Esta exposición ha sido organizada por la Dirección General de Archivos, Museos y Bibliotecas de la Consejería de Cultura y Turismo de la Comunidad de Madrid Consejero de Cultura y Turismo SANTIAGO FISAS AYXELÀ Viceconsejera de Cultura y Turismo CONCHA GUERRA MARTÍNEZ Secretaria General Técnica CRISTINA TORRE-MARÍN COMAS Directora General de Archivos, Museos y Bibliotecas ISABEL ROSELL VOLART Subdirectora General de Museos PILAR DE NAVASCUÉS BENLLOCH Asesor de Artes Plásticas CARLOS URROZ EXPOSICIÓN CATÁLOGO Comisaria BELÉN CASTILLO IGLESIAS (Directora Técnica del Museo del Ejército) Textos BELÉN CASTILLO IGLESIAS MATILDE ARIAS ESTÉVEZ SUSANA GARCÍA RAMÍREZ Documentación MATILDE ARIAS ESTÉVEZ SUSANA GARCÍA RAMÍREZ (Museo del Ejército) Textos BELÉN CASTILLO IGLESIAS MATILDE ARIAS ESTÉVEZ SUSANA GARCÍA RAMÍREZ Proyecto Expositivo MACUA & GARCÍA-RAMOS EQUIPO DE DISEÑO Imágenes Derechos reservados © Ayuntamiento de Madrid. Museo de Historia © Fundación Lázaro Galdiano © Laboratorio fotográfico. Biblioteca Nacional de España. Madrid © Museo de Bellas Artes de Bilbao © Museo de Huesca © Museo Nacional del Prado © Oronoz Fotógrafos © Patrimonio Nacional © Real Academia de Bellas Artes de San Fernando Diseño Gráfico EUGENIO SIMÓ Coordinación General de Exposiciones Mª JESÚS DE ANDRÉS Red Itiner MARÍA CARRILLO Conservación ELENA SAÚCO Transporte y Montajes EXMOARTE, S.A. Diseño de la Colección MANUEL ESTRADA DISEÑO GRÁFICO Diseño y Maquetación del Catálogo EUGENIO SIMÓ Impresión GRAPHIC-3, S.A. Depósito Legal © De los textos: los autores © De esta edición Comunidad de Madrid. Consejería de Cultura y Turismo. Dirección General de Archivos, Museos y Bibliotecas, 2008. Impreso en España. La Consejería de Cultura y Turismo desea unirse a los actos conmemorativos del bicentenerario del 2 de Mayo y de la Guerra de la Independencia, a través de la incorporación en la programación de la Red de Exposiciones Itinerantes (Red Itiner) de una exposición que, con el título 1808: la respuesta de los madrileños, tiene como objetivo contribuir al conocimiento de los hechos históricos que rodearon dichos acontecimientos. Aunque con consecuencias dramáticas para gran parte de la población, la Guerra de la Independencia fue un momento clave en la configuración de nuestra identidad, ya que fue el detonante de la aparición de un sentimiento nacional sin precedentes hasta ese momento. Pero ese movimiento, surgido en Madrid y rápidamente extendido a todo el territorio, no se limitó a ser una lucha contra el invasor extranjero, sino una reivindicación por los derechos y las libertades públicas, la justicia y la igualdad, conceptos todos ellos que quedaron plasmados en la Constitución de Cádiz de 1812. Tres momentos claves en los primeros acontecimientos de la Guerra de la Independencia se producen en la Comunidad de Madrid: el motín de Aranjuez, el levantamiento del 2 de mayo y su posterior represión, y la publicación del bando de los alcaldes de Móstoles Andrés Torrejón y Simón Hernández. La exposición nos permite realizar un recorrido visual por todos estos hechos, conocer a sus protagonistas, que forman parte ya de nuestro imaginario colectivo, y profundizar en las motivaciones políticas que dieron lugar a los acontecimientos. Nos ofrece al mismo tiempo la oportunidad de asomarnos a la vida cotidiana del Madrid de entonces, a través de las reproducciones de cuadros y grabados que nos muestran una población divirtiéndose en romerías y plazas de toros, ajena aún a la guerra que estaba a punto de comenzar. Esta exposición quiere ser, por tanto, un homenaje a todos los madrileños y españoles que no dudaron en luchar por la libertad en nuestro país y que iniciaron el recorrido que nos ha llevado a convertirnos en la nación democrática que hoy somos. Santiago Fisas Ayxelà Consejero de Cultura y Turismo “… Ustedes han visto muchas cosas buenas; ustedes han visto la de los grandes militares, la de los grandes civiles y la de los sargentos; pero no han visto la de los lacayos y cocheros que fue la primera, la primerita y sin disputa la más salada de todas” (B. Pérez Galdós: Episodios Nacionales 3) Si en la historia de los pueblos existen fechas significativas, para los madrileños es sin ninguna duda la del “Dos de Mayo”. El inicio del s. XIX fue tumultuoso en toda Europa. La Revolución Francesa, el gobierno de la Convención y el posterior Consulado e Imperio de Napoleón crearon un nuevo mapa geopolítico dominado por Francia. La monarquía española, pasada la Guerra contra la Convención y firmada la Paz de Basilea en 1795, mantuvo la vieja política de alianzas con Francia a partir de la firma, al año siguiente, del Tratado de San Ildefonso. Las consecuencias de los acuerdos fueron gravosas y derivaron en enfrentamientos internos dentro de la Corte, en torno a la figura del Príncipe de Asturias frente a Godoy. En dichos enfrentamientos ambos bandos buscaron el apoyo de Napoleón quien, finalmente, convertido en árbitro de esta extraña situación optó por ocupar España e invadir Portugal. La ocupación militar y el posterior traslado de la familia real a Bayona, provocaron el levantamiento en armas del pueblo de Madrid. Su heroico ejemplo 7 fue seguido por la sociedad española que asumió de forma natural la defensa de su soberanía y de su patriotismo. La Guerra de la Independencia (1808 1814) fue una guerra popular y revolucionaria, distinta a las mantenidas hasta entonces por Napoleón, que sorprendió a Europa y enseñó a los pueblos como debían combatir al emperador. La exposición “1808: LA RESPUESTA DE LOS MADRILEÑOS” rememora esos primeros días del mes de mayo y la lucha frente al invasor; los acontecimientos de El Escorial y de Aranjuez que les precedieron y los posteriores del “Bando de los Alcaldes