La importancia decisiva del MATRIMONI I La FAMILIA PER l`estat

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SITUACIÓN Y PERSPECTIVAS DEL ESTADO
DEL BIENESTAR EN ESPAÑA.
Instituto de Estudios del Capital Social (INCAS)
Centro de Investigación y Desarrollo Empresarial (CIDE).
Universitat Abat Oliba CEU
SITUACIÓN Y PERSPECTIVAS DEL ESTADO
DEL BIENESTAR EN ESPAÑA.
Dirigido por Josep Miró i Ardèvol.
Director del CIDE-INCAS.
Barcelona, septiembre 2007.
ÍNDICE.
Prólogo.
I. El Fundamento del Estado del Bienestar.
1
Las dificultades de prever el futuro.
2
El informe de la UE.
5
Las perspectivas reales del sistema público de pensiones de España.
8
Un estudio reciente.
11
Los dos factores clave.
13
El problema estratégico de la baja natalidad.
14
a. La concepción cultural.
14
b. Las disfunciones en las instituciones sociales que
hacían posible el estado del bienestar.
16
c. Las políticas que acentúan las disfunciones.
21
Las Consecuencias.
Tabla
1
2
3
4
Gráfico
26
Título
Proyección del sistema de gastos e ingresos de la
Seguridad Social (Millones de €).
Previsión del gasto Público 2050 (% PIB)
Sostenibilidad intertemporal del presupuesto público:
Descomposición de la brecha de sostenibilidad en los
subprogramas del estado del bienestar (Cuentas AAPP$ 2004).
La nueva legislación española.
Título
2
Proyección Ingresos y Gastos del Sistema de la
Seguridad Social (a precios corrientes)
Evolución del gasto en Pensiones y Sanidad.
3
Sostenibilidad del sistema de pensiones contributivas.
1
Pág
3
8
12
24
Pág
4
9
10
EL FUNDAMENTO DEL ESTADO DEL BIENESTAR.
PRÓLOGO
La configuración del estado del bienestar está estrechamente vinculada al
capital humano y al capital social. De hecho, para que el estado del
bienestar sea posible es necesario no sólo la voluntad política, sino la
existencia de una sociedad del bienestar, es decir, un conjunto de
infraestructuras sociales que garanticen un determinado funcionamiento, la
existencia de determinadas normas jurídicas o consuetudinarias, y un
determinado nivel de productividad.
En la presente publicación, se ha querido apuntar un enfoque habitualmente
poco estudiado de cómo la existencia de ciertas disfunciones dificultan la ya
de por sí complicada situación del estado del bienestar en España.
I.
EL FUNDAMENTO DEL ESTADO DEL BIENESTAR.
El estado del bienestar constituye una de las características específicas de la
sociedad europea occidental, y es, tal y como afirma A. Sen (1999), uno de sus
valores de mayor significación universal. En términos generales, consiste en
ofrecer a la persona un sistema de protección por parte del estado con el fin
de que pueda llevar una vida aceptable, sin caer en la pobreza o no disponer
de un mínimo de autonomía personal. Esta actuación afecta a múltiples
ámbitos: protección de los trabajadores, sanidad y enseñanza gratuita y
universal, sistema público de pensiones, pero sobre todo significa un conjunto
de transferencias de un grupo social a otro, y de una a otra generación. En la
reflexión sobre estas transferencias, el propio nombre y definición primaria de
“estado” del bienestar da lugar en ocasiones a un gran equívoco, al inducir a
pensar que es él quien hace posible el sistema, cuando en realidad depende de
la sociedad. Para que exista el estado del bienestar es condición necesaria la
existencia de una sociedad del bienestar.
Pero todo ese proceso redistributivo en forma de prestaciones económicas y de
servicios, tiene una base: el sistema público de pensiones. Lo es por su
dimensión, dado que por si mismo significa un gasto equivalente al de todas
las demás prestaciones juntas. También lo es por su papel garante. Una de las
mayores seguridades que tiene toda persona es saber que su vejez estará
razonablemente cubierta en términos económicos, aunque en algunos casos,
como la pensión mínima en España, resulte tan insuficiente que sitúa a quienes
las perciben por debajo del umbral de la pobreza. Cuando el declinar humano
se produce, existe la tranquilidad de poder vivir con autonomía. Claro que esta
función era desempeñada en el pasado por el ahorro personal -quien podía-, y
por los numerosos hijos. En este sentido, las pensiones constituyen una forma
organizada de transferencia que opera a escala de toda la sociedad, de las
generaciones mas jóvenes a las más viejas, un mecanismo que antes se
producía en un marco intrafamiliar. Al cambiar la referencia, la transferencia
puede ser redistributiva no sólo en términos intergeneracionales, sino
trasversales y, por consiguiente, favorece a los segmentos de menores
ingresos.
1
De ahí que si el sistema público de pensiones se viera substancialmente
alterado, el fundamento del bienestar quedaría muy afectado. Ello explica
porqué el foco de atención se sitúa con razón en el futuro de la Seguridad
Social.
Para que el sistema fundamentado en el reparto funcione, se necesita como
condición básica un número suficiente de personas en edad de trabajar, y
lógicamente un nivel de ocupación que guarde una relación adecuada con el
número de jubilados, así como una evolución de la productividad por ocupado
que no altere a peor las relaciones iniciales entre cuotas y pensiones.
Ocupación y productividad son, por consiguiente, los dos conceptos clave.
Las dificultades de prever el futuro.
Todo ejercicio de prospectiva incorpora una variable de incertidumbre que está
en función del horizonte de la proyección y la naturaleza de lo proyectado. No
es necesario recordar las desacertadas previsiones del “The Global 2000 Report
to the President”1 publicado en 1981 para constatar las dificultades de tal
tarea, a pesar de contar con equipos humanos de extraordinaria calidad. En la
prospectiva del sistema público de pensiones debe apuntarse que resulta
mucho más difícil establecer los ingresos que los gastos, dado que la evolución
a largo plazo de las variables fundamentales, ocupación y productividad,
resultan mucho más inciertas. Por el contrario, la estructura y dimensión del
gasto es mucho más previsible, porque se conocen las cotizaciones y por
consiguiente sus derechos de percepción y su número, con mayor precisión. En
este ámbito hay una variable más incierta como es la esperanza de vida, en
constante crecimiento, y que es previsible que continúe haciéndolo en el
futuro.
