Untitled - Espai Carmen Thyssen

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BARCELONA – PARIS – NEW YORK. DE URGELL A O'KEEFFE
En el tránsito del siglo XIX al siglo XX, la sociedad vivió grandes cambios, que influyeron
profundamente tanto en la transformación de las ciudades como en la aparición de
nuevos hábitos sociales. En este periodo se contextualizan las obras que forman parte de
esta exposición. Barcelona, París y Nueva York, han sido las ciudades invitadas en este
relato estético. Tres ciudades que tienen una presencia importante en cuanto al criterio de
construcción de la Colección Carmen Thyssen. Barcelona como referente cercano, que se
refleja en un Paris que despierta hacia la vida moderna, que pasa a ser epicentro del
desarrollo de las nuevas tendencias artísticas, así como foco de debate intelectual
durante la primera mitad del siglo XX, y, finalmente, Nueva York, ciudad que toma el
relevo en París en su avanzada hacia las nuevas ideas estéticas.
Reginald MARSH. El parque de "The Battery", c.1926. Óleo sobre lienzo. Colección Carmen ThyssenBornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
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Urgell y O'Keeffe abren y cierran respectivamente un abanico de obras cronológico, con
alguna excepción puntual, como Corot, que enmarca el contexto histórico de la
exposición. Otro aspecto que se promociona es el diálogo internacional, que permite
trazar las obras excepcionales que forman parte de la Colección Carmen Thyssen.
La obra de Modesto Urgell, con su carácter de romanticismo tardío, pone de relieve el
vínculo entre la Renaixença, que extiende sus raíces hacia la memoria pretérita, y una
Barcelona que despierta y avanza hacia una modernidad que la nivela con las grandes
ciudades europeas. En el otro extremo del timeline, y también al otro lado del océano,
tenemos en Georgia O'Keeffe y Nueva York, un referente de vanguardia, una nueva
perspectiva para un nuevo mundo, donde el reto para el ser que lo habita es la
posibilidad de hacer realidad sus sueños. Las visiones de uno y otro se complementan
con el resto de artistas seleccionados.
Laureà BARRAU BUÑOL. Muchachas en un interior,
s/f Óleo sobre lienzo. Colección Carmen ThyssenBornemisza, en depósito en el Museo ThyssenBornemisza, Madrid
A partir de la mirada de pintores como
Pellicer, Pursals, Barnadas, Pissarro,
Loiseau, Brown, Marsh y Pène du Bois, que
nos dejan testimonio de estas vivencias
desde su sensibilidad compartida, se hace
una aproximación a la transformación de
una sociedad y la forma en que se plasmó
estéticamente este cambio, tomando como
protagonistas a los mismos artistas y las
escenas urbanas, las escenas de carácter
más íntimo, los personajes, que eligen como tema de sus obras.
La ciudad invita a vivir instantes diurnos y nocturnos, y disfrutar. Sus calles se convierten
en escaparate y pasarela de las nuevas tendencias, sobreviniendo emblema de
modernidad. Las transformaciones urbanísticas, que sin duda dibujarán el
nuevo modelo de funcionamiento de la sociedad, las grandes avenidas, los bulevares,
sin olvidar tampoco un espacio urbano tan tradicional como la plaza.
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Los artífices de todos estos cambios fueron, sin duda, sus habitantes, que nos
permitirán también entrar en la intimidad del hogar, los pensamientos, los deseos que se
dibujan detrás de las paredes de los grandes edificios. Nos desvelarán los secreto de la
añoranza hacia un mundo más esencial, en contacto directo con la naturaleza, siempre
presente en el ideal que representa el jardín.
Menchu GAL. Ibiza, s/d. Óleo sobre lienzo. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
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DESPERTAR DE UN NUEVO MUNDO
En el contexto de transformaciones económicas y sociales, que a mediados del siglo XIX
modificaron la sociedad europea, se define el concepto de revolución industrial, que
conllevó el triunfo del capitalismo y de la sociedad burguesa.
Fundamentalmente, los cambios que alteraron radicalmente la forma de vida fueron el
crecimiento de la población, la revolución agrícola, la revolución del transporte y del
comercio y la aplicación de la ciencia a la industria. Estos cambios demográficos,
económicos y tecnológicos generaron transformaciones sociales de gran alcance: la
conversión de comunidades rurales en urbanas y la aparición de nuevas clases sociales.
Modest URGELL INGLADA. Barcas en la playa, s/f. Óleo sobre lienzo. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
Con la llegada del la modernidad, ciertos aspectos del romanticismo pasarán a evocar
el paradigma de un mundo resultado del reencuentro espiritual del individuo con la
esencia de la naturaleza; la obra Paisaje nocturno (c. 1890) de Meifrèn puede ser un claro
ejemplo. El artista en primera instancia parece evocar un paisaje de paz y tranquilidad,
hasta que descubrimos en el agua del río la imagen del movimiento, del cambio
continuo. Modest Urgell, con Barcas en la playa, testimonia un mundo que se está
acabando, como el mismo atardecer que la ilumina. Como contrapunto, la luz
enigmática del puerto nocturno de Grimshaw, Canny Glasgow (1887), aunque habitado
por el silencio,
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invitará a soñar en el despertar de un nuevo mundo. El mundo rural deja paso a
la culminación de la revolución industrial y con ella la transformación del entorno y de
la vida cotidiana
Maximilien LUCE. Fábrica a la luz de
la lluna, 1898. Óleo sobre lienzo.