de Móstoles” y de la Batalla de Somosierra, pero también reconstruye las circunstancias políticas que llevaron a esta situación, así como la vida en el Madrid de comienzos del siglo XIX. El Proyecto Itiner de la Comunidad de Madrid se suma así a los actos del II Centenario del Dos de Mayo para celebrar con las localidades madrileñas esta efemérides. Madrid y los madrileños a comienzos del s. XIX Calle de Atocha desde el llamado Prado de Atocha (Detalle) Antonio Joli, h. 1750 Óleo/ lienzo Col. Particular, Madrid Oronoz Fotógrafos “… vagaba por Madrid un servidor de ustedes, maldiciendo la hora menguada en que dejó su ciudad natal por esta inhospitalaria Corte. … acompañé a la comitiva por la calle, precediéndoles con un farol, según costumbre, porque en aquel tiempo el alumbrado público, si en alguna calle existía, era digno émulo de la oscuridad más profunda.” (B. Pérez Galdós: Episodios Nacionales 2) Calle de Alcalá Antonio Joli, h. 1750 Óleo/ lienzo Colección Particular, Madrid Oronoz Fotógrafos En 1808 Madrid era una ciudad de extensión reducida cuyo trazado medieval se delimitaba por el cerramiento de ladrillo y adobe, de escasa capacidad defensiva, levantado en tiempos de Felipe IV. A ella se accedía a través de cinco puertas: Alcalá, Atocha, antigua de Toledo, Segovia y San Fernando, y de doce portillos distribuidos a lo largo del vallado. La población ascendía a unos 160.000 habitantes pertenecientes a todos los estamentos sociales, existiendo además un alto índice de inmigrantes que acudían a la Villa en busca de un futuro mejor. El trazado urbano era radial con el centro en la Puerta del Sol, donde confluían las arterias más importantes que conectaban con las puertas de acceso a la ciudad. La modernización parcial de dicha trama la realizó Carlos III que amplió espacios y creó paseos para el disfrute de los madrileños, caso del Prado, el de las 10 Delicias o el Parque del Retiro. Sin embargo en general predominaban las calles más bien estrechas, sin canalizaciones, y la construcción de casas de pisos de no muy buena calidad. La alta nobleza mantuvo una posición preferente al estar sus miembros vinculados a los cargos políticos de la corona. Al final del siglo la vida social adoptó un estilo más liberal, alejado del anterior protocolo cortesano, que afianzó el hábito de las reuniones y tertulias de salón. Esta práctica influyó en la concepción de la casa que pasó de ser un espacio individual y privado a ser un centro de confluencia de familiares, amigos y conocidos, adaptándose su interior para acoger con gusto y refinamiento a los visitantes. Muebles, relojes, espejos, pinturas y porcelanas adornaban los salones, daban prestigio Los jugadores de naipes Francisco de Goya, 1778 Óleo/ lienzo Museo Nacional del Prado, Madrid social a su propietario y, también, nos informan sobre el gusto por la ostentación que imperó en aquella época y que ya llamó la atención de los viajeros extranjeros. El consumo de productos de lujo provocó desfases económicos privados y estatales- que Carlos IV intentó paliar con la renovación técnica y productiva de las Reales Fábricas, entre otras la de cristal de La Granja y la de porcelanas del Buen Retiro. La renovación alcanzó también el campo de la estética y con ello la participación en las manofacturas de reconocidos artistas que, como Goya, Bayeu o del Castillo, nos han legado obras pictóricas de gran calidad y de la más diversa temática del momento. Un aspecto que define bien a la sociedad madrileña de la época es el de la indumentaria. El estilo castizo de “majas” y “majos” fue utilizado por el común de 11 Pareja de majos José del Castillo Óleo/ lienzo Ministerio de Hacienda, Madrid Oronoz Fotógrafos 12 Retrato de Leandro F. de Moratín Francisco de Goya, 1824 Óleo/ lienzo Museo de Bellas Artes de Bilbao la población, estableciéndose las diferencias en la calidad de los materiales según la disponibilidad económica de las personas. Entre los hombres era frecuente el sombrero de ala ancha y una gran capa con la que solían embozarse, tapándose completamente la cara, y en las mujeres era frecuente la peineta y la mantilla, un corpiño muy ajustado que resaltaba el talle, generalmente con amplio escote, falda amplia hasta el suelo que dejaba ver los zapatos de tacón bajo. La influencia francesa de la moda imperio, tanto para el hombre como para la mujer, tuvo su repercusión en las clases más adineradas y declarada la Guerra de la Independencia se asoció, casi con exclusividad, al sector de los afrancesados. El ambiente cortesano favoreció la creación artística en los más diversos campos, destacando en pintura el genio creador de Goya. La herencia ilustrada se mantuvo en el interés por la literatura, cuya lectura y discusión siguió siendo habitual en las tertulias y reuniones de salón. La manifestación cultural por excelencia fue el teatro, al que se acudía con regularidad y era frecuentado por un variado público. Los actores gozaron en la época de reconocimiento social y en las casas y palacios se realizaban representaciones privadas de manera frecuente. Los teatros más famosos fueron el del Príncipe y el de la Cruz, en éste último estrenó Moratín su conocida obra de “El Sí de las Niñas” el 24 de enero de 1806. 