SITUACIÓN Y PERSPECTIVAS DEL ESTADO DEL BIENESTAR EN ESPAÑA. Instituto de Estudios del Capital Social (INCAS) Centro de Investigación y Desarrollo Empresarial (CIDE). Universitat Abat Oliba CEU SITUACIÓN Y PERSPECTIVAS DEL ESTADO DEL BIENESTAR EN ESPAÑA. Dirigido por Josep Miró i Ardèvol. Director del CIDE-INCAS. Barcelona, septiembre 2007. ÍNDICE. Prólogo. I. El Fundamento del Estado del Bienestar. 1 Las dificultades de prever el futuro. 2 El informe de la UE. 5 Las perspectivas reales del sistema público de pensiones de España. 8 Un estudio reciente. 11 Los dos factores clave. 13 El problema estratégico de la baja natalidad. 14 a. La concepción cultural. 14 b. Las disfunciones en las instituciones sociales que hacían posible el estado del bienestar. 16 c. Las políticas que acentúan las disfunciones. 21 Las Consecuencias. Tabla 1 2 3 4 Gráfico 26 Título Proyección del sistema de gastos e ingresos de la Seguridad Social (Millones de €). Previsión del gasto Público 2050 (% PIB) Sostenibilidad intertemporal del presupuesto público: Descomposición de la brecha de sostenibilidad en los subprogramas del estado del bienestar (Cuentas AAPP$ 2004). La nueva legislación española. Título 2 Proyección Ingresos y Gastos del Sistema de la Seguridad Social (a precios corrientes) Evolución del gasto en Pensiones y Sanidad. 3 Sostenibilidad del sistema de pensiones contributivas. 1 Pág 3 8 12 24 Pág 4 9 10 EL FUNDAMENTO DEL ESTADO DEL BIENESTAR. PRÓLOGO La configuración del estado del bienestar está estrechamente vinculada al capital humano y al capital social. De hecho, para que el estado del bienestar sea posible es necesario no sólo la voluntad política, sino la existencia de una sociedad del bienestar, es decir, un conjunto de infraestructuras sociales que garanticen un determinado funcionamiento, la existencia de determinadas normas jurídicas o consuetudinarias, y un determinado nivel de productividad. En la presente publicación, se ha querido apuntar un enfoque habitualmente poco estudiado de cómo la existencia de ciertas disfunciones dificultan la ya de por sí complicada situación del estado del bienestar en España. I. EL FUNDAMENTO DEL ESTADO DEL BIENESTAR. El estado del bienestar constituye una de las características específicas de la sociedad europea occidental, y es, tal y como afirma A. Sen (1999), uno de sus valores de mayor significación universal. En términos generales, consiste en ofrecer a la persona un sistema de protección por parte del estado con el fin de que pueda llevar una vida aceptable, sin caer en la pobreza o no disponer de un mínimo de autonomía personal. Esta actuación afecta a múltiples ámbitos: protección de los trabajadores, sanidad y enseñanza gratuita y universal, sistema público de pensiones, pero sobre todo significa un conjunto de transferencias de un grupo social a otro, y de una a otra generación. En la reflexión sobre estas transferencias, el propio nombre y definición primaria de “estado” del bienestar da lugar en ocasiones a un gran equívoco, al inducir a pensar que es él quien hace posible el sistema, cuando en realidad depende de la sociedad. Para que exista el estado del bienestar es condición necesaria la existencia de una sociedad del bienestar. Pero todo ese proceso redistributivo en forma de prestaciones económicas y de servicios, tiene una base: el sistema público de pensiones. Lo es por su dimensión, dado que por si mismo significa un gasto equivalente al de todas las demás prestaciones juntas. También lo es por su papel garante. Una de las mayores seguridades que tiene toda persona es saber que su vejez estará razonablemente cubierta en términos económicos, aunque en algunos casos, como la pensión mínima en España, resulte tan insuficiente que sitúa a quienes las perciben por debajo del umbral de la pobreza. Cuando el declinar humano se produce, existe la tranquilidad de poder vivir con autonomía. Claro que esta función era desempeñada en el pasado por el ahorro personal -quien podía-, y por los numerosos hijos. En este sentido, las pensiones constituyen una forma organizada de transferencia que opera a escala de toda la sociedad, de las generaciones mas jóvenes a las más viejas, un mecanismo que antes se producía en un marco intrafamiliar. Al cambiar la referencia, la transferencia puede ser redistributiva no sólo en términos intergeneracionales, sino trasversales y, por consiguiente, favorece a los segmentos de menores ingresos. 1 De ahí que si el sistema público de pensiones se viera substancialmente alterado, el fundamento del bienestar quedaría muy afectado. Ello explica porqué el foco de atención se sitúa con razón en el futuro de la Seguridad Social. Para que el sistema fundamentado en el reparto funcione, se necesita como condición básica un número suficiente de personas en edad de trabajar, y lógicamente un nivel de ocupación que guarde una relación adecuada con el número de jubilados, así como una evolución de la productividad por ocupado que no altere a peor las relaciones iniciales entre cuotas y pensiones. Ocupación y productividad son, por consiguiente, los dos conceptos clave. Las dificultades de prever el futuro. Todo ejercicio de prospectiva incorpora una variable de incertidumbre que está en función del horizonte de la proyección y la naturaleza de lo proyectado. No es necesario recordar las desacertadas previsiones del “The Global 2000 Report to the President”1 publicado en 1981 para constatar las dificultades de tal tarea, a pesar de contar con equipos humanos de extraordinaria calidad. En la prospectiva del sistema público de pensiones debe apuntarse que resulta mucho más difícil establecer los ingresos que los gastos, dado que la evolución a largo plazo de las variables fundamentales, ocupación y productividad, resultan mucho más inciertas. Por el contrario, la estructura y dimensión del gasto es mucho más previsible, porque se conocen las cotizaciones y por consiguiente sus derechos de percepción y su número, con mayor precisión. En este ámbito hay una variable más incierta como es la esperanza de vida, en constante crecimiento, y que es previsible que continúe haciéndolo en el futuro. En el año 2005, el Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (MTAS) presentó al Comité de Protección Social de la UE el “Informe de Estrategia de España en Relación con el Futuro del Sistema de Pensiones”; se trata por tanto de un estudio oficial y reciente. Este es el resumen de sus resultados: 1 La versión española fue publicada por Tecnos en 1982 bajo el título “El mundo en el año 2000”. 