ABRAHAM MASLOW: TEORIA MOTIVACIONAL DE UN

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ABRAHAM MASLOW: TEORIA MOTIVACIONAL DE UN PSICOLOGO HUMANISTA
Rafael Castellano
Abraham Maslow
Existen pocos autores tan citados y, al mismo
tiempo, tan insuficientemente analizados
como Abraham Maslow. Su extendida fama
está directamente asociada con la masiva
aplicación de su teoría de la motivación en
el campo de la educación y en el mundo de
las organizaciones, (ilustrada por medio del
dispositivo de la “jerarquía de
necesidades”). Sin embargo –
sorprendentemente- no es mucha la gente
(entre quienes aplican o utilizan de algún
modo ese dispositivo o constructo) que
comprende los fundamentos y supuestos
filosóficos y antropológicos que están detrás
de su teoría motivacional.
El objetivo de este artículo es ahondar
brevemente en esos fundamentos, refrescar
y profundizar la lógica de la “jerarquía de
necesidades” y ofrecer una crítica actual de
las propuestas de este autor.
Hacia fines de la década de 1940 Maslow
había decidido que su principal área de
interés – dentro del campo de la psicologíasería investigar sobre la motivación de la
conducta humana y, en este terreno,
predominaban por entonces el psicoanálisis
freudiano y el conductismo de Skinner.
Los psicólogos humanistas (Gordon Allport,
Erich Fromm, Rollo May, Carl Rogers y el
propio Maslow) se presentaron como una
alternativa diferente (más optimista acerca
de la naturaleza humana) que las encarnadas
por Freud y por el conductismo. Para
conocer mejor a Maslow, creo que es
importante comenzar por recordar de qué
perspectivas intentó diferenciarse. A Maslow
le interesaba investigar la naturaleza y la
dinámica de la energía que motoriza la
conducta humana. Freud - desde el
psicoanálisis- y Skinner –desde el
conductismo- ya habían propuesto sendos
marcos teóricos y experimentales para
explicar esa cuestión. Maslow intrentó
diferenciarse de esas dos tradiciones. Para
llegar a Maslow repasaremos brevemente,
entonces, lo que Freud y el conductismo
sostenían.
Sigmund Freud
1) FUNDAMENTOS FILOSÓFICOS Y
ANTROPOLÓGICOS
A) AMBIENTE Y EPOCA QUE
ENMARCAN LA OBRA DE MASLOW
Rafael Castellano
Freud concibió la personalidad como una
totalidad dinámica organizada de acuerdo
con tres grandes sistemas o instancias que,
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en mutua interacción permitían explicar la
vida psíquica. Ello, Yo y Superyó,
influyéndose y condicionándose, estructuran
el psiquismo. El Ello (nombre impersonal que
Freud toma de Groddeck) es la parte más
primitiva de nuestro psiquismo y se refiere a
las funciones y fenómenos psíquicos
originados por nuestras necesidades
orgánicas. Dice Freud:
“Ha de sernos muy provechoso (…) seguir la invitación
de Groddeck, el cual afirma siempre que aquello que
llamamos nuestro Yo se conduce en la vida
pasivamente y que en vez de vivir somos vividos por
poderes ignotos e invencibles (…) Propongo dar el
nombre de Yo al ente que emana del sistema psíquico
y es primero preconsciente, y el de Ello –según lo hace
Groddeck- a lo psíquico restante –inconsciente- en lo
que dicho Yo se continúa.” (1)
El Ello es la fuente de impulsos que se nos
imponen y de los que no experimentamos la
vivencia de ser sus autores. Solo sentimos la
demanda de movernos hacia aquello que
calmará la urgencia interior produciendo el
placer de la satisfacción. Este mundo interior
de impulsos ciegos que no implican otra
meta inmediata que el placer, es el mundo
del Ello: un conjunto de impulsos y
tendencias instintivas (*)
_____
(*) En psicología se entiende por “instinto” una tendencia
innata de orden sensible, ciega y específica a la posesión o al
rechazo de objetos que, percibidos por los órganos de los
sentidos, aparecen como convenientes o no en función de la
resolución afectiva de agrado o desagrado que despiertan en
el individuo. En psicoanálisis, en cambio, instinto es la fuerza
o energía que origina los impulsos a la satisfacción causados
por las necesidades biológicas del organismo. Freud no usó,
en rigor, la palabra “instinto” sino la palabra alemana “triebb”
que expresa la idea de fuerza, tendencia, pulsión. Así, en
cuanto el instinto es un impulso, debe ser entendido como
representante psíquico de una excitación somática.
Rafael Castellano
Este mundo interior de impulsos ciegos, que
no implican otra meta inmediata que el
placer, es el mundo del Ello: un conjunto de
impulsos y tendencias “instintivos”. La
actividad del Ello está sometida a una ley: el
principio del placer (la descarga de la tensión
psíquica) Los procesos del Ello son
inconscientes y solo tenemos conciencia de
ellos indirectamente en cuanto se forman
representaciones mentales. En síntesis: los
impulsos del Ello se satisfacen o bien
mediante la acción, o bien por medio de la
representación mental de objetos capaces de
procurarle placer. De lo contrario,
insatisfechos, quedan sujetos a la
“represión”. Así, capaz de obtener placer
gracias a unas representaciones mentales, el
Ello no necesita de la realidad ni tiene
contacto con ella. El Ello es incapaz –así- de
aprender. Su falta de contacto con la
realidad lo priva de experiencias de
aprendizaje. El Ello, además, no conoce la
moralidad: su único criterio de
discernimiento es el placer o displacer. Dice
Freud:
“El núcleo de nuestra esencia está formado por el
oscuro Ello (…) En él actúan los instintos orgánicos
formados, a su vez, por la fusión (…) de dos fuerzas
primordiales: Eros y Tanatos (destrucción) Más la
satisfacción instintual inmediata e inescrupulosa, tal
como la exige el Ello llevaría a peligrosos conflictos con
el mundo exterior y a la destrucción del individuo”. (2)
El Yo, por su parte, nos aparece como el
“agente” responsable de la experiencia
cognoscitiva del querer. Se nos muestra
abierto, en comunicación con dos mundos
diferentes: nuestro mundo interior y el
mundo exterior de la realidad. Esta
comunicación se logra porque el Yo percibe,
es capaz de captar cognoscitivamente tanto
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nuestros propios fenómenos internos como
los objetos reales del mundo. Mediante la
percepción el Yo forma las representaciones
mentales de los objetos con los que entra en
contacto y guarda tales representaciones
mentales, las que puede evocar por medio
de la memoria. Cuando hablamos de
representaciones mentales que “aparecen”
ante el Yo, hablamos de “fenómenos
psíquicos conscientes” pero también de
“fenómenos psíquicos latentes” a la
conciencia que reciben el calificativo de preconscientes. A diferencia del Ello el Yo tiene,
entonces, contenidos conscientes.
El hecho de que no solo perciba sino que
también recuerde, implica –contrastando
con el Ello- que el Yo vive en el tiempo.
Distingue entre pasado y presente y proyecta
el futuro. La percepción de la realidad y el
recuerdo sugieren que el Yo aprende,
evoluciona, madura. El Ello es eternamente
infantil. El Yo es además agente ejecutor ya
que no solo forma representaciones
mentales de los objetos que pueden servir al
Ello para sus procesos primarios de
realización de deseos, sino que también
puede procurarse los objetos mismos.
El Yo está sujeto a la realidad al punto que
esta se le impone condicionando y rigiendo
se actividad de manera semejante a como el
placer condiciona y rige la actividad del Ello.
Y así como la actividad del Ello es eficaz en
cuanto obedece a la orientación impuesta
por el principio del placer, así es eficaz la
actividad del Yo en cuanto este se sujeta a la
orientación que le impone la realidad misma.
Por esta razón decimos que el Yo está sujeto
al principio de la realidad. La realidad lo
condiciona y lo rige.
Rafael Castellano
En síntesis, Freud dice respecto al Yo:
El Yo gobierna la motilidad voluntaria. Su tarea
consiste en la autoconservación, y la realiza en doble
sentido. Frente al mundo exterior se percata de los
estímulos, acumula (en la memoria) experiencias sobre
los mismos, elude (por la fuga) los que son demasiado
intensos, enfrenta (por adaptación) los estímulos
moderados y, por fin, aprende a modificar el mundo
exterior, adecuándolo a su propia conveniencia
(actividad). Hacia el interior, frente al Ello, conquista el
dominio sobre las exigencias de los instintos, decide si
han de tener acceso a la satisfacción, aplazándola hasta
oportunidades y circunstancias más favorables del
mundo exterior, o bien suprimiendo totalmente las
excitaciones instintivas. (3)
Sigmund Freud
Por otro lado, la realidad proporciona al Yo la
dimensión ética-cultural, con sus maneras de
ver, de interpretar, de juzgar, de valorar y
sobre todo de aprobar o desaprobar, de
premiar o castigar. Se crea así una nueva
instancia que llamamos Superyó que tiene
una doble función. El Superyó como
autoridad ética incorporada manda lo que
hay que hacer ofreciendo ideales que realizar
(el Yo Ideal), y establece censuras y
prohibiciones (castigando al Yo con
remordimientos y sentimientos de culpa por
sus desobediencias). Dice Freud:
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Esta nueva instancia psíquica continúa las funciones
que anteriormente desempeñaron las personas
correspondientes del mundo exterior: observa al Yo, le
imparte órdenes, lo corrige y lo amenaza con castigos,
tal como lo hicieron los padres, cuya plaza ha venido a
ocupar. A esta instancia la llamamos Superyó, y en sus
Dice Freud: La identificación es la forma primitiva de
enlace a un objeto. Siguiendo una dirección regresiva,
se convierte en sustitución de un enlace libidinoso a un
objeto en introyección del objeto en el Yo.
(5)
funciones judicativas la sentimos como conciencia. (4)
En resumen: para Freud la fuente de donde
proviene la energía psíquica es el Ello (en
forma de energía que apetece placer sexual,
o en forma de libido libremente móvil), pero
el Yo controla al Ello manteniendo el
contacto con la realidad exterior en bien de
la persona. Sin embargo el proceso
dinámico-económico de distribución, control
y gasto de energía no es simple. El Yo gasta
energía en sus propios procesos psicológicos
cuyo objetivo es, en primer lugar, satisfacer
las necesidades biológicas (los impulsos del
Ello), actuando al servicio de las elecciones o
“catexias objetales” del Ello. El Yo orienta la
libido y la transforma en libido objetal. La
catexia objetal del Ello concuerda y se
refuerza con la libido objetal que el Yo dirige
hacia el objeto satisfactorio. Por medio de un
progresivo aprendizaje el Yo va cargando sus
representaciones mentales de de tales
objetos satisfactorios apareciendo, así,
catexias del Yo, lo que genera un superávit
de energía que se orienta a descubrir nuevos
objetos hacia los cuales orientar su libido que
(aún cuando sigue condicionada por el
principio del placer) puede ser
desexualizada. Igual sigue siendo una fuerza
impulsora caracterizada por su movilidad y
capacidad de desplazamiento. El modo en
que el Yo invierte su libido se relaciona con
un proceso clave, denominado
“identificación”.
Rafael Castellano
Burrhus Frederic Skinner (6)
Skinner propuso un análisis funcional de la
conducta que relaciona variables
independientes ambientales con variables
dependientes conductuales. Sugiere que una
vez conocidas las relaciones funcionales se
puede predecir una conducta si se tienen
claras las variables controladoras (variables
de las cuales la conducta es función), y se
puede controlar una conducta si se
manipulan esas variables controladoras.
B.F. Skinner
Los estados hipotéticos internos
(motivación, deseos, sentimientos) no son
variables causales.
Las variables independientes pueden ser
temporalmente remotas (las contingencias a
las cuales estuvo expuesto el organismo en
su historia de aprendizaje). La conducta está
determinada; posee regularidades. Es
posible establecer leyes para predecirla y
controlarla.
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Skinner se oponía a la idea de libre albedrío
(que concibe la conducta como actos de un
agente libre y no determinado causalmente).
La idea de que el individuo está más allá de
factores controladores le parecía peligrosa y
afirmaba que la era necesario identificar los
factores controladores para ejercitar el
máximo control sobre la propia vida.
biología, por lo que su objeto de estudio es la
conducta de los organismos. Optar por la
mente –dice- no contribuye a la predicción y
el control de la conducta. Pero, siendo la
conducta algo funcional y contextuado, no
puede restringirse al organismo: debe
abarcar sus relaciones funcionales y no su
morfología.
