SOBRE EL DESCUBRIMIENTO DEL ELECTRON. B. A. Morrow University of Ottawa Ottawa 2, Canada Traducción: L. F. Farrera G. Fac. de Química, UNAM, México La mayoría de los textos de fisicoquímica y química general describen la determinación experimental de la relación carga a masa (e/m ) del electrón de J. J. Thomson y la determinación experimental de la magnitud de la carga electrónica (e ) de R. A. Millikan. No obstante que ambos experimentos fueron de enorme importancia en el desarrollo de la teoría de la estructura atómica, muchos textos no hacen una adecuada mención de las enormes controversias que estos experimentos resolvieron. J. J. Thomson no se propuso solamente determinar e/m a partir de las rayos catódicos, sino establecer, concluyentemente, que en primer lugar, indudablemente, eran partículas y no ondas electromagnéticas. Similarmente, en el tiempo del experimento de la 'gota de aceite' de Millikan, algunos investigadores previos habían medido ya la carga promedio sobre el electrón dentro de un porcentaje menor del valor actualmente aceptado. Millikan estableció, sin lugar a dudas, que el electrón siempre transporta una carga definida e invariante. Por ello, el experimento de Thomson resolvió la controversia relativa a la naturaleza corpuscular u ondulatoria de los rayos catódicos y el experimento de Millikan dio fin a la polémica concerniente a la naturaleza continua o discreta del fenómeno eléctrico Con el propósito de demostrar como surgieron estas discrepancias y porqué los experimentos de Thomson y Millikan fueron tan importantes, se dará una breve explicación histórica de los primeros trabajos sobre la conducción de la electricidad a través de líquidos y gases. Conducción de la electricidad a través de líquidos. El desarrollo de la pila Voltaica en 1800 condujo a un considerable acopio de investigación, en el primer cuarto del siglo XIX, sobre la naturaleza química y física de la conducción de la electricidad por líquidos. Muchos de los primeros investigadores habían encontrado que, cuando una corriente eléctrica pasaba a través de un líquido, el proceso era normalmente acompañado por cambios químicos en el líquido o sobre las terminales metálicas en las cuales la corriente entra y abandona el líquido (1). En los años 1830's, Michel Fáraday inició la investigación de los aspectos cuantitativos de la electrólisis (como él primeramente llamó a este proceso), que subsecuentemente condujo a la publicación en 1833 de lo que ahora se conoce como las dos leyes de la electrólisis de Faraday. Estas leyes fueron establecidas, en sus propias palabras, de la siguiente forma (2): (1) el poder químico de una corriente de electricidad esta en proporción directa de la cantidad absoluta de electricidad que pasa.. (2) los pesos equivalentes de las substancias son simplemente aquellas cantidades de ellas que contienen cantidades iguales de electricidad... A pesar de la brillante deducción de Faraday, estas dos leyes experimentales fallaron, cuando se tomó el paso decisivo, al postular que una cantidad definida y fundamental de electricidad estaba asociada con cada átomo y que durante la electrólisis cada uno de ellos recibía o perdía una cantidad definida de electricidad en los electrodos (término usado por Faraday para las 'terminales metálicas'). Sin embargo, el estuvo en esencia correcto en su deducción de la naturaleza de la fuerzas de enlace químico. En su Scientific Researches, dice (3) Dichos átomos de materia están, de alguna manera, dotados o asociados de poderes eléctricos para los que muestran sus más notables cualidades, entre ellas su mutua afinidad química. ...todos los hechos nos demuestran...que la corriente eléctrica es solo otra forma de las fuerzas de la afinidad química...que, en otras palabras, las fuerzas llamadas afinidad química y electricidad son una y la misma. Esta idea fue primero expresada por Humpry Davy (4) El [Davy] supuso que hay dos tipos de electricidad con una u otra de las cuales, todos los cuerpos están unidos. A estas las distinguimos por los nombres de electricidad positiva y negativa; estos cuerpos son susceptibles de combinarse con los que poseen electricidades opuestas, conforme se aproximan, por la atracción que estas electricidades tienen una por la otra. J. Clerk Maxwell fue probablemente el primero en abrigar la idea de que los átomos podrían poseer una unidad fundamental de carga eléctrica. Con relación a las leyes de la electrólisis de Faraday el