2 Tabla 1 Proyección del sistema de gastos e ingresos de la Seguridad Social (Millones de €). 2005 2010 2015 Gastos 80.590,78 107.825,68 138.623,61 176.638,09 Ingresos 86.612,90 111.748,04 137.998,15 158.916,89 6.022,12 3.922,36 (-625,46) (-17.721,20) 0,67 0,33 -0,04 -0,96 6.022,12 3.922,36 0 0 0,67 0,33 0 0 26.650 51.816,86 55.969,71 2.593,30 Superávit/déficit Relación sobre el PIB (%) Superávit / déficit con aplicación del fondo de reserva Relación sobre el PIB (%) Fondo reserva al final ejercicio 2020 Fuente: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (2005). Las cifras muestran que en 2015 se iniciará el déficit que podrá ser cubierto con el fondo de reserva hasta 2020. A partir de esa fecha el fondo se habrá agotado y se producirá un déficit efectivo, además de signo creciente, puesto que si en 2020 las pensiones estrictas significaban un gasto de 153.732 millones de euros, en 2030 será ya de 262.980 millones de euros, mientras que los ingresos evolucionan a un ritmo menor. Así, en el periodo 2015-2020 los gastos experimentan un índice de incremento en relación al año base (2015=100) de 129 mientras los ingresos se situarán sólo en el 115. Un hecho adicional es que estas previsiones parten de hipótesis continuadas de ocupación y productividad óptimas, por tanto es posible que en la realidad sean peores. Los datos oficiales son concluyentes en este sentido, y modificaciones ulteriores en el caso de producirse, deberían justificarse en función de las fluctuaciones que se hayan producido en las variables consideradas. Detrás de esta cuestión tan difícil, figuran dos factores, sobre todo. Uno el demográfico, y el otro que tampoco puede descuidarse es el de un cálculo actuarial que no está bien adaptado a la situación real. 3 Por consiguiente, y según esta formulación, a partir de 2020 el sistema público de pensiones generaría un déficit presupuestario que se querrá paliar haciendo modificaciones substanciales en las prestaciones y en las cuotas. Gráfico 1 Proyección Ingresos y Gastos del Sistema de la Seguridad Social (A precios corrientes) 200 180 160 Miles de Millones de euros 140 120 Gastos Ingresos 100 80 60 40 20 0 2005 2010 2015 2020 Fuente: Ministerio de Trabajo y Asuntos sociales. Ministerio de Sanidad. The Impact of Ageing on Public Expenditure: Projections for the EU25 Member Status on Pensions, Health Care, Long-Term Care, Education and Unemployment Transfers (2004-2050). 4 El informe de la UE. El Comité de Política Económica de la Comisión Europea (Economic Policy Commitee and the European Commission, DG ECFIN) ha publicado el estudio que presenta las proyecciones base de 2004 hasta 2050 por décadas intermedias, para los epígrafes constituidos del estado del bienestar en términos de gasto público: paro, pensiones sanidad, educación y dependencia, The Impact of Ageing on Public Expenditure: Projections for the EU25 Member Status on Pensions, Health Care, Long-Term Care, Education and Unemployment Transfers (2004-2050). Este estudio aporta también información valiosa sobre escenarios de futuro en relación a variables tan importantes como la fertilidad, la esperanza de vida, el balance migratorio, la estructura de edades, la ocupación, el potencial de crecimiento y las ratios de dependencia de la población, entre otros. El resultado es una sucinta pero completa radiografía de cómo puede ser España en el 2050. Como todas las proyecciones, sus resultados son cuestionables hasta el escepticismo, pero a la vez definen unas condiciones plausibles de futuro. La tasa de fertilidad de España mejorará ligeramente pero quedará estancada en el 1.40, y continuará siendo la más baja de Europa, junto con la tasa italiana. Este hecho se traduce en una estructura de edades de la población – inmigrante incluida– que plantea un futuro repleto de graves incertidumbres. En 2050, la población en edad de trabajar, será de 22.9 millones de personas, mientras que los mayores de 65 años serán 15 millones, de los cuales una tercera parte tendrán 80 o más años. De hecho, habrá más población de edad avanzada, 5.3 millones, que menores de 15 años, 5.0 millones. Una relación de activos/jubilados de poco más de 1 de relación, y de activos sobre inactivos de prácticamente 1; es obvio que económicamente todo esto resulta inviable. De hecho, mucho antes, en torno al periodo 2020-2030, la crisis por este motivo ya se habría producido. Naturalmente no todos los activos estarán ocupados. Para 2050, la proyección se sitúa en el 71.4%. 5 Por lo tanto, España tendría una población ocupada de 16.3 millones de habitantes para 15 millones de jubilados, algo más dadas las jubilaciones anticipadas, y un total de 20 millones de inactivos contando también a los jóvenes. Relaciones, por tanto, iguales o inferiores a 1 en el primer y segundo caso, y esto con una hipótesis de ocupación buena. Pero una tasa de ocupación tan alta significa un gran contingente femenino trabajando fuera de casa, y por tanto generando demandas y costes públicos en materia de guarderías, otros servicios a la infancia y a la población dependiente, o de lo contrario una disminución del número de nacimientos. La hipótesis inmigratoria neta es de un total de 6.2 millones de personas, de las cuales como es lógico, sólo una parte son activos. Si suponen una estructura de este grupo algo más joven que el conjunto, tendríamos unos 4 millones de activos. Bajo esta hipótesis, la población inmigrada adicional que sería necesaria para superar la quiebra demográfica y asumir una relación ocupado/jubilado de 2.1 que sería razonable, nos sitúa en una dimensión de inmigrantes del orden de 24 a 30 millones para una población española de 43 millones, y una población total de 67 a 73 millones. Es obvia la inviabilidad de la inmigración para resolver el problema. Si la previsión del estudio de la Comisión Europea puede parecer cierta, 6,2 millones, lo teóricamente necesario, cuatro veces superior, es social y políticamente inviable. El juego numérico tiene sentido sólo como