Módulo Didáctico Oficios Artesanales

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MÓDULO DIDÁCTICO
“OFICIOS ARTESANALES”
(Para alumnos de Enseñanza Secundaria)
SONIA TEJERO QUIÑONERO
Revisado y ampliado por
MARTA CABANILLAS FERNÁNDEZ
INTRODUCCIÓN
NIVEL EDUCATIVO
Este módulo está destinado a un público escolar con edad entre los 12 y los 16 años (Enseñanza Secundaria
Obligatoria).
LOCALIZACIÓN DEL MÓDULO EN EL MUSEO
SALA VII: OFICIOS, TRANSPORTE Y TÉCNICAS DE RECOLECCIÓN
1.
Transporte humano y animal
2.
Caracoleras
3.
Aparejos
4.
Guarnicionería y carpintería
5.
Alfarería y tejería
6.
Cordelería
7.
Herrería
8.
Sombrerería
9.
Cestería
10
9
8
7
4
6
10
10
5
1
1
6
1
33
11
2
10. Tejeduría
11. Apicultura
CRITERIOS DE EVALUACIÓN
-
Reconocer el contexto social en el que se desarrollaban estos oficios.
-
Valorar los modos de vida, usos y costumbres de la sociedad preindustrial.
-
Ser capaces de apreciar la evolución que han sufrido los oficios artesanales a lo largo de la historia.
-
Reconocer la importancia de estos trabajos en la humanidad a través de las manifestaciones artísticas
y literarias.
-
Conseguir el acercamiento de los alumnos a los Museos y su comprensión de los mismos como
centros educativos.
OBJETIVOS
-
Obtener un conocimiento relativamente profundo de las formas de vida de la sociedad preindustrial
mediante los oficios que se van a estudiar en el Museo.
-
Lograr un conocimiento, a través de los objetos del Museo, de las diferentes ocupaciones de antaño:
cestería, herrería, alfarería, fabricación de adobes, carpintería, trabajo de fibras textiles.
-
Diferenciar las clases de materias primas empleadas por el artesano en su labor, invitando al
conocimiento del medio natural y de los recursos que de él se obtienen, asimilando la variedad y
riqueza de su realidad geográfica.
-
Motivar la valoración y el respeto hacia el Patrimonio Histórico y Etnológico.
-
Fomentar la comprensión de la realidad histórica de sus mayores y, por tanto, el respeto hacia ellos.
ORIENTACIÓN AL PROFESOR
Con este módulo se pretende que el alumno adquiera unos conocimientos relativamente profundos
referidos a las actividades artesanales, que conozca las materias primas de los objetos que verá en el Museo y
los vincule al medio natural del que proceden.
También se pretende que el alumno sea capaz de comprender y valorar la importancia de estas actividades
a lo largo de la historia de las diferentes culturas, gracias al testimonio de las manifestaciones artísticas y
literarias.
Es importante un acercamiento del alumno al tema para que conozca las materias primas que van a ver en
el Museo a través de los objetos y los trabajos con los que estaban relacionadas.
INTRODUCCIÓN CONCEPTUAL AL TEMA
Los niños del pueblo reciben la educación de sus padres o parientes, que les enseñan el oficio que cada uno
debe ejercer durante su vida. Diodoro de Sicilia, historiador griego (fines s. I a.J.C.)
Al hablar de los “oficios artesanales” estamos abarcando un tema muy amplio, puesto que en este
concepto se agrupa una gran variedad de actividades que se diferencian por la materia prima utilizada, el
método de trabajo y los objetos que se obtienen de esta labor.
La comprensión de los oficios en los que nos vamos a centrar –tejedoras, herreros, cesteros, alpargatero,
alfarero, carpintero– pasa por agruparlos en una economía de autoabastecimiento contextualizada en el medio
rural, donde el taller no sólo implicaba al artesano, sino también al resto de su familia.
Las materias primas con las que estos artesanos trabajan se encuentran en el medio natural y se aprovecha
atendiendo a la variedad geográfica. Esto nos va a mostrar que no en todas las zonas de la Península Ibérica se
va a trabajar con los mismos materiales para la fabricación de determinados objetos (como las cestas).
Vamos a ver los diferentes oficios y su importancia en la sociedad, la cultura y la economía a lo largo de la
historia.
TEJEDURÍA
El tratamiento de las fibras textiles no es una actividad reciente, sino que se realiza desde la Antigüedad.
El ser humano comenzó cubriendo su cuerpo con pieles de animales, para pasar posteriormente a trabajar
fibras como la lana, el algodón, el lino... La dedicación a este trabajo ha estado siempre a cargo de las mujeres
y seguirá estándolo hasta la actualidad. Las mujeres adultas eran las encargadas de enseñar el oficio a las más
jóvenes, para que ya, desde la infancia, aprendieran a trabajar las fibras.
UN POCO DE HISTORIA
Tenemos información muy temprana de los oficios relacionados con la preparación de estas materias, de
las técnicas utilizadas o de los diferentes tintes empleados para la vestimenta, en textos y manifestaciones
artísticas, sobre todo en la pintura. A través de estos documentos nos damos cuenta de que el oficio antiguo no
ha sufrido casi variaciones hasta finales del siglo XIX, sino sólo las necesarias para facilitar el trabajo o para
introducir nuevas técnicas.
En Egipto, la materia prima principal es el lino. La lana no llegó a Egipto hasta el siglo V a.C. y se
consideraba impura. Herodoto dijo que la lana estaba prohibida por la religión egipcia. La realidad es que no
les hacía falta para nada. Seguramente si hubieran vivido en un lugar donde hiciera frío no la hubieran
considerado impura. La hilatura y el tejido eran artes antiquísimos en Egipto. Una vez hiladas las fibras se
procedía al tejido de las telas. Se solía hacer en las casas, donde había un pequeño taller para el uso
doméstico. Tejían en telares verticales y horizontales. Los telares horizontales o de suelo se usaron desde la
época Badariense al Reino Medio. Los verticales se usaron desde el Reino Nuevo, sin que esto signifique que
se desterrara el telar horizontal.
En el mundo griego y romano, el trabajo que sigue estando a cargo de las mujeres, la fibra más empleada
para la realización de vestimentas es, al igual que en Egipto, el lino. Hay numerosos documentos gráficos que
nos hablan de este trabajo, siempre en el contexto del hogar. Dentro de la mitología también encontramos
referencias al oficio. Se trata de las Parcas, las mujeres en cuyas manos está el destino de los hombres. Eran
hijas de la noche. Sus nombres griegos eran Cloto, Láquesis y Átropos y los latinos, Nona, Décima y Morta.
