La distinción analítico/sintético y sus implicaciones para la semántica

Anuncio
La distinción analítico/sintético y sus implicaciones
para la semántica
Tesina para optar al Grado Académico de Licenciado en Filosofía
Autor: Ignacio Andrés Vergara Castro
Profesor Guía: Manuel Rodríguez Tudor
Santiago, Chile
Diciembre 2015
1
A Kurt Donal Cobain,
En cuya música encontré mi voz
2
Tabla de Contenidos
I.
II.
Introducción pág. 5
La Distinción a/s en Kant
1. Formulación de la distinción pág. 7
2. Nivel semántico de la distinción a/s en la formulación pág. 10
3. Problemas en la formulación kantiana: ¿Cómo debemos explicar y entender la
noción de analiticidad? pág. 10
III.
Críticas a la noción de analiticidad y rechazo de la distinción a/s de Quine
1. ¿Cómo entender y explicar la noción de analiticidad desde la noción de sinonimia?
pág. 13
2. Fracaso de las formas tradicionales de entender la noción de sinonimia pág. 15
3. Rechazo de la distinción a/s y consecuencias de su abandono pág. 20
IV.
Defensa de Grice & Strawson de la distinción a/s
1. Criticas de Grice & Strawson al planteamiento de Quine pág. 23
V.
El problema del significado
1. La indeterminación del significado como problema para la Perspectiva Clásica de la
noción de concepto pág. 33
2. Imposibilidad de la semántica como disciplina e imposibilidad de cualquier
disciplina que dependa de la noción de significado pág. 38
VI.
Concepción alternativa de las nociones de significado y sinonimia en Wittgenstein
1. Refutación de la concepción agustiniana del lenguaje: el error de toda teoría del
lenguaje pág. 41
2. Refutación de las teorías esencialistas del lenguaje pág. 43
3. Nueva concepción de las nociones de significado y sinonimia pág. 51
VII.
Nueva concepción del significado y nueva semántica
1. ¿Por qué ha sido tan difícil la semántica? pág. 55
2. El error de la Perspectiva Clásica pág. 55
3. La semántica como ciencia social pág. 57
VIII.
Conclusión pág. 60
IX.
Referencias pág. 62
3
Resumen
Tradicionalmente se ha entendido al significado de una palabra como una estructura
definicional compuesta de otros términos. Esta estructura nos provee un conjunto de
condiciones necesarias y suficientes para la aplicación del término. La construcción de la
estructura definicional de una palabra se realiza mediante las conexiones necesarias y
constitutivas que un término pueda tener con otros. Este tipo de conexiones se establecen
mediante la distinción entre analítico y sintético y la noción de sinonimia. De esta forma, en
tanto el significado es el objeto de estudio propio de la semántica, a partir de esta
concepción del significado lo que debe estudiar la semántica son las relaciones de
analiticidad y sinonimia entre términos. Esta concepción del significado y la semántica se
atribuye a una perspectiva de gran influencia en la historia de la filosofía que ha sido
llamada Perspectiva o Teoría Clásica.
Sin embargo, a partir de las críticas de Quine a la noción de analiticidad, que afecta también
a la sinonimia, y el consecuente rechazo de la distinción analítico/sintético la concepción
del significado de la Perspectiva Tradicional ha entrado en crisis. Y esta crisis se explica
en cuanto se considera que sin la mencionada distinción y sin la sinonimia no se pueden
establecer las conexiones necesarias y constitutivas que determinan el significado de un
término. Así pues, si no podemos determinar el significado de un término, la semántica
como disciplina sería imposible ya que no tendría un objeto de estudio propio.
No obstante, tanto la noción de significado como la semántica pueden mantenerse si
encontramos una forma de entender ambas nociones que no recurra a la distinción
analítico/sintético ni a la sinonimia. Ahora bien, esta concepción alternativa del significado
podría llevarnos a una nueva forma de hacer semántica.
Esta concepción alternativa la encontramos en el planteamiento del segundo Wittgenstein
quien sostiene que el significado de una palabra consiste en la familia de usos que pueda
tener el término. De esta forma, como señala Putnam, en tanto el uso que tengan las
palabras puede ser aprendido, el objeto de estudio de la semántica debe ser el fenómeno
social del aprendizaje del significado lo que nos lleva a concebir a la semántica como una
ciencia social.
4
I.
Introducción
La siguiente investigación consiste en una revisión sobre el problema de la indeterminación
del significado que afecta a la Perspectiva Clásica sobre el significado a partir de las
críticas de Quine a la noción de analiticidad, que según Grice & Strawson afecta también a
la noción de sinonimia, y el consecuente rechazo de la distinción entre analítico/sintético.
La relevancia de la mencionada distinción y la sinonimia para el problema del significado
consiste en que para determinar el significado de un término se recurren a conexiones
necesarias y constitutivas que puede tener un término con otros y estas conexiones se
realizan mediante la distinción analítico/sintético y la sinonimia. De esta forma, si seguimos
a Quine en sus críticas, careceríamos de medios para determinar el significado de un
término. Este problema afecta también a la posibilidad de la semántica como disciplina en
tanto se considera que la noción de significado es su objeto de estudio propio. Sin embargo,
como mostraremos en esta investigación, se puede mantener la noción de significado si
encontramos una forma alternativa de entender esta noción lo cual nos llevaría a cambiar la
forma en la que entendemos y trabajamos la semántica. Esta concepción alternativa del
significado la encontramos en el planteamiento de Wittgenstein en sus Investigaciones
Filosóficas que sostiene que el significado de una palabra consiste en la familia de usos que
la palabra pueda tener. De esta forma, teniendo a la vista la postura de Wittgenstein,
podemos sostener junto con Putnam que el uso de las palabras puede ser aprendido y que
este fenómeno social debe ser el objeto de estudio de la semántica, lo que nos llevaría a
incluir a esta disciplina en el campo de las ciencias sociales.
Para conseguir tal objetivo debemos exponer sumariamente los antecedentes de la
discusión. Así pues, revisaremos en el primer capítulo la formulación kantiana de la
distinción entre analítico y sintético destacando su nivel semántico y los problemas de
inteligibilidad que aquejan a la noción de analiticidad.
En el segundo capítulo se exponen las críticas de Quine a la noción de analiticidad y el
consiguiente rechazo de la mencionada distinción.
En el tercer capítulo se revisaran las críticas de Grice & Strawson a las objeciones de
Quine, más específicamente, su observación que, según el planteamiento de Quine, si
5
rechazamos la noción de analiticidad por ininteligible, deberíamos rechazar también la
sinonimia y, por consiguiente, la noción de significado debiese ser abandonada.
Posteriormente a estos capítulos de revisión de los antecedentes de la discusión, en el
cuarto capítulo explicaremos como surge el problema de la indeterminación del significado
a partir del rechazo y abandono de la distinción analítico/sintético y la noción de sinonimia
en tanto que la mencionada distinción y la sinonimia nos permiten establecer las
conexiones necesarias y constitutivas entre términos mediante las cuales construimos la
estructura definicional de un término lo que corresponde a su significado. Este problema
implicaría la imposibilidad de la semántica como disciplina en tanto se considera que el
objeto de estudio propio de esta disciplina es el significado.
En el quinto capítulo expondremos el planteamiento de Wittgenstein en sus Investigaciones
como una concepción alternativa de las nociones de significado y sinonimia que nos
permite mantener ambas nociones.
En el sexto capítulo se explica, en primer lugar, porque debe preferirse la propuesta de
Wittgenstein a la Perspectiva Tradicional del significado. En segundo lugar, se explica
como la semántica se convierte en una ciencia social en tanto se considera que su objeto de
estudio, desde el planteamiento de Wittgenstein y Putnam, es el fenómeno social del
aprendizaje del significado.
Finalizamos la presente investigación planteando líneas de investigación en áreas
relacionadas a la semántica desde esta nueva concepción del significado y la semántica.
6
II.
La distinción a/s1 en Kant
El filósofo alemán Immanuel Kant es el primero en establecer la célebre distinción a/s.
Encontramos la primera formulación de esta distinción en la obra capital de Kant, a saber,
en su Crítica de la razón pura. En los Prolegómenos a toda metafísica futura que haya de
poder presentarse como ciencia encontramos una segunda formulación de la mencionada
distinción que en líneas generales no dista mucho de la que se haya en la Crítica.
1. Formulación de la distinción
La distinción a/s se aplica según Kant a aquellos juicios en los que se establece una
relación entre un concepto que hace de sujeto y otro que oficia de predicado. Sobre este
tipo de relación entre conceptos Kant señala que existen dos posibilidades: i) el concepto
del predicado se halla contenido de forma implícita en el concepto del sujeto y ii) el
concepto del predicado está fuera del concepto del sujeto pero guarda algún tipo de relación
con él. En base a esta constatación Kant establece el primer criterio con el cual podemos
distinguir a los juicios analíticos de los sintéticos. Los juicios analíticos consisten en aquel
tipo de juicio en el que el concepto del predicado está contenido en el concepto del sujeto.
En contraste, son sintéticos aquellos juicios en los que el concepto del predicado no está
contenido en el concepto del sujeto. Para aclarar en qué sentido un concepto puede estar
contenido en otro Kant explica que la relación existente entre el concepto del predicado y el
concepto del sujeto en un juicio analítico es una relación de identidad; por su parte, en los
juicios sintéticos no se da este tipo de relación. A este primer criterio para distinguir entre
juicios analíticos y sintéticos lo llamaremos criterio de contención.
A partir del criterio de contención podemos inferir el valor epistemológico, la
fundamentación y carácter de la verdad de los juicios analíticos y sintéticos. Como en un
juicio analítico el concepto del predicado que se enlaza con el sujeto ya está contenido en
su concepto, este tipo de juicios no aporta información nueva a nuestro concepto del sujeto.
Sin embargo, como en un juicio analítico se descompone el concepto del sujeto en sus
conceptos constituyentes en este tipo de juicio se explicita el contenido del concepto que
ocupa el lugar de sujeto. Por ejemplo, un juicio analítico como 1) Todos los cuerpos son
1
Uso esta expresión en el presente trabajo para abreviar los términos analítico y sintético.
7
extensos no nos entrega información nueva sobre el concepto de cuerpo ya que el concepto
de extensión estaba contenido en él. Así pues, los juicios analíticos no amplían nuestro
conocimiento del sujeto pero si nos explican y explicitan su contenido; por esta razón Kant
los clasifica como juicios explicativos. En cambio, como en los juicios sintéticos se enlaza
al concepto del sujeto un predicado que no estaba contenido en él, este tipo de juicios nos
entregan información nueva sobre el concepto. De este modo, cuando se afirma que 2)
Todos los cuerpos son pesados se agrega información sobre el concepto de cuerpo ya que el
concepto de pesadez no estaba incluido en él. Kant les llama juicios informativos ya que los
juicios sintéticos son capaces de ampliar nuestro conocimiento del sujeto.
Como en los juicios analíticos el concepto del predicado se obtiene descomponiendo el
concepto del sujeto sin tener que salir de él, un juicio analítico es verdadero a priori ya
que no salimos del concepto del sujeto y, por consiguiente, su verdad es necesaria y
universal; por su parte, en los juicios sintéticos existen dos posibilidades: pueden ser a
priori si surgen del entendimiento puro y de la razón pura2 y por lo mismo su verdad es
necesaria, o pueden ser a posteriori y su valor veritativo se determina apelando a otro tipo
de instancias como por ejemplo la experiencia. Por esta razón la verdad de un juicio
sintético a posteriori será contingente al depender de factores que pueden o no ser el caso.
Kant afirma que la ausencia de contradicción interna es la condición universal de todos
nuestros juicios independientemente de su contenido: si un juicio presenta contradicción
interna no es significativo. Kant señala que esta condición universal de los juicios puede
ser expresada en la siguiente fórmula: <<A ninguna cosa le es adecuado un predicado que
la contradiga>>. A esta formulación Kant la denomina principio de contradicción y
constituye un criterio universal y meramente negativo de toda verdad. Este principio
pertenece a la lógica y todo juicio y conocimiento debe respetarlo para ser significativo; sin
embargo, al ser un principio meramente formal, no es suficiente para establecer la verdad
de un determinado juicio o conocimiento.
Ahora bien, Kant sostiene que el principio de contradicción puede ser utilizado de forma
positiva, a saber, no solamente para prevenir el error, sino también para conocer la verdad.
De esta forma, en un juicio analítico afirmativo como el enunciado1) al estar el predicado
2
Como es el caso de las proposiciones de la aritmética y la geometría.
8
contenido en el concepto del sujeto no se puede negar el juicio sin caer en contradicción.
De modo similar, en el caso de un juicio analítico negativo en el cual aparece un concepto
contrario al predicado que está incluido en el concepto del sujeto como 3) Ningún cuerpo es
inextenso es necesario negar tal concepto contrario ya que afirmarlo implica contradicción.
Por consiguiente, Kant sostiene que el principio de contradicción utilizado de forma
positiva es la base de todos los juicios analíticos y explica junto con el criterio de
contención su carácter necesario y a priori. En conclusión, el principio de contradicción
constituye un segundo criterio para considerar a un juicio como analítico. A este segundo
criterio lo denominaremos criterio de contradicción.
Para señalar cual es el principio de los juicios sintéticos Kant explica que, en primer lugar,
todas nuestras representaciones se hallan contenidas en nuestro sentido interno siendo su
forma a priori el tiempo. En segundo lugar, señala que la imaginación es la facultad que
enlaza en una síntesis las representaciones contenidas en nuestro sentido interno y, en tercer
lugar, la unidad de apercepción realiza la unidad sintética de las representaciones la cual es
indispensable para que podamos formular juicios. Por consiguiente, Kant concluye que se
debe buscar en el sentido interno, en la imaginación, y en la unidad de apercepción el
principio de todos los juicios sintéticos. De esta forma, Kant revisa cómo es posible el
enlace de representaciones en una experiencia. Kant afirma que nuestros conocimientos
deben poseer realidad objetiva para ser significativos y esta realidad objetiva consiste en
que nuestro conocimiento debe referirse a algún objeto del cual recibe significado y
sentido. Para que esta condición se cumpla el objeto debe ser nos dado de alguna forma lo
cual consiste en referir la representación del objeto a alguna experiencia ya sea real o
posible. De este modo, Kant sostiene que es la experiencia posible la que da realidad
objetiva a todos nuestros conocimientos. Por su parte, la experiencia se basa en la unidad
sintética de los fenómenos sin la cual no tendríamos experiencia sino una sucesión de
representaciones inconexas carentes de algún contexto que les sirva de base. De esta
manera, la experiencia posee principios que posibilitan su forma a priori y estos principios
consisten en reglas universales que dan unidad a la síntesis fenoménica y posibilitan la
experiencia junto con otorgarle realidad objetiva. Por consiguiente, Kant sostiene que es la
posibilidad de la experiencia la que da realidad objetiva a cualquier otra síntesis o enlace.
Así pues, Kant concluye que el principio supremo de los juicios sintéticos consiste en que
9
los objetos de la experiencia se basan en las condiciones necesarias que hacen posible la
unidad que sintetiza en una experiencia posible la diversidad proveniente de la intuición.
Dicho de otro modo, el principio de los juicios sintéticos corresponde a todas aquellas
condiciones que hacen posible la unidad sintética de la experiencia.
2. Nivel semántico de la distinción a/s en la formulación kantiana
En base a este breve análisis de la formulación que Kant nos brinda de la distinción a/s
podemos afirmar en primer lugar que el filósofo alemán nos proporciona dos criterios para
reconocer cuando un determinado juicio es analítico o sintético. De esta forma, la
satisfacción de estos criterios determinara a su vez el valor epistemológico, la
fundamentación y el carácter de la verdad de los juicios. En segundo lugar, podemos
señalar que mediante el criterio de contención la distinción a/s alcanza un nivel semántico3
el cual consiste en establecer dos tipos de conexión entre conceptos: i) una conexión
constitutiva y necesaria entre el concepto del sujeto y el del predicado y ii) una conexión
no constitutiva y contingente. Así pues, en un enunciado analítico como 1) se establece una
conexión constitutiva ya que el concepto de extensión como está contenido en el concepto
de cuerpo constituye parte de su significado y en tanto la extensión está contenida en el
concepto de cuerpo es necesariamente implicada por este último concepto. En contraste, en
un enunciado sintético como 2) la relación entre el concepto de cuerpo y el de pesadez no
es constitutiva ya que la pesadez no está contenida en el concepto de cuerpo, por lo cual no
constituye parte de su significado. Por otro lado, esta relación es contingente en el sentido
de que hablar sobre cuerpo no implica necesariamente hablar sobre su pesadez.