orden de magnitud, y además como es lógico, puede variar substancialmente en función de la productividad, pero no existen hipótesis razonables que permitan definir un escenario demográfico basado en la inmigración que resulte viable para el sistema público de pensiones. La esperanza de vida de los españoles, empeora en relación al contexto europeo y pasa de ser un país puntero a situarse por debajo de la UE-15 y prácticamente enrasado con la UE-25 en lo que se refiere a los hombres. Para las mujeres la comparativa es mejor, pero también registra, de forma moderada, una pérdida de posiciones. El paro mejora hasta 2005 y logra una tasa del 7%, pero a partir de entonces, se mantiene estancada. La mejora de este parámetro para situarse en la 6 magnitud de la UE-15, el 6.1%, aligeraría, aunque no resolvería, la relación ocupados/jubilados. La productividad del trabajo, el otro factor que estrangula el futuro español, junto con el demográfico, crecerá a un ritmo del 1.1 en la década presente, por debajo de Europa y de los competidores de la UE-15. Después mejorará sensiblemente pero se situará por debajo de 2. Aquí son necesarias dos observaciones. Gran parte de las proyecciones de la Seguridad Social y del Ministerio de Trabajo que hemos visto anteriormente, se hacen bajo la hipótesis de un aumento de la productividad constante del 2%. Por tanto, sus previsiones pueden pecar de optimistas. La tasa de crecimiento decae al igual que la europea. Eso hará que en 2050 la renta por persona esté más lejos de la media europea que en la actualidad y también que el nivel comparativo de productividad empeore sensiblemente, situándose muy por debajo de la UE-25. La productividad española debería crecer considerablemente y además hacerlo por encima de los incrementos salariales para mejorar la situación. Las ratios de dependencia son malas, especialmente la que relaciona los activos y los jubilados, que es peor incluso que la italiano. Es también bastante mala cuando la relación se hace con los ocupados; 18 puntos más que la media europea, pero en este caso, la cola corresponde a Italia. El gasto en pensiones se sitúa en torno al 9% del PIB en el 2010 y estará cerca del 16% en 2050. Casi duplicará su peso actual. Su peso es menor que el de Europa hasta el 2025. A partir de esta fecha lo supera. España es, de lejos, el país en el que crece más la carga de las pensiones sobre el PIB, lo hace en 7.1 puntos porcentuales al pasar del 8.6 al 15.7, mientras que para la UE-15 el crecimiento es de 2.3 porcentuales. Esta diferencia marca la gravedad de la situación española. Para el gasto en sanidad se formulan diversos escenarios y oscilan entre el 7.7 y el 8.7% del PIB en 2050. El conjunto de este gasto más el de las pensiones sitúa el total en torno a una cuarta parte del PIB, una magnitud que habla por sí misma. 7 En lo referido a educación, la tendencia con el comportamiento demográfico es a decrecer y a situarse por debajo del actual, lo que indica la pérdida de población joven, pero esta minoración obviamente no compensa el crecimiento de las otras magnitudes. El resumen de los principales componentes es el siguiente: Tabla 2 Previsión del gasto Público 2050 (% PIB) Pensiones Sanidad Enseñanza Total 2004 8.6 6.1 4 18.7 2050 15.7 8.2 3.1 26.5 El resultado es un incremento del gasto total del orden del 50%, pero esta cuestión está estrictamente conectada a las pensiones porque las variaciones en el agregado de los dos otros epígrafes, un incremento del 10.5 al 11.3, no tiene en comparación un gran significado. A esta cifra se le debe añadir el gasto generado por la atención a las personas dependientes que el citado estudio sitúa en el 0’8% del PIB para 2050, una cifra muy moderada, si se considera lo que establece la nueva legislación española en esta materia, que ya supondrá más del 1% del PIB en el 2014, cifra que a partir de aquella fecha tenderá a aumentar rápidamente con el envejecimiento de la generación del “baby boom” y, por consiguiente, el crecimiento del número de personas dependientes, dado que se trata de una variable estrechamente vinculada a la edad. Las perspectivas reales del sistema público de pensiones de España. Sobre la situación española existen algunas ideas equivocadas que el propio Gobierno se ha encargado de acentuar. Concretamente, la buena salud de la Seguridad Social española y las causas que la hacen posible. Es una evidencia numérica que las cuentas de la Seguridad Social pasan por un buen momento, pero también lo es que se trata de una situación transitoria2. 2 David Taguas, junto con Maria Jesús Sáez en La Reforma de las Pensiones, Panorama Social núm. 4, II semestre, 2006. cita Herce y Alonso ( 2000) Jumeno (2000), Boldrin et al (2001), Alonso y Herce (2003) Balmaceda y Tello (2003), Zubiri (2003),Serrano et al. (2004), el ya mencionado del Ministerio de 8 La buena evolución de la economía española desde hace más de una década, que empezó a mitad de los años noventa del siglo pasado tiene que ver, cierto, pero no es realmente la causa principal, y esto parece ser lo que más cuesta reconocer. Porque la clave del avance no radica en la mejora de la proporción de los ingresos, es decir las cotizaciones sociales, como en la ralentización del gasto por efecto de la Guerra Civil 1936-39, que es lo que otorga en su escala temporal la especificidad española. También cabe registrar en el ámbito positivo la inmigración, realmente importante desde 1999, a un ritmo de medio millón por año de promedio. Al fin y al cabo es lo que ha dado la foto actual, tan buena. De hecho son muy numerosos los trabajos que se ocupan de este problema desde hace años, pese a que no todos ellos se han mostrado demasiado exactos a la hora de prever el inicio del periodo crítico. De hecho y a todos los efectos, el Banco Mundial ya elaboró un informe en 1994, es decir más de veinte años atrás, sobre la necesidad de modificar el sistema de pensiones de reparto, debido a la transición demográfica, que comportaba un aumento muy notable de la población, por la combinación de la disminución de la natalidad y el aumento de la esperanza de vida. No estamos tratando nada nuevo, pero sí lo es la proximidad de la entrada en quiebra, y la resistencia de los poderes públicos a asumirlo, traduciéndolo en políticas concretas. Gráfico 2 Evolución del gasto en Pensiones y Sanidad. Proyección de gasto de total pensiones en relación con el PIB (% sobre PIB) 18 16 14 12 10 Ministerio de Trabajo Estudio Comision Europea Sanidad 8 6 4 2 0 2004 2010 2015 2020 2030 2040 2050 Fuente: Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, “Informe de Estrategia de España en relación con el futuro del Sistema de Pensiones, 2005. Informe al Comité Protección Social UE. Trabajo (2005), Dia-Gimenez y Díaz-Saavedra (2006), Jiménez Martín (2006), Balmaceda, Melgizo y Taguas (2006), Jimeno, Rojas, y Puente (2006). 