El vuelo es directo desde Santiago. Y dura aproximadamente una

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El vuelo es directo desde Santiago. Y dura
aproximadamente una hora. Ideal para una escapada de
fin de semana. Por eso siempre digo que la ciudad de
Córdoba, en Argentina, está acá nomás; demasiado cerca
como para no ir. Cualquier excusa es buena para hacer
las maletas, dejar la típica visita a Buenos Aires para otro
momento y disfrutar de un lugar que ofrece una mezcla
armoniosa de cultura, historia y naturaleza.
Texto y Fotos: Astrid Ljungmann
M
e encanta comprar libros antiguos,
ojalá con episodios del pasado
latinoamericano contados por
quienes fueron contemporáneos a los hechos.
En uno de esos paseos de fin de semana por
Santiago, en los que busco y descubro preciados
tesoros, encontré “Facundo”, escrito en 1842 por
Domingo Faustino Sarmiento, quien nació del
otro lado de la cordillera, llegó a ser presidente
de los argentinos, pero que fue asiduo habitante
de Santiago debido a persecuciones políticas. En
el “Facundo”, escrito durante una de sus estadías
en Chile, describe desde su particular e insidioso
punto de vista la Argentina de la época. Mi lectura
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parecía premonitoria porque, para mi sorpresa, en
uno de sus pasajes, se refiere a Córdoba, provincia
que visitaría en poco tiempo más. Sarmiento decía
170 años atrás: “Las ciudades argentinas tienen
la fisonomía regular de casi todas las ciudades
americanas: sus calles cortadas en ángulos rectos,
su población diseminada en una ancha superficie,
si se exceptúa a Córdoba, que, edificada en corto y
limitado recinto, tiene todas las apariencias de una
ciudad europea, a que dan mayor realce la multitud
de torres y cúpulas de sus numerosos y magníficos
templos. La ciudad es el centro de la civilización
argentina, española, europea; allí están los talleres
de las artes, las tiendas del comercio, las escuelas y
colegios, los juzgados, todo lo que caracteriza, en
fin, a los pueblos cultos”.
CÓRDOBA, “LA DOCTA”
Llegó el día, viajé sola, pero en Córdoba me
encontré con unas compañeras de periplo que
no podrían haber sido más divertidas. Nos
acomodamos en el Hotel Azur Real, el mejor de
la ciudad, e inmediatamente salimos a conocer
los alrededores, caminando. Estábamos a un par
de cuadras de la Plaza San Martín y, por lo tanto,
del Centro Histórico, en donde evidentemente
se desarrolló todo aquello que tanto le había
gustado a Sarmiento casi dos siglos atrás y que
afortunadamente todavía se puede apreciar. Esta es
una ciudad pujante, la segunda en importancia del
país trasandino, pero todavía conserva ese carácter
colonial e histórico del cual se sienten orgullosos
los cordobeses y que se observa claramente en
las pocas manzanas que conforman el Centro
Histórico trazado en “damero” - calles que se
cruzan en ángulo recto -, típico urbanismo aplicado
por los españoles en la tierra colonizada. El lugar
huele a historia a través de su arquitectura, que
por momentos - como ocurre en la calle Caseros-,
deja entrever la actualidad a través de cafecitos
modernos y tiendas con marcas argentinas de
primer nivel. También en esta zona subsisten
una gran cantidad de templos de las más diversas
congregaciones, como franciscanos, domínicos,
mercedarios, jesuitas, betlemitas, algunos de los
cuales se pueden ver en un pequeño recorrido si
se parte caminando desde la Catedral, ubicada
frente a la plaza. Uno de ellos es el que levantó la
Compañía de Jesús, orden religiosa presente en
Córdoba desde 1599 hasta su expulsión, período
en el que instauró lo que en esa época eran
adelantos tecnológicos, una “revolución” educativa,
y lo más importante, una Universidad fundada
en el siglo XVII, hoy la Universidad Nacional de
Córdoba, una de las más antiguas de América.
En ese pequeño recorrido que hicimos, casi
llegada la noche, llegamos a la Manzana Jesuítica,
en donde se destaca la iglesia, un antiguo edificio
de la Universidad Nacional de Córdoba y el
Colegio Monserrat, una institución centenaria
que convoca alumnos de todo el país y del
mundo.