En el año 2005, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (MTAS) presentó al
Comité de Protección Social de la UE el “Informe de Estrategia de España en
Relación con el Futuro del Sistema de Pensiones”; se trata por tanto de un
estudio oficial y reciente. Este es el resumen de sus resultados:
1
La versión española fue publicada por Tecnos en 1982 bajo el título “El mundo en el año 2000”.
2
Tabla 1
Proyección del sistema de gastos e ingresos
de la Seguridad Social (Millones de €).
2005
2010
2015
Gastos
80.590,78
107.825,68
138.623,61
176.638,09
Ingresos
86.612,90
111.748,04
137.998,15
158.916,89
6.022,12
3.922,36
(-625,46)
(-17.721,20)
0,67
0,33
-0,04
-0,96
6.022,12
3.922,36
0
0
0,67
0,33
0
0
26.650
51.816,86
55.969,71
2.593,30
Superávit/déficit
Relación sobre el PIB (%)
Superávit / déficit con aplicación
del fondo de reserva
Relación sobre el PIB (%)
Fondo reserva al final ejercicio
2020
Fuente: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (2005).
Las cifras muestran que en 2015 se iniciará el déficit que podrá ser cubierto
con el fondo de reserva hasta 2020. A partir de esa fecha el fondo se habrá
agotado y se producirá un déficit efectivo, además de signo creciente, puesto
que si en 2020 las pensiones estrictas significaban un gasto de 153.732
millones de euros, en 2030 será ya de 262.980 millones de euros, mientras
que los ingresos evolucionan a un ritmo menor. Así, en el periodo 2015-2020
los gastos experimentan un índice de incremento en relación al año base
(2015=100) de 129 mientras los ingresos se situarán sólo en el 115. Un hecho
adicional es que estas previsiones parten de hipótesis continuadas de
ocupación y productividad óptimas, por tanto es posible que en la realidad sean
peores.
Los datos oficiales son concluyentes en este sentido, y modificaciones
ulteriores en el caso de producirse, deberían justificarse en función de las
fluctuaciones que se hayan producido en las variables consideradas. Detrás de
esta cuestión tan difícil, figuran dos factores, sobre todo. Uno el demográfico, y
el otro que tampoco puede descuidarse es el de un cálculo actuarial que no
está bien adaptado a la situación real.
3
Por consiguiente, y según esta formulación, a partir de 2020 el sistema público
de pensiones generaría un déficit presupuestario que se querrá paliar haciendo
modificaciones substanciales en las prestaciones y en las cuotas.
Gráfico 1
Proyección Ingresos y Gastos del Sistema de la Seguridad Social (A precios corrientes)
200
180
160
Miles de Millones de euros
140
120
Gastos
Ingresos
100
80
60
40
20
0
2005
2010
2015
2020
Fuente: Ministerio de Trabajo y Asuntos sociales. Ministerio de Sanidad. The Impact of Ageing on Public
Expenditure: Projections for the EU25 Member Status on Pensions, Health Care, Long-Term Care,
Education and Unemployment Transfers (2004-2050).
4
El informe de la UE.
El Comité de Política Económica de la Comisión Europea (Economic Policy
Commitee and the European Commission, DG ECFIN) ha publicado el estudio
que presenta las proyecciones base de 2004 hasta 2050 por décadas
intermedias, para los epígrafes constituidos del estado del bienestar en
términos de gasto público: paro, pensiones sanidad, educación y dependencia,
The Impact of Ageing on Public Expenditure: Projections for the EU25 Member
Status
on
Pensions,
Health
Care,
Long-Term
Care,
Education
and
Unemployment Transfers (2004-2050).
Este estudio aporta también información valiosa sobre escenarios de futuro en
relación a variables tan importantes como la fertilidad, la esperanza de vida, el
balance migratorio, la estructura de edades, la ocupación, el potencial de
crecimiento y las ratios de dependencia de la población, entre otros. El
resultado es una sucinta pero completa radiografía de cómo puede ser España
en el 2050. Como todas las proyecciones, sus resultados son cuestionables
hasta el escepticismo, pero a la vez definen unas condiciones plausibles de
futuro.
La tasa de fertilidad de España mejorará ligeramente pero quedará estancada
en el 1.40, y continuará siendo la más baja de Europa, junto con la tasa
italiana. Este hecho se traduce en una estructura de edades de la población –
inmigrante incluida– que plantea un futuro repleto de graves incertidumbres.
En 2050, la población en edad de trabajar, será de 22.9 millones de personas,
mientras que los mayores de 65 años serán 15 millones, de los cuales una
tercera parte tendrán 80 o más años. De hecho, habrá más población de edad
avanzada, 5.3 millones, que menores de 15 años, 5.0 millones. Una relación de
activos/jubilados de poco más de 1 de relación, y de activos sobre inactivos de
prácticamente 1; es obvio que económicamente todo esto resulta inviable. De
hecho, mucho antes, en torno al periodo 2020-2030, la crisis por este motivo
ya se habría producido.
Naturalmente no todos los activos estarán ocupados. Para 2050, la proyección
se sitúa en el 71.4%.
5
Por lo tanto, España tendría una población ocupada de 16.3 millones de
habitantes para 15 millones de jubilados, algo más dadas las jubilaciones
anticipadas, y un total de 20 millones de inactivos contando también a los
jóvenes. Relaciones, por tanto, iguales o inferiores a 1 en el primer y segundo
caso, y esto con una hipótesis de ocupación buena. Pero una tasa de ocupación
tan alta significa un gran contingente femenino trabajando fuera de casa, y por
tanto generando demandas y costes públicos en materia de guarderías, otros
servicios a la infancia y a la población dependiente, o de lo contrario una
disminución del número de nacimientos.
La hipótesis inmigratoria neta es de un total de 6.2 millones de personas, de
las cuales como es lógico, sólo una parte son activos. Si suponen una
estructura de este grupo algo más joven que el conjunto, tendríamos unos 4
millones de activos. Bajo esta hipótesis, la población inmigrada adicional que
sería necesaria para superar la quiebra demográfica y asumir una relación
ocupado/jubilado de 2.1 que sería razonable, nos sitúa en una dimensión de
inmigrantes del orden de 24 a 30 millones para una población española de 43
millones, y una población total de 67 a 73 millones. Es obvia la inviabilidad de
la inmigración para resolver el problema. Si la previsión del estudio de la
Comisión Europea puede parecer cierta, 6,2 millones, lo teóricamente
necesario, cuatro veces superior, es social y políticamente inviable.