Colección
Carmen
ThyssenBornemisza,en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
El contraste de estos dos
mundos queda patente en el
diálogo entre la obra Tarde de
otoño (1895) de Le Sidaner y
Fábrica a la luz de la luna
(1898) de Luce. En la primera,
una chica pasea absorta en la
lectura por un entorno rural,
representado desde una estética
completamente simbolista,
rodeada con una luz incierta.
Luce, en cambio, desde un
punto de vista técnico, aplica a
la pintura los principios
científicos del color y de la luz,
como defensor de un nuevo estilo, el neoimpresionismo. Por otra parte, su compromiso
social y político no queda ajeno en la elección de la temática de la pintura. Anarquista
activo y comprometido, pintó varias escenas de trabajadores y paisajes industrializados.
Utilizó las escenas nocturnas, como la que hacemos referencia, para componer una
sublimación dramática de los edificios industriales, al tiempo que le servía para poner
de relieve los hallazgos en torno la aplicación de la luz y del color.
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BARCELONA: UNA CIUDAD VIVIDA
La obra de Pursals, Nevada de 1881. Barcelona (1887), además de dejar constancia
visual de la gran nevada que sorprendió Barcelona a principios de febrero de ese
año, tiene un gran valor como elemento testimonial por su exactitud y historicismo.
Joaquim PURSALS FORMENT. Nevada de 1881, Barcelona, 1887 Óleo sobre lienzo. Colección Carmen
Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
La escena está situada en la parte inferior de la Rambla, con el edificio del Teatro
Principal como protagonista de la composición. Esta imagen es representativa de la nueva
forma de vida de la ciudad, donde las relaciones sociales y algunas veces también los
negocios pasaban por un contexto de ocio. El Teatro Principal solía programar zarzuela,
ya que tenía una gran competición con el Liceu en la programación operística.
La organización de la Exposición Universal de 1888 muestra al mundo una
Barcelona moderna, que le aporta un ambiente cosmopolita. Fue el punto culminante de
una larga y positiva evolución de la sociedad catalana. Un nuevo horizonte de progreso y
de prosperidad hacía ver el futuro con optimismo.
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Los barceloneses vivieron una transformación urbanística, al tiempo que la
propagación de nuevas formas de vida, ocio y relaciones sociales, que convivían con la
tradición.
José Luis Pellicer, presente en este apartado de la exposición con las obras Paso de una
procesión y Grandes almacenes, es un personaje de una amplia trayectoria profesional.
Se acercó a la conciencia pública con una pintura sumaria, de contenido sincero y a
menudo con mensaje satírico. Fue cronista gráfico cuando la fotografía instantánea
todavía no estaba lo suficientemente desarrollada, lo que le supuso poder estar y dejar
testimonio gráfico de los grandes eventos como la Exposición Universal de Barcelona de
1888 o las de París de 1878 y 1889. También se encargó de algunos carteles y de
organizar las cabalgatas públicas de la Exposición Universal de Barcelona de 1888. Por
tanto, con Pellicer tenemos el paradigma, por un lado, del artista con implicación en la
vida social de la ciudad y por el otro, el vínculo siempre presente entre Barcelona y
Paris, ciudad con la que se había querido reflejar.
Ramon Barnadas, un artista que se siente atraído por pintar la vida nocturna en la
ciudad, en la obra Barcelona de noche en los años veinte, nos deja una imagen de la plaza
de Catalunya donde la actividad diurna atrapa la noche; continuando con el mismo
volumen de gente paseando arriba y abajo, con una actitud similar a la que sería la del
mediodía. El ambiente del cuadro transmite una sensación de total normalidad de la
actividad bajo la luz artificial de una ciudad moderna, una de las principales
consecuencias de estos cambios que mencionaban que transforman los hábitos sociales.
El Paisaje urbano de Sanvisens, muy probablemente ubicado en la zona del Eixample,
constata la urbanidad de una generación que ya se ha habituado a los ambientes
cosmopolitas de la Ciudad Condal. Los personajes pueden recordar a algunos dibujos de
Opisso y, de no ser por el idioma en que está escrito el cartel del establecimiento
comercial, la escena podría situarse en cualquier ciudad europea o norteamericana
contemporánea.
La Rambla, de José Amat, introduce el elemento de ciudad mediterránea, que adapta sus
costumbres y crecimiento a la orografía pertinente, haciendo de este espacio un
verdadero punto de encuentro social de todos los tiempos.
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PARIS: INSTANTES ETERNOS
En el siglo XIX Paris se quiso convertir en la ciudad más moderna del mundo, cien años
después de haber sido el modelo de revolución política de su época. Hasta mediados del
siglo XX París será el epicentro del arte occidental: tenía una colonia de artistas
establecidos en la ciudad y escuelas vinculadas a algunos de los mejores pintores del
momento. Su historia, sus calles y edificios emblemáticos quedarán inmortalizados en las
telas de muchos artistas que se sintieron atraídos por la Ciudad de la Luz.