Lo que controla la conducta no son ni
sentimientos ni estados observados
introspectivamente sino procesos y
estructuras mentales dentro del organismo.
Sin embargo se opone a quienes al explicar la
conducta se detienen en los “eventos
privados”. La cadena causal –sostiene- solo
se completa al llegar a las causas iniciadoras
en el ambiente. No existen causas
puramente mentales ni autonomía humana.
La regularidad de las conductas tiene que ver
con lo que llama “reforzamiento”
(consecuencias ambientales cuyos efectos se
detectan más tarde). La conducta es función
de sus consecuencias ambientales pasadas.
Los genes no determinan directamente la
conducta. Lo que se hereda es la
susceptibilidad hacia ciertas contingencias
ontogenéticas. Toda conducta es
condicionada por factores genéticos y
ambientales.
Considera importante tratar el tema de la
“privacidad” (fenomenología) abordándolo
desde la conducta en lugar de partir de la
experiencia inmediata. La conducta es, en
síntesis, un patrón modificado por la
exposición a contingencias de
reforzamiento durante la vida. Es el
resultado de esa historia de aprendizaje.
Pero esto no tiene que ver con un
almacenamiento de información de las
contingencias. Las contingencias de
reforzamiento cambian a la persona;
cambian el organismo pero no en un sentido
psíquico o cognitivo, sino mediante cambios
fisiológicos que dan lugar a nuevas
conductas. Las conductas pueden ser
“respondientes” (reflejos y conductas
aprendidas por ciertos condicionamientos o
estímulos) u “operantes” (conductas
llamadas voluntarias que operan
seleccionando consecuencias en el
ambiente). La “operante” explica el
propósito, significado o intención cuando
identifica sus variables controladoras.
Propósito, significado, intención, no son
propiedades de la conducta en sí misma sino
formas de referirse a variables controladoras
(potencialmente manipulables). Skinner no
niega la conciencia pero la limita a dos
significados: a) capacidad de responder ante
ciertos estímulos; b) capacidad de conducta
auto- descriptiva.
Distingue entre “mente” (ficción explicativa)
y “eventos privados” (imaginación, diálogo
interno, atención, emociones, percepción).
Señala que los términos psicológicos son
válidos como conductas verbales a estudiar,
pero no como factores explicativos.
Su objeto de estudio no es la mente o la
experiencia consciente, sino la conducta.
Entiende a la psicología como parte de la
Rafael Castellano
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Pues bien: estos dos enfoques (el de Freud y
el de Skinner) dominaban la escena por
entonces.
Dos psicólogos, desencantados con la visión
de Freud tendiente a explicar la conducta
humana en términos “deshumanizantes” (en
el sentido de que obedecía a “energías”,
“sistemas psíquicos”, etc.), e insatisfechos
con la insistencia del psicoanálisis en pensar
la conducta partiendo de casos patológicos y
sin prestar demasiada atención a las
personas “sanas”, comienzan a abrir un
camino por el que luego transitará Maslow:
el de la reflexión psicológica a partir de los
principios de la filosofía existencial. Esas dos
personas fueron el psiquiatra Ludwig
Binswanger y el psicoanalista -y también
psiquiatra- Medard Boss.
Binswanger sugirió que Freud estaba
perdiendo la realidad fenoménica de la
experiencia humana, refiriéndose al hecho
de que para la fenomenología existe una
unidad mente/cuerpo, y que en la
experiencia fenoménica la persona es y
permanece como una unidad.
Tanto Binswanger como Boss fueron muy
influenciados por la filosofía de Heidegger.
Ambos estudiaron la existencia del “ser” en
un tiempo presente, en un espacio
determinado y en la perspectiva de un
carácter ideográfico centrado en la
individualidad. La visión desarrollada por
estos autores concibe a un ser humano que
progresa activamente en la vida asumiendo
la responsabilidad de realizar sus
posibilidades, aprendiendo a trascender
realizando sus potencialidades.
Rafael Castellano
La psicología humanista de Maslow también
está fuertemente enraizada en el
existencialismo, que concibe al hombre
como un “ser- en- el- mundo”, consciente de
su propia existencia. Los existencialistas
rechazan la noción de que las personas estén
sobre-determinadas por factores
hereditarios o influencias ambientales y
creen que cada quien tiene la libertad de
elegir, y es responsable por su propia
existencia.
Los principios del existencialismo que mayor
influencia ejercieron sobre las teorías de
Maslow, son tres:
Libertad
Para el existencialismo el individuo es
completamente libre de elegir y es, por
tanto, completamente responsable de su
existencia. “La vida es lo que hacemos de
ella”. Tal libertad de elección no implica
necesariamente que el individuo actuará en
función de su mejor interés. La libertad no
asegura que todas las elecciones serán
sabias. Esta premisa existencial atrae a los
teóricos humanistas (Maslow incluído)
porque colocan al ser humano como eje
determinante de su propia conducta y
experiencia. El humano es un “agente
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consciente” que experimenta, decide y
escoge sus acciones. La psicología humanista
toma este modelo como punto de partida
propio: un ser responsable, libre y realizando
elecciones entre diversas posibilidades
abiertas.
Devenir
Quizás, el concepto existencialista más
relevante (desde el punto de vista del análisis
de la teoría motivacional de Maslow), es el
de “devenir”. Para el existencialismo una
persona no es algo estático: siempre está en
el proceso de devenir algo diferente. En
consecuencia depende de ella –en tanto
agente libre- realizar (en todo cuanto sea
posible) sus potencialidades. Solo
“actualizando” esos potenciales puede el
individuo vivir una vida auténtica. Para el
humanismo, una existencia auténtica
requiere más que la satisfacción de las
necesidades biológicas y los impulsos
sexuales y/o agresivos. Las personas que
resisten el “devenir” se niegan a sí mismas
las posibilidades de una vida humana. Para
Maslow esto es una tragedia porque
contemplaba el proceso de devenir (o –en
sus propia palabras- de auto –actualización o
auto- realización) como inherente a la
naturaleza humana. Esto no significa que los
psicólogos humanistas no reconozcan las
dificultades propias del intento por desplegar
una vida plena de sentido y realización, sobre
todo en un escenario de profundos cambios
culturales en el que los valores y las
creencias tradicionales han dejado de actuar
como guías para la vida.
Experiencia Humana
Rafael Castellano
El humanismo enfatiza el modo en que la
consciencia, los sentimientos y emociones
subjetivas, y las experiencias personales, se
relacionan con la propia existencia en un
“mundo- de- otros”. Se trata de una
perspectiva “fenomenológica” para la cual la
cual la experiencia subjetiva (tal como se
presenta aquí y ahora) es el fenómeno
primario para el estudio de la naturaleza
humana. Las explicaciones teóricas son
secundarias respecto de la experiencia en sí
misma y respecto del sentido que esta tiene
para los propios individuos. En este sentido,
Maslow escribió: “El elemento básico del
campo del conocimiento es la experiencia
íntima y directa. (…) No existe ningún
substituto de la experiencia”. Esto llevó a
Maslow a apreciar la individualidad. Este
enfoque (en lo que se refiere al estudio de la
personalidad) se denomina “ideográfico”: el
foco principal está puesto en las
singularidades de cada persona. Como
resultado, Maslow sostuvo que toda
conducta está gobernada por una tendencia
hacia la auto-actualización, tendencia que es
idiosincrática (característica) del individuo.
Esta tendencia lleva a los individuos a través
de una progresión jerárquica orientada a
alcanzar la auto-actualización. De un modo
similar a Freud denomina a cada una de
estas etapas “necesidades”, pero el sentido o
el énfasis es muy distinto: Maslow no se
refiere a procesos inconscientes, y su teoría
no hace alusiones a conflictos internos que
operarían como la fuente de la motivación. A
diferencia de Freud enfatiza el componente
idiosincrático, individual, de la naturaleza
humana, y una progresión sistemática a
través de una pirámide de necesidades
jerárquicamente organizada. (7)
Página 7
B) MARCO ANTROPOLÓGICO Y
FILOSÓFICO DE LA OBRA DE
MASLOW.
Maslow, como ya señalé, se encuadró dentro
de las posturas teóricas del existencialismo.
Escribió:
Nos hallamos en un período de transición de una
imagen del ser humano a otra, de una filosofía de vida
a otra (…) Como afirmación general puede llamarse
visión humanista (…) Se trata de un rechazo del
enfoque no humano, impersonal y orientado hacia el
objeto (…) ¿Que está sucediendo en la psicología? El
punto de vista mecanicista de la ciencia, la imagen
conductista de los seres humanos, trata al individuo
como un objeto pasivo (…) El nuevo existencialismo
contrasta la imagen de los seres humanos como
objetos pasivos, dominados por las fuerzas económicas
marxistas o por las fuerzas inconscientes freudianas
con la imagen del ser humano como alguien en
movimiento. Hoy día se habla mucho de elección,
experiencia personal, decisión y responsabilidad. Hay
muchos escritos sobre la forma en que es posible (…)
tomar nuestro propio destino en nuestras manos. En
los escritos de Skinner nunca encontrarán estas
palabras. Por el contrario, él constantemente habla de
refuerzo. En la novela de Skinner “Walden Dos” se
trata a toda la población condicionándola,
conformándola y moldeándola por un profeta
benévolo (…) Por el contrario, el enfoque
existencialista pone de relieve la capacidad de cada
persona para escoger y para resistir (…) Actualmente se
habla mucho del Yo y de la identidad personal. Lo que
se halla implicado en estos debates es algo que
podemos llamar “cualidad del ser humano”, pero entre
los pensadores mecanicistas no existe el concepto de
naturaleza humana. El existencialismo es el “agente”
(…) el que decide.
(8)
En relación a este punto afirmaba lo
siguiente:
“Elegir, reconocer y asumir lo propio, lo idiosincrático,
es lo mismo que elegir la realización de los potenciales
instintoides. En la búsqueda personal de identidad
descubrimos la manera en que somos distintos de las
demás personas, pero –al mismo tiempo- descubrimos
Rafael Castellano
lo que es común a todos. No se trata de una teoría
conductista o de los instintos: las conductas que están
genéticamente determinadas son “reflejas” y no tienen
mucha importancia para el psicólogo, como si la tienen
los impulsos, las necesidades en sentido estricto (…)
Me importa destacar lo instintoide (aunque esta
palabra me haya generado muchos problemas) porque
me irrita el punto de vista que acentúa en exceso lo
sociológico y ambiental en la psicología, como es el
caso de Erich Fromm. (…) Aunque la meta consiste en
volverse plenamente humano, en convertirse en todo
lo que la persona puede llegar a ser, la persona tiene
que hacer elecciones y seleccionar entre una gran
reserva de potenciales. Para una persona muy limitada
o poco inteligente, la plena realización (el máximo de
lo que puede lograr) puede consistir en algo muy
simple. (…) Al elegir, uno también hace sacrificios
porque posterga ciertos potenciales. (9)
La psicología humanista supone que existe
una esencia humana definida. La forma
concreta que adopta es la “teoría de los
instintos”, pero también tiene que ver con la
“teoría de la capacidad y de las necesidades”,
es decir, con el hecho de “capacidades que
quieren expresarse y realizarse” (en este
punto Maslow subraya una diferencia con la
idea de Sartre de una relatividad total,
sosteniendo –por el contrario- que la
naturaleza humana no es infinitamente
maleable y que posee parámetros definidos).
(9). Cada uno de nosotros, desde su óptica,
tiene una naturaleza superior que es parte
de nuestra esencia, lo que significa que –bajo
condiciones favorables- las personas
manifestarán rasgos como afecto, altruismo,
amistad, generosidad, bondad. Estas son las
características propias de lo que llamó
“autorrealización”. Esta naturaleza superior
se manifiesta gracias a buenas condiciones
del entorno, en las personas “plenamente
evolucionadas”. Esto no significa que Maslow
rechace las diversas teorías que señalan que
en los humanos radica tanto el potencial
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para lo bueno como para lo malo, pero pone
el acento en la tendencia a lo bueno en
entornos favorables. Así, afirmó: “Una buena
sociedad es aquella que posibilita la
autorrealización de sus miembros”. (10) “El
humano, cuando está plenamente implicado
en lo que hace, tiende a considerar que sus
mayores gratificaciones son las metagratificaciones, los “valores del ser”:
contribuir a la justicia, la excelencia, la
belleza, la verdad. (11)
Abraham Maslow
Pues bien, nos habíamos planteado
identificar cuáles son los elementos que
distinguen los planteos teóricos de Maslow
respecto de los de aquellos de quienes
pretendió diferenciarse (el psicoanálisis
freudiano y el conductismo de Skinner).