El juego numérico tiene sentido sólo como orden de magnitud, y además como
es lógico, puede variar substancialmente en función de la productividad, pero
no existen hipótesis razonables que permitan definir un escenario demográfico
basado en la inmigración que resulte viable para el sistema público de
pensiones.
La esperanza de vida de los españoles, empeora en relación al contexto
europeo y pasa de ser un país puntero a situarse por debajo de la UE-15 y
prácticamente enrasado con la UE-25 en lo que se refiere a los hombres. Para
las mujeres la comparativa es mejor, pero también registra, de forma
moderada, una pérdida de posiciones.
El paro mejora hasta 2005 y logra una tasa del 7%, pero a partir de entonces,
se mantiene estancada. La mejora de este parámetro para situarse en la
6
magnitud de la UE-15, el 6.1%, aligeraría, aunque no resolvería, la relación
ocupados/jubilados.
La productividad del trabajo, el otro factor que estrangula el futuro español,
junto con el demográfico, crecerá a un ritmo del 1.1 en la década presente, por
debajo de Europa y de los competidores de la UE-15. Después mejorará
sensiblemente pero se situará por debajo de 2. Aquí son necesarias dos
observaciones. Gran parte de las proyecciones de la Seguridad Social y del
Ministerio de Trabajo que hemos visto anteriormente, se hacen bajo la
hipótesis de un aumento de la productividad constante del 2%. Por tanto, sus
previsiones pueden pecar de optimistas.
La tasa de crecimiento decae al igual que la europea. Eso hará que en 2050 la
renta por persona esté más lejos de la media europea que en la actualidad y
también que el nivel comparativo de productividad empeore sensiblemente,
situándose muy por debajo de la UE-25. La productividad española debería
crecer considerablemente y además hacerlo por encima de los incrementos
salariales para mejorar la situación.
Las ratios de dependencia son malas, especialmente la que relaciona los
activos y los jubilados, que es peor incluso que la italiano. Es también bastante
mala cuando la relación se hace con los ocupados; 18 puntos más que la media
europea, pero en este caso, la cola corresponde a Italia.
El gasto en pensiones se sitúa en torno al 9% del PIB en el 2010 y estará cerca
del 16% en 2050. Casi duplicará su peso actual. Su peso es menor que el de
Europa hasta el 2025. A partir de esta fecha lo supera. España es, de lejos, el
país en el que crece más la carga de las pensiones sobre el PIB, lo hace en 7.1
puntos porcentuales al pasar del 8.6 al 15.7, mientras que para la UE-15 el
crecimiento es de 2.3 porcentuales. Esta diferencia marca la gravedad de la
situación española.
Para el gasto en sanidad se formulan diversos escenarios y oscilan entre el 7.7
y el 8.7% del PIB en 2050. El conjunto de este gasto más el de las pensiones
sitúa el total en torno a una cuarta parte del PIB, una magnitud que habla por
sí misma.
7
En lo referido a educación, la tendencia con el comportamiento demográfico es
a decrecer y a situarse por debajo del actual, lo que indica la pérdida de
población joven, pero esta minoración obviamente no compensa el crecimiento
de las otras magnitudes.
El resumen de los principales componentes es el siguiente:
Tabla 2
Previsión del gasto Público 2050 (% PIB)
Pensiones
Sanidad
Enseñanza
Total
2004
8.6
6.1
4
18.7
2050
15.7
8.2
3.1
26.5
El resultado es un incremento del gasto total del orden del 50%, pero esta
cuestión está estrictamente conectada a las pensiones porque las variaciones
en el agregado de los dos otros epígrafes, un incremento del 10.5 al 11.3, no
tiene en comparación un gran significado.
A esta cifra se le debe añadir el gasto generado por la atención a las personas
dependientes que el citado estudio sitúa en el 0’8% del PIB para 2050, una
cifra muy moderada, si se considera lo que establece la nueva legislación
española en esta materia, que ya supondrá más del 1% del PIB en el 2014,
cifra que a partir de aquella fecha tenderá a aumentar rápidamente con el
envejecimiento de la generación del “baby boom” y, por consiguiente, el
crecimiento del número de personas dependientes, dado que se trata de una
variable estrechamente vinculada a la edad.
Las perspectivas reales del sistema público de pensiones de
España.
Sobre la situación española existen algunas ideas equivocadas que el propio
Gobierno se ha encargado de acentuar. Concretamente, la buena salud de la
Seguridad Social española y las causas que la hacen posible.
Es una evidencia numérica que las cuentas de la Seguridad Social pasan por un
buen momento, pero también lo es que se trata de una situación transitoria2.
2
David Taguas, junto con Maria Jesús Sáez en La Reforma de las Pensiones, Panorama Social núm. 4, II
semestre, 2006. cita Herce y Alonso ( 2000) Jumeno (2000), Boldrin et al (2001), Alonso y Herce (2003)
Balmaceda y Tello (2003), Zubiri (2003),Serrano et al. (2004), el ya mencionado del Ministerio de
8
La buena evolución de la economía española desde hace más de una década,
que empezó a mitad de los años noventa del siglo pasado tiene que ver, cierto,
pero no es realmente la causa principal, y esto parece ser lo que más cuesta
reconocer. Porque la clave del avance no radica en la mejora de la proporción
de los ingresos, es decir las cotizaciones sociales, como en la ralentización del
gasto por efecto de la Guerra Civil 1936-39, que es lo que otorga en su escala
temporal la especificidad española. También cabe registrar en el ámbito
positivo la inmigración, realmente importante desde 1999, a un ritmo de medio
millón por año de promedio. Al fin y al cabo es lo que ha dado la foto actual,
tan buena. De hecho son muy numerosos los trabajos que se ocupan de este
problema desde hace años, pese a que no todos ellos se han mostrado
demasiado exactos a la hora de prever el inicio del periodo crítico. De hecho y
a todos los efectos, el Banco Mundial ya elaboró un informe en 1994, es decir
más de veinte años atrás, sobre la necesidad de modificar el sistema de
pensiones de reparto, debido a la transición demográfica, que comportaba un
aumento muy notable de la población, por la combinación de la disminución de
la natalidad y el aumento de la esperanza de vida.
