Empleo, Guerra y Desarrollo Turístico Manuel Ángel Santana Turégano La creación de empleo se ha convertido en la actualidad en el argumento que justifica o legitima la mayoría de las políticas públicas. Así, los agentes que lo promueven justifican el desarrollo turístico en Canarias porque, afirman, el desarrollo turístico permite crear nuevos empleos y luchar contra el paro. ¿Puede justificarse cualquier política por la creación de empleo? Si decimos que sí, estaremos asumiendo que el fin justifica los medios. Ahora bien, ¿justifica el fin de la creación de empleo cualquier medio que se pueda utilizar? En su libro “La empresa que viene”, Harrison estima que en EEUU unos siete millones de empleos dependen directamente del gasto militar. Además, la innovación científica y tecnológica ha estado ligada desde hace mucho al gasto en defensa, no olvidemos que Internet fue en sus inicios una tecnología militar. Por tanto, si dejamos el resto de factores iguales, una disminución del gasto militar puede ocasionar un incremento del desempleo y, quizá, del desarrollo científico y tecnológico. Algunos analistas afirman que el que la política exterior de los EEUU en los últimos años se haya centrado en la búsqueda un enemigo exterior que justifique el gasto militar puede interpretarse en clave de política de empleo interna, como una búsqueda de nuevos mercados para los productos elaborados en EEUU. La desaparición total de la demanda de armas podría enviar al paro, sólo en Estados Unidos, a siete millones de empleados, es decir, la mitad de la población activa española. Si no hubiera guerras no habría necesidad de fabricar armas, salvo que quisiéramos salvaguardar los empleos y los beneficios empresariales de la industria armamentística. ¿Qué es más importante, la vida de un iraquí o el empleo de un estadounidense? Tal como se ha desarrollado hasta ahora la crisis iraquí parecería que lo segundo, ya que lo importante es mantener el empleo militar, más que salvaguardar las vidas. Y si no hubiera guerras habría que inventárselas, ya que parece que lo que no estamos dispuestos a permitir es el desempleo de los millones de trabajadores/as que en todo el mundo están dedicados a la industria militar. Aún a costa de la vida de los millones de personas que en todo el mundo son el objetivo de los productos de esa industria militar. Yo no estoy de acuerdo con que el fin justifique siempre los medios. Ni creo que todo sea válido para incrementar o mantener el empleo. Hay valores que están por encima de cualquier consideración economicista. Recientemente ha vuelto a saltar a la escena pública el debate acerca del crecimiento turístico en Canarias, con motivo de la aprobación de las Directrices de Ordenación del Territorio y del Turismo. Quienes defienden la idea de que no se ha de poner freno al crecimiento turístico, y que la intervención estatal al respecto es mejor cuanto menor, justifican sus argumentos por la creación de empleo. El desarrollo turístico no ha de detenerse, afirman, porque crea empleo. Es obvio que construir 500.000 camas turísticas más crearía más empleo que no hacerlo. Ahora bien, ¿debemos construirlas sólo porque creen empleo? Las estructuras económicas y políticas de las sociedades generan unas fuertes corrientes de inercia que se oponen de manera firme a cualquier cambio. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial, multitud de aviones, pilotos y personal relacionado con la navegación área quedaron desocupados. La salida fácil para los mismos hubiera sido generar más guerras. En los años cincuenta ese “capital humano” contribuyó, con el desarrollo de los vuelos chárters, al desarrollo del primer turismo de masas. Prácticamente desde entonces se ha generado en Canarias una estructura económica (y política) con una fuerte inercia hacia el crecimiento turístico, que en los últimos años se ha vuelto compulsivo. ¿Debemos seguir construyendo urbanizaciones turísticas sólo porque ya no sabemos hacer otra cosa? Si después de 1945 las principales potencias hubieran seguido en guerra sólo porque ya no sabían hacer otra cosa hubieran acabado por destruir el planeta. Ésta es la amenaza que estuvo latente durante todos los años e la Guerra Fría. Si los canarios nos empeñamos en seguir construyendo “sólo porque ya no sabemos hacer otra cosa”, acabaremos por destruir las islas. Quizá ya va siendo hora de cambiar de rumbo.