cuáles serán sus fortalezas y cuáles sus debilidades? ¿Cambiará el mundo o simplemente se las apañará? ¿Correrá con rapidez, formulará una nueva idea, cautivará a sus amigos, cantará para millones? ¿Tendrá talento para algo? Solo los años lo dirán. Entre tanto, sus progenitores no necesitan en realidad conocer cuál será el resultado final: apenas quieren saber qué diferencia pueden aportar. ¿En qué medida la personalidad y habilidades de su hija recién nacida están ya predeterminadas? ¿Qué porción queda aún disponible? ¿Qué ingredientes pueden añadir y qué tácticas deben evitar? 23 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 23 8/7/11 12:51:07 La confusa mezcla de esperanza, expectativas y responsabilidades ha empezado... Tony Soprano: Y pensar que soy el causante de ello. Dra. Melfi: ¿Cómo que usted es el causante? Tony Soprano: Está en su sangre. Esta maldita existencia miserable. Mis malditos genes, pútridos, asquerosos, han infectado el alma de mi niño. Ese ha sido mi regalo para mi hijo. Los genes pueden ser un asunto aterrador si no se los entiende. En The Bell Curve, el libro que en 1994 se convirtió en un superventas, el psicólogo Richard Herrnstein y el politólogo Charles Murray advertían de que estábamos viviendo en un mundo cada vez más estratificado en el que una «élite cognitiva» (aquellos con los mejores genes) se encontraba más y más aislada de otros con material genético o cognitivo peor; «segregación genética» lo llamaron. Su mensaje no se prestaba a confusiones: La ironía es que en la medida en que Estados Unidos iguala las circunstancias [ambientales] de la vida de las personas, las diferencias de inteligencia restantes son cada vez más producto de las diferencias genéticas... En resumen, el éxito y el fracaso en la economía estadounidense, y todo lo que ello conlleva, son de forma creciente consecuencia de los genes que los individuos heredan. Una conclusión descarnada y aterradora y, por suerte, bastante errada. Los autores básicamente habían malinterpretado una gran cantidad de estudios y estaban convencidos de que aproximadamente el 60 por ciento de la inteligencia de cada individuo proviene de forma directa de sus genes. Pero los genes no funcionan así. «No hay factores genéticos que puedan estudiarse con independencia del entorno», explica Michael Meaney de la Universidad de McGill, uno de los mayores expertos mundiales en genes y desarrollo. «Y no existen factores ambientales que funcionen independientemente del genoma. [Un rasgo] emerge solo de la interacción entre el gen y el entorno.» Aunque Herrnstein y Murray suscribían una agenda ideológica particular, su análisis parece también haberse visto las24 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 24 8/7/11 12:51:08 trado por un error común acerca del funcionamiento de los genes. Todos hemos aprendido que heredamos ciertas características complejas —como la inteligencia— directamente del ADN de nuestros progenitores, del mismo modo en que heredamos ciertos rasgos más simples como el color de los ojos. Y los medios de comunicación están continuamente reforzando esta creencia. Para muestra, un botón. He aquí cómo el diario USA Today explicó hace poco la herencia: Piense en su composición genética como la mano de cartas que recibió en el momento de su concepción. Con cada nueva concepción en la familia, el mazo vuelve a barajarse y se reparte una nueva mano. Eso explica en parte por qué el pequeño Bobby duerme toda la noche como un bebé, siempre se porta bien y parece encantado con las matemáticas, mientras que su hermano Billy tiene cólicos, nunca presta atención y es el jefe de la pandilla desde la guardería. Los genes dictan, los genes mandan, los genes determinan. Durante más de un siglo, esta ha sido la explicación comúnmente aceptada de cómo nos convertimos en lo que somos. En sus famosos experimentos con guisantes de las décadas de 1850 y 1860, Gregor Mendel demostró que rasgos básicos como la forma de las semillas y el color de las flores pasaban con fidelidad de una generación a la siguiente a través de «factores hereditarios» dominantes y recesivos (Mendel escribía antes de que fuera introducido el concepto «gen»). Después de ocho años y veintiocho