Cuando le preguntamos por su sueño más reciente, Mira Nair contesta que es realizar una película sobre Oriente Medio, en la que se expliquen las dos partes del conflicto, no sólo una. Nos cuenta que se siente molesta por las injusticias que se llevan a cabo en nombre de la libertad y de la democracia. Desde su punto de vista, estamos viviendo unos tiempos que nunca habían sido tan desesperados y prevé un futuro muy difícil para la generación de sus hijos. Para ella, las películas deberían ser un espejo de nuestro mundo, una historia que distraiga al mismo tiempo que explique situaciones reales de la vida. Para Mira Nair, hacer películas es un privilegio, pero también nos advierte que se trata de una enfermedad, y muy adictiva. Cuando viaja a España, dice que siente estar en España y no en cualquier parte del mundo, lo ve en la gente, en los colores, en el diseño, en la afición por el fútbol, y por estas razones cree que hay una sensibilidad común y especial entre la India y España. Mira Nair nació en Bhuwaneshwar, una localidad del Estado indio de Orissa, en 1957. Directora, escritora, productora y actriz, desde su juventud desliza su mirada a través de las cámaras de filmar. A los 16 años sintió una gran atracción hacia el mundo del teatro después de la visita de un grupo de teatro inglés a su localidad. Desde entonces fue perfilando su camino en el mundo de las artes dramáticas y cinematográficas en las universidades de Nueva Delhi y Harvard, y en la ciudad de Nueva York, hasta que en 1988 su primera película de ficción, Salaam Bombay, nominada a un Oscar, le lanzó a la fama internacional. Una mujer india con facciones marcadas, ojos negros intensos, muy abiertos y despiertos, pelo denso, oscuro y brillante, que asegura, con una amplia y limpia sonrisa, que ser directora de cine es un privilegio. Utiliza el séptimo arte para manifestar sus críticas, inquietudes y visiones particulares de la sociedad, a través de la historia de las personas, resaltando las dimensiones más humanas y profundas, la de los sentimientos y los sueños, de los que por una u otra razón, sufren o han padecido alguna clase de exclusión social. Y lo hace de forma hábil, entreteniendo al espectador y agitando sus emociones. Sus escenarios son tan internacionales como su recorrido profesional. En su tierra natal centró su objetivo en la vida de los niños de la calle con la película Salaam Bombay, de gran éxito internacional y que le abrió las puertas de Hollywood y de las pantallas universales, y en la vida de las mujeres “strippers” de la India con Indian Cabaret. Años más tarde, volvería para filmar otro de sus grandes éxitos La Boda del Monzón, con el reto de acabarla en 30 días, y Kamasutra, película que sería censurada por el gobierno de la India, por plantear la práctica del sexo de forma explícita. Su innato sentimiento de compromiso social, le ha hecho saltar varias fronteras para iluminar otros escenarios, emplazando los focos en diversos puntos de América, así como en el Reino Unido, donde filmaría la adaptación de un libro que ya a los 16 años cautivó su atención, Vanity Fair, ambientada en la sociedad del imperio británico del S. XIX. Nueva York, donde reside actualmente, fue la ciudad en la que a los 18 años encontró la esencia que buscaba como futura cineasta y que echó de menos en sus primeras enseñanzas de arte dramático de la universidad de Harvard, que se centraban en el teatro de musicales de Broadway, disciplina que está muy lejos del documental de crítica social y política que iba buscando. Aunque, más tarde, la encontraría en las lecciones de Penny Baker, figura legendaria del documental, una de las creadoras del cine de la verdad y una de las inventores de la cámara móvil. En la Gran Manzana tuvo la suerte de conocer el trabajo de directores de cine y teatro de reconocido prestigio como por ejemplo, el emblemático Peter Brook, experiencias que le ayudaron a encaminar el objetivo de sus estudios. Fue en esta misma ciudad donde realizó su primer trabajo, un documental, en el que refleja la vida de un trabajador indio de clase media en América, So far from India, y 12 años después, cuando varios éxitos ya le avalaban como destacada directora volvió a inspirarse para la creación de otra de sus obras maestras, La boda del Monzón. Su idilio con el plató de la ciudad que nunca duerme, continúa en la actualidad donde hace poco más de dos meses ha acabado de filmar una película basada en el libro, The Namesake, que explica la historia de una familia de Calcuta que abandona su país en los años 70 para trasladarse a Estados Unidos. Esta película estará en las pantallas a mediados del mes de noviembre de 2006. También recorrió kilómetros en Mississippi, donde se trasladó para vivir las experiencias diarias de los afro-indios expulsados de Uganda por el ex dictador Idi Amin y para poder filmar la que sería la película Mississippi Massala, protagonizada por Denzel Washington. Este trabajo incansable de búsqueda de autenticidad a través de la cámara que le hizo filmar esta historia, le llevó también a conocer a su futuro marido, originario de Uganda y con quien se trasladaría a vivir a África. Desde tierras africanas, lejos del mundanal éxito de Hollywood, recibía