Sobre mis pasos de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano

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Sobre mis pasos de Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano
Sábado 21 de Mayo de 2011 18:00
Jorge Martínez Almaraz
Presentación de Jorge Martínez Almaraz
Feria Nacional del Libro en León Guanajuato.
Quiero agradecer la invitación que me hicieron los organizadores de la Feria Nacional del Libro
en León, para presentar este libro, así mismo agradezco la presencia de todos ustedes a este
evento.
Para presentar un libro, me pregunto: ¿Hay que hablar más del autor o más del libro?
Ese es un dilema, en este caso, con este escritor en particular, sin duda es más fuerte la
tendencia a comentar al autor.
Pero, si se hace eso, se corre un gran riesgo, porque el Ingeniero es tan conocido que
cualquiera puede decirme que no está de acuerdo con mi punto de vista sobre él. Y si, además,
él está presente y nos equivocamos, se corre doble riesgo, porque el público nos reclama y el
ingeniero puede aclarar, de manera sutil -y seguro que con fechas, pelos y señales- nuestro
error.
Hablar del libro tampoco es sencillo, puesto que es un libro muy grueso... Iba a decir que es un
libro muy grueso y muy pesado, pero no, no es un libro pesado, eso no es cierto: no obstante
ser un libro grueso en dos sentidos de la palabra - pues es grueso por el contenido y grueso
por tener más de 600 páginas-, es más bien un libro ligero, se deja leer, lo hacemos rápido, y
se lee fácil porque el ingeniero nos mete en la trama.
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Pero no sé si sea correcto hablar de la trama: me da la impresión de que es como contar la
película con el final incluido y descubrir así, antes de tiempo, que el mayordomo es el asesino.
Hablemos del autor o… primero, permítanme hablar del libro... No, mejor hablemos del autor o,
bueno, vamos a ir combinando un poco.
“El autor”... ¿esto de autor es un apodo o un seudónimo? Y es que el Inge. tiene muchos
sobrenombres. Para empezar, es el Inge. o el ingeniero; con más respeto, el ex gobernador de
Michoacán, el Tlatoani, el líder moral, el Fundador del PRD, el Primer jefe de gobierno del DF
elegido democráticamente, el Tres veces candidato a la presidencia, el hijo del Tata; alguna
vez le llamaron Senador, subsecretario, profesor, conferencista; también más íntimamente,
Cuate, Pa, Abuelo.
Me acuerdo cuando le pusieron Cuatemochas ¡No, que barbaridad! le han dicho de todo.
Algunos motes son con mala intención, porque quienes se lo ponen lo quieren descalificar, creo
yo que es debido a que no les gusta lo que él hace o lo que él dice.
Sobre todo, no les gusta cuando hace fuertes señalamientos, de aquellos que hacen cimbrar
hasta lo más profundo a los aludidos.
Y así es también el libro de Cuauhtémoc: Un libro que hace señalamientos y tiene muchos
apodos, o el equivalente a los apodos para los libros, que no es otra cosa que el género
literario. Porque un libro no tiene apodos sino que tiene géneros literarios: Unos lo califican
como autobiografía; Cuauhtémoc dice que este libro es un relato, una narración; bien puede
ser, digo yo, una crónica homérica que reúne su Ilíada y su Odisea.
Indudablemente el libro se puede calificar como un ensayo, porque tiene argumentos claros y
precisos donde se analiza, interpreta y evalúa un tema: “El quehacer político en lo íntimo.”
De manera inevitable, es también un ejercicio de reflexión. No podría dejar de serlo cuando el
Ingeniero ha recopilado datos de lo que hizo desde hace cincuenta años por lo menos.
Incluso está claro que es un libro de historia en el que los testimonios son referidos por el
propio protagonista, con lo que podemos afirmar que esos hechos del pasado los conoceremos
de primera mano, una vez que hayamos leído el libro.
