EL “SOL DE PALMAS” DE MIRÓ, Y ... El Centro Miró ha incorporado un nuevo elemento en su espacio expositivo, una reproducción del “sol de palmas” que tenía el pintor en su Taller. De la misma manera que hay un cántaro con unos bastones al lado de su “Autoretrato” (1919), como el que tenía a la entrada de su “Mas”, o aquellas pita, chumbera, olivo o algarroba que tanto apreciaba. Quién siga la evolución del Centro Miró, se habrá dado cuenta que de vez en cuando se incorporan nuevos elementos mironianos. En la mayoría de fotografías que salen publicadas en libros o en la prensa del taller de Son Abrines que Joan Miró tenía en Palma de Mallorca, es muy probable que encontremos una presencia importante colgada del techo: un gran sol con ojos, nariz, boca i un conjunto de rayos que se expanden por el espacio inmediato. Su belleza estética hace que a menudo nos lo encontremos en primer plano. Quién sea experto en la obra de Miró también recordará una fotografía de Joaquim Gomis (de finales de los años cuarenta) de este “sol de palmas” colgado en el recibidor del Mas Miró, con la escalera que sube al piso en el fondo. Esta fotografía estaba en la exposición que se hizo en el Centro Miró el 2008 (“Joaquim Gomis i Joan Miró. Fotografies”). O bien otra de Ernst Scheidegger en su libro “Huellas de un encuentro / Joan Miró a Catalunya” (Maeght Éditeur, 1993), en la pág. 118, mientras habla de la visita que le hizo en Mont-roig el 1952. En esta ya encontramos el “sol de palmas” colgado del techo del Taller de Montroig, por delante del altillo. Aquí es donde también lo recuerda Angelina Rovira, hija de los masoveros del Mas Miró del 1955 al 1975, que estaba cuando ella vivía allí. Mirando ampliadas estas fotografías correspondientes a Mont-roig y a Palma se observan algunas diferencias. Por ejemplo, el trenzado de las palmas de la cara es más espeso, la boca más alargada y ancha… resumiendo ojos, nariz y boca más grandes, también son diferentes el número y la disposición de los rayos. Todo hace suponer que son dos ejemplares de “sol”. El “sol de palmas” es un elemento importante del universo mironiano. Este está definido por un conjunto de objetos de arte popular, de artesanía. Son objetos que proceden (con el paso del tiempo) de unas tradiciones a menudo arraigadas a los trabajos del campo o a las manifestaciones religiosas; objetos que están impregnados de vida. En la famosa entrevista titulada “Trabajo como un jardinero”, que le hizo Yvon Taillandier para la revista ”XXe Siècle” (1959), Miró dice entre otras cosas que el “arte popular me conmueve siempre… las cosas más simples me dan ideas…”. En aquel mismo libro de Ernst Scheidegger comentado antes, en la nota de la pág. 47 se cuenta: “La colección de objetos, piedras, huesos, ramas, mimbres, raíces, botellas y objetos de artesanía popular catalana que posee Miró es impresionante. Esta colección es una fuente permanente de nuevas ideas…”. Eran el punto de partida de su proceso creativo. Sabemos que el (primer) “sol de palmas” que tuvo Miró se lo regaló su gran amigo Joan Prats. Este desde 1930 teníia la tienda de sombreros en la Rambla de Catalunya núm. 54 (al lado de la calle Aragó); antes estaba en la calle Ferran, cerca del pasaje del Crèdit, donde vivía Miró. Casualmente una de las tres Ferias de ramos que se hacen en Barcelona desde antiguo es en la Rambla de Catalunya; antes había tiendas desde la Gran Via hasta la Diagonal, pero con el paso del tiempo se concentraron entre las calles de Diputació i Aragó. Hay una fotografía del 1962 de las tiendas de palmas de la rambla de Catalunya en la que en medio de tosa estas vemos sobresaliendo un “sol de palmas”, yo diría que casi exacto que el que le regaló Joan Prats. Además la fotografía, diría