Repasemos entonces las principales
divergencias.
Para Freud, la fuente de donde proviene la
energía psíquica es el Ello, donde actúan
instintos orgánicos cuyo único criterio de
discernimiento es el placer o displacer. No
hay allí moralidad, temporalidad,
maduración ni teleología alguna. La
constitución del Ello es irracional e
inconsciente. En el Yo sí aparecen
fenómenos psíquicos conscientes,
temporalidad, aprendizaje y principios
Rafael Castellano
morales (Superyó), pero no es allí donde
radican las motivaciones y la energía. Su
función –antes bien- es controlar, reprimir y
orientar las demandas que surgen del Ello. El
Yo es en mayor medida sede de
remordimientos, culpas y angustias que de
motivaciones. Las representaciones mentales
que el Yo produce para descubrir e investir
objetos satisfactorios -en términos de las
exigencias del Ello-, implican un desgaste de
energía, pero el origen de tal desgaste se
inicia en el Ello. El Yo, cuando logra generar
un superávit de energía, se orienta a
descubrir nuevos objetos en los que invertir
su propia libido, mediante el proceso de
identificación.
Para Skinner, la conducta no está
determinada por causas mentales, ni
exclusivamente genéticas, ni se puede hablar
de autonomía humana. Las causas
iniciadoras de la conducta son externas,
están en el ambiente, y los patrones de
conducta se van estableciendo mediante
procesos de reforzamiento. En ellos no hay
propósito, significado ni intención, sino solo
manipulación de variables controladoras. La
conciencia no va más allá de la capacidad
para responder ante ciertos estímulos, o
para la auto-descripción.
Maslow, por el contrario, coloca al ser
humano como eje de su propia conducta y
experiencia, como “agente consciente” que
experimenta y decide sus acciones. Pero este
decidir va más allá de la satisfacción de
necesidades biológicas y pulsiones. La
naturaleza humana tiende a “devenir”, a
realizar –en cuanto sea posible- sus
potencialidades. Toda conducta está
gobernada por una tendencia a la
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actualización. Y cada persona es singular por
lo que los procesos de auto-actualización
también lo son.
En una difundida entrevista en la Universidad
de Brandeis con el Dr. Frick (12), Maslow
expresa que el hombre realiza sus
potenciales de manera muy similar a como
una bellota se transforma en un árbol. Esta
sentencia le sugiere a Frick una suerte de
“programación” que le preocupa. Maslow no
rechaza esta connotación pero, al ratificarla y
reelaborarla, expresa una postura
nítidamente existencialista. Dice:
Tenemos un sentido interior de una fuerza irresistible y
prácticamente nada puede impedir que un gato se
convierta en un gato, pero actuar sobre esa naturaleza
es lo que constituye la insistencia existencial en la que
el hombre se hace a sí mismo. Diría que las
potencialidades de la naturaleza humana tienen una
raíz biológica y son instintoides, pero que es en la
cultura y en la propia vida, y con voluntad y con autoresponsabilidad que el hombre se hace a sí mismo. Es
decir, sin no se hace nada con las potencialidades uno
es un vegetal, de modo que el trabajo esforzado es el
camino (...) (Pero) no hay que pecar de antibiologismo.
Frick le señala una posible contradicción:
descubrir la propia naturaleza o crearla,
elegirla. Maslow contesta:
Falta una palabra que exprese conjuntamente las ideas
de descubrir (los propios talentos, tendencias, gustos,
propensión constitucional temperamental) y revelar,
crear (mediante el esfuerzo y la propia determinación
de uno mismo); pero con acento en lo “receptivo”. La
creación no es arbitraria. No puedo transformarme en
mujer, salvo de una manera muy ineficaz e
insatisfactoria.
Así, crear parece ser –para Maslowdescubrir que es uno (tendencias,
propensiones, intenciones) y, luego, trabajar
para que todo eso se actualice, se concrete.
Rafael Castellano
Sin embargo, dice:
(Pero) la mayoría de las personas no solo no conocen y
no aprecian su tendencia a volverse más plenamente
humanas, sino que están dominadas por las
necesidades del momento. No saben de antemano que
luego de haber llegado esa gratificación buscarán otra
necesidad superior. Para ellos el valor absoluto es la
necesidad, en la jerarquía, por la que están dominados
durante un período particular.
2) LA JERARQUÍA DE NECESIDADES (13)
A) BREVE PRESENTACIÓN DEL
DESARROLLO DE MASLOW
Trabajando con monos, Maslow descubrió muy al principio en su carrera- que ciertas
necesidades prevalecen sobre otras. Por
ejemplo, si alguien está hambriento o
sediento tenderá a calmar la sed antes que
comer. Alguien puede pasarse sin comer
unos cuantos días, pero solo podrá estar un
par de días sin agua. La sed es una necesidad
“más fuerte” que el hambre. De la misma
forma, si alguien está muy sediento, pero lo
han sometido a condiciones que no le
permiten respirar, privilegiará la necesidad
de respirar. El sexo, naturalmente, es menos
importante que cualquiera de estas
necesidades.
Maslow recogió esta idea y creó su ahora
famosa jerarquía de necesidades. Además
de considerar las evidentes agua, aire,
comida y sexo, identificó cinco grandes
bloques: las necesidades fisiológicas,
necesidades de seguridad y
reaseguramiento, la necesidad de amor y
pertenencia, necesidad de estima y la
necesidad de actualizar el sí mismo (self); en
ese orden.
1. Las necesidades fisiológicas. Incluyen las
necesidades que tenemos de oxígeno, agua,
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proteínas, sal, azúcar, calcio y otros
minerales y vitaminas. También se incorpora
aquí la necesidad de mantener el equilibrio
del PH (volverse demasiado ácido o básico
nos mataría) y de la temperatura (36.7 ºC o
cercano a él). Otras necesidades
consideradas en este punto son las dirigidas
a mantenernos activos, a dormir, a
descansar, a eliminar desperdicios (CO2,
sudor, orina y heces), a evitar el dolor y a
tener sexo.
Maslow creía, apoyándose en sus
investigaciones, que éstas eran de hecho
necesidades individuales y que, por ejemplo,
una falta de vitamina C conduciría a una
persona a buscar específicamente aquellas
cosas que en el pasado proveían de vitamina
C, por ejemplo el jugo de naranja.
2. Las necesidades de seguridad y
reaseguramiento. Cuando las necesidades
fisiológicas se mantienen compensadas,
entra en juego este segundo grupo
relacionado con la preocupación por
cuestiones relativas a la provisión de
seguridad, protección y estabilidad. Incluso
puede desarrollarse una necesidad de
estructura, de ciertos límites, de orden.
Desde una perspectiva negativa, el sujeto
puede empezar a preocuparse no por
necesidades como el hambre y la sed, sino
por sus miedos y ansiedades. En el adulto
medio no marginalizado, este grupo de
necesidades se representa en las urgencias
por hallar una casa en un lugar seguro, la
estabilidad laboral, un buen plan de
jubilación un buen seguro de vida, etc.
Rafael Castellano
3. Las necesidades de amor y de
pertenencia. Cuando las necesidades
fisiológicas y de seguridad se equilibran
entran en escena las necesidades de
amistad, de pareja, de hijos, de relaciones
afectivas en general, incluyendo la sensación
general de comunidad. Desde el ángulo
negativo, nos volvemos exageradamente
susceptibles a la soledad y a las ansiedades
sociales. En nuestra vida cotidiana,
exhibimos estas necesidades en nuestros
deseos de unión (matrimonio), de tener
familias, de ser parte de una comunidad, de
ser miembros de una iglesia, de una
hermandad, de ser parte de una barra de
amigos o pertenecer a un club. También se
manifiesta en lo que buscamos al elegir una
carrera.
4. Las necesidades de estima. Resuelto lo
anterior empezamos a preocuparnos por la
autoestima. Maslow describió dos versiones
de necesidades de estima, una baja y otra
alta. La baja es la del respeto de los demás, la
necesidad de estatus, fama, gloria,
reconocimiento, atención, reputación,
apreciación, dignidad e incluso dominio. La
alta comprende las necesidades de respeto
por uno mismo, incluyendo sentimientos
tales como confianza, competencia, logros,
maestría, independencia y libertad. Señalaba
que esta es la forma “alta” porque, a
diferencia del respeto de los demás, una vez
que desarrollamos cierto respeto por
nosotros mismos, suele ser más estable y es
más difícil perderlo.
La versión negativa de estas necesidades es
una baja autoestima y complejos de
inferioridad. Maslow creía que Adler había
descubierto algo importante cuando propuso
Página 11
que este asunto estaba en la raíz de muchos
de nuestros problemas psicológicos.
Maslow llama a estos cuatro niveles
anteriormente mencionados necesidades de
déficit o Necesidades-D. Si no tenemos lo
suficiente de algo (tenemos un déficit),
sentimos la necesidad. Pero si logramos lo
que necesitamos, no sentimos tal déficit. En
otras palabras, no tenemos esa motivación.
En términos de desarrollo general, nos
movemos a través de estos niveles como si
fueran estadios. Apenas nacidos, nuestro
foco (o casi nuestro completo complejo de
necesidades) está en lo fisiológico.
Inmediatamente, empezamos a reconocer
que necesitamos estar seguros. Poco tiempo
después, buscamos atención y afecto. Un
poco más tarde, buscamos la autoestima.
Bajo condiciones de estrés o cuando nuestra
supervivencia está amenazada, podemos
“regresar” a un nivel de necesidad anterior.
El autor también habla de estos niveles en
términos de homeostasis, principio a través
del cual opera nuestro termostato de forma
equilibrada: cuando hace mucho frío,
enciende la calefacción; cuando hace mucho
calor, apaga el calentador. De la misma
manera, en nuestro cuerpo, cuando falta
alguna sustancia, desarrolla un ansia por ella;
cuando logra conseguir suficiente de ella,
entonces se detiene el ansia. Lo que Maslow
hace es simplemente extender el principio de
la homeostasis a las necesidades, tales como
la seguridad, pertenencia y estima. Considera
a todas estas necesidades como
esencialmente vitales. Incluso el amor y la
estima son necesarios para el
mantenimiento de la salud. Afirma que todas
estas necesidades están construidas
genéticamente en todos nosotros, como los
instintos. De hecho, les llama necesidades
instintoides (casi instintivas).
Rafael Castellano
También todo esto puede ocurrir en una
sociedad de cierto bienestar: cuando la
sociedad sufre abruptas disrupciones las
personas empiezan a reclamar que un nuevo
líder tome las riendas y se haga cargo.
Maslow sugiere que podríamos preguntarles
a las personas sobre su “filosofía de futuro”,
cuál sería su ideal de vida o del mundo y- así
- conseguir suficiente información sobre
cuáles de sus necesidades están cubiertas y
cuáles no.
Quien tiene problemas significativos a lo
largo de su desarrollo (por ejemplo, periodos
más o menos largos de inseguridad o
desamparo en la infancia, o la pérdida de un
miembro familiar por muerte o divorcio, o
rechazo significativo y abuso) podría “fijar”
este grupo de necesidades para el resto de
su vida.
Página 12
ser”. Es una cuestión de ser más completo;
de estar “auto-actualizado”.
Esta es la comprensión de Maslow sobre la
neurosis. Por ejemplo: quien atravesó
situaciones de privaciones en su infancia,
aunque tenga ahora todo lo que necesita, se
seguirá sintiendo necesitadoobsesivamente- por tener dinero y ahorrar
constantemente. O, si sus padres se
divorciaron cuando aún era muy pequeño;
aunque ahora tenga una familia integra se
sentirá constantemente celoso o creerá que
lo van abandonar en cualquier oportunidad
porque no es lo suficientemente “bueno”
para ella.
5. Auto-actualización
El último nivel es diferente. Maslow ha
utilizado una gran variedad de términos para
referirse al mismo: motivación de
crecimiento (opuesto al déficit motivacional),
necesidades de ser (o B-needs, opuesto al Dneeds), y auto-actualización.
Se trata de necesidades que no comprenden
balance u homeostasis. Una vez logradas,
continúan haciéndonos sentir su presencia.
De hecho, tienden a ser aún más insaciables
a medida que las alimentamos. Comprenden
aquellos continuos deseos de llenar
potenciales, de “ser todo lo que se pueda
Rafael Castellano
Dada la dificultad evidente de cubrir
satisfactoriamente todas las necesidades
previas de la jerarquía, no es sorprendente
que solo exista un puñado de personas que
sean verdadera y predominantemente autoactualizadas. En algún momento, Maslow
sugirió que se trata de apenas un 2%.