mil plantas, Mendel había demostrado la existencia de los genes y parecía haber demostrado que los genes determinan por sí solos la esencia de lo que somos. Tal fue la interpretación inequívoca de los genetistas de comienzos del siglo xx. Esa noción sigue vigente para muchos. «Los genes preparan el terreno», afirma USA Today. El entorno tiene un impacto en todos los aspectos de nuestras vidas, no cabe duda, pero primero están los genes; son ellos los que establecen los límites específicos, máximos y mínimos, de las habilidades potenciales de cada individuo. ¿De dónde sacó tu hermano esa sorprendente voz para el canto? ¿Cómo llegaste a ser tan alta? ¿Por qué no puedo bailar? ¿Por qué es tan rápida con los números? 25 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 25 8/7/11 12:51:08 «Está en los genes», decimos. Y eso era también lo que los autores de The Bell Curve pensaban. Ninguno de ellos advirtió que a lo largo de las últimas dos décadas las ideas de Mendel han sido objeto de una actualización completa, al punto de que un importante grupo de científicos sostiene que es necesario hacer borrón y cuenta nueva, y definir una forma completamente nueva de entender los genes. Esta nueva vanguardia está formada por un conjunto de genetistas, neurocientíficos, psicólogos cognitivos y otros especialistas, algunos de los cuales se autodenominan teóricos de los sistemas de desarrollo. Yo los llamo interaccionistas debido a que hacen hincapié en la interacción dinámica entre los genes y el ambiente. No todas las ideas de los interaccionistas han sido aceptadas plenamente aún, y ellos mismos reconocen con franqueza su actual esfuerzo por articular todas las implicaciones de sus hallazgos. Pero parece muy claro ya que esas implicaciones tienen un enorme alcance y suponen un cambio de paradigma. Para entender el interaccionismo, primero debemos olvidar todo lo que creíamos saber acerca de la herencia. «La concepción popular del gen como un agente causal simple no es válida», declaran las genetistas Eva Jablonka y Marion Lamb. «Los genes no pueden ser considerados como unidades autónomas, como segmentos específicos de ADN que siempre producen el mismo efecto. El que un segmento concreto de ADN produzca o no algo, qué produce, dónde y cuándo lo produce puede depender tanto de otras secuencias de ADN como del ambiente.» Aunque Mendel no pudo detectarlo con sus híbridos de guisante perfectamente calibrados, los genes no son como los actores robot que dicen siempre las mismas líneas exactamente de la misma manera. Resulta que los genes interactúan con su entorno y pueden decir cosas diferentes según con quien estén hablando. Esto destruye por completo la inveterada metáfora de los genes como elementos provistos de elaboradas instrucciones predefinidas para el color de los ojos, el tamaño de los pulgares, la agilidad matemática, la sensibilidad musical, etc. Ahora podemos contar con una metáfora más apropiada. En lugar de 26 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 26 8/7/11 12:51:08 ser elementos terminados, los genes (los veintidós mil existentes en el genoma humano)* son más parecidos a interruptores y botones de volumen. Imagine una consola de control enorme en el interior de cada célula de su cuerpo. Otro gen o cualquier mínimo estímulo procedente del entorno puede encender o apagar, o subir o bajar, muchos de esos botones e interruptores. Y este encendido y apagado se produce constantemente. Empieza desde el momento en que somos concebidos y no se detiene hasta que lanzamos nuestro último aliento. En lugar de darnos instrucciones inmodificables sobre cómo ha de expresarse un rasgo, este proceso de interacción entre los genes y el entorno crea un recorrido de desarrollo único para cada individuo concreto. * Los cálculos sobre el número real de genes varían. 