13 Aguadora Francisco de Goya, 1808 Óleo/ lienzo Museo Szepmveszeti, Budapest. Hungría Oronoz Fotógrafos “La casa era de esas que pueden llamarse mapa universal del género humano por ser un edificio compuesto de corredores, donde tenían su puerta numerada multitud de habitaciones pequeñas para familias pobres. A esto llamaban casas de Tócame Roque, no sé por qué.” (B. Pérez Galdós: Episodios Nacionales 5) A comienzos del s. XIX en las calles de Madrid no existía separación social, en una misma acera convivían viejas iglesias, conventos, casonas señoriles, comercios y puestos de artesanos. La diferencia de estatus sólo se apreciaba en altura, al tener cada una de las plantas distinto prestigio y calidad. Así, tras el entresuelo el primer piso o principal era más amplio, con un balcón corrido que a menudo se enlazaba a la decoración de la puerta con un blasón. En los pisos segundo y tercero se reducía tanto la altura del techo como la amplitud y prestancia de los balcones. Los últimos pisos y las buhardillas que eran estrechos y malsanos, se subarrendaban a vecinos que se hacinaban para compartir un cuarto. Los huecos de escalera, portales, zaguanes y 14 El afilador Francisco de Goya, 1808 Óleo/ lienzo Museo Szepmveszeti, Budapest. Hungría Oronoz Fotógrafos sótanos, los ocupaban tenderos o artesanos donde instalaban sus puestos y talleres caso por ejemplo de la calle Montera y de la Plaza Mayor- o lo utilizaban como almacén. Hasta bien entrado el siglo XIX no existieron en Madrid mercados cubiertos que garantizasen el control y la higiene de los alimentos vendidos. En su mayor parte la sociedad madrileña estaba formada por integrantes de la baja nobleza -que despreciaba el trabajo manual y prefería vivir con escasez-, por un numeroso clero -prácticamente todas las órdenes religiosas tenían conventos en la ciudad-, profesionales cualificados, comerciantes, artesanos, y sobre todo criados y jornaleros. El Madrid de la época no tenía lugares específicos de concentración de oficios, éstos abarcaban un amplio espectro de actividades artesanales destinadas a satisfacer las necesidades de la población: sastres, zapateros, carpinteros, peluqueros, etc. Algunos de ellos como los fraguadores y forjadores se asentaron con preferencia en las calles de Maravillas, Barquillo y Lavapiés. Así mismo el comercio más especializado lo hizo en la Plaza Mayor y su entorno. Sin embargo, en general, se distribuían por todas las calles y plazas en pequeños talleres y tiendas e igualmente al aire libre, la venta ambulante uno de los más populares. 15 Corrida de toros en la antigua plaza de Madrid de la calle de Alcalá Antonio Carnicero, 1791 Óleo/ lienzo Ayuntamiento de Madrid. Museo de Historia La falta de espacio doméstico propició que en el Madrid de 1808 abundaran las casas de comida, mesones, tabernas y botillerías, así como los puestos callejeros de dulces, escabeches, quesos y pan. Las sucesivas crisis económicas, acompañadas por malas cosechas, elevaron el número de inmigrantes pobres que malvivían con ocupaciones ocasionales y que eran asistidos en los conventos donde todavía repartían en sus puertas la “sopa boba”. Entre las diversiones más apreciadas por los madrileños podemos señalar los bailes, las verbenas, los toros y el juego, todos ellos practicados por nobles y plebeyos. Los bailes más populares fueron el bolero, el fandango y las seguidillas acompañados por guitarras y castañuelas. Las corridas de toros se celebraban con mucha frecuencia, durando el espectáculo desde las 10 de la mañana hasta la puesta del sol. Algunos toreros alcanzaron gran renombre, caso de José Delgado, más conocido como “Pepe Hillo”, Pedro Romero o Joaquín Costillares. La muerte del primero en 1801 produjo tal conmoción social que Carlos IV prohibió este espectáculo. Prohibición que se mantuvo vigente hasta 1809, fecha en la que José I volvió de nuevo a autorizar de nuevo el espectáculo taurino en un intento de acercarse al pueblo. En un país eminentemente católico las fiestas más frecuentes fueron las religiosas -a las que se acudía con gran fervor- y cuyos oficios, misas y procesiones se 16 celebraban con grandilocuente boato. Las romerías y verbenas gozaron de gran aceptación y algunas de ellas, como la de San Isidro, inspiraron a pintores y se han mantenido hasta nuestros días. Otra de las costumbres extendidas en el ocio madrileño fueron los paseos dentro del entramado urbano, los almuerzos campestres y las excursiones. Entre el pueblo llano se mantuvo la práctica de las tertulias en imprentas y tabernas, en casas o en la calle donde se comentaban los sucesos cotidianos y sobre todo las noticias políticas publicadas en la Gaceta de Madrid. Un lugar de reunión favorito fueron las gradas del convento de San Felipe, denominadas desde mediados del s. XVIII con el popular nombre de “mentidero de Madrid”. La tienda Luis Paret y Alcázar Óleo/ lienzo Fundación Lázaro Galdiano, Madrid El ejército y sus armas Oficiales de Infantería, Artillería e Ingenieros de las tropas del Marqués de la Romana Grabado coloreado, s. XIX Staatliche Museum, Kuntsbibliotek, Berlín. Alemania Ayudante de campo del emperador Dibujo Ilustración de Le Passepoil, 1923 La Revolución Francesa renovó la organización del ejército francés técnica e ideológicamente, al asumir la población el deber de defender a su patria. La carrera militar se abrió al ciudadano y se introdujo la novedad de la elección de los mandos por parte de la tropa. A partir de 1793 se impuso la obligatoriedad del servicio militar para los hombres entre 18 y 25 años, el tiempo de servicio se estableció en cinco años prorrogables en caso de guerra. Este sistema, vigente durante todo el Imperio, permitió a Napoleón disponer de un nutrido ejército cuyo número amplió de 400.000 hombres durante el Consulado a 500.000 en 1808 y a 1.100.000 en 1813. Formaban el ejército napoleónico diversos cuerpos, entre otros los de Caballería: Coraceros, Dragones, Húsares y Lanceros; Infantería: Regular y Ligera; Artillería y la Guardia Imperial. El contingente que 20 L’Armée Française. Grabado. Ilustración de L’Armee Française. Infanterie de Ligne 2, 1886 se instaló en Madrid lo integraban soldados de la Guardia Imperial, Caballería de la Guardia, Mamelucos, Cazadores y Lanceros, Fusileros