La naturaleza es muy caprichosa a veces, y la genética también, tanto, que hace unos días conocí a una pareja que tenían los ojos marrones tanto el padre como la madre cuyo bebé tenía los ojos azules. Bien, he dicho caprichosa por no llamarla de otra manera, porque me comentaron que empezaban a estar un poco cansados de miradas y comentarios, con mayor o menor gracia, relacionados con electricistas, fontaneros y con el del butano. Es cierto que es muy improbable que dos padres con los ojos marrones tengan un hijo con los ojos azules, pero no es imposible. De igual modo, es posible también que tengan hijos con los ojos verdes y de hecho es más probable que salgan verdes que azules. Así que si tienes los ojos marrones y tu pareja también, no te convenzas todavía creyendo que ninguno de tus hijos tendrá los ojos verdes o azules, porque es posible y ahora os voy a explicar por qué. Abrid los libros de Ciencias Naturales por la página 56 Lo siento, tengo que hacer un pequeño recordatorio de las Leyes de Mendel para poder explicar el tema de los ojos, así que echad la mente atrás a vuestra época de EGB, escarbad en vuestros recuerdos y demostradme que ir al colegio os sirvió para algo más que para calentar la silla (a mí me sirvió para eso y para tener un estuche nuevo cada septiembre… poco más). Bien, pues empezamos explicando que Gregor Mendel descubrió las reglas básicas que rigen la herencia genética con varios experimentos con plantas, siendo el más famoso el de los guisantes. Mendel cultivó guisantes verdes y guisantes amarillos. Cruzó las dos variedades obteniendo el siguiente resultado: el 100% de los guisantes eran amarillos. Entonces cogió estos guisantes amarillos y los cruzó entre ellos, obteniendo un resultado muy curioso: el 75% de los guisantes eran amarillos y el 25% restante eran verdes. No contento con ver que todo ello era muy extraño, fecundó la nueva generación de guisantes, viendo que con los amarillos volvía a pasar lo mismo (75% amarillos y 25% verdes) y que con los verdes salían todos verdes, el 100%. Así se dio cuenta de que había características hereditarias dominantes y características hereditarias recesivas. Repetimos, con una imagen Ahora lo volvemos a explicar con la imagen, para verlo más gráficamente. En el dibujo se especifica también la rugosidad del guisante, pero como no nos hace falta nos quedaremos sólo con las dos primeras letras de cada tipo de guisante. El amarillo es una característica dominante, así que se le llama A (mayúscula) y al verde, que es recesivo, se le llama a (minúscula). Arriba de todo tenéis un guisante amarillo (AA) y a su lado uno verde (aa). Repito, mirad solo las primeras dos letras. Al cruzar estos guisantes Mendel obtuvo guisantes amarillos, todos ellos. La razón es que todos eran Aa. Cuando se unen dos especies, una da un gen y la otra de otro gen, como veis, hagáis la combinación como la hagáis, siempre sale Aa (la primera A del amarillo con la primera a del verde, la primera A con la segunda a, la segunda A con la primera a y la segunda A con la segunda a). Por eso, siendo todos Aa, dominando el amarillo sobre el verde, todos son amarillos. Ahora bien, al cruzar todos los Aa sucedió lo inesperado, pues salieron un 25% de guisantes verdes. En el cuadro creo que se entiende bastante bien. Siempre que uno de los guisantes cruzados cedía una A mayúscula el guisante era amarillo, sin embargo en una cuarta parte de las ocasiones un Aa cedía su a minúscula y el otro Aa también, dando como resultado un guisante aa, o sea, verde. Si luego esos verdes se cruzaban entre sí, indudablemente serían siempre verdes porque ninguno llevaba una A. Explicando el color de los ojos El tema del color de los ojos es un poco más complejo que el de los guisantes, porque tenemos dos cromosomas culpables del color de los ojos. Uno de ellos es el cromosoma 15, donde hay un gen que influye en el color y cuyos alelos posibles son el marrón y el azul. El otro es el cromosoma 19, que también tiene un gen que influye en el color y cuyos alelos posibles son el verde y el azul (o sea, que todos llevamos genes de verde y/o de azul, porque en el cromosoma 19 no hay cabida para el marrón). Igual que sucede con los colores de los guisantes, hay colores dominantes y otros recesivos. El marrón es dominante y siempre que esté “ganará” al resto, el azul es recesivo y el verde está a medio camino, pues es dominado por el marrón, pero domina al azul. Para hacerlo fácil llamaremos M al marrón, V al verde y a al azul. Hay muchas combinaciones posibles, porque como hemos dicho hay dos cromosomas que dan el color de los ojos. Una persona cuyos ojos son azules tiene la combinación más fácil, aa en el cromosoma 15 y aa en el 19. Sólo que fuera Ma-aa, ya tendría los ojos marrones. Si fuera Ma-Va, también los tendría marrones y, si los tuviera aa-Va, los tendría verdes (luego hay muchas más combinaciones, claro, porque el 15 puede ser MM, Ma, aM o aa y el 19 puede ser VV, Va, aV o aa). Además luego hay que tener en cuenta que influyen más cosas, porque hay gente que tiene los ojos marrones pero tirando a verdosos, hay quien los tiene marrón oscuro, hay gente con un ojo de cada color, etc. Pero bueno, para hacernos una idea de las generalidades las explicaciones de hoy son más que suficientes. La clave está en los recesivos “a” de ambos genes Para explicar cómo puede ser que una pareja con ojos marrones tenga un hijo con ojos de color azul tenemos que saber, simplemente, que la clave está en que los dos padres tengan una a en cada cromosoma. Si el padre es, por ejemplo, Ma-Va y la madre es también Ma-Va (los dos tienen ojos marrones) tendrán un 75% de probabilidades de tener hijos con ojos marrones (MM, Ma o aM en el cromosoma 15), un 18,75% de tener ojos verdes (aa en el cromosoma 15, y VV, Va o aV en el 19), y un 6,25% de tener ojos azules (aa-aa). Un caso con más probabilidad de tener hijos con ojos azules sería si uno de los dos fuera Ma-aa y el otro Ma-Va y el caso de padres con ojos marrones de más probabilidad sería si se juntaran un padre y una madre con la combinación Ma-aa y Ma-aa. En este último caso la probabilidad de tener los ojos marrones en los hijos sería del 75% y la de tenerlos azules del 25% restante. Así que si alguna vez os encontráis a una pareja con los ojos marrones con un bebé de ojos azules, sabed que es posible. Cierto que también es posible que el hijo sea de otro, pero de buenas a primeras vale más confiar en la fidelidad de las parejas, ¿no?