No estamos tratando nada nuevo, pero sí lo es la proximidad de la entrada en
quiebra, y la resistencia de los poderes públicos a asumirlo, traduciéndolo en
políticas concretas.
Gráfico 2
Evolución del gasto en Pensiones y Sanidad.
Proyección de gasto de total pensiones en relación con el PIB (% sobre PIB)
18
16
14
12
10
Ministerio de Trabajo
Estudio Comision Europea
Sanidad
8
6
4
2
0
2004
2010
2015
2020
2030
2040
2050
Fuente: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, “Informe de Estrategia
de España en relación con el futuro del Sistema de Pensiones, 2005.
Informe al Comité Protección Social UE.
Trabajo (2005), Dia-Gimenez y Díaz-Saavedra (2006), Jiménez Martín (2006), Balmaceda, Melgizo y
Taguas (2006), Jimeno, Rojas, y Puente (2006).
9
Gráfico 3
Sostenibilidad del sistema de pensiones contributivas
(en proporción al PIB).
20.0%
15.0%
10.0%
Pensiones contributivas
5.0%
Cotizaciones sociales
Diferencia
66
61
20
56
20
51
20
46
20
41
20
36
20
31
20
26
20
21
20
16
20
11
20
06
20
01
20
-5.0%
20
19
96
0.0%
-10.0%
Fuente: Concepció Patxot, Ramon Farré, “Evaluación de la sostenibilidad
del estado del bienestar”. Fundació pel Desenvolupament Humà i Social.
La última manifestación de esta tensión entre perspectiva y resistencia política
al cambio, se produjo cuando por una circunstancia accidental apareció
publicado un artículo de David Taguas3 en “Panorama Social”, cuando hacía
poco que había sido nombrado asesor económico del presidente Zapatero,
realizado cuando era subdirector del Servicio de Estudios del BBVA. En
realidad, y como hemos visto con la referencia de trabajos anterior, no es la
primera vez que Taguas trataba este tema, pero ahora se daba la morbosa
coincidencia de que el asesor del presidente del Gobierno presentaba unas
previsiones frontalmente contrarias a la tesis oficial sostenida por el ministro
Caldera, responsable de la Seguridad Social (y que nunca ha explicado porqué
la tesis pública oficial se contradice con el informe de la Comisión Europea
presentado por su Ministerio, tal y como ya hemos visto). David Taguas
afirmaba literalmente “parece probable que el gasto en pensiones contributivas
se duplique sobradamente en el transcurso de las próximas cinco décadas,
como consecuencia fundamentalmente del importante incremento de la tasa de
dependencia. En ausencia de cambios normativos, entre el 2011 y el 2015, el
sistema de prestaciones contributivas podría incurrir en déficit, mientras que
3
Maria Jesús Sáez y David Taguas, Ob. Cit.
10
los fondos de reserva permitirían financiarlo entre 7 y 10 años a partir de esta
fecha. Este desequilibrio requeriría un ajuste del gasto en prestaciones
contributivas del 1,5% si se iniciara esta política en 2007”. Por lo tanto, hasta
2018 en la peor hipótesis, y 2025 en la mejor hipótesis, se produciría la
quiebra real de la Seguridad Social, un resultado coincidente con el del
Ministerio de Trabajo, y que viene a situar el periodo crítico en torno a 2020. El
reajuste, en la hipótesis de Taguas, un 1,5% anual acumulativo, permite
entrever también las dificultades y resistencias crecientes al cambio en la
medida que pasen los años, dado que su dureza aumenta con los años.
La inmigración no resuelve el problema a largo plazo, ni siquiera utilizando las
hipótesis máximas del Instituto Nacional de Estadística (INE), con una entrada
de hasta 14,5 millones de inmigrantes hasta 2060, a un ritmo de 400 mil entre
2007 y 2010, de entre 260 mil y 280 mil entradas netas anuales entre aquel
año y 2060. Dejando a un lado el impacto extraordinario de una inmigración
tan numerosa sobre la sociedad de acogida, esta inyección demográfica no
sería suficiente, incluso con hipótesis muy optimistas con respecto a la tasa de
actividad, el 81,3% en 2059, reduciendo el paro hasta el 3,5% y la
productividad a medio y largo plazo del 1,5%. El crecimiento de la pensión real
media se sitúa por encima de esta cifra, en el 1,8% debido al efecto
sustitución. En este contexto, el gasto en pensiones pasaría del 7,7% del PIB
en 2004 al 17,9 en 2059 y, antes, en las fechas indicadas en torno a la
segunda década de este siglo se produciría la insuficiencia.
Un estudio reciente.
Un estudio reciente4 establece que sería necesario recaudar cada año un 2,02%
más para llegar a una situación de equilibrio. Este resultado como ya ha
comentado la autora del estudio, está relacionado en el año base del análisis,
2004, que presentaba un déficit del 0,14%. En cualquier caso, una desviación
fiscal constante del orden del 2% cada año es un problema de dimensiones
considerables. Desde el punto de vista temporal, la previsión es que a partir de
2021 se produzcan déficits cada vez más grandes hasta lograr un máximo del
7,48% del PIB para el año 2050. Estos son los resultados del estudio con
respecto a la brecha de sostenibilidad tal y como muestra la tabla siguiente:
4
Concepció Patxot, El futuro del estado del bienestar en España. Fundación para el Desarrollo Humano
y Social. Barcelona, 2007.
11
Tabla 3
Sostenibilidad intertemporal del presupuesto público: Descomposición de la
brecha de sostenibilidad en los subprogramas del estado del bienestar
(Cuentas AAPP$ 2004)
% PIB
de 2004
% PIB
de 2050
Brecha de sostenibilidad
(% PIB intertemporal)
Saldo presupuesto público global
(saldo primario)
+1,91
-7,48
2,02
Saldo presupuesto público global
(excluyendo deuda explícita inicial)
+1,91
-7,48
0,85
+0,9
-6,17
1,49
Gasto en pensiones contributivas (S.S.)
-8,23
-15,21
10,53
Gasto sanitario
-5,29
-8,5
6,50
Gasto en cuidados de larga duración
-0,33
-0,97
0,58
Gasto en familia
-0,5
-0,47
0,47
Gasto educativo
-4,41
4,21
4,11
Sistema de pensiones contributivas de
reparto (Saldo en 2004, deuda inicial nula)
Fuente: El futuro del estado del bienestar en España.