estableció en 1873 (5) Si nosotros…asumimos que las moléculas de los iones dentro del electrolito están realmente cargadas con ciertas cantidades definidas de electricidad, positiva y negativa, de manera que la corriente eléctrica es una corriente de convección, encontramos que esta hipótesis tentativa nos lleva hacia un terreno muy difícil. Supongamos que salvamos esta dificultad simplemente reconociendo el valor constante para la carga molecular, y que la llamamos...una molécula de electricidad. Maxwell imaginó que durante la electrólisis los cationes y aniones liberarían 'una molécula' de electricidad positiva y negativa en el cátodo y el ánodo, respectivamente. Sin embargo, en la misma discusión, el eventualmente rechaza este modelo simple (6) Esta teoría de las cargas moleculares puede servir como un método por el cual podríamos recordar una buena cantidad de hechos relativos a la electrólisis. Es extremadamente improbable, sin embargo, que cuando lleguemos a entender la verdadera naturaleza de 1 Journal of Chemical Education la electrólisis pudiéramos retener de alguna forma la teoría de las cargas moleculares, porque entonces habremos obtenido una base segura sobre la cual formar una verdadera teoría de las corrientes eléctricas y que fuera independiente de estas teorías provisionales. G. J. Stoney, por otra parte, expresó su confianza en las moléculas de electricidad de Maxwell, ya desde 1874 (7,8) Yo expresaría las leyes de Fáraday en los siguientes términos...para cada enlace químico que es roto en un electrolito, una segunda cantidad de electricidad atraviesa el electrolito, la cual es la misma en todos los casos. A esta cantidad definida de electricidad yo la llamaría e1. Si hacemos a ésta, nuestra unidad de electricidad, habremos dado, probablemente, un paso muy importante en nuestro estudio del fenómeno molecular. En 1881 (8) el estimó que el valor de esta “cantidad definida de electricidad” era 3 x 10–11 esu, aproximadamente un orden de magnitud más pequeña oue el valor presente aceptado de aproximadamente 4.80 x 10–10 esu y, en 1891, Stoney llamó por primera vez a estas cargas "electrones"(9). Helmholtz también estuvo a favor del concepto de electrón de electricidad de Stoney y escribió en 1881 (10) Si aceptamos la hipótesis de que las substancias elementales están compuestas de átomos, no podemos evitar concluir que la electricidad esta también dividida en porciones elementales definidas que se comportan como átomos de electricidad. Conducción de la electricidad a través de gases. La evidencia más directa de la existencia de una unidad fundamental de electricidad no provino, eventualmente, de un estudio de electrólisis sino de los estudios de la conducción de electricidad por gases. A todo lo largo del siglo XVIII y primera parte del siglo XIX, muchos científicos habían observado la brillante luminiscencia que acompaña el paso de una descarga eléctrica a través de gases rarificados pero, fue de nuevo Fáraday quien, en 1838, realizó el primer estudio sistemático del fenómeno (11). Durante el paso de una corriente eléctrica por aire enrarecido, notó un brillo púrpura que se extendía desde el polo positivo, pero que se detenía a poca distancia del electrodo negativo. Sin embargo, el electrodo negativo mismo estaba cubierto de una fosforescencia púrpura ("luminiscencia catódica", como fue llamado finalmente) y un espacio obscuro interpuesto que fue llamado, después, espacio obscuro de Fáraday. Fáraday estuvo imposibilitado de llevar más adelante su investigación debido a la incapacidad de las bombas de aire, entonces en uso, para enrarecer los gases a un mayor grado de vacío. Después del desarrollo de una bomba de vacío más eficiente por Geissler en 1855, Julius Plütcker (1858) continuó la investigación de estas descargas en tubos al alto vacío y encontró que conforme el vacío continuaba más allá del punto alcanzado por Fáraday, el brillo catódico se extendía y otro espacio obscuro se desarrollaba entre el cátodo y el brillo catódico (12). Con el tiempo las paredes del tubo empezaban a fosforecer y la fosforescencia sobre las paredes era desviada en un campo magnético. Hittorf (1869) halló que un cuerpo sólido colocado entre el cátodo y la fosforescencia arrojaba una sombra sobre las paredes e infirió que la luminiscencia estaba constituida por rayos (llamados glimmstrahlen ó "rayos luminiscentes") los cuales procedían en líneas rectas desde el cátodo hacia las paredes del tubo y causaban