ROL Nº 272 REQUERIMIENTO FORMULADO POR DIVERSOS DIPUTADOS PARA QUE EL TRIBUNAL RESUELVA LA INHABILIDAD DE DON AUGUSTO PINOCHET UGARTE PARA DESEMPEÑAR EL CARGO DE SENADOR VITALICIO, EN VIRTUD DEL ARTÍCULO 82, Nº 11, DE LA CONSTITUCIÓN POLÍTICA DE LA REPÚBLICA Santiago, dieciocho de marzo de mil novecientos noventa y ocho. VISTOS Y TENIENDO PRESENTE: 1º. Que a fojas 1 consta que se ha deducido requerimiento ante este Tribunal por los Diputados en ejercicio señoras María Antonieta Saa Díaz y Laura Soto González y los señores Guillermo Ceroni Fuentes, Aníbal Pérez Lobos, Juan Pablo Letelier Morel, Felipe Letelier Norambuena, Guido Girardi Lavín, Salvador Urrutia Cárdenas, Francisco Encina Moriamez, Antonio Leal Labrín, Patricio Hales Dib, Eugenio Tuma Zedan, Leopoldo Sánchez Grunert, Enrique Jaramillo Becker, Carlos Montes Cisternas y Víctor Jeame Barrueto; 2º. Que el requerimiento solicita se declare la inhabilidad de don Augusto Pinochet Ugarte para desempeñar el cargo de senador vitalicio, de conformidad con lo prescrito en el artículo 45, letra a), de la Constitución, en razón de que no habría desempeñado el cargo de Presidente de la República que tal norma exige. Fundan su petición en dos órdenes de consideraciones: a) que durante el período en que el señor Pinochet gobernó Chile no había República, “Por consiguiente, si no había República mal el ex General Pinochet pudo haber sido Presidente de la República”, agregándose enseguida: “Este militar ahora en retiro, fue Jefe de Estado de un gobierno autocrático pero jamás Presidente de la República”. Más adelante se precisa en cuanto a esta fundamentación: “Así las cosas, en el período establecido de la disposición décimo tercera transitoria de la Constitución, que va desde la vigencia de la Constitución hasta el Plebiscito del año 1988, tampoco hubo República por lo que Pinochet no pudo ser en ese período Presidente de la República”; y b) que la disposición decimocuarta transitoria de la Constitución, en cuanto señala que el señor Pinochet continuará ejerciendo el cargo de Presidente de la República no le conferiría tal carácter, porque dicha denominación sólo se reserva, en las normas permanentes, para quien haya sido elegido en votación directa y por mayoría absoluta de los sufragios válidamente emitidos, lo que en el caso sub­lite no ocurrió; 3º. Que el artículo 4º de la Constitución dispone: “Chile es una república democrática”. Esta norma, como lo reconocen los propios requirentes, se encuentra en vigencia desde el 11 de marzo de 1981, de conformidad con lo dispuesto en el artículo final y en la disposición decimotercera transitoria de la Carta Fundamental; 4º. Que, por su parte, la disposición decimocuarta transitoria de nuestro Código Político en su inciso primero expresa: “Durante el período indicado en la disposición anterior, continuará como Presidente de la República el actual Presidente, General de Ejército don Augusto Pinochet Ugarte, quien durará en el cargo hasta el término de dicho período”. Cabe precisar que, conforme a la disposición decimotercera transitoria a que alude la norma transcrita y al artículo 25 permanente de la Carta, ese período presidencial se extiende desde el 11 de marzo de 1981 y por el plazo de ocho años; 5º. Que un análisis de los términos y fundamentación del requerimiento presentado y de lo preceptuado en las normas transcritas en los considerandos anteriores plenamente vigentes a la época en estudio, conduce inequívocamente a concluir que los peticionarios, bajo la “fórmula” de solicitar se declare una inhabilidad parlamentaria, lo que realmente está pretendiendo es un enjuiciamiento sobre la validez o legitimidad del artículo 4º y de la disposición decimocuarta transitoria, inciso primero, de la Constitución, ya que sólo a condición de que ellas se declaren nulas o se prescinda absolutamente de su contenido podría prosperar la declaración de inhabilidad demandada; 6º. Que, ante la anómala situación surgida con motivo de este requerimiento, en cuanto a que la “fórmula” escogida no se condice con la pretensión sustantiva que se persigue, se ha estimado necesario efectuar dos precisiones que se contienen en los considerandos siguientes; 7º. Que, en primer término, para determinar su competencia o ámbito