2|D En la tercera presentación de “Entre Fronteras” ¡Delfos, iluminó la noche! El escenario se llenó de claroscuros para evocar y dibujar en cada uno de sus movimientos de los protagonistas de la noche Por Griselda Morales [email protected] B ajo la musicalización de Antonio Vivaldi, el grupo de danza contemporánea Delfos abrió su presentación en el Teatro Universitario, dentro del 15 Festival de Danza Contemporánea, “Entre Fronteras”. El escenario se llenó de claroscuros para evocar y dibujar en cada uno de sus movimientos a la luz, que fue la principal protagonista de la noche. Un calidoscopio creativo Los fundadores del Delfos Claudia Lavista y Víctor Manuel Ruíz, han definido esta obra como un espacio que transcurre de distintas maneras, donde el cuerpo habita la imaginación del coreógrafo. Delineando una suerte de espejo con el espectador, un espejo en el que C Cultura LUNES 23 de abril del 2007, Mexicali, B.C. ambos se reflejan y se reconozcan. La primera coreografía fue un estreno denominada “Nisi Dominus”, que hace referencia a la partitura de Vivaldi que fue recuperada hace poco tiempo. “Nisi Dominus” abrió magistralmente la noche con una sincronía entre la iluminación que cambiaba del pacifico blanco a la intensidad del naranja, para coordinarse con los movimientos de los siete intérpretes. ¿Dónde estaré?, quizás aquí, quizás aquí, esta reflexión y la música de Meredith Monk, fueron los encargados de cederle el turno a “¨Solo y mi alma”¨, donde su interprete Agustín Martínez acaparó la atención de los asistentes al ejecutar con maestría la coreografía que fue montada por Claudia Lavista, y que convirtió a este monólogo en una auténtica obra de arte que refleja la ne- cesidad de encontrarse a sí mismo, en medio del silencio, invitando a un cuestionamiento propio. La presentación que cerró la primera parte del programa, fue “La frontera de mi piel”, donde su autora Xitlali Piña, retomó los escenarios melancólicos e intensos de la oscuridad, para armar una gran batalla, donde al final reaparece la luz, misma que surge del interior del individuo. La coreografía fue interpretada por Claudia Lavista, Karen de Luna, Xitlali Piña y Karla Nuñez, mientras que la música estuvo a cargo del músico inglés Michael Gordon. Cabe destacar que “La Frontera de mi piel”, es una obra finalista del 26 Premio Nacional de Danza INBA-UAM “Miguel Covarrubias”, y fue presentada en el Palacio de Bellas Artes. La segunda parte de Rincones de Luz, inició con “Entre sueños y flores”, donde la imaginación de su autor Víctor Manuel Ruiz, desdobla los temores a lo inesperado, y refleja cómo el destino finalmente arrastra a los seres humanos hasta el final del camino. Omar Carrum, Agustín Martínez, Jhonny Millán y Víctor Manuel Ruiz, hacen un equilibrio perfecto para que el espacio sea atrapado por la ansiedad, el miedo y la resignación, que fueron expresados a través de una ejecución coreográfica impecable. El estreno más esperado fue “Bolero”, donde los co-directores de Delfos, Víctor Manuel Ruiz y Claudia Lavista, demostraron maduración, experiencia y magistralidad al montar una obra donde ocho bailarines al mismo tiempo interpretaban la obra, pero en espacios diferentes de un mismo escenario. FOTOS: Edgar Meraz Para hoy Elizabeth Osuna y Proyecto Zo Danza, México Teatro Universitario 20:00 horas Elizabeth Osuna En este proyecto participan Daniela Muñoz, Jacaranda Ramírez, Guillermo Bedolla y Ely Osuna, cuatro bailarines que por diversas circunstancias han coincidido en esta propuesta liderada por Elizabeth Osuna, quien ha recibido en cinco ocasiones la beca otorgada por Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Baja California (Foeca). Después de obtener su primera beca en 1994 como creadora, obtuvo el primer lugar en el concurso coreográfico DanzArte en 1997 en Tijuana, Baja California. Como bailarina ha participado en más de 30 festivales en México y el extranjero; ha montado de manera independiente coreografías para el grupo Adara, Ausencia de Luz, Teatro Ocampo 2003, entre otras. Zo Danza, México Colectivo dancístico creado en 2006, conformado por actores, bailarines y artistas plásticos. El trabajo realizado es básicamente para espacios alternativos, plazas, escuelas y parques, etcétera. Es una opción para las nuevas generaciones de artistas como forma de expresión y búsqueda de espacios no convencionales de la ciudad. Este proyecto va encaminado a cumplir dos propósitos, por un lado el trabajo coreográfico en torno a una creación eminentemente visual y de experimentación personal con el uso de elementos circenses. Por otro, conformar un colectivo dancístico donde conjuguen la experiencia en la ejecución y creación, con la necesidad de las nuevas generaciones por encontrar un grupo con propuestas diferentes a las que en ste momento se dan en esta ciudad. PUNTAS Y PUNTILLAS Juan Hernández Muestran madurez laudia Lavista y Víctor Manuel Ruiz son una de las pocas parejas creativas que han permanecido sin rupturas por 14 años y han logrado consolidar no sólo una compañía de danza estable, sino también crear un centro de formación y de cultura dancística en Mazatlán, Sinaloa, con el apoyo de las instituciones culturales del país. Como coreógrafos, los creadores han pasado por diferentes etapas. En la primera estaban ocupados no sólo en la búsqueda de un estilo de movimiento que le im- primiera a la compañía un toque único y especial, sino también en la expresión de temas que en aquel momento les resultaban importantes como individuos. El programa que presentó el sábado, en el Teatro de la Universidad Autónoma de Baja California, en el marco del XV Festival Internacional de Danza Entre Fronteras, la compañía dancística ofrece una muestra de los logros alcanzados en el nivel técnico de los bailarines. Nisi Dominus, de Omar Carrum; Solo y mi alma, de Claudia Lavista; La frontera de mi piel, de Xitlali Piña; Entre sueños y flores, estreno de Víctor Manuel Ruiz; y Bolero, con música de Ravel, creada por Lavista y Ruiz, son obras que buscan la belleza de la imagen, a través del uso armonioso de los elementos escénicos (iluminación, telas, vestuario, música), así como el lucimiento del virtuosismo de los intérpretes. Y más que un virtuosismo interpretativo, las coreografías permiten que los bailarines ofrezcan una muestra de sus capacidades técnicas. Las de Delfos son obras que permiten al bailarín engolosinarse con el movimiento, y transmitir al espectador el goce del cuerpo que baila. En las coreografías de Delfos no hay búsqueda ni riesgo, los creadores prefieren ir por el camino seguro, el de una danza convencional, de fórmula, que están seguros complacerá al público. Las preocupaciones discursivas pasan a segundo término. Si bien es cierto que abordan asuntos como el placer, la soledad, el sufrimiento íntimo del ser humano, y la muerte, los creadores lo hacen de manera superficial. Delfos cuenta con intérpretes de primer nivel, pero los directores tendrán que replantear sus preocupaciones coreográficas, pues en esta etapa de madurez (14 años de existencia), parecen haber perdido la brújula; inmersos en fórmulas complacientes que no retan al espectador contemporáneo, y que no dialogan de manera fuerte con una sociedad que busca en el arte un diálogo profundo y entrañable. *Colaborador y crítico de Danza Contemporánea. Comentarios: [email protected]