3. Problemas en la formulación kantiana: ¿Cómo debemos explicar y entender la
noción de analiticidad?
Ahora bien, es necesario destacar que la formulación de la distinción que Kant esboza no
está excepta de problemas y oscuridades. El primer problema que surge al considerar la
formulación kantiana consiste en que la distinción a/s parecería aplicarse exclusivamente a
juicios de la forma sujeto-predicado por lo cual no abarcaría todo el universo posible de
3
Entiéndase aquí por semántico las condiciones necesarias y suficientes que constituyen el significado de un
concepto. Este nivel semántico de la distinción a/s será profundizado en el capítulo IV de la presente tesina.
10
juicios. No obstante, puede argüirse a favor de Kant que este inconveniente surge si
atendemos únicamente al criterio de contención, en cambio considerar junto con este
criterio también al criterio de contradicción ampliaría el número y tipo de juicios a los que
la distinción puede aplicarse incluyendo, de este modo, a juicios que no son de la forma
sujeto-predicado. Esta audaz observación puede sostenerse pero plantea otros problemas,
por ejemplo, ¿Cómo se relacionan ambos criterios entre sí?
De este modo, el segundo problema consiste en cuál es la relación existente entre los
criterios, a saber, si son interdependientes o hay alguno que dependa y presuponga al otro
para funcionar. Esta segunda opción pareciera suceder cuando consideramos que el
principio de contradicción no podría funcionar sin tener que recurrir al criterio de
contención. Dicho en otros términos, pareciera que saber si la negación de un determinado
juicio implica o no contradicción supone que debiésemos saber que el concepto del
predicado está contenido en el concepto del sujeto según la no especificada relación de
identidad. Este problema se puede apreciar si en un juicio como 1) reemplazamos los
conceptos de <<cuerpo>> y <<extensión>> por variables, a saber, <<Todo A es B>>. De
esta forma, a simple vista y sin conocer que significa <<A>> no podríamos determinar si la
negación de tal juicio nos lleva a contradicción. Por lo tanto pareciera que el criterio de
contradicción depende y presupone el criterio de contención. Pero a esta conclusión podría
objetarse a su vez que en el caso de una proposición lógica como por ejemplo << p o -p>>
no sería necesario saber que significa <<p>> para determinar si su negación nos lleva a
contradicción, por lo cual no se podría afirmar que el criterio de contradicción dependa en
todo y cada uno de los casos del criterio de contención.
Un tercer problema que se nos presenta, y el más relevante para la discusión que
plantearemos en esta tesina, consiste en qué sentido el concepto del predicado está
contenido en el concepto del sujeto en un juicio analítico o, dicho de otro modo, que noción
de identidad subyace a la relación de identidad que según Kant hay entre el concepto del
sujeto y el concepto del predicado en un juicio analítico. Teniendo en cuenta esta
observación podemos apreciar que una noción que según el planteamiento de Kant
parecería fundamental para entender la relación de contención y, por lo tanto, la noción de
11
analiticidad no está ella misma explicada de un modo que parezca satisfactorio
considerando su relevancia.
Para finalizar este ítem, podemos concluir que el planteamiento de la distinción a/s Kant
presenta problemas que el filósofo alemán no resolvió probablemente porque no haya
alcanzado a advertidos. Uno de esos problemas que fue tomando relevancia por las
ulteriores discusiones se trata de cómo debemos entender la relación de contención que
existe entre el concepto del sujeto y el concepto del predicado. Más allá de que si el criterio
de contención efectivamente funciona, se puede afirmarse que entender la noción de
contención nos llevaría a entender a la noción de analiticidad como concepto. Por lo tanto,
se puede concluir que Kant sólo planteo los criterios para distinguir entre juicios analíticos
y sintéticos pero las nociones mismas que intervenían en esa distinción, como la de
analiticidad, no fueron problematizadas por el filósofo alemán. Sin embargo puede
afirmarse para exculpar a Kant que su formulación de la distinción a/s si bien presenta
problemas el objetivo de Kant no consistía en entregar un detallado y exhaustivo examen de
la distinción sino aquel objetivo que el filósofo alemán pretendía con su formulación era
entregarnos un marco teórico que le permitiese introducir los juicios sintéticos a priori para
examinar sus problemas, a saber: cuáles son las condiciones que posibilitan este tipo de
juicios. La resolución de este problema llevaría a Kant, según sus propósitos, a examinar
cómo es posible la ciencia para determinar, como objetivo último, la posibilidad de la
metafísica como ciencia. Con esta aclaración podemos apreciar que para Kant la distinción
a/s no era un problema en sí mismo, sino más bien para el filósofo alemán la distinción
correspondería a un postulado que le permitía considerar problemas de mayor envergadura
filosófica.
12
III.
Críticas a la noción de analiticidad y rechazo de la distinción a/s
de Quine
Pero a quien no le pasó inadvertido el problema que había en la formulación kantiana con el
criterio de contención fue el filósofo estadounidense Willard V.O. Quine que en su artículo
titulado “Dos dogmas del empirismo” plantea una serie de objeciones a la inteligibilidad de
la noción de analiticidad. En líneas generales, Quine sostiene que no disponemos de una
forma clara, satisfactoria y no circular para entender esta noción.
1. ¿Cómo entender y explicar la noción de analiticidad desde la noción de
sinonimia?
Quine comienza su crítica revisando como se ha concebido tradicionalmente la distinción
a/s. En primer lugar, Quine señala que se ha entendido a los enunciados analíticos como
aquel tipo de enunciados cuya negación es autocontradictoria. Sin embargo, esta forma de
definir o entender la analiticidad carece de valor explicativo porque no tenemos una forma
satisfactoria para entender la noción de autocontradictoriedad. En segundo lugar, Quine
revisa brevemente la formulación de la distinción realizada por Kant señalando que según
el filósofo alemán un enunciado analítico es aquel tipo de enunciado en el cual se atribuye
al sujeto algo que ya está contenido en su concepto. Quine detecta dos problemas en la
formulación de Kant: (i) esta formulación se limita a enunciados de la forma sujetopredicado y ii) recurre a la noción de contenido la cual no es explicada por Kant. Dejando
al lado estas insuficiencias, Quine señala que el punto central para Kant según como usa la
noción de analiticidad consiste en señalar que un enunciado es analítico si es verdadero en
virtud de significaciones e independientemente de los hechos.
Con el fin de separar definitivamente la teoría de la referencia de la teoría del significado
Quine señala que significar y nombrar no pueden identificarse. De esta modo, Quine
sostiene que el objeto de estudio primario de la teoría de la significación o semántica
corresponde a la sinonimia de las formas lingüísticas y a la analiticidad de los enunciados.
Por lo cual será de capital importancia para la semántica resolver satisfactoriamente el
problema de la noción de analiticidad en tanto constituye parte de su objeto de estudio.
13
Quine señala que por convención filosófica encontramos dos clases de enunciados
analíticos. En primer lugar, están aquellos enunciados que Quine llama lógicamente
verdaderos. Esta clase de enunciados se puede caracterizar mediante el siguiente ejemplo:
(1) Ningún hombre no casado es casado. Quine señala que la característica relevante que se
puede apreciar en (1) consiste en que este enunciado será verdadero para cualquier
interpretación de los términos <<hombre>> y <<casado>>. De este modo, si establecemos
previamente un inventario de partículas lógicas, una verdad lógica es aquel tipo de
enunciado que será verdadero para cualquier interpretación de sus elementos constituyentes
que no correspondan a las partículas lógicas previamente establecidas.
En segundo lugar se encuentran
aquel tipo de enunciados analíticos que se pueden
caracterizar mediante el siguiente ejemplo: (2) Ningún soltero es casado. Quine explica que
este tipo de enunciado se caracteriza por que puede convertirse en una verdad lógica si
reemplazamos alguno de sus términos constituyentes por sus respectivos sinónimos. Por
ejemplo, el enunciado (2) puede convertirse en una verdad lógica como (1) si
reemplazamos <<hombre no casado>> por su correspondiente sinónimo que según este
caso sería el término <<soltero>>. Ahora bien, el problema que presenta esta segunda clase
de enunciados analíticos consiste en que se basan en la noción de sinonimia la cual no está
satisfactoriamente explicada, por lo cual esta noción no nos serviría para entender la
analiticidad. Por consiguiente, Quine concluye que las dificultades para tener una
explicación clara de la noción de analiticidad se encuentran en los enunciados que se basan
en la sinonimia en tanto esta noción carece de una caracterización clara. Así pues, para
entender la analiticidad de los enunciados analíticos que se basan en la sinonimia se
requiere que esta última noción esta adecuadamente explicada. Quine busca distintas
fórmulas para entender la sinonimia y termina concluyendo que todos ellas fracasan ya que
presuponen, de una u otra forma, la noción de analiticidad. A continuación revisaremos
cuales son estas fórmulas, cómo pretender explicar la noción se sinonimia y analiticidad y
porque, según Quine, fracasan en su propósito de explicar estas nociones.
14
2. Fracaso de las fórmulas tradicionales de entender la noción de sinonimia
a) Definición
Se puede afirmar que el segundo tipo de enunciados analíticos se reducen a los de la
primera clase por definición, es decir, si atendemos los ejemplos (1) y (2) podemos
convertir el enunciado (2) en una verdad lógica como (1) señalando que el término
<<soltero>> se define como <<hombre no casado>>. Sin embargo, Quine objeta que las
definiciones que encontramos en los diccionarios hechas por lexicográficos se limitan a
recoger sinonimias preexistentes que se encuentran implícitas en el uso de los términos. Por
lo cual, la definición entendida como el informe y registro de sinonimias observadas no
puede explicar la sinonimia ya que la presupone.
Ahora bien, Quine señala que existe otra clase de actividad definitoria cuya tarea no es
recolectar sinonimias sino que pretende perfeccionar el término definiendum mediante su
definiens. Este tipo de definición corresponde a la explicación sostenida por Carnap. No
obstante, según Quine existe un problema con la explicación ya que a pesar de que este tipo
de definición no recoge sinonimias preexistentes entre el definiendum y el definiens si se
basa en ellas. Quine explica este problema señalando que el objetivo de una definición por
explicación consiste en tomar los contextos privilegiados en los que aparece un término y
afinar los otros contextos. De esta forma, una definición adecuada al modo de una
explicación consiste en que los contextos privilegiados del definiendum tomados en
conjunto sean sinónimos del contexto correspondiente de su definiens. Por consiguiente,
podemos apreciar que el poder explicativo que pueda tener la explicación depende también
de sinonimias anteriores.
Fuera de las dos formas de definición anteriormente consideradas nos queda un tercer tipo
de definición cuya ventaja consiste en que no se basa en sinonimias preexistentes sino que
introduce explícitamente nuevas notaciones cuyo objetivo es la abreviación. De este modo,
el definiendum es sinónimo del definiens porque se lo ha creado precisamente para tal
objetivo.
15
La conclusión a la que llega Quine después de revisar estos tres tipos de definición es que,
salvo el tercer tipo de definición, las definiciones se basan en relaciones de sinonimias
preexistentes y por esta razón no pueden explicar la noción de sinonimia.
b) Intercambiabilidad
Existe una segunda forma de entender la noción de sinonimia que consiste en la
intercambiabilidad de las formas lingüísticas en todos los contextos en los que puedan
aparecer sin cambiar sus valores veritativos. Este tipo de intercambiabilidad fue llamada
por Leibniz intercambiabilidad salva veritate.
Ahora bien, Quine aclara que la sinonimia relevante para sus propósitos es un tipo de
sinonimia a la que llama sinonimia cognitiva. A pesar de que no se pueda decir con
exactitud en que consiste este tipo de sinonimia hasta que se resuelva el problema de la
analiticidad, a fines de la explicación, Quine supondrá que la noción de analiticidad ya está
entendida y que, por lo tanto, podemos entender la sinonimia cognitiva cuando, por
ejemplo, decimos que los términos <<soltero>> y <<hombre no casado>> son
cognitivamente sinónimos si afirmamos también que un enunciado como (3) Todos y sólo
los solteros son hombres no casados es analítico. De esta forma, Quine concluye que para
explicar la analiticidad en términos de sinonimia cognitiva como se hizo en el parágrafo 1
del texto necesitamos una explicación de esta noción que no presuponga ni dependa de la
analiticidad.
Así pues, La intercambiabilidad salva veritate pareciera ser una forma de explicar la
sinonimia cognitiva que no depende de la noción de analiticidad. De esta manera, la
cuestión que ahora se debe resolver es si este tipo de intercambiabilidad es una condición
suficiente de la sinonimia cognitiva. Y en primera instancia pareciera que si lo fuera ya que
si consideramos un enunciado como (4) Necesariamente todos y sólo los solteros son
solteros es verdadero incluso con la suposición de que el adverbio <<necesariamente>> se
construye de una forma tan restrictiva que sólo pueda aplicarse a enunciados analíticos. De
acuerdo a esta explicación, si los términos <<soltero>> y <<hombre no casado>> son
intercambiables salva veritate, el reemplazar <<hombre no casado>> por una de las
instancias de <<soltero>> en (4) nos daría como resultado un enunciado que debiese ser
16
verdadero de la misma manera en que es verdadero el enunciado (4), a saber, un enunciado
como (5) Necesariamente todos y sólo los solteros son hombres no casados. Sin embargo,
como señala Quine, afirmar que el enunciado (5) es verdadero implica afirmar también que
el enunciado (4) es analítico y esto implica a su vez afirmar que los términos <<soltero>> y
<<hombre no casado>> son cognitivamente sinónimos.
Ahora bien, Quine considera que esta argumentación causa sospechas ya que la efectividad
de la intercambiabilidad salva veritate pareciera depender del lenguaje que se utilice. Más
específicamente, la argumentación anteriormente esbozada parece suponer un lenguaje
cuya riqueza nos permita una construcción del adverbio <<necesariamente>> de una forma
tal que el mencionado adverbio haga verdadero a un determinado enunciado siempre y
cuando se lo aplique a un enunciado analítico. Considerando esta sugerencia, Quine
concluye que afirmar que el adverbio <<necesariamente>> tiene sentido supone que ya
disponemos de una forma satisfactoria para entender la analiticidad.
De acuerdo a la observación anterior Quine sostiene que el sentido que pueda tener una
condición como la intercambiabilidad salva veritate dependerá de que se especifique la
amplitud del lenguaje utilizado. De este modo, en un lenguaje extensional la
intercambiabilidad salva veritate no nos provee el tipo de sinonimia cognitiva que
buscábamos. Esta insuficiencia se explica cuando se considera que, por ejemplo, la
intercambiabilidad salva veritate de los términos <<soltero>> y <<hombre no casado>>
sólo nos garantiza la verdad del enunciado (3) no su analiticidad ya que es posible que su
coincidencia extensional no se base en sus significados sino en circunstancias accidentales
y contingentes como sucede con la coincidencia extensional que hay entre <<criatura con
corazón>> y <<criatura con riñones>>. Por esta razón Quine sostiene que la coincidencia
extensional se aleja de la sinonimia cognitiva requerida para explicar la analiticidad según
el parágrafo 1. En conclusión, la sinonimia cognitiva que necesitamos debe ser de tal
manera que pueda fundamentar, según el ejemplo mencionado, la equivalencia de la
sinonimia de los términos <<soltero>> y <<hombre no casado>> con la analiticidad del
enunciado (3) y no solamente con su verdad.
