El diálogo religioso - Universidad Complutense de Madrid

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UNISCI DISCUSSION PAPERS
Octubre de 2004
LUGAR DE LAS IGLESIAS EN EL ORDENAMEINTO
JURÍDICO DE LOS PAÍSES EUROPEOS.
ESPECIAL ATENCIÓN A LAS CAUSAS DE SU POSICIÓN
AUTORES1:
FECHA:
SANTIAGO PETSCHEN VERDAGUER
CARLOS CORRAL SALVADOR
Universidad Complutense de Madrid, UNISCI
Octubre 2004
En el Proyecto de Tratado de Constitución europea se reconoce con rango constitucional la
dimensión colectiva y externa de la libertad religiosa que entraña “ la libertad de manifestar la
religión y las convicciones, individual o colectivamente, en público en privado, a través del
culto, la enseñanza, las prácticas y la observancia de los ritos” (art. II-10). Más aún,
“mantendrá un diálogo abierto, transparente y regular con dichas iglesias y organizaciones” y
les reconoce “su identidad y su aportación específica”: así lo expresa el art. I-51:
“1-. La Unión respetará y no prejuzgará el estatuto reconocido, en virtud del derecho nacional, a
las iglesias y las asociaciones o comunidades religiosas en los Estados miembros. 2-. La Unión
respetará asimismo el estatuto de las organizaciones filosóficas y no confesionales. 3-.
Reconociendo su identidad y su aportación específica la Unión mantendrá un diálogo abierto,
transparente y regular con dichas iglesias y organizaciones”.
El artículo que acabamos de transcribir hace referencia a una variedad de situaciones
jurídicas reconocidas por los diferentes derechos nacionales.
En dicha variedad, cada sistema depende de la concepción y práctica religioso-políticas
generadas en la historia y de la evolución que hayan podido tener hasta nuestros días.
Introducción: Los tres factores
De acuerdo con ello podemos ver en el mapa de Europa diversos modelos religioso-políticos.
En primer lugar, un modelo protestante confesional con variedades como la luterana y la
anglicana. En ellas hallamos el rasgo típico prevalente de la confesionalidad. Tiene lugar
principalmente en diversos países situados en el norte y este de Europa.
1
Las opiniones expresadas en estos artículos son propias de sus autores. Estos artículos no reflejan
necesariamente la opinión de UNISCI. The views expressed in these articles are those of the authors. These
articles do not necessarily reflect the views of UNISCI.
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En segundo lugar, un modelo laico formado a partir del catolicismo. Es el caso de
Francia.
En tercer lugar un modelo con diversas variantes caracterizado por la aconfesionalidad,
pero que conserva algunos rasgos típicos de la confesionalidad del pasado. Es el propio de
numerosos países de tradición católica. A este modelo pueden unirse los de los países católicos
que estuvieron oprimidos por el régimen comunista. La semejanza se produce en cuanto no
son confesionales y en que dan mucha importancia a la cooperación y al método convencional.
Debe notarse aquí que la disminución de la confesionalidad ha ido a la par que el ascenso de la
cooperación. Han coincidido en la práctica dos principios provenientes de épocas distintas,
uno histórico y otro actual
En cuarto lugar está el modelo ortodoxo, con diferentes variedades como la de Grecia
(estado confesional) y la de Rusia (no confesional, pero con limitaciones a la libertad
religiosa).
En quinto lugar hay que mencionar al modelo turco que es laico pero que está establecido
sobre una base sociológica de predominio islámico.
Para entender dicha variedad y expresar de una manera clara y sintética el diverso lugar de
las iglesias en el ordenamiento jurídico de los países europeos, debemos prestar atención a las
causas y condicionamientos que explican las diferentes posiciones. Para ello, debemos tener
en cuenta estos tres factores:
1- la libertad.
2- la variada gama de situaciones que va desde la confesionalidad a la laicidad.
3- la cooperación.
La libertad es una característica sobre la que se ha debatido mucho a lo largo de la historia
y que se ha reafirmado hasta llegar a ser, en los últimos tempos, un principio absoluto. El
derecho a la libertad ha invadido las grandes manifestaciones de la sociedad internacional, de
los estados y de las comunidades religiosas. Hallamos, sin embargo, en Europa, excepciones a
dicho principio.
La confesionalidad y la (contrapuesta) aconfesionalidad (que en Francia apareció como
laicidad en el final del S. XIX) vienen de antiguo, particularmente la primera. Son varios los
estados europeos que conservan la confesionalidad y otros varios los que siguen preservando
algunos aspectos de la misma.
La aconfesionalidad ( confundida, a veces, con la laicidad) es un principio desarrollado a
lo largo de la historia contemporánea. Su radicalización se ha conocido con el nombre de
laicismo (laicitè o laicisme) . En algunos países como Francia, la laicidad es considerada un
principio de gran importancia. Una interpretación más moderada de la laicidad hace que pueda
ser equiparada a la no-confesionalidad o aconfesionalidad
La cooperación es una característica de relación de las iglesias y de los estados,
totalmente moderna. En el pasado, la cooperación existía en el marco de la confesionalidad.