Asisten al nacimiento de cada ser, hilan su destino y predican su futuro. Cloto encargada de hilar el destino
de los mortales. Láquesis encargada de hacer girar el huso y de estirar al azar el hilo de los destinos humanos
y Átropos la que los cortaba cuando llegara el final.
A partir de este periodo, durante la Edad Media y Moderna, hasta el momento actual, las técnicas
empleadas van a continuar siendo las mismas, pues, al igual que sucede en otros oficios, las primeras técnicas
consiguen solucionar rápidamente los problemas que se pudieran plantear por el tratamiento de las materias
primas. A continuación veremos el trabajo de la lana y el lino, y el proceso del hilado como se realizaba en la
sociedad tradicional.
-
La lana
Las ovejas se esquilaban los meses de mayo y junio, y se separaban los vellones según su calidad,
siendo la de la zona de la barriga la más fina y limpia. Para poder trabajar con la lana lo que se hacía en
primer lugar era limpiar a mano las impurezas, pajas, etc. Para asegurarse de que la lana estaba limpia, se
lavaba posteriormente con agua hirviendo y ceniza o jabón, para blanquearla, después se aclaraba con
agua fría y se dejaba secar al sol.
Una vez preparados y secos los vellones eran estirados a mano, para después proceder al cardado y
peinado que dejaba la lana fina y lista para el hilado.
Cardas empleadas en el peinado de los vellones, a la
derecha, la planta utilizada antiguamente para el cardado y de la que procede el nombre
Desde que el ser humano comenzó a domesticar a los animales y a conocer las posibilidades que
estos le ofrecían, la lana ha sido una de las materias primas más utilizadas para la realización de
vestimentas, sobre todo entre los propios pastores. Son varios los testimonios que narran el esquilado de
las ovejas desde la Antigüedad, variando la práctica ya entrado el siglo XX, pero permaneciendo
imperturbable hasta dicha fecha. El cuidado de las ovejas y la obtención y tratamiento de la lana ha sido
algo propio de casi todos los pueblos del planeta.
-
El lino
Se obtiene de las fibras de la planta del lino. El lino se siembra en octubre y es en el mes de mayo
cuando se arranca con las manos y se deja secar al sol. En primer lugar había que hacer la limpieza, es
decir, había que separar las semillas de los tallos, pasando los manojos por un peine. Una vez
desgranados, los manojos se sumergían en el río durante el tiempo que ellos estimaran para que la parte
leñosa de los tallos se pudriera y así aprovechar la más fina. Luego se dejaba secar al sol.
Después de la limpieza se procedía al mazado, esto es, machacar los tallos con un mazo de madera,
una agramadera o una espadilla, para romper las partes leñosas.
Agramadera
Espadillas
Por último las fibras se pasan por una rastra para limpiarlas totalmente. La fibra del lino se clasifica
por su finura.
El proceso descrito es el llevado a cabo en una sociedad tradicional y ha sido prácticamente el mismo
desde que se comenzó a utilizar el lino en la Antigüedad. Tenemos numerosos documentos en los que se
describe este trabajo: la obtención de la fibra, su tratamiento e incluso, en textos egipcios encontramos la
fabricación de tintes y su aplicación.
-
El hilado
Esta trabajo se realiza prácticamente de la misma manera para las dos fibras explicadas previamente
El hilado era desempeñado únicamente por mujeres y en el ámbito del hogar. Para hilar se utilizaban el
huso y la rueca, que son los objetos más antiguos empleados para hilar.
Cerámica griega en la que se ve a una
mujer hilando con ayuda del huso y la rueca
En la rueca va enganchado el copo de lana o el lino, en el huso se enrollaban las hebras una vez
hiladas. Aparece también el torno de hilar, que va a hacer más rápido el trabajo.
Rueca y huso empleados en el hilado de las fibras textiles
Utilizando el aspador se realizaban las madejas que volvían a lavarse y secarse al sol. En este
momento también se aprovechaba para teñirlas. Tras esto, las madejas se convertían en ovillos mediante
las devanaderas.
Devanadera
A partir de este momento se pueden seguir dos procesos diferentes: por un lado, el uso de las agujas
para tricotar o “hacer punto”, mediante la manipulación del ovillo. Por otro lado, tenemos el telar, para el
que los ovillos son mucho más pequeños y se denominan canillas (similares en forma a las bobinas de hilo
actuales). Las canillas se insertaban en las lanzaderas entrecruzándose con los demás hilos del telar.
Lanzadera del telar dentro de la que se coloca
la canilla de hilo
El empleo del telar en el hilado es muy antiguo. Vemos ya una versión muy similar a la actual en el
Antiguo Egipto, donde también se ve que eran las mujeres las encargadas de esta labor. Las mujeres
peinaban los tallos de la planta de lino para que saltaran las púas. A continuación, separaban las fibras del
tallo y las hilaban con un huso, sujeto por una espiral. Luego en un telar, tejían ropa con los hilos.
Mujeres
hilando lino en un telar egipcio
De esta zona, la tradición del trabajo pasa a Europa, viéndose en el mundo griego el mismo proceso.
Con el paso de los siglos la técnica no varía, pues los progresos conseguidos desde los comienzos de este
trabajo no necesitan más facilidades.
Pintura medieval de unas hilanderas empleando el telar vertical y el huso y la rueca
Hasta la actualidad, dentro del entorno rural el hilado se sigue desempeñando de la misma manera,
por eso es importante analizar los orígenes del empleo de esta técnica y los motivos por los cuales no ha
sufrido casi ninguna variación.
CESTERÍA
La cestería es una de las habilidades humanas más antiguas. Tenemos documentación de la utilización
de los entramados vegetales desde épocas muy tempranas, concretamente en la Antigua Mesopotamia. La
disponibilidad de recipientes para el transporte y la conservación de los frutos era de primera necesidad para
los grupos de cazadores y recolectores de la vida nómada.
La necesidad de transportar y conservar líquidos antes de la invención de la cerámica se satisfacía no
sólo mediante el uso de calabazas vaciadas, ingenios de piel, piedras y maderas huecas, sino también
impermeabilizando con arcilla superficies de tejidos vegetales en forma de cuencos. La precedencia cestera
respecto a otras artesanías es también avalada por hallazgos arqueológicos, como piezas de cerámica con
improntas claras de texturas vegetales, que hacen suponer moldes de cestería empleados como sostén del
barro.
