Reunión de Política Monetaria AGOSTO 2016 BANCO CENTRAL DE CHILE Como parte de nuestro esfuerzo para mejorar la calidad de nuestros productos, estamos interesados en conocer su opinión respecto de la estructura y contenidos de las publicaciones relacionadas con las Reuniones de Política Monetaria y qué tan útiles son para usted. Por favor tome algunos minutos para llenar este cuestionario. Sus respuestas nos serán de mucha utilidad. BANCO CENTRAL DE CHILE MINUTA REUNIÓN DE POLÍTICA MONETARIA Correspondiente a la sesión de política monetaria N°237, celebrada el 11 de agosto de 2016. Asisten el Presidente don Rodrigo Vergara Montes, el Vicepresidente don Sebastián Claro Edwards y los Consejeros don Joaquín Vial Ruiz-Tagle, don Pablo García Silva y don Mario Marcel Cullell. Asiste el Ministro de Hacienda, don Rodrigo Valdés Pulido. Asisten también el Gerente General, don Alejandro Zurbuchen Silva; el Fiscal y Ministro de Fe, don Juan Pablo Araya Marco; el Gerente de División Estudios, don Alberto Naudon Dell’Oro; el Gerente de División Operaciones Financieras, don Beltrán de Ramón Acevedo; el Gerente de División Política Financiera, don Claudio Raddatz Kiefer; la Gerente de División Estadísticas, doña Gloria Peña Tapia; el Gerente de Análisis Macroeconómico, don Miguel Fuentes Díaz; el Gerente de Estrategia y Comunicación de Política Monetaria, don Enrique Orellana Cifuentes; el Gerente de Investigación Económica, don Diego Saravia Tamayo; el Gerente de Modelación y Análisis Económico, don Elías Albagli Iruretagoyena; el Gerente de Mercados Nacionales, don Matías Bernier Bórquez; el Gerente de Estabilidad Financiera, don Rodrigo Alfaro Arancibia; el Gerente de Comunicaciones, don Luis Álvarez Vallejos; el Jefe del Departamento de Análisis Internacional, don Diego Gianelli Gómez; la Economista Senior doña Tatiana Vargas Manzo; la Economista Senior doña Natalia Gallardo Schnettler; y la Secretario General, doña Marlys Pabst Cortés. 1. Antecedentes y opciones Tanto la minuta de antecedentes como la presentación preparada por la Gerencia de División Estudios, basadas en información públicamente disponible, pueden ser consultadas en la página web del Banco1/. Durante el último mes, las tasas de largo plazo de las economías desarrolladas habían continuado en niveles bajos y los precios de los activos riesgosos habían seguido aumentando. Las bolsas habían subido y las primas por riesgo se habían / http://www.bcentral.cl 1 2 Reunión de Política Monetaria movido a la baja. Así, de la mano de una política monetaria que se percibía sería más expansiva en los países desarrollados y de una búsqueda de retorno más intensa por parte de los inversionistas, se había ido configurando un escenario donde las condiciones financieras para las economías emergentes se preveían materialmente mejores que lo considerado en el Informe de Política Monetaria (IPoM) de junio. En este contexto, las monedas de economías emergentes y otras se habían apreciado. En Chile, el tipo de cambio se ubicaba en torno a 650 pesos por dólar al cierre de la minuta de opciones, 5% por debajo del cierre de dicho Informe. Por su parte, las perspectivas para la actividad y la inflación mundial no presentaban diferencias significativas respecto de lo previsto. En el plano local, los datos conocidos durante el mes, y el análisis preparatorio para el IPoM de septiembre, ratificaban las principales tendencias delineadas en junio. La inversión continuaba muy débil, especialmente por un mayor debilitamiento de su componente de construcción. El crecimiento del consumo se había estabilizado en niveles bajos, de la mano de un mercado laboral que se deterioraba gradualmente y de indicadores de confianza que no repuntaban. Las expectativas de mercado ratificaban un crecimiento para este año algo por sobre 1,5% y en torno a 2% para el siguiente, algo menores que las proyecciones internas. En este contexto, se proyectaba que la trayectoria de la inflación se ubicaría por debajo de la prevista en el IPoM de junio durante los próximos doce meses, para converger a 3% en el horizonte meta. El cambio se relacionaba, principalmente, con el efecto esperado del menor tipo de cambio nominal sobre la inflación de los bienes transables. La trayectoria prevista para la inflación de no transables no sufría cambios mayores. Esto era importante, pues los riesgos de una reversión de las mejores condiciones financieras seguían latentes. Los antecedentes también sugerían que la recuperación de la actividad sería algo más lenta. Las