la fosforescencia(13). Goldstein encontró luego en 1876 (14), que las sombras eran también proyectadas cuando un objeto era situado cerca del cátodo, bien fuera este un punto o una superficie plana extendida, probando con ello que estos "rayos catódicos" (kathodenstrahlen, término introducido primeramente por Goldstein) eran emitidos de cada porción de la superficie catódica y viajaban en la dirección simple normal a la superficie. Willliams Crooks continuó con el estudio de las descargas en gases y en 1879 (15) encontró que incrementando el grado de vacío, el espacio obscuro alrededor del cátodo (el "espacio vacío de Crooks", como es ahora conocido) eventualmente se expandía hasta que abarcaba el tubo entero. Crooks (16) consideró los rayos catódicos como un "torrente molecular" de moléculas ionizadas y asumió que en el espacio obscuro la trayectoria libre media de los iones era tan grande que las colisiones podían ser despreciadas. En los siguientes veinte años, un cierto número de físicos, inuyendo a A. Shuster, H. Von Helmoltz, J. J. Thomson y E. Riecke desarrollaron la idea del “torrente molecular” de Crooks y asumieron que los rayos eran “partículas" cargadas del gas residual en el tubo de descarga (17). La evidencia experimental que apoyaba este razonamiento se basaba en que: los rayos era desviados por campos magnéticos; las más delgadas capas de sólidos no metálicos eran opacos a los rayos; y, cuando chocaban contra paletas, como las de un radiómetro, ellas eran puestas en movimiento (15). Hittorf sugirió que lo último podría no deberse a efectos puramente mecánicos, sino a efectos térmicos secundarios como ocurre cuando radiación infrarroja cae sobre un radiómetro (18). Sin embargo, algunos físicos de la escuela alemana, como E. Widemann, E. Goldstein y G. Hertz, mantuvieron el punto de vista de que los rayos catódicos eran únicamente una perturbación del éter y consecuentemente un fenómeno ondulatorio. Ellos encontraron que los rayos catódicos eran capaces de pasar a través de películas metálicas delgadas, opacas a la luz visible y parecía inconcebible que la materia pudiera atravesar dichas películas. Shuster aumentó la controversia cuando afirmó que (19) Adoptar el punto de vista de que la corriente eléctrica simplemente significa un flujo del éter, seria intentar atribuir los efectos observados bajo presión reducida a efectos secundarios que acompañan a las vibraciones longitudinales, o de otro tipo, establecidos por la descarga. 2 Volumen 46, Número 9, Septiembre de 1969 J. J. Thomson sugirió (18) que la aparente transparencia de las películas metálicas podría ser simplemente otro aspecto de ... el fenómeno observado previa mente por Crooks de que, una placa metálica expuesta a la fuerza total de estos rayos viene a ser un cátodo; en el experimento de Hertz, podían haber sido tan delgadas que cada lado actuaba como un cátodo y, en este caso, la fosforescencia del vidrio sería causada por la película que actuaba como cátodo por propia cuenta. Los defensores de la teoría corpuscular asumían que las partículas podían ser átomos o moléculas ionizados y que el fenómeno de descarga en gases rarificados era análogo a la electrólisis en líquidos (18). En realidad, Perrot había demostrado (20) que en una descarga eléctrica a través de vapor de agua, había una preponderancia de hidrógeno en un polo y de oxígeno en el otro. Después se asumió que las partículas obtenían su carga del cátodo y que eran aceleradas inicialmente por repulsión electrostática. Se supuso que la magnitud de esta carga era constante (o algún simple múltiplo de una carga constante) o, en otras palabras, la "molécula de electricidad de Maxwell". Shuster resumió la investigación de los rayos catódicos en los años 1880 y afirmó (21) Considero que, como un primer paso para demostrar la exactitud de la teoría de las cargas iónicas, sería necesario hallar una prueba de que la carga es una cantidad definida y podría idearse un experimento observando la deflexión de los rayos catódicos en un campo magnético. Si una partícula de masa m, carga e y velocidad v se está moviendo en ángulo recto a través de un campo magnético de intensidad H, entonces la partícula será desviada a través de una trayectoria de radio r, y la relación de carga a masa (e/m) de las partículas, estará dada por(21) e/m=v/(Hr) (1) Shuster hizo algunos intentos por medir la relación e/m ya que se podían medir v, H y r, y encontró un valor que era aproximadamente 