En base a esta revisión Quine concluye, en primer lugar, que la intercambiabilidad salva
veritate en el contexto de un lenguaje extensional no es condición suficiente de la sinonimia
17
cognitiva que se necesitaba para derivar de ella la analiticidad según se expuso en el
parágrafo 1. En segundo lugar, Quine señala que para un determinado lenguaje, que posea
un adverbio intensional como <<necesariamente>>, la intercambiabilidad salva veritate
será condición suficiente para la sinonimia cognitiva sólo en ese lenguaje. Sin embargo, el
problema que surge con un lenguaje que posea este tipo de adverbios modales es que
presupone una noción inteligible de analiticidad.
c) Reglas semánticas
Al principio parecía que la noción de analiticidad se podía definir en virtud de un conjunto
de significaciones. La afinación de esta primera propuesta de solución nos llevó a apelar a
las nociones de definición y sinonimia para conseguir tal objetivo. No obstante, como
vimos anteriormente, la definición resulto ser “un fuego fatuo” y la única forma de
entender correctamente la noción de sinonimia presupone una apelación a la analiticidad.
Por lo cual, el problema de la analiticidad sigue en pie.
Ahora bien, se ha dicho que el problema para distinguir entre enunciados analíticos y
sintéticos en el lenguaje ordinario se debe a su vaguedad, pero que en el caso de un
lenguaje artificial que contenga <<reglas semánticas>> establecidas con exactitud y
precisión no tendríamos dificultades para distinguir cuando un enunciado es analítico o
sintético.
Sin embargo, Quine sostiene que esta forma de solucionar el problema de la analiticidad es
una confusión. Para explicar a qué tipo de confusión nos enfrentamos Quine señala que la
noción de analiticidad que ha utilizado en su examen consiste en una relación que se
establece entre los enunciados y el lenguaje al que pertenecen. De esta forma, afirmar que
un enunciado <<E>> es analítico consiste en afirmar que el enunciado E es <<analítico
para>> un determinado lenguaje al que llamaremos <<L>>. En base a esta aclaración
vemos que el problema se traslada a establecer un sentido general de la relación
<<analítico para>> en la cual <<E>> y
<<L>> son variables. Considerando esta
explicación Quine sostiene que el problema de asignar un sentido a la relación <<E es
analítico para L>> con <<E>> y <<L>> como variables tiene la misma dificultad tanto en
un lenguaje natural como en uno artificial.
18
Para explicar esta observación Quine supondrá un lenguaje artificial abreviado en L0 que
posee sus respectivas reglas semánticas que nos dicen que ciertos enunciados y sólo ellos
son analíticos. Ahora bien, a pesar de que estas reglas nos dan un detallado catálogo de
cuáles son los enunciados analíticos, entender la regla que afirma que: <<Un enunciado E
es analítico para el lenguaje L0 si y sólo si>> presupone que debemos entender el término
general relativo <<analítico para>> considerando, como ya se señaló anteriormente, que en
esta relación el enunciado E y el lenguaje L0 son las variables. Por consiguiente, entender la
relación <<E es analítico para L>> sigue siendo un problema incluso en un lenguaje
artificial.
Como la anterior regla semántica que especificaba cuáles eran los enunciados analíticos
para L0 no estaba excepta de problemas, Quine decide probar con otro tipo de regla
semántica que nos permita entender la relación de analiticidad. Esta regla, en vez de
decirnos cuales son los enunciados analíticos, nos señala cuáles son los enunciados
verdaderos. De esta forma, se puede apreciar que esta regla se escapa a las críticas
anteriores porque, en primer lugar, no contiene el aún problemático y confuso término
<<analítico>> y, en segundo lugar, sólo se limita a especificar cuáles son los enunciados
verdaderos. Por lo cual, en base a esta regla la analiticidad puede entenderse del siguiente
modo: un enunciado es analítico si es verdadero por la regla semántica anteriormente
introducida. No obstante, el problema que presenta esta alternativa para entender la
analiticidad
es que recurre al término general relativo <<regla semántica>> el cual
también requiere de aclaración. Quine señala que simplemente hemos reemplazado el
término inexplicado <<analítico>> por la noción igualmente inexplicada <<regla
semántica>>.
Las reglas semánticas a menudo se utilizan para la traducción al lenguaje ordinario. En este
caso, los enunciados analíticos del lenguaje artificial se reconocen por la analiticidad de sus
traducciones al lenguaje ordinario. Por esta razón Quine sostiene que el problema de la
inteligibilidad de la analiticidad no puede resolverse en un lenguaje artificial, sino más bien
las reglas semánticas que nos especifican que enunciados son analíticos obtienen sentido
cuando ya se dispone de una clarificación de la analiticidad. Por consiguiente, las reglas
semánticas no pueden explicar la analiticidad ya que presuponen esta noción.
19
3. Rechazo de la distinción a/s y consecuencias de su abandono
Quine explica que es acorde al sentido común pensar que la verdad, en un sentido general,
depende del lenguaje y de los hechos extralingüísticos. Por ejemplo, el enunciado que nos
dice que <<Bruto mató a Cesar>> podría haber sido falso si el mundo fuera de otra forma o
si la expresión <<mató>> fuera utilizada con un sentido diferente al habitual. Por casos
como el anterior nos parece razonable pensar que la verdad de los enunciados es analizable
desde un ámbito lingüístico y un ámbito factico. En base a esta suposición, parecía
razonable también suponer que existe un tipo especial de enunciados cuyo valor veritativo
no se determina mediante los hechos extralingüísticos. Este tipo especial de enunciados
correspondería a los enunciados analíticos. Sin embargo, Quine sostiene que, por muy
razonable que haya sido a priori pensar de este modo, no se ha trazado una línea
suficientemente nítida entre enunciados analíticos y sintéticos de manera tal que se pueda
mantener esta distinción y determinar los valores veritativos de los enunciados desde un
ámbito lingüístico o factual. Por consiguiente, Quine explica que esta convicción sobre la
cual han trabajado los empiristas es un dogma que carece de rasgo empírico alguno, más
bien la distinción a/s corresponde a “un metafísico artículo de fe.”(Quine, 1953, en Valdés
Villanueva, 1991, p.235).
En base a esta revisión de la criticas de Quine a la inteligibilidad de la noción de
analiticidad podemos afirmar que efectivamente Quine nos muestra que no disponemos de
alguna forma de entender la analiticidad que no implique cierta circularidad en la
explicación. A partir de la constatación de este problema Quine concluye que la distinción
a/s debe ser rechazada. El abandono de esta distinción trae una serie de consecuencias en el
ámbito de la epistemología:
1. La primera consecuencia inmediata del abandono de la distinción a/s en el
ámbito de la epistemología es el anti-reduccionismo. Las condiciones de
confirmación o refutación de nuestro conocimiento se determinan de forma a
posteriori.
2. Otra consecuencia epistemológica del abandono de la distinción a/s es la
introducción y adopción del holismo de la confirmación: Según Quine nuestro
conocimiento conforma una red sistemática en la cual la lógica y la matemática
20
ocupan los lugares centrales de la red y los enunciados referidos a la experiencia
se ubican en la periferia del sistema. La verdad de un enunciado o conocimiento
se determina mediante las conexiones que pueda tener con otros enunciados y
conocimientos que pueden encontrarse en distintos lugares de la red. De esta
forma, todos nuestros enunciados y conocimientos se enfrentan en conjunto a la
experiencia.
3. El rechazo de la distinción a/s implica abandonar también la creencia de que hay
enunciados y verdades que valen necesariamente como era el caso de los
enunciados analíticos, y enunciados cuya verdad es contingente como en los
enunciados sintéticos.
4. Considerando la metáfora de la red y la adopción del holismo de la
confirmación, el rechazo de la distinción a/s trae como consecuencia que la
verdad de los enunciados que conforman el sistema dependerá de los ajusten que
se realicen en el sistema mismo.
5. Abandonar la mencionada distinción también implica rechazar la suposición
que, según Quine sostenía Kant, existen ciertos enunciados, a saber, los
enunciados analíticos, que no dependen de la experiencia. Por consiguiente,
todo enunciado depende en último término de alguna experiencia que pueda
provocar reajustes en el sistema.
6. Aceptar la distinción entre enunciados y/o verdades analíticas y sintéticas
revestía de cierta “invulnerabilidad” a los enunciados analíticos ya que la
fundamentación de su verdad no dependía de hechos accidentales y
contingentes, por lo cual se consideraba que este tipo de enunciados eran
verdaderos en todos los casos; de esta forma, cualquier cuestionamiento a la
necesidad de su verdad carecía de sentido. Sin embargo, al rechazar esta
supuesta frontera entre enunciados analíticos y sintéticos Quine sostiene que no
hay alguna clase de enunciado o conocimiento que no sea susceptible de
revisión, incluso la lógica y la matemática, paradigmas de certeza y
confiabilidad, pueden ser revisados si los hechos así lo exigen.
7. Los criterios para evaluar entre teorías científicas tienen un carácter pragmático
cuyo criterio principal corresponde a la facilidad con que una teoría nos permita
21
manejar la experiencia sensible. Como concluye Quine, recibimos una herencia
científica más un continuo de experiencia y las consideraciones que nos llevan a
modificar nuestro conocimiento científico para que cuadre con la experiencia
son pragmáticas cuyo objetivo consiste en que nuestra red de conocimientos
pueda manejar de la mejor manera posible la experiencia.
22
IV.
Defensa de Grice y Strawson de la distinción a/s
El rechazo de la distinción a/s de Quine causo revuelo y fue sometida a varias respuestas y
objeciones. Entre las críticas más relevantes a la postura de Quine encontramos la defensa
de la distinción hecha por los filósofos H.P. Grice y P.F. Strawson que en su artículo
titulado “In Defense of a Dogma” pretenden demostrar que las críticas que Quine plantea a
la noción de analiticidad no son suficientes para rechazar la distinción a/s. A continuación
se examinaran los principales argumentos que Grice & Strawson esgrimen contra Quine.
1. Criticas de Grice & Strawson al planteamiento de Quine
a) Existe una fuerte presuposición en favor de la existencia de la distinción a/s
ya que, en primer lugar, hay un uso filosófico establecido en la tradición
sobre la distinción a/s y otras distinciones relacionadas a ella; y, en segundo
lugar, este uso se mantiene en la práctica actual y puede aplicar la
mencionada distinción a casos nuevos.
Según Grice & Strawson cualquier tipo de crítica con la cual se pretenda rechazar y
abandonar una determinada distinción supone un reconocimiento de la existencia de la
distinción. Sin embargo, el rechazo de Quine a la distinción a/s pareciera no reconocer su
existencia ya que no sólo se limita a señalar que la distinción es inútil o ininteligible sino
que también afirma que la mencionada distinción es ilusoria y que creer que existe
corresponde a una confusión filosófica. De esta forma, el rechazo de Quine a la distinción
a/s parecería consistir, en primer lugar, en una negación de su existencia; y, en segundo
lugar, las objeciones de Quine no se limitarían solamente a los términos <<analítico>> y
<<sintético>> sino también incluirían a distinciones asociadas a estas nociones como por
ejemplo las nociones de <<necesario>> y <<contingente>>, <<a priori>> y <<empírico>>,
y <<verdad de razón>> y <<verdad de hecho>>. No obstante, la presunta negación de
Quine de la existencia de la distinción a/s se enfrentaría a una extensa y no del todo
despreciable tradición filosófica que ha trabajado presuponiendo esta distinción y las
distinciones asociadas a ella. Y no sólo la tradición filosófica presupone la existencia de la
distinción a/s sino que también la práctica actual nos muestra que quienes usan las nociones
de <<analítico>> y <<sintético>> ocupan estos términos concordando ampliamente en su
23
aplicación. Más específicamente, quienes usan el término <<analítico>> lo aplican, niegan
y dudan de su aplicación en más o menos los mismos casos. Este consenso no sólo funciona
en casos conocidos previamente, sino que también se extiende a casos nuevos. Por
consiguiente, las nociones de <<analítico>> y <<sintético>> tienen un uso filosófico
establecido lo cual nos permitiría afirmar que es absurdo negar la existencia de la distinción
a/s.
Los autores añaden que si una pareja de términos opuestos se usa habitualmente y en los
mismos casos los que, a su vez, no forman una lista cerrada podemos afirmar que hay tipos
de casos en los cuales se aplican las expresiones y no necesitaríamos recurrir a otra
instancia para establecer y mantener una distinción.
b) Renunciar a la distinción a/s implica renunciar a la noción de sinonimia y,
por consiguiente, renunciar a la noción misma de significado.
Ahora bien, el argumento anterior podría ser insuficiente ya que, por ejemplo, podemos
suponer que existe una determinada teoría errónea sobre el lenguaje y el conocimiento de
manera tal que, según esta teoría, habría una cierta característica que algunos enunciados
poseen, otros carecen de ella y habría una tercera clase de enunciados en los que se duda si
presentan o no la característica. Sin embargo, la característica que según la teoría
mencionada pueden o no tener los enunciados en realidad no existe. Así pues, los filósofos
influenciados por esta teoría tendían a reconocer la presencia o ausencia de esta
característica mediante una pareja de términos opuestos, a saber, los términos
<<analítico>> y <<sintético>>.
Considerando este contraejemplo que pondría en jaque el argumento anterior habría que
reconocer que a pesar de que los
filósofos establecían una diferencia entre tipos de
enunciados mediante la utilización de los términos contrapuestos, la mencionada diferencia
no existiría realmente y la característica que se adscribía o se negaba a los enunciados
carecía de significado y sentido. En este caso, la única forma de reconciliar la inexistencia
de la distinción con el hecho de que había un uso filosófico establecido consistiría en
reconocer que la teoría era plausible y atractiva.
24
Con este contraejemplo se demostraría la insuficiencia del argumento anterior en el sentido
de que la constatación de un uso filosófico establecido de una determinada distinción
arraigada en una tradición no garantizaría que exista la distinción que las nociones
mencionadas pretenden establecer.
Por consiguiente, al considerar este caso no nos
quedaría otro remedio que aceptar que los filósofos en realidad hacen pocas distinciones y
muchas de estas distinciones son espurias. Este contraejemplo nos obligaría a reconocer
que los filósofos son propensos a la confusión.
Para refutar el contraejemplo anterior, Grice & Strawson ofrecen un caso en el cual no se
podría afirmar que la utilización de una determinada noción se deba a una confusión propia
de los filósofos o por lo menos seria menos plausible esta objeción. Este caso corresponde a
la noción de sinonimia la cual consiste en un término de uso ordinario más que filosófico.
De esta forma, los autores señalan que esta noción pertenece al grupo de términos asociadas
a la noción de analítico. El tipo de sinonimia que trato Quine en Dos dogmas es un tipo de
sinonimia a la que, como vimos anteriormente, llamó <<sinonimia cognitiva>> con la cual
se podría explicar formalmente la noción de analiticidad. Sin embargo, según Quine, esta
noción sería tan ininteligible como la de analiticidad.
Decir que dos términos x e y son cognitivamente sinónimos consiste en afirmar que x e y
tienen el mismo significado o que x significa lo mismo que y. Ahora bien, si Quine es
consistente en su adherencia a la tesis extrema debería eventualmente sostener no sólo que
la distinción que pretendemos realizar mediante las nociones de <<analítico>> y
<<sintético>> no existe, sino también estaría obligado a aceptar que la distinción que se
realiza por medio de las expresiones <<significar lo mismo que>> y <<no significar lo
mismo que>> tampoco existe o, por lo menos, Quine debiese sostener que esta distinción
no existe en la medida en la que la noción <<significar lo mismo que>> es distinta y va más
allá de la noción de <<ser verdadero de los mismos objetos>>4. Como estas nociones
contrapuestas no son propiedad exclusiva de los filósofos no se podría objetar que esta
distinción corresponde a un típico caso de confusión filosófica.
4
Grice & Strawson consideran que la noción de coextensionalidad no tiene problemas de inteligibilidad pero
Quine ya había afirmado que esta noción no es suficiente para explicar la analiticidad.