Este lugar puede ser el punto de partida de
uno de los tantos circuitos temáticos por los
cuales se destaca la provincia; en este caso, el
de las cinco Estancias Jesuíticas, ubicadas en
distintas locaciones entre las sierras cordobesas
y que llegan a nuestros días con unos complejos
arquitectónicos impresionantes de estilo
neobarroco, construidos entre 1616 y 1725.
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CULTURA E HISTORIA
Córdoba es cultura, historia y naturaleza, y eso
vinimos a buscar. Tres posibilidades que conviven en
su contraste, y que se materializan en un montón de
actividades, como el recorrido por los distintos vallescada uno tiene su circuito- ; visitas a sus numerosas
canchas de golf - la provincia es famosa por este
tema - , y el recorrido por las Estancias Jesuíticas, por
nombrar solo algunas.
Desde la ciudad hicimos algunas incursiones
cercanas, que de alguna manera nos dieron una visión
resumida de los atractivos de esta provincia. Uno de
ellos, la visita a una de las estancias, la más cercana
y una de las que, según nos contaron, se encuentra
en mejor estado de conservación. Me imaginaba un
lugar apartado, pero no; el complejo arquitectónico
se encuentra a solo media hora de la capital, en Alta
Gracia, y está integrada al tejido urbano de la ciudad,
junto a su antiguo tajamar, que hoy es parte de un
gran parque. Impresiona ver sus muros blancos
tan antiguos, recorrer sus habitaciones en torno a
un gran patio, en donde se desarrollaba la vida en
congregación y por donde pasó tanta historia, la de
un virrey incluida.
Muy cerca, a solo cinco minutos, se encuentra el
Potrerillo de Larreta. Un nombre bien particular y
con mucho significado para un lugar que hoy es un
hermoso hotel, cancha de golf y “barrio cerrado” - así
se denominan allá a los condominios -, con enormes
casas. Enrique Larreta, nacido en 1875, perteneció
a la aristocracia argentina, fue embajador en Francia
y fue un importante escritor, autor de uno de los
clásicos de la literatura argentina, “La Gloria de
Don Ramiro”. A principios del siglo pasado compró
parte de los terrenos de la estancia jesuítica y levantó
su casa, con el estilo neocolonial que caracteriza
a todas sus casas, incluso la levantada en el barrio
de Belgrano, en Buenos Aires, hoy museo Larreta.
El hotel mismo parece un museo, con parte de la
colección de objetos que atesoró el mismo Larreta
y elementos de la construcción original, como los
artefactos ingleses y franceses que se encuentran en
los baños. El lugar, que pertenece a sus descendientes,
es una verdadera maravilla, en donde me imaginaba
la vida holgada de antaño, y a donde se puede llegar
en helicóptero directamente desde la ciudad de
Córdoba, si así es nuestro deseo.
SIERRAS Y VALLES
Argentina es un país que cuenta con algunos de
los paisajes más maravillosos y variados del mundo.
Y la Pampa de Achala, a la que se llega por el camino
de Las Altas Cumbres, está en esa categoría. Desde
el camino se muestra con un manto ondulado e
interminable de lomas cubiertas de un pasto erecto
que se mueve al compás de la brisa, entre formaciones
rocosas de apariencias impredecibles. No alcanza
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Córdoba es el lugar en donde se atesora el máximo legado cultural y arquitectónico de
los Jesuitas. Las Estancias Jesuíticas fueron establecimientos agrícola-ganaderos, en
donde los Jesuitas producían lo que necesitaban para subsistir en la ciudad, aplicando
toda su sabiduría para su correcto funcionamiento y construyendo en ellas complejos
arquitectónicos impresionantes de estilo neobarroco. Hoy, el Circuito de las Cinco
Estancias Jesuíticas nos permite admirar aquellas que sobrevivieron en perfectas
condiciones y ubicadas en distintas partes de la provincia.