500 veces mayor que el esperado (encontrado por electrólisis), para un átomo de nitrógeno (21). No obstante, Shuster consideró que el valor era demasiado grande (porque supuso que los iones cargados eran los rayos catódicos) y arguyó que su estimación de v era demasiado grande. En 1897 Wiechert de nuevo intentó medir esta relación en una forma modificada del experimento de Shuster (22) obteniendo un valor aproximadamente 2000 veces mayor, que para el átomo de hidrógeno. Sin embargo, al igual que en el caso de Shuster, hubo una enorme incertidumbre en su estimación de la velocidad v de las partículas de las que tenía solamente un límite inferior y estaba mas bien cercano a la velocidad de la luz. Este experimento no resolvió la controversia partícula-onda ya que, si los rayos fueran ondas se moverían con la velocidad de la luz. Con todo, Wiechert fue el primero en sugerir que si los rayos fueran partículas, entonces m debería ser muy pequeña, pues asumió que e tendría el mismo valor que el de electrólisis. El experimento definitivo que demostró claramente que los rayos catódicos eran en realidad partículas y no un fenómeno ondulatorio fue realizado más tarde por J. J. Thomson en 1897 (23). J. Perrin había encontrado previamente en 1895 (24) que cuando un haz de rayos catódicos viajaba normalmente desde el cátodo hacia un cilindro metálico aislado, se impartía una carga negativa al cilindro, pero cuando el haz era desviado, no se impartía ninguna carga. Thomson comentó el trabajo de Perrin como sigue: Este experimento prueba que algo cargado con electricidad negativa es disparado desde el cátodo, viajando en ángulo recto a él, y que este algo es desviado por un magneto; esta abierta, sin embargo, la objeción de que ello no prueba que la causa de la electrificación en el electroscopio [unido al cilindro aislado ], no tiene nada que ver con los rayos catódicos. Ahora, los sustentadores de la teoría etérica no niegan que las partículas electrificadas sean disparadas desde el cátodo; ellos niegan, con todo, que estas partículas cargadas tengan algo más que ver con los rayos catódicos que lo que una bala de un rifle tenga que ver con el destello cuando es disparado. Thomson modificó el experimento de Perrin de manera que el haz de rayos catódicos no chocara sobre la placa cilíndrica aislada a menos que se desviaran, en la dirección correcta, por un campo magnético. El siguió la trayectoria de los rayos catódicos observando la fosforescencia sobre las paredes de vidrio de un tubo evacuado y encontró que la carga solo era impartida al cilindro cuando los rayos catódicos realmente caían sobre el cilindro. Thomson concluyó Por ello, este experimento muestra que, no obstante que giremos y desviemos los rayos catódicos con fuerzas magnéticas, la electrificación negativa sigue la misma trayectoria de los rayos, y que esta electrificación negativa está indisolublemente conectada con los rayos catódicos. La segunda parte del experimento clásico de Thomson, la determinación de e/m de las partículas negativas, es descrito en detalle en muchos libros de texto de química y no será repetido aquí. Los primeros experimentos no fueron concluyentes debido a una enorme incertidumbre de la velocidad de las partículas. Balanceando las deflexiones opuestas de los rayos catódicos en los campos magnético y eléctrico, Thomson fue capaz de expresar la velocidad v en la ecuación (1) en términos de la intensidad del campo eléctrico conocido con precisión. Los valores de e/m que halló (aproximadamente 10 uma/g) variaban ligeramente, pero siempre fue aproximadamente 1000 veces mayor que el valor para la relación e/M para el ion hidrógeno en la electrólisis. Aunque especuló que el valor de e 3 Journal of Chemical Education para los rayos catódicos podría ser ligeramente mayor que la correspondiente "e" en la electrólisis, concluyó que la masa m de los rayos catódicos debería ser mucho más pequeña que la masa M de un ion hidrógeno. Lo más significativo, sin embargo, fue que Thomson no halló evidencia de que el valor de e/m dependiera de los gases en el tubo ni del metal usado para los electrodos (Thomson empleó aluminio, fierro y platino). Especulando acerca de la naturaleza de estos corpúsculos sugirió que eran alguna substancia primordial común a todos los átomos. Si, en un campo eléctrico muy intenso en las cercanías del cátodo, las moléculas del gas son disociadas y divididas, no en átomos químicos ordinarios, sino en estos