27 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 27 8/7/11 12:51:08 Para abreviar, los nuevos interaccionistas llaman «G×E» a este proceso, fundamental para la comprensión actual de toda la genética. Reconocer la interacción G×E significa que ahora entendemos que los genes tienen una influencia poderosa en la formación de todos los rasgos, desde el color de los ojos hasta la inteligencia, pero que rara vez determinan de forma precisa cómo serán esos rasgos. Desde el momento de la concepción, los genes responden de forma constante a una amplia gama de estímulos internos y externos (nutrientes, hormonas, información sensorial, actividad física e intelectual y otros genes) e interactúan con ellos para producir una máquina humana única, a medida de las circunstancias únicas de cada persona. Los genes importan y las diferencias genéticas tendrán como resultado diferencias de rasgos, pero en última instancia cada uno de nosotros es un sistema dinámico, una criatura en desarrollo. Este nuevo modelo dinámico G×E (genes multiplicados por entorno) es muy diferente del antiguo modelo estático de G+E (genes más entorno). De acuerdo con el antiguo paradigma, lo primero eran los genes, que eran los encargados de preparar el terreno o de darnos a cada uno nuestra primera mano de cartas, y solo después podíamos añadir las influencias ambientales. El nuevo modelo empieza con la interacción. No hay cimientos genéticos establecidos antes de que el entorno entre en acción; en lugar de ello, los genes se expresan en estricto acuerdo con su entorno. Todo lo que somos, desde el primer momento de la concepción, es el resultado de este proceso. No heredamos rasgos directamente de nuestros genes. Por el contrario, desarrollamos rasgos a través del proceso dinámico que es la interacción entre los genes y el entorno. En el concepto G×E, las diferencias genéticas siguen teniendo una importancia enorme. Pero, por sí solas, no determinan quiénes somos. De hecho, ni siquiera heredamos nuestros ojos azules o marrones de los genes de nuestros progenitores. No de forma directa. Debido a nuestro completo adoctrinamiento en la genética mendeliana, esto puede sonar disparatado en un primer momento. Pero la realidad ha resultado ser bastante más com28 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 28 8/7/11 12:51:08 pleja, incluso en el caso de los guisantes. Muchos científicos han entendido esta verdad mucho más compleja durante años, pero han tenido dificultades para explicarla a la sociedad en general. De hecho, resulta bastante más difícil de explicar que el simple determinismo genético. * * * Para entender los genes de forma más completa, necesitamos primero volver a dar un paso atrás y explicar qué es lo que realmente hacen: Los genes dirigen la producción de las proteínas. Cada una de nuestras células contiene una doble cadena de ADN completa, que a su vez contiene miles de genes individuales. Cada gen pone en marcha el proceso de ensamblar los aminoácidos para formar las proteínas. Las proteínas son macromoléculas especializadas que contribuyen a crear las células, transportar elementos vitales y poner en marcha las reacciones químicas necesarias. Hay muchos tipos diferentes de proteínas y son ellas las que nos proporcionan los elementos fundamentales de todo en nuestros cuerpos, desde la fibra muscular hasta el colágeno de los globos oculares, pasando por la hemoglobina. Somos, todos y cada uno, la suma de nuestras proteínas. Los genes contienen las instrucciones para la producción de esas proteínas y dirigen el proceso de su elaboración (diagrama A). Pero... los genes no son los únicos que influyen en el proceso de producción de las proteínas. Resulta que las mismas instrucciones genéticas están influenciadas por otros factores. Los genes están activándose y desactivándose de forma constante en respuesta a los estímulos ambientales, la nutrición, las hormonas, los impulsos nerviosos y otros genes (diagrama B). Esto explica cómo es que cada célula de nuestro cerebro, nuestro pelo o nuestro corazón contiene todo nuestro ADN y, no obstante, realiza una función muy especializada. Asimismo explica cómo una diversidad genética mínima puede tener implicaciones amplísimas: los seres humanos somos distintos los unos de los otros no solo debido a nuestras relativamente esca29 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 29 8/7/11 12:51:08 Membrana citoplásmica Núcleo Diagrama A Pared celular ADN Nueva proteína copia de ARN Aminoácidos Membrana citoplásmica Núcleo Diagrama B ADN Pared celular Hormona Nueva proteína copia de ARN Aminoácidos 30 