9 Gráfico 3 Sostenibilidad del sistema de pensiones contributivas (en proporción al PIB). 20.0% 15.0% 10.0% Pensiones contributivas 5.0% Cotizaciones sociales Diferencia 66 61 20 56 20 51 20 46 20 41 20 36 20 31 20 26 20 21 20 16 20 11 20 06 20 01 20 -5.0% 20 19 96 0.0% -10.0% Fuente: Concepció Patxot, Ramon Farré, “Evaluación de la sostenibilidad del estado del bienestar”. Fundació pel Desenvolupament Humà i Social. La última manifestación de esta tensión entre perspectiva y resistencia política al cambio, se produjo cuando por una circunstancia accidental apareció publicado un artículo de David Taguas3 en “Panorama Social”, cuando hacía poco que había sido nombrado asesor económico del presidente Zapatero, realizado cuando era subdirector del Servicio de Estudios del BBVA. En realidad, y como hemos visto con la referencia de trabajos anterior, no es la primera vez que Taguas trataba este tema, pero ahora se daba la morbosa coincidencia de que el asesor del presidente del Gobierno presentaba unas previsiones frontalmente contrarias a la tesis oficial sostenida por el ministro Caldera, responsable de la Seguridad Social (y que nunca ha explicado porqué la tesis pública oficial se contradice con el informe de la Comisión Europea presentado por su Ministerio, tal y como ya hemos visto). David Taguas afirmaba literalmente “parece probable que el gasto en pensiones contributivas se duplique sobradamente en el transcurso de las próximas cinco décadas, como consecuencia fundamentalmente del importante incremento de la tasa de dependencia. En ausencia de cambios normativos, entre el 2011 y el 2015, el sistema de prestaciones contributivas podría incurrir en déficit, mientras que 3 Maria Jesús Sáez y David Taguas, Ob. Cit. 10 los fondos de reserva permitirían financiarlo entre 7 y 10 años a partir de esta fecha. Este desequilibrio requeriría un ajuste del gasto en prestaciones contributivas del 1,5% si se iniciara esta política en 2007”. Por lo tanto, hasta 2018 en la peor hipótesis, y 2025 en la mejor hipótesis, se produciría la quiebra real de la Seguridad Social, un resultado coincidente con el del Ministerio de Trabajo, y que viene a situar el periodo crítico en torno a 2020. El reajuste, en la hipótesis de Taguas, un 1,5% anual acumulativo, permite entrever también las dificultades y resistencias crecientes al cambio en la medida que pasen los años, dado que su dureza aumenta con los años. La inmigración no resuelve el problema a largo plazo, ni siquiera utilizando las hipótesis máximas del Instituto Nacional de Estadística (INE), con una entrada de hasta 14,5 millones de inmigrantes hasta 2060, a un ritmo de 400 mil entre 2007 y 2010, de entre 260 mil y 280 mil entradas netas anuales entre aquel año y 2060. Dejando a un lado el impacto extraordinario de una inmigración tan numerosa sobre la sociedad de acogida, esta inyección demográfica no sería suficiente, incluso con hipótesis muy optimistas con respecto a la tasa de actividad, el 81,3% en 2059, reduciendo el paro hasta el 3,5% y la productividad a medio y largo plazo del 1,5%. El crecimiento de la pensión real media se sitúa por encima de esta cifra, en el 1,8% debido al efecto sustitución. En este contexto, el gasto en pensiones pasaría del 7,7% del PIB en 2004 al 17,9 en 2059 y, antes, en las fechas indicadas en torno a la segunda década de este siglo se produciría la insuficiencia. Un estudio reciente. Un estudio reciente4 establece que sería necesario recaudar cada año un 2,02% más para llegar a una situación de equilibrio. Este resultado como ya ha comentado la autora del estudio, está relacionado en el año base del análisis, 2004, que presentaba un déficit del 0,14%. En cualquier caso, una desviación fiscal constante del orden del 2% cada año es un problema de dimensiones considerables. Desde el punto de vista temporal, la previsión es que a partir de 2021 se produzcan déficits cada vez más grandes hasta lograr un máximo del 7,48% del PIB para el año 2050. Estos son los resultados del estudio con respecto a la brecha de sostenibilidad tal y como muestra la tabla siguiente: 4 Concepció Patxot, El futuro del estado del bienestar en España. Fundación para el Desarrollo Humano y Social. Barcelona, 2007. 11 Tabla 3 Sostenibilidad intertemporal del presupuesto público: Descomposición de la brecha de sostenibilidad en los subprogramas del estado del bienestar (Cuentas AAPP$ 2004) % PIB de 2004 % PIB de 2050 Brecha de sostenibilidad (% PIB intertemporal) Saldo presupuesto público global (saldo primario) +1,91 -7,48 2,02 Saldo presupuesto público global (excluyendo deuda explícita inicial) +1,91 -7,48 0,85 +0,9 -6,17 1,49 Gasto en pensiones contributivas (S.S.) -8,23 -15,21 10,53 Gasto sanitario -5,29 -8,5 6,50 Gasto en cuidados de larga duración -0,33 -0,97 0,58 Gasto en familia -0,5 -0,47 0,47 Gasto educativo -4,41 4,21 4,11 Sistema de pensiones contributivas de reparto (Saldo en 2004, deuda inicial nula) Fuente: El futuro del estado del bienestar en España. Como ya se ha expuesto en el estudio, la razón de que el déficit sobre el PIB se presente como mayor en conceptos como sanidad y enseñanza respecto a las pensiones, es debido a que en este último caso, existen unos ingresos específicos, mientras que todos los otros se financian por la vía general de los presupuestos del Estado. En realidad, es previsible que la cifra de gastos en dependencia y familia será más importante. En el primer caso debemos considerar como mínimo un 1% del PIB, y por lo que se refiere a la familia tenderá a aumentar para situarse como mínimo en el valor de la Unión Europea, un 2%, por tanto, del PIB. También por esta vía debemos pensar en un aumento del desequilibrio apuntado, sin considerar otra partidas, muy poco significativas hoy, como las relacionadas con el seguro de desempleo. Según el estudio, el déficit total en % del PIB se situaría en un máximo de 7,48% en el año 2050. A ello contribuiría de una forma decisiva el incremento de gasto de las pensiones. El estudio específico sobre enseñanza señala que la brecha de sostenibilidad, expresado en términos de PIB intertemporal, oscila entre el 4,11 y el 4,76, hipótesis máxima que logra cuando se igualen las condiciones de la escuela concertada a las de la pública. 