Por el Prof. Alejandro Medeiros Docente de Astronomía. EL PROGRAMA “RETORNO A LA LUNA” SE ACELERA CON EL DESCUBRIMIENTO DE AGUA EN SU SUPERFICIE. Días atrás la nave india Chandrayaan descubrió agua en la superficie lunar, factor clave para el programa Constellation de la Agencia Espacial Norteamericana que prevé el retorno a la Luna dentro de un lapso no mayor a los 10 años y la posterior construcción de una base científica permanente. La pregunta que inmediatamente surge es “¿por qué y para qué retornar a la Luna? “. El Físico ruso Konstantin Tsiolkovski decía que “la Tierra es la cuna del hombre pero el hombre no puede permanecer para siempre en la cuna”, sin embargo -y sin desatender el carácter explorador de nuestra especie que nos llevó desde el África oriental a la ocupación del planeta- existen, como veremos, razones prácticas de peso considerable. Pero especialmente los conocimientos científicos alcanzados, los modelos que se han elaborado del Sistema Solar y en particular sobre el origen y evolución del sistema Tierra-Luna a partir de la carrera espacial, han superado y desacreditado muchas de las teorías propuestas en los últimos cientos de años. Las misiones tripuladas durante los años 60 y 70 así como las naves automáticas de reconocimiento lunar “Lunar Prospector” y “Clementine” en la década de los 90 y las actuales “LCROSS”, “LRO” (Lunar Reconnaissance Orbiter) y “Chandrayaan”, están reportando valiosísima información que viene siendo analizada por los especialistas. EL PROGRAMA CONSTELLATION El programa “Retorno a la Luna” está en marcha y como veremos pasa por su mejor momento. Actualmente la empresa Lockheed Martin trabaja intensamente para la NASA en el desarrollo de los cohetes Ares I y Ares V (vehículo que transportará a la nave Orión con los tripulantes y vehículo de carga respectivamente) que se encargarán de llevar de regreso al ser humano a nuestro satélite. A diferencia de las misiones Apolo, las nuevas naves contarán con una tecnología que pertenecía al ámbito de la ciencia ficción en los años 60; los vehículos serán mucho más seguros -hace 40 años la probabilidad de supervivencia en un viaje a la Luna era de un 50 por ciento-, más confortables y más grandes (viajarán hasta cuatro astronautas). Página 1 Durante los primeros estudios de prospección los exploradores permanecerán en el suelo selenita durante un período de varios días y en posteriores misiones durante semanas. Utilizando elementos del programa Shuttle -que dejará de ser operativo el año próximo- se incorporará materiales que permitirán reutilizar las capsulas Orión, bajando de esa manera los costos de cada viaje. Las cápsulas de retorno ya no descenderán en el océano -operativo que era sumamente complejo ya que implicaba la movilización de portaaviones y helicópterossino que aterrizarán en lugares seleccionados del territorio norteamericano mediante un descenso lento que se conseguirá utilizando súper-paracaídas (con este fin ya se están probando exitosamente los prototipos de los futuros cohetes que son lanzados desde gran altura por aviones de la Fuerza Aérea). Pero como indicábamos previamente la existencia de agua es indispensable si se desea continuar con el proyecto de una base de investigación científica permanente. Esta ambiciosa meta solo puede ser alcanzada -al igual que lo fue la Estación Internacional ISS- si la tecnología y los costos son gestionados por un consorcio internacional y la condición irrestricta de que la base sea autosuficiente. EL PRIMER ASENTAMIENTO HUMANO EN OTRO MUNDO El retorno a la Luna, previsto para dentro de una década, y la construcción de un asentamiento humano permanente no sólo disparará el desarrollo de nuevas tecnologías sino que nos abrirá las puertas para desafíos de envergadura aún mayor, desafíos que involucran a toda nuestra especie: desde nuestro satélite natural los cuerpos celestes más distantes pueden ser estudiados con una precisión imposible de alcanzar desde la Tierra debido a la ausencia de atmósfera. Los científicos ya están planificando construir en su superficie telescopios cuyos espejos -de varias decenas de metros de diámetroconsistirán en mercurio líquido cuyo forma parabólica sería producto de una lenta rotación (algo sólo posible de lograr en un cuerpo astronómico que tiene tan sólo un sexto de la gravedad terrestre). La base deberá estar ubicada muy cerca de uno de los polos ya que el sol nunca se esconde en esos lugares. Mediante paneles fotovoltaicos -que automáticamente seguirán el movimiento del Sol- se dispondrá de una fuente inagotable de energía. El agua permite abordar funciones esenciales: irrigar cultivos hidropónicos que proporcionen alimento a los colonos y mantener los “sistemas de respiración regenerativa” -mecanismo de reciclaje atmosférico en el que trabaja actualmente el Dr. Nigel Packman del Johnson Space Center- capaz de suministrar oxígeno molecular a los laboratorios y habitats. Además de su función como líquido vital para los astronautas la descomposición del agua mediante electrólisis proporcionará hidrógeno y oxígeno, una fuente inagotable de combustible para los cohetes que lleguen a la base y despeguen de la luna. Los poderosos motores de los transbordadores espaciales utilizan hidrógeno líquido almacenado en sus tanques como fuente de poder. El material de la base consistirá, en parte, en módulos inflables transportados desde la Tierra que se endurecen bajo la acción del ultravioleta del sol. Las habitaciones Página 2 estarán ubicadas bajo suelo lunar para proteger a los colonos de las frecuentes tormentas de radiación y para contrarrestar la presión de las paredes. El regolito -material polvoriento de la superficie- aportará Calcio para el cemento y Silicio que permitirá fabricar vidrio y