La pregunta es: ¿qué es lo que Maslow
quiere decir exactamente con autoactualización? Para responder, tendremos
que analizar a aquellas personas que Maslow
considera auto-actualizadas. Empezó
escogiendo a un grupo de personas (algunas
figuras históricas y otras que él conocía y
que le parecía que cumplían con los criterios
de ser auto-actualizadas). Se incluyeron en
este angosto grupo personajes como
Abraham Lincoln, Thomas Jefferson,
Mahatma Gandhi, Albert Einstein, Eleanor
Roosevelt, William James, y otros. Luego se
centró en sus biografías, escritos, actos,(y
palabras de aquellos a los que conoció
personalmente) y así sucesivamente. De
estas fuentes, desarrolló entonces una lista
de cualidades similares a todo el grupo,
opuesta a la gran masa compuesta por el
resto. Estas personas estaban – sugiriócentradas en la realidad, lo que significa que
podían diferenciar lo falso o ficticio de lo real
y genuino. También eran personas centradas
en el problema, o lo que es lo mismo,
personas que enfrentaban los problemas de
la realidad en virtud de sus soluciones, no
como problemas personales inabordables o
ante los que se sometían. Y además, tenían
una percepción diferente de los significados
y los fines. Creían que los fines no
Página 13
necesariamente justifican los medios; que los
medios pueden ser fines en sí mismos y que
los medios eran con frecuencia más
importantes que los fines.
Los auto-actualizadores poseían también una
manera peculiar de relacionarse con los
demás. En primer lugar, tenían una
necesidad de privacidad, y se sentían
cómodos estando solos. Eran relativamente
independientes de la cultura y el entorno,
apoyándose más en sus propias experiencias
y juicios. Así mismo, eran resistentes a la
enculturación, esto es, que no eran
susceptibles a la presión social; eran de
hecho, inconformistas en el mejor sentido.
Poseían, por otra parte, lo que Maslow
llamaba valores democráticos, o sea, que
eran abiertos a la variedad étnica e
individual, e incluso la defendían. Tenían la
cualidad llamada en alemán
Gemeinschaftsgefühl (interés social,
compasión, humanidad). Y disfrutaban de las
relaciones personales íntimas con pocos
amigos cercanos y miembros familiares, más
que de un montón de relaciones superficiales
con mucha gente.
Tenían un sentido del humor no hostil,
prefiriendo las bromas a costa de sí mismos
o de la condición humana, pero nunca
dirigida a otros. Poseían además una
cualidad llamada aceptación de sí mismo y
de los demás, lo cual implica que preferían
aceptar a las personas como eran, más que
querer cambiarlas. La misma actitud la
tenían consigo mismos: si tenían alguna
cualidad que no fuese dañina, la dejaban
estar, incluso aunque fuese una rareza
personal. En consonancia con esto surge la
espontaneidad y simplicidad: ellos preferían
Rafael Castellano
ser ellos mismos antes que pretenciosos o
artificiales. De hecho, ante sus
inconformidades, tendían a ser
convencionales en la superficie,
precisamente lo contrario que los
inconformistas menos auto-actualizados que
tienden a ser más dramáticos.
Además, estas personas tenían una cierta
frescura en la apreciación; una habilidad
para ver cosas, incluso ordinarias, como
preciosas. Por consiguiente eran creativos,
inventivos y originales. Y, finalmente, tenían
una tendencia a vivir con mayor intensidad
las experiencias que el resto de las personas.
Una experiencia cumbre, como le gustaba
llamarla, es aquella que nos hace sentir
como fuera de nosotros; como
pertenecientes a un Universo; pequeños o
grandes en virtud de nuestra pertenencia a la
naturaleza. Sostenía que estas experiencias
tienden a dejar una huella sobre las personas
que las viven, transformándolas. Mucha
gente busca estas experiencias de forma
activa. También son llamadas experiencias
místicas y constituyen parte importante de
muchas religiones y tradiciones filosóficas.
No obstante, Maslow no creía que los autoactualizados sean personas perfectas.
También descubrió una serie de
imperfecciones a lo largo de su análisis: en
primer lugar, con bastante frecuencia sentían
ansiedad y culpa; pero una ansiedad y culpa
realistas, no neuróticas o fuera de contexto.
Algunos de ellos eran “idos” (ausentes
mentalmente). Y por último, algunos otros
sufrían de momentos de pérdida de humor,
frialdad y rudeza.
Página 14
B) PRESUPUESTOS DE LA TEORIA DE LA
JERARQUÍA DE NECESIDADES (14)
•
Libertad
El ser humano es fundamentalmente
libre y responsable por su conducta.
Esa libertad se manifiesta en el modo
en que cada quien decide como
satisfacer sus necesidades, y –más
específicamente- en cómo cada
persona tiende hacia la autoactualización, decidiendo cuáles son
sus potencialidades y cómo
desarrollarlas. Una persona es tanto
más libre cuanto menos dominada se
encuentra por las necesidades
fisiológicas. A medida que una
persona asciende a través de la
jerarquía, va progresivamente
esculpiendo su propia individualidad;
va creando la “clase de persona que
será” a partir de una serie de
posibilidades. Las personas se
autorrealizan “a su modo”.
•
Racionalidad
Maslow resaltaba la capacidad de los
humanos de recordar
conscientemente experiencias
pasadas y considerar posibilidades
futuras y experiencias presentes, y –
así- decidir respecto de cursos de
acción. Cualquier ser humano realiza
este tipo de actividades
cotidianamente, por lo que –cree
Maslow- la racionalidad es central en
la conducta humana. Maslow no
ignora que la irracionalidad se
manifiesta en conflictos entre
Rafael Castellano
necesidades, compulsiones,
inconsistencias en la conducta y en
los procesos inconscientes, pero
sostiene que el comportamiento está
mayormente gobernado por fuerzas
racionales. Su convicción lo lleva a
afirmar que el reporte consciente
que una persona ofrece sobre su
propia experiencia subjetiva, es un
elemento válido para el estudio
científico (los psicólogos –en generalrechazan los métodos introspectivos,
salvo en casos muy específicos). Para
Maslow los seres humanos toman
decisiones racionales para actualizar
su potencial.
•
Constitucionalismo
Si las personas son libres para autoesculpirse y determinar
creativamente sus propios destinos,
entonces ni lo constitucional ni lo
ambiental tienen un rol significativo
en lo que se refiere al moldeado de
la conducta. Pero, de los dos,
Maslow se inclina a otorgar mayor
peso a lo constitucional, desde el
momento en que en la base de su
concepto de “jerarquía” están las
necesidades fisiológicas
(originalmente constitutivas). Otros
rastros de constitucionalismo
pueden hallarse en el concepto de
autorrealización. Maslow considera
el impulso hacia la actualización del
propio potencial como un “aspecto
inherente de lo que una persona es”,
en lugar de cómo aquello que una
persona “aprende”. Ese impulso es
innato. El rol de la sociedad y la
Página 15
cultura se limita a ser –meramenteel de “facilitador” o “inhibidor”. El
ambiente social no puede formar ni
alterar la cualidad y la naturaleza
esencial de la auto-actualización
(determinada fundamentalmente
por lo biológico). Lo máximo que una
sociedad y una cultura pueden hacer
es alentar la auto-actualización
mediante la gratificación de las
necesidades más básicas, y
proveyendo oportunidades y formas
de expresión. Pero, es importante
resaltar que debido a su fuerte
compromiso con la presunción de
libertad, la inclinación de Maslow
hacia el constitucionalismo es apenas
más enfática que la que muestra
hacia el ambientalismo.
•
Maleabilidad
La libertad y el crecimiento
(entendido como la constante
persecución de la auto-actualización,
ubicada en la cumbre de la pirámide)
interactúan -en la teoría humanistaprovocando cambios en la
personalidad de los individuos a
través del tiempo. En la medida en
que una persona asciende en la
jerarquía de necesidades, se
convierte progresivamente en
alguien más libre para escoger la
dirección de su crecimiento personal.
Los cambios en la personalidad
deben - así- ser concebidos como
movimientos hacia la autoactualización de los propios
potenciales. Aún cuando algunos de
estos potenciales son innatos, el
Rafael Castellano
grado y la forma de su actualización
dependen centralmente de
elecciones personales.
•
Subjetividad
La perspectiva fenomenológica del
aquí y ahora, a la que suscribe
Maslow lo enrola en los
presupuestos propios de la
subjetividad. Las personas no
pueden ser entendidas si no es en
referencia a su mundo interior
privado; la experiencia subjetiva es
más importante que las conductas
observables. Así, si bien la jerarquía
de necesidades es común para todos
los humanos, las necesidades se
manifiestan de un modo específico
en cada individuo y se expresan de
modos únicos. Cada persona está
constantemente persiguiendo la
actualización de un “self”, que
únicamente ese individuo puede
apreciar y experimentar
subjetivamente.
•
Proactividad
El ser humano, tal como lo concibe
Maslow no se comporta en función
de respuestas a estímulos externos.
Las personas tienden a satisfacer sus
estados interiores; son esas
necesidades las que generan los
comportamientos. No puede, por
ejemplo, existir un estímulo externo
asociado a la auto-actualización (por
su propia naturaleza se trata de un
concepto proactivo). La gente, cree
Maslow, está orientada hacia el
Página 16
futuro, consciente de sus
potencialidades y siempre luchando
por realizarlas en su ser. El único
modo en que una persona puede
auto- actualizarse es a través de
acciones generadas internamente.
•
Teleología
¿De dónde proviene el “estímulo interno”
que origina la mencionada proactividad, la
búsqueda incesante de una realización que
opera “de adentro hacia afuera”?
La idea de “realización” es una noción
compleja que no se limita al pleno desarrollo
de ciertas potencialidades personales
entendidas en términos de dones, talentos o
capacidades. Parte de una manera de
concebir la “salud” que se establece en
disputa con Freud. El concepto clásico de
Freud de salud (15) se traduce normalmente
en la fórmula: capacidad de trabajar y
capacidad de amar. La capacidad de
establecer vínculos gratificantes con otras
personas (amar) y con las cosas (el trabajo)
daría por resultado una vida gratificante,
saludable y plena.
El hombre dentro de esta concepción es un
ser incompleto que se completa al amar y ser
amado, así como al cumplir con deberes que
le requiere la vida en sociedad.
Rafael Castellano
Maslow modifica esta concepción de salud al
ampliarla y definirla desde el contexto a la
vez que interiormente. Agrega a las
dimensiones objetales de Freud el plano
ético. Dice
Estoy rechazando deliberadamente nuestra distinción
facilona entre enfermedad y salud, por lo menos en
cuanto a los signos aparentes se refiere. ¿Significa
enfermedad tener síntomas? Yo sostengo, con respecto
a esto, que la enfermedad puede consistir muy bien en
no tener síntomas cuando deberían tenerse. ¿Salud
significa estar libre de síntomas? Yo lo niego. ¿Qué
Nazis estaban sanos en Auschwitz o Dachau? Aquellos
que sentían angustiada su conciencia o los que la
poseían lozana, clara y feliz? ¿Es posible que una
persona profundamente humana no sintiera, en tales
circunstancias, conflicto, sufrimiento, depresión, cólera,
etc.?
Como dice G. Aquino (a quien estoy
siguiendo en este punto) la salud, entonces,
más que un equilibrio, una homeostasis, es
una dinámica lanzada desde la estructura
interna hacia el futuro. De allí que la relación
entre autoconocimiento, ética, vocación y
proyecto de vida sean los pilares o los
frentes de lucha contra la frustración, la
neurosis, la enfermedad (…) En el hombre
está, entonces, la necesidad de
autodesarrollo en plano ontológico y, por lo
tanto, el principio de salud como necesidad.
Este concepto de hombre trasciende la visión
de un ser encerrado en la alternancia entre
el principio de placer y el instinto de
autodestrucción. Es una concepción de la
criatura humana como permanente
vocación y anhelo de sí misma. Para Maslow
la vocación difiere y trasciende al modelo
psicoanalítico de sublimación,
identificaciones y reparaciones. Si las
necesidades de autodesarrollo y de
Página 17
autorrealización dan la intensidad, la
vocación dará la orientación. Dice Maslow:
Por lo que se refiere al estado motivacional, las
personas sanas han satisfecho suficientemente sus
necesidades básicas de seguridad, entrega, amor,
respeto y autoestima, de tal modo que ahora se sienten
motivadas por tendencias conducentes a la
autorrealización, definida como realización creciente de
las potencialidades, capacidades y talentos; como
cumplimiento de la misión o llamada, destino,
vocación; como aceptación más plena de la naturaleza
intrínseca propia y como tendencia hacia la unidad,
integración o sinergia dentro de los límites de la misma
persona.
