La cohesión textual: morfología y sintaxis en lenguas - OCW-UV

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05. Análisis lingüístico de datos deficitarios.
05.03. Análisis textual de muestras de habla deficitaria.
05.03.02. La cohesión textual en el nivel morfosintáctico:
agramatismo y paragramatismo. Los índices de complejidad
sintáctica.
Términos para el glosario:
-
Agramatismo
-
Concordancia / Discordancia
-
Consecutio temporum
-
Disintaxis
-
Eaxponente
-
Morfema
-
Morfo
-
Paradigma
-
Paragramatismo
-
Rección
-
Sintagma
Sugerencias para aportaciones al blog de la
asignatura:
-
Comenta en el blog si tus datos muestran casos
claros de agramatismo o paragramatismo; da
ejemplos; no olvides especificar cuál es la
patología de tu informante, para que los demás
relacionen bien tu explicación con lo visto en clase.
La cohesión textual: morfología y sintaxis en lenguas
flexivas
Aunque definimos la cohesión textual como una característica pragmática, resulta
obvia su dependencia de la gramática; Ángel Herrero la define de la siguiente manera:
“Conjunto de mecanismos lingüísticos de los que un
texto se sirve para asegurar la conexión explícita
entre sus partes. La cohesión hace que la
interpretación lingüística de un elemento del texto (un
morfema, una palabra, una construcción) se realice
gracias a otros elementos del mismo texto.” (Herrero
2005: 306).
Un texto está bien cohesionado cuando utiliza
adecuadamente los morfos o exponentes, que son la
huella formal (la materialidad) de los morfemas
gramaticales; por tanto, los déficits que afectan a la
adecuada selección de estos morfemas supondrán
indudablemente un déficit de cohesión textual. La bibliografía ofrece muchas
descripciones de este tipo de situaciones patológicas, centrándose en el componente
gramatical en que (APARENTEMENTE) predomina la incidencia del déficit. Surge así,
Análisis lingüístico de las Alteraciones del Lenguaje
Beatriz Gallardo Paúls. Curso 2008-2009.
-2 especialmente en afasiología, la clásica diferenciación entre agramatismo y
paragramatismo.
Veamos un fragmento de transcripción correspondiente a una conversación en la
que participan dos mujeres afásicas; ambas tienen afasia motora y ambas tienen una
gravedad 3 en la aplicación del Test de Boston. Las hablantes con afasia son C (29
años) y A (32 años); I es la investigadora que realiza la grabación; L es el logopeda que
las trata a ambas. Puedes acceder a la transcripción completa en http://www.uv.es/
~perla/GallardoyMOrenoVol2.AfNoFluente.pdf
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I:
C:
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L:
C:
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L:
C:
L:
C:
(⇒I2) ¿tú cuándo cumples?§
§ (⇒E.) ¿qué?
¿cuándo los cumples tú?
eeh→(5.0) º(octubre/ noviembre/ octubre/ noviembree→)º (⇒E.) *(diz− ciembre↑)*
¡aah↑!// ¿y qué día?
veinte
(ASENTIMIENTO)R uh um/ ¡UY↑!// eeh− mira↑ (MOSTRATIVO)/ eeh− es que↑ uno p’a ti↑
¡uy!/ uno de aquíi→ ¿eh?/ que seríaa→ (COMPÁS R) eraa→ eraa↑// ¡ay! que no me
acuerdoo↑// y los cumplía/ een→
¿veinte?
(RISAS) no hombre/ (COMPÁS, NEGACIÓN) treinta y cuatro (6.0) (⇒L. ASENTIMIENTOR)
veinte↓ tú dices el día veinte
(ASENTIMIENTO) º(veintee)º
(⇒ I2) aah↑/(COMPÁS) yaa/ no/(ASENTIMIENTOR) sí/ een− en ((xxx))/ sí/ eel− quee los cum
plís/ el mismo día/// (5.0)
¿qué tal este fin de semana?
(ASENTIMIENTO) bien
cuéntame ¿qué has hecho?
río// he mos ido a(l) río
¿a cuál?
eeh− nch// ¡uy!/ Requena↑//(MOSTRATIVO) Poor tera↑/// (6.0) TIJARES↑// (RISAS)
MIJARES
¿y qué has hecho en el río?
nada// (COMPÁS) ehh−/fría fría fría// (NEGACIÓN) fría fría fría// [frío]
[¿pero] te bañas?