por telegrama numerosas propuestas de colaboración de la mano de los grandes estudios de California, que solía no aceptar por no cumplir las exigencias de compromiso social que caracterizaban a sus películas, hasta que le enviaron un libro sobre los “marialitos” de Cuba (los cubanos que se exilian en Miami), y aceptó así su primer trabajo con Hollywood. Se trasladó a Miami para rodar La familia Pérez, su primera lección con los grandes estudios norteamericanos y que describe como una experiencia muy poco agradable, ya que con esta experiencia fue víctima de la manipulación de la esencia de su película por parte de los productores para que respondiera a las exigencias de la audiencia. Tras esta experiencia, volvió a Uganda a refugiarse y fue ahí donde se inspiró para filmar Kamasutra, otra película cuya promoción le decepcionaría profundamente, pues al presentarla en la India, una sociedad que ella misma define como sexualmente reprimida, el gobierno Indio decidió censurarla y cortar buena parte de las escenas, además de llevar a Mira Nair ante la Corte Suprema. Esta fue otra etapa de su vida en la que profesionalmente asegura que sintió la soledad y la impotencia del cineasta al que le roban la esencia, la razón, de su obra. En esta línea, cabe destacar también, a modo de anécdota, que Mira Nair ha sido una de las primeras cineastas que introdujo la imagen de un beso en la pantalla india, en la película Salam Bombay. Pero en este caso no supuso ningún problema para ella, sino al contrario ya que lo utilizó igualmente en la campaña de publicidad que realizaron. Los niños, subidos en camionetas que recorrían las calles anunciando la película, se besaban, consiguiendo, sin habérselo propuesto previamente, salir en la prensa con artículos que destacaban esta iniciativa por su originalidad, con lo que se consiguió llamar la atención de miles de indios que fueron a ver la película. En la actualidad, Mira Nair está trabajando en varios proyectos, entre ellos, un documental de los Beatles basado en su visita en el año 1968 a la India donde vivieron 8 semanas con Maharishi Mahesh (fundador de la meditación trascendental). En ese período escribieron 48 de las mejores canciones de su álbum Abbey Road, canciones de éxito internacional que todavía hoy se escuchan como grandes éxitos. Nana Cardona Citas de Mira Nair para cinéfilos Parte I: De su ciudad natal a su segundo trabajo Su ciudad natal: En Bhuwaneshwar, ciudad natal, sólo había un cine y que pasaba siempre la misma película, Dr. Zhivago. “Y después de verla 3 veces, Dr. Zhivago es aburrida…” La inspiración: Mira Nair nunca pensó en ser directora de cine. La inspiración le vino por un grupo de teatro inglés que actuó en su ciudad y le entraron ganas de ser actriz. Enseguida formó parte de un grupo de teatro radical que actuaba en la calle representando temas social y políticamente polémicos. “…Llamábamos la atención. En la India, llamar la atención de unas 1000 personas no es difícil porque hay mucha gente”. Espíritu auténtico: A los 16 años renunció a una beca para estudiar teatro en Cambridge, en el Reino Unido, pero su espíritu anarquista le evitó aceptarla por ser del país que había colonizado al suyo durante tantos años. Decidió estudiar en Nueva Delhi. “… yo decía que si hubiera nacido en la época en que los ingleses eran los colonizadores de India, hubiera hecho alguna barbaridad, hubiera estado en la cárcel. Era anarquista”. Renuncia a ser actriz: En Harvard se dio cuenta que no quería ser actriz y que quería dedicarse al cine de documentales. “…me di cuenta de que no iba a ser actriz durante bastante tiempo, sobre todo porque vi que la vida de actor es dura, me encantan los actores pero no controlan su vida, sino que el control lo tiene el director, y es una clase diferente de existencia. Aunque es verdad que para ser un director de cine has de estar enfermo, estás enfermo, y estarás permanentemente enfermo. Si no estás enfermo, entonces no estás hecho para ser director de cine, porque es demasiado difícil”. Primer documental: So far from India “…me dediqué a perseguir durante un año a un indio trabajador de la clase media que acababa de llegar a NYC, hasta que me explicó que su mujer había dado a luz en la India y le incité a que volviera. Pero una vez ahí se dio cuenta de que no quería hablar con su mujer porque él era un indio que había ido a América mientras que su mujer era una simple india. Y mi cámara se convirtió en el intermediario entre ambos. El documental se basaba en esta historia”. Segundo documental: India Cabaret Si bien en el documental no aparecían escenas de sexo, sólo el título ya atrajo a miles de hombres Indios. “…ver lo bien que reaccionó una audiencia acostumbrada a un cine más comercial, me motivó para hacer mi primera película de ficción. No hay que olvidar que India está reprimida sexualmente, y hacer una película con este título atraía a todos los hombres, que normalmente no ven documentales, y pensaban que iban a ver pornografía. En el Festival de Cine Indio había unos 1500 hombres viéndola.” Parte II: De su primer éxito internacional en la gran pantalla a su primera película censurada Primera película de ficción y éxito internacional: Salam Bombay “…la