Esta concepción teleológica implica concebir
la vocación como mandato (…) El desarrollo
de esta vocación, de este llamado interno, es
–entonces- un proceso individual de
responsabilidad hacia sí mismo (…) No es un
estado dado sino un logro. (16)
3) CONSIDERACIONES CRÍTICAS.
En su interés por tomar distancia de las
teorías sobre la personalidad humana de
matriz freudiana (el hombre como sede de
un conflicto entre las pulsiones orgánicas
inconscientes y las restricciones de la
realidad y la cultura) y de las teorías
disposicionales (encarnadas en los diversos
enfoques que enumeran rasgos inmutables
de personalidad), Maslow desarrolla una
visión del fenómeno humano respecto de la
cual podrían enunciarse algunas
observaciones críticas.
Trascendentalismo antropocéntrico
Hay en los escritos de Maslow una deriva
trascendentalista y antropocéntrica de orden
metafísico. Afirma que existe una esencia
Rafael Castellano
humana definida de naturaleza superior, tal
que, bajo condiciones favorables, las
personas manifestarán rasgos como afecto,
altruismo, amistad, generosidad, bondad.
Esta “esencia” o “naturaleza” pareciera ser el
fundamento de la ética. Una persona
“profundamente humana” no puede no
sentir, en circunstancias como las imperantes
en la Alemania nazi, conflicto, sufrimiento,
depresión, cólera, etc. Las personas “sanas” afirma Maslow- sienten la necesidad interior
de diferenciarse de un contexto enfermo y
“enfermante”. Este punto es interesante
porque si los valores no son propiamente
culturales (y partiendo de la idea de que
alguien sano necesita –para protegersediferenciarse de su propia cultura) cabe
preguntarse cual es el origen de tales
valores. ¿Tienen relación con algún ente
sobrenatural? ¿Son fruto de una “buena
conciencia” universal sedimentada a través
de siglos de experiencia humana? Uno podría
interrogarse (a la luz de la trama de la
historia universal, en la cual fueron más
comunes los períodos de guerras,
devastación, sometimiento e intolerancia
que los de paz y armonía) ¿cómo puede
explicarse que esa esencia humana –
enunciada por Maslow- no haya prevalecido
y no hayan florecido mejores sociedades?
¿Qué impacto puede tener esta postura
trascendentalista al ser aplicada a una
teoría motivacional? Por lo pronto habría
que aceptar que los contravalores que se
oponen a las “buenas tendencias”
enunciadas por Maslow (contravalores
como el odio, la avaricia, el egoísmo, la
enemistad o la maldad) nunca actuarían
como telón de fondo emocional de las
Página 18
acciones humanas, y que, por consiguiente,
siempre que alguien realiza –
conscientemente- algo perjudicial para
terceros, ese agente estaría actuando
contra su esencia y por razones de fuerza
mayor impuestas por el ambiente. Sin
embargo, la experiencia corriente resulta
contra-intuitiva respecto de esta postura de
Maslow.
Esta postura trascendentalista tiene otras
implicancias. El ser trascendente que imagina
Maslow no tiene otro guión más importante
para encauzar su vida que sus propios
valores éticos, su vocación y la plena
realización de sus capacidades. Pareciera no
haber en este esquema pautas culturales que
puedan desviar al ser humano de ese
derrotero, salvo la lucha por satisfacer las
necesidades correspondientes a las escalas
más bajas de la jerarquía. Aquí, surgen dos
problemas importantes. El primero tiene que
ver con la subestimación de lo que se
denomina “adscripción social de motivos”
(asunto del que hablaremos enseguida). El
segundo se vincula con una vaga idea de
destino, que sería una mezcla de
potencialidades, vocación, valores, voluntad
y circunstancias. Veamos lo que dice el
propio Maslow:
Quien traiciona su talento, quien ha nacido
pintor y en su lugar vende medias, el hombre
inteligente que vive una vida estúpida, el que
contempla la verdad y mantiene cerrada la
boca, el cobarde que rinde sus fuerzas, todos
ellos perciben en el fondo que se han hecho
una injusticia a sí mismos y se desprecian por
ese motivo. (17)
Rafael Castellano
Este párrafo - expresado con toda crudezaes diáfano, pero sus consecuencias resultan
preocupantes, o –cuando menos- intrigantes
para un lector situado a principios del siglo
XXI. Antes de emitir cualquier opinión
convendría apelar a una parte de la
entrevista que Frick le realizó a Maslow en
Brandeis. (18)
Frick: Doctor Maslow, usted ha caracterizado a las
personas autorrealizadoras como modelos, como
individuos que eligen bien (…) En otras palabras, usted
parece pensar que (…) proporcionan realmente una
respuesta a la pregunta ¿cuál es la vida buena?
También ha sugerido que las elecciones libres y los
valores de los individuos que se autorrealizan señalan
que es lo bueno para la mayoría de los otros seres
humanos. Ahora bien, si esto es cierto (…) ¿Cuáles
serían las consecuencias particulares de este hallazgo?
¿Qué significa? Debo confesar que me asusta un poco.
Maslow: ¿Qué significa la autorrealización en un débil
mental? O bien, ¿qué significa la autorrealización, y es
acaso posible, para alguien atrapado en una situación
en la que debe sacrificar sus propios potenciales
individuales? Usted sabe a qué me refiero; el hombre
con cuatro hijos, un empleo espantoso y una hipoteca.
Quizás el sepa que quiere hacer, pero no puede hacerlo
por los demás. (…) Siempre hemos partido del supuesto
de que si se deja a los individuos librados a sus propios
recursos, ellos “crecerán”; si se deja que todo dependa
de la elección individual (…) esta libertad será bien
utilizada (…) Ahora nos estamos enterando de cuándo
funciona y cuándo no, y en qué circunstancias (…) Las
metas de la autenticidad, de lo que podríamos llamar
idealismo (verdad, honestidad, justicia y excelencia
pura) (…) es un proyecto para toda una vida (por el)
que uno lucha y trabaja por lograrlo, y que no se logra
en una única y enorme “experiencia cumbre” (…) La
metamotivación no puede sobrevenir en forma
automática luego de la gratificación de las necesidades
básicas(…) Uno encuentra gente que está en la (…)
hermosa situación gratificadora de necesidades y, sin
embargo, tiene una suerte de patología de los valores.
Página 19
Frick: En otras palabras, incluso con todas estas
gratificaciones básicas, ¿usted quiere decir que no
pasan a ninguna etapa de autorrealización?
Maslow: Algunos sí y otros no. Algunos no lo hacen.
Simplemente se deprimen en ese momento, y muchas
otras cosas que he descripto como “metapatología”,
incluyendo toda clase de trastornos de los valores: no
solo cinismo y nihilismo y un tipo destructivo de
anarquismo (…) sino también anomia y desesperanza y
pesimismo que llevan a la apatía; y también
perfeccionismo, es decir, “o las cosas son perfectas o no
me involucraré”, que desde luego no encaja en el
mundo real.
Fritz: Digamos que tomamos dos personas, una de las
cuales está básicamente gratificada en sus necesidades
y se siente segura, cómoda y funcionando dentro de ese
marco. La otra persona está gratificada y, sin embargo,
una de ellas avanza hacia algo mejor, mas
autorrealizador, y la otra permanece estancada en un
sentido de enclavamiento. ¿Qué determina esa
diferencia?
Maslow: En líneas generales una es “pro-vida” y la otra
es “pro-muerte”. Hay muchos otros términos: el
ganador y el perdedor, el que se esfuerza y el que no lo
hace, el triunfador y el fracasado, el luchador débil o el
activo y el pasivo. Por el momento uso “pro-vida” o
“vida-positivo” (…)
Frick: Pero esta orientación positiva con respecto a la
vida no necesariamente sobreviene en forma
automática, como una función de la gratificación de
necesidades básicas, ¿no es así?
Maslow: Creo que en gran parte se trata de algo
constitucional (…) Las personas que tienen una actitud
positiva frente a la vida son individuos con intensos
apetitos. Mi expresión es “voces de los impulsos”. Me
refiero a la fuerza de la necesidad (..) la fuerza o
debilidad de todo el asunto.(…) Podemos hablar de
personas autorrealizadoras en distintos niveles (…)
Personas que están básicamente gratificadas en sus
necesidades, libres de neurosis y utilizando bien
algunas capacidades, a pesar de lo cual son
“meramente sanas”, en comparación con las que
trascienden.
Rafael Castellano
Me voy a permitir hacer la siguiente
relectura: las metas trascendentes
enraizadas en el fundamento ético de la
naturaleza humana y orientadas a la
búsqueda de la “excelencia pura” (asociada
al despliegue de la propia vocación y las
propias potencialidades) pueden encontrar
una barrera en las circunstancias (un mal
trabajo, una pesada hipoteca, etc.) pero, aún
así, las personas “pro-vida”, aquellas que
tienen una actitud positiva, trascienden, se
autorrealizan, llegan a ser lo que
potencialmente son. Esa actitud es de orden
constitucional.
Podría decirse que ese rasgo “pro-vida”se
refiere a algo exclusivamente biológico. Sin
embargo parece ir más allá, parece invocar
una “voluntad”, una “disciplina”. Invocar la
idea de “voluntad” significa apelar a sujetos
libres e intencionales (algo perfectamente
compatible con la postura filosófica y
antropológica de Maslow). ¿Cómo entender
esto? Si las circunstancias pueden llegar a
convertirse en una barrera para la
autorrealización, entonces, dadas esas
circunstancias, no somos libres. Pero, por
otro lado, hay algo en nosotros mismos que
nos hace intrínsecamente libres: nuestra
conciencia de las restricciones y nuestra
voluntad de superarlas. ¿De dónde proviene
eso intrínseco? Quien no ejerce esa
conciencia y esa voluntad, parece sugerir
Maslow, tiene un déficit constitutivo.
¿Dónde queda en este escenario el poder de
la cultura para construir conciencias
alienadas y cooptar voluntades? Pues bien:
diluido tras el peso de una noción
trascendente de lo propiamente humano.
Página 20
¿Adónde nos lleva esta visión en términos
de una teoría motivacional?
Dice Maslow: “(…) las conductas que están
genéticamente determinadas son muy triviales, no
triviales sino reflejas y, por eso, no tienen mucha
importancia para el psicólogo (…) Me refiero a los
impulsos, a las necesidades en sentido estricto. (18)
En otras palabras, los cuatro primeros
estamentos de la jerarquía de necesidades
(las necesidades de déficit o “necesidadesd”) se asocian con conductas reflejas y
homeostáticas. Pero algunas personas (las
auto-actualizadoras) pueden ir más allá por
mérito de la voluntad, el esfuerzo y la autoresponsabilidad). Pueden hacerlo por
mérito de una predisposición constitutiva
pero también -señala nuestro autor-en
virtud de una adecuada educación. Cuando
Frick le pregunta si este énfasis en lo
educativo no representa una variante de
“ingeniería de la conducta”, Maslow le
responde que piensa que si existiera alguna
“escuela ideal”, la consideraría muy “útil”,
pero que piensa en ella con un criterio
“taoísta”.
-----------------------El Tao es algo que no puede ser alcanzado por ninguna forma
de pensamiento humano y que significa “camino” o “sendero”
que conduce a la meta. Decía Lao-Tsé que “el Tao es el
espacio vacío para que se manifieste el todo. Es la fuente
primaria, “cósmica”, de la que proviene la creación. Es
insondable. (…) Al encontrar el camino que conduce de la
confusión del mundo hacia lo eterno, estamos en el camino del
Tao”. (19) El objetivo del Tao es enseñar al hombre a
integrarse a la naturaleza, enseñarle a fluir, a integrarse a sí
mismo en concordancia y armonía. Enseña a compenetrarse
con esa naturaleza y armonía de tal modo que llegue a
experimentar en su propio cuerpo sus ritmos vitales, ganando
así serenidad mental y energía física. El hombre taoísta no se
deja arrastrar por las dualidades (lo bueno, lo malo) porque
vive consciente de su unidad y busca el equilibrio alejándose
de los artificios de la vida social, pero inmerso activamente en
el día a día.
Rafael Castellano
En otras palabras, no hay en las cuatro
primeras escalas completas de la Jerarquía
de Necesidades, “motivaciones” sino
“móviles de la conducta” que son “reflejos”.
