E A Decir algo no es utilizar palabras

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TA L L E R
Decir algo
no es
utilizar palabras
22, 23 y 24 de Noviembre de 2004
de 17 a 20 hs
Edificio de la Bolsa. Pelota, 10 - Bilbao
Decir algo
no es
utilizar palabras
Taller dirigido a
mujeres y hombres
E l Taller
a cargo de la dramaturga,
comediante y guionista argentina Mercedes
Farriols, estará basado en ejercicios de
comunicación y expresión: orales y escritos. A
partir de juegos e improvisaciones surgirán
premisas para elaborar textos.
A sí mismo, el Taller tenderá a tomar
conciencia de la posibilidad de un lenguaje nosexista.
ASOCIACIÓN:
Contenidos
1ª parte: Diferencia entre un texto con acción
y una simple conversación.
TFNO:
PERSONAS INTERESADAS
EN ASISTIR AL TALLER:
Una carta fantástica. Se trabajará individualmente
y en grupos bajo consignas que permitan investigar el
tema de “la acción” en el texto. Cómo decir lo que
“quiero decir”. Se harán tormentas de ideas. Se concluirá
la tarea con un trabajo práctico personal.
1ª:
2ª:
Debido a que las plazas para la realización del taller son limitadas,
en principio, sólo participará una persona por asociación,
pudiendo dar un segundo nombre para el caso en que quedaran
plazas vacantes.
2ª parte: Devolución de trabajos.
Transgredir nuestras propias barreras para decir lo
que realmente queremos decir. La imagen. Ejercicios. Los
sueños. A partir de la observación de un compañero o
compañera se escribirá una historia, poema, cuento,
monólogo. El poema que siempre quise escribir.
Fecha límite de inscripción: antes del 12 de noviembre
de 2004
DIPUTACIÓN FORAL DE BIZKAIA.
Área de Políticas de Género. Gran Vía, 25.
48009 BILBAO
Tfno: 94 - 608.35.33
Fax: 94 - 406.78.35
E-mail: [email protected]
www.bizkaia.net
BOLETÍN DE INSCRIPCIÓN
22, 23 y 24 de Noviembre de 2004
de 17 a 20 hs
Edificio de la Bolsa. Pelota, 10 - Bilbao
3ª parte: Verdad y verosimilitud.
Búsqueda de un lugar interior desde el cual
expresarnos.
4ª parte: Observar.
5ª parte: Experiencia de escritura grupal.
Durante cuatro días había gozado de un recorrido sin la
presión de una meta. No había servido para nada, pero había sido
absolutamente necesario. Me lo repetiría durante mucho tiempo.
Nos quedamos dormidos en el balcón, sin palabras y mucha
conexión.
Sirenas multicolores susurraron canciones de cuna,
perfectas desde sus escondites halados.
Cayó una estrella y un niño pidió tres deseos desde la Isla
Blanca. Quería leche. Pidió tres veces lo mismo.
La noche transitó como todas las noches en Cartagena,
complicada, variada, perversa, para todos los gustos de la noche.
Morenas amaron a sus pescadores con sabor a mar.
Blancas se lamentaron por no ser más morenas.
Morenas se lamentaron por no ser blancas.
Alguien no pudo dormir.
Alguien rezó por el hambre del Planeta.
Un marido se desquitó frustraciones golpeando a su mujer.
El mar subió y bajó según sus planes pero no pudo ahogar
las miserias domésticas de su hermana la Tierra.
El aire se refrescó todo lo que pudo descansando del sol.
Oculto entre los árboles.
La poesía se alimentó de amantes desinteresados, de sueños
sin fronteras, de pensadores y de sensibles. De los versos de una
enamorada:
"Me gustó rozar mis huesos con tus huesos,
el torso de mi mano con tu espalda.
Mi abdomen con la fuerza de tus dedos.
Me gustó rozar mis pensamientos
con los tuyos.
Mi pubis contra el tuyo, mi lengua
con tus dientes, mis ganas de jugar
con tu deseo, los humores, los sabores.
Mi sexo con tu boca.
Tu inmensidad
con mi insignificancia. Mi hembra,
con tu sexo.
Tu inventor con mi ritmo loco.
Mis cuentos
con los tuyos. Mis glúteos,
las muñecas, mis costillas
en tu piel.
Mis piernas
largas
abrazando tu ilusión disimulada
con mis palabras.
Me gustó que rozaran
nuestras obras, nuestro deseo.
Me gustó rozar
mi noche con tu almohada.
Mi fragilidad con tu seguridad.
Mi sueño con tu cansancio.
Nuestro ser
tan vulnerables. Tu exuberancia
con mis miedos. Me gustó...
rozar
tu torre con mi playa, mi lengua
con tus ganas, tus astros
con mis estrellas, tu ecléctico
con mi sendero, tu visionario
con mis anhelos,
tu poesía conmigo. Y quiero más."
Ojalá su pescador haya entregado todo lo que quiso, como
lo hizo ella, porque no visitaría a su enamorada, nunca más.
De la novela “Isla Blanca, Catherina“
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