mejores condiciones financieras ayudarían a la recuperación de la actividad en el mediano plazo, pero se debía ser cuidadoso en inferir un impulso muy significativo por este fenómeno. A diferencia de otros episodios de mayor apetito por riesgo, el actual parecía estar más guiado por decisiones financieras que por una visión mucho más optimista respecto de los fundamentales de las economías emergentes. En efecto, las perspectivas para la formación bruta de capital en estas economías seguían deprimidas, señal de que el apetito por tomar riesgo de más largo plazo no mejoraba. Así, la suma de antecedentes sugería que la convergencia de la inflación podría requerir retrasar la normalización de la política monetaria respecto de lo previsto en el IPoM de junio, en línea con la trayectoria que el mercado había ido BANCO CENTRAL DE CHILE incorporando tanto en los precios de los activos financieros como en las diversas encuestas. Esto era, una Tasa de Política Monetaria (TPM) que permanecía en los niveles actuales por un periodo más prolongado. Así, dado los antecedentes discutidos, la División Estudios propuso como única opción mantener la tasa en 3,5%, y comunicar que las tendencias de los últimos meses sugerían posponer la normalización de la política monetaria. 2. Decisión de política monetaria En el plano externo, todos los Consejeros resaltaron la relativa estabilidad que se había observado en las últimas semanas. Un Consejero destacó la significativa caída en los diversos indicadores internacionales de aversión al riesgo, a pesar del Brexit y de sorpresas positivas importantes en el desempeño del mercado laboral en Estados Unidos. Agregó que esto se había traducido en flujos de capitales de cartera hacia países emergentes, ocasionando la apreciación de sus monedas y el aumento en los precios de sus activos financieros. Añadió que estaba por verse si esto reflejaba un nuevo escenario financiero más favorable para estos países o si correspondía simplemente a uno más de los muchos vaivenes transitorios que se habían visto en los últimos años. En todo caso, prosiguió, persistían riesgos significativos. La relativa estabilización del crecimiento en China estaba respondiendo a estímulos fiscales que no se podrían sostener indefinidamente y podría resentirse si se revertían las mejoras en el entorno financiero internacional para los países emergentes. El otro factor de riesgo importante era la divergencia entre las expectativas de los mercados respecto de la política monetaria en los Estados Unidos y las señales que había dado hasta ahora la Reserva Federal (Fed). Un Consejero señaló que la dimensión externa con más novedades decía relación con unas perspectivas de política monetaria más expansivas en las principales economías desarrolladas. Este fenómeno, agregó, se había reflejado en un retorno de los flujos de capital a los países emergentes, en una búsqueda de retornos que había significado una caída importante de las tasas de largo plazo y una apreciación relevante en monedas emergentes, incluyendo el peso. Indicó que hasta hace pocos meses los vaivenes en los precios de los activos —que, por cierto, creía que continuarían— estaban circunscritos a un proceso general de normalización de las condiciones financieras y monetarias internacionales. A su juicio, empezaba a configurarse y a establecerse un escenario base algo distinto, donde las condiciones financieras externas para las economías emergentes se iban a mantener más favorables por un tiempo prolongado, lo que era un cambio importante respecto de lo que se había considerado en junio. Reunión de Política Monetaria Varios Consejeros destacaron el efecto que la favorable evolución del ambiente financiero internacional estaba teniendo sobre las monedas emergentes, entre ellas el peso. Varios Consejeros resaltaron que esta apreciación del peso había ido más allá de lo esperado y estaba ayudando a que la inflación convergiera a la meta antes de lo anticipado. Un Consejero agregó que si a esta apreciación del peso se sumaba una ampliación de la brecha de actividad local, se elevaba la probabilidad de un descenso más rápido de la inflación. Otro Consejero resaltó que la velocidad de convergencia de la inflación a la meta iba a depender fundamentalmente de la trayectoria del tipo de cambio y de la perspectiva de los agentes económicos al respecto. Indicó que diversas medidas de expectativas de inflación se habían ajustado a la baja para los próximos trimestres, en concordancia con la apreciación