Ahora es algo que se asienta en fundamentos diferentes.
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Existen dos maneras de ver la cooperación. Una es desde la estricta perspectiva de la
laicidad. Y otra manera más amplia basada en diversos fundamentos que podemos agrupar en
estos cinco:
a)- La autoridad civil y la iglesia no colaboran en favor mutuo sino en favor de la persona
humana. Ese es el único criterio válido.
b)- El porcentaje de ciudadanos pertenecientes a una confesión. No infrecuentemente, en
una sociedad la pertenencia mayoritaria de los ciudadanos a una confesión es la que justifica
una mayor atención de los poderes público
c)- La promoción de los valores. No son pocos los Estados que consideran que la labor de
la Iglesia ha promocionado y sigue promocionando en el presente numerosos valores de orden
moral y humano en general por lo que desean seguir colaborando con la Iglesia en tal sentido.
d)- La identidad nacional. Con frecuencia, el elemento religioso es considerado en una
sociedad un factor importante de identidad nacional. Las autoridades civiles de dichas
sociedades no quieren que un factor tan importante se pierda y desean seguir fomentándolo.
e)- El pragmatismo. En un mundo tan problemático como el que vivimos, para afrontar
las cuestiones, las fuerzas no deben restarse sino sumarse. Todo lo que sea cooperación en un
orden pragmático –que frecuentemente prescinde de connotaciones ideológicas-, es positivo.
Es muy propio de la época en que vivimos.
1. La Libertad.
En el ambiente de toda Europa está muy presente la idea de que las Iglesias en cualquiera de
los países en que se hallan deben ser libres. La libertad es un derecho de la persona que en este
caso debe ser contemplado en su dimensión colectiva. Es una cuestión que aparece tanto en el
ámbito de las Organizaciones Internacionales como en el de los Estados.
En la Organización para la Seguridad y Cooperación en Europa (OSCE), preocupa mucho
la cuestión de la libertad religiosa. En estos últimos años se han tenido diversas reuniones
acerca de ello. Destaco la de Viena de julio de 2003, llamada Reunión Suplementaria de la
Dimensión Humana de la OSCE en la que participaron representantes de los cincuenta y cinco
Estados miembros de la Organización para tratar de la “Libertad de Religión o Creencia”. Allí
se manifestó la gran preocupación porque la libertad en dichas materias se perfeccionara en los
ámbitos de la legislación, la política, la educación, los medios de comunicación...etc.
También la cuestión de la libertad debe ser examinada en el marco de los estados.
Tomemos un ejemplo que puede resultar aleccionador para ver cuáles son las características de
la libertad de la Iglesia Católica que pide sean respetadas por el gobierno de Croacia y cómo el
mencionado gobierno se las reconoce. Dice así el Acuerdo entre la Santa Sede y la República
de Croacia de 9 de abril de 1996:
“Art. 3-. La República de Croacia garantiza a la Iglesia Católica y a sus personas jurídicas y físicas,
la libertad de comunicación y de mantener contactos con la Santa Sede, con las Conferencias
Episcopales de otros países y también con las Iglesias particulares, instituciones y personas, tanto
en el interior como en el exterior del Estado.
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Art. 4-. Respetando el derecho de la libertad religiosa, la República de Croacia reconoce a la
Iglesia Católica y a sus comunidades de cualquier rito, el libre ejercicio de su misión apostólica, en
particular por cuanto respecta al culto divino, al gobierno, a la enseñanza y a la actividad de las
asociaciones mencionadas en el artículo 14.
Art. 5-. Corresponde exclusivamente a la competente autoridad eclesiástica regular libremente el
ordenamiento eclesiástico propio, erigir, cambiar y suprimir provincias eclesiásticas, archidiócesis,
diócesis, administraciones apostólicas, prelaturas territoriales, abadías territoriales, prelaturas
personales, parroquias, institutos de vida consagrada y de vida apostólica así como otras personas
jurídicas eclesiásticas.
Art. 6 -. 1 -. Corresponden a la Iglesia Católica todos los nombramientos eclesiásticos y la colación
de los oficios eclesiásticos, de conformidad con las normas del Derecho Canónico. 2-. El
nombramiento, traslado y remoción de obispos, compete exclusivamente a la Santa Sede”.
Como fácilmente puede verse, es un texto que hace referencia, por una parte a las
restricciones a la libertad nacidas de la hostilidad y por otra parte a las nacidas de las antiguas
costumbres regalistas. En líneas generales, se puede decir que son las características generales
de los países europeos, con las excepciones a las que vamos a hacer referencia a continuación.
