Adiós al Séptimo de Línea: Megavisión y el fantasma de Ricardo Claro

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El Clarí-n de Chile
Adiós al Séptimo de Línea: Megavisión y el fantasma de Ricardo Claro
autor Paul Walder
2009-09-09 23:19:29
El Fondo para creaciones audiovisuales del Consejo Nacional de TV le entregó 500 millones de pesos a Megavisión
para la producción de una miniserie histórica basada en el best seller nacional Adiós al Séptimo de LÃ-nea. El subsidio
público al canal privado fundado por el fallecido empresario Ricardo Claro es el mayor en la historia de estos fondos, por
lo que de alguna manera significa un premio especial a esta propuesta, la que dirigirá Alex Bowen (Mi mejor enemigo,
2005) para emitirla por Megavisión durante el 2010 en el marco de las celebraciones del Bicentenario.
Adiós al Séptimo de LÃ-nea fue escrita como guión de radioteatro hacia la mitad del siglo pasado por el iquiqueño
Jorge Inostroza. La historia tuvo un éxito rotundo entre fines de las décadas de los cuarenta y comienzos de los
cincuentas, lo que motivó a Inostroza a convertir el relato en una monumental novela de varios volúmenes.
Posteriormente, hacia finales de los setenta, en plena dictadura y para goce de los sectores más nacionalistas, la saga
fue publicada en un nuevo género: fascÃ-culos ilustrados coleccionables encartados en un periódico. “La gesta heroica
de 1973―, la “refundación de la patria― tenÃ-a sus antecedentes en este relato histórico-militar, levantado como la pied
angular de la nación. Adiós al Séptimo de LÃ-nea no sólo entretenÃ-a: era una gran herramienta de propaganda
nacionalista.
La trama, como se sabe, es la narración más o menos cronológica de la Guerra del PacÃ-fico, un relato que mezcla
elementos reales con ficción, encauzada ésta en diversos personajes pero cuyas protagonistas son dos mujeres. Pero
no está aquÃ- su sentido. No sólo apuntaba a entretener, como cualquier radioteatro, folletÃ-n o teleserie, sino
recuperaba y amplificaba un registro histórico que elevaba a la categorÃ-a de mito patriótico como emblema de
identidad nacional. Es ésa su impronta desde sus orÃ-genes, la que mantiene con ciertas complicaciones hoy en dÃ-a.
Según afirma El Mercurio, que le ha dado una cobertura privilegiada a esta noticia, la teleserie del radioteatro de
Inostroza era uno de los grandes proyectos de Ricardo Claro, una figura cuyos rasgos ideológicos y polÃ-ticos son
bastamente conocidos. Volver a popularizar esta historia en los inicios del siglo XXI es reforzar, una vez más, un
imaginario colectivo apoyado no sólo en los más “profundos sentimientos patrióticos―, sino además en el
expansionismo, en el militarismo, en la tensión regional.
¿Por qué un episodio que habÃ-a ocurrido unos 60 años atrás suscitaba en la década de los cuarenta tanto interés y
pasión en los auditores? El crÃ-tico cultural Justo Pastor Mellado, en un análisis sobre esta obra, levanta una conjetura
sobre el enorme éxito del radioteatro hacia finales de aquella década. La obra de Inostroza “habla un cierto inconsciente
de la reparación chilena sustitutiva, deseosa de poner en escena una epopeya de expansión en los momentos en que
sufre su propia subordinación frente a una expansión mayor cuyo flujo resulta incontenible: la era kennedyana, la
Alianza para el Progreso. Es decir: en el momento mismo que se hace manifiesta la certeza de la subordinación
neocolonial, se desarrolla una sensibilidad patriota a partir de la recuperación de glorias expansionistas pretéritas. Esta
podrÃ-a ser una de las razones “literarias― del éxito de Adiós al Séptimo de LÃ-nea―
Hoy, sesenta años desde la emisión del radioteatro, no sabemos si es otra la niebla que cruza el inconsciente colectivo
de la nación, pero sÃ- surgen ciertas sospechas sobre una profunda mutación (más de ello conoceremos una vez
estrenada la serie). Lo que sÃ- ha cambiado respecto a la década de 1940 es el entorno polÃ-tico nacional, regional y
mundial. Pero otros rasgos polÃ-ticos, sociales y culturales se mantienen, como la neocolonización, que sigue siendo
hoy tan intensa y evidente como entonces, o los impulsos nacionalistas, que pese a los procesos de integración
regional, allÃ- están latentes.
El gran cambio está en el pensamiento colectivo respecto a la función del Ejército chileno. Tras el golpe, la dictadura y
tras los crÃ-menes de lesa humanidad cometidos por militares, las fuerzas armadas chilenas han opacado su historia. La
identificación popular del Ejército con la Guerra del PacÃ-fico derivó a su relación con las violaciones a los Derechos
Humanos.
Programas de televisión como Pelotón, a la misma publicidad del Ejército para reclutar personal, que ha mutado los
llamados al patriotismo por imágenes que remiten a aventuras cinematográficas, tratan de alivianar el peso de la
historia reciente sobre las fuerzas armadas. Una teleserie transmitida por Megavisión y amparada por el fantasma de
Ricardo Claro tiene como objetivo no solo ahondar en este proceso de limpieza. Busca también colocar a las fuerzas
armadas como el emblema de la patria, la militarización del inconsciente colectivo y reforzar los privilegios militares. Un
proceso que podrÃ-a tener un efecto contrario al deseado.
Una vuelta a los más fervorosos y polvorientos nacionalismos expresada hoy no por fusiles y bayonetas sino por F-16,
tanques y fragatas, serÃ-a oscurecer más las endebles relaciones con los paÃ-ses vecinos. Y no es ésa la mejor señal
para la celebración del Bicentenario.
PAUL WALDER
 Publicado en revista Punto Final 693
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El Clarí-n de Chile
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