Como ya se ha expuesto en el estudio, la razón de que el déficit sobre el PIB se
presente como mayor en conceptos como sanidad y enseñanza respecto a las
pensiones, es debido a que en este último caso, existen unos ingresos
específicos, mientras que todos los otros se financian por la vía general de los
presupuestos del Estado.
En realidad, es previsible que la cifra de gastos en dependencia y familia será
más importante. En el primer caso debemos considerar como mínimo un 1%
del PIB, y por lo que se refiere a la familia tenderá a aumentar para situarse
como mínimo en el valor de la Unión Europea, un 2%, por tanto, del PIB.
También por esta vía debemos pensar en un aumento del desequilibrio
apuntado, sin considerar otra partidas, muy poco significativas hoy, como las
relacionadas con el seguro de desempleo.
Según el estudio, el déficit total en % del PIB se situaría en un máximo de
7,48% en el año 2050. A ello contribuiría de una forma decisiva el incremento
de gasto de las pensiones.
El estudio específico sobre enseñanza señala que la brecha de sostenibilidad,
expresado en términos de PIB intertemporal, oscila entre el 4,11 y el 4,76,
hipótesis máxima que logra cuando se igualen las condiciones de la escuela
concertada a las de la pública.
12
Los resultados son, en cualquier caso, coincidentes con los otros trabajos: con
los planteamientos actuales, el estado del bienestar español no es sostenible y,
a la vez, no se observan políticas que puedan hacer posible una mejora. Al
contrario, en determinados aspectos se promulgan medidas que agravarán los
problemas a medio y largo plazo en especial en lo que afecta a la natalidad.
Los dos factores clave.
Uno es radical y muy simple: la carencia de natalidad. Con 1,4 hijos por mujer,
que es el máximo que observamos, el sistema público de pensiones tal y como
lo conocemos, es simplemente imposible por falta de viabilidad. Pero la
reflexión comporta más elementos. Uno de ellos es el reconocimiento de su
coste real y la necesidad de formular un equilibrio entre prestaciones y
aportaciones. No se puede estar transfiriendo indefinidamente el coste hacia el
futuro, porque tiene un límite y ya lo hemos superado.
Sin equilibrio demográfico ni una relación actuarial correcta, el sistema no es
sostenible.
A
largo
plazo
recuperarnos
demográficamente
es
condición
necesaria, a medio plazo lo es reajustar la relación costes/prestaciones. El
ejemplo alemán, 25 años trabajados para el cálculo, y retraso de los 65 a los
67 para la jubilación es un aviso rotundo. Pero para lograr una reanudación
demográfica a largo plazo hace falta actuar ya desde ahora dada la dificultad y
lentitud de la respuesta, y tampoco puede esperarse más al ajuste actuarial:
cuanto más tarde más duro será para los más jóvenes.
Por lo tanto, es necesaria una acción que ajuste mejor prestaciones y
aportaciones y que en todo caso, sea el presupuesto del Estado el que aporte
los medios necesarios en el marco de la política general para ayudar a las
personas de nivel más bajo. El retraso en la edad de jubilación, primeramente
voluntaria e incentivada, junto con la penalización de las jubilaciones
anticipadas es una necesidad urgente. Estas últimas malogran capital humano
y social, y son beneficios para hoy y fallida pública para mañana. Con todo, es
evidente, el retraso en la edad de jubilación es preceptivo. El tema demográfico
es mucho más complejo particularmente en el caso español, observándolo con
más detalle.
13
El problema estratégico de la baja natalidad.
En términos objetivos, las causas pueden agruparse en tres grandes vectores:
a. Una concepción cultural que ha ganado en hegemonía desde su
eclosión inicial a finales de la década de los sesenta, del siglo XX.
b. Las disfunciones en las instituciones sociales que hacían posible el
estado del bienestar.
c. Las políticas que acentúan las disfunciones.
a.
La concepción cultural.
La condición cultural en gran parte de Europa y de una forma creciente en
España, se fundamenta en la ideología de la desvinculación. Ésta configura los
marcos referenciales, es decir, el sistema de ideas dentro del que formamos
nuestras opiniones, actitudes y adoptamos decisiones. La doctrina desvinculada
considera que la autorrealización individual sólo es posible mediante la
satisfacción del deseo individual. Ésta ya no es un componente más de las
dimensiones humanas guiadas por la conciencia construida en el raciocinio,
sino el hiperbien al que debemos aspirar. El resultado es un sujeto que, por
definición, considera bueno estar libre de cualquier atadura permanente, de
todo compromiso personal y colectivo, creencia, tradición e historia. Todo
aquello que le contraríe debe ser transformado o suprimido sin considerar las
consecuencias. El deseo es visto como la manifestación de la autenticidad
humana, y por tanto, debe ser respetado estrictamente, porque de lo contrario
se limita la libertad. Coherente con la condición del hiperbien, la realización de
determinados deseos se considera una dimensión que pertenece a la
ampliación de derechos civiles.
La sociedad a la que da lugar esta concepción es marcadamente individualista
y guiada por la expresividad hedonista. En este último aspecto se podría hablar
quizás de sociedad neorromántica, sino fuera porque el mismo concepto de
romanticismo, habitualmente mal utilizado, introduciría más confusión que
claridad.
14
Este cambio de mentalidad, se inicia a partir de las “revoluciones del 68” y
toma forma en la década de los setenta cuando se despliegan los intentos por
ensayar la articulación entre el marxismo y la escuela freudiana. Posiblemente
sea Jean-François Lyotard, con la idea de la economía libidinal5, inspirada
parcialmente en Freud, uno de los autores de mayor influencia en este campo.
La ideología de género es el estadio superior de la ideología de la
desvinculación. El objetivo político de la ideología de género es modificar no
únicamente la institución familiar al presentar como tales a todas las
variedades de relaciones basadas en el intercambio sexual, sino modificar la
concepción antropológica que establece la especialización de la humanidad en
dos sexos sobre los que se asienta la capacidad reproductiva.
La concepción antinatalista está estrechamente conectada a la extensión y
predominio de la perspectiva de género y, en ese sentido, constituye una causa
básica de la crisis del estado del bienestar y de su inviabilidad. Falta estudiar
con detalle las relaciones entre la cultura mediática, la agenda política, y la
derrota demográfica europea.