cerámica para las estructuras. Desde este enclave se enviarán misiones de reconocimiento y exploración hacia toda la superficie lunar (un escenario en gran medida desconocido por los seres humanos). Debido a la escasa gravedad, los cohetes requerirán poco combustible para entrar en órbita o alcanzar velocidad de escape. En la cara eternamente oculta de la Luna se podrán construir radiotelescopios que estarán protegidos de la potente estática radial de nuestro planeta. En un silencio de radio perfecto escudriñarán el cosmos con una sensibilidad y transparencia sin precedentes. La búsqueda de señales de vida inteligente (proyecto SETI) adquirirá bajo esas condiciones una nueva dimensión. Nuestro satélite, por otra parte, contiene en su superficie enormes cantidades de helio 3 un isótopo que puede ser utilizado como combustible en las usinas nucleares de fusión, “energía limpia” que se encuentra en un horizonte tecnológico ya cercano. Pero además ese asentamiento constituirá el paso previo -quizás indispensablepara el primer viaje tripulado al planeta Marte. La exploración humana del planeta rojo el mundo más adecuado, aparte del nuestro, para albergar vida en el sistema solarimplica la construcción de vehículos espaciales de gran tamaño que consumirían muchísimo combustible para alejarse de la órbita de la Tierra. Escapar del campo gravitatorio lunar requiere mucho menos impulso y en consecuencia sería mucho menos costoso. Pero establecernos ahí, en ese cuerpo celeste que nos invoca desde los albores de la humanidad con su luz fría y enigmática es esencial contar con grandes depósitos de agua. DESCUBRIMIENTOS REVELADORES Como indicábamos al comienzo la nave India Chandrayaan (cuyo nombre significa “navío lunar” en Sánscrito) perteneciente la Organización de Investigación Espacial de la India, reveló días atrás la presencia de moléculas de agua en las regiones polares de la Luna. La noticia, publicada en la prestigiosa revista Science, confirmaba que el Topógrafo de Mineralogía Lunar de la NASA (que se encuentra a bordo de la nave Chandrayaan-1) había descubierto grandes depósitos de agua congelada escondida bajo la superficie de nuestro satélite (algo similar al permafrost -permanent frost ground- o capa permanentemente congelada, que en nuestro planeta existe en latitudes altas). “El hielo de agua en la Luna ha representado algo así como un Santo Grial para los científicos durante mucho tiempo”, afirmaba Jim Green, director de la División de Ciencia Planetaria, en las oficinas centrales de la NASA, en Washington DC. “Este sorpresivo hallazgo -concluía- es producto del ingenio, la perseverancia y la cooperación internacional entre la Agencia Espacial de EEUU y la Agencia Espacial India”. Página 3 El Topógrafo utilizado por la Chandrayaan es básicamente un avanzado espectrómetro que analiza la luz reflejada en la superficie de la Luna. El instrumento descompone la luz en todas las longitudes de onda -colores- y se estudian las líneas oscuras que aparecen y que identifican la presencia de los elementos químicos que la componen, tal como si se tratara de la huella digital de una persona. El agua posee una gran inercia térmica, es decir retiene muy bien el calor y por lo tanto absorbe energía en la región infrarroja del espectro luminoso. Si hay agua deben aparecer líneas oscuras, energía absorbida en esa región específica del espectro. Y eso fue lo que descubrió la nave espacial de la India. Pocas horas después los responsables del proyecto organizaban una rueda de prensa que se transmitía en directo a través de NASA TV (señal que en nuestro país solo se puede presenciar a través de Internet) anunciando que el equipo responsable del espectrómetro M3 (Moon Mineralogy Mapper) habían hallado la “firma química” del agua. El agua sin embargo no parece encontrarse distribuida uniformemente en la superficie lunar sino cerca de las regiones polares (el material extraído de la superficie de nuestro satélite por los astronautas de las misiones Apolo no contenía rastros de agua presumiblemente debido a que la exploración in situ se llevó a cabo en zonas cercanas al ecuador lunar). Pero quizás lo más provocativo sea que si bien el agua se encuentra mezclada con las rocas y el polvo de la superficie es muy fácil extraerla. En miras al programa Constellation y la construcción de una estación permanente de investigación, para lo cual es -como indicábamos- vital disponer de reservorios de este líquido, los científicos se pusieron inmediatamente a trabajar en la forma de extraerla. La solución llegó casi inmediatamente: separar agua del regolito no requiere la asistencia de costosas y complejas máquinas, tan solo la tecnología de un horno casero. Ed Ethridge, del Centro Marshall para Vuelos Espaciales nos lo explica: “Lo que debemos hacer es usar el calentamiento por microondas para que el hielo congelado en el subsuelo se sublime (se convierta en vapor de agua). El vapor puede ser recolectado y después mediante un condensador de frío lo transformamos en agua líquida”. Jessica Sunshine de la Universidad de Maryland y encargada del sistema operativo de uno de los dos vehículos espaciales de apoyo, ha declarado que “el descubrimiento de moléculas de agua en la Luna plantea nuevas y excitantes interrogantes relativas al origen del agua en la Luna”. Pero más allá de los descubrimientos científicos y los inevitables cuestionamientos, sobre los que los expertos debatirán durante los próximos años, está el hecho indiscutible de que el hallazgo significa un importantísimo espaldarazo al programa Constellation. El retorno a la Luna está prácticamente asegurado y la base del futuro ya se perfila en el horizonte como una realidad tangible. Publicado en “El Observador”, O2, 1º de Noviembre de 2009. Página 4