Inicia 22ª

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México, D.F., 18 de mayo de 2009.
Versión estenográfica de la conferencia “La primera gran crisis
del siglo XXI: riesgo y oportunidades” dictada por el doctor
Ernesto Zedillo Ponce de León, Director del Centro de Estudios
para la Globalización de la Universidad de Yale, durante los
trabajos del primer día de la XIX Convención de Aseguradores,
llevada a cabo en el salón Constelaciones del hotel “Nikko”, en
esta ciudad.
Presentador: En estos momentos hace arribo el doctor Ernesto
Zedillo Ponce de León.
Para continuar con nuestro evento me permito presentar al doctor
Ernesto Zedillo Ponce de León, del cual se pueden decir muchísimas
cosas y todos conocemos la gran mayoría de ellas.
El doctor Ernesto Zedillo Ponce de León, estudió la licenciatura en
Economía en el Instituto Politécnico Nacional y la maestría y doctorado
en la misma disciplina en la Universidad de Yale. Varias universidades
como Harvard y Yale le han conferido el doctorado honoris causa.
Dentro de los múltiples cargos que ocupó durante su vida en el sector
público, solamente voy a destacar algunos, sería interminable la lista
para todos y todos conocemos su trayectoria, pero quiero resaltar el
que haya sido director del fideicomiso para la cobertura de riesgos
cambiarios y subdirector del Banco de México, Subsecretario de
Programación y Presupuesto, Secretario de Programación y
Presupuesto, Secretario de Educación Pública y finalmente, alcanzó
llegar al honor de la alta magistratura de ser Presidente Constitucional
de nuestro país, durante el sexenio 1994-2000.
Actualmente es Director del Centro de Estudios de la Globalización y
Profesor de Economía y Política Internacional en la Universidad de
Yale.
Como parte de sus actividades académicas recientes ha sido coautor
en varios libros sobre temas de la economía internacional, así como
editor de los volúmenes Global Warning, Loucking Billon Kyoto y de
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Future of Globalitation, Experiens on Life of Present Turbulents;
miembro de la Comisión Sobre Crecimiento y Desarrollo; Presidente
de la Comisión Internacional Sobre el Futuro de la Agencia de Energía
Atómica Internacional; Co Presidente de la Comisión para las
Relaciones entre Estados Unidos y América Latina, y Co Presidente
de la Comisión sobre Drogas y Democracia.
Actualmente es miembro de la Comisión Internacional para la No
Proliferación y Desarme de las Armas Nucleares y Presidente de la
Comisión Internacional para la Reforma del Banco Mundial.
También se desempeña como Presidente del Consejo Directivo del
Global Development Network que es un organismo internacional con
sede en Nueva Delhi, India y que apoya a centros de investigación e
investigadores sobre temas de desarrollo ubicados en más de 40
países en desarrollo.
Asimismo, es miembro del Patronato de la Fundación Carolina de
España, del Consejo Asesor Internacional del Council of Foring
Relations, del Patronato del World Economic Forum, del Consejo the
International Crisis Group y del Consejo Asesor del Programa para el
Desarrollo Global de la Fundación Gates.
Es miembro de los consejos de administración de Procter and Gamble
y Alcoa, así como de los consejos internacionales de otras empresas
globales.
El doctor Zedillo nos hablará sobre la primera gran crisis del Siglo XXI,
retos y oportunidades, al final de su presentación habrá una sesión de
preguntas y respuestas, para lo cual les fueron entregados unos
papeles los cuales se coordinarán a través de las edecanes y nos los
harán llegar y podérselas formular al doctor Zedillo, con ustedes,
tenemos el honor de presentarles al doctor Ernesto Zedillo Ponce de
León.
Dr. Ernesto Zedillo Ponce de León: Señor Juan Ignacio Gil Antón,
Presidente de la Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros;
Amigos de la industria aseguradora de México; Señoras y señores:
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Mucho agradezco la invitación a participar en esta XIX Convención
Nacional de Aseguradoras; estoy seguro que sus deliberaciones y
acuerdos serán decisivos para su industria, ya que esta reunión se
celebra precisamente cuando la economía global hace frente a su
primera gran crisis del Siglo XXI, circunstancia que inevitablemente
plantea graves desafíos a América Latina y para nuestro país.
Pocos días después de que el pánico sacudió a los mercados
financieros de los Estados Unidos, a mediados de septiembre de 2008
se hizo polvo la idea de que América Latina, México incluido, podría
aislarse de la crisis que empezó a perfilarse en el verano del 2007.
Francamente la idea de que pudiéramos habernos vacunado contra
los posibles descalabros de las economías más grandes del planeta,
siempre me pareció equivocada y riesgosa.
Hace casi tres años, a principios de junio del 2008, aproveché mi
participación en la Expo Management, aquí en la ciudad de México,
para reiterar mi preocupación en cuanto a la complacencia que
percibía en América Latina respecto a algunos riesgos que ya
proyectaba la economía internacional.
Debemos reconocer, dije entonces, que la reciente expansión, si bien
sustentada en bases internas más sólidas que en el pasado, también
se explica por factores externos señaladamente favorables, que no
podrán permanecer indefinidamente.
En años recientes, la mayoría de nuestros países se han beneficiado,
decía yo, de una economía internacional en fuerte expansión, de
términos de intercambio en general sumamente favorables y de
mercados globales de capital con gran liquidez y tasas de interés
increíblemente bajas.
Es difícil encontrar otro periodo en nuestra historia moderna cuando se
hayan conjuntado tantos factores propicios para nuestras economías y
seguía diciendo: sin embargo, las condiciones externas, ahora como
nunca a nuestro favor, algún día cambiarán.