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 30 8/7/11 12:51:08 sas diferencias genéticas, sino también porque cada momento de nuestras vidas influye de forma activa en la expresión de nuestros genes. Patrick Bateson, biólogo de la Universidad de Cambridge, propone que imaginemos la interacción G×E como un concurso de preparación de pasteles. Un centenar de cocineros puede empezar con casi los mismos ingredientes y, no obstante, producir pasteles muy distintos entre sí. Aunque la existencia de ligeras diferencias entre los ingredientes iniciales garantiza que habrá diferencias entre los pasteles finales, no determina cuáles serán esas diferencias. Las diferencias entre los productos definitivos surgen del proceso. «El desarrollo es química», dice Bateson, «y el producto final no puede simplemente reducirse a sus ingredientes». De forma similar, la mera presencia de cierto gen no se traduce de forma automática en la producción de un tipo o cantidad específica de proteínas. Para poder empezar a producir proteínas cada gen tiene antes que ser activado (encenderse o «expresarse»). Además, los genetistas han descubierto recientemente que algunos genes (todavía no sabemos cuántos) son versátiles. En algunos casos, exactamente el mismo gen puede producir proteínas diferentes dependiendo de cómo y cuándo se active. Todo esto significa que, por sí solos, la mayoría de los genes no pueden dar lugar directamente a la aparición de rasgos específicos. Los genes participan de manera activa en el proceso de desarrollo y están diseñados para ser flexibles. Cualquiera que pretenda describirlos como manuales de instrucciones pasivos en realidad está minimizando la belleza y poder del diseño genético. Y entonces, ¿por qué tengo los ojos marrones como mi madre y el pelo rojo como mi padre? En términos prácticos, existen muchos rasgos físicos elementales como el color de los ojos, el pelo y la piel en los que el proceso es casi mendeliano: ciertos genes producen resultados predecibles la mayor parte de las veces. Pero las apariencias pueden ser engañosas; un simple resultado cuasi mendeliano no implica que no haya existido interacción entre los 31 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 31 8/7/11 12:51:08 genes y el entorno. «Incluso en el caso del color de los ojos», dice Patrick Bateson, «la idea de que el gen relevante es la [única] causa es equivocada, pues [no tiene en cuenta] todos los demás componentes genéticos y ambientales». De hecho, Victor McKusick, el genetista del Hospital Johns Hopkins al que por lo general se considera el padre de la genética clínica, nos recuerda que en ciertos casos «dos progenitores de ojos azules pueden tener hijos con los ojos marrones». Los genes recesivos no pueden explicar un suceso semejante; la interacción entre los genes y el entorno sí. Cuando se trata de rasgos más complejos como la coordinación motora, la personalidad y la inteligencia verbal, la interacción entre los genes y el entorno inevitablemente aleja el proceso todavía más de las sencillas pautas de la genética mendeliana. ¿Qué pasa con las mutaciones genéticas específicas que de forma predecible inducen la aparición de trastornos hereditarios como la enfermedad de Huntington? Las enfermedades causadas por genes concretos sí existen, y constituyen aproximadamente el 5 por ciento del total de enfermedades que afectan a la población de los países desarrollados. Pero es importante que esos trastornos no nos lleven a hacernos una idea equivocada acerca del funcionamiento de los genes saludables. «Un cable desconectado puede hacer que un coche no funcione», explica Patrick Bateson. «Pero eso no significa que el cable, por sí solo, sea el responsable del movimiento del coche.» De forma similar, el que un defecto genético cause una serie de problemas no significa que la versión normal del gen en cuestión sea el único elemento responsable del funcionamiento normal. Ayudar a la sociedad a entender la interacción entre los genes y el entorno es una tarea particularmente difícil debido a su enorme complejidad. Nunca tendrá el mismo aire de sencillez que tenía nuestra vieja (y equivocada) comprensión de los genes. Así las cosas, es una suerte que los interaccionistas