Existen, sin embargo, algunas situaciones que encontramos en Europa en donde de una
forma o de otra aparecen excepciones a la libertad. A saber:
A- La libertad religiosa en Turquía.
B- La situación en la Federación Rusa.
C- La cuestión del matrimonio civil previo al religioso.
1.1. La libertad religiosa en Turquía.
En Turquía, los principios constitucionales son claros. Existen sin embargo, en la sociedad
turca, corrientes excluyentes en la línea del islamismo. Como dice el profesor Niyazi Öktem,
de la Universidad Bilgi de Estambul, “no solamente los fundamentalistas musulmanes sino
también algunos intelectuales parecen creer que los ideales de la democracia, el pluralismo, la
tolerancia, así como el concepto de secularismo son enemigos del dogma islámico”2. Esta
posición ha aumentado últimamente en determinados sectores de la sociedad turca debido
auge del fundamentalismo y a las tensiones existentes con la Unión Europea por la
incertidumbre que hay a propósito de la toma de decisión sobre el inicio de las negociaciones
para el ingreso de Turquía en la Unión Europea.
Una de las razones de dicha exclusión es la ignorancia que no sólo obstaculiza la libertad
sino incluso también la tolerancia. La ignorancia lleva a creer que la religión del otro es
intrínsecamente rechazable.
Otra razón es el nacionalismo agresivo y el racismo.
Frente a ellos, los que fomentan la libertad y la tolerancia social se basan en:
2
ÖKTEM, Niyazi, Introducer of Session II. Supplementary Human Dimension Meeting on Freedom of Religion
or Belief. O.S.C.E, Vienna 17 July 2003.
4
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•
la amalgama cultural y étnica que se ha producido entre los diferentes grupos religiosos
como puede verse en la gran permanencia a través de los siglos en un mismo lugar, de
las comunidades islámica y cristiana, en toda la costa egea de Anatolia y en la ciudad
de Estambul, en la creación del sistema millet (mille: nacion; millet: nacionalidad) en
relación con las diversas minorías cristianas, en el influjo del arte bizantino en el Islam
y en la utilización del mismo tipo de música. Como dice Endruweit, en Turquía existe
un sistema cognitivo y normativo de principios históricos y sociales comunes con
Europa3. Por ello se puede afirmar que en Turquía conviven dos tendencias que se
complementan: la europeizante y la que busca una identidad más turca en las raíces
mismas del Islam sunita.
•
el influjo del sufismo que introdujo en Anatolia una corriente humanista y liberal.
Junto a él, el influjo de otras corrientes como el Alevismo y el Bektachismo que han
asimilado influencias de las previas religiones y sectas. Ello ha hecho que en Anatolia,
el Islam Sunita sea un tanto liberal y racionalista.
•
el sistema legal de Turquía establece la laicidad. Sobre los principios del racionalismo,
humanismo, libertad, fraternidad e igualdad, Mustafá Kemal Ataturk estableció los
pilares de la Turquía moderna. Debido a su laicidad, en el marco de Organización de la
Conferencia Islámica (OCI), de la que es miembro, Turquía no se pudo acoger al
criterio jurídico político de tener una Constitución islámica sino al sociológico de que
la mayoría de los habitantes fuese de religión musulmana.
En Turquía los cristianos se hallan en diversa posición según sea la diversa confesión
cristiana a la que pertenecen. Entre todos ellos, los ortodoxos gozan, por razones históricas, de
una posición privilegiada.
En general se puede decir que las iglesias y comunidades tienen libertad religiosa pero
chocan a veces con dificultades sociológicas.
1.2. La situación en la Federación Rusa.
Tras la caída del comunismo, la presencia de la Iglesia Ortodoxa en la política del país ganó
mucho en importancia4. Ello influyó en las dos grandes producciones legales: la ley de
Libertad religiosa y de las Organizaciones religiosas aprobada por la Duma el día 19 de
septiembre de 1997 y las disposiciones sobre la permanencia en el país de los ministros de los
cultos no tradicionales. Ambas tuvieron consecuencias internacionales no sólo en relación con
los poderes religiosos sino también con los políticos. En la ley se declara que el Estado no
tiene religión oficial pero se reconoce “el papel esencial jugado por la Iglesia cristiana
ortodoxa en la historia de Rusia” y “en la edificación y desarrollo de su espiritualidad y
cultura”. Esta constatación se considera razón suficiente para establecer limitaciones legales
otras confesiones como son el catolicismo y el luteranismo por no ser consideradas
“religiones tradicionales en Rusia”5.
3
Endruweit, Günter, “Turkey and the European question of cultural difference?”. Perceptions, (Junio-Agosto,
1998) pp. 42-43; cf. IRAZÁBAL, J.A., Razón y Fe (2004) y UNISCI (mayo 2004).
