LAS BATALLAS EN EL DESIERTO DE JOSÉ EMILIO PACHECO: ELEGÍA POR EL MÉXICO QUE FUE Elegía. (Del lat. elegīa,). f. Composición poética del género lírico, en que se lamenta la muerte de una persona o cualquier otro caso o acontecimiento digno de ser llorado. Diccionario de la R.A.E I. Modernidad versus Tradición Se nos hace imposible analizar “Las batallas en el desierto” de José Emilio Pacheco, sin antes sumergirnos en el contexto histórico en el cual ocurren los acontecimientos. Entre 1910 y 1920, cansados de los abusos de la oligarquía gobernante liderada por el dictador Porfirio Díaz, el pueblo mexicano se revoluciona, las figuras de Emiliano Zapata, Pancho Villa y Álvaro Obregón, desatan la mayor revuelta popular en la historia de México, cuyo triunfo instalará al Partido Revolucionario Institucional (PRI) al mando del país, el cuál centrará todos sus esfuerzos en construir un nuevo proyecto nacional1, más inclusivo, representativo, basado más en la cultura popular mexicana que en las tradiciones europeizantes propias de la oligarquía colonial mexicana. De ahí el auge del cine mexicano, del muralismo de Diego Rivera, Clemente Orozco y David Alfaro Siqueiros, en el ámbito artístico cultural, así como el plan de 1 Entendemos la idea de nación desde el punto de vista de Benedict Anderson para quien esta es un constructo moderno, que surge de la necesidad de cohesionar a una comunidad, una “comunidad imaginada” la que siempre se comprende a sí misma como limitada y soberana. Sería “imaginada”, puesto que aun los miembros de la nación más pequeña no conocerán jamás a la mayoría de sus compatriotas, pero en la mente de cada uno de ellos vive la imagen de su comunidad. La nación se imagina limitada porque incluso la mayor de ellas tiene fronteras finitas, aunque elásticas, más allá de las cuales se encuentran otras naciones. Se imagina soberana porque el concepto nació en una época en que la ilustración y la revolución estaban destruyendo la legitimidad del reino dinástico jerárquico, divinamente ordenado. Por último se imagina como comunidad porque, independientemente de la desigualdad y la explotación que en efecto pueden prevalecer en cada caso, la nación se concibe siempre como un compañerismo profundo, horizontal. (Anderson: 23) sustitución de importaciones que buscaba potenciar la industria nacional y superar la histórica dependencia económica de los países subdesarrollados. En 1946, Miguel Alemán asume la presidencia, adoptando una postura proclive a la inversión estadounidense, lo cual desencadenará un fuerte impacto en la sociedad mexicana, tanto en el ámbito económico como cultural, deconstruyendo poco a poco, el proyecto nacional mexicano fundado con la revolución, este proceso de destrucción de las culturas tradicionales, producto de la influencia de los procesos de modernización es magníficamente descrito por el antropólogo argentino radicado en México Néstor García Canclini, quien afirma: “(Desaparecen) los referentes jurídicos-políticos de la nación, formados en la época en que la identidad se vinculaba exclusivamente con territorios propios. Se desvanecen las identidades concebidas como expresión de un ser colectivo, una idiosincrasia y una comunidad, imaginadas de una vez para siempre, a partir de la tierra y la sangre. La cultura nacional no se extingue, pero se convierte en una fórmula para designar la continuidad de una memoria histórica inestable, que se va reconstruyendo en interacción con los referentes culturales transnacionales” (García Canclini:47) La novela de José Emilio Pacheco, que aquí nos ocupa, está ambientada en el periodo de la presidencia de Miguel Alemán, a cuya figura dirige sendos ataques. Su régimen es personificado por el “padre” de Jim, el adolescente de cuya madre enamora el narrador-protagonista. Este personaje, conocido en el texto como “El Señor”, (en una probable alusión a la divinización que alcanzan los hombres de estado en la sociedad moderna2) el autor nos muestra, a través de esta figura, la corrupción desvergonzada e inmoral practicada por el gobierno, de la cual hasta el más ingenuo de los individuos, como es el caso de un niño que no ha alcanzado siquiera la pubertad, puede darse cuenta. Así la crítica a la modernización pasa por los agentes de ella, representantes de un sistema corrupto e ineficiente, quienes arrastran los mismos vicios que la revolución pretendió desterrar. 