No podemos soslayar la preocupante persistencia y el agravamiento
de los llamados desequilibrios globales. La economía más grande del
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mundo experimenta un inmenso déficit en su cuenta corriente,
financiado por los superávit y la acumulación de reservas de otros
países económicamente importantes.
Esto terminará por ocasionar ajustes en los mercados financieros
mundiales, así como en los mercados para nuestros productos y
servicios y estos ajustes en general no serán propicios para la mayoría
de los países de América Latina.
Cuando eso ocurra será evidente que nuestras economías, a pesar de
los avances, adolecen aún de serias vulnerabilidades, y termina mi
propia cita.
Sobra decir que respecto a esta observación habría preferido estar
rotundamente equivocado. Donde sí me equivoqué, al igual que
muchos otros analistas, fue en no advertir que una vez que reventara
la burbuja de bienes raíces en los Estados Unidos, lo que tarde o
temprano tenía que ocurrir, la situación se deterioraría
progresivamente hasta convertirse en esta crisis tan profunda que ha
llegado a calificarse como la más grave para la economía mundial en
más de siete décadas.
La verdad nos llevó demasiado tiempo darnos cuenta de que ciertas
economías, entre ellas destacadamente la de los Estados Unidos,
además de haber creado una burbuja de bienes raíces ciertamente
alimentada por serios desequilibrios macroeconómicos y pospolíticas
monetarias sumamente laxas, estaban montadas en sistemas
financieros plagados de riesgos que fueron sistemáticamente
subestimados o simplemente ignorados.
Muy pocos analistas, si acaso los hubo, percibieron con claridad que la
regulación y la supervisión financiera, la transparencia, la calificación y
la administración de riesgos eran procesos que se habían rezagado
respecto a las innovaciones financieras de los últimos 10 ó 15 años.
No se pudo o no se quiso reconocer que algunos de los nuevos
modelos de negocio del Sector Financiero lejos de reducir el riesgo
sistémico lo habían incrementado sustancialmente al propiciar
apalancamientos excesivos, inflación especulativa en los precios de
activos y discordancias que excedían lo prudente de los plazos de
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vencimiento de las operaciones pasivas y las activas de los
intermediarios financieros.
La proliferación de nuevos productos financieros con un altísimo grado
de bursatilización, cuyo arribo había sido celebrado aún por
autoridades hasta poco antes consideradas infalibles, resultó ser el
veneno más dañino para el sistema financiero, y por ende para toda la
economía.
La complejidad de los nuevos instrumentos de intermediación y de los
que se crearon supuestamente para cubrir riesgo de crédito o de
fluctuaciones de precios de activos acabó restando transparencia al
mercado. Y en lugar de disminuir los problemas de información
asimétrica, valuación y registro contable en los mercados financieros,
esto los agravó.
Gracias a la bursatilización y a los instrumentos derivados de
cobertura de riesgo muchos bancos y otro tipo de instituciones de los
Estados Unidos y de otras importantes jurisdicciones bancarias,
pudieron legal, pero imprudentemente mantener fuera de su balance
en los llamados vehículos o conductos estructurados de inversión, una
gran parte de sus operaciones de fondeo y otorgamiento de crédito
con lo cual evitaron cubrir los márgenes de capitalización congruentes
con los riesgos que hubiese precisado la totalidad de sus operaciones.
Las consecuencias de las fallas del mercado para valorar los riesgos y
determinar los precios de los activos adecuadamente fueron
magnificadas por una política monetaria realmente expansiva en los
Estados Unidos a partir del 2001.
También ha quedado claro que alguna políticas de ese país para
facilitar la adquisición de vivienda a familias de menos ingresos
contribuyeron a distorsionar el mercado de crédito hipotecarios y
facilitaron el surgimiento de la burbuja de bienes raíces.
Ahora sabemos que al colapsarse la confianza y dejar de funcionar los
mercados de liquidez gran parte de las operaciones alojadas en los
vehículos estructurados de inversión tuvieron que regresar adonde
siempre debieron haber estado, debidamente reguladas, supervisadas
y capitalizadas los balances de los bancos.
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Particularmente de aquellos que por su tamaño significan un riesgo
sistémico. Ahora, esas operaciones constituyen los llamados activos
tóxicos del sector bancario, al materializarse los riesgos de crédito
antes ocultos en la complejidad o en las complejidades de los
instrumentos de bursatilización los mercados de derivados también se
colapsaron e impusieron pérdidas inconmensurables a sus principales
participantes.
Algunos de ellos, como Lehman Brothers simplemente
desaparecieron. Otros, como AIG, exigieron rescates altamente
onerosos.
En retrospectivos las fases de euforia, pánico y colapso que se han
repetido en todas las crisis financieras desde hace varios siglos
pueden identificarse con nitidez en la presente crisis: Endeudamiento,
especulación, inyección de liquidez, más alzas de precios, negación
de cualquier problema, más endeudamiento, más compras
apalancadas en activos con precio al alza y un día por fin dramática
reversión de expectativas que rápidamente se transforman en
decepción y pavor.
Estos son los episodios característicos de esta crisis y de muchas
otras anteriores; lo cierto es que una vez desatado el pánico al punto
de causar corridas contra instituciones de importancia sistemática, no
queda más remedio que actuar con toda la energía para detener la
espiral y evitar el total colapso del sistema financiero, que arrasaría
este colapso a la estructura productiva.
Sin sistema de pagos ni mínimos flujos de crédito, ¿que es lo que
sucedería en un sistema financiero totalmente colapsado?
La
economía se detendría por completo con inmensos costos sociales.
Ante esa perspectiva, para evitar la quiebra del sistema financiero, los
gobiernos se ven obligados a intervenir masivamente con todo tipo de
instrumentos, desde garantías amplias a los acreedores y
depositantes de los bancos, hasta las nacionalizaciones de juro o de
facto de los mismos. Todo ello, en la mayoría de los casos, con
significativas implicaciones fiscales.