El oficio de la cestería ha sido ampliamente desarrollado generalmente en ámbitos de economías
deprimidas donde su comercialización ha supuesto el beneficio de núcleos familiares con pocos recursos
económicos dado el poco coste de la materia prima, básicamente compuesto por enea, esparto, paja de cereal,
mimbre y ramas delgadas de árboles como el avellano o el castaño, además del yute empleado por el
alpargatero.
Cestas de mimbre, esparto y paja
La elaboración de este tipo de productos ha sido muy útil para el transporte y almacenamiento de todo tipo de
cosas (materiales de trabajo, alimentos, materias primas,...); y se ha empleado desde la Prehistoria, periodo en el
que las cestas se empleaban tanto en el transporte de frutos y objetos, como en la preparación de los alimentos.
Existe el grupo de cesteros, que encontramos en talleres estables, constituidos por hombres principalmente,
que se dedicaban al trabajo de la enea, del esparto, del mimbre,... e incluso en materias más duras como el avellano
o el castaño, siendo labor femenina la utilización de la paja de cereal para realizar escriños, e infantil la del
trenzado de la pleita de esparto.
Para el trabajo con esparto o paja, por ejemplo, el proceso de elaboración puede desarrollarse de dos maneras
diferentes. Una es realizando trenzados en el caso del esparto, que se van atando entre sí; y con la paja atando
pequeños manojos que se van uniendo hasta formar la totalidad de la cesta.
Cesta de paja hecha con la técnica de espiral
El otro proceso es algo más elaborado y es como se van a realizar la mayoría de los trabajos de cestería. Se
trata de comenzar la cesta por la base, haciendo dos cruces, una sobre otra, lo que se va a llamar la urdimbre;
mientras que, por otro lado se cogen las hebras que van a ir trenzando la cesta, la trama.
Comienzo del trabajo de una cesta
UN POCO DE HISTORIA
Remontándonos a los orígenes del trabajo de la cestería, encontramos un antiguo documento en una de
las ciudades más antiguas del mundo, Catal Hüyük en Turquía, nos ha dado muchas pruebas de las
aportaciones de la cestería a los diversos aspectos de la vida cotidiana. Se han encontrado esteras trenzadas y
tejidas y cestos cosidos en espiral que se utilizaban como contenedores de cereales y otros alimentos. Otros,
con tapaderas, servían para guardar joyas, espejos y artículos de uso personal.
En las regiones desérticas de Egipto, donde la arena seca es la condición más favorable a la conservación
de materias orgánicas, se han preservado cuerdas, esteras y cestos de excelente calidad, fechados alrededor
del año 4000 antes de nuestra era.
Grandes recipientes trabajados según la técnica en espiral, usados como revestimientos de almacenes de
provisiones, ahuecados en la tierra, eran destinados a contener cereales.
Los materiales corrientemente utilizados en el antiguo Egipto eran la paja de cereales, los juncos, el lino,
las hojas de palmera, algunas hierbas locales y, tardíamente, el esparto.
De la antigüedad clásica, Grecia, en todos sus aspectos mejor documentada, se han conservado muchas
referencias a la cestería en textos y en representaciones iconográficas.
El término “cesta” deriva del latín cista, cistella, a su vez originado en el griego kisti, kistis. Designa
cualquier cesta o recipiente hecho con materiales vegetales entretejidos que se destina a usos diversos en la
casa y el campo.
Representaciones en monedas, vasijas, pinturas y textos se refieren constantemente a un tipo de cesto
destinado a una función sagrada. La kista mystica era uno de los objetos más importantes en la celebración de
todos los misterios antiguos. Su papel era siempre el mismo y perfectamente determinado. Provista de una
tapadera, servía para conservar invisibles a los profanos aquellos objetos sagrados y misteriosos cuya
revelación constituía la esencia de la iniciación. En un acto de comunión, los iniciados se repartían y probaban
unos bollos que se encontraban entre los objetos del rito religioso. La kista era de mimbre, de forma cilíndrica
y, generalmente, de grandes dimensiones.
El kalathos griego era uno de los principales atributos de la diosa Demeter y contenía frutos, semillas,
espigas y flores. Desempeñaba un papel importantísimo en varias ceremonias religiosas. Estaba hecho de
mimbre o juncos, tenía forma de cáliz, base estrecha y boca muy ensanchada. Era muy utilizado también en
los quehaceres domésticos, por ejemplo, como recipiente para la lana y el lino que hilaban las mujeres. Por
esta razón llegó a ser, además, símbolo del gineceo y de la mujer sujeta a la casa. Solía servir en los trabajos
agrícolas para la recolección, la siembra y la vendimia.
En Roma, como en Grecia, la cista mystica figuraba como objeto en los cultos de Baco, y se hallaba
también relacionada con la figura de Ceres.
La cista, cilíndrica o cuadrada, era en principio un recipiente de cestería destinado a la recolección de los
frutos del campo. El término cista se hizo extensivo a muy diversa clase de receptáculos:
-
Cesto o caja donde se guardaba el dinero. En este sentido cista es sinónimo de fiscus que
designaba toda clase de envase hecho de materias vegetales, generalmente blandas.
-
Cesto o caja donde se guardaban los manuscritos enrollados, joyas u otros objetos de valor.
-
Urna de votos.
En la casa o el campo se empleaba normalmente el calathus o calathum en las cosechas y la vendimia,
para llevar espigas y racimos cortados a la era o al lagar, como moldes en la fabricación de quesos; es también
cesto de mano y cesto para la hilatura de las mujeres. El canistrum, cesto abierto y poco profundo, de pan,
fruta, etc.
Al lado de mimbres de varias clases, palma y esparto los autores antiguos (Cato, Varro, Plinio,
Colmuela), mencionan caña, juncos, aneas, ginesta y zarza, sargatillo, avellano, abedul y fresno, y paja de
cereales entre los materiales elaborados.
La clasificación del utillaje de cestería de la Antigüedad en cestería dura y cestería blanda, según la
consistencia y ductilidad del vegetal, sigue idéntica en la actualidad.
Los testimonios más antiguos de la cestería en la Península Ibérica se encuentran en las pinturas
rupestres. Los hombres se dedicaban a la caza, y las mujeres, condicionadas por la progenie, recogían plantas
y frutos; los primeros necesitaban cuerdas para atar y las segundas, recipientes ligeros para la recolección y
conservación de sus cosechas.
A partir del 8000 antes de nuestra era, las pinturas rupestres representan algunas de las facetas de la vida
del hombre prehistórico.