(ASENTIMIENTO) hombree↑///(6.0)
Si nos fijamos en las emisiones de C,
resulta fácil ver la simplicidad y escasa
elaboración gramatical de sus turnos; esta
hablante construye cadenas sintagmáticas
mínimas. Pero ¿cabe considerar su
producción un caso de agramatismo o de
paragramatismo? Fijémonos en que no
aparecen las vacilaciones formales del
recorte anterior.
Harold Goodglass y Edith Kaplan describen
el agramatismo en su Test de Boston como
yuxtaposición de sustantivos y verbos,
omitiendo
Análisis lingüístico de las Alteraciones del Lenguaje
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-3 “prácticamente todas las palabras de categorías gramaticales menores (o
palabras funcionales) e indicios de inflexión en tiempos de verbos, persona y
número” (1983: 20).
Los casos más radicales del síntoma, que parecerían corresponder a nuestra
informante, son las manifestaciones de habla telegráfica, típica de afasias motoras o
no fluentes, que el Test de Boston describe como:
“disponibilidad parcial de formas de la oración, con omisión de muchos
artículos, preposiciones, conjunciones, verbos auxiliares y terminaciones flexivas.”
Los criterios propuestos, como vemos, apuntan a cuestiones morfológicas, pero no
constituyen exactamente rasgos agramaticales (en el sentido generativista de
“contrario a las leyes de la gramatica”). Por su parte, Pérez-Pamies, Manero y Bertrán
Serra, en el Manual de Logopedia coordinado por Jordi Peña, caracterizan el
agramatismo por:
“la simplificación sintáctica y la supresión de los monemas gramaticales, con
relativa preservación del valor informativo”. (1988: 397)
El síntoma del agramatismo se opone clásicamente al paragramatismo, asociado a
afasias sensitivas y que el mismo manual del Test de Boston describe como un rasgo
en el que:
“la mayor parte de las inflexiones y las palabras de categorías gramaticales
menores caen elegantemente en su lugar, pero en el que existen sustituciones u
omisiones asistemáticas de morfemas gramaticales y palabras del léxico (es decir,
sustantivos, verbos, adjetivos), así como una organización gramatical confusa. […]
los pacientes paragramáticos son fluidos o incluso ‘hiperfluidos’, y a menudo su
discurso es rápido y resistente a interrupciones.”
Paralelamente, el manual de Peña-Casanova describe el paragramatismo o
disintaxis en estos términos:
“Se caracteriza por transgresiones sintácticas de carácter totalmente
impredecible, como uso inadecuado de las preposiciones u omisión de los
elementos fundamentales de la oración; se altera por completo el sentido de la
frase sin que el paciente sea capaz de percibirlo”.
Pese a la aparente similitud en las descripciones de ambos síntomas, la distinción
de fondo que parece subyacer a esta postura clásica nos lleva a desplazar la tópica
asociación de agramatismo-morfología y paragramatismo-sintaxis, rescatando otras
oposiciones lingüísticas. Nos referimos a la oposición entre los ejes sintagmático y
paradigmático y, más concretamente, a una diferenciación semántica entre unidades
léxicas constitutivas, y unidades relacionales:
“Independientemente de la categoría gramatical que les corresponda, las
palabras, por su sentido, se constituyen en dos clases de unidades que tienen un
comportamiento diferente: algunas palabras, al aparecer en el discurso, se
realizan como nudos donde convergen haces de relaciones; otras, por el contrario,
tipifican conjuntos de relaciones que deben apoyarse en ciertos nudos. […] he
llamado a las primeras unidades constitutivas –UC– y a las segundas unidades
relacionales –UR–.” (López García 1977: 68)1.
Esta diferencia apunta al modo en que cada unidad léxica despliega su valor
semántico: de manera autocontenida, con un valor referencial propio (sea éste de
naturaleza abstracta o concreta) o de manera radial, tejiendo relaciones con otras
unidades léxicas. Señalaremos al respecto que no procede confundir la oposición
constitutivo/relacional con una oposición concreto/abstracto. Un error repetido en el
análisis del déficit semántico es el que distingue palabras abstractas y concretas,
como si el significado de “Mesa” fuera diferente al de “Libertad”; lo que es diferente es
1 López García, Ángel (1977): Elementos de semántica dinámica, Zaragoza: Pórtico.
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-4 la naturaleza de la realidad a que apunta el significado, pero obsérvese que los
significados, en tanto que unidades del lenguaje, son todos igual de abstractos,
paralelamente a los fonemas (pero no los sonidos) y a los morfemas (pero no los
morfos). Tanto “mesa” como “libertad” son unidades constitutivas. Rescatamos al
respecto una cita de Saussure (1916: 195) relativa al carácter abstracto de la lengua:
"La lengua es una forma y no una substancia. Nunca nos percataremos
bastante de esta verdad, porque todos los errores de nuestra terminología, todas
las maneras incorrectas de designar las cosas de la lengua proceden de esa
involuntaria suposición de que hay una substancia en el fenómeno lingüístico."