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El Fondo Monetario Internacional ha estimado que en esta crisis la
suma de los apoyos concedidos a los sistemas financieros de los
países avanzados, tomando en cuenta el otorgamiento de garantías,
de extensión de líneas de crédito y las inyecciones de capital que
equivale a más del 40 por ciento de PIB de esos países.
Este monto no es, desde luego, el costo fiscal en que al final habrán
incurrido, ya que una parte sustancial de los apoyos previsiblemente
será recuperado, pero sí refleja el enorme grado de intervención que
los gobiernos de sus países han debido ejercer para evitar la quiebra
total de sus sistemas financieros.
La presente crisis está resultando peor que otras anteriores por el
tamaño de los quebrantos y por el grado de integración que han
alcanzado los mercados financieros del mundo.
En efecto, la creciente globalización financiera hizo posible intermediar
a través de fronteras recursos financieros con una facilidad y en
montos sin precedente. Por ejemplo, el drama de Islandia, cuyos
bancos podrían perder más de lo que suma su producto nacional,
sería inconcebible sin la innovación y la globalización financieras de la
última década.
Pero la causa fundamental del descalabro no está en las
oportunidades de financiamiento que le presentó a ese país la
globalización, sino en el manejo irresponsable de sus principales
bancos, una fallida regulación y supervisión financiera, lo que hizo
posible concentrar riesgos enormes, donde jamás debieron permitirse
y políticas monetarias que acomodaron a placer la burbuja islandesa.
Aunque en grado menor al de Islandia, las pérdidas de las
instituciones financieras son inmensas en la mayoría de las economías
La última estimación del Fondo Monetario, señala que el total de las
pérdidas de las instituciones financieras alcanza ya los 4 millones de
millones de dólares, 4 billones para nosotros, 4 trillones para los
anglosajones.
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De este total dos terceras partes corresponden a bancos y el resto a
compañías de seguros, fondos de pensiones, fondos de cobertura e
inversión, los llamados “hetch fonds” y otros intermediarios.
La misma fuente señala que a pesar de las medidas de saneamiento y
respaldo ya realizadas, el faltante de capital podría ubicarse entre los
875 mil millones y los 1.5 millones de millones de dólares para el
conjunto de las instituciones de los Estados Unidos, el Reino Unido y
la zona del Euro.
Cabe mencionar que en su reciente prueba de resistencia de los
bancos de su país, las autoridades de los Estados Unidos, han
sostenido que el faltante del capital es menor al estimado por el Fondo
Monetario, bueno no tomará mucho tiempo saber quien tiene la razón.
El caso es que la crisis financiera que comenzó con el colapso del
mercado de hipotecas de calidad inferior de los Estados Unidos en
agosto del 2007 fue extendiéndose rápidamente hacia otros mercados
y en la tercera semana de septiembre del 2008 estuvo a punto de
convertirse en una corrida total en contra del sistema financiero de
ese país y obviamente de muchos otros y esto ha causado una
gravísima recesión internacional.
Los datos son elocuentes, el Fondo Monetario estima que arrastrado
por las caídas de prácticamente todas las economías desarrolladas y
muchas de las emergentes, el PIB global se contrajo 6.21 por ciento
en el último trimestre del 2008 y prácticamente en esa misma
proporción durante el primer trimestre del presente año.
La misma institución proyecta que la economía global disminuirá 1.3
por ciento en el año, a lo que contribuirán determinantemente las
contracciones del PIB de los Estados Unidos del 2.8 por ciento, de la
zona del Euro del 4.2 por ciento, del Reino Unido del 4.1 por ciento y
de Japón del 6.2 por ciento.
No hay duda, de que efectivamente se está viviendo la peor recesión
mundial que haya ocurrido al menos desde el final de la Segunda
Guerra Mundial.
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El propio Fondo Monetario observa que en ese lapso, el PIB global per
cápita medido en términos de paridad del poder de compra había
caído solo tres veces, en 1975, en 1982 y en 1991; en 2009
inevitablemente volverá a serlo.
De cumplirse el pronóstico del Fondo, en este año la caída del
producto global por persona será de 2.5 por ciento que es más de 6
veces lo que en promedio se había contraído en los previos tres
episodios de recesión global de la post guerra.
La recesión internacional es la más severa y la más generalizada que
se haya registrado en tiempos modernos, las caídas del producto han
tenido un altísimo grado de sincronización en todos los países, sin que
importe su grado de desarrollo, todas las economías desarrolladas y
muchas emergentes se encuentran en recesión, incluso las vigorosas
economías de China e India, dos grandes gigantes emergentes de
Asia, están sufriendo desaceleraciones apreciables en su ritmo de
crecimiento económico.
Naturalmente la recesión se ha traducido en enormes pérdidas de
empleos. Por ejemplo en lo que a algunos países desarrollados se
refiere, la tasa de desempleo ya llegó a casi 9 por ciento en los
Estados Unidos y Alemania, a casi 8 por ciento en Francia, a casi 5
por ciento en Japón, a casi 7 por ciento en el Reino Unido y más del
17 por ciento en España.
Como era de esperarse, el comercio internacional ha sido otra de las
víctimas de la crisis financiera, a partir de septiembre pasado, el
volumen de comercio se ha caído estrepitosamente, en mucha mayor
proporción que en las recesiones anteriores, la caída en la demanda
global, el hecho de que el comercio sea ahora determinado por
complejas cadenas productivas y en mucho menor medida por
intercambios puramente bilaterales, la contracción del crédito
comercial y la intensificación de las presiones proteccionistas, son los
principales factores que explican el desplome del comercio global.
La OMS ha estimado que esta variable, el comercio mundial habrá de
caer 9 por ciento durante el año, lo que supone la contracción más
acentuada en más de medio siglo, las proyecciones del fondo algo
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más recientes que las de la OMS estiman una caída mayor del 11 por
ciento.