En tiempos de los íberos, en el sureste y levante de la Península, donde el agua escasea y las tierras dan
esparto, se fabricaban cuerdas para usos corrientes, amarras, sandalias y otros objetos. En aquella época, y
durante la penetración romana, el esparto llegó a convertirse en el vegetal hispánico por excelencia. La
cordelería y cestería de esparto fueron tempranos objetos de comercio. La producción se exportaba a todas
partes, principalmente a Italia.
A partir del siglo VIII los musulmanes, que ocuparon gradualmente gran parte de la Península Ibérica,
trajeron consigo, como elementos de su propia cultura oriental, nuevas técnicas artesanales junto con sus
formas y funciones particulares. Los grandes espacios esteparios de la provincia de Murcia deban también en
época musulmana la materia prima necesaria para la fabricación de sacos, capazos, serones y alpargatas.
Igualmente, las cañas y los juncos, y las hojas de palmera y palmito se empleaban para la cestería y las
construcciones ligeras.
El gusto del periodo románico por la narración, se extiende desde los grandes temas bíblicos al relato de
la vida rural la lo largo de las estaciones del año, así como el naturalismo gótico (auge del corporativismo
gremial de los artesanos), el Renacimiento con su gusto por lo individual y lo característico, todos nos aportan
valiosos testimonios de los objetos de la vida cotidiana en el campo y en las casas. Las imágenes de la
vendimia y de las cosechas, los episodios de la vida burguesa y, en los bodegones, la plena individualización
y el valor propio de los objetos en su entorno, son una rica fuente de datos sobre la cultura material a través
del tiempo.
Entonces, como anteriormente y hasta la Revolución Industrial, los cestos –en todas sus variantes duras
y flexibles– servían de medidas para cereales, semillas y otros productos secos. Se colgaban del hombro para
sembrar y se volteaban para aventar el grano. Se utilizaban en el acarreo de todas las frutas y hortalizas, como
secaderos de frutas pasas, en los transportes y cargamentos de animales de labor, en el ir y venir de los
cántaros del agua, en la venta ambulante, en mercados y ferias locales y en exportaciones, como envases y
embalajes.
Hemos visto hasta ahora la evolución del trabajo de la cestería a lo largo de los siglos, para ver a partir de
este momento las diferentes tipologías y técnicas del cestero.
En cuanto a la tipología de los cesteros, nos encontramos con una clara división de género en el trabajo,
relacionada sobre todo con el tipo de materia prima. Los hombres se especializaron en maderas que trabajadas
en tiras se aprovechan para los cestos. Las mujeres, en cambio, se especializaron en trabajos de cestería
hechos con materias primas muy flexibles, o bien ayudó al hombre a rematar los cestos o a decorarlos. Las
mujeres trabajan las pajas de trigo, centeno, el mimbre, el esparto, la ingesta, la anea.
TÉCNICAS DE CESTERÍA
En el trabajo del cestero se pueden emplear diversas técnicas:
Cestería en espiral
La cestería en espiral que se aplica sobre todo en materiales finos y muy dúctiles, como el esparto, las
gramináceas y los juncos, es considerada una de las técnicas más antiguas. El trabajo en espiral se encuentra
en muchos lugares del mundo y, a niveles de extraordinario desarrollo, entre los indios americanos.
Punto de paja
Es una variante del cosido en espiral, pero contrariamente a ésta, que depende de un segundo elemento
para el cosido sobreaplicado al ramal de paja, el punto de paja es autosuficiente.
El ramal (o cordón) de la espiral, su continuidad y grosor, se constituye y mantiene por el mismo cosido.
A cada punto se introduce, con la ayuda de un punzón de madera, una nueva paja que da dos vueltas, fija el
ramal y se añade a él. El cesto crece ligeramente paja por paja. El punto de paja se tensa lo justo para
conseguir un tejido prieto y uniforme sin romper la paja.
Tejido perpendicular
Es otra técnica muy difundida antiguamente. Las pajas se abren con la uña en sentido vertical, para que
resulten planas, y se entretejen con la cara exterior a la vista. Como el tejido de hebras de paja no tiene ni
cuerpo ni resistencia propios, es corriente revestir con él una plantilla de cartón o un armazón de madera. Se
combinan libremente varios tipos de paja por el juego de brillos y tonalidades, y se yuxtaponían los trozos de
tejido, limitados en tamaño por la longitud de las hebras, recubriendo las junturas con cenefas trenzadas,
planas o volumétricas. De esta manera se confeccionaban bolsos, maletines, canastillos para el pan bendito,
papeleras, portarretratos, etc.
HERRERÍA
El hierro aparece aproximadamente 1500 años antes de nuestra era, siendo el material idóneo para las
armas, las herramientas y las máquinas. Asociado al trabajo de esta materia, surge la figura del herrero, uno de
los oficios más antiguos de la historia. La utilización del hierro ha sido uno de los hechos de mayor
trascendencia para la historia del ser humano, pues los utensilios fabricados con él facilitaron el control del
medio en el que habitaban.
La forma de trabajar el hierro en la fragua consiste en calentarlo a fuego medio de combustible, carbón
vegetal. Después, gracias al insuflado del fuelle se va haciendo maleable y sobre el yunque, el herrero golpea
la materia con un martillo, sujetando la pieza con unas tenazas o con destajadores que van moldeando el hierro
caliente.
Fuelle de fragua
Entre las herramientas que nos encontramos en la fragua, uno de los principales es el yunque, contra el que se golpea
el hierro con el martillo; las tenazas, empleadas para sujetar los perfiles de hierro y las chapas que se han calentado en la
fragua, bien para llevarlos al yunque, bien para sujetarlos mientras se trabaja. Los destajadores se usan para rebajar el
hierro en ángulo recto; el ángulo agudo de su boca sirve precisamente para este fin. El herrero utiliza compás de puntas de
resorte para exteriores para medir los diámetros de las barras de hierro.
Compás de puntas de resorte
UN POCO DE HISTORIA
La técnica empleada en la forja para trabajar el hierro ha permanecido exactamente igual a lo largo de los
siglos, pues los primeros herreros lograron un gran dominio de ella desde el principio. El arte de estos
trabajadores ha sido siempre admirado y temido, dándole un carácter mítico y apareciendo representado en los
panteones divinos. Así lo vemos, por ejemplo, en las grandes religiones de la Antigüedad: el Hefesto griego,
Vulcano romano, Ptah egipcio,... que hacen grandes trabajos para los dioses.
El oficio siempre ha estado en manos de hombres y ha sido una figura respetada y temida, como se narra
en algunos documentos medievales, en los que el herrero se asociaba con el mal, al estar todo el día rodeado
de fuego.