En el caso español la incidencia será mayor porque es uno de los pocos estados
que combina tres vectores que no se dan juntos en ningún otro país:
Políticas familiares económicamente muy mal dotadas, de las
peores de Europa.
Unos partidos, PSOE e IU, que han asumido plenamente la
ideología de la desvinculación, y su máxima expresión política, la
perspectiva de género.
Unos gobiernos -estatal y muchos autonómicos- que la están
aplicando hasta extremos nunca vistos en Europa, y sin que haya
presente en el escenario político una alternativa clara, bien
definida.
Un crecimiento acelerado de las disfunciones sociales.
5
Lyotard, Jean-François, Economía libidinal. Fce. México, 1990.
15
b.
Las disfunciones en las instituciones sociales que hacían posible
el estado del bienestar.
b.1
Lo que caracteriza al matrimonio, su función social, no es la
existencia de una relación afectivo–sexual ni el construir una
unidad de convivencia, que puede darse en esta o en otro tipo de
relaciones, sino su capacidad de generar descendencia y educarla.
Su fijación jurídica, el interés por estabilizarlo y darle un trato
especial que no tenían otras relaciones, pese a estar reconocidas
por
la
sociedad,
se
explica
por
su
capacidad
de
generar
descendencia. Para que su función se realice es necesaria la
complementariedad genotípica y fenotípica, expresada por la
relación hombre-mujer, la única dotada para ello, como dijo el jefe
de gobierno de la Alemania Federal, Konrad Adenauer, cuando su
ministro
de
economía,
Ehard
le
cuestionaba
las
generosas
prestaciones del régimen de pensiones, “las familias siempre
tendrán hijos”. Pues bien, esta evidencia, ha dejado de ser tal. La
institución base, el matrimonio, ha dejado de funcionar bien en
relación a lo que han sido sus fines sociales, el resultado social de
una atracción, o incluso un interés mutuo.
La extensión de la instrucción por parte de los estados ha sido
posible porque previamente la natalidad, la estabilidad social y el
progreso
económico
han
construido
el
excedente
económico
necesario. Sin esto, la enseñanza y sanidad obligatoria, la pensión
de jubilación y tantas otras cosas no hubieran estado al alcance.
Sólo una gran confusión, que tiene como apriorismo que el Estado
es productivo en sí mismo y es capaz de suplir la estabilidad de la
sociedad, puede pasar por alto aquella evidencia histórica. Y
precisamente aquella estructura insustituible es la que ahora se
cuestiona.
Sobre la estructura primaria del matrimonio, la paternidad y
maternidad, la filiación y fraternidad, el parentesco y su expresión
a lo largo del tiempo, la dinastía, se generan y se ordenan las otras
instituciones
insustituibles
socialmente
valiosas.
Son
las
16
infraestructuras
sociales
sobre
las
que
se
asienta
el
buen
funcionamiento de la sociedad y del sistema económico. Son
previas al Estado e independientes de él.
Otras instituciones básicas de segundo orden son: la escuela, las
confesiones
religiosas,
la
comunidad
de
trabajo
que
hoy
denominamos empresa, la comunidad de vida: el barrio, pueblo,
ciudad, la comunidad nacional.
Todavía hay un tercer tipo de instituciones sociales. A diferencia de
las anteriores están más vinculadas a la intervención estatal. En
buena parte son sustituibles entre ellas y de libre adscripción. Son
las asociaciones de toda clase, desde los sindicatos a los partidos,
pasando por las asociaciones benéficas o deportivas.
El conjunto constituye la sociedad civil. El Estado no puede tener la
pretensión de actuar sobre la naturaleza de las instituciones de
primer y segundo orden, y transformarlas, porque su origen y
desarrollo no está en las leyes parlamentarias sino en la tradición y
derecho consuetudinario. En todos los casos su preservación estará
más garantizada en la medida en que se mantenga el principio de
subsidiariedad.
Pese
a
que
la
crisis
demográfica
tenga
una
importancia
determinante en la insostenibilidad del estado del bienestar, las
disfunciones que son su causa, merecen escasa atención por parte
de los gobernantes. Hay un problema de fondo evidente. Se ha
alentado
una
cultura
antinatalista
particularmente
fuerte
en
nuestro país: nacen 1,4 hijos por mujer. En 1975 el número medio
de hijos por mujer era de 2,8. El vigor de esta cultura antinatalista
lo constata el hecho de que la esterilización quirúrgica, un método
irreversible, la forma más radical de evitar la natalidad ha crecido.
Durante el año 1995 optaron voluntariamente por ella como
método anticonceptivo, un 28% de mujeres y hombres entre los 35
y los 39 años, y un 14,7%, entre los 30 y los 34 años6. El
porcentaje resulta muy alto comparado con los países de nuestro
entorno europeo; en Francia, por ejemplo, sólo el 1,6%, y en
Holanda el 1% de la población entre 30 y 34 años han optado por
6
Margarita Delgado y Teresa Castro, “Fecundidad y Familia”, CIS y CSIC.
17
este sistema anticonceptivo. Hace apenas 10 años, y en este grupo
de edad, el porcentaje de españoles esterilizados voluntariamente
no superaba el 4%, mientras que en el grupo de edad entre los 35
y los 39 años se aproximaba al 7%. En ambos casos casi en su
totalidad eran mujeres.
¿Qué explica “la diferencia española”? En todo caso es un indicador
de la intensidad del problema cultural sobre el que no existen datos
actualizados para ver su evolución en los últimos años.
"Esta reducción de la fecundidad, de un 57% en sólo dos décadas,
ha ido acompañada de otras novedades en la formación de la
familia y las relaciones familiares y está ocasionando rápidos
cambios en la estructura de la población. Sin embargo, es de
destacar que pese al bajo nivel de fecundidad actual, la mayoría de
los entrevistados afirma que les gustaría tener dos hijos”7.
Por lo tanto, y pese a la raíz cultural del problema, hay margen
para una intervención de los poderes públicos dirigida a las familias
para ayudarlas en el objetivo de descendencia que ellas mismas se
marquen.
Las causas de la baja natalidad son, en primer término, el retraso
en la edad de tener hijos agravado por la creciente inestabilidad de
los matrimonios, que los hacen poco propensos a proyectos a largo
plazo; el aborto, que ya es una causa substancial de la crisis
demográfica, y por último, el aumento de parejas de hecho, mucho
menos
natalistas
que
los
matrimonios.