átomos primordiales, que para abreviar llamaremos corpúsculos; y si estos corpúsculos son cargados con electricidad y proyectados desde el cátodo por el campo eléctrico, se comportarían exactamente como los rayos catódicos. Evidentemente darían un valor de e/m que sería independiente de la naturaleza del gas y su presión, porque los transportadores son los mismos cualquiera que fuera el gas. Así, desde este punto de vista tenemos en los rayos catódicos materia en un nuevo estado, un estado en el que la subdivisión de la materia es realizada a un mayor nivel que en el estado gaseoso: un estado en el que toda la materia esto es, materia derivada de diferentes fuentes como hidrógeno, oxígeno, etc., es una y del mismo tipo; siendo esta materia la substancia a partir de la cual los elementos químicos están construidos. De esta manera, Thomson estableció, concluyentemente, la naturaleza corpuscular de los rayos catódicos y probó que estos "átomos primordiales" (los electrones de Stoney) siempre tenían, dentro del error experimental, el mismo valor para e/m. Aunque su conclusión, de que estos corpúsculos son comunes a toda materia, es correcta, la sola sugerencia de que los rayos emanaban del gas residual en el tubo (y no del electrodo mismo, como ahora sabemos), no le permitió un estudio experimental posterior. Determinación de la carga electrónica. El siguiente paso lógico, después de la medición de e/m para los corpúsculos por Thomson, o electrones como son ahora llamados, fue la determinación de m ó e separadamente y, desde un punto de vista experimental, resultó ser más factible determinar la carga electrónica e. Probablemente el primer intento de una determinación directa de esta supuesta unidad fundamental de electricidad, fue realizada en 1897-98 por uno de los estudiantes graduados de Thomson, J. S. E. Towndsend (25). Su experimento es de particular interés histórico debido a que fue el precursor de un número de similares técnicas experimentales, que fueron usadas para determinar las cargas de partículas atómicas y subatómicas. Durante los estudios de gases liberados en la electrólisis, encontró que algo del oxígeno desprendido a partir de la electrólisis de una solución de H2SO4, poseía una carga positiva, mientras que algo del oxígeno liberado en la electrólisis de una solución de KOH, estaba negativamente cargado; en ambos casos el gas era desprendido en el ánodo de la celda. Townsend descubrió que este gas cargado causaba la formación espontánea de una nube, cuando el gas se ponía en contacto con aire que estaba saturado con vapor de agua. Townsend midió la carga total por cm3 de la nube con un electrómetro y determinó su peso total pasándola a través de tubos de secado y midiendo el incremento en peso de los tubos. Después determinó el tamaño promedio de las gotas en la nube a partir de una medición de la velocidad v de descenso de la superficie superior de la nube, la cual, asumiendo que las gotas eran esféricas y de radio r, estaría dada por Volumen 46, Número 9, Septiembre de 1969 V=(2gr2)(9) (2) donde es la densidad, g la aceleración debida a la gravedad y el coeficiente de viscosidad del aire (ley de Stokes). El obtuvo así la masa promedio y el volumen de las gotas y con ello calculó el número total de gotas. Asumiendo que cada ion tenía una gota de agua condensada sobre él Townsend evaluó que la carga promedio por ion gaseoso era 2.8 x 10–10 esu, para los iones positivamente cargados y 3.1 x 10– 10 esu para los iones negativamente cargados. Concluyó que la unidad fundamental de cargas positiva y negativa era igual, dentro de su incertidumbre experimental, a un valor de aproximadamente 3 x 10–10 esu. Sin embargo, el rango de valores encontrados por Townsend fue grande, como lo fueron los errores experimentales, siendo algunos de ellos, la suposición de cargas simples por gota, el asumir falta de evaporación de las gotas acuosas y considerar que la ley de Stokes era válida para gotas muy pequeñas. Por esto, el experimento no probó en forma alguna la existencia de un valor discreto para la unidad fundamental de carga eléctrica. Más tarde, en 1898, J. J. Thomson (26) empleó una forma modificada del método de la niebla descendente para obtener un valor de la carga negativa producida por la acción de rayos X sobre la humedad del aire. C T. R. Wilson (27) (cámara de niebla de Wilson) acababa de descubrir que, cuando la humedad del aire, libre de polvo, era sujeta a cuando menos 1.25 veces la expansión en volumen (correspondiente a incrementar cuatro veces la sobresaturatión), gotas de vapor de agua eran espontáneamente formadas del gas enfriado sobresaturado. No obstante, si la humedad del aire había sido previamente expuesta a los rayos X, entonces se formaba una densa nube después de una expansión de 1.25 veces, y las gotas individuales eran cargadas negativamente. Thomson determinó el número de iones por cm3 de gas, midiendo la corriente producida en este gas cuando una fuerza electromotriz era aplicada. 