25
Ahora bien, negar que la distinción entre <<significar lo mismo que>> y <<no significar lo
mismo que>> existe es paradójico y nos llevaría a consecuencias problemáticas. Grice &
Strawson explican que negar esta distinción implicaría afirmar que, por ejemplo, quien
seriamente distingue que <<soltero>> significa lo mismo que <<hombre no casado>>
pero que <<criatura con riñones>> no significa lo mismo que <<criatura con corazón>>
no está realmente distinguiendo entre las relaciones que hay entre cada par de miembros de
los enunciados o que está incurriendo en una confusión filosófica de la mencionada
distinción. Ya sea en el primer o en el segundo caso lo que el hablante pretendía distinguir
entre los ejemplos es absurdo o un sinsentido. Dicho de forma más general, negar la
mencionada distinción implica decir que siempre será absurdo o un sinsentido afirmar que
<<Los predicados x e y aplican a los mismos objetos, pero no tienen el mismo
significado>>. Pero la paradoja no se limita a una afirmación de este tipo ya que, según los
autores, frecuentemente hablamos de la presencia o ausencia de relaciones de sinonimia
entre tipos de expresiones donde no disponemos de algún sustituto obvio a la noción
ordinaria de sinonimia del mismo modo en el que decimos que la noción de
coextensionalidad es un sustituto para la sinonimia de predicados. De esta forma, si hablar
de sinonimia de enunciados es un sinsentido, entonces parecería que hablar de enunciados
que tienen el mismo significado también debería serlo. Pero si realmente tiene sentido
afirmar que un enunciado tiene significado tiene también sentido la pregunta << ¿Qué
significa? >>; Y si esta pregunta tiene sentido entonces la sinonimia entre enunciados
podría ser definida del siguiente modo: Dos enunciados son sinónimos si y sólo si hay
alguna respuesta correcta a la pregunta << ¿Qué significa? >> hecha de uno de ellos, sería
la respuesta correcta a la misma pregunta cuando se la pregunta del otro enunciado. Así
pues, lo que pretenden enfatizar Grice & Strawson es que renunciar a la noción de
sinonimia entre enunciados considerándola como un sinsentido nos llevaría a renunciar a la
noción de significado considerándola también como un sinsentido.
c) Del hecho de que no se pueda dar una explicación formal de una noción no
se sigue que la noción carezca de sentido.
Según Grice & Strawson la tesis fundamental de Dos Dogmas consiste en afirmar que hay
un círculo de términos familiares entre los cuales encontramos la noción <<analítico>> y
26
términos
relacionados
a
ella
como:
<<auto-contradictorio>>,
<<sinónimo>>, <<regla semántica>> y tal vez <<definición>>.
<<necesario>>,
De esta forma, si
conseguimos explicar satisfactoriamente un término que sea miembro de este círculo
familiar podríamos explicar satisfactoriamente el resto de las nociones que pertenecen al
círculo apelando al término que se consiguió explicar. No obstante, Quine sostiene que
cada miembro se encuentra tan necesitado de una explicación satisfactoria como cualquier
otro. En el caso concreto del adverbio <<necesariamente>> afirmar que tiene sentido
presupone que ya disponemos de una explicación satisfactoria de analiticidad.
En base al planteamiento de Quine en su artículo, Grice & Strawson señalan que para
Quine el que un determinado término tenga un sentido satisfactorio pareciera que
presupone satisfacer las siguientes condiciones: (i) proporcionar una explicación que no
incluya a un término que pertenezca al círculo y (ii) la explicación dada debe tener el
mismo carácter general que las explicaciones que se rechazaron por contener a otro
miembro del círculo.
Los autores señalan que podemos tomar ambas condiciones y
generalizar su resultado tal que, según Quine, una explicación satisfactoria de un término
debe tomar la forma de una definición estricta sin hacer uso de algún miembro del círculo
que sea interdefinible con el término a explicar. Grice & Strawson insisten en la objeción
ya planteada que existe una diferencia entre no disponer de un sentido satisfactorio de un
término y que el término carezca de sentido.
Pareciera que satisfacer la condición anterior consiste en una condición necesaria para que
un determinado término tenga sentido. Sin embargo, es dudoso que efectivamente se pueda
dar una explicación semejante de un término. Además, pocas personas estarían dispuestas a
afirmar que los términos que pertenecen a un círculo familiar carezcan de sentido sólo por
el hecho de que no se los pueda definir formalmente excepto en términos que sean
miembros del mismo grupo. No obstante, a esta objeción puede replicarse que las nociones
que componen el círculo al que pertenece la noción de <<analítico>> necesitan de una
explicación con ese tipo de precisión ya que corresponden a términos técnicos en filosofía o
son términos que se encuentran en el lenguaje ordinario pero que se usan con un sentido
técnico como es el caso de nociones como <<auto-contradictorio>> o <<inconsistente>>.
Grice & Strawson reconocen que esta observación tiene algo de fuerza pero no la necesaria
27
como para exigir intransigentemente que los términos del mencionado círculo deban pasar
el riguroso examen que Quine exige. La observación relevante que quieren señalar los
autores es que no se puede concluir a partir del hecho de que las mencionadas nociones no
puedan explicarse bajo las exigencias de Quine que estas nociones no puedan ser
explicadas en absoluto. Por el contrario, la constatación de que se pueda explicar estas
nociones concuerda con el hecho, en primer lugar, de que hay un acuerdo filosófico general
sobre su uso y, en segundo lugar, que este uso corresponde a un uso técnico de las
nociones.
Para ilustrar este punto, Grice & Strawson proporcionan un tipo de explicación informal de
una noción que pertenece al círculo de la noción de analiticidad, a saber, la noción de
<<imposibilidad lógica>>. Para explicar esta noción la contrastan con la noción de
<<imposibilidad natural>> que no pertenece al círculo. En el ejemplo dado se representa la
imposibilidad lógica mediante la imposibilidad de que un niño de tres años sea un adulto y
la imposibilidad natural con el caso de que un niño de la misma edad pueda entender la
teoría de tipos de Russell. Este tipo de explicación informal no nos proporciona condiciones
necesarias y suficientes para la aplicación de la noción y por eso no podría satisfacer una de
las condiciones que Quine exige para una explicación, pero por otra parte pareciera
satisfacer la condición de explicar una noción sin recurrir a un término que sea miembro del
círculo.
El punto central en la objeción contra Quine es insistir nuevamente en la diferencia que
existe entre no creer o no aceptar un determinado término y no entenderlo. De esta forma, si
bien los autores reconocen que la distinción a/s requiere de una explicación satisfactoria es
absurdo concluir su inexistencia en base al hecho de que no se disponga de una explicación
adecuada. Además, podemos disponer de una explicación informal de una noción como fue
el caso del ejemplo anteriormente dado y no se puede concluir a partir del hecho de que no
dispongamos de otro tipo de explicación de una noción que la mencionada noción carezca
de sentido. Grice & Strawson aclaran que la afirmación anterior no implica negar que los
términos que componen el grupo de la noción <<analítico>> requieran de una
caracterización iluminadora, sin embargo el problema del cómo se pueda dar esta
28
explicación es irrelevante al problema de si los miembros del circulo tienen o no un uso
inteligible y si señalan una genuina distinción.
d) La noción de sinonimia por explicita convención solo se entiende si se
presupone la noción de sinonimia
Tomando seriamente las palabras de Quine, su planteamiento considerado como un todo no
sería coherente. La incoherencia en la postura de Dos dogmas se encuentra cuando Quine
refuta que la definición sea una forma válida para explicar la sinonimia. En este contexto,
Quine señala que la definición se basa en la sinonimia más que explicarla, salvo en el caso
extremo de sinonimia por convención en el cual el definiendum se convierte en sinónimo
del definiens porque ha sido creado explícitamente para tal propósito. Para ilustrar esta
inconsistencia Grice y Strawson comparan la posición de Quine con quien señala que puede
entender lo que significa decir que una cosa concuerda con otra en el caso en que una de
ellas es hecha especialmente para concordar con la otra, pero no entiende lo que significa
concordar en otro caso. Así pues, Grice & Strawson toman seriamente las palabras de
Quine y revierten sus conclusiones al afirmar que la noción de sinonimia por explicita
convención no se entendería a menos que se presuponga el uso de la noción de sinonimia.
e) La teoría positiva de Quine no es incompatible con la distinción a/s.
Grice & Strawson pasan a examinar la teoría positiva de Quine sobre las relaciones
existentes entre enunciados. En la teoría positiva pueden apreciarse las siguientes
observaciones relevantes: Quine considera que su teoría es incompatible con la aceptación
de la distinción a/s y con cómo se explica la noción de sinonimia en términos
verificacionistas. Así pues, los autores formulan el planteamiento de Quine en los
siguientes puntos:
(i)
Es ilusorio suponer que existe una clase de enunciados que son en principio
inmunes a la revisión desde la experiencia, es decir, enunciados que aceptamos
como verdaderos independientemente de los hechos.
(ii)
También es ilusorio suponer que un determinado enunciado, de forma aislada de
otros enunciados, pueda ser confirmado o refutado. No se puede determinar la
29
verdad de un enunciado particular en base a una determinada experiencia
independientemente de otros enunciados.
A su vez, la conexión entre estas doctrinas puede resumirse del siguiente modo: cualquiera
sea nuestra experiencia, un determinado enunciado puede ser, en principio, confirmado o
refutado según los ajustes que realicemos a nuestro sistema de creencias. Las decisiones
que motiven los ajustes que realicemos a nuestro sistema se harán según criterios
pragmáticos, por ejemplo, buscar que nuestro sistema sea lo más simple y estable posible.
La incompatibilidad de estas doctrinas con la distinción a/s puede formularse de la
siguiente manera:
(i)
Considerando que es ilusorio suponer que la característica de inmunidad en
principio a la revisión pueda pertenecer o no a algún enunciado, es, por
consiguiente, también ilusorio suponer que podamos establecer una distinción
entre enunciados según posean o carezcan de esta característica.
(ii)
Quine señala que si podemos aceptar la teoría verificacionista como una
explicación adecuada de la sinonimia se puede salvar la noción de analiticidad.
Según el verificacionismo, en primer lugar, dos enunciados son sinónimos si y
sólo si la experiencia que puede confirmar o refutar a uno es la misma que
puede confirmar o refutar al otro; y, en segundo lugar, se podría utilizar la
sinonimia para explicar la analiticidad. Sin embargo, Quine pareciera objetar
que, aceptar la explicación verificacionista de la sinonimia se basa en la
incorrecta creencia de que los enunciados tomados de forma separada y aislada
de otros pueden ser confirmados o refutados. Pero si rechazamos la idea de que
existe un set de condiciones empíricas de verdad de los enunciados tomados
aisladamente debemos, por consiguiente, renunciar a entender la sinonimia
como la identidad entre estos sets.
Ahora bien, según Grace & Strawson la teoría positiva de Quine no es incompatible con la
aceptación de la distinción a/s. Y esta afirmación se explica porque, en primer lugar,
aceptar la segunda doctrina sólo implica revisar la explicación verificacionista de sinonimia
ya que Quine no niega que los enunciados puedan ser confirmados o refutados a la luz de la
30
experiencia, sino sólo rechaza la idea de que la relación existente entre un enunciado y un
determinado hecho se establezca independientemente de nuestras actitudes a otros
enunciados. Los autores afirman que la idea que Quine pretende señalar es que la
experiencia puede confirmar o refutar un enunciado particular solo cuando se considera la
verdad o falsedad de otros enunciados. Así pues, cuando nos enfrentamos a una experiencia
recalcitrante siempre escogemos que enunciados modificar y renunciaremos a ciertos
enunciados considerando cuales queremos mantener. Por consiguiente, esta perspectiva
sólo requiere que se modifique ligeramente la definición de sinonimia en términos de
confirmación o refutación. Ante esta consideración, Grice & Strawson ofrecen una
explicación de la noción de sinonimia combinando la segunda doctrina de Quine con el
verificacionismo. De esta forma, los autores sostienen que un enunciado x e y5 son
sinónimos si y solo si las experiencias que, en base a presuposiciones sobre los valores
veritativos de otros enunciados, confirman o refutan a x son las mismas que confirman o
refutan, sobre las correspondientes presuposiciones sobre la verdad de otros enunciados, a
y.
En cuanto a la primera doctrina de Quine, Grice & Strawson afirman que es totalmente
consistente con la adherencia a la distinción a/s entre enunciados pero señalan que debe
añadirse a ella la adherencia a la distinción entre dos tipos de renuncia, a saber, entre
aquella renuncia que consiste simplemente en admitir algo como falso; y la renuncia que
implica un cambio o abandono de un concepto o un grupo de ellos. Así pues, una
determinada palabra en un momento específico puede expresar algo verdadero y en otro
momento algo falso. Por consiguiente, si un cambio en el sentido de los términos es una
condición necesaria para un cambio en los valores de verdad, entonces adherir a la
distinción a/s implica sostener la posibilidad de
que los términos implicados en un
enunciado puede cambiar de expresar un enunciado analítico a un enunciado sintético.
La propuesta de Grice & Strawson apunta a la elaboración de una adecuada teoría de la
sinonimia ya que si tiene sentido hablar de una misma forma de términos que considerados
de un modo u otro pueden expresar algo verdadero o falso, entonces tendrá sentido hablar
5
La introducción de las variables x e y para explicar la teoría alternativa de Grice & Strawson las realice con
el fin de explicar de la mejor manera posible su propuesta.
31
de un análisis conceptual; y si tiene sentido hablar de un análisis conceptual tendrá sentido,
a su vez, conservar la distinción a/s concediéndole a Quine la revisibilidad en principio.
El punto relevante que Quine hace al considerar su énfasis en la revisibilidad, consiste en
que hay una necesidad absoluta de adoptar o usar un determinado esquema conceptual o,
dicho de otra forma y en términos que el propio Quine rechazaría, es que no hay
enunciados analíticos de tal manera que debamos disponer de formas lingüísticas que
relacionen el sentido requerido para expresar lo que el enunciado expresa. Sin embargo,
destacan Grice & Strawson, existe una diferencia entre decir que no hay necesidad dentro
de algún esquema conceptual que adoptemos o usemos y afirmar que no hay formas
lingüísticas que expresen enunciados analíticos.
32
V.
El problema del significado
Para explicar en qué consiste el problema del significado debemos volver a la segunda
objeción de Grice & Strawson y considerar su relevancia para este problema. Como vimos
anteriormente, los autores al criticar a Quine señalaban que renunciar a la noción de
analiticidad por ser ininteligible nos debería llevar a renunciar también a la noción de
sinonimia ya que tampoco contamos con alguna forma clara y no circular de entender esta
noción. Ahora bien, el rechazo y abandono de la noción de sinonimia según Grice &
Strawson nos debería llevar a abandonar y rechazar la noción de significado. A esta
observación de Grice & Strawson podemos agregar que tanto el abandono de la distinción
a/s como el rechazo de la noción de sinonimia nos lleva inapelablemente a renunciar a la
noción de significado o, al menos, a desechar la concepción clásica sobre el significado.
Para comprender en su debida profundidad esta constatación debemos revisar cual es la
concepción clásica del significado y cómo esta se relaciona con la distinción a/s y la
sinonimia.
1. La indeterminación del significado como problema para la Perspectiva Clásica
de la noción de concepto
El filósofo George Rey en su artículo titulado Concepts and Stereotypes revisa
concepciones y problemas relacionados con la noción de <<concepto>> en base a dos
preguntas fundamentales: (i) qué es un concepto y (ii) en qué consiste para un agente tener
un concepto. El análisis de Rey se centra en una concepción extendida en la tradición
filosófica a la que se ha llamado Perspectiva Clásica. Según esta perspectiva un concepto
es (i) una representación sumaria de algún set de objetos en términos de (ii) condiciones
separadamente necesarias y conjuntamente suficientes para pertenecer al set o conjunto de
objetos. Estas dos condiciones constituyen el “corazón” de la Perspectiva Clásica la cual
supone implícitamente una tercera: (iii) tener un concepto consiste en conocer las
condiciones que lo definen.
33
Desde la Perspectiva Clásica los conceptos son los encargados de cumplir las siguientes
funciones:
I.
Función de estabilidad:
(a) Intrapersonal: Los conceptos son la base de la competencia conceptual y
mediante ellos podemos comparar los distintos estados cognitivos que
ocurren dentro de un agente.
(b) Interpersonal: Son la base para comparar estados cognitivos entre distintos
agentes.
II.
Función lingüística: Corresponden al significado de los términos lingüísticos por
lo que permiten establecer relaciones de traducción, sinonimia, antinomia e
implicación semántica.
III.
Función metafísica:
(a) Taxonomía: Permiten clasificar a los objetos en distintas clases.