En suma, la pregunta de si habría una grave recesión mundial en el
2009 fue contestada afirmativamente hace varios meses. Ahora la
pregunta relevante es por cuánto tiempo habrá de prolongarse la
actual contracción económica.
Al responderla, como de costumbre, los economistas nos encontramos
divididos. Una corriente de opinión considera que el proceso de
absorción de los choques que han causado la presente recesión esté
ya muy avanzado y que con ayuda de las políticas anticíclicas y de
apoyo al sector financiero que se han aplicado, el inicio de la
recuperación de los Estados Unidos, que marcaría el inicio del fin de la
recesión mundial, podría ocurrir relativamente pronto.
De acuerdo con esta visión optimista esa economía sufriría todavía
una contracción en segundo trimestre del 2009, pero ésta sería menos
acentuada que en los dos trimestres previos y daría paso a un
modesto repunte en el tercer trimestre y a una recuperación más
franca hacia el final del año, que desembocaría en una apreciable
expansión en el 2010.
Esta proyección traza una “V”, una “V” de baca, en la trayectoria del
nivel de actividad económica y sigue la hipótesis de que recesiones
fuertes son seguidas de recuperaciones vigorosas.
Para otros analistas la recesión se verá seguida por un periodo de
poco o nulo crecimiento. Para ellos en vez de una “V” la economía de
los Estados Unidos trazará una “L”. Quienes se inclinan por este
escenario más pesimista consideran que la recuperación se dilatará
considerablemente porque el problema de solvencia de los bancos es
mayor que el que reconocen las autoridades y que por tanto la
restauración del funcionamiento normal del mercado de crédito se
llevará bastante tiempo.
También consideran que el periodo de desendeudamiento de
personas y empresas mediante la contracción del consumo y la
inversión respectivamente, también será muy prolongado, ya que la
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pérdida de valor de los activos reales y financieros ha sido
extraordinaria.
Esta corriente de opinión se sustenta en la observación histórica de
que las contracciones económicas precedidas de crisis financieras son
mucho más prolongadas y profundas que las que no tienen ese
antecedente.
Entre los escenarios de la “V” y de la “L”, visto desde donde ustedes
ven está el de la “u”, es decir, la recuperación se iniciaría pronto, pero
sería más bien lenta, llevaría bastante tiempo recuperar los niveles de
actividad económica que se alcanzaron antes de la crisis. En mi
opinión este es el escenario más probable.
Por una parte no creo que el escenario de la “V” vaya a ocurrir.
Comparto con los pesimistas la visión de que los bancos y los
mercados financieros están aún lejos de recuperarse.
También pienso que el aumento en la tasa de ahorro de los Estados
Unidos habrá de sostenerse al alza y de hecho debiera hacerlo por un
plazo considerable, lo que no permitirá en ese país un comportamiento
dinámico de la demanda agregada.
Por otra parte confío en que de hacerse inminente el peligro de que la
recesión pudiera efectivamente prolongarse hasta bien entrado el
2010 o incluso el 2011, la política económica será reforzada en los
países ricos. Espero, por tanto, que sea posible impedir que el
escenario de la “L” se materialice.
Aún si descartamos el escenario más pesimista y damos por hecho
que la recuperación habrá de iniciarse más pronto que tarde, cabe
preguntarse acerca de los factores de riesgo que desde la perspectiva
de América Latina y en particular de nuestro país, habrán de subsistir
una vez superada la fase más aguda de la presente crisis global.
Un riesgo que podría amenazar nuestras posibilidades de
recuperación y crecimiento futuro es el proteccionismo. A pesar de las
declaraciones en contra y los compromisos adquiridos en la OMC y en
otros acuerdos comerciales las acciones proteccionistas tanto de
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países desarrollados como de economías emergentes se han dejado
sentir con mayor intensidad desde el último trimestre del año pasado.
La OMC ha reportado que entre septiembre del 2008 y marzo de este
año cerca de medio centenar de nuevas medidas proteccionistas
fueron detectadas. Estas acciones comprenden desde incrementos en
tarifas de importación hasta la adopción de provisiones para compras
gubernamentales discriminatorias de los proveedores externos,
pasando por el impacto proteccionista que las políticas de apoyo
financiero están teniendo en algunos casos.
Es muy sugerente y preocupante que entre los países que han
recurrido a acciones proteccionistas se encuentren 17 de los
pertenecientes al llamado G-20, cuyos líderes tanto en la declaración
de noviembre del 2008, como en la de abril de este año se
comprometieron a no recurrir a ese tipo de políticas.
Un proteccionismo que se agrave durante los próximos meses restaría
fuerza a lo que llegado el momento debiera ser uno de los principales
motores de nuestra propia recuperación: Las exportaciones de bienes
y servicios.
Desgraciadamente una débil demanda externa aún exacerbada por
presiones proteccionistas podría con todo no ser el peor choque
externo que sufran las economías de América Latina a consecuencia
de esta crisis. Con el tiempo la contracción e incluso reversión de los
flujos de capital hacia nuestros países pudiese convertirse en una
perturbación más dañina para nosotros que la recesión en el comercio
mundial.
Es importante distinguir tres factores que ya están afectando los flujos
de capital hacia México y el resto de América Latina.
El primero consiste en la mucho mayor aversión al riesgo que
naturalmente surgió en los mercados al desatarse la crisis financiera.
Otro factor adverso es el muy probable proceso de contracción de la
intermediación financiera en las economías avanzadas y por ende a
nivel global, que podrá extenderse hasta el mediano plazo.
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Ocurriría un retraimiento de varios años en la globalización financiera.
Esto puede suceder simplemente porque el sector financiero creció
demasiado en estas economías durante la última década, y ahora
deba ajustar estructuralmente su tamaño.