La mayoría de los artistas que forman parte de esta exposición, en un momento u otro de
su vida, con más o menos intensidad, han tenido un vínculo directo con la ciudad de
Paris. Pissarro, aunque vivió mucho tiempo fuera de Paris, inmortalizó la vida en la
ciudad moderna, incluso Camino de Versalles (1870), que pertenece más al género de
pintura de paisaje o pintura rural, no deja de invitar a seguir el camino hacia el que la
sociedad parisina consideró su gran jardín.
Otro artista presente en esta selección es Léon-Augustin Lhermitte, que se trasladó a
Paris en 1863, ciudad en la que triunfó en exponer con un éxito enorme en la
Galerie Durand-Ruel. Su obra tenía presencia destacada en el Musée du Luxembourg
(Paris) y, entre sus admiradores, había Rodin, Van Gogh y Puvis de Chavannes. La ciudad
de Paris le encargó una pintura de gran formato para el nuevo Ayuntamiento de la ciudad.
El mercado de Château-Thierry (1879) constata la dureza y el drama del mundo rural en
un contexto de transformación industrial.
Muchos son los artistas que llegan a París con los ojos llenos de afán creativo, pero no
todos tienen la misma suerte, hay algunas biografías menos afortunadas.
Ferdinand du Puigaudeau es un artista con varios puntos de conexión con el discurso aquí
planteado. Pintor admirado por Degas, con quien establece una gran amistad, la rotura de
relaciones con Durand-Ruel y el fracaso de ventas de posteriores exposiciones lo llevan a
la ruina y se ve obligado a dejar Paris. Es la otra cara de la moneda. En 1919 trabaja
durante cuatro años en un proyecto para una exposición en Nueva York, que
desgraciadamente tampoco triunfará, y este hecho lo sumirá en una profunda depresión.
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Gustave LOISEAU. Vista de Notre-Dame, Paris, 1911. Óleo sobre lienzo. Colección Carmen ThyssenBornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
Bien diferente será la vida de Louiseau, parisino de origen que, gracias a una
herencia recibida de su abuela se podrá dedicar de lleno a la pintura. Louiseau pinta
muchos rincones de la ciudad de Paris, impregnados de movimiento, evitando, sin
embargo, la luz intensa y vibrante de los impresionistas. Vista de Notre Dame, París
(1911) es un ejemplo de su interés para mostrar la luz tamizada.
Junto a miradas de artistas franceses, en esta exposición se establece el diálogo con
miradas de artistas catalanes hacia la Ciudad de la Luz. Han sido muchos los pintores
catalanes que se sintieron atraídos por todo lo que les podía aportar Paris y, como
mencionábamos, la mayoría de los que forman parte de esta muestra, de una manera u
otra, establecieron vínculados con la capital francesa.
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Gaspar Miró i Lleó, en cambio, será parisino de adopción, y su popularidad hace que el
Ayuntamiento le otorgue el título honorífico de peintre de la ville de Paris. La obra
Bulevar parisino, una fantástica perspectiva de la avenida de la Ópera, deja constancia
de una ciudad sumida en la modernidad, llena de luz y movimiento. Recordemos que
Napoleón III comisionó al barón Haussmann para que hiciera los cambios necesarios
para convertir Paris en la ciudad más moderna de su época, con la construcción de
grandes bulevares, siendo el de la Ópera Garnier uno de los más relevantes.
Josep Amat hizo diferentes estancias entre 1933 y 1935. Volvió a Barcelona con
fantásticas panorámicas de los puentes de la ciudad y de los rincones más pintorescos:
Quai de la Gare es un magnífico ejemplo.
DE PUERTAS ADENTRO
Del espectáculo de la calle, a la intimidad de la casa; del movimiento incesante y la
maraña, a la tranquilidad y el silencio. Los habitantes abren la puerta y comparten sus
estancias, la cotidianidad más íntima que despierta la poética de los espacios.
Hechizando la mirada en la belleza de los objetos, en la belleza del deseo, en la belleza
del sueño y el anhelo de reencontrar el paraíso perdido. Esta necesidad de conciliarse
con la naturaleza se refleja en la paz de un jardín idílico, la perfección y protección
emanada del Hortus conclusus.
«De puertas adentro» está organizado en tres apartados: el primero dedicado
propiamente a los interiores, en las estancias de la casa; el segundo, a un espacio más
íntimo, femenino en un juego de espacios de interior-exterior donde deseos y anhelos
hilan la vida de pensamientos secretos y, el tercero, nos lleva hasta el jardín y el
reencuentro con la naturaleza.
Los interiores, espacios intimistas, están representados por pintores que destacaron en
el tratamiento de este tema. Es el caso de Maurice Lobre, condiscípulo de Ramon Casas,
al que la crítica del momento elogió siempre este aspecto de su pintura. De Tocador de
Jacques-Émile Blanche (1888), el comentario de Guillermo Solana nos hace poner la
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atención en la chica adolescente, que sintetiza la atmósfera delicada del interior y
personifica la fugacidad, la vida humana como tráfico. Cuando la chica cierre la puerta,
todo se habrá desvanecido.
Carl Vilhelm Holsoe alcanzó una enorme fama como pintor de interiores. Suele encontrar
su fuente de inspiración en el ambiente de sencillez y serenidad que se podía encontrar
en las salas de estar de las familias de clase media. Mujer con frutero (c. 1900-1910)
nos aporta un ejemplo de esta tranquilidad que se busca en el hogar, alejado del
alboroto de las calles ajetreadas de la ciudad.
