Timocracia, plutocracia, partidocracia y pitutocracia

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El Clarí-n de Chile
Timocracia, plutocracia, partidocracia y pitutocracia
autor Rafael Luís Gumucio Rivas
2009-09-01 23:18:52
Timocracia es la forma de gobierno en que ejercen el poder los ciudadanos más ricos; plutocracia es sinónimo de la
primera; la partidocracia se refiere al poder absoluto de los partidos en el gobierno que, en caso actual, se han
convertido en burocracias, siguiendo la ley de Michels; la pitutocracia es el reparto de los cargos estatales beneficiando
a los militantes más serviles respecto a los directivos de los partidos. Estas formas de corrupción polÃ-tica podrÃ-an
constituir el retrato de la Fenicia latinoamericana, que es el Chile actual.
Según Platón, la timocracia es una forma de corrupción de la democracia que se va convirtiendo, desde el gobierno de
los eupátridas – conjunto de los ciudadanos atenienses- a aquel de los ricos; esto de la compra del sufragio es una
práctica desde tiempos inmemoriales: la polÃ-tica es la esclava del dinero – nada de extraño que se disputen el poder
entre millonarios y empresarios- por desgracia, estamos muy lejos de la democracia y muy cerca de la timocracia.
En el Chile de hoy es completamente normal que un candidato presidencial posea un canal de televisión, el equipo de
fútbol más popular, una lÃ-nea aérea casi monopólica, acciones en la Bolsa de Comercio – diversificada de la misma
manera que el Fondo A de las AFP. Uno llega a preguntarse ¿para qué se llama a los ciudadanos a sufragar si
bastarÃ-a con una elección tipo directorio de empresa? Es decir, cada uno vota de acuerdo con el número de acciones
que posee. No se espante, querido lector, si en Chile las grandes decisiones económicas no se toman en el
Parlamento, sino en la Casa Piedra. Los candidatos prefieren concurrir a un foro organizado por la SOFOFA, que
compartir una bebida con los pililos de las poblaciones.
Por cierto que as elecciones se convierten en el caso más radical de timocracia – como sostiene el programa La Ruta del
Voto, hay también la ruta del votito, es decir, las elecciones parlamentarias. Me pregunto si puede postular para el cargo
de diputado un cesante – mal que mal representa a casi un millón de chilenos- o un trabajador que gana un sueldo de
$300.000 ó $600.000, considerado el ingreso promedio chileno-. ¿Puede un ciudadano chileno ser candidato si no
cuenta con el beneplácito de Coloma, LarraÃ-n, Longueira, Escalona, Latorre…? Cuánto cuesta una candidatura a
diputado y cuánto a una de senador? ¿Cuánto a una alcaldÃ-a o a un cargo de concejal? Si los distritos y
circunscripciones están repartidos – como el cerdo que nos comeremos el 18 de Septiembre-  ¿qué sentido tiene para
un joven “y no tan joven―, como dirÃ-a ME-O, intentar postularse a ser diputado a diputado o senador si de todas maneras
va a perder, pues los cargos están repartidos entre los presidentes de partido, que designan a dedo a los padres
conscriptos? -los duques de Venecia no difieren mucho de nuestros de nuestros parlamentarios-.
¿Le parece justo que se exija evaluación a los profesores y a otros profesionales, y los parlamentarios, aun cuando
sean pésimamente evaluados por la opinión pública, sigan felices en sus cargos y disfrutando de un salario más de
diez veces superior al de un profesor? Muchos de ellos han leÃ-do apenas “la mecánica popular―, no aportan en la Sala y
sÃ- levantan su dedo – algunas veces cuando asisten- siguiendo a su jefe de bancada. SabÃ-a Ud. que, en democracia,
todo poder conlleva responsabilidades: en Chile, por ejemplo, el Tribunal Constitucional no responde ante ninguna
institución. ¿SabÃ-a Ud. que la única forma de hacer efectiva la responsabilidad polÃ-tica a los funcionarios de
confianza del presidente de la república es por medio de la acusación constitucional que, en el caso de una oposición
decidida a obstruir, puede terminar por derrumbar todo el sistema polÃ-tico? Esta es la razón por la cual es fundamental
reemplazar la monarquÃ-a presidencial por un régimen semipresidencial.
JoaquÃ-n Edwards Bello (citado por Alfonso Calderón, en homo chilensis, ValparaÃ-so, 1983), decÃ-a: “Chile será Chile
cuando cada uno de sus hijos sepa cumplir la palabra empeñada y deje de considerar la viveza criolla como una virtud…―
Qué otra cosa que una viveza lo que hacen los candidatos presidenciales y parlamentarios gastando millones en
publicidad, torciendo la nariz de la ley en base a un resquicio. ¿Qué ejemplo de transparencia pueden dar estos
señores si aplican el famoso principio de “promulgada la ley, hecha la trampa?―). ¿No incitan, de esta manera, los
candidatos a las magistraturas a que cualquier ciudadano burle la ley sin riesgo de condena? SerÃ-a mas bien una
acción digna de aplauso, según la viveza chilena, la que practican los cultores del robo hormiga en los supermercados.
En consecuencia, no es verdad que cualquier ciudadano puede postular a un cargo de elección popular.
Creo que para aminorar el efecto de la timocracia podrÃ-an emprenderse algunas tareas:
1-     Las obvias: una nueva Constitución que surja de una Asamblea Constituyente y un sistema electoral proporcional.
2-     Que todos los gastos de campaña electoral sean financiados por el Estado, en forma equitativa para cada
candidato, emparejando la cancha y evitando que sólo sean elegidos los más adinerados.
3-     Igualdad total entre candidatos de partidos e independientes; supresión de la exigencia de firmas- actualmente
constituye un obstáculo para los futuros candidatos y un negocio para los Notarios.
4-     Obligatoriedad de las primarias para proveer cualquier candidato de elección popular. Su resultado tendrá
imperio y carácter vinculante.
5-     Exigencia de igualdad de participación de los candidatos en el Canal nacional y en el diario La Nación.
6-     Prohibición a los candidatos recibir aportes de empresas y de instituciones extranjeras, lo mismo vale para los
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partidos polÃ-ticos.
7-     Declaración de bienes e intereses de todos los candidatos.
8-     Los gastos de campaña deben ser públicos y controlados por el Servel.
9-Â Â Â Â Â Un defensor de los ciudadanos que tenga suficiente poder, entre otras de sus funciones, las de condenar y
denunciar las malas prácticas electorales.
En resumen, Edwards Bello nos recuerda: “Es muy chilena la actitud: contemplar, no hacer nada y dificultar la existencia
de quienes pretenden construir o crear. De esta manera los más tranquilos son los inútiles―. Siguiendo el agudo
pensamiento del cronista, ¿no serÃ-a necesario superar este culto a la contemplación, a la aceptación de la inequidad
e iniciar el camino del fin de la timocracia, una corrupción de la democracia?
BibliografÃ-a:
Calderón, Alfonso, Homus chilensis JoaquÃ-n Edwards Bello Edic. Univers., ValparaÃ-so, 1983.
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Rafael LuÃ-s Gumucio Rivas.   31/08/09
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