de la Guardia y de la Guardia Imperial de Marina. El fin del Antiguo Régimen conoció numerosos conflictos bélicos protagonizados, en su mayoría, por el ejército francés. La novedosa organización y las innovadoras tácticas militares le permitieron a Napoleón sobresalir en los campos de batalla frente a sus rivales. El armamento habitual de los ejércitos lo constituían las armas blancas -sables, bayonetas y puñales-; y las armas de fuego -mosquetones, fusiles y carabinascomplementados con las bayonetas para la lucha cuerpo a cuerpo y contra la caballería. Lugar preeminente tuvo la artillería por su papel ofensivo y defensivo en plazas y campos de batalla. La renovación del arma se debió al artillero Gribeauval que desarrolló piezas más cortas, menos pesadas y más manejables, introduciendo, además, el cartucho para aumentar los disparos y el tornillo de puntería. La táctica militar evolucionó de la tradicional posición en línea a la de columna con mayor capacidad ofensiva y de movilidad. El sistema de columnas podía sustituirse por un sistema mixto, despliegue de columnas y líneas, el favorito de Napoleón cuando disponía de tropas preparadas. El ejército español mantenía la tradicional organización borbónica. En general estaba integrado por voluntarios, mercenarios extranjeros y gente de baja condición. Incluso en época de guerra, cuando el reclutamiento era forzoso, las excepciones eran tantas que sólo afectaban a los estratos sociales inferiores. Soldados y oficiales 21 pertenecían a dos mundos diferentes y los primeros apenas sí podían acceder a la oficialidad que estaba reservada para la nobleza. Se trataba de un ejército poco preparado, en el que únicamente el arma de Artillería contaba con efectivos humanos bien formados y conocedores de las novedades técnicas, gracias a la calidad de los estudios impartidos en el Real Colegio de Artillería de Segovia fundado por Carlos III en 1764. Las reformas de la época de Godoy quedaron en simples propósitos, por lo que la urgencia con la que se tuvo que proceder en 1808 para formar un ejército capaz de enfrentarse a los franceses dificultó la inserción de los nuevos reclutas dentro de sus unidades. Grosso modo el ejército estaba formado por Infantería, Caballería, Artillería y la Guardia Real, que a su vez acogían a numerosos cuerpos y regimientos de la más diversa denominación. La política borbónica y sus protagonistas Retrato de Carlos IV (Detalle) Francisco de Goya, 1798-99 Óleo/ lienzo Patrimonio Nacional, Madrid Copyright © Patrimonio Nacional Retrato del Conde de Aranda Ramón Bayeu Óleo/ lienzo Museo de Huesca Foto: Fernando Alvira. Retrato del Conde de Floridablanca Francisco de Goya, 1783 Óleo/ lienzo Banco de España, Madrid Oronoz Fotógrafos Retrato de Manuel Godoy Francisco de Goya, 1801 Óleo/ lienzo Museo de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, Madrid Carlos IV subió al trono en 1788. Su reinado se caracterizó por la delegación de poderes en sus ministros, pero la Revolución Francesa y el miedo a la expansión de las ideas liberales determinaron la elección de una política conservadora dirigida por Floridablanca. La guerra contra la Convención francesa provocó su sustitución por el Conde de Aranda que unos meses más tarde fue reemplazado por Manuel Godoy, más cercano a las opiniones del rey. La negociación de la Paz de Basilea en 1795 encumbró a Godoy, que recibió el título de Príncipe de la Paz por negociar la devolución de Irún, Miranda de Ebro, Bilbao, Vitoria, San Sebastián y Figueras tomadas por los franceses. La política real de acercamiento a Francia se consolidó a partir de 1796 con la firma del tratado de San Ildefonso -de compromiso mutuo ofensivo y defensivo contra Inglaterra- y con la del tratado de 1800, que puso a disposición de Napoleón la escuadra española. 24 En su primer mandato Godoy intentó llevar a cabo una serie de reformas económicas y sociales que le enfrentaron a la nobleza y a la Iglesia, estamentos que consiguieron su destitución en 1798. Tres años más tarde volvió de nuevo al gobierno apoyado por Napoleón. Su segundo ministerio estuvo marcado por las constantes interferencias expansionistas del emperador, solapadas únicamente con ocasión de la “Guerra de las Naranjas” contra Portugal en 1801. La situación interna empeoró por las crisis económicas derivadas de las alianzas de “ayuda mutua” -con el tiempo sólo fueron pagos en aras de la neutralidad-, los enfrentamientos bélicos contra Inglaterra y las malas cosechas. A decir de Godoy la situación era desesperada “… el ejército estaba disminuido, el tesoro exhausto, el crédito arruinado, la tropa mal pagada, la caballería desmontada y el material de guerra descuidado por completo y malparado en nuestros almacenes y arsenales”. La familia de Carlos IV Francisco de Goya, 1800 Óleo/lienzo Museo Nacional del Prado, Madrid Las intrigas cortesanas: contrariedad ante Godoy, solicitaba su más la imagen de Godoy. En esta ocasión consejo y el matrimonio con una princesa la oposición palaciega trascendió desde los Dos acontecimientos políticos influyeron de la familia imperial. Carlos IV optó por salones al entorno urbano y los seguidores en la decisión de Napoleón de ocupar aislar a su hijo y a sus seguidores, si bien del Príncipe de Asturias, nobles y militares, España: el complot de El Escorial y el posteriormente fueron perdonados. instigaron al pueblo a participar en las revueltas. Los altercados públicos no solo Motín de Aranjuez. El primero se descubrió el 27 de octubre de 1807, Meses más tarde se produjo el Motín de consiguieron la caída de Godoy, sino que cuando se interceptó el epistolario privado Aranjuez. La entrada del ejército francés también provocaron la abdicación de que le estaba dirigiendo el Príncipe y la propaganda gala avivaron la división Carlos IV en favor de su hijo, Fernando Fernando. En él manifestaba su interna de la Corte, desprestigiando todavía VII, el 19 de marzo de 1808. 