del tipo de cambio, pero en lo fundamental mantenían una perspectiva cercana a 3% en el mediano plazo. Un Consejero resaltó que las proyecciones indicaban que la convergencia de la inflación a la meta era robusta y se acentuaría en los meses próximos. A su juicio, lo respaldaban no solo las expectativas puntuales para la variación del IPC en los próximos dos a tres meses, sino también los indicadores de tendencias inflacionarias, como la reducción del incremento anual del IPCSAE total e incluso de su componente de servicios. Sin embargo, agregó este Consejero, lo que podía ser considerado como una buena noticia en materia de inflación, había sido acompañado de una mayor debilidad de los indicadores de actividad económica. En particular, el IMACEC había tenido una expansión de 0,8% anual en junio, causado principalmente por una caída de la actividad minera y de la inversión, junto con un debilitamiento de los sectores que durante el año anterior habían mostrado un mayor dinamismo. Aunque un diagnóstico más afinado debía esperar a la publicación de Cuentas Nacionales del 18 de agosto, parecía evidente que la evolución de la economía apuntaba a un crecimiento acotado en el 2016, sin un repunte significativo en el horizonte de política. Finalizó indicando que estas perspectivas ya habían sido recogidas por el mercado, que había ajustado sus expectativas de crecimiento para este año y el próximo, así como para la inflación a un año plazo. Como consecuencia de ello, las expectativas sobre la política monetaria también se habían ajustado. Un Consejero mencionó que la información del último tiempo entregaba varias tendencias y puntos de inflexión que eran relevantes. Por un lado, seguía observándose que aquellos aspectos que empujaron el crecimiento local en trimestres recientes, como el empleo, el consumo privado y la actividad de la construcción, estaban en una senda persistente de debilitamiento, sin que otros tomaran la posta en un horizonte previsible. La política fiscal, de hecho, también se esperaba que siguiera en una trayectoria de consolidación. Las proyecciones de corto plazo, o los mismos resultados de la Encuesta de Expectativas Económicas, 3 BANCO CENTRAL DE CHILE sugerían que la brecha de actividad debiese abrirse en lo que queda de este año, desde niveles que ya eran negativos. Por otro lado, la trayectoria de declive suave de la inflación continuaba, y era esperable que estuviera en torno a 3% hacia principios del próximo año. En los mercados financieros, el peso chileno se había fortalecido, en paralelo a la mayor valoración de activos riesgosos y monedas de economías emergentes. Finalmente, las condiciones monetarias de corto plazo en Chile que resultaban de la combinación de una moneda más fortalecida y una tasa de política monetaria real ex-ante se habían vuelto menos expansivas en los últimos meses. Un Consejero indicó que la actividad se había visto resentida por un peor desempeño que el anticipado en los sectores de recursos naturales, especialmente en la minería. Sin embargo, a su juicio, los datos de demanda final del primer semestre parecían algo mejores que lo esperado, dentro de un cuadro de desaceleración que persistía. En los últimos meses, esta desaceleración estaba llegando a la construcción inmobiliaria, sector que había ayudado a aminorar los efectos del ajuste de la inversión minera. El mercado del trabajo seguía mostrando cierta fortaleza, con un desempleo bajo y salarios que crecían cerca de 2% real, a pesar de indicadores que anticipaban algún debilitamiento en el margen. Un Consejero mencionó que las cifras de actividad y demanda confirmaban la tendencia de debilidad de la economía. El consumo mostraba un deterioro en lo último, a la vez que la inversión seguía débil, sin muestras de mayor dinamismo. Además, las perspectivas de crecimiento para este año y el próximo habían disminuido. Por otro lado, el mercado laboral mantenía señales de una gradual desaceleración, con un crecimiento más bajo en el empleo asalariado y algo más de dinamismo en el por cuenta propia. La tasa de desempleo seguía acotada y los salarios aún mostraban dinamismo. Un Consejero manifestó su preocupación por el rumbo que podría tomar la política fiscal, situación que no era indiferente para la política monetaria. A su juicio, los gastos que se anunciaban, y sobre todo las presiones por mayor gasto en el futuro, podrían poner en riesgo el anclaje de la regla fiscal. Respecto de la decisión de política monetaria, un Consejero señaló que la suma