El descanso de la modelo (1905) nos permite entrar en el propio estudio del artista.
Manguin comparte en la pintura, y también en la realidad, su taller. En el jardín de su
casa, en Paris, construyó un atelier con paneles desmontables, donde iban a pintar
Matisse, Marquet, Derain, Camoin, Puy y de otros pintores, y se convirtió en el lugar de
gestación del fauvismo.
La poética del silencio, el diálogo de las miradas, las complicidades, pasan a ser el
primer plano de la obra Muchachas en un interior de Laureà Barrau. Una escena llena de
ternura que parece transcurrir con toda naturalidad, ajena a nuestra mirada. Las obras
de Sunyer y Graner inician el recorrido hacia el ámbito siguiente, en este diálogo de
interior-exterior, que tiene como protagonista la figura femenina.
En este apartado es destacable la obra de Corot, El baño de Diana (1869-1870), de una
pureza y sensualidad desbordante, con un tratamiento de la luz que recuerda la
fotografía. Pastora desnuda tumbada (1891) de Berthe Morisot pondrá aún más de
relieve esta sensualidad inocente. Y la escultura Estática. Torso (c. 1926) de Clarà
reforzará la sensualidad de la belleza femenina. Berthe Morisot conoció a Corot en 1861,
también mantuvo una estrecha relación intelectual con Puvis de Chavanes y Degas. Su
pintura se centrará en la temática que aquí nos ocupa: mujeres y niños tanto en
interiores como en exteriores domésticos.
Por su parte, la obra de Baranov-Rossiné, Adán y Eva (1912), será el preludio de la
justificación, del por qué del deseo de un jardín doméstico. Invita a hacer memoria del
origen y pérdida del paraíso, anhelo reencontrado en la paz y la calma del tiempo de
reposo espiritual que habita en el jardín de casa.
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Por su parte, la obra de Baranov-Rossiné, Adán y Eva (1912), será el preludio de la
justificación, del por qué del deseo de un jardín doméstico. Invita a hacer memoria del
origen y pérdida del paraíso, anhelo reencontrado en la paz y la calma del tiempo de
reposo espiritual que habita en el jardín de casa.
Pere PRUNA. Desnudo en el jardín, 1963. Óleo sobre lienzo. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
Jardín que puede ser la misma naturaleza del entorno de la casa como la obra La
casa entre las rosas (1925) de Monet, o Desnudo en el jardín de Pruna. Naturaleza
ordenada como preludio de la entrada en casa: Malvarrosa. Valldemossa o Patio, ambas de
Meifrèn, Casa, jardín y niña de Antoni Ferrater o bien en el fondo de la casa, donde
podría estar perfectamente ubicada la imagen de Grau Sala, Chica en el jardín (1933).
Este vínculo inevitable con la naturaleza, con la belleza y la fragilidad, a pesar de que
nos hayamos paseado por la ciudad más cosmopolita, puede quedar resumido en un
ramo de flores, síntesis del hábitat poético, de lo efímero como la vida misma,
sensaciones que sin duda emanan de las dos fantásticas acuarelas de Kokoschka, Flores
en un jarrón (1961) y Tulipanes y narcisos (1968).
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NEW YORK : PROYECCIÓN COSMOPOLITA
Dejamos atrás los jardines que abarcan los deseos íntimos de libertad, para pasear por
las calles de una ciudad que supo convencer de que todo era posible. Damos paso a la
acción, ponemos el individuo en el primer plano de los hechos, también del
compromiso, de la fuerza, del optimismo, para la construcción de una nueva realidad.
La ciudad de Nueva York se transforma en el siglo XIX y pasa a ser, en 1835, la ciudad
más grande de Estados Unidos. La obra de John W. Hill, Vista de Nueva York desde
Brooklyn Heights (c. 1836) permite apreciar los inicios de la transformación de la ciudad
que durante buena parte del siglo XX fue paradigma de modernidad.
Escenas de vivencias cotidianas, historias urbanas, relaciones de barrio, como las que
nos ofrecen las obras de John G. Brown, que emigró a Nueva York en 1853, nos dejan
testimonio de un momento, al tiempo que la consecución de una hito. Con estas pinturas
Brown tiene un éxito espectacular como artista y se convierte en famoso y rico.
Guy PÈNE DU BOIS. Carrer 42, 1945. Oleo sobre
tela. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
El tiempo dedicado al ocio, actores,
músicos, el triunfo del espectáculo, en
el escenario, en la calle, se encuentra
representado con acento americano en
la obra de Walt Khun, o en la maraña de
una de las calles más animados del
corazón de Nueva York, en el centro de
Manhattan, la Calle 42, vista por Guy
Pène du Bois. Ambos artistas nacieron
en Brooklyn y, a principios del siglo XX,
hacen, por separado, estancia en Paris.
Allí es donde Pène du Bois comienza a
pintar los peatones y lo sigue haciendo cuando regresa a la ciudad de Nueva York.
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Finalmente, la geografía urbana en la que se enmarcan las historias vividas de John W.
Hill, Childe Hassam, John G. Brown, Reginald Marsh, Guy Pène du Bois o Walt Khun, es la
que encontramos en las obras de Georgia O'Keeffe , Lowell Nesbitt o Richard Estes.