(b) Modalidad: Son la base para establecer juicios sobre contrafactualidad,
posibilidad y necesidad.
IV.
Función epistemológica:
(a) Taxonomía: Permiten a los agentes clasificar a los objetos en distintas
clases.
(b) Combinación: Mediante los conceptos los agentes pueden clasificar a los
objetos en clases complejas.
(c) Modalidad: Son la base para establecer juicios sobre conocimiento a priori o
conocimiento justificable independientemente de la experiencia.
Encontramos otra caracterización de la Perspectiva o Teoría Clásica de conceptos en un
texto de Stephen Laurence y Eric Margolis titulado “Concepts and Cognitive Science”. En
este artículo Laurence & Margolis señalan que para la Teoría Clásica la mayoría de los
conceptos (especialmente los lexicales) tienen una estructura definicional lo que implica
que la mayoría de los conceptos dispone de condiciones necesarias y suficientes para su
aplicación. De esta forma, los conceptos son representaciones complejas que se componen
estructuralmente de representaciones más simples como otros conceptos. Según Laurence
& Margolis el éxito y aceptación que ha tenido la Perspectiva Clásica a lo largo de la
34
tradición filosófica se debe a su capacidad de explicar fenómenos en los que participan
conceptos como la adquisición conceptual, la categorización, la justificación epistémica y
la inferencia analítica.
Así pues, podemos apreciar que para la Perspectiva Clásica los conceptos tienen una
estructura definicional que se compone de otros conceptos mediante conexiones analíticas
entre ellos. De esta forma, el significado de un concepto consiste en una estructura
compleja que se compone de otros conceptos y para establecer que un determinado objeto o
fenómeno corresponde a la instanciación de un concepto disponemos de un set de
condiciones separadamente necesarias y conjuntamente suficientes que deben ser
satisfechas en su totalidad. En cuanto a su funcionalidad los conceptos son la base para
establecer juicios y clasificaciones en las áreas de la cognición, la semántica, la metafísica y
la epistemología y explican también fenómenos semánticos y cognitivos como las
inferencias analíticas y la adquisición conceptual.
Una observación similar sobre la noción de significado para la Perspectiva Clásica nos
entrega el filósofo Hilary Putnam en su artículo Is semantics Possible? Centrando su
análisis en el caso de los términos de clase natural, Putnam nos dice: “In the traditional
view, the meaning of, say lemon, is given by specifying a conjunction of properties. For
each of these properties, the statement lemon have the property F is an analytic truth; and if
P1, P2, P, are all the properties in the conjunction, then <anything with all of properties Pt,
.P, is a lemon> is likewise an analytic truth.”(Putnam, 1970, en Concepts, 199, p. 177) En
conclusión, recogiendo las descripciones de Rey, Laurence & Margolis y Putnam sobre la
Perspectiva Clásica, se ha entendido tradicionalmente el significado de una palabra como
una definición analítica6 mediante condiciones necesarias y suficientes. De esta forma,
definir el significado de un término consiste en especificar cuáles son las condiciones
necesarias y suficientes para su posesión y aplicación. Así pues, quien conoce un concepto
conoce cuales son las condiciones necesarias y suficientes asociadas a él y mediante estas
condiciones se puede juzgar si un determinado objeto o fenómeno cae bajo un concepto.
6
Utilizo la expresión <<definición analítica>> de una palabra para caracterizar y distinguir la concepción del
significado de la Perspectiva Clásica basada en la distinción a/s de otras concepciones del significado. Por
esta razón no debe considerarse redundante la expresión.
35
Ahora bien, la concepción del significado de la Perspectiva Tradicional presupone la
distinción a/s y la noción de sinonimia para determinar el significado de un término. Como
señalábamos anteriormente, la distinción a/s ya desde su primera formulación en Kant
presenta una dimensión semántica porque cuando catalogamos a un determinado juicio
como analítico o sintético establecemos dos distintos tipos de conexiones entre los
conceptos implicados en el juicio: i) una conexión constitutiva y necesaria y i) una
conexión no constitutiva y contingente. Explicábamos anteriormente que en un juicio
analítico como <<Todos los cuerpos son extensos>> establecemos una conexión
constitutiva entre el concepto de extensión y el de cuerpo ya que, como señala el propio
Kant, el concepto de extensión está contenido en el concepto de cuerpo lo que dicho en
términos menos crípticos equivale a decir que el concepto de extensión constituye parte del
significado del concepto cuerpo. Y, en tanto el concepto de extensión constituye parte del
significado de cuerpo hablar sobre un cuerpo implica necesariamente hablar sobre su
extensión. Podemos trasladar esta observación a términos de la Perspectiva Tradicional y
señalar que el concepto de extensión constituye parte de la estructura definicional de
<<cuerpo>> y por esta razón la extensión llega a ser una condición necesaria para juzgar
si un determinado objeto es o no un cuerpo. Otra forma en la que podemos establecer este
tipo de conexiones entre conceptos es recurrir a las relaciones de sinonimia que se
establecen entre un término definiendum y el o los términos definiens cuando intentamos
definir una determinada palabra. En este sentido se pueden hablar de dos casos de
sinonimia: (i) el definiendum es sinónimo del conjunto de definiens que constituyen su
significado y (ii) si dos o más términos presentan el mismo conjunto de definiens son
sinónimos. Considerando esta explicación podemos apreciar que mediante la distinción a/s
y la noción de sinonimia es posible determinar el significado de un término en tanto se
considera al significado como una definición analítica mediante condiciones necesarias y
suficientes; dicho de otro modo, sólo tendrá sentido hablar de condiciones necesarias para
la posesión o aplicación de un concepto en la medida en la que existan conexiones
constitutivas y necesarias entre términos que constituyan la estructura definicional de una
determinada palabra. Sin tales conexiones no podríamos establecer condiciones necesarias
y suficientes para afirmar que un determinado objeto o evento corresponde a una instancia
36
de un determinado término7. Para ilustrar esta observación demasiado abstracta podemos
señalar que sólo tendrá sentido plantear como condición necesaria el hecho de que un
determinado animal sea mamífero para que sea un gato en la medida en la que el concepto
mamífero constituye parte del significado de gato y es necesariamente implicado por él. Así
pues, podemos aseverar que la concepción del significado de la Perspectiva Clásica como
una definición analítica mediante condiciones necesarias y suficientes presupone la
distinción a/s y la sinonimia para establecer las conexiones necesarias y constitutivas entre
términos que nos permiten determinar la estructura definicional de una palabra, es decir,
determinar su significado. Laurence & Margolis plantean el problema del siguiente modo:
la Perspectiva Clásica ha sido aceptada y ha perdurado por su capacidad para explicar
fenómenos semánticos como la inferencia analítica, sin embargo este éxito para explicar
tales fenómenos se derrumbaría ante la objeción de que no disponemos de alguna forma de
entender la noción de analiticidad. Los autores nos dicen: “if this criticism is right, it
doesn´t merely challenge an isolated motivation for the Classical Theory. Rather, it calls
into question the theory as a whole, since every analysis of a concept is inextricably bound
to a collection of purported analyticities. Without analyticity, there is no Classical Theory.”
(Laurence y Margolis, 1998, en Concepts, 1999, p.18). Como nos señalan Laurence &
Margolis, en tanto la distinción a/s corresponde a un presupuesto en el que se basa la
Teoría Clásica, los problemas de la noción de analiticidad afectan a la teoría en su conjunto
de tal forma de que si no hay analiticidad, la Teoría Clásica se derrumbaría al no tener en
que sostener su concepción del significado.
Tradicionalmente se ha entendido a la noción de significado como el objeto de estudio de la
semántica. Ahora bien, considerando la explicación anterior podemos señalar que el objeto
de estudio de la semántica desde la Perspectiva Clásica correspondería más específicamente
a la analiticidad de los términos y a las relaciones de sinonimia que pueden haber o no entre
ellos ya que mediante estas conexiones determinamos el significado de los términos. Como
nos dice Quine en Dos dogmas: “Una cuestión capital para la teoría de la significación es la
de la naturaleza de su objeto: ¿qué clase de cosas son las significaciones? La necesidad
tradicionalmente sentida de recurrir a entidades mentadas puede deberse a la antigua
7
Recordemos que según Quine un adverbio modal como <<necesariamente>> presupone la noción de
analiticidad.
37
ceguera para apreciar el hecho de que significación y referencia son dos cosas diversas 8.
Una vez tajantemente separadas la teoría de la referencia y de la significación, basta dar un
breve paso para reconocer que el objeto primario de la teoría de la significación es,
simplemente, la sinonimia de las formas lingüísticas y la analiticidad de los enunciados”
(Quine, 1953, en Valdés Villanueva, 1991, p.222). De esta forma, la pregunta sobre qué es
el significado de una palabra se responde cuando indagamos sobre cómo establecemos y
determinamos su significado.
Así pues, atendiendo a la revisión anterior podemos apreciar que tanto la distinción a/s
como la sinonimia son los presupuestos en los que se basa la concepción clásica del
significado. Ahora bien, considerando las críticas de Quine a la inteligibilidad de la noción
de analiticidad y cómo este problema según Grice & Strawson afecta también a las
nociones de sinonimia y significado podemos señalar que si rechazamos (como lo hace
Quine) estos presupuestos careceríamos completamente de algún medio que nos permitiese
establecer las conexiones constitutivas y necesarias entre términos para determinar su
significado. A este problema sobre la carencia de medios para establecer el significado de
un término lo llamamos <<problema de la indeterminación del significado>>.
2. Imposibilidad de la semántica como disciplina e imposibilidad de cualquier
disciplina que dependa de la noción de significado
Ante el problema de la indeterminación del significado nos quedan dos alternativas: (i)
aceptar que no podemos determinar el significado de los términos que empleamos o, de una
forma más radical, (ii) rechazar la noción de significado por criptica e ininteligible. Ambas
alternativas nos llevan a la imposibilidad de la semántica ya sea al no poder determinar con
precisión y claridad su objeto de estudio o al carecer de un objeto de estudio propio.
El problema de la indeterminación del significado no sólo afecta a la semántica sino
también a la cognición, la epistemología y la metafísica ya que las funciones que según la
Perspectiva Clásica cumplen los conceptos no podrían llevarse a cabo si no tenemos algún
8
Es necesario aclarar con respecto a esta cita que la mención de la noción de referencia tiene por objetivo
para Quine reorientar el objeto de estudio de la semántica contrastando esta propuesta con la idea
tradicionalmente extendida de identificar la noción de referencia con el significado. Así pues, una vez que
Quine consigue separar ambos problemas, es posible apreciar cual es el verdadero objeto de estudio de la
semántica.
38
medio para determinar qué significa un concepto. Por ejemplo, una función epistemológica
y taxonómica como juzgar si un determinado objeto es o no un gato no podría llevarse a
cabo si no sabemos lo que es un gato al no poder determinar qué significa o en que consiste
ser un gato. Por lo cual, la gravedad del problema del significado es potencialmente mayor
a lo que parecía en primera instancia y no sólo afectaría a la semántica como disciplina
sino que su alcance sería mucho mayor.
Sin embargo, podría mantenerse la semántica y otras disciplinas asociadas a ellas si
llegásemos a encontramos una nueva concepción sobre el significado que no recurra y
presuponga a la distinción a/s y la sinonimia para determinar el significado de un término;
no obstante, esta nueva concepción del significado debería enmarcarse en una concepción
distinta del lenguaje y podría cambiar la forma en la que entendemos y hacemos semántica.
Ahora bien, como nos señalan Laurence & Margolis, muchas teorías de conceptos han
surgido como reacciones a la Teoría Clásica a partir de los problemas que se le han
presentado y a su incapacidad de resolverlos satisfactoriamente desde sus propios
planteamientos. Una de las teorías alternativas a la Perspectiva Clásica más relevantes
surgió desde las objeciones más influyentes contra esta teoría a partir de una serie de
estudios psicológicos realizados en los años 1970´s a los que se los ha llamado <<Efectos
de tipicidad>>. El mencionado estudio comenzó tratando de averiguar si todas las
instancias de un determinado concepto son igualmente consideradas como tales por los
hablantes. El principal descubrimiento del estudio fue constatar que los agentes clasifican a
los objetos según cuan buenos o típicos miembros sean de su categoría. El problema que
surgió para la Teoría Clásica a partir de este estudio y otros similares que se realizaron
consistió en que esta teoría no fue capaz de explicar porque ocurría esta diferenciación
entre los miembros de una categoría según cuan buenos representantes son de su respectiva
categoría. Este problema puede entenderse en la medida en la que se considera que la
Teoría Clásica pareciera predecir que todos los miembros debiesen ser considerados
igualmente como instancias de un concepto ya que todos ellos deben satisfacer las mismas
condiciones necesarias y suficientes para ser catalogados como instanciación de un
concepto. En base a este estudio surgió una teoría que a diferencia de la Perspectiva Clásica
si podía explicar porque ocurrían estos fenómenos, a saber, la teoría de los Prototipos.
39
Según esta teoría los conceptos son representaciones complejas cuya estructura establece
un análisis estadístico de las propiedades que sus miembros tienden a tener. De esta forma,
aunque los objetos que constituyen la extensión de un concepto tienden a poseer ciertas
propiedades asociadas al concepto encontramos entre ellos ciertos objetos que carecen de
algunas de estas propiedades. De este modo, podemos apreciar que a diferencia de la Teoría
Clásica las características de un concepto no son consideras condiciones necesarias; y en
cuanto a las condiciones suficientes que según la Teoría Clásica deben ser satisfechas en
conjunto, la teoría de los Prototipos sostiene que la aplicación de un concepto a un objeto
consiste en la satisfacción de una cantidad suficiente de características entre las cuales
algunas son más relevantes que otras. Así pues, podemos inferir que la Teoría de los
Prototipos rechaza la noción de definición mediante condiciones necesarias y suficientes tal
como la postula la Perspectiva Clásica. Según Laurence & Margolis este rechazo de las
condiciones necesarias y suficientes es cercana a la sugerencia de Wittgenstein que señala
que entre los objetos que caen bajo un concepto hay <<parecidos de familia>>. De hecho,
Eleanor Rosch y Carolyn Mervis, figuras relevantes en el desarrollo de la teoría de los
Prototipos, reconocen la cercanía y similitud de sus estudios al planteamiento de
Wittgenstein: “The presente study is an empirical confirmation of Wittgenstein’s argument
that formal criteria are neither a logical nor psychological necessity; the categorical
relationship in categories which do not appear to possess criterial attributes, such as those
used in the present study, can be understood in terms of the principle of family resemblance
.”(Rosch & Mervis, 1975, p. 603)
Así pues, Rosch y Mervis reconocen a Wittgenstein como inspirador de sus trabajos y
estudios. Más específicamente, su observación de que no hay condiciones necesarias para la
aplicación de un término a un determinado objeto. Ahora bien, considerando a Wittgenstein
como un inspirador de una teoría alternativa a la Perspectiva Clásica podría considerarse
también a dicho autor como representante de una teoría alternativa del lenguaje y el
significado que podría entregarnos una forma diferente de entender la noción de significado
que no adolezca de los mismos problemas de la Teoría Clásica al no basarse en sus mismos
presupuestos.
40
VI.
Concepción alternativa de las nociones de significado y sinonimia
en Wittgenstein
Como explicábamos en el capítulo anterior, teniendo en cuenta el problema de la
indeterminación del significado nos quedarían dos opciones: i) aceptar la indeterminación
del significado y abrazar resignadamente el nihilismo semántico o ii) buscar una forma
diferente de entender el significado que no recurra a las conexiones necesarias y
constitutivas que presupone una definición analítica mediante condiciones necesarias y
suficientes. Por consiguiente, si logramos encontrar una forma diferente de entender el
significado podríamos mantener las nociones de significado y sinonimia y obtendríamos
una nueva semántica en base a esta nueva concepción. ¿Dónde, pues, hallaremos tal
respuesta? Encontramos una nueva forma de entender el significado y la sinonimia en el
planteamiento de Wittgenstein en sus Investigaciones Filosóficas que revisaremos a
continuación.
1.