que corresponde (casualmente) a delante de la tienda de Joan Prats. Miró debía amar este objeto por tres motivos, naturalmente además de ser un regalo de su amigo: es arte popular, son hojas de palmera y representa a un sol. El “sol de palmas” se hace, como las muy trabajadas y adornadas palmas que llevan las niñas por Ramos, con hojas de palmera trabajada convenientemente según técnicas usadas en cestería para darle un aspecto decorativo. Tanto las palmas como los palmones (de los niños) y demás creaciones (por ejemplo, las crucecitas para colgar detrás de las puertas de cas) se llevan a bendecir el Domingo de Ramos. Esta es una tradición originada en las ciudades (Barcelona a mediados del siglo XIX), en los pueblos se iba a bendecir con ramos de olivo o de laurel. La palmera era, muy a menudo, la señal identificativa de una casa de “americanos”, de aquellos que habían hecho fortuna en Cuba. Como sabemos, el Mas Miró había estado, antes de 1910, el Mas d’en Ferratges, de Ferran Ferratges Ballester (Mont-roig, 1809 – Barcelona, 1879) y después de su hijo Antoni Ferratges Mesa (Santiago de Cuba, 1840 – Barcelona, 1809), diputado y senador durante unos treinta años, y primer Marqués de Mont-roig. Hasta las ventadas del pasado mes de enero (2009), en el Mas Miró había una vieja palmera en el ángulo que forman el propio Mas y la casa de los masoveros; no se puede asegurar que ya estuviera en la época de los Ferratges, quizás la hizo plantar el propio Miró. También había una palmera (aún hay una pero es nueva) en el mas d’en Romeu, cerca del mas Miró. Esta propiedad era de Bartomeu Romeu Casañas, de Sitges, que también era un “americano”, y su suegra de Mont-roig. Y, como es sabido, Miró pintó este Mas en su famoso cuadro “La casa de la palmera” (1918). Durante aquellos primeros años de la trayectoria del pintor, recordemos que va por primera vez a Mont-roig el 1911, pinta palmeras en diversos cuadros. Consecuentemente hay la palmera del Mas d’en Romeu en “Hort amb ase” (1918); es la vista lateral del mismo sitio que “La casa de la palmera”. También sitúa a una palmera, en primer plano, en “La reforma” (1916) y para la portada de la revista “L’instant” (1919). En el primer caso, es una vista de las obras de la construcción de la Via Laietana de Barcelona (se le llamaba “la Reforma”). Parece corresponder a la vista de la Torre del Rei Martí de la plaza del Rei. Seguramente nos encontramos en una situación como la de Picasso cuando añade (también) unas palmeras “inventadas” al cuadro “La fábrica de Horta” (1909). En el segundo caso, la palmera es un elemento también añadido, al lado de la bandera catalana y que parece relacionarse con la chica de debajo (la parte superior de las hojas de la palmera remiten al abanico que aquella lleva abierto en la mano). Tal como había hecho Picasso en las “Evocaciones de Horta”, cuadros que hace en París después de sus dos temporadas en aquel pueblo y donde hay elementos característicos de allá, probablemente Miró pinta aquellas palmeras como recuerdo de las de Mont-roig. Y, finalmente, también parece inventada la palmera que Miró sitúa en medio del cuadro “Teuleria a Mont-roig” (1918), vista de la parte final del pueblo y de la montaña de la Ermita de la Mare de Déu de la Roca desde una finca cercana al barranco del “Set ponts”. Este “sol de palmas” tiene la forma de una cara humana, con ojos, nariz y boca. Resultan significativos los dos ojos. Le debería gustar que el sol tuviese una presencia humana, antropomórfica. De la misma manera que aquel ojo situado en medio de la copa del enorme pino del cuadro “Terra llaurada” (1923-1924), o de aquellos ojos mironianos que proliferan en su obra. También hay abundantes soles (rojizos). Hacía un par de años que