Un
factor
de
gran
importancia es el trabajo de la mujer fuera de casa, especialmente
si se realiza a jornada completa en un entorno social falto del
mínimo de servicios que permitan ayudar en sus tareas maternales
a la mujer que trabaja.
7
Ob. Cit.
18
b.2
Junto con la baja natalidad las dos otras disfunciones de gran
impacto son el aumento de las rupturas y el crecimiento de las
parejas de hecho.
La ruptura significa un fallo en la estabilidad del modelo con lo que
tiene de beneficioso para la sociedad. Y aquí es obligado efectuar
una distinción. Una cosa es la libertad de las personas, y otra
diferente, el que todos los comportamientos sean generadores del
mismo beneficio social. La ruptura, el divorcio, además del daño
personal que puede ocasionar, no es deseable socialmente.
Paradójicamente todos los esfuerzos de los poderes públicos se han
centrado en facilitar la ruptura, en lugar de propiciar medios para
la
reconciliación
y
promover
las
condiciones
para
favorecer
matrimonios más estables. De este modo, la institución más
importante que tiene la sociedad junto con la maternidad y
paternidad, es la única forma contractual que puede ser disuelta
unilateralmente y sin alegar causa alguna, y que no dispone de
recursos dirigidos a la conciliación. Es más, España es un caso
prácticamente único por cuanto prohíbe la conciliación en caso de
conflicto judicial en una pareja.
Es cierto que España todavía presenta una tasa baja de divorcios,
el 0,9 por 1000 habitantes en el 2002, la mitad que en la UE, si
bien Cataluña logra una cifra más elevada 1,1 por 1000, pero
también lo es que como en otros parámetros relacionados con las
disfunciones sociales, crece en los últimos años a un ritmo muy
acelerado. En este sentido, la nueva ley sobre el divorcio ha tenido
unos efectos inmediatos muy contundentes. En 2005, primer año
de vigencia, se llevaron a cabo más de 83 mil divorcios en España,
lo que significa un aumento sobre el año anterior del 75,5%. En
Cataluña fueron casi 17 mil y un aumento del 63%. El resultado
final ha sido el de situar a España entre los países con mayor tasa
de divorcio.
19
b.
b.3
Tras la legislación en estas materias hay la necesidad confesa de
cubrir con leyes los deseos sexuales y amorosos, la emotividad que
nace
del
impulso.
Este
enfoque
político
no
es
socialmente
sostenible a largo plazo porque su lógica interna acentúa la
fragmentación de la sociedad. Se confunde la libertad actual de
obrar en aquello que atañe a la propia vida, con el reconocimiento
social de todo comportamiento personal con independencia de sus
consecuencias. Esta metodología de gobierno es incompatible con
la misma naturaleza de la sociedad. Es perfectamente legítimo y
además
bueno,
“preferir
el
matrimonio
que
tiene
hijos
-
especialmente cuando la sociedad envejece rápidamente-,
a
cualquier clase de matrimonio que no los tenga. A menudo esta
preferencia se refleja claramente en las políticas de impuestos y de
concesión de permisos de paternidad. Se pueden preferir los
matrimonios estables a los matrimonios en serie, especialmente
cuando hay hijos involucrados -como queda reflejado en las leyes
del divorcio-; o se puede preferir el matrimonio a la cohabitación”,
tal y como afirma Etzioni.
La cohabitación, que es vista como un hecho socialmente inocuo,
tiene en realidad unas consecuencias negativas que hay que
recordar, relacionadas con la erosión que ocasiona sobre el
matrimonio. Las previsiones inglesas son que para el 2030 la mitad
de las personas que estarán en la cuarentena no habrá contraído
matrimonio8. Lo que impactará negativamente sobre la natalidad,
no será sólo el divorcio sino la cohabitación y su propensión a la
ruptura.
Por lo tanto, hay una dinámica multiplicadora de la ruptura en el
modelo:
Divorcio = Mayor frecuencia rupturas entre parejas procedentes de divorcio e hijos de divorciados
Aumento de la cohabitación = incremento de los divorcios.
8
Centre for Policy Studies, October 2005.
20
Al apuntar estos problemas, no se pretende obviamente sugerir
limitaciones en la libertad de elección privada, sino de propugnar
políticas públicas que fomenten la estabilidad matrimonial, un
enfoque necesario para la natalidad.
c. Las políticas que acentúan las disfunciones.
La legislación vigente actúa como un vector que genera o agrava las
disfunciones sociales de parentesco. En nuestro tiempo, las leyes tienen una
doble función: como finalidad directa, la de modificar la realidad de las
cuestiones que tratan, pero también posee una segunda de gran importancia.
Con la desaparición de la moral compartida, las leyes son la principal fuente de
moral de la sociedad. El bien tiende a ser aquello que es legal, y es ésta la
pedagogía del propio Estado.
Hay una verdadera revolución española, centrada en las instituciones que son
fruto de un largo proceso histórico, que se han estructurado sobre el derecho
consuetudinario, el mos maiorum de los romanos. Normas producidas a lo
largo de la Historia, producto de la conciencia popular, perfeccionada por la
legislación y con un origen que en muchos casos se remonta al origen de los
tiempos: son instituciones insustituibles como el matrimonio, la paternidad y
maternidad, y por extensión, la filiación y fraternidad, la familia, el parentesco
y el linaje o la dinastía. Son precisamente ellas las que configuran el eje
transversal que une el legado judeocristiano con el helenismo y Roma, pasando
por la denominada Edad Media, el Renacimiento y las revoluciones inglesa,
americana y francesa de los siglos XVII y XVIII, con todos los cambios
extraordinarios que el paso del tiempo y las civilizaciones han significado. Más
allá de Occidente, nuestro común denominador con el Islam y la sociedad
sínica
formada
en
torno
al
Taoísmo,
Budismo
y
Confucianismo,
son
precisamente las instituciones insustituibles socialmente valiosas. Toda aquella
larga historia de pueblos, culturas y civilizaciones está compuesta por unos
sistemas de relaciones perfectamente inteligibles para nuestros días y marcos
de referencia, porque poco han cambiado en cuanto a su concepción
primigenia. Y todavía más alejadas, las condiciones previas que hacen posible
aquellas instituciones se asientan sobre la condición objetiva de la naturaleza
biológica del ser humano constitutivamente dividido entre hombres y mujeres.