cuenten con Patrick Bateson en sus filas. Ex secretario de la rama biológica de la Royal Society de Londres y uno de los principales divulgadores mundiales en temas de herencia, Bateson también transmite un poderoso mensaje simbólico con 32 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 32 8/7/11 12:51:08 su apellido. Fue William Bateson, el famoso primo de su abuelo, quien hace un siglo acuñó la palabra «genética» y contribuyó a popularizar el concepto original —más simple que el actual— de los genes como paquetes de información autónomos capaces de inducir la aparición de rasgos de forma directa. Ahora, la tercera generación Bateson está ayudando de forma significativa a actualizar la comprensión que la sociedad tiene de los genes y de su funcionamiento. «Los genes almacenan información que codifica las secuencias de aminoácidos que constituyen las proteínas», explica Bateson. «Eso es todo. No codifican partes del sistema nervioso y sin duda no codifican pautas de comportamiento específicas.» Su argumento es que los genes están alejados varios pasos del proceso de formación de rasgos. Si alguien es asesinado con un revólver Smith & Wesson, nadie acusará de su muerte al operario del alto horno en que el mineral de hierro se transformó en arrabio (material que posteriormente se transformaría en acero y que más tarde se vertería en distintos moldes para crear las partes con las que luego se ensamblaría el revólver Smith & Wesson usado en el crimen). De forma similar, ningún gen tiene la autoría explícita de una buena o mala visión, unas piernas largas o cortas, o una personalidad afable o complicada, aunque, por supuesto, los genes desempeñan un papel crucial a lo largo de todo el proceso. La información que transmiten es traducida por otros elementos de la célula y está influida por una amplia variedad de señales procedentes del exterior de la célula. Se forman entonces ciertos tipos de proteínas, que se convertirán en otras células y tejidos, y que —en última instancia— nos harán ser lo que somos. La distancia de pasos entre el gen y el rasgo dependerá de la complejidad del rasgo. Cuanto más complejo sea el rasgo, más alejada estará su formación directa de cualquier gen concreto. Este proceso continúa a lo largo de toda nuestra vida. La estatura puede ayudarnos a comprender estupendamente la dinámica gen-entorno. La mayoría de las personas piensa que la altura está más o menos directamente determinada por la genética. La realidad es muchísimo más interesante. 33 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 33 8/7/11 12:51:08 Uno de los primeros y más sorprendentes indicios de la nueva forma de entender el desarrollo como un proceso dinámico se conoció en 1957 cuando William Walter Greulich, investigador de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, midió la estatura de los niños japoneses criados en California y la comparó con la estatura de los niños japoneses criados en Japón durante el mismo período de tiempo. Los niños criados en California, que tenían acceso a una nutrición y atención médica significativamente mejores, crecieron para ser de media casi trece centímetros más altos que los niños criados en Japón. El mismo acervo genético en un entorno diferente producía estaturas radicalmente distintas. Greulich no se dio cuenta de esto en su momento, pero su hallazgo constituye una ilustración perfecta de cómo funcionan en verdad los genes: no dando lugar de manera directa a la aparición de ninguna forma o figura determinadas, sino interactuando de manera enérgica con el mundo exterior para producir un resultado único, improvisado. Resulta que una amplia variedad de factores ambientales influyen en la expresión genética de la estatura: el sarampión o un único episodio de diarrea, por ejemplo, o deficiencias en cualquiera de una docena de nutrientes. En las culturas occidentales del siglo xxi, solemos dar por sentado que existe una tendencia evolutiva natural que hace que la talla aumente con cada generación, pero lo cierto es que la estatura humana ha fluctuado de forma espectacular a lo largo de los tiempos como respuesta específica tanto a cambios en la dieta y el clima como a las enfermedades. Y lo que es más