Calle de Nueva York con luna (1925) es el primer paisaje neyorquino de Georgia
O'Keeffe y el primer cuadro que pinta al llegar a la ciudad. Esta obra está rodeada de
curiosidades. Ella la quería exhibir en la exposición de la Anderson Gallery en 1925, pero
no le dejaron hacer, argumentando que los rascacielos eran un tema muy arriesgado
«incluso para los pintores», arriesgado en el sentido de difícil de vender. O'Keeffe, que
estaba convencida de su pintura y temática, insistió y al año siguiente logró exponer la
obra, siendo la primera que se vendió en esa muestra. A partir de ese momento,
continuó pintado la ciudad. O'Keeffe afirmaba que «no se puede pintar Nueva York
como es, sino cómo se siente".
Los paisajes de Nesbitt y Estes son un tipo de aproximación a la estética hiperrealista,
espejismo de la concreción. A Dos puentes en Nueva York (1975) se ven el de Manhattan
y el de Brooklyn. Aunque trabaja a partir de la fotografía, Nesbitt procura plasmar la
vivencia personal que él tiene con todos estos espacios que forman la memoria de su
geografía humana.
A Richard Estes lo suelen describir como un pintor realista, aunque a menudo también
se utiliza el término fotorealista. De hecho, la realidad que acaba plasmando en la obra
no es la misma que la de la fotografía, sino que hace un montaje, es decir, una realidad
que responde a la del mundo creado por el artista.
Las luces simbólicas de O'Keeffe y el fotorealismo de Nesbitt y Estes abrían la puerta
de la ciudad donde los sueños se podían convertir en realidad. Desde la expresión
artística se trabaja con una puerta abierta hacia la esperanza de que un mundo mejor es
posible. Una promesa de un nuevo mundo preludiado en 1893 por Dvorak, en la
composición de la Sinfonía núm. 9 en mi menor, opus 95.
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Richard ESTES. People's flowers, 1971. Óleo sobre
lienzo. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en
depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
Una ciudad llena de fuerza como la que
hace sentir la obra de O'Keeffe Calle de
Nueva York con luna, con una farola
enigmática y una luna blanca iluminando
la ciudad que no duerme y sin embargo,
no deja de soñar. Una ciudad que ha
conquistado la noche, donde el
movimiento incesante no se hace
incompatible con el reposo, así lo pinta
Lasarte, en el paisaje urbano nocturno
que ve desde la ventana de su taller
neyorquino.
Otras visiones, nuevos espacios, parajesdel alma, que el viaje por estas tres ciudades Barcelona, Paris y New York- ha puesto en primer plano, para continuar haciendo de este
mundo un lugar poéticamente habitable
Pilar Giró
Comisaria de la exposición
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DATOS EXPOSICIÓN 2015
Título: BARCELONA-PARIS-NEW YORK. DE URGELL A O'KEEFFE. COLECCIÓN
CARMEN THYSSEN
Fechas: del 12 de julio al 18 de octubre de 2015
Organiza: Fundació Privada Centre d’Art Pintura Catalana de Sant Feliu de
Guíxols
Ayuntamiento de Sant Feliu de Guíxols
Comisariado: Pilar Giró Román
Coordinación técnica: Montse Barniol
Obras: 52
Publicaciones: Catálogo con textos de especialistas e historiadores. Edición en
catalán y en castellano.
Comunicación: Maria Gorgues
Horario exposición: De lunes a domingo, de 11.00 a 21.00 horas.
A partir del 14 de septiembre, de 10 a 14.00 y de 16.00 a 19.00 horas.
Sábados y domingos, de 10.00 a 20.00 horas
Taquilla abierta hasta media hora antes de cerrar. El desalojo de las salas de
exposición tendrá lugar 10 minutos antes del horario de cierre
Dirección: Espai Carmen Thyssen, Plaza del Monasterio, s / n. 17220 Sant
Feliu de Guíxols
Atención al cliente: Servicio de información y atención al cliente en la planta
de acceso a la exposición
Tienda: Los visitantes encontrarán una tienda-librería donde se pueden
adquirir productos de papelería, regalos, moda y decoración relacionados con
la exposición temporal del Espai Carmen Thyssen. Así como los catálogos de
las exposiciones de 2012, 2013 y 2014.
Información: www.espaicarmenthyssen.com y en el teléfono 972 82 00 51
Venta de entradas: en las taquillas de la exposición. Reserva de entrades:
[email protected]
Visitas guiadas y visitas guiadas familiares: varias opciones, horarios e
idiomas. Reservas: [email protected] y en el teléfono 972 82 00 51
Otras actividades:
Música en el Espai Carmen Thyssen. Dentro del 53 Festival de la Porta
Ferrada (Espacio Clásico) ciclo de conciertos gratuitos en julio y agosto.
Consultar programación a www.festivalportaferrada.cat y a
www.espaicarmenthyssen.com
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BARCELONA-PARIS-NOVA YORK. D'URGELL A O'KEEFFE. COL·LECCIÓ
CARMEN THYSSEN
ARTISTAS
NACIONALES :
Josep AMAT, Ramon BARNADAS, Laureà BARRAU, Josep CLARÀ, Antoni
CLAVÉ, Pere CRÉIXAMS, Antoni FERRATER, Menchu GAL, Lluís GRANER,
Emili GRAU SALA, Eliseu MEIFRÈN, Gaspar MIRÓ, Josep Lluís PELLICER,
Pere PRUNA, Joaquim PURSALS, Ramon SANViSENS, Joaquim SUNYER,
Modest URGELL.