4 Después, usando el método de Townsend de la medición de la rapidez de descenso de la niebla bajo la influencia de la gravedad, con el propósito de determinar el tamaño de las gotas, fue capaz de deducir un valor de e, que halló, era independiente de la naturaleza del gas en el que los iones eran producidos. El valor de Thomson para e de cerca de 6.5 x 10–10 esu era el valor medio de muchas determinaciones que dieron resultados para e dentro del rango de 5 a 8 x 10–10 esu. En 1902-03, Thomson repitió sus experimentos (28) en cuanto sospechó que su primera técnica experimental estaba equivocada y encontró entonces un valor de g de aproximadamente 3.4 x 10–10 esu. En 1903 H. A. Wilson (29) modificó la técnica de la niebla descendente sometiendo las gotas cargadas que caían a un campo eléctrico vertical, y midiendo la velocidad de descenso de la superficie superior de la nube, en ausencia (v1) y en presencia (v2) del campo eléctrico. Si la masa promedio de una gota en la superficie superior de la niebla es m, entonces la relación de las velocidades de descenso estará dada por vi/v2 = [mg/(mg + Ee)] (3) donde mg representa la fuerza gravitacional y mg + Ee representa las fuerzas gravitacional y eléctrica, cuando un campo eléctrico de intensidad E es aplicado a la gota, con una simple carga e. Empleando la ley de Stokes [ec. (2)] con la v medida, se podría determinar el radio r de la gota y eliminar m de la ec. (3) por el uso de la relación m = (4/3) r3 (4) Después de la substitución de los valores conocidos de y , la ecuación (3) podría re-arreglarse para dar la siguiente expresión para e e = 3.1x10–9(g/E) [v2–v1]v11/2 (5) El método de Wilson fue en principio un avance sobre otros métodos ya que era justificable, en cierto modo, asumir que en presencia del campo eléctrico la gota en la parte superior de la niebla en realidad contenía una simple carga, siendo las otras gotas forzadas a caer más rápidamente. Sin embargo esta técnica aún tenía la mayor parte de las desventajas de los métodos de Townsend y Thomson con la suposición adicional de que nubes sucesivas —para las mediciones dentro y fuera del campo eléctrico—, eran idénticas. Por esto, no es sorprendente que Wilson encontrara otra vez un amplio rango de valore para e, con una media de 3.1x10–10 esu. Una estimación de la carga eléctrica e fue realizada en 1900 por Plank (30,31) quien justamente había derivado una expresión que se ajustaría a la curva de distribución espectral del cuerpo negro. En el curso de este trabajo Plank introdujo y evaluó dos nuevas constante universales, h y k, ahora conocidas como constantes de Plank y Boltzmann, respectivamente. Plank interpretó k, correctamente, como la constante gaseosa para una molécula y, puesto que R era conocida (la constante gaseosa por mol), fue capaz de determinar el número de Avogadro, No, a través de la relación No = R/k (6) Conociendo la constante macroscópica de Fáraday (F) de la electrólisis, fue posible para Plank determinar la carga electrónica de la relación F = No x e (7) El valor de Plank para No fue 6.175 x 1023 moléculas / mol, y para e fue 4.69 x 10–10 esu.(37). Rutherford y Geiger (32) en Manchester, en 1908, desarrollaron un método para contar el número de partículas alfa emitidas por segundo a partir de radio (una primera versión del contador Geiger-Muller) y pudo determinar que las partículas eran átomos de helio con una carga positiva de 9.3 x 10–10 esu. Ellos argumentaron que estas partículas estaban, más probablemente, doblemente y no triplemente cargadas, y que las mediciones de e de Wilson y Thomson eran tal vez demasiado bajas. Siendo este el caso, propusieron que el valor para la unidad fundamental de carga positiva v negativa debería ser 4.65 x 10–10 esu. En apoyo a este valor, Rutherford y Geiger afirmaron en un pié de página Es de interés hacer notar que Plank dedujo un valor de e = 4.69x 10–10 esu de una teoría de Óptica general de la