No hay, allí, “agente de la conducta”
identificable. El estímulo para actuar es
orgánico, homeostático. La motivación,
entendida como “propósito”, “proyecto”
solo se da en la búsqueda de la
autorrealización y, con relación a esa solo se
destacan dos posibilidades disparadoras o
facilitadoras: 1) un rasgo constitutivo que
nos define como personas pro-vida o promuerte (rasgo biológico pero también
trascendental); 2) una educación que nos
enseñe a implicarnos equilibradamente con
lo cotidiano, integrando lo bueno y lo malo,
lo favorable y lo desfavorable,
armónicamente, y también a
comprometernos en recorrer un sendero de
descubrimiento y creación de nuestro
destino (ser lo que potencialmente
podemos ser).
Si los móviles responden a conductas
reflejas, solo hay “motivación” entendida, o
bien como “carácter” (rasgo constitutivo) o
bien como “búsqueda” (persecución
entrenada de un destino y un modo de
vivir).
Biologismo ambiguo
Haciendo una crítica a las posturas
existencialistas radicalizadas, dice Maslow:
(He utilizado) la analogía “el hombre realiza sus
potenciales de manera muy similar a como una
bellota se convierte en un roble”, para señalar
Página 21
que las potencialidades son de tipo genético,
instintivo o de base biológica. (…)
Pero a continuación reafirma su mirada
existencialista:
Diría que las potencialidades de la naturaleza humana
tienen una raíz biológica (…) pero es en la cultura y en
la propia vida, y con voluntad y con
autorresponsabilidad que el hombre se hace a sí
mismo. Es decir, si no hace nada con las
potencialidades, uno es un vegetal (…) Creo que la
manera más sencilla de decirlo es con los términos
existencialistas: “El hombre es su propio proyecto”.
Pero lo exageran, porque se vuelven antibiológicos.
(20)
La primera observación que surge
espontánea e inmediatamente es la que
plantea J. Richey (21): Si las personas son
libres para esculpirse y determinar
creativamente sus propios destinos,
entonces ni lo “constitucional” ni lo
“ambiental” juegan un rol significativo en la
conducta humana. Entre ambas, Maslow se
inclina levemente por lo constitucional, sin
embargo parece utilizar ese concepto más
para reconocer la raíz biológica común de lo
humano que para explicar las diferencias
individuales de personalidad. Ve el impulso
hacia la auto-actualización como algo innato
y entiende que el rol de la sociedad y la
cultura es meramente el de facilitador o
inhibidor. De hecho solo le otorga un peso
más o menos significativo al “entorno
temprano” en que se desarrolla la
personalidad, cuando se ha tratado de algo
devastador y destructivo, generador de
disturbios emocionales en etapas
posteriores.
No creo que sea demasiado justo criticar a
Maslow en lo que concierne a su visión sobre
Rafael Castellano
la herencia biológica y en lo que respecta a
su difusa visión sobre la influencia recíproca
entre biología y ambiente. En primer lugar,
porque los significativos avances de la
biología y de la neurofisiología actuales no
estaban disponibles en su época. En segundo
lugar porque, aunque muy superficialmente,
no dejó de señalar esa repercusión mutua
entre ambiente y biología. Sin embargo es
interesante entender las implicancias de
ciertos puntos oscuros de su teoría, vistos
desde las perspectivas actuales.
Maslow no extrae ni extrema las
derivaciones de su postura
“constitucionalista”. Por ejemplo, en el
ámbito de lo que el señala como
“naturaleza” fundamentalmente bondadosa
(y relacionada con intuiciones morales) de
los seres humanos, su afirmación parece
alinearse conciertos postulados de la
“biología evolutiva”, de matriz darwinista,
encarnada por ejemplo por el biólogo Frans
de Waal y el psicólogo Steven Pinker, y
también por algunos “psicólogos del
desarrollo” como Jerome Kagan.
Las posturas de estos autores parte del
imperativo darwinista: reconocer la
continuidad con los animales. Nuestro
cerebro, así como todo el resto de nuestro
equipamiento biológico, es un producto de la
evolución. Esa base innata, biológica, está en
el origen de nuestro funcionamiento
Página 22
psicológico. Pues bien: ¿Qué podemos
aprender mediante la observación de la
conducta de monos, como los capuchinos,
cuyo ADN es impresionantemente similar al
de los humanos?
es una cualidad particular de nuestra especie, así como
la araña sabe tejer una tela o la abeja construir un
panal. Así, pues, desde muy temprano manifestamos
una capacidad para no actuar mal. Pero esa tendencia
biológica a actuar de manera moral, si bien es
universal, lo es a nivel general; no dicta en nada tal o
cual moral particular, específica de una cultura. (24)
Podemos aprender, por ejemplo, como
señala De Waal (22), que somos agresivos
pero podemos posponer la hostilidad cuando
se revela la necesidad o la conveniencia de
cooperar. Sin embargo cuando las
recompensas son asimétricas, se tiende a
retacear la cooperación y a conductas de
objeción. La noción de injusticia, inequidad,
parece estar enraizada en nuestra
naturaleza. Pero no se trata aquí de una idea
de “justicia”, despojada o sublime (del tipo:
es justo que todos puedan acceder a las
mismas posibilidades o bienes que yo ya
tengo), sino de un sentimiento más egoísta
(no es justo que yo no tenga o reciba lo que
otros ya tienen o reciben).
Otro punto (que puede extraerse de la
psicología evolutiva) es la idea de Pinker (23)
de que existe una capacidad innata para
actuar como ser moral, en base a valores que
tienen una base biológica (“un reflejo
consciente de la acción de nuestros lóbulos
pre-frontales que nos permiten actuar según
reglas sociales que llamamos
responsabilidad, reproche, recompensa y
castigo”). ¿Cómo interpretar esta definición
de “ser moral”? Una idea complementaria,
de Kagan, puede iluminar esta aseveración.
Dice Kagan:
La evolución de las especies nos ha dotado con la
facultad de distinguir precozmente el “bien” del “mal” y
de sentir cierto malestar al realizar actos que sabemos
o presentimos que están prohibidos, e incluso que son
inmorales. Este atributo inscripto en nuestra biología,
Rafael Castellano
La vergüenza y la culpa, según Kagan, son
para los seres humanos tan intrínsecas como
el miedo, y determinan nuestro
funcionamiento con la misma influencia y
con igual precocidad. Sostiene que hay que
abandonar la idea según la cual el “principio
del placer” está en el origen de nuestra
moral y, con ella, de nuestra conducta en
sociedad. Es difícil realizar una lectura
unívoca de estas afirmaciones porque el
fundamento biológico innato, que nos
define como “seres morales” (seres que
orientan sus acciones por valores asociados
al “bien”) pareciera haberse desarrollado –
como facultad- en el transcurso de la
evolución, pero al modo de un mecanismo
adaptativo a reglas y prohibiciones sociales.
Así queda planteada una noción de
“innatismo” muy evasiva, donde el
equipamiento biológico provendría de
constantes adaptaciones derivadas de
exigencias sociales remotas. (*)
_____
(*) Aún cuando el fundamento biológico, que nos constituiría
como seres morales, me parece difuso, lo es en grado menor
a las afirmaciones de H. Maturana de que somos seres
amorosos, las que se apoyan en la explicación de que los
humanos conservamos un modo de vida en la aceptación
alrededor de la mujer, que expandió su sexualidad al pasar de
ciclos anuales a una sexualidad permanente en torno a la
ternura y la sensualidad, lo que expande la intimidad y el
placer de la coexistencia como fuente de bienestar. Este
modo de vivir dio origen a la familia ancestral y permite, por
ejemplo, compartir alimentos y colaborar en la crianza de los
niños.
Página 23
¿Es esta la idea de “constitucional” que
abraza Maslow?
La pregunta no es ociosa (ya veremos las
implicancias de contestarla en uno u otro
sentido) porque lo innato puede entenderse
desde otra perspectiva. Por ejemplo, al
modo en que lo entiende la psicóloga del
desarrollo Mary Rothbart. (25)
Rothbar, quien realizó trabajos en
cooperación con Michael Posner, tomó de
este una idea relacionada con el “estudio de
la atención”. Posner descubrió la existencia
de tres redes neuronales que serían los
componentes más importantes de la
atención. El primero es el sistema de
orientación en el mundo que nos rodea; el
segundo mantiene el estado de alerta y el
tercero permite el ajuste a los conflictos
frente a otras respuestas posibles (lo que él
llama la “atención ejecutiva”). El desarrollo
de esas redes se produce sobre todo entre
los cuatro y los seis años.
Las investigaciones de Mary Rothbart
contribuyeron a definir el “temperamento”.
Descubrió que la evolución de este depende
de “factores de inestabilidad” o de
“estabilidad”, en otras palabras de
elementos que contribuyen a mantener
estables algunos aspectos del temperamento
o a modificarlos. Esos factores son cinco: 1)
Las condiciones biológicas del niño; 2) La red
social; 3) La consolidación de determinados
comportamientos o el aprendizaje social; 4)
Los prejuicios sociales acerca del género, la
edad, la apariencia física, etc., 5) La ecología,
incluido el ambiente físico y los factores
económicos.
Rafael Castellano
Sus investigaciones la llevaron a “encontrar”
una suerte de huella original del individuo a
la que llama “temperamento”, y que define
como diferencias individuales
constitucionales de reactividad y
autorregulación (aquí la palabra
“constitucional” hace referencia a la idea de
fundamento biológico influenciado por la
herencia, la maduración y la experiencia).
Esta definición está lejos de ser un concepto
rígido donde el temperamento sería una
suerte de carácter hereditario e inmutable
que determinaría de forma definitiva la
conducta futura de un individuo. Más bien se
trata de un esbozo de partida. Rothbart
demostró que los niños tienen, desde el
comienzo, características comportamentales
propias, algunas de las cuales son
relativamente estables y que se relacionan
con las tres redes neuronales o sistemas
descriptos por Posner, y que permiten la
autorregulación (capacidad de seguir reglas,
comprender instrucciones, organizar o
formular un pensamiento). El temperamento
está ligado a factores biológicos y es algo
diferente a otras dimensiones de la
personalidad que son más del orden de las
interacciones entre individuos y que
pertenecen a un nivel cognitivo.
Si aceptamos que lo “constitucional” está
asociado al temperamento, tal como lo
propone Rothbart, estaríamos adoptando
una visión de lo “innato” que va más allá de
las condiciones biológicas del niño
(producto de la evolución y de los procesos
adaptativos remotos de la especie) y que
incluye una ponderación fuerte de las
cuestiones ambientales que intervienen en
etapas muy tempranas de cada vida
particular, co-produciendo ese algo innato
Página 24
que Rothbart denomina, justamente,
“temperamento”.
¿Será esta la idea que Maslow adopta
acerca de “lo constitucional”? Es difícil
decirlo. Sin embargo tenemos una pista que
el propio Maslow nos ofrece cuando dice:
“…me irrita el punto de vista que acentúa en
exceso lo sociológico y ambiental …”(cita que
ya hemos adelantado en la página ocho).
Esto parecería indicar que Maslow está más
cerca de los biólogos evolutivos que de
posturas como las de Rothbart. Esta
impresión parece fortalecerse cuando uno
recuerda la siguiente afirmación de Darwin:
“Como la selección natural trabaja solo para y por el
bien, todas las dotaciones de cada ser tenderán a
progresar hacia la perfección”. (26)
En la afirmación de Maslow que sostiene que
la más alta motivación es la que se relaciona
con la necesidad de auto-actualización o
realización de los potenciales de cada quien,
resuena inequívocamente esa afirmación de
Darwin.
Si pensamos a Maslow –entonces- como
alguien fuertemente influído por el
biologismo evolucionista, es difícil entender
(si es que realmente esa es su idea) que esa
auto-actualización sea posible en el marco
temporal de una vida concreta: la selección
evolutiva es un proceso lento y transgeneracional. Tal como escribió el biólogo
Humberto Maturana:
“La ontogénesis de cualquier sistema estructuralmente
determinado comienza- en su origen- con una
estructura celular inicial. Como consecuencia, lo que
constituye el linaje de un sistema vivo es la
Rafael Castellano
conservación de su estructura inicial particular,
estructura que especifica una configuración particular
de derivas ontogenéticas. Esa configuración de posibles
derivas ontogenéticas es lo que llamo “fenotipo
ontogenético del linaje”. Una sola de esas posibles
derivas tendrá lugar, y será resultado de sus dinámicas
internas ante las contingencias de las particulares
perturbaciones que debe enfrentar. (…) Alguien podría
afirmar que el curso ontogenético de un sistema vivo es
seleccionado por el medio. Sin embargo la selección no
ocurre dentro del plazo de la historia de vida de un
sistema vivo (….)” (27)
Creo que estas hipotéticas inconsistencias en
el biologismo de Maslow están muy
relacionadas con su temerario propósito de
conciliar el biologismo evolutivo con el
existencialismo sartreano y con la influencia
(nunca negada y contradictoriamente
combatida y admirada al mismo tiempo) de
los postulados de Freud. Ese intento colocaademás- a su teoría motivacional en clara
contradicción con los postulados de la
biología evolutiva. Para especialistas de esta
corriente, la motivación se vincula más con la
autoconservación y con algunas emociones
primordiales (el miedo, la culpa, la
vergüenza) que con respuestas de carácter
homeostático a necesidades no satisfechas.