EUROPEOS :
Vladimir BARANOV-ROSSINÉ, Emile BERNARD, Camille COROT, Carl
HOLSOE, Oskar KOKOSCHKA, Henri LE SIDANER, Léon-Augustin
LHERMITTE, Maurice LOBRE, Gustave LOISEAU, Maximilien LUCE, Henri
MANGUIN, Claude MONET, Berthe MORISOT, Camille PISSARRO,
Ferdinand du PUIGAUDEAU.
NORTEAMERICANOS :
John George BROWN, Richard ESTES, John Atkinson GRIMSHAW, Childe
HASSAM, John William HILL, Walt KUHN, Mercedes LASARTE, Reginald
MARSH, Lowell NESBITT, Georgia O'KEEFFE, Guy PÈNE DU BOIS.
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Barcelona - Paris - New York. De Urgell a O’Keeffe
Colección Carmen Thyssen
SALA 1
LE SIDANER, Henri . Tarde de otoño, 1895. Óleo sobre lienzo, 50,2x 61,9.
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo ThyssenBornemisza, Madrid
GRIMSHAW, John Atkinson . Canny Glasgow, 1887. Óleo sobre lienzo, 61 x
91,5. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
MEIFRÈN ROIG, Eliseu. Paisaje nocturno, s/f. Óleo sobre lienzo, 60,5 x 80,5.
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo ThyssenBornemisza, Madrid
LUCE, MAXIMILIEN. Fábrica a la luz de la luna, 1898. Óleo sobre lienzo, 55,9
x 46. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
URGELL INGLADA, Modest. Barcas en la playa, s/f. Óleo sobre lienzo, 100 x
181. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
SALA 2
PURSALS FORMENT, Joaquim. Nevada de 1881, Barcelona, 1887. Óleo sobre
lienzo, 120 x 195. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el
Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
BARNADAS, Ramon. Barcelona de noche en los años veinte, 1925. Óleo sobre
lienzo, 55,5 x 80,5. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
SANSVISENS MARFULL, Ramon. Paisaje urbano, s/f . Óleo sobre lienzo, 70 x
100. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
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PELLICER FENYÉ, Josep Lluís. Paso de una procesión, s/f. Óleo sobre lienzo,
63,5 x 106. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
AMAT PAGÈS, Josep. Las ramblas, c.1950. Óleo sobre lienzo, 60 x 81.
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
PELLICER FENYÉ, Josep Lluís. Grandes almacenes, s/f. Dibujo a pluma con
toques de guache blanco sobre papel, 55 x 47. Colección Carmen ThyssenBornemisza
SALA 3
PISSARRO, Camille. Camino de Versalles, sol de invierno y nieve, 1870. Óleo
sobre lienzo, 46 x 55,3. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito
en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
LHERMITTE, León-Augustin. El mercado de Château-Thierry, 1879. Óleo
sobre lienzo, 53,3 x 67. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito
en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
DU PUIGAUDEAU, Ferdinand. Fiesta nocturna en Saint-Pol-de-León, 18941898. Óleo sobre lienzo, 60 x 73. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en
depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
LOISEAU, Gustave. Vista de Notre-Dame, Paris, 1911. Óleo sobre lienzo, 60 x
60,3. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
LOISEAU, Gustave. La calle Clignancourt, Paris 14 de julio, c.1925. Óleo
sobre lienzo, 61 x 50. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en
el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
MIRÓ LLEÓ, Gaspar. Bulevar parisino, s/f. Óleo sobre lienzo, 23,5 x 32.
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
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AMAT PAGÈS, Josep. Quai de la Gare, 1934. Óleo sobre lienzo, 60 x 73.
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
SALA 4
CLARÀ AYATS, Josep. La esclava, s/f bronce 82cm altura. Colección Carmen
Thyssen-Bornemisza
LOBRE,Maurice. Tocador de Jacques-Émile Blanche, 1888. Óleo sobre lienzo,
80 x 85. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
MANGUIN, Henri. El descanso de la modelo, 1905. Óleo sobre lienzo, 80,7
x65,7. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
HOLSOE, Carl Vilhelm. Mujer con frutero, c.1900-1910. Óleo sobre lienzo, 48
x 51. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
GRANER ARRUFÍ, Lluís. Joven en un interior, s/f óleo. Óleo sobre lienzo, 116
x 80. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
SUNYER I DE MIRÓ, Joaquim. Mujer delante del espejo, 1948. Óleo sobre
lienzo, 55 x 38. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
BARRAU BUÑOL, Laureà. Muchachas en un interior, s/f . Óleo sobre lienzo,
96,5 x83. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
20
SALA 5
BARANOV-ROSSINÉ, Vladimir. Adán y Eva, 1912. Óleo sobre lienzo, 155 x
219,7. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
GRAU SALA, Emili. Muchacha en un jardín, 1933. Óleo sobre lienzo, 150 x
50. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
GAL, Menchu. Ibiza, s/f. Óleo sobre lienzo, 81 x 100. Colección Carmen
Thyssen-Bornemisza
PRUNA, Pere. Desnudo en el jardín, 1963. Óleo sobre lienzo, 60 x 81.