21
Es sólo desde esta perspectiva, en la que la generación de descendencia puede
ser considerada como necesaria y socialmente relevante. En todo caso, lo que
es imposible es que ambas condiciones se den si desaparece la dualidad de
sexos del imaginario colectivo como la única que organiza la humanidad en su
fundamento. No podrá existir una perspectiva natalista si el matrimonio pierde
-como en España- esta dimensión constitutiva, de la que surge su propio
nombre.
España vive inmersa en cambios legales que se traducen, y lo harán más en el
futuro, en efectos contundentes sobre las instituciones y el funcionamiento de
la sociedad, con consecuencias para la natalidad. El problema es que esta
afectación se hará evidente a medio y largo plazo, y por lo tanto se produce
una separación conceptual entre las nuevas medidas legales en el presente y
los daños que ocasionará en el futuro, si bien ya es posible valorarlos de
manera suficientemente completa. La inmigración con pautas fatalistas
diferentes, enmascara globalmente la pérdida de descendencia específicamente
española.
Estamos ante unos cambios de alcance extraordinario, porque inciden sobre
aquello más esencial de la persona y de la sociedad. Afecta al significado y
práctica de lo que es ser hombre y mujer, y por tanto del ser persona, lo que
significa ser padre y madre, y sus deberes y obligaciones y funciones sociales,
lo que representa la filiación y la pérdida de sus derechos frente al deseo.
Implica la destrucción del sentido del matrimonio en cuanto a la función social
que debe cumplir y como consecuencia de su papel fundador en la sociedad, y
por extensión a la familia, que también queda como una realidad “abierta” a
cualquier
interpretación
y
nueva
propuesta.
“Familia”
es
ya
cualquier
agregación de personas.
Sin embargo, no hay una utopía social presente, más o menos dibujada,
holística, integral que sirva de guía a los cambios que se han introducido. De
hecho, la tesis oficial es que estos cambios no tienen ninguna consecuencia
sobre el buen funcionamiento de la sociedad y la economía. Esta es una
concepción errónea y de riesgo, especialmente cuando los cambios inciden
sobre la estabilidad de aquello que a los ojos de los ciudadanos justifica más al
Estado: el bienestar.
22
Es un error querer olvidar que el modelo de sociedad se apoya sobre unas
instituciones y sistemas de valores determinados. Si estos son alterados,
obviamente el modelo se transforma. Si además, lo hace sin guía de cómo se
quiere que sea el resultado, lo que se genera es una dinámica de desorden
social y económico a largo plazo.
Las leyes que inciden sobre las instituciones sociales y la concepción
antropológica del ser humano tienen unos efectos particularmente graves,
porque se hacen sobre todo visibles a largo plazo, mientras que a corto plazo
se manifiestan, como hemos visto, en la dinamización de un conjunto de
disfunciones que superficialmente pueden presentarse como desconectadas
entre si, y sin relación con la causa originaria, pero que todo análisis
mínimamente riguroso muestra como estrechamente relacionadas.
Las nuevas leyes inciden sobre las personas y la sociedad a través de la
mutación del concepto de hombre, mujer, el matrimonio, la paternidad y
maternidad, la filiación, el parentesco y la dinastía, de tres maneras
fundamentales:
La primera y decisiva, alterando aquello que existía
previamente.
El segundo efecto de la legislación española es la pérdida
de acceso a la realidad.
El tercer efecto de las leyes es la pedagogía. Ellas son hoy
las principales fuentes de moral. Equivocadamente, se cree
que el bien es aquello que es legal, cuando en realidad la
norma sólo designa la obligación pero no nos dice nada de
su calidad moral.
Las principales normas jurídicas que dañan a las instituciones insustituibles
socialmente valiosas son las que figuran en la siguiente tabla. En unos casos es
el conjunto de la ley, en otros sólo algunos artículos concretos, pero el conjunto
es único y de un efecto socioeconómico extraordinario.
23
Tabla 4
La nueva legislación española.
Características
Fecha
aprobación
Ley Orgánica de medidas de protección
integral contra la violencia de género
En los aspectos clave de su
contenido es única en el mundo
2004
Ley por la que se modifica el Código Civil en
materia de derecho a contraer matrimonio
Sólo 3 países más en el mundo
tienen leyes parecidas.
La española es la más radical
2005
Proyecto de Ley por la que se modifican el
Código Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil
en materia de separación y divorcio)
En su contenido única
en el mundo
2005
Ley sobre técnicas de reproducción
humana asistida
Pocos países disponen de
una ley tan permisiva
2005
Ley sobre Identidad Sexual
En su contenido única en el
mundo
2007
Ley de investigación en biomedicina
Pocos países disponen de
leyes tan permisivas
2007
Título
Fuente: Elaboración propia.
A estas se les debe añadir las que son propias del ámbito autonómico, con
contenidos ideológicos de mucho interés, especialmente en Andalucía y
Cataluña.
Las leyes mencionadas en la tabla precedente, afectan radicalmente a la
naturaleza antropológica del ser humano y las instituciones socialmente
valiosas e insustituibles que aquella naturaleza configura. Son los factores
pilares de la persona y de la sociedad los que están siendo alterados y
sustituidos por otros muy diferentes. La alteración del sistema generador de
descendencia:
hombre-mujer,
matrimonio,
maternidad/paternidad
y
su
sustitución por otro, además de ser particularmente confuso, agrava el
problema de la baja natalidad española.
24
CONCLUSIONES
25
LAS CONSECUENCIAS:
En estas condiciones y en términos peores a los proyectados, el futuro del
estado del bienestar es crítico, ya que sobre él inciden dos dinámicas distintas,
la de la variable demográfica y económica (ocupación y productividad sobre
todo), y otra mucho más específica de España: las leyes que alteran
negativamente los supuestos infraestructurales, las instituciones insubstituibles
socialmente valiosas sobre los que se asentaba, por la acción de gobierno y los
cambios legales introducidos.
No se dispone de estudios suficientes para valorar en toda su dimensión los
efectos de las disfunciones sociales que brevemente hemos considerado, en los
escenarios de futuro. En este sentido, necesitamos modelos que sean capaces
de articular los datos ya existentes con proyecciones que recojan los efectos
multiplicadores de las disfunciones. En otros términos, los resultados podrían
ser a largo plazo sensiblemente peores a los que determina el estudio, a pesar
de ser éste negativo, dado que concluyen que el estado español es insostenible
y su evolución será progresivamente a peor.
26
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