4
RousseleT, Kathi, “Las ambigüedades del renacimiento religioso en Rusia”, en KEPEL, Gilles (dir.). Las
Políticas de Dios, Madrid, Anaya / Mario Muchnik. 1993, pp. 121-144.
5
Garcia Pérez, Juan, La legge russa sur la religione, La Civiltá cattolica (1998/ I) pp. 293 - 299. El texto
definitivo de la ley : Loi sur la liberté de conscience et sur et sur les associations religieuses, 19 septiembre, 1997,
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1.3. La Cuestión del matrimonio civil previo al religioso .
Si las personas que se van a casar consideran que su matrimonio se realiza en el momento en
que dan su consentimiento recibir el sacramento, el Estado debe avenirse asumiendo la
libertad de los contrayentes en su dimensión religiosa personal y estableciendo una regulación
que tenga en cuenta la íntima convicción de la pareja.
Establecer un matrimonio civil obligatorio previo al religioso como sucede en Francia, en
Bélgica, en Luxemburgo, en Países bajos, en Alemania etc., es una forma de limitar la
libertad. Es cierto que en algunos países la fuerza de la costumbre ha hecho perder de vista la
anomalía que dicho procedimiento lleva consigo. Pero es necesario destacar el sistema más
respetuoso del reconocimiento civil del matrimonio religioso como acontece en Polonia,
España, Portugal, Lituania, Croacia, Eslovaquia...
Es cierto que los Estados han de tener cierta cautela con respecto a las diversas religiones
pero no parece tener sentido desde la perspectiva de la libertad postular el cambio del sistema
de reconocimiento de matrimonio civil previo como algunos postulan con el fundamento de la
laicidad.
2. La Confesionalidad y la aconfesionalidad (laicidad)
Recientemente, el Ministro de Justicia, López Aguilar, aseguraba el 12 de julio que el
Ejecutivo “está comprometido con la aconfesionalidad del Estado”. Por su parte, el presidente
del gobierno en una entrevista a El Socialista, poco después de ser elegido Secretario General
del PSOE, afirmaba que “España necesita recuperar un proceso de laicidad de forma
subliminal, poco a poco, en diversos ámbitos”. ¿Es que son conceptos idénticos o, al menos,
intercambiables?
2.1. La Confesionalidad
La Confesionalidad ha sido la práctica habitual en tiempos pasados. Era una costumbre común
por la que los Estados declaraban oficial una religión y se constituían en protectores de la
misma. En compensación, los dirigentes de la Iglesia reconocían a los del Estado importante
privilegios. La intervención del Estado en la dirección de la Iglesia es algo esencial al
luteranismo. Por ello es explicable que sean los Estados luteranos como Noruega, Dinamarca,
Finlandia, Islandia, y hasta estos últimos años Suecia, los que mantengan un sistema
confesional de relaciones iglesia-estado.
Además de los Estados mencionados es en Europa confesional la anglicana Inglaterra en
donde el monarca es el jefe de la Iglesia. Aunque los principios del anglicanismo son
diferentes a los del luteranismo, la organización práctica viene a ser la misma. Por ello
ISTINA XLII (1997. N1 4. Oct - Déc. 1997) pp. 397 - 411.Una valoración de la ley la encontramos en :
CALVEZ, Jean – Yves, “L´affaire de la loi sur les religions en Russie », Etudes (Janvier, 1998) pp. 21 – 24;
UZZELL, «Lawrence, Les restrictions aux droits des minorités religieuses au sein de la Fédération de Russie»,
ISTINA XLII (1997. N1 4. Oct - Déc.) pp. 349 - 361.
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podemos decir con el profesor Corral que en los mencionados países la Iglesia es “una parte
orgánica de la nación” siendo la Iglesia oficial “un organismo estatal más incluso con un
departamento ministerial especial. Es un servicio público no sólo en el sentido normal de la
expresión sino en el técnico, administrativo”6.
La confesionalidad griega consiste en que la llamada Iglesia Ortodoxa Oriental de Cristo
es la religión dominante que opera en íntima dependencia del rey y de su gobierno. Desde que
se promulgó en 1969 la nueva Constitución de la Iglesia Ortodoxa de Grecia, se ha dado un
paso adelante en su autonomía con respecto al Estado7.
La confesionalidad tiene diversos grados de intensidad. La evolución de los tiempos ha
hecho que la confesionalidad haya ido diluyéndose paulatinamente. Ello ha sucedido con más
facilidad en el catolicismo dado que ha tenido con respecto al estado, una concepción más
separacionista que la del mundo ortodoxo y que el de las Iglesias surgidas en el siglo de la
Reforma. En el mismo interior de la Iglesia Católica, el Concilio Vaticano II demostró una
cierta desconfianza con respecto a la confesionalidad. En los estados luteranos se ha producido
una cierta evolución en el mismo sentido. Cabe destacar el caso de Suecia en donde, a partir
del año 2000 se ha establecido una separación entre el Estado y la Iglesia luterana de carácter
muy amigable.