También podría ocurrir, como resultado de la aplicación de nuevas
disposiciones que en vez de regular para mitigar eficientemente los
riesgos, acaben frenando el desarrollo de los productos y los
mercados financieros.
El daño que está causando esta crisis hará muy grande la presión,
para que se adopten a la brevedad regulaciones más rigurosas de los
mercados financieros internacionales, lo que en principio está más que
justificado. Deben ser bienvenidas las políticas que moderen la
inestabilidad inherente a los mercados financieros, que corrijan
distorsiones o fallas causantes de una subestimación sistemática de
los ingresos, de los riesgos, perdón, en esos mercados.
Asimismo, aquellas que doten a los propios mercados de una mayor
capacidad de recuperación cuando a pesar de las acciones
preventivas la crisis de cualquier forma se presente.
Es posible, sin embargo, que ya sea por presiones políticas o fallas en
su diseño, las nuevas regulaciones pudieran ser contraproducentes si
acaban reprimiendo la innovación y el crecimiento de la intermediación
en los entes regulados.
Lo que sucedería es que aumentarían los incentivos para que los
inversionistas y ahorradores tradicionales migrasen sus recursos a los
mercados sombra o paralelos, haciendo más difícil el acceso al crédito
a muchos tipos de demandantes.
También es probable que en esos mercados sombra, favorecidos con
una regulación represiva fuera sembrada la semilla de la próxima gran
crisis financiera.
La tercera circunstancia adversa en los mercados de capital provendrá
de las consecuencias fiscales que la crisis está teniendo en países
que, en principio, califican como de menor riesgo que los nuestros.
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Por ejemplo, los déficits fiscales como los Estados Unidos y el Reino
Unido, sólo para poner dos ejemplos, podrán sobrepasar 10 por
ciento de su PIB este año y el próximo.
Las deudas públicas, como proporción del PIB de esos y otros países
podrán aumentar en más de 20 puntos porcentuales en apenas tres
años, del 2008 al 2010.
El fondeo de esos déficits y el refinanciamiento de esas deudas
constituirá una presión adicional en los mercados globales de
financiamiento que acabará desplazando la demanda de recursos de
las economías en desarrollo.
La contracción drástica en los flujos de capital hacia las economías
emergentes como resultado de esta crisis no es una hipótesis, sino
algo que ya está sucediendo claramente desde el otoño pasado.
El Instituto de Finanzas Internacionales ha estimado que esos flujos
que alcanzaron los 929 mil millones de dólares en el 2007, podrán
reducirse a solo 165 mil millones este año.
Otro problema que habrán de enfrentar nuestras economías éste y los
próximos años, es el de los precios de algunas exportaciones claves
que serán considerablemente menores a los que disfrutamos desde
2003 y hasta bien entrado el 2008.
Por su importancia para las finanzas públicas de México, es
importante mencionar y reconocer que prácticamente nadie espera
que el precio del petróleo se recupere mucho más allá de lo visto en
semanas recientes.
Muy pocas palabras, estimados amigos, estimadas amigas, las
condiciones externas por definición fuera de nuestro control que
enfrentarán en el futuro inmediato las economías de América Latina y
ciertamente de México, seguirán siendo adversas aún en el caso
todavía muy incierto de que al recesión internacional ceda pronto y
termine hacia fines del presente año.
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El reto que esas circunstancias adversas plantean a la política
económica es realmente enorme, lo que debe dar pie a una muy seria
reflexión.
Por lo pronto debe considerarse que a pesar de la enorme magnitud
del choque externo y otras circunstancias adversas que hemos sufrido,
nuestra economía no ha sido devastada. Sin duda, la caída en la
producción y el empleo que estamos sufriendo significa y alto costo
social que no puede ni debe soslayarse, pero es importante advertir
que ese costo sería ya mucho mayor, quizá inmenso, de habernos
tomado la crisis internacional sin finanzas públicas razonablemente
sanas, sin una política de cambio flexible, sin un sistema bancario
mucho más sólido que en el pasado y sin un Banco Central más
independiente, con la responsabilidad primaria de combatir la inflación.
No debiera costar mucho trabajo imaginarse cuan más grave sería la
situación de nuestra economía, sin las bases que ha adquirido y sin la
manera en que la política económica de nuestro país ha respondido
hasta ahora a esta crisis.
Con todo, debemos reconocer que se necesitará más, mucho más que
las fortalezas existentes, tanto para acabar de solventar
satisfactoriamente la crisis, como lograr que la producción y el empleo
crezcan vigorosamente cuando la economía internacional se recupere.
Como he afirmado en otros foros, la crisis nos ha informado de dos
cosas muy importantes. Una buena y otra mala, la buena, las reformas
emprendidas desde la segunda mitad de los ochentas ha valido la
pena.
La mala, lo hecho hasta ahora no es suficiente. Se ha tenido justo la
fortaleza estructural en la economía para que esta no fuese postrada
gravemente al primer embate del desarreglo financiero internacional,
pero difícilmente para compensar los efectos recesivos que implican la
reducción en la demanda y en los precios de nuestras exportaciones,
el colapso del crédito y la inversión internacionales, las menores
remesas de nuestros trabajadores migratorios y muchos otros factores
adversos ajenos a nuestro control.
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Tampoco hemos logrado que nuestra economía tenga los atributos
para ser de rápido crecimiento, ni siquiera durante los buenos tiempos
de la economía global, no habré de explorar ahora las causas de esa
insuficiencia, lo he intentado en otras oportunidades.
En esta ocasión solo quiero subrayar la urgencia de que nuestros
gobernantes, no solo el Ejecutivo Federal, sino también de manera
esencial, el congreso de la Unión, así como los poderes estatales
pertinentes puedan abordar y resolver exitosamente la reforma integral
que permita reducir significativamente la aguda y riesgosa
dependencia que tienen las finanzas públicas de los ingresos
petroleros y en cierta medida del financiamiento externo.