dificultad principal en Salam Bombay fue conseguir el dinero. En tu primera película nadie te conoce, y en la India, donde los actores y actrices se consideran como dioses y diosas, pedir dinero para una película protagonizada por niños de la calle era un poco difícil. Al final una miga y yo conseguimos 450.000 dólares, la mitad de lo que necesitábamos. Esta película se hizo con 15 horas de rodaje al día y cuando llegaba a casa dedicaba mis horas para contactar con gente de Alemania, París, etc. y conseguir más financiación. Tenía 29 años y acabé la película con pelo blanco. Finalmente, los franceses nos dieron el dinero que necesitábamos para editar, 350.000 dólares, y como resultado, fueron propietarios de casi todo Salam Bombay. Cuando acabamos la película, al día siguiente, fue seleccionada para Cannes, y cuando se mostró ahí, lo que pasó fue increíble, 30 minutos de aplausos, y posteriormente, en casa, el teléfono no paró de sonar a partir de las 6 de la mañana. Vendimos a más de 30 países. Nunca imaginé que podríamos romper barreras y ser una película india independiente de éxito”. Segunda película, un protagonista de lujo, Denzel Washington: Mississipi Masala “La mayoría de los exiliados se fueron por toda Asia, pero algunos de ellos, extrañamente, se fueron a Missisippi, en el sur de EUA, donde empezaron a ser propietarios de Moteles. Encontré que esta historia era fascinante porque tuvieron que abandonar un país por el color de su piel y llegaron a Mississippi, donde la mayoría de los habitantes eran los afroamericanos que nunca conocieron África, como los Indios de Uganda que tampoco conocieron la India. Me pregunté si sería posible una historia de amor entre un indio de Uganda y un afro-americano de Mississipi. Había pensado en Denzel Washington para esta película, pero justo había ganado un Óscar hacía poco y no sabía si aceptaría, pero como vio Salam Bombay y le encantó, pues la suerte estuvo de nuestra parte y él aceptó”. En Uganda y en la cima de Hollywood: “Por aquella época me enamoré de un hombre que vivía en Uganda y me trasladé ahí, en vez de irme a Hollywood, me fui a un sitio que Hollywood ni conocía. No tenía teléfono, y mi agente me enviaba telegramas”. Tercera película, un encargo motivador de Hollywood y una lección: La familia Pérez “Lo que aprendí fue una lección dura, un poco desagradable, porque mientras intentaba preservar la esencia de la película, ellos la manipularon para que se pudiera vender más y mejor. Así que volví a Uganda donde me pude olvidar de mis aventuras con Hollywood, y recuperarme”. Cuarta película, censurada: Kamasutra “Decidí hacer Kamasutra para poder explicar mi propia visión del sexo, y hablar sobre el Kamasutra, que fue escrito en el S. XI, una época en la que el estudio de las relaciones entre hombre y mujer era casi como estar en contacto con la divinidad, algo que es muy diferente de la India actual, que sexualmente está reprimida. Kamasutra fue una gran controversia en la India, tal y como se esperaba, tuve problemas con la Corte Suprema y fue censurada por el gobierno. La versión censurada fue vista por mucha gente, más bien por controversia, o por sexualidad”. Parte III- De la creación de un taller en Sudáfrica a su primera adaptación Sudáfrica y la creación de un taller de cine Después de la experiencia de Kamasutra, Mira Nair estuvo viviendo en Sudáfrica, donde realizó un taller de cine para los niños de ahí. “Durante todo este tiempo estuve viviendo en Sudáfrica, que acababa de ser independiente del Aparheid, y todavía los blancos vivían en unas zonas, y los negros y asiáticos, en pueblos separados. Pensé que sería bueno crear una escuela de cine o unos talleres para los niños de estos pueblos porque la herida más grande del Aparheid es la de la imaginación, la que hace que no tengas nada que decir. 26 jóvenes se juntaron en un instituto y estuve 6 meses enseñándoles cómo hacer sus propias películas. Todo el taller giraba alrededor del pensamiento, de cómo todo el mundo puede hacer algo, aunque no tengas nada. Hicieron tres películas muy interesantes”. Vuelta a NY y quinta película: La Boda del Monzón “Fue después de la experiencia del taller que volví a NY para vivir con mi familia. Intenté aplicarme la lección, y me pregunté si después de 12 años de experiencia, podría crear un película sin nada. Y esta idea fue la que me llevó a hacer la Boda del Monzón. La hice con un presupuesto de 1 millón de dólares, y fue sobre mi familia. Nos pusimos el tope de hacerla en 30 días, prácticamente en mi casa. Esta película se diseñó como una película pequeña, pero al final, resultó ser muy comercial, porque la gente del resto del mundo, aunque no fuesen de la India, la veía y se sentía como si fuese su familia. Y se puso de manifiesto aquello en lo que creo, que es, que si eres auténtico con lo que vives, sincero con lo local, normalmente, se convierte en universal”. Primera adaptación, sexta película: Vanity Fair “Focus Features”, me ofreció la adaptación del libro inglés Vanity Fair, un libro que me encantó ya a los 16 años, y enseguida dije que sí. Y creo que por mucho dinero más que tengas como presupuesto, 24 millones de dólares en este caso, el esfuerzo que has de hacer es el mismo”.