12 Los resultados son, en cualquier caso, coincidentes con los otros trabajos: con los planteamientos actuales, el estado del bienestar español no es sostenible y, a la vez, no se observan políticas que puedan hacer posible una mejora. Al contrario, en determinados aspectos se promulgan medidas que agravarán los problemas a medio y largo plazo en especial en lo que afecta a la natalidad. Los dos factores clave. Uno es radical y muy simple: la carencia de natalidad. Con 1,4 hijos por mujer, que es el máximo que observamos, el sistema público de pensiones tal y como lo conocemos, es simplemente imposible por falta de viabilidad. Pero la reflexión comporta más elementos. Uno de ellos es el reconocimiento de su coste real y la necesidad de formular un equilibrio entre prestaciones y aportaciones. No se puede estar transfiriendo indefinidamente el coste hacia el futuro, porque tiene un límite y ya lo hemos superado. Sin equilibrio demográfico ni una relación actuarial correcta, el sistema no es sostenible. A largo plazo recuperarnos demográficamente es condición necesaria, a medio plazo lo es reajustar la relación costes/prestaciones. El ejemplo alemán, 25 años trabajados para el cálculo, y retraso de los 65 a los 67 para la jubilación es un aviso rotundo. Pero para lograr una reanudación demográfica a largo plazo hace falta actuar ya desde ahora dada la dificultad y lentitud de la respuesta, y tampoco puede esperarse más al ajuste actuarial: cuanto más tarde más duro será para los más jóvenes. Por lo tanto, es necesaria una acción que ajuste mejor prestaciones y aportaciones y que en todo caso, sea el presupuesto del Estado el que aporte los medios necesarios en el marco de la política general para ayudar a las personas de nivel más bajo. El retraso en la edad de jubilación, primeramente voluntaria e incentivada, junto con la penalización de las jubilaciones anticipadas es una necesidad urgente. Estas últimas malogran capital humano y social, y son beneficios para hoy y fallida pública para mañana. Con todo, es evidente, el retraso en la edad de jubilación es preceptivo. El tema demográfico es mucho más complejo particularmente en el caso español, observándolo con más detalle. 13 El problema estratégico de la baja natalidad. En términos objetivos, las causas pueden agruparse en tres grandes vectores: a. Una concepción cultural que ha ganado en hegemonía desde su eclosión inicial a finales de la década de los sesenta, del siglo XX. b. Las disfunciones en las instituciones sociales que hacían posible el estado del bienestar. c. Las políticas que acentúan las disfunciones. a. La concepción cultural. La condición cultural en gran parte de Europa y de una forma creciente en España, se fundamenta en la ideología de la desvinculación. Ésta configura los marcos referenciales, es decir, el sistema de ideas dentro del que formamos nuestras opiniones, actitudes y adoptamos decisiones. La doctrina desvinculada considera que la autorrealización individual sólo es posible mediante la satisfacción del deseo individual. Ésta ya no es un componente más de las dimensiones humanas guiadas por la conciencia construida en el raciocinio, sino el hiperbien al que debemos aspirar. El resultado es un sujeto que, por definición, considera bueno estar libre de cualquier atadura permanente, de todo compromiso personal y colectivo, creencia, tradición e historia. Todo aquello que le contraríe debe ser transformado o suprimido sin considerar las consecuencias. El deseo es visto como la manifestación de la autenticidad humana, y por tanto, debe ser respetado estrictamente, porque de lo contrario se limita la libertad. Coherente con la condición del hiperbien, la realización de determinados deseos se considera una dimensión que pertenece a la ampliación de derechos civiles. La sociedad a la que da lugar esta concepción es marcadamente individualista y guiada por la expresividad hedonista. En este último aspecto se podría hablar quizás de sociedad neorromántica, sino fuera porque el mismo concepto de romanticismo, habitualmente mal utilizado, introduciría más confusión que claridad. 14 Este cambio de mentalidad, se inicia a partir de las “revoluciones del 68” y toma forma en la década de los setenta cuando se despliegan los intentos por ensayar la articulación entre el marxismo y la escuela freudiana. Posiblemente sea Jean-François Lyotard, con la idea de la economía libidinal5, inspirada parcialmente en Freud, uno de los autores de mayor influencia en este campo. La ideología de género es el estadio superior de la ideología de la desvinculación. El objetivo político de la ideología de género es modificar no únicamente la institución familiar al presentar como tales a todas las variedades de relaciones basadas en el intercambio sexual, sino modificar la concepción antropológica que establece la especialización de la humanidad en dos sexos sobre los que se asienta la capacidad reproductiva. La concepción antinatalista está estrechamente conectada a la extensión y predominio de la perspectiva de género y, en ese sentido, constituye una causa básica de la crisis del estado del bienestar y de su inviabilidad. Falta estudiar con detalle las relaciones entre la cultura mediática, la agenda política, y la derrota demográfica europea. En el caso español la incidencia será mayor porque es uno de los pocos estados que combina tres vectores que no se dan juntos en ningún otro país: Políticas familiares económicamente muy mal dotadas, de las peores de Europa. Unos partidos, PSOE e IU, que han asumido plenamente la ideología de la desvinculación, y su máxima expresión política, la perspectiva de género. Unos gobiernos -estatal y muchos autonómicos- que la están aplicando hasta extremos nunca vistos en Europa, y sin que haya presente en el escenario político una alternativa clara, bien definida. Un crecimiento acelerado de las disfunciones sociales. 