temperatura natural de radiación. Ellos también sabían que Millikan y Bergeman habían reportado un valorn preliminar para e de 4.06 x 10–10 esu (33). Cuando Millikan comenzó la investigación de la carga electrónica en 1907, inmediatamente trató de repetir el experimento de Wilson, pero halló que era extremadamente difícil seguir la capa superior difusa de la nube según descendía (34). Por ello, aparte de las incertidumbres experimentales asociadas con el método de la niebla descendente en general (35), algunas de las cuales han sido ya mencionadas, era intrínsecamente difícil hacer las mediciones reproducibles. Sin embargo, una objeción mas seria al trabajo previo fue que ninguno de los métodos experimentales usados hasta entonces para determinar e, sin importar lo preciso que fuera, era capaz de demostrar si el electrón tenía una carga fija. Todos se basaron en alguna medición de la carga promedio de una colección macroscópica de partículas y por ello no podían demostrar la existencia de una unidad de carga discreta y fundamental. En otras palabras, no demostraban si el valor obtenido para e (o la carga de un ion) era una cantidad fija o una media estadística de un rango posible de valores. Por un golpe de suerte, Millikan descubrió un método que le permitiría resolver este dilema. Intentando mejorar el método de Wilson, decidió usar un campo eléctrico mucho mayor que el usado por Wilson. Con el campo aplicado de manera que se 5 Journal of Chemical Education opusiera al movimiento hacia abajo de la nube, el esperaba poder mantener la nube cargada en suspensión entre las placas. Anticipó que después podría determinar la rapidez de evaporación de las gotas cargadas y eliminar así este error. No obstante, cuando el campo eléctrico fue aplicado la niebla cargada se dispersó mediatamente, probando que la suposición previa de una carga uniforme sobre las gotas era correcta. Sin embargo, observó que unas pocas gotas individuales, aquellas que precisamente tenían la relación correcta de carga a masa, permanecían estacionarias en el campo. Observando el movimiento de una gota a través de un microscopio, dentro y fuera del campo eléctrico, pudo determinar la carga exacta de una gota individual. Este fue un gran progreso sobre los métodos previos y Millikan más tarde se refirió a esta técnica como el método de la "gota balanceada" para determinar e (34). La mayoría de los libros de texto proporcionan una descripción general del arreglo experimental de Millikan y detalles adicionales se dan en algunos libros escritos por Millikan (3436). Los primeros experimentos de Millikan de la "gota balanceada", con agua, fueron solo moderadamente exitosos ya que las gotas no permanecían estacionarias debido a la evaporación del agua (33). Sin embargo, en 1909 se le ocurrió la idea de usar un aceite de baja presión de vapor en lugar del agua para formar sus gotas, venciendo con ello esta dificultad y, en los siguientes experimentos, fue capaz de establecer concluyentemente que una gota individual siempre transportaba un múltiplo entero exacto de alguna unidad precisa de carga eléctrica. Posteriormente pudo determinar cual era esta unidad de carga y demostrar la precisión intrínseca de su método; su valor de e determinado en este último experimento está dentro de 0.1 % del valor corrientemente aceptado para e, cuando los datos recientes sobre la viscosidad del aire son empleados en su ecuación con sus datos. Así pues, aunque Plank y Rutherford habían determinado valores promedio para la supuesta unidad fundamental de carga eléctrica que estaban dentro de un 0.2 % del valor final de Millikan, sólo el experimento de Millikan estableció concluyentemente que ésta era en realidad una unidad fundamental e invariante de carga (otra vez el concepto de electrón de Stoney) y esta es la mayor significación ligada a este trabajo. Bibliografía (1) Dampier, W. C., “A History of Science”, Cambridge University Press, 1961, p. 214. (2) Faraday, M., “Experimental Researches in Electricity”, Dover Publications Inc., New York, 1965, sec. 821, sec.869. (3) Reference (2), sec. 852, sec. 918. (4) Marcet, J., “Conversations on Chemistry”, London, 1809, Vol. 1, p. 23; Williams L. P., “Michael Faraday”, Chapman and Hall, London, 1965, p. 20. (5) Maxwell, J. C., “A Treatise on Electricity and Magnetism”, Clarendon Press, Oxford, 1873, sec. 259, sec. 260. (6) Reference (5), sec. 260. (7) Stoney, G. 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