sorprendente todavía: los expertos en el estudio de la estatura han concluido que desde un punto de vista biológico muy pocos grupos étnicos están de verdad destinados a ser más altos o más bajos que otros grupos. Aunque esta regla tiene algunas excepciones, «por lo general», resume Burkhard Bilger en The New Yorker, «cualquier población podría ser tan alta como cualquier otra ... Los mexicanos deberían ser altos y esbeltos. No obstante, su desarrollo se ve mermado con tanta frecuencia por las enfermedades y una dieta pobre que damos por sentado que son bajos de nacimiento». Bajos de nacimiento. Una inteligencia innata. Nació para crear música, para jugar al baloncesto... Se trata de una suposición ten34 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 34 8/7/11 12:51:08 tadora, que todos hemos hecho alguna vez. Pero cuando echamos un vistazo por detrás del telón genético, con mucha frecuencia resulta no ser válida. Otro ejemplo asombroso de la interacción dinámica entre los genes y el entorno llegó, por casualidad, apenas un año después del estudio de Greulich sobre la talla de los japoneses. En el invierno de 1958, Rod Cooper y John Zubek, dos jóvenes psicólogos de la Universidad de Manitoba, concibieron lo que según pensaron sería un clásico experimento sobre la inteligencia de las ratas basado en la oposición entre naturaleza y crianza, o entre rasgos innatos y rasgos adquiridos. Empezaron con ratas recién nacidas pertenecientes a dos cepas genéticas diferentes: ratas «listas», descendientes de ratas que a lo largo de muchas generaciones habían tenido buenos resultados de forma sistemática en pruebas con laberintos, y ratas «tontas», que habían tenido malos resultados de forma sistemática en esos mismos laberintos, en los que cometían como media un 40 por ciento más de errores. A continuación, los investigadores criaron a cada una de estas dos cepas de ratas en tres condiciones de vida muy diferentes: Entorno enriquecido: con paredes pintadas con dibujos brillantes y coloridos, y muchos juguetes o elementos de estimulación: rampas, espejos, columpios, toboganes, campanas, etc. Entorno normal: con paredes normales y corrientes y una cantidad moderada de juguetes de estimulación y ejercicio. Entorno restringido: básicamente pocilgas para ratas con nada más que una caja para la comida y un cazo para el agua; sin juguetes ni ninguna otra cosa que pudiera estimular sus cuerpos o sus mentes. En términos muy genéricos, parecía bastante fácil predecir el resultado: cada cepa de rata sería un poco más lista cuando se la criara en el entorno enriquecido y un poco más tonta cuando se la criara en el entorno restringido. Los investigadores esperaban obtener un gráfico que fuera aproximadamente así: 35 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 35 8/7/11 12:51:08 180 RESULTADOS PREVISTOS Número de errores 170 Ratas tontas 160 150 140 130 120 110 Ratas listas Enriquecido Normal Entornos Restringido Sin embargo, los resultados finales fueron así: 180 RESULTADOS REALES Número de errores 170 A 160 150 Ratas tontas Ratas listas 140 130 120 110 B Enriquecido Normal Entornos Restringido Los datos finales eran escandalosos. En condiciones normales, las ratas listas habían superado sistemáticamente a las ratas tontas en el laberinto. Pero en los dos entornos extremos, su rendimiento había sido prácticamente el mismo. Las ratas listas criadas en el entorno restringido habían cometido casi exactamente el mismo número de errores que las ratas tontas criadas en el entorno restringido (punto A del gráfico). En otras palabras, cuando se las criaba en un entorno empobrecido, todas las ratas parecían igual de tontas. Sus diferencias «genéticas» se esfumaban. Lo mismo ocurrió con el entorno enriquecido. Aquí, las 36 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 36 8/7/11 12:51:09 ratas brillantes también cometían casi la misma cantidad de errores que las ratas tontas (punto B del gráfico, la diferencia fue considerada no significativa desde el punto de vista estadístico). Criadas en un entorno estimulante, todas las ratas parecían ser igual de inteligentes. De nuevo, sus diferencias «genéticas» se esfumaban. En su momento, Cooper y Zubek no supieron