2.2. La Aconfesionalidad
Mirando a las constituciones de los Estados, en especial de los 25 miembros de la Unión
Europea, el criterio calificador mínimo de sus sistemas de relacionarse con las Iglesias es la
existencia o la inexistencia de una(s) religión(s) o Iglesia(s) del Estado, es decir, la
Confesionalidad [que en Alemania hasta la I guerra mundial era, en realidad, biconfesional
(luterana y católica según las Regiones); mientras en Rumania hasta la II guerra mundial, era
triconfesional (ortodoxa, católica y protestante).
La aconfesionalidad no indica más que en un Estado concreto no hay o dejó de existir
una(as) Iglesia(s) o religión(es) de Estado. El sistema de estado confesional era el normal en
la antigüedad y en el Antiguo Régimen; y hoy todavía se mantiene en al menos 53 Estados
islámicos (cerca de 1000 millones), componentes de la Organización de la Conferencia
islámica —e.d., en una una cuarta parte de la ONU. Así se continúa manteniendo hasta e l
presente en seis Estados dentro de la Unión Europea —no se olvide— Inglaterra (la Iglesia
Anglicana); Dinamarca, Finlandia, Noruega, Suecia [hasta el 2000] (la Iglesia evangélica
luterana); Grecia (Iglesia ortodoxa).
Establecieron que no existe una Iglesia de Estado: de forma expresa en sus Constituciones
Alemania 1919 y 1950, y España 1931 y 1978; equivalentemente, Portugal, Irlanda, Italia;
sumándose, tras la caída del muro de Berlín, los países bálticos (Estonia, Letonia, Lituania y
Polonia), danubianos (Chequia, Eslovaquia; Hungría, Croacia, Eslovenia.
6
CORRAL, C., “Sistemas y principios de relaciones Iglesia-Estado en el Derecho constitucional de los Doce”, en
CORRAL, C. y URTEAGA, J.M., La Iglesia española y la integración de España en la Comunidad Europea,
Madrid, UPCO 1986, pp. 110-111.
7
CORRAL SALVADOR, Carlos y GIMÉNEZ MARTÍNEZ CARVAJAL, José, Concordatos vigentes, Tomo II,
Madrid, Fundación Universitaria Española 1981, pp. 179-209.
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Pero, a la vez, para fijar cuál era su actitud en adelante para con las Iglesias con las que
habían estado vinculados hasta entonces, todos estos Estados instauraron el principio de
cooperación e, incluso, hasta celebraron y siguen celebrando Acuerdos lo mismo con la Iglesia
Católica que con otras Iglesias y Confesiones, siendo paradigmática, en este sentido, la actitud
de Alemania, seguida más tarde por España e Italia.
También la aconfesionalidad tiene diversos grados de de intensidad. En Europa países
aconfesionales que siguen conservando algunos rasgos propios de la confesionalidad. Es el
caso de Bélgica en donde la Iglesia católica conserva cierta primacía, de Alemania, Austria,
Países Bajos, España. Italia...
En Irlanda ha seguido existiendo una confesionalidad de carácter sociológico en cuanto se
trataba de una confesión “profesada por una mayoría de los ciudadanos”. A pesar de ello
desapareció la confesionalidad católica con revisión constitucional aprobada por referéndum
en 1972. Se eliminaron entonces los apartados 1 y 2 del párrafo 1º del artículo 44 de la
Constitución que otorgaban una especial posición a la Iglesia católica y también a las Iglesias
consolidadas en Irlanda en el momento de la independencia.
Ha habido algunos casos como son los de Alemania, Italia, España y Portugal en donde el
paso de la confesionalidad a la aconfesionalidad se ha ido dando con el mutuo acuerdo de las
Iglesias y del Estado.
Fueron los tres grandes partidos alemanes (demócrata-cristiano, socialista y liberal), los
que acordaron suprimir la existencia de una Iglesia de Estado. Pero al mismo tiempo se siguió
respetando la consideración de las Iglesias como corporaciones de derecho público ante el
ordenamiento estatal y el sistema convencional. Las relaciones de la Iglesia con el Estado se
regulan bilateralmente mediante convenios con la Federación y los Länder.
También Italia cambió el sistema de confesionalidad por el de aconfesionalidad de 1984.
Y amplió el sistema convencional a otras religiones como las Comunidades israelitas y la
Iglesia Valdense.
España también transformó sus sistema tradicional de confesionalidad por el de
aconfesionalidad (“ninguna confesión tendrá carácter estatal”). Pero la aconfesionalidad
española se separa tanto del pasado confesional franquista como del pasado laicista de la
Constitución republicana de 1931. Se quiso establecer en la Constitución española una base
sólida de convivencia cara al futuro (la superación de las dos Españas), complementada con el
principio de la cooperación con la Iglesia (“los poderes públicos mantendrán las consiguientes
relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”).