Refutación de la concepción agustiniana del lenguaje: el error de toda teoría
del lenguaje
Wittgenstein comienza las Investigaciones con una crítica a la concepción del lenguaje que
nos ofrece el filósofo cristiano San Agustín de Hipona en sus Confesiones9. Según
Wittgenstein la concepción agustiniana sostiene que las palabras nombran objetos y las
oraciones corresponden a combinaciones de palabras10. Si bien San Agustín no distingue
explícitamente entre tipos de palabras, Wittgenstein señala que se puede inferir a partir de
la descripción del aprendizaje del lenguaje ofrecida por el filósofo cristiano qué tipos de
palabras tenía en consideración en su planteamiento; de esta manera San Agustín distingue
implícitamente entre: i) sustantivos y ii) nombres de acciones y propiedades. Así pues, la
critica a San Agustín comienza con un contraejemplo en el cual se muestra un tipo de
lenguaje que no cae bajo su concepción. El caso que plantea Wittgenstein es la
comunicación que existe entre un albañil y su ayudante: estos albañiles construyen un
9
Confesiones I.8.
Se podrá advertir que esta concepción de la naturaleza del lenguaje presente en San Agustín es similar a la
teoría pictórica que el propio Wittgenstein desarrolla en su Tractatus logico-philosophicus: las proposiciones
del lenguaje consisten en combinaciones de signos simples llamados nombres los cuales, en el contexto de
una proposición, refieren a objetos del mundo.
10
41
edificio y para ello utilizan materiales de construcción como cubos, pilares, losas y vigas.
El maestro albañil es llamado por Wittgenstein <A> y su ayudante <B>. Para construir el
edificio A le pide a su ayudante que le pase las piezas de construcción en el mismo orden
en que se las va solicitando. Para cumplir este propósito los albañiles utilizan un lenguaje
que contiene las siguientes palabras: <<cubo>>, <<pilar>>, <<losa>> y <<viga>>. De este
modo, cuando A necesita una viga grita a B “¡Viga!” quien debe ir a buscar la viga y
llevársela. Ahora bien, considerando este caso se podría dudar de que el término <<viga>>
este efectivamente nombrando un objeto ya que su exclamación interpela a B para que
busque una determinada pieza y se la lleve a su maestro. En este caso la expresión
“¡Viga!” motiva a B a realizar una acción. Por consiguiente, se puede afirmar que el
término <<viga>> en la comunicación entre los albañiles no nombra o refiere a un objeto
sino que consiste en una orden que A le asigna a B, esa es su función en este lenguaje. Así
pues, podemos observar que la concepción agustiniana del lenguaje no aplica a este caso11.
Considerando el contraejemplo que da Wittgenstein a la concepción de San Agustín uno se
puede preguntar: ¿Demuestra Wittgenstein que la concepción agustiniana del lenguaje es
incorrecta? ¿Se equivocó San Agustín al sostener que nuestras palabras refieren a objetos?
A estas interrogantes Wittgenstein responde que la concepción de San Agustín nos describe
un sistema de comunicación pero no todo lo que consideramos lenguaje corresponde a este
sistema. El “error” de San Agustín fue describirnos sólo un juego de lenguaje. Por lo cual,
la pregunta sobre si la concepción agustiniana es apropiada o inapropiada se responde
señalando que es apropiada pero para sólo un dominio especifico del lenguaje aunque no
para su totalidad ya que hay tipos de comunicación entre seres humanos que no incluye.
Así pues, la primera observación relevante presente en la crítica de Wittgenstein a San
Agustín nos muestra que aquello que llamamos <<lenguaje>> engloba varios tipos de
comunicación. El lenguaje es un fenómeno complejo que no se puede explicar a cabalidad
por la concepción de San Agustín ya que esta concepción explica sólo un tipo de lenguaje.
En el transcurso de las Investigaciones Wittgenstein demostrará que uno de los errores
11
Podemos apreciar en esta refutación de la concepción agustiniana la metodología que Wittgenstein
desarrolla en las Investigaciones: se plantea una forma de entender el lenguaje y luego se describen casos
concretos o hipotéticos pero verosímiles de utilización del lenguaje con sus respectivos contextos los que
demuestran la insuficiencia de la teoría para explicar tipos de lenguaje diferente a los que plantea.
42
importantes en los que han caído los filósofos ha sido no dimensionar la diversidad del
lenguaje centrándose en sólo una de sus características. El error común de toda teoría del
lenguaje es centrarse en sólo un aspecto del lenguaje y absolutizarlo como su rasgo
característico o esencial ignorando su diversidad; de este modo, las teorías tradicionales del
lenguaje al explicar sólo un tipo de lenguaje no son “incorrectas” pero si son incompletas y
parciales porque no han dado cuenta de la diversidad de nuestro lenguaje.
2.
Refutación de las teorías esencialistas12 del lenguaje
Ahora bien, el error de la concepción agustiniana puede reconducirse a un error de mayor
envergadura filosófica el cual consiste en la suposición de que hay una esencia del
lenguaje, de las palabras y oraciones. Por consiguiente, si la teoría de San Agustín describió
sólo un tipo de lenguaje fue porque de una u otra forma considero que el lenguaje poseía
una característica propia y única; dicho en vocabulario filosófico tradicional, el error de San
Agustín fue suponer que el lenguaje poseía una esencia. Así pues, toda teoría del lenguaje
que ha caído en el error de explicarnos un tipo de lenguaje ha cometido tal equivocación
bajo el supuesto que nuestro lenguaje tiene una esencia que debe ser explicada por la
filosofía del lenguaje. Desde la perspectiva esencialista la pregunta filosófica << ¿Qué es
el lenguaje?>> sólo tiene sentido si se presupone que el lenguaje tiene una esencia.
Wittgenstein nos mostrara que este presupuesto teórico y filosófico es equivocado e induce
a sucesivos malentendidos por lo que toda teoría semántica que parta su análisis del
lenguaje en base a este supuesto caerá evitablemente en el mismo error en el que cayó la
concepción de San Agustín. El error de las teorías del lenguaje ha sido en tomar un tipo o
aspecto del lenguaje y hegemonizarlo para establecerlo como su esencia bajo la
presuposición de que el lenguaje efectivamente tiene una esencia oculta que debe ser
descubierta. En conclusión, las teorías esencialistas han abordado el lenguaje en base a un
prejuicio por lo que todos sus “descubrimientos” serán observaciones parciales e
incompletas sobre nuestro lenguaje.
12
En términos generales, entiendo aquí por teoría esencialista del lenguaje toda teoría filosófica que tenga
como presupuesto que el lenguaje, las palabras y proposiciones tienen una esencia la cual tiene que ser
explicada por la teoría.
43
Considerando esta observación Wittgenstein se propone en las Investigaciones mostrar la
complejidad, variedad y riqueza del lenguaje sin recurrir a una concepción que intente
captar su esencia sino que nos mostrara la insondable versatilidad del lenguaje examinando
casos concretos de su utilización. De esta manera, Wittgenstein introduce la noción de
<<juego de lenguaje>>13 y recurrirá a su analogía con el término <<juego>> para señalar la
complejidad del lenguaje. Por consiguiente, podemos concluir que Wittgenstein desarrolla
una nueva metodología la cual no presupone supuesto o hipótesis previos al examen sino
que va hacia un caso concreto de habla del lenguaje para observar su funcionamiento y
características. Esta metodología es el reflejo de un principio metodológico mayor de
Wittgenstein condensado en la fórmula: ¡No pienses sino mira!
En la primera caracterización que Wittgenstein hace de la noción señala que por <<juego
de lenguaje>> entiende la totalidad que forma el lenguaje y las acciones vinculadas a él. De
esta forma, Wittgenstein establece una conexión entre el lenguaje y las actividades
humanas ya que, como nos demostrara mediante distintos ejemplos, el uso del lenguaje se
efectúa en las distintas actividades que el ser humano realiza. Por esta razón Wittgenstein
afirma que mediante la expresión <<juego de lenguaje>> lo que quiere destacar es que
hablar el lenguaje pertenece a una forma de vida en el sentido en que las actividades
humanas constituyen el fundamento y el contexto en el que se desarrolla el lenguaje y, por
consiguiente, cada juego de lenguaje presupone una determinada actividad del quehacer
humano.
Ahora bien, considerando la estrecha conexión que Wittgenstein pretende establecer entre
las nociones de juego de lenguaje y forma de vida surge naturalmente la pregunta: ¿Qué es
una forma de vida? El filósofo Hans Glock a partir del planteamiento de Wittgenstein
responde esta pregunta afirmando que: “a form of life is a culture or social formation, the
totality of communal activities into which language-games are embedded” (Glock, 1996, p.
125). De este modo, una forma de vida es un conjunto de actividades enraizadas en una
13
Los juegos de lenguaje cumplen también un rol metodológico, a saber, son objetos de comparación que
iluminan las condiciones de nuestro lenguaje por medio de la semejanza y la desemejanza. De esta manera,
podemos salir de los errores lingüísticos exponiendo el “modelo” como un objeto de comparación, es decir,
como una regla de medir y no un prejuicio o un ideal al que el lenguaje real debe adaptarse. Mediante los
juegos de lenguaje, en tanto son objetos de comparación, comprendemos las condiciones que posibilitan el
lenguaje mediante la comparación de un caso con otro.
44
cultura que están conectadas con juegos de lenguaje. Por consiguiente, podemos apreciar
que el fundamento y contexto del lenguaje corresponde a las actividades sociales de una
determinada cultura. Un ejemplo de este planteamiento lo encontramos en los parágrafos
583-584 cuando Wittgenstein afirma que el entorno le asigna significado e importancia a un
verbo como <<esperar>> el cual refiere a un fenómeno de la vida humana. De esta manera,
Wittgenstein plantea el caso de que si estoy esperando a que el señor N.N. venga a mi casa
y me preste dinero, si aislamos un minuto de mi estado de esperar y lo sacamos de este
contexto ya no podríamos llamar a ese estado esperar porque hemos sacado la palabra del
contexto en el que yo esperaba que ocurriera cierto evento.14
Considerando que las formas de vida son el fundamento y el contexto del uso del lenguaje
se puede sostener que una forma de vida está inseparablemente conectada a un juego de
lenguaje. De este modo, se puede enfatizar más esta conexión y señalar que el lenguaje es
parte de nuestro quehacer tanto como cualquier otra actividad. Así pues, se puede concluir,
como lo hace el propio Wittgenstein, que el lenguaje es parte de nuestro largo historial de
actividades: “Ordenar, preguntar, relatar, charlar pertenecen a nuestra historia natural
tanto como andar, comer, beber, jugar” (IF 25). Hablar el lenguaje es parte de nuestra
historia natural como cualquier otra actividad. La filósofa Marie McGinn en su
Wittgenstein and Philosophical Investigations destaca
la estrecha relación que
Wittgenstein establece entre tipos de lenguaje y forma de vida cuando afirma que:
“Language is essentially embedded in structured activities that constitute a <form of life>.
Almost all of the activities that human being engage in are ones that are intrinsically
connected with, or somehow grounded in, our use of language; our form of life is
everywhere shaped by use of language it is this that I tried to capture earlier by saying that
our form of life is fundamentally cultural in nature. “Learning our language, or coming
participate in our form life, is essentially connected with acquiring mastery of countless
kinds of language” (McGinn, 2002, pp. 57-58). De este modo, McGinn destaca que las
formas de vida están conectadas esencialmente con los juegos de lenguaje; participar en
14
Considerando el planteamiento de Wittgenstein puede afirmarse que una forma de vida es el contexto de
un juego de lenguaje en un amplio sentido ya que en la misma forma de vida pueden ocurrir situaciones muy
particulares en las que se ocupa lenguaje. A estas situaciones puede llamárselas <<situaciones
comunicacionales>> con el fin de destacar que estas situaciones ocurren en una forma de vida entendiendo
por forma de vida a la totalidad de las actividades y a la situación comunicacional como una actividad
constituyente de una forma de vida.
45
una forma de vida implica ser maestro en el juego de lenguaje vinculado con ella, por su
parte cada juego de lenguaje presupone y se encuentra en una forma de vida con la que está
esencialmente conectado15. Considerando esta conexión entre formas de vida y juegos de
lenguaje se puede concluir que quienes comparten la misma forma de vida utilizan el
mismo lenguaje. Por consiguiente, como Wittgenstein señala en el parágrafo 24, la
concordancia en el lenguaje consiste y se basa en la concordancia en la forma de vida: los
acuerdos o convenciones lingüísticas se deben a que los seres humanos concuerdan en sus
prácticas, dicho de otro modo, hablan el mismo lenguaje quienes participan de la misma
forma de vida.
Siguiendo el planteamiento anterior se puede observar que la diversidad de los juegos de
lenguaje se explica y se debe a la diversidad de nuestras actividades. En conclusión, hablar
de un juego de lenguaje implica una forma de vida a la que pertenece como su fundamento
y contexto y habrá tantos tipos de lenguaje como formas de vida haya 16.
Ahora bien, considerando la conexión entre formas de vida y juegos de lenguaje se podría
pensar que, a pesar de la cantidad potencialmente infinita de los juegos de lenguaje, debe
haber algo en común entre ellos y por medio de esta característica en común llamamos
<<lenguaje>> a cada juego de lenguaje. De este modo, encontrar la esencia del lenguaje
dependerá de que seamos capaces de encontrar la característica que comparten todos los
juegos de lenguaje. A esta observación Wittgenstein responde que no hay algo en común
entre los distintos juegos de lenguaje sino que estos juegos se emparentan entre sí de
diferentes maneras y en virtud de estos parentescos llamamos <<lenguaje>> a todos y cada
uno de los juegos de lenguaje. Para explicar estas relaciones de parentesco Wittgenstein da
como ejemplo todos aquellos procesos que llamamos <<juegos>> y pregunta si
15
Puede considerarse que afirmar que un juego de lenguaje esta esencialmente conectado a una forma de
vida entra en contradicción con una refutación de las teorías esencialistas, sin embargo esta afirmación es
más sobre la conducta de los seres humanos que sobre el lenguaje y su generalidad no alcanza para
determinar una esencia del lenguaje.
16
Estimo que las formas de vida son potencialmente infinitas ya que si se considera lo que Wittgenstein
llama historia natural del hombre podemos apreciar que constantemente aparecen en nuestro panorama
nuevas actividades. Y, considerando la infinitud de las formas de vida, también los juegos de lenguaje que
esencialmente pertenecen a una determinada forma de vida también serán potencialmente infinitos. Ahora
bien, así como surgen nuevas formas de vida, muchas se dejan practicar, lo que implica que muchos juegos
de lenguaje también dejaran de practicarse. Por consiguiente, la infinitud de los formas de vida y juegos de
lenguaje ocurre a lo largo de la historia humana.
46
efectivamente hay algo en común a todos ellos. De modo similar al caso de la pregunta por
la esencia del lenguaje, aquí también surge la tentación de sostener que debe haber algo en
común entre los juegos o no los llamaríamos juegos. Se presupone una característica en
común mediante la cual se llama a una determinada actividad <<juego>> por el hecho de
que agrupamos distintas actividades bajo un mismo término. Este elemento común pasa a
constituir el significado del término bajo el cual caen las actividades. Dicho de otro modo,
se busca una definición analítica del término la cual nos provea un conjunto de condiciones
necesarias y/o suficientes para que una determinada actividad sea considerada como un
juego o un lenguaje. Sin embargo, Wittgenstein señala que si observamos los distintos tipos
de juegos no encontraremos la característica o elemento común que suponíamos que
debíamos encontrar. Por ejemplo, si decimos que los juegos se caracterizan porque en ellos
hay una competencia en la que se gana o se pierde tenemos como contraejemplo el caso de
un niño jugando a hacer botar una pelota, si afirmamos que en los juegos participan varios
jugadores tenemos el caso de los juegos de cartas solitarios en el que participa sólo un
jugador. De este modo, tenemos que en algunos juegos se compite, en algunos participan
varios jugadores, algunos utilizan un balón, otros ocupan cartas, pero no hay algún
elemento que compartan todos los juegos sino que algunos juegos se parecen entre sí
porque utilizan un balón, otros se asemejan porque en ellos se busca ganar o perder, etc. No
hay un elemento en común entre los juegos pero si ciertos parecidos entre unos y otros. Así
pues, Wittgenstein concluye que en los juegos no tenemos una característica común sino:
“una complicada red de parecidos que se cruzan y se superponen. Parecidos a gran escala
y de detalle” (IF 66).