En la calle Caseros, en pleno Centro Histórico de la ciudad
de Córdoba, encontramos disimuladas detrás de fichadas
centenarias, tiendas top de marcas típicamente argentinas.
la vista para abarcarlo todo, en una zona que era
dominada por los indios comechingones y hoy
ofrece una geografía propicia para hacer todo tipo de
actividades, como cabalgatas, trekking, algunas más
osadas, como canopy, escalada o tirolesa. El lugar
está lleno de quebradas escarpadas que forman entre
ellas microclimas en donde se desarrollan especies
endémicas de difícil descubrimiento, pero que invitan
a ser observadas si tenemos la paciencia suficiente.
Para eso hay que acceder a territorio privado, como
la Posada del Condor, un nombre que hace alusión al
Parque Nacional Quebrada del Condorito, y es parte
de ese paisaje mágico.
La naturaleza de Córdoba es heterogénea. Basta
con ir hacia el Valle de Calamuchita, en dirección al
pueblo de Yacanto, para darse cuenta. Aquí se deja
de lado la austeridad arbórea, para adentrarse en
una zona de ríos, lagos y vegetación más densa, todo
dominado por la cumbre más alta de las Sierras de
Córdoba, el cerro Champaquí. Una geografía que
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propone actividades deportivas ligadas al agua, pero
que también invita a ser disfrutada con cabalgatas,
caminatas o paseos en cuatriciclos. Los caminos aquí
deparan sorpresas, como el pueblito de Durazno - en
realidad, un grupo de casas, algunos restaurants y
hosterías - ubicado en el fondo de una quebrada y
surcado por un tormentoso arroyo, como los que
suelen abundar en la provincia. Grande fue mi
sorpresa cuando nos llevaron a una hostería llena
de encanto, Patios de Durazno, manejada por sus
dueños, un matrimonio amabilísimo, él de Córdoba,
y ella de Santa Fe, la provincia vecina, que nos invitó a
un almuerzo basado en comidas típicas argentinas. La
pasamos tan bien, que no daban ganas de irse.
Prometimos volver, como en cada lugar al que
fuimos. Y para visitar, seguramente, todo aquello
que nos faltó. Porque como ya dije, Córdoba está
acá cerca, a un par de horas de Santiago, y propone
descanso, distracción, y algo distinto.
Patios del Durazno,
es un hotelito
decorado con mucha
dedicación y atención
en los detalles.
Cuenta con una
linda tienda, y con
una historia como
las que me gustan:
una construcción
abandonada, de
fines del siglo XVIII
y anchas paredes
de adobe, que fue
aprovechada dentro
del conjunto y a la
que se le agregó, sin
alterarla, el resto de
las edificaciones.
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Los paisajes llegan a ser impresionantes, y a inundar
nuestra vista con vastedades que parecen no tener fin.
HOTEL AZUR
REAL Y RESTAURANT
CASA GALÁN
Azur Real Boutique
Hotel es un pequeño
hotel de lujo ubicado
en el corazón de la
zona comercial y
centro histórico de
Córdoba, cerca de
uno de los principales
circuitos culturales y
turísticos de la ciudad.
Está levantado en un
antiguo edificio de estilo
academicista-ecléctico
que fue puesto en
valor cuando se instaló
el hotel hace unos
cinco años, pero que
combina con un carácter
contemporáneo. Las
habitaciones respetan
el estilo del edificio y
cuentan con todos los
servicios para el viajero.
Los detalles se ven en
cada rincón, como su
menú de almohadas,
sábanas de 180 hilos,
batas en todas las
habitaciones e infinitos
detalles que generan
una experiencia única en
la ciudad. En el mismo
hotel se encuentra
el Restaurant Casa
Galán, una de las más
exclusivas propuestas
gastronómicas de la
ciudad.
CASA GALÁN
El formato de Casa Galán, liderado por los
hermanos María Ana, Alejandro y Lucas
Galán, sigue una modalidad de pura
exclusividad, con una acotada y cuidada
Carta de rotación mensual integrada por
3 entradas + 3 principales + 3 postres
para los mediodías, y Menúes Degustación
de 7 tiempos para las cenas. Nosotras
disfrutamos de este último menú, que
nos sorprendió por unas presentaciones
excelentes y combinaciones de sabores
exquisitas.
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