Más adelante España, en virtud de la Ley Orgánica de Libertad Religiosa 7/1980, de 5 de
julio, elevó el régimen de acuerdos a principio general (art. 7), prescribiéndolos para con las
Iglesias, las confesiones y las comunidades existentes en España, debidamente inscritas y
notoriamente arraigadas en España”8.
8
CORRAL, C. o. c. p. 117.
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2.3. La laicidad
A diferencia de los demás Estados y a pesar de su citada ‘Ley de separación de las Iglesias y
del Estado’ de 1905, quien en realidad acuñó el término de laicidad para con ella definirse en
su Constitución —y hasta lo hizo extensivo a otros Estado, como Turquía en Europa y
Madagascar en África— fue Francia. Y lo sigue manteniendo hasta el presente con acritud,
sean del color que sean sus gobernantes, incluso en la elaboración y redacción del Tratado de
la Constitución Europea. Con todo, lo que comenzó siendo un laicismo acabó convirtiéndose
en una laicidad positiva y abierta, a partir precisamente de la tan decisiva I guerra mundial.
Así ocurrió, sobre todo, cuando en Francia se planteó el problema de conciencia para
muchos católicos sobre si votar o no la Constitución de la IV República, que se autodefinía—
nótese bien— como laica. Definición que es asumida por la vigente Constitución de la V
República de 13 Mayo 1958, art.1:9 “Francia es una República indivisible, laica, democrática
y social. Garantiza la igualdad ante la ley de todos los ciudadanos sin distinción de por razón
de su origen, raza o religión. Respeta todas las creencias”.
Al problema salió al paso entonces el episcopado francés con toda claridad en su carta
pastoral del 12 de noviembre de 1945, distinguiendo nada menos que cuatro acepciones en la
laicidad: laicidad respetuosamente neutral, laicidad simplemente profana, laicismo hostil o
agnóstico, laicismo neutral e indiferente; y admitiendo como legítimas las dos primeras.
1. Laicidad como profanidad o autonomía: "... la autonomía soberana del Estado en sus
dominios de orden temporal, su derecho a regir por sí solo toda la organización política,
judicial, administrativa, fiscal y militar de la sociedad temporal, y de modo general todo lo que
dice respecto a la técnica política y económica, declaramos abiertamente que esta doctrina está
plenamente conforme a la doctrina de la Iglesia...".
2. Laicidad respetuosamente neutral: "... en un país dividido en cuanto a las creencias, el
Estado debe permitir que cada ciudadano practique libremente su religión. Este segundo
sentido, si se comprende bien, también está conforme al pensamiento de la Iglesia..."
Se rechazan, no puede ser por menos,
3. Laicidad agnóstica u hostil: " una doctrina filosófica que encierra una perfecta
concepción materialista y atea de la vida humana y de la sociedad, si tales palabras definen un
sistema de gobierno político que impone esa concepción a los funcionarios hasta en su vida
privada, a las escuelas del Estado, a la nación entera, ,...".
4. Laicismo indiferente: "la voluntad del Estado de no someterse a ninguna moral
superior".
Correspondiendo a la Constitución francesa las dos acepciones legítimas, los ciudadanos
católicos podrían ya en conciencia dar su voto positivo, pues el sistema francés de laicidad era
— y continúa siéndolo— de una laicidad positiva y abierta.
En efecto, en el primer sentido [Laicidad como profanidad o autonomía] toda comunidad
política, por tanto, todo Estado [también la República francesa] es laico. Lo es ciertamente en
la concepción occidental y cristiana; mas no así en la concepción musulmana —nótese bien—
9
Corral, La libertad religiosa en la Comunidad Europea, Madrid 1973), idem, La relación entre la Iglesia y la
Comunidad Política, Madrid, B.A.C. 2003, p.196s.
9
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donde no existe distinción entre Estado e Iglesia. (Como tampoco en la concepción marxista:
antes del bloque soviético, ahora de China, Corea del Norte y Vietnam, donde se impuso un
Ateismo de Estado en lugar de Religión de Estado).
En el segundo sentido [Laicidad respetuosamente neutral], es afirmar que la República
francesa es religiosamente neutral o aconfesional, al haber abandonado el cristianismo como
religión de la nación o de la gran mayoría de la nación en el Antiguo Régimen.
3.- La Cooperación desde la Aconfesionalidad
La cooperación contemporánea entre el Estado y las Iglesias y Comunidades religiosas es
objeto de una notable valoración. Se considera un bien notablemente positivo.