desde el Centro Miró buscábamos la manera de tener este “sol de palmas”. A inicios de 2007, supimos que había una empresa en el pueblo de La Vilella Baixa (comarca del Priorat), de Joan Vaqué Viaplana, que hacía palmas para el Domingo de Ramos. Al contactar con ellos nos comentaron que podían hacer elementos como el que les pedíamos, pero que pospusiésemos el pedido a después de aquella campaña. Cuando volvimos a hablar del tema resultó que el propietario había muerto. Pasó el tiempo hasta que encontramos una crónica en el diario “El País” (15-3-08) que explicaba que Joan Vaqué Sans, el hijo de aquel, había decidido continuar el negocio. Finalmente, nos pusimos de acuerdo para hacer aquel “sol de palmas”. Naturalmente les enviamos las fotografías que disponíamos del sol, que tenía Miró. Aprovechando un día de agosto fuimos a La Vilella Baixa a ver el proceso de elaboración. Quién lo hacía era la madre de Joan Vaqué Sans, María teresa Sans. Nos explicó que el bisabuelo de su marido era cestero en Porrera y que fue a Barcelona a poner tienda. Era a finales del siglo XIX. Fue el quién empezó a comprar rams de palmera en Elche. Llegaban en barco a Barcelona y des de allí iban en carros al barrio de Gràcia, donde tenía la tienda (en la Travessera de Gràcia delante del Mercado). Después la tienda pasó a su hijo y ma´s tarde a la hija de este (la madre de Joan Vaqué Viaplana). Y desde los años ochenta tienen taller en La Vilella Baixa. Nos detalla Maria Teresa Sans que ponían tienda en los tres mercados de Barcelona: Rambla de Catalunya, la Catedral y la sagrada Família; però donde vendían más era en el de Sant Cugat. Aún continúan comprando la materia prima en Elche, pero ahora también lo hacen el Marruecos. Le pedimos que nos explique el proceso de elaboración de las palmas. Primero nos detalla que no todas las palmeras sirven, solo las datileras (“Phoenix datylifera”, también llamadas “palmera real”), no las de jardín (“Phoenix canariensis”). Primero les atan las ramas y, después de medio año, las tapan para que no reciban la luz solar. De esta manera están alrededor de un año. Finalmente van sacando las ramas por debajo de la capucha que le pusieron para taparla, y las van seleccionando. Si sale alguna verdosa la retiran; las otras serán de primera, segunda o tercera categoría. Después empezará el tratamien- to, primero las cepillan para sacarles el polvillo y a continuación las colocan en tinas (con agua y lejía) y las llevan cámaras húmedas, donde se quema azufre, y donde estarán unos cuarenta días. Con todo esto se consigue que las ramas se emblanquezcan y no tengan color. De cada rama de palmera pueden salir unas cuatro o cinco palmas. En el momento actual, este “Taller Viaplana” es el único que funciona en Catalunya. Hasta el 2007 había otro en Sant Hilari Sacalm (en la comarca de la Selva). Prácticamente se trabaja todo el año, aunque la parte más fuerte de la campaña empieza hacía diciembre. Para la fiesta del Domingo de Ramos hacen a mano unas 200.000 palmas y palmones para distribuir por todo Catalunya. Venden a los grandes almacenes. De algunos modelos llegan a hacer más de 10.000 ejemplares. Exportan a Austria, Irlanda, Suiza o Andorra. También reciben encargos especiales, como el nuestro. Por ejemplo, nos cuenta que han hecho piezas para la catedral de Notre-Dame de París, para el vaticano… o los cojines del emperador i la emperatriz de Austria, en Viena. Pienso que también aquel barroquismo del trenzado de las hojas que contrasta totalmente con su blancura, debieron atraer la imaginación de Joan Miró. El pasado septiembre (2009) hemos podido colgar un “sol de palmas” en el Centro Miró de Mont-roig. (De un texto publicado en “Ressò mont-rogenc” n. 112, desembre 2009) Martí Rom