El libro de Cuauhtémoc es, adicionalmente, un libro de familia: Nos enteramos en él de lo que
hizo y pensó la familia Cárdenas, de toda la familia, desde su suegro, El General, Doña Amalia,
Celeste, sus hijos, nueras y nietos. Del mismo modo nos damos cuenta de cómo percibe a sus
amigos y cómo trata a sus enemigos, a cuanta gente conoce... y podríamos deducir con quién
y para qué alterna con ellos.
Estas seiscientas páginas, en una primera lectura nos divierten, porque el libro no carece de
humor; es más: Cárdenas nos cuenta anécdotas muy graciosas, como la lucha por las coronas
fúnebres en la embajada de EUA, o, el cómo, por la rasgadura de una gran manta, sacó la
cabeza Pascal el joven reportero, y otras cosas interesantes que no voy a contar, sólo les
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comento que ahí están.
Tiene, por supuesto, observaciones con una franca y sutil ironía que nos provocan, por lo
menos, una sonrisa maliciosa.
De la misma manera, en una primera lectura encontramos episodios con características de
libro de aventuras trágicas, como la obstinada lucha por la defensa del voto, o de conocidos
asesinatos a sangre fría y también oscuras conspiraciones que Cárdenas reseña, con
sobriedad si, pero no deja de señalar al fin y al cabo.
Conoceremos confrontaciones contra el absolutista poder presidencial, sin más defensa que el
saber que se está del lado de la razón, lo que bien puede parecer un episodio épico.
Una lectura inicial de este libro nos dejará más que satisfechos, igual que nos entusiasmaría
tener una charla en corto con Cuauhtémoc. Pero a Cuauhtémoc no lo podemos llevar a casa
para estarle preguntando por está o por cualquier otra cosa que se nos ocurra. En cambio al
libro sí, sí nos lo podemos llevar a casa y usarlo como una especie de libro de consulta, una
especie de Manual Político.
Porque en una segunda lectura nos encontraremos con señalamientos sorprendentes, eventos
que nos hacen descubrir los tremendos acontecimientos de la vida social y política en que
vivíamos o, más bien dicho, a la que sobrevivíamos.
Precisa Cárdenas, con nombres y apellidos, quiénes eran y qué hacían aquellos cómplices del
sistema intolerante, quiénes formaban los escudos de la opresión antidemocrática, en qué
momento actuaron y cómo han quedado ellos ante la historia.
Por eso digo que este libro está muuuy grueso.
Cárdenas ha puesto en el libro lo que ha estimado pertinente. Algunos pensarán que ha faltado
algo. Yo, entre ellos, creo que le faltó, comentar por lo menos, una anécdota: Por lo que
aprovecho este momento para de alguna manera incluirla.
Un día, más bien una tarde durante la campaña por la jefatura de gobierno del DF, fuimos en
un recorrido a Topilejo, una de las zonas más rurales de la delegación Tlalpan. Cuauhtémoc
dio un discurso en un mitin que se realizó en la plaza central. Terminando el acto nos subimos
a las camionetas que integraban la comitiva, partimos de regreso y pasamos cerca de una
escuela primaria donde a esa hora salían los niños de clase. Algunos identificaron al Ingeniero
y echaron a correr siguiendo a la camioneta; uno de ellos, el más tenaz, corrió hasta
alcanzarnos, casi echando los pulmones por la boca debido al esfuerzo que había realizado. La
camioneta se detuvo un momento, Cuauhtémoc abrió la ventana y el muchacho aprovechó
para hacerle una petición:
-¡Cuauhtémoc! -gritó con el último aliento que le quedaba- Dile a mi maestra que me pase en
matemáticas.
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Fue todo cuanto alcanzó a decir y detuvo su carrera. Desde ese momento sus esperanzas
estaban ya en Cuauhtémoc.
Entre carcajadas de quienes íbamos en la camioneta, Cuauhtémoc comentó:
-Este niño sabe lo que quiere, pero tendrá que aprender a sumar-.
El libro que Uds. van a tener en sus manos consta de 18 capítulos. Nos va a confiar muchas
cosas, el libro no puede hacer más que eso, que ya es bastante. Somos nosotros quienes
tendremos que aprender a sumar... una vez que sepamos bien que es lo que queremos.
Gracias.
Para ver ficha del libro, "click" aquí
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