25 Retrato de Joaquín Murat François Gérard, 1801 Óleo/ lienzo Chateau de Versailles, París - Francia Oronoz Fotógrafos Napoleón Bonaparte atravesando los Alpes Jean Auguste Dominique Ingres, 1804 Óleo/ lienzo Musée de L’Art Wallon (MAW), Liége - Bélgica Oronoz Fotógrafos El Emperador y sus aspiraciones: La invasión de Portugal, empeño permanente de Napoleón, se firmó en Fontainebleau en octubre de 1807, una vez finalizadas sus campañas europeas. El tratado dividía Portugal en tres reinos -el de los Algarves para Godoy- y justificó la entrada del ejército imperial en España. Desde octubre las tropas francesas, al mando de Moncey, Dupont y Dusheme, se distribuyeron por el norte, este y centro de la Península. Las tropas llegaron a Madrid en marzo de 1808 bajo el mando del mariscal Murat, Gran Duque de Berg y cuñado del Emperador. Los enfrentamientos entre las tropas francesas y el pueblo madrileño fueron constantes. Fernando VII alentó la colaboración de la Junta de Gobierno y la Alcaldía de Madrid con los representantes franceses. Así ambas instituciones publicaron bandos y proclamas destinados a calmar los ánimos. Se prohibió hablar mal de la oficialidad francesa, la emisión de pasquines difamatorios e incluso se cerraron 26 tabernas y botillerías para evitar las confrontaciones. Sin embargo las aglomeraciones populares, más o menos espontáneas, se sucedieron en Madrid y alrededores, y en los días precedentes al 2 de mayo grupos de personas realizaban rondas entonando canciones y romanzas burlescas dedicadas incluso al mismísimo Murat: “Dicen que el señor Murat está acostumbrado al fuego; ¡Digo, si tendrá costumbre quien ha sido cocinero!” Napoleón recoge en sus memorias que la aventura española había sido desafortunada y la primera causa de sus desgracias. Atribuyó su fracaso a dos hechos: el de destronar a la monarquía de los Borbones y el de mantener la forma de gobierno soberana en la figura de su hermano José I. En opinión de algunos historiadores, caso de Moreno Alonso, también influyó negativamente su desconocimiento de España y de los españoles. Error que le indujo a mantener una actitud demasiado soberbia y no le permitió valorar adecuadamente el alcance de su respuesta popular y revolucionaria. Retrato de Fernando VII Francisco de Goya, 1814 Óleo/ lienzo Museo de Bellas Artes de Santander Oronoz Fotógrafos La elección de un rey: La ascensión al trono de Fernando VII fue acogida con gran entusiasmo por el pueblo tanto en Aranjuez como en Madrid, donde se le dispensó una entrada triunfal el 24 de marzo de 1808. Casualmente un día más tarde de que lo hiciera Murat al mando del ejército francés. Su principal preocupación fue conseguir el reconocimiento de Napoleón que, al contrario de lo esperado, mantuvo una posición reservada y expectante. La diplomacia desarrollada por el mariscal Murat y el general Savory, también llegado a la Capital, no favorecieron las 28 expectativas del nuevo rey. Por el contrario, fomentaron en la corte y en la calle la incertidumbre sobre su legitimidad. El anhelado reconocimiento imperial determinó su disposición a viajar al encuentro de Napoleón ante la promesa de reunirse primero en Burgos, más tarde en Vitoria y finalmente en Bayona. La comitiva real la integraron, entre otros, Pedro Cevallos, ministro de Estado; el Duque del Infantado; el Duque de San Carlos; el Marqués de Múzquiz y Juan Escoiquiz, que fue su capellán, consejero y uno de los principales artífices ideológicos de las intrigas palaciegas contra Godoy. A su llegada a Bayona fueron recibidos por Napoleón y sus generales, el encuentro fue distante y a través de Savory le comunicó Napoleón su deseo “irrevocable” de destronar a la Casa de Borbón. Por lo que le pidió que renunciase a sus derechos en favor de los Bonaparte. En este proceso la situación social en España se había ido enrareciendo. La 29 animadversión entre los soldados franceses y la población crecía día a día a causa de la actitud dominante del ejército extranjero que cada vez era más numeroso. La ausencia de la familia real y las presiones de Murat exigiendo autoridad provocaron, finalmente, el distanciamiento definitivo y la rebelión del pueblo de Madrid. Proclamación de Fernando VII en Aranjuez Grabado coloreado, s. XIX Patrimonio Nacional, Madrid Copyright © Patrimonio Nacional Los enfrentamientos del 2 de mayo 3 de mayo de 1808: los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío (Detalle) Francisco de Goya, 1814 Óleo/ lienzo Museo Nacional del Prado, Madrid “La lucha, mejor dicho, la carnicería era espantosa en la Puerta del Sol. Cuando cesó el fuego y comenzaron a funcionar los caballos, la guardia polaca, llamada noble, y los famosos mamelucos cayeron a sablazos sobre el pueblo…” (B. Pérez Galdós: Episodios Nacionales 3) Día dos de mayo de 1808 en Madrid. El pueblo se levanta en armas contra los franceses ante el Palacio Real Grabado coloreado, s. XIX Patrimonio Nacional, Madrid Copyright © Patrimonio Nacional La crispada situación de Madrid estalló en la mañana del 2 de mayo, ante los rumores de la marcha del Infante Antonio. La protesta popular frente el Palacio Real se saldó con la respuesta del ejército imperial. El enfrentamiento fue desigual y pronto se extendió por las calles adyacentes, siendo extremadamente duro en la Puerta de Toledo, la Calle Mayor y la Puerta del Sol donde tuvo lugar la tristemente famosa “carga de los mamelucos”. La oposición también fue secundada por algunos militares, como los artilleros Daoiz y Velarde, que en los meses anteriores al 2 de mayo quisieron