Esta crisis internacional, repitámoslo sin precedente en varias
generaciones debiera convertirse en la gran oportunidad para lograr
algunos acuerdos trascendentes que hasta ahora nos han eludido.
La adversidad debiera ser causa de unidad a fin de afrontar con mayor
determinación que nunca, las severas limitaciones en la capacidad de
nuestro país para resolver, no solo sus antiguos problemas de pobreza
y desigualdad, sino también para que el Estado Mexicano pueda
cumplir con su función esencial de hacer valer las reglas producidas
por el propio estado que son indispensables para una convivencia
social productiva y armoniosa.
Es decir, hacer lo necesario para que nuestras instituciones de
seguridad y de procuración y adjudicación de justicia, realmente logren
hacer efectiva la igualdad ante la ley de todas las personas, de
proteger con eficacia los derechos de la gente, incluyendo el de la
seguridad personal y del patrimonio y de hacer el que la justicia sea un
vehículo efectivo para que los ciudadanos cumplan las obligaciones
que les corresponde ante las instituciones y la sociedad.
Permítaseme insistir en que esta tarea puede ser el gran punto de
confluencia de la amplia diversidad política que afortunadamente
existe en nuestra democracia, es un cometido que puede y debe
emprenderse muy pronto, sin esperar a que se supere la crisis global
que nos está imponiendo ya un alto costo que podrá volverse mucho
más grande en ausencia de medidas adicionales a las ya tomadas, en
realidad acelerar el paso de las reformas que necesita México, sería la
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mejor estrategia para lograr una rápida y sana recuperación de
nuestra economía, una vez que la recesión de nuestros principales
mercados haya tocado fondo.
Dada la escasez de capitales externos que seguramente viviremos en
el futuro inmediato, las reformas que se emprendan deben ser
congruentes con el objetivo de contar con un sector financiero, capaz
de estimulas más el ahorro nacional y movilizarlo mejor hacia las
actividades más productivas y dinámicas de nuestra economía.
Sin duda, en esa tarea la industria que ustedes representan tendrá
que desempeñar un papel más importante que el que ha tenido hasta
ahora, seguramente que de esta Convención surgirán propuestas para
en su momento situar su crucial actividad a la vanguardia de la
recuperación económica de nuestro país, que debemos tener
confianza habrá de ocurrir muy pronto.
Muchas gracias.
Moderador: Como anunciamos al principio, abrimos una sesión de
preguntas y respuestas, se les entregaron a ustedes uso papelitos
donde pueden formular la pregunta, si son tan amables de pasarlos
con las edecanes y me las turnan para podérselas presentar al doctor
Zedillo.
Por el momento tengo dos en lo que recabamos las siguientes y dicen
lo siguiente, una por una.
¿Dado el entorno global, existe la posibilidad de crear una
organización única que recle los mercados financieros a nivel global?
Dr. Ernesto Zedillo Ponce de León: Bueno, yo veo difícil que se cree
una sola institución que ejerza esta función de regulación financiera
global, por lo menos en el futuro inmediato.
En primer lugar soy escéptico de la voluntad política que habrá de
precisar una decisión tan trascendente, Lo que hemos visto en los
últimos meses es que efectivamente, bajo el impulso de la crisis, se
han dado decisiones que reflejan un mayor grado de coordinación
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entre los países avanzados y algunos países emergentes y en
desarrollo.
Pero debemos admitir que esta coordinación macroeconómica
financiera internacional y también en cuestiones de comercio, deja
todavía mucho qué desear.
Entonces yo realmente no veo todavía esa voluntad política para
asumir a plenitud algo que yo creo es muy importante, si vamos a vivir
en una economía globalizada, como creo que es lo mejor que puede
ocurrir para propósitos no solamente de prosperidad, sino de paz
internacional,
pues
necesitamos
nuevos
mecanismos
de
gobernabilidad global, incluyendo aquellos que mitiguen los riesgos de
crisis financieras globales.
Por otra parte, que no está claro y creo que durante los próximos
meses, como ya ha ocurrido en meses recientes, se tendrá que
realmente pensar cuál es el grado óptimo de regulación, no solamente
en los mercados financieros nacionales, sino en la regulación
internacional.
Después de todo es el caso de cada país y de cada gobierno a los que
corresponde responder a la hora de la verdad, a la hora que viene la
crisis y en este momento vemos que los países sí están coordinando
algunas decisiones, pero fundamentalmente y de acuerdo a sus
propias capacidades, pues están decidiendo las características de los
programas de apoyo a sus sectores bancario y financieros.
Entonces, tendríamos que pensar en un esquema en el cual los países
están dispuestos a conjuntar esos recursos de aseguramiento que se
requerirían para enfrentar las crisis y para entonces poder montar un
aparato de regulación global.
En todo caso ceo que no vamos a ver muy pronto esa regulación
global, creo que vamos a ver mayor coordinación, vamos a ver ciertas
reglas que en principio los países habrán de comprometerse a inscribir
en sus propios sistemas de regulación nacionales, pero llevará todavía
tiempo para ese gran regulador global.
Moderador: Muchas gracias.
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¿Cuáles son las tres principales reformas que México debe aprobar
rápidamente desde su punto de vista?
Dr. Ernesto Zedillo Ponce de León: Como lo mencioné en la
presentación y como lo he argumentado en muchos otros foros,
cuando hablo no solamente de México sino de América Latina, nuestra
tarea más urgente es la tarea del Estado de derecho, y difícilmente
tengo que exponer las razones aquí en nuestro país. Todos lo
estamos sufriendo.