5 Lyotard, Jean-François, Economía libidinal. Fce. México, 1990. 15 b. Las disfunciones en las instituciones sociales que hacían posible el estado del bienestar. b.1 Lo que caracteriza al matrimonio, su función social, no es la existencia de una relación afectivo–sexual ni el construir una unidad de convivencia, que puede darse en esta o en otro tipo de relaciones, sino su capacidad de generar descendencia y educarla. Su fijación jurídica, el interés por estabilizarlo y darle un trato especial que no tenían otras relaciones, pese a estar reconocidas por la sociedad, se explica por su capacidad de generar descendencia. Para que su función se realice es necesaria la complementariedad genotípica y fenotípica, expresada por la relación hombre-mujer, la única dotada para ello, como dijo el jefe de gobierno de la Alemania Federal, Konrad Adenauer, cuando su ministro de economía, Ehard le cuestionaba las generosas prestaciones del régimen de pensiones, “las familias siempre tendrán hijos”. Pues bien, esta evidencia, ha dejado de ser tal. La institución base, el matrimonio, ha dejado de funcionar bien en relación a lo que han sido sus fines sociales, el resultado social de una atracción, o incluso un interés mutuo. La extensión de la instrucción por parte de los estados ha sido posible porque previamente la natalidad, la estabilidad social y el progreso económico han construido el excedente económico necesario. Sin esto, la enseñanza y sanidad obligatoria, la pensión de jubilación y tantas otras cosas no hubieran estado al alcance. Sólo una gran confusión, que tiene como apriorismo que el Estado es productivo en sí mismo y es capaz de suplir la estabilidad de la sociedad, puede pasar por alto aquella evidencia histórica. Y precisamente aquella estructura insustituible es la que ahora se cuestiona. Sobre la estructura primaria del matrimonio, la paternidad y maternidad, la filiación y fraternidad, el parentesco y su expresión a lo largo del tiempo, la dinastía, se generan y se ordenan las otras instituciones insustituibles socialmente valiosas. Son las 16 infraestructuras sociales sobre las que se asienta el buen funcionamiento de la sociedad y del sistema económico. Son previas al Estado e independientes de él. Otras instituciones básicas de segundo orden son: la escuela, las confesiones religiosas, la comunidad de trabajo que hoy denominamos empresa, la comunidad de vida: el barrio, pueblo, ciudad, la comunidad nacional. Todavía hay un tercer tipo de instituciones sociales. A diferencia de las anteriores están más vinculadas a la intervención estatal. En buena parte son sustituibles entre ellas y de libre adscripción. Son las asociaciones de toda clase, desde los sindicatos a los partidos, pasando por las asociaciones benéficas o deportivas. El conjunto constituye la sociedad civil. El Estado no puede tener la pretensión de actuar sobre la naturaleza de las instituciones de primer y segundo orden, y transformarlas, porque su origen y desarrollo no está en las leyes parlamentarias sino en la tradición y derecho consuetudinario. En todos los casos su preservación estará más garantizada en la medida en que se mantenga el principio de subsidiariedad. Pese a que la crisis demográfica tenga una importancia determinante en la insostenibilidad del estado del bienestar, las disfunciones que son su causa, merecen escasa atención por parte de los gobernantes. Hay un problema de fondo evidente. Se ha alentado una cultura antinatalista particularmente fuerte en nuestro país: nacen 1,4 hijos por mujer. En 1975 el número medio de hijos por mujer era de 2,8. El vigor de esta cultura antinatalista lo constata el hecho de que la esterilización quirúrgica, un método irreversible, la forma más radical de evitar la natalidad ha crecido. Durante el año 1995 optaron voluntariamente por ella como método anticonceptivo, un 28% de mujeres y hombres entre los 35 y los 39 años, y un 14,7%, entre los 30 y los 34 años6. El porcentaje resulta muy alto comparado con los países de nuestro entorno europeo; en Francia, por ejemplo, sólo el 1,6%, y en Holanda el 1% de la población entre 30 y 34 años han optado por 6 Margarita Delgado y Teresa Castro, “Fecundidad y Familia”, CIS y CSIC. 17 este sistema anticonceptivo. Hace apenas 10 años, y en este grupo de edad, el porcentaje de españoles esterilizados voluntariamente no superaba el 4%, mientras que en el grupo de edad entre los 35 y los 39 años se aproximaba al 7%. En ambos casos casi en su totalidad eran mujeres. ¿Qué explica “la diferencia española”? En todo caso es un indicador de la intensidad del problema cultural sobre el que no existen datos actualizados para ver su evolución en los últimos años. "Esta reducción de la fecundidad, de un 57% en sólo dos décadas, ha ido acompañada de otras novedades en la formación de la familia y las relaciones familiares y está ocasionando rápidos cambios en la estructura de la población. Sin embargo, es de destacar que pese al bajo nivel de fecundidad actual, la mayoría de los entrevistados afirma que les gustaría tener dos hijos”7. Por lo tanto, y pese a la raíz cultural del problema, hay margen para una intervención de los poderes públicos dirigida a las familias para ayudarlas en el objetivo de descendencia que ellas mismas se marquen. Las causas de la baja natalidad son, en primer término, el retraso en la edad de tener hijos agravado por la creciente inestabilidad de los matrimonios, que los hacen poco propensos a proyectos a largo plazo; el aborto, que ya es una causa substancial de la crisis demográfica, y por último, el aumento de parejas de hecho, mucho menos natalistas que los matrimonios. Un factor de gran importancia es el trabajo de la mujer fuera de casa, especialmente si se realiza a jornada completa en un entorno social falto del mínimo de servicios que permitan ayudar en sus tareas maternales a la mujer que trabaja. 