cómo interpretar su hallazgo. Lo cierto era que esas diferencias «genéticas» originales en realidad nunca habían sido puramente genéticas. En lugar de ello, eran una función de la interacción G×E de cada cepa dentro de su entorno original. Ahora, al desarrollarse en entornos diferentes, cada cepa producía resultados muy distintos. Y en el caso tanto del entorno enriquecido como del entorno restringido, las diferentes cepas genéticas se revelaban muchísimo más parecidas de lo que se había supuesto previamente. En las décadas siguientes, el estudio de Cooper y Zubek se convirtió en «un ejemplo clásico de la interacción entre los genes y el entorno», en opinión de Gerald McClearn, experto en genética del desarrollo de la Universidad Estatal de Pensilvania. Muchos otros científicos coinciden con él. Durante ese mismo período, surgieron centenares de ejemplos que, de forma gradual, obligaron a una reconsideración general del mecanismo a través del cual funcionan los genes. Casi con incredulidad, los biólogos observaron que • la temperatura alrededor de los huevos de las tortugas y los cocodrilos determina el sexo de las crías; • los saltamontes jóvenes de piel amarilla se convierten permanentemente en saltamontes de piel negra para camuflarse si a cierta edad se los expone a un entorno ennegrecido (por ejemplo, pasto quemado); • las langostas que viven en entornos superpoblados desarrollan una musculatura muchísimo mayor (adecuada para la migración) que las langostas que viven en condiciones de hacinamiento menor. En estos y en muchos otros casos, el entorno A parecía producir un tipo de criatura mientras que el entorno B produ37 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 37 8/7/11 12:51:09 cía otra criatura diferente. Este nivel de modificación de rasgos resultaba sencillamente imposible de comprender desde la vieja idea de G+E según la cual los genes determinaban de forma directa los rasgos. Los nuevos hallazgos exigían una explicación completamente nueva de cómo funcionan los genes. En 1972, el biólogo de la Universidad de Harvard Richard Lewontin ofreció una clarificación crucial que ayudó a sus colegas a entender la interacción G×E. El antiguo concepto, basado en la distinción entre naturaleza y cultura, proponía una secuencia aditiva de un solo sentido como la siguiente: Genes — > proteínas — > células — > rasgos Entorno Los genes inducen la producción de proteínas que, a su vez, guían las funciones de las células que, a su vez, conforman los rasgos (con algún aporte del mundo exterior). La nueva concepción G×E proponía un proceso mucho más dinámico, en el que cada elemento participante influye en todos los demás a todos los niveles: Genes proteínas — > células — > rasgos Entorno Los genes, las proteínas y las señales del entorno (lo que incluye el comportamiento y las emociones humanas) interactúan de forma constante entre sí y este proceso de interacción influye en la producción de las proteínas que determinan las funciones de las células, las cuales conforman los rasgos. Adviértase que en la segunda secuencia las flechas que indican la influencia van en ambas direcciones. «Los biólogos han terminado comprendiendo que si se modifican los genes o el entorno, el comportamiento resultante puede ser radicalmente diferente», explica el especialista en ecología evolutiva de la Universidad de la Ciudad de Nueva York Massimo Pigliucci. 38 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 38 8/7/11 12:51:09 «La cuestión, por tanto, no es repartir las causas entre naturaleza y cultura, sino [examinar] la forma en que los genes y los entornos interactúan de manera dialéctica para dar lugar a la morfología y el comportamiento de un organismo.» Por tanto, la gran ironía de nuestros interminables esfuerzos para distinguir entre naturaleza y cultura, para diferenciar lo innato de lo adquirido, es que en lugar de ello lo que necesitamos hacer es exactamente lo opuesto: intentar entender de manera precisa cómo lo innato y lo adquirido interactúan. Lo que determina la función de cada célula (y las características del organismo) es precisamente qué genes se activan, cuándo, con qué frecuencia y en qué orden. «En cada caso», explica Patrick Bateson, «el