Volviendo a la descripción del déficit gramatical, creemos que resulta posible
afirmar que hay un tipo de déficit que afecta más a las unidades constitutivas,
típicamente integrantes de paradigmas morfológicos, y un tipo de déficit en el que lo
más afectado es la relación sintagmática, porpia de elementos en copresencia; la
asociación tradicional de agramatismo/morfología y paragramatismo/sintaxis puede,
en definitiva, reformularse 2, mediante la distinción entre paradigma y sintagma.
Pero en uno y otro caso, el hablante refleja limitaciones en la aplicación de las
leyes gramaticales; para su descripción aunada podemos recurrir al concepto de
infradeterminación sintáctica sugerido por Carlos Hernández (2006: 106)3 , que
consiste en
“ausencia (relativa) de expresión formal (unívoca) para las funciones
sintácticas. La infradeterminación cobra todo su sentido funcional cuando la
entendemos no sólo como una suerte de déficit formal, sino como correlato
imprescindible para dotar al contexto o situación comunicativa de todo su valor
cosignificante. Debe quedar claro, pues, que sintaxis formalmente
infradeterminada no quiere decir, en principio, uso comunicativo deficitario. (…) No
será el uso infradeterminado como tal, sino la incapacidad para asociarlo
funcionalmente a un contexto, lo que nos permite hablar de uso comunicativo
deficitario.”
Hernández destaca, como vemos, el valor expresivo y cosignificante que el hablante
otorga al contexto en su situación de déficit. Esta explotación de recursos expresivos,
de claro valor compensatorio, lleva al hablante a utilizar al máximo la capacidad
inferencial del interlocutor, así como los códigos no verbales; en esta opción expresiva
el hablante rentabiliza al máximo sus posibilidades formales, con independencia de
que tal opción suponga o no clara transgresión gramatical; de ahí la resistencia del
agramatismo a la descripción exhaustiva y a la sistematización, pues como todo
logopeda sabe, no hay constancia de los síntomas intra- ni inter-sujetos. En los datos
del corpus PerLA, Hernández Sacristán analiza por separado los síntomas realmente
agramaticales y los propios de la ausencia de formalización sintáctica, y concluye que
“los fenómenos de agramatismo en sentido estricto se manifiestan de manera
no recurrente (muchas veces solo esporádica), mientras que los propios de sintaxis
infradeterminada son comúnmente observados.” (2006a: 111).
2 “Creemos que las definiciones que hemos reproducido sobre agramatismo y paragramatismo
permiten deducir que las unidades constitutivas, de naturaleza paradigmática, se verían más
afectadas en las afasias fluentes, de hablantes típicamente paragramáticos (de ahí que la
ausencia de lexemas necesarios coexista con la “elegancia morfológica”); por el contrario, las
unidades relacionales, desplegadas en el eje sintagmático, estarían más afectadas por el
agramatismo de las afasias motoras2 (donde se insiste en la ausencia de palabras funcionales y
morfos gramaticales)”. (De Gallardo, B. 2007, Pragmática para logopedas, Cádiz: Servicio de
Publicaciones de la Universidad de Cádiz).
3 Hernández Sacristán, Carlos (2006a): Inhibición y lenguaje. A propósito de la afasia y la
experiencia del decir, Madrid: Biblioteca Nueva.
Hernández Sacristán, Carlos (2006b): “La unidad palabra y su significado: una perspectiva
logopédica sobre la capacidad léxica”, en E. Garayzábal (Ed.): Lingüística clínica y logopedia,
Madrid: A.Machado Libros, 197-277.
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La cohesión textual: los índices de complejidad
sintáctica
Una de las medidas habituales en el estudio de la sintaxis corresponde a lo que de
manera genérica se suele denominar “índice de complejidad sintáctica”.
Aunque en la década de los 60 se proponen diversos métodos de medir el grado de
elaboración sintáctica de un texto, la propuesta más conocida es la de Kellog Hunt
(1965), quien se basaba en la Teoría de la Complejidad Derivacional.