7 Ob. Cit. 18 b.2 Junto con la baja natalidad las dos otras disfunciones de gran impacto son el aumento de las rupturas y el crecimiento de las parejas de hecho. La ruptura significa un fallo en la estabilidad del modelo con lo que tiene de beneficioso para la sociedad. Y aquí es obligado efectuar una distinción. Una cosa es la libertad de las personas, y otra diferente, el que todos los comportamientos sean generadores del mismo beneficio social. La ruptura, el divorcio, además del daño personal que puede ocasionar, no es deseable socialmente. Paradójicamente todos los esfuerzos de los poderes públicos se han centrado en facilitar la ruptura, en lugar de propiciar medios para la reconciliación y promover las condiciones para favorecer matrimonios más estables. De este modo, la institución más importante que tiene la sociedad junto con la maternidad y paternidad, es la única forma contractual que puede ser disuelta unilateralmente y sin alegar causa alguna, y que no dispone de recursos dirigidos a la conciliación. Es más, España es un caso prácticamente único por cuanto prohíbe la conciliación en caso de conflicto judicial en una pareja. Es cierto que España todavía presenta una tasa baja de divorcios, el 0,9 por 1000 habitantes en el 2002, la mitad que en la UE, si bien Cataluña logra una cifra más elevada 1,1 por 1000, pero también lo es que como en otros parámetros relacionados con las disfunciones sociales, crece en los últimos años a un ritmo muy acelerado. En este sentido, la nueva ley sobre el divorcio ha tenido unos efectos inmediatos muy contundentes. En 2005, primer año de vigencia, se llevaron a cabo más de 83 mil divorcios en España, lo que significa un aumento sobre el año anterior del 75,5%. En Cataluña fueron casi 17 mil y un aumento del 63%. El resultado final ha sido el de situar a España entre los países con mayor tasa de divorcio. 19 b. b.3 Tras la legislación en estas materias hay la necesidad confesa de cubrir con leyes los deseos sexuales y amorosos, la emotividad que nace del impulso. Este enfoque político no es socialmente sostenible a largo plazo porque su lógica interna acentúa la fragmentación de la sociedad. Se confunde la libertad actual de obrar en aquello que atañe a la propia vida, con el reconocimiento social de todo comportamiento personal con independencia de sus consecuencias. Esta metodología de gobierno es incompatible con la misma naturaleza de la sociedad. Es perfectamente legítimo y además bueno, “preferir el matrimonio que tiene hijos - especialmente cuando la sociedad envejece rápidamente-, a cualquier clase de matrimonio que no los tenga. A menudo esta preferencia se refleja claramente en las políticas de impuestos y de concesión de permisos de paternidad. Se pueden preferir los matrimonios estables a los matrimonios en serie, especialmente cuando hay hijos involucrados -como queda reflejado en las leyes del divorcio-; o se puede preferir el matrimonio a la cohabitación”, tal y como afirma Etzioni. La cohabitación, que es vista como un hecho socialmente inocuo, tiene en realidad unas consecuencias negativas que hay que recordar, relacionadas con la erosión que ocasiona sobre el matrimonio. Las previsiones inglesas son que para el 2030 la mitad de las personas que estarán en la cuarentena no habrá contraído matrimonio8. Lo que impactará negativamente sobre la natalidad, no será sólo el divorcio sino la cohabitación y su propensión a la ruptura. Por lo tanto, hay una dinámica multiplicadora de la ruptura en el modelo: Divorcio = Mayor frecuencia rupturas entre parejas procedentes de divorcio e hijos de divorciados Aumento de la cohabitación = incremento de los divorcios. 8 Centre for Policy Studies, October 2005. 20 Al apuntar estos problemas, no se pretende obviamente sugerir limitaciones en la libertad de elección privada, sino de propugnar políticas públicas que fomenten la estabilidad matrimonial, un enfoque necesario para la natalidad. c. Las políticas que acentúan las disfunciones. La legislación vigente actúa como un vector que genera o agrava las disfunciones sociales de parentesco. En nuestro tiempo, las leyes tienen una doble función: como finalidad directa, la de modificar la realidad de las cuestiones que tratan, pero también posee una segunda de gran importancia. Con la desaparición de la moral compartida, las leyes son la principal fuente de moral de la sociedad. El bien tiende a ser aquello que es legal, y es ésta la pedagogía del propio Estado. Hay una verdadera revolución española, centrada en las instituciones que son fruto de un largo proceso histórico, que se han estructurado sobre el derecho consuetudinario, el mos maiorum de los romanos. Normas producidas a lo largo de la Historia, producto de la conciencia popular, perfeccionada por la legislación y con un origen que en muchos casos se remonta al origen de los tiempos: son instituciones insustituibles como el matrimonio, la paternidad y maternidad, y por extensión, la filiación y fraternidad, la familia, el parentesco y el linaje o la dinastía. Son precisamente ellas las que configuran el eje transversal que une el legado judeocristiano con el helenismo y Roma, pasando por la denominada Edad Media, el Renacimiento y las revoluciones inglesa, americana y francesa de los siglos XVII y XVIII, con todos los cambios extraordinarios que el paso del tiempo y las civilizaciones han significado. Más allá de Occidente, nuestro común denominador con el Islam y la sociedad sínica formada en torno al Taoísmo, Budismo y Confucianismo, son precisamente las instituciones insustituibles socialmente valiosas. Toda aquella larga historia de pueblos, culturas y civilizaciones está compuesta por unos sistemas de relaciones perfectamente inteligibles para nuestros días y marcos de referencia, porque poco han cambiado en cuanto a su concepción primigenia. Y todavía más alejadas, las condiciones previas que hacen posible aquellas instituciones se asientan sobre la condición objetiva de la naturaleza biológica del ser humano constitutivamente dividido entre hombres y mujeres. 