No hemos logrado durante 200 años de vida independiente tener el
Estado que derecho que precisa la construcción de una sociedad y un
país con prosperidad, con estabilidad, con oportunidades para todos.
Y me parece que el gran esfuerzo nacional debiera darse ahora para
emprender ese paso definitivo hacia la construcción de un auténtico
Estado de derecho, y que no debiéramos escatimar recursos
económicos y por supuesto tampoco recursos políticos para realizar
esa tarea.
También he comentado que es muy interesante, que éste no es un
tema en el cual tengamos los mexicanos grandes diferencias. Todos
estamos convencidos que esto es importante.
Si vemos que los partidos políticos, de acuerdo a su ideología, a sus
programas de acción se dividen mucho en temas de política
económica y social, en este tema del Estado de derecho no debieran
estar divididos y decidirse a dar ese gran paso adelante.
En mi presentación también mencioné el tema de las finanzas
públicas, la dependencia que tienen las finanzas públicas de los
ingresos petroleros en alguna medida, afortunadamente ahora menos
que en el pasado, del endeudamiento externo es una de las más
graves vulnerabilidades que tiene nuestro país.
Desgraciadamente la riqueza petrolera que mucho nos ha dado, en
cierta medida también mucho nos ha quitado. Nos ha quitado la
voluntad de enfrentar la responsabilidad que entraña el decir: Somos
un país que quiere crecer, somos un país que tiene muchas carencias,
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somos un país en los cuales el Estado necesita recursos para
enfrentar muchos problemas y muchas carencias, y por lo mismo no
podemos tener la recaudación de países que tienen un mucho menor
grado de desarrollo que el nuestro.
Tenemos que hacer la reforma fiscal definitiva, que le dé la solidez
financiera al Estado mexicano, para que pueda honrar sería y
solidamente sus responsabilidades. Pero como decía yo: Esto no es
una tarea solamente del Presidente de la República, esta es una tarea
que deben emprender los otros poderes pertinentes. Ciertamente el
Congreso de la Unión. Se necesita la solidaridad y la participación de
los poderes estatales, y se va a necesitar la comprensión y la
paciencia de la sociedad en nuestro país, para reconocer que tenemos
un problema muy serio, que es realmente nuestro talón de Aquiles, y
que si no lo resolvemos nuestra situación podrá tornarse más difícil.
Ahora, en otras pláticas que he dado acerca de las economías de
América Latina y en particular de nuestro país, me he referido a otros
aspectos que evidentemente debemos abordar en el proceso de
reforma, que no he mencionado en esta ocasión. Pero permítanme
rápidamente decirlo, básicamente creo yo que nuestra economía sigue
siendo una economía menos productiva, que aquellas economías que
han logrado crecer más rápidamente, simplemente porque el grado de
competencia en nuestra economía sigue siendo todavía muy
restringido.
Considero que sigue habiendo enormes barrera que dificultan la
creación de nuevas empresas, la creación de nuevos empleos en los
sectores modernos de la economía.
Entonces debemos ser más drásticos en el fomento de la competencia
y debemos aspirar a tener leyes laborales que sin desproteger los
derechos básicos de los trabajadores no constituyan un desaliento a la
contratación de empleos de trabajadores en los sectores modernos de
nuestra economía.
No es casualidad que el sector informal de la economía en nuestro
país tenga el enorme tamaño que tiene; lo tiene porque tenemos leyes
que discriminan en contra de los trabajadores, particularmente los
jóvenes y las mujeres para ingresar al sector formal.
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Tenemos creado un entramado de incentivos negativos para participar
en la economía moderna e incentivos para participar en la economía
informal o subterránea.
Y si no enfrentamos este asunto, entonces vamos a ver que nuestra
economía seguirá siendo poco competitiva.
Moderador: Muchas gracias.
El sector asegurador ha demostrado que puede garantizar mejor los
ahorros del público comparado con otros intermediarios.
¿No debería tener por regulación un papel más importante en el
sistema de seguridad social?
Dr. Ernesto Zedillo Ponce de León: Bueno, la expectativa era que el
Ahorro para el Retiro debiera ser, y de hecho ha ocurrido, aunque no
en la medida en que se esperaba, pues una importante fuente de
ahorro para el desarrollo del país.
Yo no creo que el asunto sea tanto de regular más para que así
ocurra, sino tener regulaciones que permitan el desarrollo del sector,
que hagan atractivo, de nuevo vuelvo al problema que mencionaba
antes, no podemos tener un sector de Seguro para el Retiro
extremadamente o convenientemente dinámico si la mayoría de la
gente se nos va a producir al sector informal de la economía, donde
por definición pues no van a tener acceso a estos mecanismos
formales de ahorro.
Entonces lo que tenemos qué hacer es desaparecer los desalientos
que tenemos para participar en la economía formal y desaparecer los
incentivos que hoy existen para ingresar a la economía informal y
entonces los instrumentos que están disponibles en la economía
formal, seguramente tendrán una mayor oportunidad de desarrollo, y
claro está, hay otras medidas que seguramente podrían tomarse si
ese fuese el objetivo deliberado, como yo creo que debe de ser, de la
política económica.
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Moderador: Esta pregunta es muy general, muy particular y de mucho
interés para todos los mexicanos.
¿Cómo ve usted el tipo de cambio en el mediano plazo, digamos, en
un par de años?
Dr. Ernesto Zedillo Ponce de León: Yo lo que veo es que tenemos
una política de tipo de cambio flexible y es indiscutiblemente muy
afortunado que nuestro país tenga ese tipo de régimen cambiario.
Entonces realmente me parece pues que es una pregunta interesante,
pero que es una pregunta que la debe de contestar el mercado.
Moderador: Creo que suponíamos su respuesta, de alguna forma.
Dr. Ernesto Zedillo Ponce de León: Costó mucho trabajo que se
aceptara la idea del tipo de cambio libre en nuestro país.