Así pues, Wittgenstein introduce la noción de <<parecidos de familia>> para caracterizar
los parecidos que se dan entre los tipos de juegos. Esta expresión se puede entender
mediante el siguiente ejemplo: imaginémonos un retrato familiar en el cual se encuentran
todas las personas que integran una familia. Si observamos detenidamente el retrato
podremos apreciar que los miembros de la familia se asemejan entre sí en distintos rasgos
faciales y/o corporales y en diferente medida en algunos casos. Puede observarse por
ejemplo, que el hijo mayor tiene la forma de la nariz del padre y el color de los ojos del
abuelo, mientras que el hijo del medio tiene el color de cabello y ojos de la madre y,
finalmente, el hijo menor tiene el mismo color de ojos que su madre. Entre estas personas
47
apreciamos distintos parecidos vagos e imprecisos, algunos comparten un rasgo que otros
no tienen. En estas relaciones de semejanza nos fijamos en distintos rasgos como el color
de ojos, de cabello y la forma de nariz y podemos decir que, por ejemplo, el color de ojos
del hijo menor es más parecido al de su madre que el del hermano del medio estableciendo
una graduación en el nivel de parecido. Por consiguiente, podemos concluir que los
<<parecidos de familia>> consisten en relaciones inexactas de similitud que se pueden
establecer considerando en que aspecto los miembros de una familia se parecen y en qué
grado. Por consiguiente, Wittgenstein señala que los juegos componen una familia y entre
ellos se da este tipo de parecidos. Como concluye Glock: “The claim is that there is no set
of conditions which all and only game satisfy, and hence no analytic definition of ´game´ in
terms of necessary and sufficient conditions”(Glock, 1991, p.121). Así pues, no hay una
serie de condiciones que un proceso deba satisfacer para ser considerado una instanciación
del concepto juego, por lo cual tampoco se puede hablar de una definición analítica del
término que nos provea condiciones necesarias y suficientes para catalogar a un
determinado proceso un juego.
Considerando estas observaciones Wittgenstein señala en el parágrafo 71 que el concepto
<<juego>> es un concepto de bordes borrosos. Ante esta conclusión Wittgenstein plantea
la objeción de que si efectivamente un concepto borroso puede considerarse un concepto.
Esta pregunta adquiere sentido si se tiene en cuenta que Frege comparaba los conceptos con
áreas y afirmaba que un área delimitada sin claridad no podría considerarse un área. De este
modo, un concepto borroso no podría considerarse en estricto rigor un concepto desde la
perspectiva fregeana. Wittgenstein replantea la afirmación de Frege señalando que un
planteamiento como el de Frege pareciera sostener que un área que no se ha delimitado
claramente sería inútil. Con esta reformulación del problema Wittgenstein pasa a demostrar
que un área y un concepto borrosos son perfectamente útiles. De esta manera, Wittgenstein
explica que del mismo modo en que yo le digo a una persona en una plaza ¡Detente aquí
aproximadamente! es como usamos el concepto de juego ya que cuando hablamos sobre los
juegos damos ejemplos esperando que sean entendidos en un determinado sentido. Por
consiguiente, mi finalidad con la explicación no es que mi interlocutor vea el elemento o
rasgo en común sino que él sea capaz de utilizar en una determinada manera los ejemplos
que le señale. La ejemplificación no es un modo indirecto de explicación a falta de uno
48
mejor (Wittgenstein señala que las explicaciones generales no están exceptas de ser
malentendidas) sino que mediante ella esperamos que el interlocutor utilice los ejemplos en
una determinada manera, es decir, lo orientamos hacia una cierta dirección para que el la
siga. Sumariamente, la finalidad de la ejemplificación es orientar al interlocutor hacia una
determinada forma de entender y aplicar el concepto.
La relevancia de la noción de <<parecidos de familia>> Glock la explica señalando que:
“The notion is crucial to Wittgenstein´s attack on essentialism, the view that there must be
something common to all instances of a concept that explains why they fall under it (PG
74-75), and that the only adequate or legitimate explanation of a word is an analytic
definition which lays down necessary and sufficient conditions for its application, entailing
that, for example, explanations by reference to examples are inadequate” (p. 120). Así pues,
como explica Glock, mediante los parecidos de familia Wittgenstein se opone a las teorías
esencialistas del significado las que sostienen que una legítima explicación de un término
corresponde a una definición analítica que se basa en condiciones necesarias y suficientes
para su aplicación. En contra de esta concepción Wittgenstein sostendrá que no hay
definiciones analíticas de un término y tampoco hay algún conjunto de condiciones
necesarias y suficientes para determinar su aplicación sino que lo que efectivamente nos
encontramos en el lenguaje son con familias de casos y significados entre los cuales hay
parecidos de familia. Por consiguiente, la perspectiva de Wittgenstein se opone al
esencialismo y rechaza su forma de entender el significado y sostiene que no hay un
conjunto de condiciones que las cosas deban satisfacer para caer bajo un concepto, por lo
cual tampoco hay definiciones analíticas de los conceptos mediante condiciones necesarias
y suficientes17.
La introducción de la noción de <<juego>> y <<juego de lenguaje>> trae consigo la
introducción de otras nociones fundamentales como la noción de <<regla>> y la de
<<seguir una regla>>. Como todos sabemos, los juegos tienen reglas que permiten su
17
A l planteamiento de Wittgenstein podría objetarse que si bien en el lenguaje ordinario nos encontramos
con familias de casos y parecidos de familia, en el caso de lenguajes formales efectivamente hay definiciones
analíticas mediante condiciones necesarias y suficientes. Sin embargo, Wittgenstein en el parágrafo 67
señala que los tipos de números también componen una familia en la cual se dan parecidos de familia. Así
pues, incluso en el caso de los números Wittgenstein pareciera sostener que no hay definiciones analíticas
por condiciones necesarias y suficientes.
49
desarrollo, por ejemplo, un juego como el ajedrez tiene ciertas reglas que nos indican cómo
debemos mover las piezas; de modo similar, los juegos de lenguaje tienen también reglas
que nos indican cómo debemos usar las palabras. Sin embargo, así como el ajedrez en
cuanto juego no puede identificarse con sus reglas, tampoco puede identificarse al lenguaje
con sus reglas, es decir, un determinado conjunto de reglas es parte de un juego de lenguaje
pero no es el juego mismo. Sin embargo se debe destacar que las reglas de un juego de
lenguaje guían su aplicación y no la determinan. De este modo, Wittgenstein señala que las
reglas son indicadores de caminos. Recordemos que en señalética los indicadores de
camino orientan a las personas hacia una determinada dirección, de modo análogo las
reglas de un juego de lenguaje orientan al hablante hacia ciertas aplicaciones de una
palabra pero no determinan su aplicación. Por consiguiente, la función de las reglas de los
juegos de lenguajes no es normativa sino orientadora. Wittgenstein explica que la relación
entre un juego de lenguaje y sus reglas con las palabras es análoga a la relación existente
entre una pieza de ajedrez y el ajedrez: “La pregunta << ¿Qué es realmente una
palabra?>> es análoga a << ¿Qué es una pieza de ajedrez?>>” (IF 108). Considerando
esta analogía puede apreciarse que en el ajedrez hay reglas para el movimiento de las
piezas, pero estas reglas no determinan cual será nuestra estrategia para jugar sino que nos
dan cierto margen para que desarrollemos el juego que tenemos en mente; del mismo
modo, las reglas para la aplicación de una palabra nos indican u orientan como debemos
aplicar las palabras dándonos un margen para aplicar la palabra pero sin determinar de
forma estricta e inapelable nuestro uso del lenguaje. Las reglas nos dicen dónde se debe
jugar y nos orientan cómo podemos jugar pero no determinan nuestra estrategia
quitándonos cualquier margen de autonomía.
Ahora bien, para entender a cabalidad en qué sentido una regla es un indicador de caminos
se debe considerar la observación de Wittgenstein en el parágrafo 198 que señala que una
persona se guía por un indicador de caminos sólo en la medida en la que hay un uso estable,
una costumbre de guiarse por el indicador. De esta observación podemos concluir que
<<seguir una regla>>es una costumbre. Esta conclusión
se comprende cuando se
considera que Wittgenstein sostiene que: “Entender una oración significa entender un
lenguaje. Entender un lenguaje significa dominar una técnica” (IF 199). Así pues, seguir
una regla es una costumbre ya que aplicar la regla supone un dominio del lenguaje lo que a
50
su vez implica ser maestro en una técnica. De esta manera, el hecho de que un jugador sepa
mover las piezas del ajedrez presupone que el jugador sepa jugar ajedrez, del mismo modo
seguir una regla presupone que el hablante sea maestro en un juego de lenguaje. Por
consiguiente, seguir una regla es una costumbre en la medida en la que el hablante domine
una técnica ya establecida en la cual ha logrado introducirse con relativo éxito. La
caracterización de la noción de seguir una regla como una costumbre o práctica le permite a
Wittgenstein refutar la idea de que se pueda seguir privadamente una regla ya que este
carácter práctico de la regla nos provee de criterios observacionales para determinar si un
hablante está siguiendo efectivamente la regla o no; volviendo a la analogía del ajedrez, un
jugador sabe o no sabe cómo mover el peón, no puede creer saber cómo se mueven los
peones ya que en la medida en que mover un peón es una práctica existen criterios que nos
permiten apreciar si el jugador está moviendo la pieza una casilla hacia delante o de otra
forma. En base a estas observaciones se puede concluir que las reglas orientan la aplicación
de las palabras y el seguir una regla consiste en una práctica o costumbre social. Como
explica Glock: “Wittgenstein also suggests that rule-following is typically social, and that
some rule-guided activities – including not just those which are communal by definition
like buying and selling, but also doing mathematics – require the context of a social and
historical <way of living>” (p. 329).
3. Nueva concepción de las nociones de significado y sinonimia
Volviendo al caso del lenguaje, se puede sostener que los distintos juegos de lenguaje
componen una familia y entre ellos hay parecidos de familia mediante los cuales los
diferentes juegos de lenguaje son catalogados como lenguaje. Por consiguiente, el lenguaje
consiste en el conjunto abierto y variable de los juegos de lenguaje. En segundo lugar, se
puede sostener también que el lenguaje es una actividad guiada por reglas y el seguir una
regla consiste en una costumbre o práctica social. Así pues, el lenguaje carece de esencia,
no hay una única forma de caracterizarlo y tampoco está sometido a reglas fijas y estrictas
que lo determinen. Por esta constatación Wittgenstein reconocería que: “lo que llamamos
<<proposición>> y <<lenguaje>> no es la unidad formal de estructuras que imaginé,
sino que es la familia de estructuras más o menos emparentadas entre sí” (IF 108).
51
Así pues, las palabras que componen18 el léxico o vocabulario de cada lenguaje y las
oraciones que se forman a partir de ellas pertenecen a los distintos juegos de lenguaje y
cumplirán en ellos diferentes funciones según las reglas propias del juego y la forma de
vida implicada. Por ejemplo, vemos que una palabra que en un determinado juego de
lenguaje se podría considerar un nombre como el término <<viga>> en otro juego de
lenguaje como el de los albañiles su exclamación en voz alta consiste en una orden. De este
modo, el significado de una palabra consistirá en su aplicación en un determinado juego de
lenguaje según las reglas propias del juego y cual sea la finalidad que se pretenda con la
comunicación. Por consiguiente, como sostiene Wittgenstein, el significado de una palabra
y una oración es su uso en el lenguaje19. Por otro lado, Wittgenstein señala que si
consideramos cómo hemos aprendido el significado de una determinada palabra, a partir de
que ejemplos y en que juegos de lenguaje podremos observar que la palabra tiene una
familia de significados. De esta manera, el significado de una palabra es su familia de usos
entre los cuales hay parecidos de familia. Las palabras deben ser entendidas desde el juego
de lenguaje al que pertenezcan y sus reglas constituyentes; si sacamos una palabra de su
juego de lenguaje y la situamos en otro esta palabra nos parecerá extraña tal como si
intentásemos jugar tenis con una pieza de ajedrez.
Podemos observar que Wittgenstein nos proporciona una caracterización de la noción de
significado de una palabra como su uso guiado por las reglas del juego de lenguaje al que
pertenece. En base a esta esta concepción del significado podemos obtener una
caracterización de la noción de sinonimia desde el planteamiento de Wittgenstein: la
sinonimia entre palabras consiste en que dos o más palabras tengan el mismo uso en el
juego de lenguaje al que pertenecen. Encontramos esta noción de sinonimia en un ejemplo
que nos da Wittgenstein en el parágrafo 556. En este parágrafo, Wittgenstein plantea el
18
Las palabras de un idioma son transversales a cada juego de lenguaje en un sentido gramatical, sin
embargo en cada juego de lenguaje en el que aparecen tienen distintos usos entre los cuales hay parecidos
de familia.
19
Literalmente Wittgenstein afirma que para una gran cantidad de casos se puede entender el significado
de una palabra como su uso en el lenguaje. Glock en su Wittgenstein Dictionary nos da buenos argumentos
para entender porque no se puede identificar el uso de una palabra con su significado, sin embargo en
contra de la argumentación de Glock se puede señalar que Wittgenstein constantemente identifica el uso de
una palabra con su significado cuando utiliza ambas nociones. Ante este problema he preferido entender el
uso de una palabra como su significado para todos los casos considerando que la restricción que hace
Wittgenstein obedece más a la prudencia y cautela que demuestra en todas sus afirmaciones sobre el
lenguaje en las Investigaciones a que haya hecho una distinción clara y precisa de estas nociones.
52
caso de un lenguaje que contiene dos palabras para la negación, a saber, <X> e <Y>. Una
doble <X> produce una afirmación mientras que una doble <Y> da una negación reforzada
y en los casos restantes estas palabras se usan del mismo modo. Ante este caso, surge la
pregunta de que si <X> e <Y> tienen el mismo significado cuando aparecen sólo una vez
en la misma oración. Wittgenstein nos da las siguientes respuestas20:
i)
<X> e <Y> tienen un uso distinto y, por consiguiente, un significado distinto;
sin embargo, en aquellas proposiciones en las que aparecen sin repetirse tienen
el mismo sentido21.
ii)
<X> e <Y> tienen la misma función en el juego de lenguaje en el que se
encuentran y tienen una diferencia insignificante en cuanto a su origen. El uso
de ambas palabras se aprende de la misma manera y la diferencia entre ellas se
enseña como un rasgo secundario en su uso. En este caso, <X> e <Y> tienen el
mismo significado.
iii)
Se asocian distintas imágenes a <X> e <Y> por lo cual expresan ideas distintas
y no tienen el mismo significado.
Examinando el ejemplo se puede apreciar que Wittgenstein considera que dos palabras
tienen el mismo significado si cumplen la misma función o tienen el mismo uso en el
lenguaje por lo cual podrían considerarse como sinónimas mientras que estas mismas
palabras podrían tener diferentes significados si cumplen funciones distintas o se usan de
forma distinta. Ahora bien, cabe destacar que la posibilidad de que dos palabras tengan o no
la misma función y por tanto el mismo significado dependerá del juego de lenguaje en el
que se encuentren así como de sus reglas y la forma de vida implicada por él. Dos o más
palabras serán sinónimas no por un set de condiciones necesarias y suficientes de su
aplicación sino por aquellas condiciones que “rodean” su aplicación: el juego de lenguaje
al que pertenezcan, sus reglas y la forma de vida en cuestión. En el caso de los albañiles se
puede afirmar que la exclamación “Viga” y la oración “Tráeme una viga” tienen el mismo
significado porque el juego de lenguaje de los albañiles consiste en una serie de órdenes y
20
Es necesario destacar que estas tres respuestas corresponden a casos en los que dos palabras pueden
tener o no el mismo significado. No se trata de que una sea correcta y las otras incorrectas sino que según
las circunstancias que rodean la enunciación estas palabras podrán tener o no el mismo significado.
21
En algunos casos como en este parágrafo, Wittgenstein usa los términos <<sentido>> y <<significado>>
como sinónimos.