21 Es sólo desde esta perspectiva, en la que la generación de descendencia puede ser considerada como necesaria y socialmente relevante. En todo caso, lo que es imposible es que ambas condiciones se den si desaparece la dualidad de sexos del imaginario colectivo como la única que organiza la humanidad en su fundamento. No podrá existir una perspectiva natalista si el matrimonio pierde -como en España- esta dimensión constitutiva, de la que surge su propio nombre. España vive inmersa en cambios legales que se traducen, y lo harán más en el futuro, en efectos contundentes sobre las instituciones y el funcionamiento de la sociedad, con consecuencias para la natalidad. El problema es que esta afectación se hará evidente a medio y largo plazo, y por lo tanto se produce una separación conceptual entre las nuevas medidas legales en el presente y los daños que ocasionará en el futuro, si bien ya es posible valorarlos de manera suficientemente completa. La inmigración con pautas fatalistas diferentes, enmascara globalmente la pérdida de descendencia específicamente española. Estamos ante unos cambios de alcance extraordinario, porque inciden sobre aquello más esencial de la persona y de la sociedad. Afecta al significado y práctica de lo que es ser hombre y mujer, y por tanto del ser persona, lo que significa ser padre y madre, y sus deberes y obligaciones y funciones sociales, lo que representa la filiación y la pérdida de sus derechos frente al deseo. Implica la destrucción del sentido del matrimonio en cuanto a la función social que debe cumplir y como consecuencia de su papel fundador en la sociedad, y por extensión a la familia, que también queda como una realidad “abierta” a cualquier interpretación y nueva propuesta. “Familia” es ya cualquier agregación de personas. Sin embargo, no hay una utopía social presente, más o menos dibujada, holística, integral que sirva de guía a los cambios que se han introducido. De hecho, la tesis oficial es que estos cambios no tienen ninguna consecuencia sobre el buen funcionamiento de la sociedad y la economía. Esta es una concepción errónea y de riesgo, especialmente cuando los cambios inciden sobre la estabilidad de aquello que a los ojos de los ciudadanos justifica más al Estado: el bienestar. 22 Es un error querer olvidar que el modelo de sociedad se apoya sobre unas instituciones y sistemas de valores determinados. Si estos son alterados, obviamente el modelo se transforma. Si además, lo hace sin guía de cómo se quiere que sea el resultado, lo que se genera es una dinámica de desorden social y económico a largo plazo. Las leyes que inciden sobre las instituciones sociales y la concepción antropológica del ser humano tienen unos efectos particularmente graves, porque se hacen sobre todo visibles a largo plazo, mientras que a corto plazo se manifiestan, como hemos visto, en la dinamización de un conjunto de disfunciones que superficialmente pueden presentarse como desconectadas entre si, y sin relación con la causa originaria, pero que todo análisis mínimamente riguroso muestra como estrechamente relacionadas. Las nuevas leyes inciden sobre las personas y la sociedad a través de la mutación del concepto de hombre, mujer, el matrimonio, la paternidad y maternidad, la filiación, el parentesco y la dinastía, de tres maneras fundamentales: La primera y decisiva, alterando aquello que existía previamente. El segundo efecto de la legislación española es la pérdida de acceso a la realidad. El tercer efecto de las leyes es la pedagogía. Ellas son hoy las principales fuentes de moral. Equivocadamente, se cree que el bien es aquello que es legal, cuando en realidad la norma sólo designa la obligación pero no nos dice nada de su calidad moral. Las principales normas jurídicas que dañan a las instituciones insustituibles socialmente valiosas son las que figuran en la siguiente tabla. En unos casos es el conjunto de la ley, en otros sólo algunos artículos concretos, pero el conjunto es único y de un efecto socioeconómico extraordinario. 23 Tabla 4 La nueva legislación española. Características Fecha aprobación Ley Orgánica de medidas de protección integral contra la violencia de género En los aspectos clave de su contenido es única en el mundo 2004 Ley por la que se modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio Sólo 3 países más en el mundo tienen leyes parecidas. La española es la más radical 2005 Proyecto de Ley por la que se modifican el Código Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil en materia de separación y divorcio) En su contenido única en el mundo 2005 Ley sobre técnicas de reproducción humana asistida Pocos países disponen de una ley tan permisiva 2005 Ley sobre Identidad Sexual En su contenido única en el mundo 2007 Ley de investigación en biomedicina Pocos países disponen de leyes tan permisivas 2007 Título Fuente: Elaboración propia. A estas se les debe añadir las que son propias del ámbito autonómico, con contenidos ideológicos de mucho interés, especialmente en Andalucía y Cataluña. Las leyes mencionadas en la tabla precedente, afectan radicalmente a la naturaleza antropológica del ser humano y las instituciones socialmente valiosas e insustituibles que aquella naturaleza configura. Son los factores pilares de la persona y de la sociedad los que están siendo alterados y sustituidos por otros muy diferentes. La alteración del sistema generador de descendencia: hombre-mujer, matrimonio, maternidad/paternidad y su sustitución por otro, además de ser particularmente confuso, agrava el problema de la baja natalidad española. 24 CONCLUSIONES 25 LAS CONSECUENCIAS: En estas condiciones y en términos peores a los proyectados, el futuro del estado del bienestar es crítico, ya que sobre él inciden dos dinámicas distintas, la de la variable demográfica y económica (ocupación y productividad sobre todo), y otra mucho más específica de España: las leyes que alteran negativamente los supuestos infraestructurales, las instituciones insubstituibles socialmente valiosas sobre los que se asentaba, por la acción de gobierno y los cambios legales introducidos. No se dispone de estudios suficientes para valorar en toda su dimensión los efectos de las disfunciones sociales que brevemente hemos considerado, en los escenarios de futuro. En este sentido, necesitamos modelos que sean capaces de articular los datos ya existentes con proyecciones que recojan los efectos multiplicadores de las disfunciones. En otros términos, los resultados podrían ser a largo plazo sensiblemente peores a los que determina el estudio, a pesar de ser éste negativo, dado que concluyen que el estado español es insostenible y su evolución será progresivamente a peor. 26