Mientras en unos países —como Alemania 1919, Irlanda 1974, España 197810], Italia
1984— se ha partido de la previa confesionalidad tradicional, en algunos, al presente, se ha
llegado a la cooperación, no a partir de la matización de la confesionalidad preexistente, pues
ésta ya no existía (países sometidos régimen comunista), sino por haber valorado la necesidad
de establecer de nuevo la cooperación por las cinco razones antes mencionadas y que ahora
ampliaremos. Dichos países son Polonia, Croacia, Hungría, Eslovaquia y Lituania. Dos países
no católicos como Estonia y Letonia han concluido recientemente acuerdos con la Iglesia
Católica.
Las razones o motivaciones son las siguientes:
a)-. La mejor atención a la persona humana. Ese es el objetivo que encontramos
explicitado e diversos acuerdos concluidos entre la Santa Sede y diversos estados como el de
Italia. O como dice al art. 1 del nuevo Concordato portugués firmado el pasado 18 de mayo:
“La Santa Sede y la República Portuguesa declaran el empeño del Estado y de la Iglesia en la
cooperación para la promoción de la persona humana, de la justicia y de la paz”.
b)-. El porcentaje de ciudadanos pertenecientes a una confesión.
Existen Estados que, aunque no sean confesionales, reconocen un predominio sociológico
de la Iglesia Católica en su sociedad. En el Acuerdo que la Santa Sede concluyó con la
República de Lituania, se destaca este aspecto con el siguiente texto: “considerando que la
mayoría de los ciudadanos de la República de Lituania profesan la religión católica”. Este es el
reconocimiento de un hecho sociológico lo que tiene consecuencias prácticas pues lleva a
establecer diferencias. Sin quebrantar para nada el respeto más estricto al derecho y a la
libertad fundamental se considera que no es incorrecto sino enriquecedor, que la comunidad
mayoritaria reciba más atenciones que otras comunidades y que las comunidades más
asentadas, pueden ser más cuidadosamente consideradas en la cooperación que las minorías
marginales sobre todo si son nuevas. Esa valoración del dato sociológico hace que en España
existan cuatro modalidades de relación del Estado con las confesiones religiosas. Primera: la
10
Refiriéndonos al caso español, hay quien interpreta que entre los dos principios, el de la laicidad y el de
cooperación, el más importante es el de la laicidad. En caso de colisión de los dos principios debería prevalecer el
primero. Desde ese punto de vista caracterizado por la rigidez, en un estado laico, el sentido que tendría la
cooperación sería hacer posible que la libertad y la igualdad de los diversos grupos sean reales y efectivas. Para
esta concepción, los acuerdos —sea con la Santa Sede, sea con las confesiones de notorio arraigo— serían una
forma de establecer privilegios optando por la desigualdad lo que sería ir contra el principio de la laicidad.
10
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que se tiene con la Iglesia Católica. Segunda: la de las confesiones no católicas que cuentan
con acuerdos con el Estado sobre la base de que tienen en la sociedad española un “notable
arraigo”. Estas son la Federación de Entidades Religiosas Evangélicas de España (FEREDE),
la Federación de Comunidades Israelitas (FCI) y la Comisión Islámica de España (CIE). No
va mal recordar aquí que últimamente se ha reconocido el “notable arraigo” a los Mormones.
En tercer lugar, están las comunidades inscritas en el Registro. En cuarto y último lugar están
todas aquellas que, por decirlo con una frase popular, van por libre.
Como fácilmente puede verse, el punto de vista jurídico que hemos expuesto en primer
lugar y el sociológico llevan a actitudes y a posiciones distintas. En muchas facetas de la vida
humana sucede que los Estados tienen en cuenta los diversos datos sociológicos para, de
acuerdo con ellos, hacer distinciones sin romper el principio general de la igualdad. No hay
más que mencionar a los partidos políticos, a los sindicatos, a las entidades culturales. El
apoyo o las ventajas que reciben es mayor si su presencia en la sociedad es más extensa.
c)-. La promoción de los valores. Hay Estados que, sin ser confesionales, valoran lo
positiva que ha sido la acción de la Iglesia en el pasado en la sociedad nacional y consideran
que lo sigue siendo en el presente con respecto a la nación. Y sacan de ello sus consecuencias
prácticas. Dice así el texto del Acuerdo entre la Santa Sede y Lituania, antes mencionado:
“considerando el especial papel que la Iglesia Católica especialmente en el fortalecimiento de
los valores morales de la nación lituana así como su contribución histórica y actual en las áreas
social, cultural y educacional”. Aquellos Estados no confesionales que no utilizan la palabra
laica y dejan la cuestión en un entorno un tanto ambiguo, se pueden permitir una cooperación
más intensa con la Iglesia que está histórica y sociológicamente más vinculada al país que con
las Iglesias y Comunidades marginales. Ello no puede afectar evidentemente al estricto
cumplimiento de los derechos y de las libertades fundamentales.