53
mandatos que A le asigna a B para construir un edificio. Sin embargo, si el juego de
lenguaje consiste en la comunicación entre un comprador y un vendedor, la exclamación
“Viga” podría significar “¡Aquí están las vigas estimado cliente!” y no sería sinónimo de la
orden “Tráeme una viga” como en el juego de los albañiles. Por consiguiente, de modo
similar en la que el significado no corresponde a una definición analítica mediante
condiciones necesarias y suficientes así tampoco hay una serie de condiciones necesarias y
suficientes que nos permitan afirmar cuando dos palabras tienen o no el mismo uso en un
juego de lenguaje: “Pero hemos aquí de guardarnos de creer que hay, correspondiente a la
naturaleza del caso, una totalidad de condiciones (por ejemplo, para que alguien ande) de
modo que, por así decirlo, no podría sino andar si todas se cumpliesen” (IF 183.)
54
VII. Nueva concepción del significado y nueva semántica
1. ¿Por qué ha sido tan difícil la semántica?
El filósofo estadounidense Hilary Putnam comienza su articulo titulado “Is semantics
Possible?” planteando el siguiente problema: “In the last decade enormous progress seems
to have been made in the syntactic theory of natural languages, largely as a result of the
work of linguists influenced by Noam Chomsky and Zellig Harris. Comparable progress
seems not to have been made in the semantic theory of natural languages, and perhaps it is
time to ask why this should be the case. Why is the theory of meaning so hard!” (Putnam,
1970, en Concepts, 1999, p.177). El hecho curioso y relevante que destaca Putnam es que, a
diferencia de disciplinas como la lingüística en donde se han conseguido avances
significativos, en semántica aún no se ha conseguido avance de algún tipo. Esta
constatación nos lleva a preguntarnos junto con Putnam ¿Por qué es tan difícil la
semántica? Y de hecho, a partir de esta constatación inicial podemos avanzar a preguntas
más específicas y problemáticas como ¿Qué problemas aun no resueltos han impedido que
la semántica avance como otras disciplinas? ¿Se ha acertado al considerar cual es el
<<objeto de estudio>> de la semántica? ¿Se ha conseguido delimitar un objeto de estudio
propio de la semántica? En este capítulo explicaremos, en primer lugar, porque ha sido tan
difícil la semántica y, en segundo lugar, bajo que perspectiva los problemas que han
aquejado a la semántica y le han impedido avanzar encuentran solución.
2. El error de la Perspectiva Clásica
La dificultad que ha manifestado la semántica a lo largo de su historia se debe a la forma
incorrecta con la que la Perspectiva Clásica abordo el lenguaje y la labor de la semántica
por lo cual la única forma de solucionar estos problemas es abandonar la Teoría Clásica y
adoptar una perspectiva alternativa que sea capaz de dar cuenta del lenguaje en toda su
riqueza y complejidad. Esta perspectiva alternativa la encontramos en el planteamiento que
Wittgenstein desarrolla en sus Investigaciones Filosóficas. Para entender porque la
Perspectiva Clásica ha sido culpable de la falta de progresos en la semántica y porque una
perspectiva wittgensteiniana sería más adecuada para explicarnos la complejidad del
55
lenguaje, revisaremos brevemente, en primer lugar, cual es el planteamiento de la
Perspectiva Clásica y porque es incorrecta su propuesta y, en segundo lugar, se revisara el
planteamiento de Wittgenstein y cómo esta perspectiva consigue explicar de mejor modo
nuestro lenguaje. El análisis y comparación entre perspectivas se realizara en base a las
siguientes preguntas: i) ¿Qué es el lenguaje?, ii) ¿Qué es el significado de una palabra? Y
iii) ¿Cuál es el objeto de estudio de la semántica? Con respecto a las preguntas ii) y iii) ya
hemos revisado que postula la Perspectiva Clásica, a saber, la Teoría Clásica considera el
significado de una palabra como una estructura definicional compuesta de otros términos
entre los que hay conexiones constitutivas y necesarias que se establecen mediante la
distinción a/s. Considerando esta noción del significado, la Perspectiva Clásica sostiene que
el objeto de estudio propio de la semántica es la analiticidad de los términos y las relaciones
de sinonimia entre ellos ya que mediante estas conexiones podemos “construir” la
estructura definicional de un término, es decir, podemos determinar su significado.
Respecto a la primera pregunta, la Perspectiva Clásica pareciera sostener que el lenguaje es
similar a un sistema formal o, al menos, es un sistema susceptible de formalización 22. En
esta concepción del lenguaje la Perspectiva Clásica sustenta su noción de significado y a
las relaciones de analiticidad y sinonimia como objeto de estudio de la semántica. Dicho de
otro modo, la Teoría Tradicional presupone implícitamente que nuestro lenguaje es similar
a un sistema formal o puede ser formalizado con el fin de que sea posible establecer
conexiones constitutivas y necesarias entre términos para determinar el significado de una
palabra y establecer un conjunto de condiciones necesarias y suficientes para su aplicación;
si nuestro lenguaje no es similar a un sistema formal o ni siquiera puede ser formalizado, no
tiene sentido hablar de una estructura definicional de una palabra ni establecer condiciones
necesarias y suficientes de satisfacción ya que no tendríamos los mecanismos necesarios
para cumplir tal objetivo23. Así pues, podemos constatar que la Perspectiva Tradicional
22
En este sentido se puede distinguir entre una tesis fuerte y una débil: i) la tesis fuerte consiste en afirmar
que el lenguaje humano es un sistema formal o es similar a este tipo de sistemas y; ii) la tesis débil consiste
en señalar que nuestro lenguaje si bien no es un sistema formal si es susceptible de ser formalizado en un
sistema deductivo.
23
Es necesario para evitar confusiones hacer una aclaración con respecto a esta afirmación. No se quiere
decir que las otras teorías del significado, como la Teoría de Prototipos, no realice o intente realizar algún
tipo de formalización de nuestro lenguaje, sino que la idea que se pretende destacar es que la Teoría Clásica
considera, al menos desde la tesis débil, que nuestro lenguaje puede ser formalizado en un sistema
56
desarrollaba su concepción del lenguaje, el significado y la semántica en dos presupuestos
fundamentales: (i) el lenguaje humano es similar a un sistema formal o es susceptible de ser
formalizado y (ii) la distinción a/s mediante la cual se establecen conexiones constitutivas y
necesarias entre términos para determinar su significado.
Ahora bien, la Perspectiva Tradicional entra en crisis porque sus dos presupuestos
fundamentales han sido incorrectos: en primer lugar, Wittgenstein en sus Investigaciones
nos demuestra que el lenguaje no es similar a un sistema formal ni tampoco puede ser
formalizado sino que corresponde más bien a un conjunto de juegos parecidos entre sí y; en
segundo lugar, Quine demostró que no disponemos de una forma clara y no circular de
entender la noción de analiticidad por lo cual debemos rechazar la distinción a/s. Así pues,
podemos concluir que la Teoría Clásica fue incapaz de dar cuenta del lenguaje en su
totalidad ya que lo concibió de una manera equivocada lo que traería como consecuencia
que toda afirmación o caracterización que se hiciera desde los planteamientos de la Teoría
Clásica sobre el lenguaje, el significado y la semántica seria incorrecta. En palabras de
Putnam: “The problem in semantic theory is to get away from the picture of the meaning of
a word as something like a list if concepts; not to formalize that misguided picture.” (p.
182). En conclusión, el problema que nos impidió conseguir avances en semántica fue
manejar una concepción errónea del lenguaje y del significado que nos impidió ver cuál es
el objeto de estudio propio de la semántica y cuál es su labor. Por lo cual, el problema no
desaparece tratando de formalizar el lenguaje o el significado sino más bien por alejarnos
de la concepción del lenguaje y del significado de la Perspectiva Clásica.
3. La semántica como ciencia social
Como perspectiva alternativa a la Teoría Clásica tenemos el planteamiento de Wittgenstein
en sus Investigaciones Filosóficas según el cual el lenguaje es una familia de juegos entre
los que hay parecidos de familia. Como explicábamos en el capítulo anterior, esta
concepción del lenguaje como una familia de estructuras emparentaras entre si se opone a
las teorías esencialistas del lenguaje entre las que se destaca la Teoría Clásica; más
específicamente, la concepción wittgensteiniana del lenguaje con la introducción de la
deductivo. Por lo cual, nuestra posición consiste en señalar que nuestro lenguaje no puede ser formalizado
en un sistema deductivo como pretende la Teoría Clásica, no que no pueda ser formalizado en absoluto.
57
noción de <<parecidos de familia>> se opone a la noción de condiciones necesarias y
suficientes. Para Wittgenstein el lenguaje es un conjunto abierto en el cual pueden aparecer
nuevos miembros y la pertenencia a la familia se establece por el grado de similitud que
tenga el miembro a introducir con el resto de los integrantes de la familia. Además, el
lenguaje en cuanto juego está orientado por reglas y el significado de una palabra consiste
en su aplicación y empleo en un determinado juego. De esta forma, el significado de una
palabra también corresponde a una familia pero en este caso particular los integrantes de la
familia son los usos de la palabra entre los que también hay parecidos de familia. En
oposición a la Teoría Clásica nuevamente, determinar si un proceso puede catalogarse
como una instancia del concepto <<juego>> no se establece mediante condiciones
necesarias y suficientes sino que si el proceso en cuestión se asemeja a los procesos que
integran la familia <<juego>>. En este sentido, la Teoría de los Prototipos consiste en una
comprobación empírica de la idea wittgensteiniana de que no existen condiciones
necesarias y suficientes sino una red de parentescos que se superponen y entrecruzan entre
sí.
Cambiar la forma de concebir el lenguaje y la noción de significado implica cambiar a su
vez la forma de hacer semántica lo que en términos concretos y específicos consiste en
cambiar su objeto de estudio y modo de trabajo. Ante esta observación surge naturalmente
la pregunta ¿Cuál es entonces el objeto de estudio de la semántica? Para responder a esta
pregunta es necesario revisar dos sugerencias relevantes. En primer lugar, Wittgenstein
señala que si nos fijamos en cómo aprendemos el uso de las palabras nos percataremos que
una palabra tiene una familia de usos. De esta observación de Wittgenstein podemos
afirmar que la familia de usos de una palabra es aprendida a partir de casos concretos de
utilización en los que de un modo u otro se muestra qué significa la palabra. En segundo
lugar, Putnam también señala que el uso de una palabra puede ser aprendido y sostiene que
es en este fenómeno donde descansa el problema y, por lo tanto, la razón de ser de la
semántica. Así pues, en cuanto el significado de una palabra es una familia de usos y estos
usos pueden ser aprendidos el fenómeno a estudiar en semántica es el aprendizaje del
significado de las palabras. En términos más concretos, el objeto de estudio de la semántica
es cómo nosotros aprendemos el significado de una palabra a partir de diferentes
enunciados en los que se usa. Por consiguiente, concluimos junto con Putnam que: “The
58
fact that one can acquire the use of an indefinite number of new words, and on the basis of
simple <statement of what they mean>, is an amazing fact: it is the tact, I repeat, on which
semantic theory rests.” (p. 185).
Finalizando su artículo Putnam consigue responder porque la semántica ha sido tan difícil a
lo largo de su historia. La respuesta que nos ofrece Putnam es que la semántica es una
ciencia social y en cuanto tal tendrá todos los “defectos” que caracterizan a este tipo de
ciencias, a saber: la falta de rigurosidad, la ausencia de teorías y leyes precisas, la ausencia
de rigor matemático, etc. Así pues, en base a esta nueva concepción del lenguaje y la
noción de significado llegamos a una nueva semántica como ciencia social cuyo objeto de
estudio es el aprendizaje del lenguaje, más específicamente, como aprendemos la familia de
usos de una palabra a partir de distintos enunciados en los que se utiliza la palabra. Para
lograr tal objetivo la nueva misión de la semántica consistirá en recopilar todos los casos
concretos de utilización de una palabra para observar las semejanzas entre ellos y de esta
forma orientar futuros usos: “El trabajo del filósofo es compilar recuerdos para una
finalidad determinada” (IF 127).
59
VIII. Conclusión
Como vimos anteriormente, la concepción del lenguaje de Wittgenstein nos entregó una
nueva forma de entender la noción de significado como la familia de usos que tenga una
palabra y la sinonimia como la identidad de usos que puedan tener dos o más términos24.
Esta concepción alternativa tanto del lenguaje como del significado nos permitió mantener
a la semántica como disciplina aunque cambiando radicalmente su objeto de estudio y, por
consiguiente, su forma de trabajo; la semántica debe estudiar, bajo este planteamiento, el
fenómeno social del aprendizaje del lenguaje mediante el estudio in situ de su habla Así
pues, como la semántica estudia un fenómeno social debe considerarse una ciencia social.
Ahora bien, los alcances de esta nueva concepción del significado no sólo involucran a la
semántica, sino también pueden incluir a cualquier disciplina que, de una forma u otra,
incorpore al lenguaje en su campo de estudio. Hablando en términos más concretos, este
modo de entender el lenguaje y el significado puede ayudar a teorías en ciencia cognitiva,
como la Teoría de Prototipos, a resolver los problemas de la disciplina mediante la
reorientación de su estudio. De este modo, problemas tradicionales como ¿En qué consiste
para un agente tener un concepto? Pueden resolverse señalando que, según la concepción
anteriormente explicada, tener un concepto consiste en que el agente tenga un ejemplar
paradigmático o un prototipo del concepto. Desde otros ámbitos, un problema clásico en
epistemología como el de Gettier puede intentar resolverse señalando que no debemos
buscar las condiciones necesarias y suficientes del conocimiento sino que lo que tenemos
que hacer es reunir todos los usos posibles que tiene la palabra <<conocer>>, establecer su
red de similitudes y, de esta forma, orientar nuevos usos del término. Otro tema que podría
suscitar interés para investigar es si los parecidos de familia se limitan a un ámbito
semántico o pueden tener un alcance ontológico. Dicho de otro modo, ¿catalogamos a un
proceso como un juego porque nosotros lo reconocemos como parecido a nuestros ejemplos
de juego o estos procesos, en cuanto objetos del mundo, se asemejan entre sí? La resolución
de esta interrogante puede significar una gran victoria de la perspectiva wittgensteiniana
sobre la Perspectiva Clásica en un ámbito en donde esta última perspectiva aun sobrevive, a
saber, en los términos de clase natural. De esta forma, los objetos que integran una clase
24
Considerando, claro está, el juego del lenguaje al que pertenezca la palabra y el contexto de su
enunciación.
60
natural son reunidos en su respectiva clase no sólo porque reconocemos (nivel cognitivosemántico) en ellos parecidos de familia sino porque en cuanto objetos del mundo (nivel
ontológico o metafísico) no existe en ellos una esencia compartida sino una red de
semejanzas.
Así pues, una vez que se ha reorientado la semántica el trabajo del filósofo recién ha
comenzado.
61
Referencias
 Kant, Inmanuel (2013) Crítica de la razón pura, Madrid, Taurus. Prólogo,
traducción, notas e índices de Pedro Ribas.
 Quine, W.V. (1953) Dos dogmas del empirismo: La búsqueda del significado
(1991), Madrid, Tecnos, Compilación y edición de Luis Valdés Villanueva, pp.
220-243.
 Grice, H.P. & Strawson P. (1956) In defense of a dogma, Phil.Rev, 65 (2), pp. 141158.
 Wittgenstein. L. (2002) Investigaciones Filosóficas, Barcelona, Critica. Traducción
de Alfonso García S.
 Putnam, H. (1970) Is semantics possible?: Concepts, pp. 177-187.
 Rey, G. (1983) Concepts and Stereotypes: Concepts, pp. 279-299.
 Laurence, S. & Margolis, E. (1999) Concepts and Cognitive Science: Concepts, pp.
3-81.
 Rosch, E. & Mervis, C. (1975) Family Resemblances: Studies in the Internal
Structure of Categories. Cognitive Psychology, 7, pp. 573-605.
 Glock, Hans. (1996) A Wittgenstein dictionary, New Jersey, Blackwell Publishing.
 McGinn, Marie (2002) Wittgenstein and the Philosophical Investigations, London,
Routledge.
 Cory Juhl y Eric Loomis (2010) Analyticity, New York, Routledge.
62
Descargar