animal individual comienza su vida con la capacidad de desarrollarse en cierto número de formas claramente diferentes. Como una gramola, el individuo tiene el potencial de tocar cierto número de canciones de desarrollo diferentes. Pero durante el transcurso de su vida tocará solo una canción. La canción concreta de desarrollo que toque es seleccionada por [el entorno] en el que el individuo crece». Por ende, desde el primer momento de la concepción nuestro temperamento, nuestra inteligencia y nuestro talento están sometidos al proceso de desarrollo. Por sí solos, los genes no nos hacen listos o tontos, caraduras o corteses, depresivos o alegres, no nos dan aptitudes para la música o nos privan de oído para ella, no determinan si seremos atléticos o torpes, si tendremos talento literario o seremos individuos poco curiosos. Esas características provienen de una interacción compleja dentro de un sistema dinámico. Todos los días, en todo sentido, estamos contribuyendo a determinar qué genes se activan. Nuestra vida interactúa con nuestros genes. El modelo dinámico de G×E desempeña un papel clave en todo: nuestro estado de ánimo, nuestro carácter, nuestra salud, nuestro estilo de vida, nuestra vida social y laboral. Es la forma en que pensamos, lo que comemos, con quién nos casamos, cómo dormimos. La oposición entre lo innato y lo adquirido, o entre naturaleza y cultura, sonaba bien hace un siglo, pero hoy carece de sentido, pues no hay en realidad efectos separados. Los genes y el entorno son tan inseparables e inextricables 39 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 39 8/7/11 12:51:09 como las letras de una palabra o las partes de un coche. No podemos abrazar ni entender el nuevo mundo del talento y la inteligencia sin integrar primero esta idea en nuestro lenguaje y nuestro pensamiento. Necesitamos reemplazar la oposición entre naturaleza y crianza por la idea de «desarrollo dinámico». ¿Cómo fue que Tiger Woods terminó teniendo el golpe más fiable y la salida más competitiva de la historia del golf? Desarrollo dinámico. ¿Cómo fue que Leonardo da Vinci consiguió convertirse en un artista, ingeniero, inventor, anatomista y botánico sin parangón? Desarrollo dinámico. ¿Cómo fue que Richard Feynman pasó de ser un chico con apenas un buen coeficiente intelectual a ser uno de los pensadores más importantes del siglo xx? Desarrollo dinámico. El desarrollo dinámico es el nuevo paradigma para explicar el talento, el estilo de vida y el bienestar. Nos dice cómo los genes influyen en todo pero, al mismo tiempo, determinan en realidad muy poco. Nos obliga a repensarlo todo acerca de nosotros, de dónde venimos y adónde podemos llegar. Nos promete que aunque nunca tendremos un verdadero control sobre nuestras vidas, sí tenemos un poder enorme para incidir en ellas. El desarrollo dinámico explica por qué la biología humana es una gramola con muchas canciones potenciales: no una serie específica de instrucciones predeterminadas para cierto tipo específico de vida, sino una capacidad predeterminada para diversas vidas posibles. Nadie está condenado genéticamente a la mediocridad. El desarrollo dinámico fue una de las grandes ideas del siglo xx, y sigue siéndolo. Una vez nuestros novísimos progenitores, que habíamos dejado en el Hospital Universitario, entiendan las implicaciones que tiene para su hija recién nacida, el desarrollo dinámico influirá en su forma de vivir, de criar e incluso de votar. 40 003-EL GENIO QUE TODOS Fi 0 40 8/7/11 12:51:09 El genio que todos llevamos dentro David Shenk No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor. La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Art. 270 y siguientes del Código Penal) Título original: The Genius in All of Us © del diseño de la portada, mot_studio © de la imagen de la portada, mot_studio © David Shenk, 2010 © de la traducción, Luis Alfonso Noriega Hederich, 2011 © Editorial Planeta, S. A., 2011 Editorial Ariel es un sello editorial de Planeta, S. A. Av. Diagonal, 662-664, 08034 Barcelona (España) www.planetadelibros.com Primera edición en libro electrónico (PDF): septiembre de 2011 ISBN: 978-84-344-7007-1 (PDF) Conversión a libro electrónico: Newcomlab, S. L. L. www.newcomlab.com