de sus atribuciones, este Tribunal debe atenerse a lo que real y efectivamente se somete a su decisión sin que las “fórmulas” que se empleen por quienes recurren se conviertan en un obstáculo procesal que impida el acierto de la resolución jurisdiccional y la efectividad de los principios que conforman la causa o proceso. De esta manera, el Tribunal debe verificar, en concreto, si el asunto sometido a su decisión corresponde a la petición que se le hace, debiendo siempre, para resolver adecuadamente, preferir lo sustantivo a lo meramente formal, pues seguir el camino contrario lo conduciría inevitablemente a distorsionar la racionalidad del proceso y la justicia de su sentencia; 8º. Que es posición de este Tribunal ampliar hasta límite máximo permitido por la Constitución las atribuciones que ella le confiere, como asimismo permitir que los órganos legitimados puedan recurrir en forma expedita a esta Magistratura, a fin de que ella vele por el principio de la “supremacía constitucional”, consagrado como una de las bases esenciales de la institucionalidad en el artículo 6º de nuestra Carta Fundamental. Sin embargo, esta irrevocable posición no puede llevar al Tribunal a ir más allá de lo que razonablemente lo autoriza la Carta Fundamental, pues de lo contrario lejos de custodiar la aplicación estricta de la Constitución, la vulneraría en su esencia; 9º. Que retomando lo expuesto en el considerando 5º, este Tribunal declara que carece de competencia para resolver el requerimiento formulado en los términos en que ha sido planteado, pues sus atribuciones no lo autorizan para pronunciarse sobre la validez o legitimidad del artículo 4º y de la disposición decimocuarta transitoria, inciso primero, de la Constitución de 1980, ya sea que tal invalidez o ilegitimidad se apoye en su contenido o en una falta de correlación con una determinada situación política; 10º. Que, en efecto, como lo manifestara este Tribunal en la sentencia recaída en el Rol Nº 46, la Constitución es el estatuto jurídico de mayor jerarquía dentro del ordenamiento positivo que surge como expresión de un Poder que se denomina “Constituyente”. A éste se le define como “la facultad inherente a toda comunidad política soberana a darse su ordenamiento jurídico político originario por medio de una Constitución y a reformar a ésta total o parcialmente cuando sea necesario”. (Linares Quintana, Segundo, Tratado de la Ciencia del Derecho Constitucional, 2ª Edic. tomo 3, pág. 201). De esta manera, el Poder Constituyente puede ser de dos clases: “originario” y “derivado o instituido”. El primero es aquel que inicialmente dicta una Constitución o crea una posterior, desligada de su predecesora, a consecuencia de una ruptura institucional. El segundo se expresa cuando, en virtud de una disposición constitucional que lo autoriza, se reforma, revisa o enmienda la Carta Fundamental; De los conceptos anteriores fluye que el Poder Constituyente originario es la expresión máxima del Poder del Estado, ya que crea el ordenamiento jurídico fundamental, estableciendo los “poderes constituidos” fijando sus atribuciones, encauzando sus actuaciones y, en fin, imponiéndoles limitaciones para asegurar, recíprocamente, su independencia y dar debida protección a los derechos de las personas que la misma Constitución reconoce; 11º. Que la Carta Fundamental de 1980 constituye una manifestación del Poder Constituyente originario, ya que ella surge como consecuencia del quiebre institucional ocurrido en septiembre de 1973 y al margen de las normas establecidas en la Constitución de 1925 para su reforma; 12º. Que, en consecuencia, al Tribunal le está vedado entrar a conocer de una pretensión de validez o legitimidad de los preceptos contenidos en el artículo 4º y en la disposición decimocuarta transitoria, inciso primero, de la Carta Fundamental, ya que el hacerlo importaría arrogarse una facultad que no se le ha conferido y lo que es más grave, situarse por sobre el Poder Constituyente originario; 13º. Que, por otra parte, a la misma decisión de incompetencia nos lleva un estudio del requerimiento presentado, aún prescindiendo de las razones anteriormente expuestas. En efecto, en esta hipótesis nos encontramos frente a la petición de inhabilidad del senador don