Durante muchos siglos de la Edad Media, el hierro fue un lujo sólo al alcance de los más poderosos. A
partir del siglo X esta situación va variando. En este periodo nos encontramos con un invento que no se había
dado hasta la fecha, y que es uno de los condicionantes para que deje de ser tan exclusivo, las ferrerías
hidráulicas. En el norte de la Península Ibérica aparecen documentadas en el siglo XIII, y ya son muy
frecuentes en los siglos XIV y XV. Estas fábricas necesitan para funcionar una corriente de agua, mineral de
hierro y gran cantidad de madera para calcinar el mineral y para fabricar carbón vegetal.
En la Edad Moderna, la figura del herrero se relaciona también con la alquimia, la magia y el diablo. Esta
asociación está relacionada con la concepción mitológica del famoso herrero griego de los dioses, Hefesto, por
las maravillas que realiza con sus manos y por el aspecto físico de éste. Al ser un personaje lisiado, se le
empieza a relacionar con el diablo cojo, y de esta forma, sigue, como en la Edad Media, asociado con el mal.
Hay muchas narraciones populares que cuentan esta asociación del herrero con el diablo. En cuanto a los
avances tecnológicos de esta época, van a permanecer prácticamente inalterables desde la creación de las
ferrerías hidráulicas en el periodo medieval hasta el siglo XIX.
El oficio gana importancia cuando se comienzan a crear las primeras asociaciones gremiales y cuando
estas desaparecen ya el periodo preindustrial está pasando y la figura del herrero queda reducida a algún
núcleo rural y con un carácter más artesanal que práctico.
Herramientas del herrero (destajadores, butrolas, canalejas,
punteros, rompederas)
Las ferrerías estaban formadas por tres espacios unidos y dispuestos paralelamente: el banzado, en cuya
parte inferior se colocaban las dos ruedas verticales que movían el mazo y las barquineras (fuelles); el área de
trabajo; y, las carboneras. Los edificios tenían mucha altura y en ellos, la mayor parte de los vanos se
fabricaban con arcos de medio punto y arcos adintelados. En el espacio de trabajo había dos salas separadas
por un muro, en una de ellas estaban el mazo y el horno bajo, y en la otra dos barquiens que insuflaban aire al
horno a través de sendas toberas de cobre. Las carboneras ocupaban la mayor parte de la superficie de la
ferrería, pues el carbón era el producto que más se consumía.
Las fraguas son el espacio de trabajo más pequeño de la industria tradicional del hierro, y en ellas se
fabricaban, terminaban o arreglaban los utensilios hechos de este metal, como herraduras para animales,
aperos agrícolas o herramientas. El lugar donde se encontraban las fraguas variaba, siendo los más frecuentes:
en la planta baja de la vivienda del herrero, o en un edificio aislado, dedicado exclusivamente a la fragua.
Estos lugares suelen ser pequeños, aunque varían en función del trabajo de los herreros. Así, los que se
dedicaban solo al clavazón o a herrar caballerías tenían espacios de trabajo muy reducidos, mientras que los
herreros que fabricaban ruedas de carro, necesitaban espacios más amplios.
Interior de una fragua
En cuanto a los instrumentos de trabajo, que eran fabricados por los propios herreros, nos encontramos
con una gran variedad, como consecuencia de las distintas necesidades en la elaboración de objetos de adorno
o utensilios.
El oficio se está perdiendo porque cada vez son menos los jóvenes que quieren aprender el oficio de sus
antepasados, aunque hay ciertas tendencias contemporáneas que han ido generalizando en el último siglo la
utilización del hierro y el trabajo en la fragua, se trata de artistas como Sangallo o Chillida, que han acudido a
la fragua para dar forma a sus obras de arte.
Chillida en su fragua
ALFARERÍA Y TEJERÍA
El barro es una de las primeras materias primas utilizadas por el hombre. Su trabajo ha dado lugar a
diversos oficios: alfarero, tejero, fabricante de adobes,... Desde la Prehistoria el barro se ha utilizado para la
realización de objetos muy diversos, destinados sobre todo al uso cotidiano.
Por sus peculiares características, la arcilla ofrece al artesano una fuente inagotable de nuevas formas y
decoraciones que le permite crear objetos aptos para los usos más nobles y más cotidianos.
La técnica, la composición de las pastas, la forma y la decoración nos permiten conocer las necesidades
funcionales y estéticas, la situación económica, el nivel cultural y el desarrollo tecnológico del grupo social al
que perteneció, así como sus necesidades expresivas, e incluso sus relaciones con el más allá o con el mundo
divino.
UN POCO DE HISTORIA
Las primeras producciones hay que situarlas en el Paleolítico Superior, si bien, se trata de figuritas de
cocción posiblemente casual o esporádica. La producción continuada de recipientes no se desarrollará hasta el
periodo que conocemos como Neolítico.
El descubrimiento de la cerámica pudo realizarse hacia el VIII milenio antes de nuestra era, en puntos
diversos a juzgar por los hallazgos en sitios tan distantes como Japón, Sáhara o Próximo Oriente. La extensión
del conocimiento de la cerámica va unida a un progresivo sedentarismo ya que los pueblos nómadas no
pueden transportar pesados recipientes cerámicos.
Desde fines del Neolítico se asiste a un proceso de experimentación metalúrgica en el que la cerámica
tendrá un papel destacado a través de recipientes aplicados como los crisoles y las vasijas-horno.
Durante el Calcolítico asistimos a una clara separación entre objetos utilitarios (cerámica de
almacenamiento y cocina) frente a objetos suntuarios o de uso restringido (cerámica de consumo y de uso
directo). La cerámica destinada al almacenamiento o preparación de alimentos experimenta pocas
transformaciones a lo largo de la historia, por lo que será mucho mayor la información proporcionada por las
producciones de lujo más sujetas a las distintas modas o influencias culturales. A fines de este periodo, la
cerámica campaniforme alcanza en toda Europa un alto grado de calidad técnica, con decoraciones
minuciosas (incisas, impresas y excisas).
La Edad del Bronce supone una cierta continuidad en lo que respecta a técnicas o estandarización formal,
aumentando la fijación de unos parámetros métricos y formales. Durante todo este marco cronológico las
técnicas de conformación se han basado en el modelado a mano por técnica de rollos, placas, urdido o
modelado mediante cestos de fibras vegetales. Las cocciones son generalmente irregulares, no alcanzando
temperaturas superiores a los 600º C dadas las condiciones en las que se realizaban (fogatas u horneras).
Durante el Bronce Final asistimos a dos procesos fundamentales en la historia de la cerámica: la aparición
del torno y de verdaderos hornos para la cocción de los objetos cerámicos.