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
COROT, Jean-Baptiste-Camile. El baño de Diana (La fuente), 1869-1870. Óleo
sobre lienzo, 72,1 x 41. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito
en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
MORISOT, Berthe. Pastora desnuda tumbada, 1891. Óleo sobre lienzo, 57,5 x
86,4. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
BERNARD, Émile. Bañistas, 1889. Óleo sobre lienzo, 47 x 57,2. Colección
Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza,
Madrid
SALA 6
MEIFRÈN ROIG, Eliseu. Malvarrosa. Valldemossa, s/f . Óleo sobre lienzo, 81 x
101. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
CLAVÉ I SANMARTÍ, Antoni. El mirón, s/f . Óleo sobre lienzo, 130 x 140.
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza
21
MEIFRÈN ROIG, Eliseu. Patio, s/f, Óleo sobre lienzo, 49 x 62 cm. Colección
Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito gratuito en el Museo Carmen
Thyssen Málaga
FERRATER I FELIU, Antoni. Casa, jardín y niña, s/f . Óleo sobre lienzo, 48 x
65. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo ThyssenBornemisza, Madrid
MONET, Claude. La casa entre las rosas, 1925. Óleo sobre lienzo, 92,3 x
73,3. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
KOKOSCHKA, Oskar. Flores en un vaso, 1961. Acuarela sobre papel, 65 x 47.
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo ThyssenBornemisza, Madrid
KOKOSCHKA, Oskar. Tulipanes y narcisos, 1968. Acuarela sobre papel, 64
x49. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
SALA 7
MARSH, Reginald. El parque de "The Battery", c.1926. Óleo sobre lienzo,
76,2 x 101,6. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
HILL, John William. Vista de Nueva York desde Brooklyn Heights, c.1836.
Acuarela sobre papel, 48,3 x 85. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en
depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
HASSAM, Childe. La Quinta Avenida en Washington Square, Nueva York,
1891. Óleo sobre lienzo, 56 x 40,6. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza,
en depósito en el Museo Thyssen-Bornemisza, Madrid
PÈNE DU BOIS, Guy. Calle 42, 1945. Óleo sobre lienzo, 81,2 x 66. Colección
Carmen Thyssen-Bornemisza
22
CRÉIXAMS PICÓ, Pere. El flautista, s/f. Óleo sobre lienzo, 90 x 74. Colección
Carmen Thyssen-Bornemisza
BROWN, John George. El limpiabotas, s/f. Óleo sobre lienzo, 65,4 x 45,1.
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo ThyssenBornemisza, Madrid
KUHN, Walt. Chico con chistera, 1948. Óleo sobre lienzo, 58,4 x 53,3.
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo ThyssenBornemisza, Madrid
BROWN, John George. Una clientela dura, 1881. Óleo sobre lienzo, 76 x 63,5.
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo ThyssenBornemisza, Madrid
BROWN, John George. El matón del vencindario, 1866. Óleo sobre lienzo,
34,4 x 66,7. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
SALA 8
O'KEEFFE, Georgia. Calle de Nueva York con luna, 1925. Óleo sobre lienzo,
122 x 77. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
ESTES, Richard. People's flowers, 1971. Óleo sobre lienzo, 162 x 92,7.
Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo ThyssenBornemisza, Madrid
NESBITT, Lowell. Dos puentes en Nueva York, 1975. Óleo sobre lienzo, 114.3
x 127 cm. Colección Carmen Thyssen-Bornemisza, en depósito en el Museo
Thyssen-Bornemisza, Madrid
LASARTE, Mercedes. 405 and Sunset, 1999. Óleo sobre lienzo, 76 x 76.
Colección Mercedes Lasarte
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LAS SALAS DE LA EXPOSICIÓN
BARCELONA-PARIS-NEW YORK. DE URGELL A O'KEEFFE. COLECCIÓN
CARMEN THYSSEN
PASILLO
En el tránsito del siglo XIX al siglo XX la sociedad vivió grandes cambios
que influyeron tanto en la transformación de las ciudades como en la
aparición de nuevos hábitos sociales. Barcelona, Paris y New York han
sido las ciudades invitadas a la construcción de este relato estético. La
mirada de artistas como Urgell, Pursals, Barnades, Pissarro, Loiseau,
Brown, Marsh, O'Keeffe ... nos dejan su testimonio pictórico.
Barcelona encabeza la modernidad y el progreso de las ciudades
mediterráneas, mirando siempre hacia Europa. Paris representa el faro
de la espiritualidad, por donde pasan casi todos los artistas que forman
parte de la exposición, y Nueva York se consolida como la ciudad que
abre las puertas al futuro liberado del anclaje de la tradición.
La ciudad invita a vivir y disfrutar instantes diurnos y nocturnos. Sus
calles se convierten en escaparate y pasarela de las nuevas tendencias,
sobreviniendo emblema de modernidad.