[Posible lectura recomendada para ampliar: “Los índices
de complejidad sintactica de Hunt a la luz de las distintas
corrientes generativistas”, Irene Checa y Cristóbal Lozano
2002]
Podemos adaptar la propuesta de Hunt, y analizar para cada texto dado los
siguientes rasgos:
∗
∗
∗
∗
∗
Número de palabras total (PAL)
Número de oraciones/enunciados (verbos principales, OR)
Número de proposiciones, incluyendo formas no personales (Pr)
Índices principales de complejidad sintáctica:
 Longitud media oracional (LMO) en número de palabras.
 Longitud media proposicional (LMPr) en número de palabras.
 Indice de subordinación (Pr/O), es decir, media de proposiciones
por oración.
 Nivel de incrustación (NivSub): profundidad de la incrustación
subordinada por referencia al verbo principal (nivel 0).
Índices secundarios de complejidad sintáctica:
 promedio de cláusulas adjetivas, sustantivas y adverbiales por
oración.
Por ejemplo, podemos utilizar este
tipo de medidas al describir distintos
corpus de datos escritos, procedentes
de niños con y sin diagnóstico de
TDAH. La tabla de la diapositiva
muestra la comparación entre dos
grupos de datos:
- NARR: textos narrativos
- ARG: textos argumentativos
- TDAH: niños con diagnóstico de
TDAH
- GRC: grupo control, de niños de
desarrollo típico
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-6 Como puede apreciarse, el análisis de las medidas de complejidad sintáctica
muestra diferencias según las cuales los textos narrativos son más complejos (más
elaborados) que los argumentativos, y los textos del grupo control más que los del
grupo TDAH.
Otro de los elementos sintácticos que pueden evidenciar fácilmente los fallos
paragramáticos es la consecutio temporum (o correlatio temporum), es decir, la
relación que establece un verbo subordinado con su verbo regente.
[Posible lectura sugerida para ampliar: “Aprender a narrar:
formas temporales y sus funciones en un niño de siete a
nueve años de edad”, Esther Álvarez 2005 ]
Cuando escuchamos a un hablante que no domina bien la sintaxis de una lengua
flexiva como el español o el catalán (y esto es igualmente válido en los usuarios de la
lengua como L2, es decir, en la interlengua propia de los estadios de aprendizaje), es
fácil ver que el adecuado uso de los tiempos verbales puede resultar especialmente
conflictivo; sobre todo en el uso de las proposiciones subordinadas en subjuntivo.
[Posible lectura para ampliar: “Huellas lingüísticas de
Teoría de la Mente: intersubjetividad y enunciación en
TDAH”, B. Gallardo 2008]
La imagen muestra una redacción de un niño de 11 años, con diagnóstico de
Trastorno por Déficit de Atención con Hiperatividad; como vemos en la transcripción,
se produce un fallo en la
correspondencia entre los
tiempos verbales:
“Erase una vez una pastora
llamada sacapuntas que tenía
un amigo que se llamaba
Superman el forzudo. Y un día
Sacapuntas se perdió en el
planeta de los Simios buscando
el dinero porque un día vio una
huella misteriosa que era pasta
en billetes de 200 €. Llevaba su
objeto favorito, los patines a
reacción. Al final encontró el
tesoro pero cuando lo abrió
apareció una bruja que mato a
Sacapuntas y a Superman”.
Como veremos al analizar las cuestiones estrictamente informativas (relativas al
orden de las categorías de la superestructura textual), a veces se producen
incoherencias textuales porque el hablante (en este caso, escritor), no utiliza
adecuadamente los recursos sintácticos que la gramática pone a su disposición.
En el ejemplo, la presentación de los sucesos narrativos sin respetar el orden lógico
de los acontecimientos necesita una utilización muy concreta de los tiempos verbales.
En nuestros datos encontramos que una de las fuentes de incoherencia estriba
precisamente en que el orden en que se presentan los sucesos no es el orden lógico de
encadenamiento de hechos; con cierta frecuencia el hablante introduce resoluciones
antes de las complicaciones correspondientes (efectos antes que causas), pero sin
emplear las marcas morfosintácticas que prevé la lengua para introducir estos
órdenes marcados; la inteligibilidad del texto sería mejor si:
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-7 1.
se hubiera respetado el orden de los
sucesos (primero ver la huella
misteriosa “de pasta en billetes”, luego buscar el tesoro y luego perderse) o
2.
se hubiera respetado la consecutio temporum (para lo que habría bastado con
utilizar “había visto” en lugar de “vio”).
* * * *
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