La generalización del uso del torno se produce durante la Edad del Hierro. Los pueblos colonizadores del
Mediterráneo, fundamentalmente los fenicios, introducen nuevas producciones cerámicas realizadas a torno
que influirán en el desarrollo de las producciones locales. El empleo del torno representa una nueva etapa en
la producción de la cerámica ya que no sólo permitió dar un acabado más perfecto de las piezas, sino también
aumentar su producción, diversificarla y estandarizar mejor las formas deseadas. También la decoración
presenta importantes novedades.
Durante la Edad Antigua, el perfeccionamiento de la técnica de modelado, la introducción de los barnices,
la fijación de un repertorio formal bien estandarizado (lécitos, hidrias, cráteras, etc.), junto con la creación de
nuevas técnicas decorativas (figuras negras y figuras rojas) y la ampliación de la temática iconográfica
(mitológica, ritual y de la vida cotidiana), hizo de esta producción una de las más influyentes a lo largo de la
historia.
Roma aporta a esta historia la industrialización de la producción cerámica, como fue llamada tierra
sigillata, caracterizada por su brillante color rojizo o anaranjado y por su decoración en relieve. Esta
cerámica dura, impermeable y de efecto peculiarmente bello por el brillo de la superficie, se logró gracias a la
adecuada selección de las arcillas, la cuidada elaboración del engobe y un perfecto control de las distintas
fases de cocción.
Durante la Edad Media destaca la cerámica hispano-musulmana. La técnica de reflejo metálico o loza
dorada, llegada a Al-Andalus desde el Próximo Oriente, fue la solución. El aspecto elegante y lujoso que le
confiere el dorado o la combinación de azul y dorado responde a una función decorativa. En su temática
destacan principalmente los motivos geométricos, vegetales o atauriques y epigráficos, combinados en
perfecta armonía para constituir una decoración profusa y denominada “arabesco”.
Con la llegada de la Edad Moderna se produce una aceleración de los cambios e innovaciones. La
cerámica polícroma triunfa y con ella la denominada “técnica del gran fuego” o de los cinco colores. Son
producciones esmaltadas que exigen la utilización de óxidos metálicos que puedan soportar altas
temperaturas, por lo que la paleta queda limitada a cinco colores: azul (cobalto), negro (manganeso), amarillo
(antimonio), naranja (óxido de hierro) y el verde (óxido de cobre). Esta técnica requería cierta rapidez y
pericia. Por lo general, en los talleres había una división del trabajo: los hombres modelaban las piezas y las
mujeres las decoraban, utilizando los variados motivos decorativos que los maestros habían diseñado con
anterioridad.
Otra de las innovaciones de este periodo será la porcelana. Nombre europeo dado a una pasta dura,
translúcida, blanca y sonora, cuyo principal componente es el caolín. Descubierta en China hacia el siglo VII,
no empezará a conocerse en Europa hasta la Edad Media, si bien no se consigue producir hasta el siglo XVIII
en Meissen (Sajonia).
Este tipo de producciones son un buen ejemplo de cómo los artistas europeos del siglo XVIII alcanzaron
la calidad y máximo dominio técnico y crearon piezas de extraordinaria elegancia y exquisitez acordes con el
ambiente cortesano de una época en la que decorar los palacios con porcelana era un signo visible de rango
social y económico. Para su elaboración se utilizaba la técnica de modelado. La pieza, una vez vidriada se
cuece en varias fases sucesivas en las que se va reduciendo la temperatura de cocción. En cada fase se añaden
los óxidos colorantes en función de su resistencia al fuego.
La Edad Contemporánea, con la revolución industrial, supone la paulatina desaparición del concepto
tradicional de cerámica. Los nuevos sistemas de mecanización provocan el aumento de la producción, con la
consiguiente estandarización de las piezas y abaratamiento de los costes. Se impone la técnica de
estampación.
En el siglo XX la cerámica alcanza nuevo valor como “obra única”. Se abren así nuevos enfoques para los
materiales cerámicos, como son el puramente artístico, que reflejan movimientos tan conocidos como fueron
el Art Noveau o Art Decó, o la obra de artistas tan relevantes como Picasso.
Diversas piezas de barro vidriado y sin vidriar
El barro es una materia fácil de obtener y de trabajar, aunque para conseguir consistencia, es necesario
utilizar el horno a elevadas temperaturas (a excepción de la fabricación de adobes, en la que no se utiliza). En
el caso del trabajo del alfarero, el barro se moldea en el torno, que puede ser de mano o de pie.
Torno de mano
Torno de pie
Mientras se trabaja, el agua tiene gran importancia, pues va a permitir la maleabilidad de la pieza. La
alfarería se ha desarrollado durante muchos siglos y para muchos tipos de objetos, no sólo en el ámbito de la
casa, sino también en el entorno sagrado de los templos para realizar exvotos de barro, o vasijas para ofrendas.
En el caso de la fabricación de tejas, el horno también es el método de endurecimiento de la pieza. Dentro
de este arte, no sólo tenemos las tejas, sino también los objetos necesarios para el desagüe del agua desde los
tejados de viviendas y otras edificaciones, como son los canalones o las gárgolas.
Teja
Molde para tejas
La utilización de las tejas también es antigua, pues pronto se descubrió que lo que hubiera bajo éstas se
protegía del agua de la lluvia, por ejemplo.
Canalón para el desagüe del agua
Por último, hablaremos del adobe. Esta materia consiste en barro mezclado con paja y permitió durante
siglos la construcción de edificaciones en muchas partes del mundo.
Adobe
Para tener un patrón de medida existen unos instrumentos llamados adoberas, en los que el adobe, una vez
bien amasado, se introduce para darle la misma forma a todos.
Adoberas
Desde el mundo egipcio nos encontramos con un amplio testimonio de las primeras manifestaciones del
trabajo del adobe, para la realización de las grandes construcciones, y el método de trabajo va a perdurar a lo
largo de los siglos hasta el momento actual, en el que sin embargo, la tradición se va perdiendo para dar lugar
a nuevas técnicas y materiales más resistentes.
Fabricación de adobes en Egipto
CARPINTERÍA
La tala de árboles madereros debe hacerse en los meses de invierno, y en este sentido hay que destacar la
insistencia de la documentación antigua sobre el corte en buena luna, o en la luna menguante de enero como
exigencia en la construcción de obras importantes de carpintería o de muebles de calidad, porque en esta
época la sabia de los árboles está retraída y la madera libre del riesgo de pudrirse o estropearse. Sólo cuando
el aprovechamiento es para leña se omite este precepto.