de factores presentes era más que suficiente para justificar la mantención de la TPM en 3,5%. Asimismo, creía que se habían acumulado antecedentes suficientes como para ajustar el sesgo de la política monetaria. Agregó que aun cuando el IPoM de septiembre proveería un análisis más profundo sobre la situación macroeconómica y las proyecciones para los próximos dos años, a estas alturas, parecía evidente que la trayectoria de la inflación y sus determinantes fundamentales habían ido alejando la necesidad de un alza de tasas por un 4 Reunión de Política Monetaria período prolongado. Aunque no se podían descartar modificaciones en las condiciones financieras que presionaran el tipo de cambio y la inflación, también era posible que la desaceleración económica en Chile se profundizara, ampliando las brechas de actividad y el desempleo, y generando presiones a la baja en la inflación. De esta manera, entendiendo que en el largo plazo la tasa de interés debía converger a un valor neutro, compatible con la meta de inflación en un contexto económico balanceado, en lo más inmediato el Banco Central debía estar preparado para responder a desviaciones sustantivas de la trayectoria prevista, pudiendo mantener, aumentar o reducir la TPM. A su juicio, esto debía reflejarse, a la vez, en las opciones que evaluara el Consejo, sin sorprender al mercado. Un Consejero señaló que se requeriría de un impulso monetario mayor que el previsto en el IPoM de junio, conclusión de la minuta de opciones con la que concordaba completamente. En todo caso, agregó, era necesario realizar una reflexión adicional respecto de las implicancias prácticas y comunicacionales de dicha conclusión, discrepando con que la única opción válida era mantener la TPM en 3,5%. Añadió que si en junio se consideraba que la única opción válida era mantener la TPM en 3,5%, el requerir hoy un impulso monetario mayor implicaría necesariamente que entre las opciones propuestas debería estar bajar la TPM, ya que, a su juicio, era cuestionable que la reducción de las expectativas privadas para la tasa de interés y también de la curva forward estuvieran imprimiendo un mayor estímulo monetario. Por un lado, un aplanamiento de la curva no era señal inambigua de mayor expansividad de la política monetaria. Por ejemplo, podía deberse a una percepción de tasas de equilibrio de largo plazo más bajas, que respondieran a un menor apetito por inversión, tasas neutrales más bajas o crecimiento potencial menor. Por otro lado, aunque fuera inambiguo que un aplanamiento de la curva implicaba una política monetaria más expansiva, sería una coincidencia que ello implicara con certeza una TPM constante en 3,5% en el horizonte de proyección. Por último, añadió que sería un error suponer que los precios de los activos de largo plazo, o las expectativas, hacían la tarea de la política monetaria y habían de ser, por ejemplo, compensadas con la instancia de corto plazo, estrategia que además podría generar importantes complicaciones comunicacionales. Se debía notar que la reducción de la trayectoria esperada para la TPM, que se veía en las encuestas y en la curva forward, se había dado a pesar de mantener un sesgo al alza en los comunicados y, por lo tanto, no había respondido a señales explícitas de política monetaria más expansiva por parte del Banco. Finalizó indicando que, en este escenario, estaba abierto a considerar opciones alternativas, pero dado que la División Estudios solo planteaba una, votaba por mantener la TPM en 3,5% y eliminar el sesgo del comunicado. En todo caso, agregó, le parecía que esa era una reacción acotada frente a los antecedentes de mediano plazo disponibles. Reunión de Política Monetaria BANCO CENTRAL DE CHILE Un Consejero mencionó que en el escenario del IPoM pasado se señaló que a medida que la economía retomara un ritmo de recuperación como el anticipado, se comenzarían a reducir las brechas de actividad y se requeriría continuar con el retiro gradual del estímulo monetario. Si bien la demanda final, es decir, excluyendo cambios en inventarios, parecía haber crecido algo por encima de lo previsto en el primer semestre, proyecciones preliminares apuntaban a un deterioro más pronunciado en la segunda parte del año y a una recuperación más lenta en el 2017. Si esta visión se confirmaba en el IPoM de septiembre, ello sugeriría la conveniencia de moderar el ritmo de la normalización monetaria, posiblemente postergando algo las alzas de la TPM. Sin embargo, agregó, este escenario estaba aún en