reunir al exiguo ejército español y promover 32 un levantamiento, pero su plan fue descubierto por el Ministro de Defensa O’Farril que dispersó a la oficialidad reduciendo aún más las escasas fuerzas españolas que permanecían en Madrid. Por ello el levantamiento popular sólo fue apoyado por algunos militares que aún permanecían en Madrid y que abrieron las puertas de los cuarteles al pueblo. Este fue el caso del Parque de Artillería de Monteleón, cuya defensa fue extremadamente dura y resistió hasta que se agotaron las municiones y las armas. El ejemplo de los artilleros, que desoyeron las órdenes de la Junta, fue seguido por los acuartelamientos de fuera de Madrid que se sumaron a la lucha contra el invasor. Daoiz y Velarde Grabado, s. XIX Ayuntamiento de Madrid. Museo de Historia El 2 de mayo en Madrid: la lucha con los Mamelucos Francisco de Goya, 1814 Óleo/ lienzo Museo Nacional del Prado, Madrid La orgullosa respuesta del pueblo anónimo: La composición social de los sublevados en Madrid fue muy heterogénea. El grupo más numeroso lo constituyeron los profesionales civiles, artesanos, criados, mozos de hosterías, cocheros, pequeños tenderos y gente de diversa índole. Las mujeres participaron en un número elevado y en menor medida las profesiones liberales de médicos, cirujanos, maestros, músicos, artistas y militares. Siendo la nobleza, los grandes comerciantes y el clero los estamentos peor representados. Por este motivo no han trascendido los nombres de los hombres y mujeres que al oponerse a los franceses luchaban por su libertad, por el monarca que habían elevado al trono para que llevase a cabo la reforma del País y por el derecho a vivir a su manera. Precisamente, porque son pocos los nombres propagados de estos héroes populares que con su revuelta iniciaron el declive del poder del Emperador, los que han pasado a la posteridad se han mantenido con fuerza en la memoria del pueblo madrileño dos siglos después: Luís Daoiz (Sevilla 1767 - Madrid 1808) Capitán de Artillería, participó en la defensa de Ceuta, Orán y en la Guerra contra la Convención (donde fue hecho prisionero en 1794). Sirvió en la Marina y después en el parque de Sevilla desde donde se traslado al madrileño de Monteleón en enero de 1808. Al mando de dicho Parque el día 2 de mayo permitió la entrada del pueblo para ayudarles en su defensa. Pedro Velarde (Murieras, Cantabria 1779 - Madrid 1808) Capitán de Artillería y experto en materias técnicas tenía su destino en el Estado Mayor de Madrid. Rechazó la colaboración que Murat le ofrecía. El 2 de mayo se unió a la defensa del Parque de Monteleón y repartió sus armas entre los sublevados. Jacinto Ruiz y Mendoza (Ceuta 1779 - Trujillo, Cáceres 1809) Teniente del Regimiento de Voluntarios del Estado, en Madrid. El 2 de mayo de 1808 se unió a la lucha en el Parque de Monteleón. El teniente Ruiz dirigió los últimos momentos de la resistencia hasta que fue herido. Posteriormente escapó a Extremadura donde falleció meses más tarde. Manuela Malasaña Ordoño (Madrid 1791 - Madrid 1808) De profesión bordadora, pudo participar en la defensa del Parque de Artillería de Monteleón. Según testimonio de un familiar fue detenida y fusilada a los 17 años por llevar escondidas unas tijeras. Clara del Rey (Madrid 1761 - Madrid 1808) Heroína madrileña defensora del Parque de Monteleón junto con su marido y tres hijos, perdió la vida por la metralla. Al igual que Manuela Malasaña y otras víctimas de la represión, fue enterrada en el cementerio de la Buena Dicha, situado entre las calles Libreros y Silva. 34 La represalia francesa: El levantamiento fue atajado con severidad por Murat que ordenó la detención de los madrileños, a su encarcelamiento en la Casa de Correos, en el Buen Suceso, en el Salón del Prado o en los Campos de la Moncloa, lugares donde se procedió al fusilamiento indiscriminado de la población, “… al mediodía del día 4 de Mayo habían entrado 18 carros cargados de cadáveres de los recogidos en las inmediaciones del Prado, del Botánico y de la Puerta y Alcantarilla de Atocha, todos fusilados en los días anteriores…” (Archivo Municipal de Madrid) La revuelta no fue valorada convenientemente por Napoleón que, a tenor de los informes enviados por Murat, lo consideró un hecho puntual que había sido reducido de forma ejemplar. La ausencia de un ejército permanente reforzó su idea de que España era un país dominado y no pensó en la resistencia popular y sus futuras consecuencias. Los Acuerdos de Bayona, firmados por Carlos IV y Fernando VII -los días 5 y 10 de mayo respectivamente- le cedieron la corona de España y proclamó rey a su hermano José. “… vi que las ataban codo con codo, obligándoles a ponerse de rodillas, unos de espaldas, otros de frente. Los más extendían los brazos, agitándolos al mismo tiempo que lanzaban imprecaciones y retos a los verdugos; algunos escondían con horror la cara en el pecho del vecino; otros lloraban; otros pedían la muerte, y vi uno que rompiendo con fuertes sacudidas las ligaduras, se abalanzó hacía los granaderos…” (B. Pérez Galdós: Episodios Nacionales 3) Después de los fusilamientos Eugenio Lucas Velázquez Óleo/ lienzo Fundación Rodríguez Acosta, Granada Oronoz Fotógrafos Con razón o sin ella Francisco de Goya Serie: “Los desastres de la Guerra” Oronoz Fotógrafos 35 La rebelión se extiende Entrada de Napoleón por Fuencarral Estampa s. XIX Museo Postal de Madrid Oronoz Fotógrafos El Bando de los Alcaldes de Móstoles: “... muchos oficiales se han fugado, sin que en los cuarteles ni en sus casas se sepa dónde están. Y dirás tú, «¿pues dónde están?». Yo lo sé, sí señora, yo lo sé: se han ido a unirse a los ejércitos españoles que se están formando...” (B. Pérez Galdós: Episodios Nacionales 4) Señores Justicias de los