El corte de troncos se hace con el tronzador, larga sierra de filo curvo y mango en cada extremo para
ser manejada por dos hombres.
El hacha en cambio se utiliza preferentemente para corte de ramas.
Para cortar maderas duras, como el roble o la encina, se utilizan las cuñas de hierro introduciéndolas
longitudinalmente en el tronco, en el sentido de la veta, con ayuda de un mazo para abrir tablones que luego
se puedan cortar con otras herramientas.
El despiece de los troncos en las serrerías se hacía con el serrón o larga sierra de hoja trapezoidal con
mangos en ambos extremos, uno fijo en el más ancho y otro móvil que se ajusta a los dientes del extremo más
estrecho. Se usaba entre dos hombres con el tronco elevado en trípodes o caballetes y sobre el que se sitúa el
que maneja el mango fijo haciendo mover la sierra de arriba abajo, en el sentido longitudinal, mientras su
compañero desde el suelo mantiene la dirección por el otro mango e impide que la hoja se tuerza.
Los cortes de la madera podían hacerse por sucesivos cortes paralelos en dirección de la veta, o
radialmente obteniendo cuatro cuadrantes del tronco que a continuación se despiezaban en cortes paralelos y
longitudinales.
UN POCO DE HISTORIA
En la prehistoria el hombre buscaba la supervivencia, creando armas y utensilios; o trasladándose de sitio
en busca de otros beneficios.
El Mesolítico es una etapa intermedia entre el Paleolítico y el Neolítico, en la cual el hombre continua con
las tradiciones culturales heredadas de sus antepasados; distinguiéndose porque en ella se inicia el empleo del
arco y la flecha que viene a multiplicar las fuerzas corporales del hombre de una manera significativa y a dar
mayor eficacia a sus tareas económicas y de supervivencia. Parece ser que en este periodo, se comenzó a
aprovechar la madera de los bosques para la fabricación de utensilios.
El hombre neolítico comienza a controlar las fuerzas de la naturaleza y a acumular sus recursos,
produciendo alimentos de una manera intencionada; así desarrolla la agricultura, cultivando las plantas que le
ofrecían sus frutos, inventa el arado para la mejor explotación de la tierra y domestica los animales para
disponer de ellos según sus necesidades.
El verdadero arte de trabajar la madera se inició en Egipto antes del 2500 a.C. En las tumbas antiguas han
aparecido magníficos ejemplos de la ebanistería egipcia. El trabajado sillón del faraón Tutankamon (1350
a.C.) constituye una notable muestra.
En esta época, los artesanos egipcios disponían de diversas herramientas de cobre o bronce, entre ellas una
sierra en forma de espada con el borde dentado. Los formones, que evolucionaron a partir de las cuchillas de
pedernal en forma de escoplo conocidas desde el 8000 a.C., poseían mangos y los bordes se forjaban para
endurecerlos. Para cortar maderas usaban hachas o azuelas (hacha pequeña con la hoja en ángulo recto con el
mango).
Lo que se considera el arte de trabajar la madera se inició en Egipto antes del 2500 a.C. En las tumbas
antiguas han aparecido magníficos ejemplos de la ebanistería egipcia. El trabajado sillón del faraón
Tutankamon (1350 a.C.) constituye una notable muestra. Los carpinteros egipcios utilizaban el taladro de arco
para perforar agujeros. Se trataba de una cuerda de arco enrollada alrededor del mango del taladro, que hacía
girar a éste cuando el arco se movía de un lado a otro. Para medir y alinear su trabajo usaban reglas graduadas
y escuadras de madera.
Un griego, Teodoro de Samos, introdujo en el 600 a.C. la primera máquina del oficio: el torno. En esa
época también se utilizaban numerosas herramientas de hierro. Los romanos perfeccionaron diversas
herramientas de carpintería. Hace unos 2000 años desarrollaron un taladro más eficaz que el de arco: disponía
de un travesaño que movía un mango de arriba abajo, enrollando y desenrollando cuerdas que a su vez hacían
girar el taladro.
Uno de los inventos más importantes de los romanos fue el cepillo de desbastar, del que se han encontrado
ejemplares en las ruinas de Pompeya, destruida el 79 d.C. Como en el cepillo actual, una cuchilla de hierro
situada en ángulo sobresalía a través de una ranura de la base.
Los romanos utilizaban también una herramienta giratoria para taladrar o ensanchar agujeros llamada
barrena. Tenía una cuchilla curva y se hacía girar mediante un travesaño. De ahí derivaron el berbiquí y la
broca, aparecidos en el siglo XV y que aún se emplean.
HERRAMIENTAS DEL OFICIO
-El metro del carpintero: es un conjunto de tablillas de madera graduadas en cm. y en mm. unidas y
articuladas entre sí, que permite no sólo tomar las medidas, sino utilizarlo como regla de apoyo para trazar
líneas rectas o ángulos graduando el movimiento de cada una de estas secciones.
- Los compases: se utilizan tanto para trazar círculos como para trasladar medidas. El más sencillo es el
compás de puntas en su forma convencional, formado por dos brazos de hierro o de madera terminados
ambos en punta afinada de acero para asegurar la precisión. Para medir grosores existe un compás de
gruesos, también variante del tipo convencional pero con los brazos curvados en semicírculo y con las puntas
cortadas a bisel, de modo que se ajusten perfectamente a las superficies de las piezas cuyo grosor se pretende
medir.
- El gramil: este instrumento es el más característico de cuantos emplea el carpintero para trazar y
trasladar medidas, paralelas entre sí y al borde de la pieza. Consiste en una tabla rectangular atravesada
perpendicularmente por un listón de madera de sección cuadrada con una punta de acero en su extremo, de
modo que al deslizar la tablilla por el canto de una madera, la punta marque una línea sobre la misma.
- Sierra de mano, de carpintero o de armar: herramienta de corte por fricción; está formada por un
bastidor de madera en H con el travesaño más largo que los lados verticales. En los extremos de estos se fija
mediante tornillos o palomillas una estrecha hoja rectangular con los dientes hacia fuera y girados respecto al
plano del bastidor, y en los opuestos una cuerda como tirante, tensada por torsión con ayuda de una delgada
tablilla central. Se emplea para hacer toda clase de cortes en la madera, al hilo o transversales, manejándola
por uno de los lados verticales e inclinándola respecto al plano del corte.
Sierra de mano
- Para hacer cortes más pequeños y en sentido transversal se usan los serruchos. El serrucho tiene una
hoja trapezoidal con mango de madera sujeto al extremo más ancho. Su tamaño es manejable y su versatilidad
lo mantiene en pleno uso, a pesar de la generalización de las herramientas mecánicas.