Estas tres motivaciones aparecen en los Acuerdos recientemente firmados por los cinco
nuevos estados federados provenientes de la antigua República Democrática Alemana – die
neuen Länder -. A saber: Brandenburgo, Mecklemburgo-Pomerania anterior, Sajonia, Sajonia
Anhalt y Turingia. Así ha quedado reflejado tanto en los cinco Convenios con las Iglesias
Luteranas (1993) y en los cinco Acuerdos concordatarios con la Iglesia Católica (1996 a
2003). En el Acuerdo de Mecklemburgo de 18 de octubre de 1997 se proclama cómo es la
nueva concepción de las relaciones Iglesia- Estado.
Una concepción tomada del Acuerdo paralelo con la Iglesia Evangélica. En el texto de
hace referencia a “la autonomía del Estado y de Iglesia en el recíproco respeto de su derecho
de autodeterminación y en la disponibilidad a la colaboración”; al “respeto a la libertad
religiosa del individuo”; a la “común tarea de respetar y proteger la dignidad humana y los
derechos del hombre”; a la “persuasión de que la fe cristiana, la vida eclesial y la acción
caritativa prestan una contribución al bien común de los ciudadanos en una sociedad plural”11.
d)-. La Identidad nacional. Lo que acabamos de decir en el párrafo anterior, tiene una
vinculación a la cuestión, hoy tan en boga, de la identidad. Con frecuencia, la identidad de una
nación está íntimamente relacionada con una confesión religiosa. Es lógico, pues, que reciba
una mayor atención. Tras la caída del comunismo hemos visto cómo en Rusia se bucea en los
valores de la Ortodoxia. Algo parecido ha sucedido en China en donde se quiere resucitar la
herencia confuciana. En diversos países católicos encontramos actitudes semejantes. En aras
11
Acerca del sistema alemán de relaciones Iglesia-Estado puede verse: CORRAL, Carlos. “¿Por qué no mirar al
modelo alemán de relación con las Iglesias?”, Alfa y Omega, 2 de septiembre de 2004 [pro manuscripto].
11
UNISCI DISCUSSION PAPERS
Octubre de 2004
de conservar los elementos de su identidad, sobre todo si son profundos, los Estados dan una
especial valoración a la religión o religiones que han forjado tan valiosos aspectos.
e)-. Existe una razón que pesa mucho, especialmente hoy día, en favor de la cooperación
entre el Estado y la Iglesia. Es la razón del pragmatismo. Por razones empíricas, las entidades
de todo tipo formalizan acuerdos y establecen compromisos con el ánimo de apoyarse
mutuamente en sus numerosas realizaciones. En muchos de los casos se prescinde de las
ideologías y, ante las ingentes necesidades que tiene el mundo de hoy, buscan solucionar
problemas concretos y afrontar cuestiones candentes. Vamos a referirnos –aunque sea a título
de ejemplo saliéndonos de Europa-, a un caso específico de cooperación de la Iglesia Católica,
esta vez no con un Estado pero sí con una Organización Internacional que engloba a varios
Estados. Se trata de la Organización de la Unidad Africana (OUA). La Santa Sede y la OUA
firmaron un Acuerdo de Cooperación el 19 de octubre de 2000, en el que se establecía la
mutua voluntad de realizar acciones de cooperación en numerosos campos. En concreto, se
mencionan en el texto las siguientes materias: organización de conferencias internacionales y
de encuentros, participación de representantes de ambas entidades en los mismos; celebración
de actividades conjuntas; cooperación técnica; intercambio de información y de documentos;
consultas sobre programas.
Es ésta una perspectiva que encontramos en al art. 4 del ya citado nuevo concordato
portugués: “La cooperación de que habla el n. 1 del art. 1, puede incluir actividades ejercida en
el campo de las Organizaciones Internacionales, de que sean parte la Santa Sede y la
República Portuguesa, o también, sin menoscabo del respeto al derecho internacional, otras
acciones conjuntas bilaterales o multilaterales, en particular en el territorio de Países de lengua
oficial portuguesa”.
Conclusión
Comenzábamos citando el Proyecto de Tratado de Constitución europea (art. I-51) por el que
reconociéndose “su identidad y su aportación específica, se mantendrá un diálogo abierto,
transparente y regular con dichas iglesias y organizaciones”. Por ello, si bien es de lamentar
“that the Heads of State and Government failed to find a formulation that would have
explicitly recognised the undeniable contribution of Christianity and other traditions [como
decía el secretario General de la COMECE (Comission of the Catholic Bishops’ Conferences
of the member states of the European Union), 19-VI-2004]. This omission does not alter the
fact that the Unions’s values as described in Article 1-2,. above all respect for human dignity,
have been inspired by Christian thought”. A su manera lo confirmaba Juan Pablo II ante el
Presidente francés J. Chirac durante la visita al Santuario de Lourdes (14-V-2004), al decir que
“los grandes ideales de libertad, igualdad y fraternidad” deberían constituir “la base de la
convivencia”
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