La jerarquía de necesidades de Maslow (las
cuatro categorías más básicas) sigue siendo
tributaria del principio de placer freudiano.
Son, en definitiva, numerosos y diversos los
problemas que surgen del biologismo
ambiguo de Maslow y de sus esfuerzos por
acoplarlo con el existencialismo y el
psicoanálisis. Para no extenderme mucho
más me concentraré en dos temas
adicionales a lo ya mencionado.
Página 25
¿Qué implicancias tiene hablar de
“voluntad” (como lo hace Maslow) cuando
se adopta una postura biologista?
Alguien que ha estudiado la “fisiología de la
voluntad” es Marc Jeannerod (28), quien ha
investigado las acciones autogeneradas (es
decir, las que no son reflejas) descubriendo
que antes de un movimiento hay secuencias
de activaciones cerebrales observables que
describen etapas anatómicas sucesivas
puestas en juego para la construcción de una
representación. Ahora bien: ¿Qué motiva la
acción? Jeannerod valora –frente a esta
pregunta- el trabajo de Antonio Damassio
quien sostiene que hay “marcadores
somáticos” que sirven de índice en la toma
de una decisión. Así, la mejor decisión es la
que genera más afectos positivos (emoción y
humor) y menos afectos negativos.
Jeannerod vincula esta idea con las de
Joshua Green y Jonathan Cohen quienes
conciben la motivación como la decisión que
provoca al sujeto el menor mal y le produce
el mayor placer. Esta definición lleva a otra:
las personas más inteligentes y las más
morales son –justamente- aquellas que,
ignorando los marcadores somáticos, toman
decisiones basadas en la lógica y en la
racionalidad. Sin embargo ocurre que,
puestas ante decisiones que involucran
problemas morales, las personas dudan
respecto de que es lo racional, sobre todo
cuando el nivel de implicación personal es
muy grande.
La conciencia de la acción es un fenómeno
tardío, lo que plantea un problema respecto
de la cuestión del libre albedrío. La tesis
fisiológica muestra que existe un
determinismo cerebral de la acción
Rafael Castellano
voluntaria. La mayoría de las acciones son
ejecutadas de manera inconsciente o
automática. La conciencia de la acción
aparece, entonces, después de la acción
misma. Es exactamente lo contrario de lo
que sucede cuando uno aprende. Existe una
toma de conciencia cuando el modo
automático no funciona más, o no funciona
bien; en cambio, hay un pasaje a modo
automático cuando una secuencia de acción
es sobre-aprendida. El papel de la conciencia
es establecer una coherencia “después de la
jugada”, entre una acción, su objetivo, sus
motivaciones, o incluso establecer una
consonancia cognitiva entre el antes y el
después de la acción.
Como ya vimos, Maslow también realiza una
distinción entre “actividades reflejas” y
“acciones auto-generadas”. En el mundo de
“lo reflejo” ubica todas las actividades
vinculadas a lo que suele denominarse “drive
reduction” (generadas por la tendencia
homeostática a reducir los desequilibrios que
surgen de un déficit de satisfacción en las
“necesidades D”) y en el universo de las
acciones autogeneradas se alistarían las
acciones conscientes, donde tiene lugar una
“voluntad” operante. Para Maslow, como ya
señalamos, esa voluntad sería una facultad
que opera sobre un trasfondo de
determinismos biológicos productores de
automatismos, y que –aún así- se erige y se
Página 26
sostiene a partir de “marcadores somáticos”
que nos inducen a tomar decisiones y
modificar conductas, con lo que se busca –
justamente- quebrar esos automatismos. La
voluntad, así entendida, no es teleológica, no
persigue ningún proyecto ni pretende
alcanzar ciertas perfecciones. Despunta, en
cambio, a partir de la insatisfacción o
incomodidad (gatilladas por marcadores
somáticos) frente a los resultados de
nuestras respuestas automatizadas.
Para Maslow, en cambio, la voluntad es una
facultad de naturaleza consciente (no hay
que olvidar que Maslow asocia, de algún
modo, las ideas de voluntad y
responsabilidad, y está última no es posible
sin la capacidad consciente de autoatribución) y orientada a desarrollar una
suerte de plenitud.
Para neuro-fisiólogos como Jeannerod, la
conciencia es un fenómeno posterior a la
acción. Dice Jeannerod:
La conciencia de la acción es un fenómeno tardío. Esto plantea
la cuestión del libre albedrío. La tesis fisiológica muestra que
existe un determinismo cerebral de la acción voluntaria (…) La
mayoría de las acciones son ejecutadas de manera
inconsciente o automática. La conciencia de la acción aparece,
entonces, después de la acción misma.
Las implicancias de volcarse hacia una u otra
postura son vastas. Si la voluntad es solo una
respuesta adaptativa, consciente y ex post (a
lo Jeannerod), cuyo mecanismo para decidir
y disparar acciones se vincula con
marcadores somáticos y señales de desajuste
(cognitivo y/o emocional), estamos ante algo
similar a las redes neuronales que describe
Michael Posner y sobre las cuales Rothbart
Rafael Castellano
estudió la “atención” y construyó su visión
del temperamento.
Si, en cambio, la voluntad es una facultad
consciente que disciplina al organismo y lo
orienta hacia el desarrollo de todas sus
posibilidades potenciales, estamos ante un
“agente” existencialista. Esta parece ser la
postura de Maslow.
Una de las posibles críticas que podrían
hacerse es que no se puede ser
“constitucionalista” y homeostático para el
amplio mundo de las “necesidades d”, y
“existencialista” y teleológico para hablar de
una facultad como, en este caso, la voluntad.
Sin embargo, no es algo que podamos
despachar tan fácilmente. No habría que
cerrar sin más la posibilidad de
preguntarnos: ¿por qué no se puede?
El último punto que deseo abordar respecto
de lo que hemos llamado “biologismo
ambiguo” de Maslow son los alcances e
implicancias de su idea de conciencia, y
atado a ella, de su idea de potenciales.
¿Cuál es el origen y la naturaleza de los
“potenciales personales” en los que Maslow
basa lo más importante de su teoría
motivacional orientada hacia la “autoactualización? La verdad es que no lo
sabemos con precisión (es en este punto
donde la brecha entre los avances científicos
recientes y los que estaban disponibles en la
época en la que Maslow desarrolló su obra,
tiene mayor impacto). Por eso, empecemos
al revés. ¿Qué dicen la neurobiología y la
neurofisiología sobre la estructura del
cerebro, la conciencia, la memoria, etc.?
Página 27
David Hubel (29), por ejemplo, realizó
importantes investigaciones sobre la vista
cuyos emergentes son interesantes como
introducción a estas cuestiones.
Por ejemplo, cuando miramos un libro no
hay –hablando con propiedad- un libro en
nuestra retina, sino un conjunto de pixeles
(cercano al millón). Luego, al cabo de un
proceso de “construcción”, se nos aparece el
libro con sus signos, sus gráficos, etc. “Ver”
es, entonces, la respuesta final de un proceso
de “interpretación”.
¿Cómo funciona este complejo sistema?
Hubel invirtió años en inventariar las
funciones cerebrales localizando, entre otras,
las zonas responsables del reconocimiento
visual del color, de la profundidad y del
movimiento. Se preguntó, entonces, si la
corteza visual primaria ya se encuentra
“cableada” antes del nacimiento o si el
cableado se elabora en los primeros meses
de vida gracias a los estímulos visuales que
recibe el bebé. Desarrolló un experimento,
hoy famoso, provocando una ceguera parcial
en animales recién nacidos (tapando uno de
sus parpados). Percibió que el ojo privado de
visión se vuelve ciego, pero no el otro.
Cuando se le devuelve la visión al animal esta
ceguera se revierte, aunque no por
completo, y solo a condición de privar esta
vez de visión al otro ojo. De esta manera, el
ojo que se había enceguecido primero puede
compensar las lagunas sufridas en su
desarrollo. Al entrar a “competir”, ambos
ojos se disputan las conexiones neuronales.
El ojo dotado de visión impedirá al ojo
cerrado que se desarrolle normalmente
puesto que las conexiones neuronales
reservadas a este último se desactivarán.
Rafael Castellano
Este descubrimiento trastocó los
preconceptos de la época sobre el
aprendizaje porque descubrió que ciertas
partes del cerebro están pre-cableadas y que
este cableado puede debilitarse por la falta
de estímulos. David Hubel demostró que
existe un período crítico de elaboración del
funcionamiento de la visión: según el tipo de
estimulaciones recibidas por los ojos durante
el período crítico (semanas o meses que
siguen al nacimiento) es posible obtener
cambios importantes en las conexiones
neuronales, cambios que se vuelven
imposibles de realizar en el adulto. La
consecuencia más importante de sus
descubrimientos, para la psicología, (sostiene
el propio Hubel) es demostrar la falsedad del
concepto de “tabla rasa”. Es innegable que,
después del nacimiento, nuestro medio
contribuye al desarrollo de muchas
conexiones neuronales. Sin embargo, ya
existen numerosas correlaciones al momento
del nacimiento.
En un sentido parecido se despliegan las
investigaciones de Gerald Edelman (30)
(neurobiólogo, premio Nobel). Edelman
estudió como se estructura el cerebro en el
curso de su desarrollo; que grupos
neuronales se privilegian y cuáles no.
En el feto, durante el transcurso del
crecimiento del futuro sistema nervioso, las
células neurales (que forman las neuronas)
se desplazan siguiendo un trazado que las
lleva al lugar donde se constituyen las
estructuras del cerebro (la corteza). ¿Cómo
son señalizadas estas vías? ¿Qué señal indica
a una célula neural, que puede detener su
migración y comenzar a crecer para formar
una neurona? Edelman sostiene que esta
Página 28
guía es provista por las moléculas de
adherencia de las células nerviosas. Poco a
poco, además del plano funcional que sigue
al plano anatómico, asistimos en el cerebro a
la instalación de “grupos neuronales”, de
redes interactivas entre estos grupos. Luego,
a configuraciones de mapas (redes del cortex
y el tálamo en interacción). Edelman intenta
explicar la selección, el arreglo y las
funciones de los grupos neuronales, en tres
niveles sucesivos:
-
-
-
La formación de un repertorio
primario (anatómico) por un proceso
de selección neuronal ligado al
desplazamiento, actividad y/o
muerte de las células, y a las
conexiones que las neuronas pueden
establecer entre ellas (neuronas
vecinas se conectan
abundantemente y cooperan).
Luego, la formación de un repertorio
secundario (que toma como base al
repertorio primario/anatómico)
donde se producen algunas
modificaciones funcionales en la
organización del cerebro, que
ocurren por el fortalecimiento de
ciertas conexiones (sinapsis) de
grupos neuronales y que se originan
en las experiencias del organismo.
Finalmente, estos circuitos
funcionales terminan por formar
cartografías cerebrales globales. Esos
mapeados utilizan grupos neuronales
enteros de manera variable y
realizan nuestros procesos
psicológicos más sofisticados
(fenómenos perceptivos, cognitivos y
conscientes).
Rafael Castellano
Partiendo de estos mapeados globales que
se forman en nuestro cerebro: ¿cómo se
produce el fenómeno que llamamos
“conciencia”? Edelman sostiene que deben
darse tres condiciones:
a) Una “percepción activa” del mundo
exterior (que pueda utilizarse en el
interior de los mapeados). Esta
“percepción activa” descansa tanto
sobre la percepción pasiva de las
informaciones sensoriales provistas
por los sentidos, como sobre
“acciones motrices” que permiten
obtener nuevas informaciones
sensoriales y ajustar el
comportamiento a la información en
una suerte de “bucle dinámico”.