- Los cepillos: la familia de los cepillos es posiblemente la más característica de la carpintería, y a pesar
de la implantación de las máquinas, siguen en plena vigencia los modelos más sencillos. Constan de una caja
de madera, atravesada en sentido vertical por una cuchilla rectangular con filo a bisel dispuesta con una
inclinación de 45º y sujeta con una cuña, de manera que el filo sobresalga ligeramente de la base de la caja y
elimine por fricción las irregularidades de la madera recién cortada con continuos movimientos de vaivén,
siempre al hilo de la veta. Estas herramientas solían estar hechas en las propias carpinterías con madera de
encina que por su dureza aseguraba una larga vida de trabajo, y las cuchillas procedían de herrería pero a
partir del siglo XIX, hay casas especializadas en su fabricación y se comercializan desde entonces a través de
las ferreterías.
Cepillo de carpintero
- Escoplo: tiene hoja de sección rectangular con filo a bisel en el extremo, y se usa para hacer orificios
prismáticos en los cantos interiores de una pieza que se pretende unir y ajustar a otra que lleva en relieve las
espigas que encajen en ellos.
- Formón: también tiene hoja de sección rectangular pero el filo a bisel ocupa los tres bordes. Se usa con
ayuda del mazo para tallar en el interior de la madera rebajes con carácter funcional o decorativos.
- Gubia: es una cuchilla curva en media caña con el filo en el extremo, indistintamente por su cara
cóncava o por la convexa, para hacer cortes curvos en ensambladuras por espigas cilíndrica, y para practicar
una característica decoración en forma de uña.
- Legra: tiene el extremo en forma de cuchara de borde afilado, y se emplea para vaciar grandes huecos,
sobre todo en la carpintería monóxila, con ayuda del mazo o por presión directa sobre la madera en continuos
movimientos giratorios o de vaivén.
Herramientas de trabajo del carpintero (gubia, formón, escoplo)
- Berbiquí: se utiliza para lo mismo que la barrena pero, por su singular forma, para lugares en los que no
se puede acceder con esta. Consiste en un mango complejo metálico, doblado en doble acodo con
empuñadura de madera en su extremo superior y entre ambos codos, que gira sobre una punta de brocas
móviles ajustadas mediante una abrazadera roscada. Las brocas pueden tener tantos anchos y profundidad de
corte como se desee y, por tanto, se intercambian según la necesidad del trabajo.
Berbiquí y brocas
- Mazo: en forma de grueso taco de madera prismático o cilíndrico en astado en el extremo de un
mango, de madera igualmente, que penetra en él transversalmente. Se emplea para golpear otras herramientas
en el manejo de éstas, como escoplos, formones y gubias.
- Martillo: Consta de una pieza de hierro prismática con un orificio en el centro para encajar por
enchufe un mango de madera en sentido transversal, y el carpintero lo usa para clavar, aunque maneja varios
tipos. El martillo de orejas consta de maza prismática por un extremo y dos lengüetas curvas en el otro,
llamadas orejas que sirven para extraer clavos tomando su cabeza entre ambas. Otro tipo es el martillo de
peña con un extremo en forma de cuña para golpear sobre superficies muy pequeñas.
- El mantenimiento del filo de todas las herramientas -cepillos, escoplos, formones- debía ser labor
frecuente para asegurar su buen funcionamiento y para ello los talleres disponían de la piedra de agua que
consistía en una muela circular de arenisca, montada verticalmente sobre un armazón de madera de cuatro
patas que sujeta entre ellas un cajón o recipiente para agua. El eje de la piedra está unido al pedal para hacerla
girar siempre en sentido contrario al cuerpo del hombre, y este sujeta la herramienta que quiere afilar con
ambas manos sobre la superficie húmeda por su paso continuo por el agua, para evitar que el hierro se embote
y recaliente.
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VILLAR HERRERO, A. (1996): Los oficios tradicionales, en Temas didácticos de cultura
tradicional, Castilla Ediciones, Valladolid.
ACTIVIDADES PREVIAS A LA VISITA
1.
Busca en el diccionario las siguientes palabras relacionadas con los oficios que vas a ver en el
Museo: yute, canilla, devanadera, fragua, destajador, berbiquí, torno, adobe, lanzadera,
agramadera, huso, urdimbre, trama, atifles.
2.
Busca alguna actividad artesanal de la sociedad preindustrial que todavía se siga desarrollando en el
mundo y di la/s zona/s geográfica/s en que se realizan.
3.
Comenta brevemente los siguientes refranes populares que hacen referencia a los oficios que vas a
ver en el Museo:
4.
-
Agua en cesto se acaba presto
-
A la mala hilandera, la rueca le hace dentera
-
A fuerza de martillar, el herrador deja de herrar
-
Amistades y tejas, las más viejas
¿Conoces la vida en un pueblo?, si no es así pregunta a alguna persona que sí la conozca cómo es y
con lo que te diga, escribe brevemente las necesidades diarias del medio rural.
ACTIVIDADES DURANTE LA VISITA
1.
Durante la visita, el alumno está observando una serie de objetos relacionados con diversos oficios
en los que hay una diferenciación del trabajo. Establecer un diálogo en el grupo discutiendo sobre
quién trabaja con los diferentes objetos (hombre, mujer o niño), si ha cambiado en la historia y por
qué.
2.
El carpintero y el herrero tienen muchos aspectos en común. Debate sobre la relación entre los dos
oficios.
3.
El trabajo de las fibras textiles ha sido tarea exclusivamente de mujeres, sin que los hombres
participaran. ¿Crees que era un oficio de dedicación absoluta? ¿Por qué?
4.
Estás viendo muchos objetos que se han empleado durante siglos en los oficios, ¿cómo crees que ha
cambiado esto como consecuencia de la Revolución Industrial?
ACTIVIDADES DESPUÉS DE LA VISITA
1.
Dividios en grupos y elegid un oficio y un periodo histórico. Haced una exposición ante vuestros
compañeros de cómo se realizaba este trabajo dentro del periodo elegido, comparándolo con su
desarrollo en la sociedad actual.
2.
Expón brevemente las causas de la desaparición de los oficios artesanales en el medio rural con la
llegada de la industrialización.
3.
Elige una fibra textil (animal o vegetal) que no hayas visto en el museo y haz una breve redacción
explicando la historia de su elaboración y forma de trabajar la materia prima.
4.
Observa estos cuadros y comenta brevemente qué es lo que se narra en ellos y que relación
encuentras con lo que has visto en el Museo:
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