Augusto Pinochet por no haber desempeñado el cargo de Presidente de la República, requisito necesario para acceder a dicho cargo, en virtud de lo dispuesto en el artículo 45, letra a), de la Constitución, esto es, por afectarle una de las llamadas inhabilidades preexistentes a que luego nos referiremos; 14º. Que, el artículo 82, Nº 11, de la Constitución, establece que es atribución de este Tribunal: “Pronunciarse sobre las inhabilidades, incompatibilidades y causales de cesación en el cargo de los parlamentarios”. En la hipótesis en que se razona se trata de una inhabilidad para acceder al cargo de senador vitalicio. En consecuencia, para resolver debidamente el problema, desde esta nueva perspectiva, este Tribunal debe determinar si la atribución conferida por la norma constitucional antes transcrita comprende o no una inhabilidad de esta naturaleza; 15º. Que dentro de los conceptos que nos proporciona la doctrina constitucional las inhabilidades “inhabilidades parlamentarias preexistentes” se e clasifican en “inhabilidades sobrevinientes”. Las primeras en relación a los senadores, son aquellas producidas por un hecho o circunstancia anterior a la elección, respecto de los elegidos, o a la incorporación al Senado o a su nombramiento, en el caso de los senadores vitalicios o designados, respectivamente. Estas inhabilidades, según lo precisara este Tribunal en su sentencia Rol Nº 165 pueden ser de carácter absoluto o relativo. Las primeras se conciben como aquellas que afectan a las personas que carecen de algún requisito constitucional de acceso a la función. Las “relativas” concurren respecto de las personas que han cumplido con dichos requisitos, pero no pueden ocupar el cargo en razón de la situación particular en que se encuentren. Las inhabilidades sobrevinientes de los senadores, dentro de nuestro actual esquema constitucional, pueden conceptuarse como las originadas por un hecho o situación posterior a la elección, a la incorporación al Senado o a su nombramiento, según se trate de senadores elegidos, vitalicios o designados, respectivamente; 16º. Que, como también lo resolviera este Tribunal en la sentencia antes citada, de acuerdo a la disposición contenida en el número 11 del artículo 82 de la Constitución, su competencia en materia de inhabilidades de senadores y diputados, sólo alcanza a las inhabilidades sobrevinientes y no a las preexistentes, cuyo es el caso planteado en estos autos, conforme a los conceptos vertidos en el considerando precedente; 17º. Que, en consecuencia, aún en la segunda hipótesis sobre la que se ha razonado, este Tribunal debe concluir, igualmente, que carece de competencia para conocer el requerimiento que rola a fojas 1 y por el cual se pide que se declare que el senador don Augusto Pinochet Ugarte está inhabilitado para ejercer dicho cargo, por afectarle una causal de inhabilidad preexistente. Y VISTO lo prescrito en los artículos 4º, 7º, 45, letra a), 82, Nº 11, 84 y las disposiciones transitorias decimotercera y decimocuarta de la Constitución Política de la República, SE DECLARA: que este Tribunal carece de competencia para resolver sobre la inhabilidad del senador don Augusto Pinochet Ugarte solicitada por los requirentes en el escrito de fojas 1. Se previene que el Ministro señor Mario Verdugo Marinkovic concurre al fallo participando únicamente de los razonamientos décimo tercero a décimo séptimo inclusive y teniendo además presente que los incordios que se advierten en la práctica, entre la normativa permanente del Código Fundamental con la contenida en su estatuto transitorio, no pueden ser superados mediante una interpretación exegética ­como pretende el requerimiento en análisis­ a menos de tornar cuestionable toda la institucionalidad vigente. Redactó la sentencia el Ministro señor Eugenio Valenzuela Somarriva y la prevención su autor el Ministro señor Mario Verdugo Marinkovic. Regístrese, comuníquese y archívese. Rol Nº 272.­ Pronunciada por el Excmo. Tribunal Constitucional, integrado por su Presidente don Osvaldo Faúndez Vallejos, y los Ministros señor Eugenio Valenzuela Somarriva, señora Luz Bulnes Aldunate, señores Mario Verdugo Marinkovic y Hernán Alvarez García. Autoriza el Secretario del Tribunal Constitucional, don Rafael Larrain Cruz.