pueblos a quienes se presentase este oficio, de mí el Alcalde de la villa de Móstoles: Es notorio que los Franceses apostados en las cercanías de Madrid y dentro de la Corte, han tomado la defensa, sobre este pueblo capital y las tropas españolas; por manera que en Madrid está corriendo a esta hora mucha sangre; como españoles, es necesario que muramos por el rey y por la patria, armándonos contra unos pérfidos que socolor de amistad y alianza nos quieren imponer un pesado yugo, después de haberse apoderado de la augusta persona del rey; procedamos, pues, a tomar las activas providencias para escarmentar tanta perfidia, acudiendo al socorro de Madrid y demás pueblos, y alentándonos, pues no hay fuerzas que prevalezcan contra quien es leal y valiente, como los españoles lo son. Dios guarde a Ustedes muchos años. Móstoles, 2 de mayo de 1808. (firmado) Andrés Torrejón y Simón Hernández (El bando se conserva en el ayuntamiento de Cumbres de San Bartolomé, provincia de Huelva) 38 La proclama, probablemente redacta por el fiscal del Consejo de la Guerra Juan Pérez Villamil, y firmada por los alcaldes de Móstoles se difundió hacia Andalucía y Extremadura. El traslado lo hizo un único correo que huía desde Madrid a Andalucía y la llevó a Talavera de la Reina, Trujillo, Mérida, Badajoz y Jerez de los Caballeros hasta la provincia de Huelva. La difusión fue rápida, cada alcalde la copiaba y transmitía a la siguiente localidad con sus propias indicaciones sobre las medidas a tomar, llegando en setenta y dos horas a Andalucía. Esta práctica extendió las noticias del levantamiento de Madrid por numerosos pueblos y por las ciudades de Sevilla, Córdoba y Jaén. Los intentos de movilización fueron frenados por la Junta de Gobierno Central que pidió la colaboración con los franceses. Sin embargo, la renuncia de Fernando VII al trono renovó en la sociedad, sobre todo en la urbana, el sentimiento de abandono anterior lo que les impulsó a crear sus propios gobiernos de Juntas. Así el 6 de junio de 1808 la Junta Central de Sevilla declaró la guerra a Napoleón. Artillería de la Guardia Real Grabado coloreado, s. XIX Ayuntamiento de Madrid, Museo de Historia 39 Combat de Sommo-Sierra Horace Vernet Dibujo La batalla de Somosierra: “Y el emperadorcito salió de Burgos el veintidós; detúvose en Aranda el veinticuatro; el veintinueve estaba en Boceguillas y por fin el treinta llegó a Somosierra.” (B. Pérez Galdós: Episodios Nacionales 5) Apenas dos meses después de la proclamación de José Bonaparte como rey de España, el 6 de junio de 1808 en Bayona, los franceses fueron derrotados en Bailén por el general Castaños. La derrota fue un duro revés para Napoleón que tuvo que venir a España para hacerse cargo de la situación y restablecer en el trono a su hermano. Pero un hecho previo fue decisivo para la vuelta de José I: la batalla de Somosierra, librada en el desfiladero de la sierra madrileña de Guadarrama el 30 de noviembre de 1808. El ejército español, bajo el mando del general Sanjuán, contaba con unos 8.500 soldados de los cuerpos de Infantería, Caballería y Artillería, y con el apoyo de cuatro baterías de cuatro cañones. La batalla tuvo su protagonista principal en la caballería ligera polaca, integrada en el ejército imperial tras la creación del Ducado de Varsovia por Napoleón. 40 Lo abrupto del terreno dificultó a la infantería francesa llegar a las posiciones españolas, por lo que Napoleón ordenó a su escolta de caballería ligera polaca, unos 150 efectivos bajo el mando de Jan Kozietulski, que cargara contra las posiciones españolas. La caballería perdió gran parte de sus efectivos bajo el fuego de los cañones, pero auxiliados por la caballería ligera francesa dominaron a los artilleros y abrieron el paso. Perdida la posición de Somosierra, Napoleón tuvo el camino expedito hacia Madrid y con ello José I Bonaparte volvió a ocupar el trono. Su reinado no fue estable y, a pesar de las victorias obtenidas por el ejército francés, se vio inmerso en las constantes acciones bélicas que los cuerpos del ejército y las guerrillas desarrollaron durante la Guerra de la Independencia. La batalla de Somosierra el 30 de noviembre de 1808 Louis-François Lejeune, 1810 Óleo/ lienzo Chateau de Versailles, París. Francia Oronoz Fotógrafos 41 Reglas para la defensa patriótica “No es Navalagamella sólo, mujer, es Asturias, León, Galicia, Valencia, Toledo, Burgos, Valladolid, y se cree que también Sevilla, Badajoz, Granada y Cádiz. En la oficina lo han dicho, y si vieras cómo están todos bailando de contento”. “Con fecha de 28 de Noviembre último se circuló á todas las Juntas Superiores Provinciales de Observación y Defensa la real Orden siguiente.= “Excelentísimo Señor: A una Nación que nuevamente se hace guerrera para batir á un enemigo intrépido y aguerrido, no le basta tener numerosos exércitos, es indispensable que todos sus habitantes sean soldados , y que cada casa sea una fortaleza inexpugnable que lo contenga en su carrera. Tal es la situación de la España. Nuestro antiguo Gobierno , confiado en la alianza que creía sincera , tuvo la débil condescendencia de permitir se destruyesen nuestros exércitos , y aun el espíritu militar que estaba identificado con el carácter (B. Pérez Galdós: Episodios Nacionales 4) español : llegó el momento de oponerse á la perfidia de ese vil aliado , y nos hallamos sin exército , sin gefes, y sin mas recurso que el valor y la voluntad La organización de la defensa nacional fue asumida por la Junta de Observación y Defensa del Reino, de la que dependían la Junta General, las Provinciales y las Locales. Ante las dificultades económicas y políticas para armar ejércitos, la Junta de Defensa emitió una Real Orden con las indicaciones precisas para que la población