Los artífices de todos estos cambios fueron, sin duda, sus habitantes,
que nos permitirán también entrar en la intimidad del hogar, de los
pensamientos, de los deseos que se dibujan detrás de las paredes de los
grandes edificios. De puertas adentro será un recorrido por las estancias
de la casa, estar en compañía de las musas que las habitan y, también,
reencontrar el paraíso perdido en la paz de los jardines domésticos.
Corot, Morisot, Holsoe, Monet, Meifrèn, Pruna, Clavé ... transformarán
en color todos estos instantes de complicidad.
SALA 1
En el contexto de transformaciones económicas y sociales, que a
mediados del siglo XIX modificaron la sociedad europea, se define el
concepto de revolución industrial, que comportó el triunfo del
capitalismo y de la sociedad burguesa.
Fundamentalmente los cambios que alteraron radicalmente la forma de
vida fueron el crecimiento de la población, la revolución agrícola, la
revolución del transporte y del comercio, la aplicación de la ciencia a la
industria ... Estos cambios demográficos, económicos y tecnológicos
generaron transformaciones sociales de gran alcance: la conversión de
comunidades rurales en urbanas y la aparición de nuevas clases
sociales.
24
SALA 2
Barcelona, una ciudad vivida
La organización de la Exposición Universal de 1888 muestra al mundo
una Barcelona moderna que le aporta un ambiente cosmopolita. Fue el
punto culminante de una larga y positiva evolución de la sociedad
catalana. Un nuevo horizonte de progreso y prosperidad hacía ver el
futuro con optimismo. Los barceloneses vivieron una transformación
urbanística toda vez que se propagaban unas nuevas formas de vida,
ocio y relaciones sociales, que convivían con la tradición.
SALA 3
Paris, instantes eternos
Hasta mediados del siglo XX París será el epicentro del arte occidental.
Tenía una colonia de artistas establecidos en la ciudad y escuelas
vinculadas a algunos de los mejores pintores del momento. Para cada
uno de estos artistas, París será un lugar que les definirá la trayectoria.
Su historia, sus calles y edificios emblemáticos quedarán inmortalizados
en las telas de muchos que se sintieron atraídos por la ciudad de la luz.
SALA 4
De puertas adentro
Del espectáculo de la calle a la intimidad de la casa, del movimiento
incesante y la maraña, a la tranquilidad y el silencio. Los mejores
pintores de interiores del momento, Holsoe, Lobre ... con sus pinceles
abren la puerta y se convierten en confidentes de las estancias, de la
cotidianidad más íntima que despierta la poética de los espacios.
SALA 5
Baranov invita a hacer memoria de la pérdida del paraíso, anhelo
reencontrado en la paz y la calma que reposa en la intimidad del jardín.
Corot y Morisot evocan la fuerza de la ternura y de la sensualidad
femenina, vitrina del deseo de ser y de estar en comunión con el mundo.
25
A estos lugares mitológicos, bucólicos, los acompañan otros reales,
carnales, como los propuestos por Bernard, Pruna o Grau Sala.
SALA 6
El jardín toma el protagonismo. El vínculo inevitable con la naturaleza, la
belleza y la fragilidad, aunque nos hayamos paseado por la ciudad más
cosmopolita, puede quedar resumido en un ramo de flores, síntesis del
hábitat poético, de lo efímero, como la vida misma. El color deviene
metamorfosis de la fragancia.
SALA 7
New York, proyección cosmopolita
La ciudad de Nueva York se transforma en el siglo XIX y pasará a ser, en
1835, la ciudad más grande de Estados Unidos. Los artistas se
inspirarán en escenas de vivencias cotidianas, historias urbanas ...
Relaciones de barrio, como las que pinta John G. Brown, plasman la
llegada de la inmigración. El tiempo dedicado al ocio, actores, músicos,
el triunfo del espectáculo, ya sea en el escenario o en la calle,
impregnarán las telas de Kuhn, Guy Pène du Bois, Marsh ...
SALA 8
Las luces enigmáticas de O'Keeffe, el fotorrealismo de Nesbitt y Estes,
abren la puerta de la ciudad en la que los sueños se podían convertir en
realidad.
La promesa de un nuevo mundo preludiado por Dvorak. Una farola
enigmática y una luna blanca que ilumina la ciudad que no duerme y,
sin embargo, no deja de soñar. Una ciudad que ha conquistado la
noche, como la pinta Lasarte.
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LOS LUNES MUSICALES DEL ESPAI CARMEN THYSSEN
Por tercer año consecutivo el Espai Carmen Thyssen ofrece
microconciertos gratuitos, con la entrada de la exposición, dentro del
Espai Clàssic de la 53. edición del Festival de la Portada Ferrada de
Sant Feliu de Guíxols. A las 17 horas.
En el programa, música de Bach y Sainz de la Maza con los instrumentos
de cuerda como protagonistas. Y con el violonchelo eléctrico como
novedad de la presente edición.
Lunes, 20 de julio
Dolores Vidal, violonchelo
SUITE nº1 para VIOLONCELO de J.S.BACH
Lunes, 27 de julio
David Morata, violín
Partidos para VIOLIN de J.S. BACH
Lunes, 10 de agosto
Jaume Olivé, guitarra
SUITE PLATERO y YO para guitarra de REGINO SAINZ DE LA MAZA
Lunes, 17 de agosto
Jordi Ortega, violonchelo eléctrico
SUITE nº3 para VIOLONCELO de J.S. BACH
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