Además de la entrada continua de
nuevas informaciones en el interior
de los mapas corticales, hay un
intercambio recíproco de señales, de
un mapa al otro, que se mezclan con
las nuevas entradas y permanecen
disponibles. Edelman los denomina
“bucles de categorización o
clasificación de las percepciones”.
Estas categorizaciones perceptivas
nada tienen que ver con las
categorías kantianas: son
determinadas (“en tiempo real”) por
valores internos al organismo ligados
a las exigencias biológicas (necesidad
de energía, de agua, de descanso,
etc.) implicadas en la supervivencia.
b) La posibilidad de una memoria a
corto y largo plazo. Quien dice
“percepción” y categorización (para
poner un poco de orden en lo que
ofrece el mundo) dice necesidad de
una memoria (en especial, para que
Página 29
pueda llevarse a cabo algún
aprendizaje). La memoria, para el
cerebro, refleja la posibilidad de
elaborar, a partir de las categorías
perceptivas, mapeados globales
susceptibles de ser reactivados en su
momento. De hecho, la memoria
consiste en consolidar y reforzar las
categorizaciones perceptivas que el
cerebro realizó con anterioridad.
Comporta también (en función de las
categorías y la situación)
modificaciones sinápticas
suplementarias. Recordar es realizar
un proceso de re-categorización
continuo y dinámico. Nuestra
memoria descansa sobre la
reactivación de un mapeado global
particular del cerebro, en una
situación particular: el cerebro está
de nuevo en un estado similar o
próximo al que tenía cuando hicimos
la experiencia de la que nos
acordamos. Eso explica que la
memoria dependa de los contextos
en los cuales recordamos.
c) Con la posibilidad de realizar
categorizaciones perceptivas cada
vez más finas, y de recordarlas en
momentos útiles, el cerebro
desarrolla una condición
suplementaria para el nacimiento de
la conciencia (que ajusta un poco
más el comportamiento de los
organismos a su entorno): se trata de
la capacidad de formar “conceptos”.
Aún antes de la aparición de un
lenguaje, el cerebro establece
relaciones elaboradas, cada vez más
“abstractas”, entre los actos del
Rafael Castellano
organismo y las cosas. Se vuelve
capaz de reconocer relaciones entre
acontecimientos variados, activando
los mapeados apropiados e
integrando, a la vez, nuevas señales.
Formar conceptos consiste en
realizar categorizaciones cada vez
más extensas, con mayor variedad
de matices, a medida que
evolucionan las relaciones
anatómicas y funcionales entre
grupos neuronales. Esto se debe a la
posibilidad de memorizar a largo
plazo. El “zócalo” de relaciones que
se va formando es la base para la
aparición de un primer tipo de
conciencia. Con mayor frecuencia
estas categorizaciones elaboradas no
reciben entradas directas (señales
venidas del exterior): se basan en las
señales que provienen del interior,
desde los mapas funcionales
específicos. El cerebro realiza pues,
por una parte, los mapas de los
acontecimientos exteriores y de las
acciones –los mapeados globales
cambiantes- y, por otra, mapas de
sus propias actividades, de las
categorías generales de los diversos
tipos de mapeados globales.
Conserva así las huellas de sus
actividades pasadas y, llegado el
caso, recurre a “conceptos
generales”: la reactivación de
mapeados globales por medio de
estructuras que rigen las relaciones
entre mapas en un nivel más
general. Aparece, así, una primera
forma de conciencia.
Página 30
Las corrientes que venimos ilustrando suelen
ser agrupadas bajo el nombre de
“conexionismo”. Quizás, las ideas de James
McClelland (31) (psicólogo cognitivo) nos
puedan ayudar a resumir algunos principios
básicos del conexionismo.
Nuestro cerebro se compone de neuronas
organizadas en redes. La información se
procesa en redes, más que en sistemas
independientes. Una red designa el conjunto
de unidades simples –llamadas básicasconectadas entre sí. Pueden activarse más o
menos, en función de las señales que reciben
de las otras unidades de la red; y
recíprocamente ellas mismas enviarán
señales a otras unidades. Las conexiones
entre unidades pueden ser “excitatorias “ aumentan la activación de la unidad que
recibe la conexión- o “inhibitorias” – la
disminuyen-. Para explicar la mente, la fuerza
de esas conexiones entre unidades básicas es
esencial. Los conexionistas consideran que
las unidades que se activan al mismo tiempo
refuerzan su relación, y luego tienen más
tendencia a influirse y activarse juntas.
Finalmente, para conocer la activación
general de salida de cada unidad, se agregan
las “señales de entrada” excitatorias e
inhibitorias. A partir de la información que se
le provee al principio, la respuesta de una
red depende, entonces, de la activación
general del conjunto de sus unidades. La red
presentará una configuración de activación,
Rafael Castellano
un “aspecto” general: es diferente para cada
información de entrada y da respuestas
adaptadas a cada situación.
Pues bien, la pregunta que habíamos dejado
planteada era: ¿Cuál es el origen y la
naturaleza de los “potenciales personales”
en los que Maslow basa la parte más
importante de su teoría motivacional
orientada hacia la auto-realización?
Lo que, de alguna manera, nos dicen autores
como Hubel, Edelman y McClelland es que
tales potenciales se desarrollan por un
proceso de selección donde neuronas,
posteriormente grupos de neuronas
interconectadas y, finalmente, cartografías
cerebrales, emergen a partir de un sustrato
anatómico (células neurales) pero se
constituten y entraman a partir de las
experiencias del organismo frente al medio
(sobre todo aquellas que tienen lugar
durante el temprano “período crítico”). Los
potenciales surgen de esta trama la que, si
bien los determina en buen grado, es una
trama dinámica y puede ir cambiando a
partir de las experiencias.
Si bien Maslow no especifíca cual es el origen
de los “potenciales” podríamos intuir que no
se refiere exactamente al entramado recién
descripto porque sostiene, por ejemplo, que
el hombre puede realizar sus potenciales a
partir de la voluntad y la responsabilidad (lo
que implica también a la conciencia). Los
autores recién citados sostienen que la
conciencia y la voluntad son producto de la
misma trama neuronal. Maslow –por su
parte- entiende que conciencia y voluntad
pueden orientar y desplegar el máximo
potencial de esa trama (como si se tratara de
Página 31
cosas ajenas a ella). Esta es, a mi juicio, otra
muestra de lo difuso del biologismo de
Maslow.
Minimización de lo cultural
En este punto de vista seré breve. Como
señalamos en la página ocho, Maslow
afirmó:
“Me irrita el punto de vista que acentúa en exceso lo
sociológico y ambiental en la psicología”.
Esta postura también está en la base de una
serie de problemas de su teoría
motivacional. La más importante de las
debilidades que surgen de ella es ignorar por
completo la “adscripción social de motivos”.
Por empezar, y más allá de que Maslow se
haya sentido irritado por quienes otorgan un
peso importante a lo social, son (además de
los profesionales de disciplinas humanistas)
las distintas corrientes “constitucionalistas”
(la biología, la neurofisiología, la psicología
del desarrollo, y hasta la propia rama que
estudia la genética del comportamiento)
quienes han rescatado el rol de lo social.
Un ejemplo de lo que estoy señalando es
Robert Plomin (32), uno de los expertos más
reconocidos internacionalmente en el estudio de
las influencias recíprocas entre genes y ambiente,
quien ha explorado la relación entre genética y
personalidad. Como resultado de sus
investigaciones sobre las moléculas de ADN en
más de 10.000 casos de gemelos monocigóticos,
Plomin no toma partido ni por lo innato ni por lo
adquirido. Nuestros genes hacen eco en nuestro
ambiente: no le hablan al vacío.
La genética del comportamiento evalúa la
influencia de los genes, pero se interesa también
Rafael Castellano
por las influencias ambientales. Sobre esa base
estudia los parecidos y diferencias de personas
familiares, poniendo especial atención sobre las
interacciones entre los genes y el ambiente. El
resultado general es simple de enunciar: existe
un índice de contribución de los genes sobre
diferentes rasgos, pero esto no implica un
determinismo genético total o despótico. El
entorno, afirma Plomin, tiene poca influencia en
las similitudes, pero contribuye intensamente en
las diferencias observadas. Por “entorno” los
genetistas se refieren a algo más que nuestro
entorno próximo: más allá de la acción parental
incluyen todas las influencias que no son
genéticas: desde lo que sucede en el útero
materno, hasta enfermedades y regímenes
alimentarios. Estas influencias ambientales,
específicas de cada persona, son “no
compartidas” y producen diferencias en niños de
una misma familia. Estos eventos no son
fácilmente determinables, pero incluyen cosas
tales como la experiencia de un divorcio, la
actitud de los padres, las relaciones de amistad,
etc. Es decir, los distintos acontecimientos y
experiencias de cada vida particular.
Dicen Alan Blum y Peter McHugo (33) que
cuando se minimiza o ignora lo social, los motivos
tienden a ser concebidos como características
internas y privadas de las personas, que las
coercionan a realizar ciertas conductas. En tal
visión característica, se los considera –
simultáneamente- cómo: 1) variables o
antecedentes causales de un evento; 2) estados
característicos de las personas implicadas en el
evento.
Eso les parece inadecuado porque parte de la
idea de que los motivos son emergentes privados
e interiores que residen en la gente, antes que
cursos de acción públicos y observables.
Si los sociólogos tratan de entender y formular
descripciones de la acción social, y si el estatus
analítico de la acción social reside en su carácter
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de conducta normativamente orientada por el
mismo ambiente que ella constituye, entonces un
motivo puede funcionar como una “regla del
observador” para decidir el carácter
normativamente orientado de la conducta.
Visto así, un motivo representa una elección
(sociológica) sobre de que manera reformular
ítems de conducta concretos como instancias de
acción social. Sirve como elección teórica para
explicar el carácter de un evento en tanto
instancia de la acción. Un motivo no es, entonces,
una “cosa en el mundo” sino un modo de
concebir la acción social. En un sentido
sociológico más preciso, son los observadores
quienes introducen un tópico en la conducta, se
trate de motivos u otros tópicos.
Así, decir que existen las “clases sociales”, o que
un grupo privilegia el “alcanzar sus metas”,
implica –para el observador- decidir que cierto
grupo de personas está orientado como actor
colectivo, al estatus, y concebirlo como alguien
que actúa bajo los auspicios de tal orientación.
Al considerar los motivos como “reglas de
relevancia de los observadores”, estos adquieren
fuerza analítica para entender las raíces de la
conducta.
Los motivos son un modo que tiene el observador
de asignar relevancia a su conducta, de tal modo
que estos puedan ser reconocidos como una
instancia más de la acción normativamente
ordenada.
Así, si los motivos son (sociológicamente)
descubiertos en su adscripción a reglas, esta
adscripción en sí misma presupone el uso de un
lenguaje que es público y observable. Tratar a
los motivos como algo privado, es perder de
vista que las reglas vigentes los hacen
socialmente posibles y les otorgan su estatus.
y debe entenderse gramaticalmente (como parte
del sentido de una acción) antes que como un
informe de algún evento antecedente
contingente.
Los motivos no son fuerzas o eventos en el
mundo, extraños a algún observador. Son
sociológicamente posibles –solo- porque un
observador práctico posee métodos y
procedimientos (por ejemplo, reglas para
situarlos como eventos en el mundo). Dado que
los eventos no pueden existir –sociológicamenteexcepto como “cursos de acción”, y dado que
estos últimos no son inteligibles si no es a través
de reglas sociales disponibles, los motivos no
pueden ser situados si no es mediante reglas que
hacen que las conductas asociadas sean posibles.
Así, el motivo es un procedimiento. Las reglas son
cursos de acción organizados. Un motivo no es
“algo” que un actor tenga. No es una propiedad
de un actor. Un motivo es un método disponible,
que un “miembro” tiene para hablar y tratar con
los “objetos”. Los motivos son eventos de
“sentido común”.
Para adscribir a motivos, entonces, hay reglas.
Al decir “guiados por reglas” no queremos
significar que los actores sean autómatas
gobernados por reglas abstractas, o que los
actores –por definición- son guiados por reglas.
Por el contrario, es quien puede comportarse
pero no actuar a quien concebimos como alguien
gobernado por reglas, porque es quien parece
actuar como mero mecanismo de necesidades
universales.
Solamente estamos afirmando que tanto ego
como alter deben asumir que existe -en uso- un
corpus de reglas de membresía en el muestrario
de conductas, que es previo a que ellos puedan
ser caracterizados por un esquema de motivos
sustantivo.
Para estos autores el motivo adquiere su
carácter analítico en tanto producto público
(metódico) antes que como un “estado privado”,
Rafael Castellano
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Rafael Castellano
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