Moderador: En relación con la oportunidad de buscar la tan necesaria
unidad entre los diferentes sectores de nuestra sociedad. ¿Ve usted
una posibilidad real, al menos una voluntad real de parte de los
partidos políticos en el sentido de lograr la concordia versus la
discordia que los caracteriza?
Dr. Ernesto Zedillo Ponce de León: Bueno, yo creo que estamos en
un proceso de maduración democrática, no debemos de espantarnos
de lo que ha sucedido desde que nuestro país ingresó plenamente a
una democracia altamente competitiva, debemos confiar que
paulatinamente los actores políticos seguirán adquiriendo la madurez
no solamente para competir por el poder político, que es una
competencia legítima, sino para asumir las totales consecuencias de
esa responsabilidad.
Lo que tenemos qué acabar de entender es que la consecuencia
política pues no es para adquirir poder, sino que tiene principalmente
el fin de adquirir responsabilidad, la responsabilidad de gobernar, la
responsabilidad de tomar decisiones, aún cuando esas decisiones
sean impopulares en el corto plazo.
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Ahora, esto no ocurre de la noche a la mañana, por eso expresaba yo
en mis comentarios antes, que quizás esta crisis sea la gran
oportunidad que nos unifique aún a aquellos que puedan tener
grandes divergencias políticas en el propósito de retomar el proceso
de reforma que le permita tener al país bases más sólidas para crecer
y también para alcanzar los altos objetivos de la política social.
Creo que si los partidos políticos y los representantes populares se
dan cuenta de la situación que estamos viviendo y que podemos
seguir viviendo en los próximos meses y años y que nadie conviene en
cuidar esta casa –como lo he dicho muchas veces- esta casa México,
es de todos, a todos nos toca cuidarla porque nunca sabemos qué va
a pasar en la próxima elección; entonces entre todos tenemos que
cuidarla y parte de ese cuidado pues debe ser desde la posición de
responsabilidad pública que tienen nuestros representantes populares,
saber ponerse de acuerdo y saber tomar decisiones que aunque no
son populares en el corto plazo y les aseguro que las decisiones que
debemos tomar frente a esta crisis, ninguna va a ser popular, ninguna
va a ser popular, sería engañarnos si pensásemos que esta crisis se
va a resolver con buenos deseos, con fantasías, con castillos en el
aire.
Seguramente nuestros representantes populares, nuestro presidente,
nuestros diputados, nuestros senadores, nuestros gobernadores,
nuestros diputados estatales pues van a tener que tomar decisiones
difíciles e impopulares, pero es lo que el país requiere y yo confío que
pues a mas tardar en la próxima legislatura del Congreso de la Unión
podamos comenzar a ver que esta madurez democrática tan
necesaria comienza a instalarse definitivamente en nuestro país.
Moderador: Por cuestión de tiempo vamos hacer la última pregunta
que hemos seleccionado: ¿por qué es más profunda la baja del PIB en
México que en Estados Unidos ante esta coyuntura?
Dr. Ernesto Zedillo Ponce de León: Bueno, en primer lugar ya
mencionaba yo que nuestra economía, bueno voy a decir en primer
lugar porque ellos emiten dólares y nosotros no, esa es la respuesta
fundamental, casi podría dejarla en eso, ellos tienen acceso a
recursos, inmensos recursos que nosotros no tenemos, es más, voy a
elaborar sobre este punto porque me parece muy importante.
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La razón por la que yo sostengo que nuestro país no puede tener
políticas anticíclicas de gran envergadura en este momento, es
simplemente porque no vamos a tener acceso a recursos adicionales
significativos a los que generamos nosotros con nuestro propio
esfuerzo, no hay y no habrá en este año y posiblemente por algunos
años, recursos externos adicionales para nuestro país.
Bueno, los Estados Unidos no están en esa circunstancia, los Estados
Unidos están planeando tener un déficit fiscal de más del 10 por ciento
del PIB el próximo año y bueno pues cuando uno tiene un déficit qué
hace pues pide prestado, los Estados Unidos que habían reducido su
déficit en cuenta corriente los últimos dos años, seguramente este año
se detendrá esa mejora, por qué lo pueden hacer, porque están
pidiendo prestado, aquellos países que todavía tienen un súper habit
les están prestando recursos; entonces ellos pueden tener un gasto
adicional para estimular su economía, margen que nosotros no
tenemos.
Ahora nos vamos a pasar el tiempo lamentándonos de que así sea,
pues no, señoras y señores hay que enfrentar la realidad y actuar en
consecuencia, hay que tener una política consecuente en el corto
plazo como yo creo que la ha tenido el gobierno de la república con
mucho esfuerzo, porque las condiciones políticas a veces no son
fáciles para tener esas políticas pero yo creo que el esfuerzo adicional
deberá ser muy grande en los próximos meses.
Ahora, también es cierto que si no solamente nos atenemos a la
disciplina financiera, sino además emprendemos otras reformas
estructurales como la reforma integral de nuestro Estado de Derecho y
reformas que incrementen la productividad de nuestra economía, pues
yo creo que cuando nos recuperemos todos, la economía de Estados
Unidos y la de nosotros, pues nosotros tendremos la oportunidad de
crecer mucho más rápido que los Estados Unidos por muchas
razones, porque venimos de un nivel más bajo.
Tenemos esa oportunidad, pero esa oportunidad no se va a
materializar si no hacemos un gran esfuerzo.
Presentador: Muchísimas gracias doctor Zedillo.
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Le voy a pedir al Presidente de la Asociación Mexicana de
Instituciones de Seguros, el licenciado Juan Ignacio Gil Antón, le
entregue un reconocimiento al doctor Zedillo por su brillante plática y
por los comentarios tan atinados y la visión que nos dio sobre el futuro
de nuestro país.
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