construcción y podría cambiar en los próximos días, una vez que se incorporara la información de Cuentas Nacionales para la primera mitad del año en curso. En este contexto, votaba por mantener la TPM en 3,5% y estimaba necesario mantener también el tenor del comunicado hasta tener una revisión completa del escenario macro para el 2016 y 2017, lo que se haría en el IPoM. Un Consejero manifestó que la convergencia algo más rápida de la inflación y las perspectivas de un menor crecimiento justificaban un retraso en el proceso de normalización de la política monetaria, lo que también se recogía de algunas medidas de expectativas de mercado. En su opinión, la política monetaria se mantendría en una posición expansiva por más tiempo que el anticipado hace unos meses. Sin embargo, agregó, le parecía que era importante realizar algunas consideraciones para evaluar el curso de la TPM hacia adelante. La velocidad de convergencia de la inflación a la meta en los próximos trimestres estaría esencialmente supeditada a la trayectoria del tipo de cambio, lo que por su naturaleza podía tener bastante incertidumbre. En todo caso, creía que el punto central era entender qué estaba reflejando esta apreciación de las monedas. A su juicio, en lo fundamental, era el resultado de condiciones monetarias y financieras externas más favorables, sin que necesariamente se diera un deterioro mayor de las perspectivas de crecimiento mundial. Todo lo demás constante, ello debiera proveer espacio para contener la desaceleración interna en el 2017. De no ser así, era importante evaluar qué otros elementos podían estar limitando el crecimiento. Sobre esto último, existían distintos factores, uno de los cuales eran menores tasas de crecimiento potencial, lo que, de alguna manera, limitaba la generación de holguras y los efectos sobre la inflación de las menores tasas de crecimiento. A su juicio, se le debía dar bastante verosimilitud a esta hipótesis. Por lo mismo, hasta ahora, no veía a mediano plazo un proceso desinflacionario más profundo que lo considerado anteriormente. Por cierto, concluyó, estaba sujeto a riesgos y a una evaluación continua y también exigía evaluar los rangos de neutralidad de la TPM en un escenario de este tipo. Un Consejero indicó que la política monetaria había sido expansiva en los últimos años y lo seguiría siendo en el futuro próximo. En su opinión, no debía nunca perderse de vista que el Banco había mantenido una TPM baja a pesar de tener ya por casi dos años y medio una inflación sobre la meta. Manifestó este Consejero que estaba seguro de que había sido la política correcta, pero, de igual forma, estaba convencido de que, dada la historia reciente, se debía ser particularmente prudente hacia adelante. A su juicio, la credibilidad del Banco era alta y muy bien ganada, pero no podía y no debía sobregirarse al respecto. Agregó que coincidía con que la única opción en esta Reunión era mantener la TPM. Subirla no tenía sentido en el actual estado cíclico de la economía y teniendo en cuenta que las proyecciones de inflación apuntaban a una convergencia pronta a la meta. Bajarla estaba fuera de lo razonable en un escenario donde la inflación seguía elevada y había persistido en esa condición por ya más de dos años. Era importante, tal como se había hecho en los últimos tres años, no sobreponderar el efecto cambiario sobre la inflación. Si se mantenía el tipo de cambio en los actuales niveles, sería razonable esperar menores inflaciones, incluso inferiores a la meta por algunos meses, a futuro. Sin embargo, a menos que después de un tiempo se concluyera que hay una persistencia muy alta, o efectos de segunda vuelta, no correspondía reaccionar con política monetaria porque, como se había comunicado reiteradamente, se trataría de un shock transitorio. Sobre el sesgo del comunicado, indicó su preferencia por llevarlo a neutral, lo que le parecía coherente con los antecedentes presentados. Sin embargo, acotó que esperar al IPoM para cambiarlo era una opción válida, ya que tenía el beneficio de poder explicar con mayor detalle la decisión, minimizando la probabilidad de dar señales equívocas, que interpretaran el cambio como la intención de ir algo más allá de una trayectoria plana para la TPM, lo que estimaba un error en las actuales circunstancias. 3. Acuerdo El Consejo acordó, con los votos del Presidente señor Vergara, del Vicepresidente señor Claro y de los Consejeros señores Vial, García y Marcel, mantener la tasa de interés de política monetaria en 3,5%. 5