participase en la defensa de sus pueblos y ciudades. El Reglamento lo redactó el secretario de la Junta General D. Martín de Garay, en Sevilla el 12 de febrero de 1809. Consta de 49 normas, o máximas, donde se explica la forma de proceder para proteger pueblos, ciudades y caminos; cómo realizar el acopio de armas y munición, su conservación y fabricación; cómo llevar a cabo la organización de la defensa, la elección de los responsables y la ejecución de las tácticas básicas para la resistencia. El Reglamento y la Real Orden para su cumplimento lo editó la Junta de Valencia el 6 de marzo del mismo año. decidida de vengar el honor nacional. …ha resuelto la Suprema Junta de Gobierno del Reyno , en nombre del Rey nuestro Señor D. FERNANDO VII , que esa Junta de gobierno dé las disposiciones más enérgicas y executivas , con la plenitud de facultades que se le conceden , para que no solo la capital de esa Provincia , sino tambien las Cabezas de Partido y todas las Poblaciones considerables resistan al enemigo , si por desgracia penetrara por estos puntos , reuniendo toda la gente , y adoptando el intento todos los géneros de defensa que proporcione la localidad del país , aunque sea valiéndose de piedras , palos &c. en defectos de otras armas …. REGLAS Y MAXIMAS FUNDAMENTALES que deben observarse para la defensa de los Pueblos y ciudades grandes en la presente guerra. 1 A fin de que todo esté dispuesto para oponerse á las incursiones de los enemigos, evitando los inconvenientes de dificultar las comunicaciones ó hacer grandes gastos sin necesidad , las Justicias de todos los Pueblos reconocerán los puntos ventajosos en que el paisanaje pueda hacerse fuerte , y ofender con ventaja; proyectaran desde luego las obras mas propias para la defensa que convendrá hacer en caso de invasión , y acopiarán los materiales necesarios. ./.. 3 Las zanjas ó cortaduras de los caminos y calles , en los parages cuyo paso no puede evitar el enemigo , los pozos de lodo , los abrojos , las estacadas , las inundaciones , y las minas son los mejores medios de defensa : y entre ellos se adoptaran los mas proporcionados á la localidad y naturaleza del terreno ./.. 43 7 Se tendrá presente que las plazas proporcionan generalmente una excelente defensa , por las muchas armas ofensivas que pueden emplearse á un tiempo desde las ventanas , tejados , y bocas calles , contra el corto frente que han de presentar los enemigos que traten de desembocar por las que hayan ocupado. ./.. 9 Para los que no tengan armas de fuego ni blancas , inclusos cuchillos y puñales , cuidarán las Justicias de que se construyan y alisten picas , chuzos y otras armas de esta clase , que aunque esten labradas toscamente , podrán emplearse con gran ventaja para ofender al enemigo. ./.. 10 Con el mismo objeto se tendrán prevenidas en los pisos altos piedras, ladrillos, y aun agua hirviendo , arena rusiente , cal viva , y otras materias propias para incomodar al enemigo , y causar estrago , arrojándolas por las ventanas, o desde los tejados. ./.. 18 A mas de los premios que se concederán á los Pueblos que hagan una defensa gloriosa, y consigan resistir al enemigo , como se ha hecho con Manzanares y Villacañas , se darán de gratificacion al paisano que mate ó prensa á algun soldado francés 320 reales por cada uno. ./.. 37 Se tendrán repuestos de pólvora y municiones en los parages mas resguardados y seguros. ./.. 38 Tambien se tendrán en los parages mas seguros repuestos de comestibles , suficientemente surtidos , para que entre los depositados en ellos , y los que tienen el vecindario, se pueda subsistir un par de meses quando menos. ./.. 44 40 Los individuos del Clero Secular y Regular se ocuparán con preferencia en asistir á la curación de los heridos , custodiar los almacenes y repuestos , y patrullar para mantener el buen órden. Los mas caracterizados , ó mas populares , emplearán su autoridad é influxo en exâltar ó moderar el entusiasmo , según convenga , con subordinacion á los Gefes civiles y militares; y ninguno se exîmirá de tomar las armas , y de trabajar materialmente en las obras , siempre que se juzgue conveniente para dar exemplo. ./.. 48 Para arrojar por las ventanas son muy propios los frascos de fuego , ó granadas de vidrio ; y mejor unas ollas ó botes de boca ancha , bien tapados , armados del mismo modo que los frascos , con lanzas , fuegos ó cohetes en su parte exterior en vez de mechas. Dichas vasijas estarán llenas de pólvora y de granadas de mano , en cuyas espoletas se introducirán dos ó mas estopines largos en vez de mixto , para asegurar mas su repentina inflamacion : y deberán arrojarse con violencia , para que no dexen de verificarse su rotura y el espacimiento de la pólvora. ./.. Y para en cuanto en ella se previene tenga el mas puntual cumplimiento , ha acordado esta Junta que se imprima y circule á las Justicias de todos los Pueblos del Reyno , encargándolas muy estrechamente que hagan uso de los medios de defensa que se expresan en el Reglamento referido , y que sean mas análogos á su localidad y vecindario , inflamando el valor de sus naturales con la memoria de la heroica defensa de los Pueblos que se citan , y haciéndoles ver que de ella , y no de una cobardía infame , se saca mejor partido aun con el enemigo , pues hasta los enemigos admiran y respetan á los héroes. Valencia 6 de Marzo de 1809 45 Bibliografía CONDE DE TORENO: Guerra de la Independencia. El 2 de Mayo. Edición del Círculo de Amigos de la Historia, vols. 1, 2 y 3, Madrid 1978. DETAILLE, E.; RICHARD, J. (1886): L’Armée Française: Infanterie de Ligne 2. Paris. IDEM (1886): L’Armée Française: Cavalerie 2. Paris. IDEM (1887): L’Armée Française: Artillerie. Paris. FRASES, R. 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