2 La figura paradigmática en esta concepción del estado moderno es Hegel, para quien: "el estado. en cuanto realidad de la voluntad sustancial. que ésta tiene en la autoconciencia particular elevada a su universalidad es lo racional en y por sí. Esta unidad sustancial es el absoluto e inmóvil fin último en el que la libertad alcanza su derecho supremo, por lo que este fin último tiene un derecho superior al individuo, cuyo supremo deber es ser miembro del estado". (Hegel, 2004). La introducción de los principios y costumbres norteamericanos en México, tras años de reforzamiento y defensa de sus principios, sitúa al país en medio de un dilema clásico de la cultura y literatura latinoamericana contemporánea: ¿modernidad o tradición? Aceptar la modernidad, para mejorar la calidad de vida de las personas conlleva permitir a la cultura estadounidenses ingresar e influenciar el país arrasando con la tradición mexicana y a los logros de la “revolución del pueblo”, sin embargo la institucionalización de esta revolución-el mismo nombre del partido que supuestamente la representa es evidente al respecto- es un síntoma inequívoco de un sistema ya colapsado, irreversiblemente incorporado a la lógica de la guerra fría, alineado por traición, fuerza y cercanía en la bando capitalista. La novela de Pacheco transcurre en el momento en que el imparable capitalismo norteamericano anega México, y vemos el radical cambio que esto significa a través de los ojos de Carlitos. Él nos describe, por ejemplo, como Walt Disney se toma el cine, y los “fast foods” las cocinas. Interesante resulta observar es como el pueblo mexicano adopta la modernización con los brazos abiertos, lo cual evidencia el agotamiento del modelo nacional fundado luego de la revolución , lo cual facilita su substitución: “En mi casa está prohibido el tequila, le escuche decir a mi tío Julián. Yo nada más sirvo whisky a mis invitados: Hay que blanquear el gusto de los mexicano.” (Pacheco: 23) La novela, escrita en la década de los ochenta, presenta una mirada nostálgica hacia ese México que desapareció, un México tradicional que, si bien no era perfecto, intentaba un camino propio al desarrollo. El narrador recuerda aquellos tiempos desde un México inapelablemente arrasado por la norteamericanización y, sin embargo, plagado de los mismos defectos ancestrales: la corrupción, el conservadurismo y la moral doble, que el hermano de Carlitos representa fielmente: aquel joven de ideas filofascista, abusador de mujeres, convertido en el gran caballero de la centro-derecha mexicana, paladín de la moral y las buenas costumbres. II. El odio y tempus fugit Otro de los temas fundamentales en la novela es el odio. Este sentimiento es tocado desde varias perspectivas distintas: el odio racial entre niños árabes y judíos, que parece ser innato, puesto que los niños se aborrecen entre si sin fundamentos, se odian porque así tiene que ser y porque así ha sido siempre, luego, el autor nos demuestra que esta antipatía no es innata, y que un niño que odia es un ser corrompido por el entorno: por padres que arrastran odios históricos que estos niños no pueden comprender pero si promover, así como sus padres, a través de hechos tan “naturales”como regalarles juguetes de guerra para que los niños “jueguen” a la guerra en el patio del colegio (el desierto). Pero: ¿Por qué juegan a la guerra? La respuesta inmediata comúnmente va a ser, “porque imitan a los adultos”. El deseo constante e inevitable que tienen los niños de ser adultos se convierte en esta novela en una verdadera lástima, puesto que los adultos están sumergidos en una escalada de odio y violencia que tiene al mundo al borde de la aniquilación absoluta. La lógica de la guerra fría oenetra hasta lo más puro y vulnerable de la sociedad: los niños, que en su inocencia, no se dan cuenta como van a sumergiéndose poco a poco en las arenas movedizas del odio. El caso más emblemático en la obra es el hecho de que Carlitos haya estado vestido entero de blanco al ir a comprobar la muerte de Mariana, que representa el amor más puro de todos, el amor de un niño. Luego de que se nos muestra el trato recibido por Carlitos tras su declaración amorosa (como por ejemplo, haber sido llevado al siquiatra, cambiado de colegio, e incluso tildado de monstruo), el autor nos da a entender que el amor es una mera enfermedad en un mundo donde lo único natural es el odio. El tercer gran tema presente, es el de la fugacidad del tiempo: “Voy a guardar intacto el recuerdo de este instante porque todo lo que existe ahora mismo nunca volverá a ser igual” (Pacheco: 26) “La escena y el momento que no iban a repetirse jamás.”(Pacheco: 53) Con estas dos acotaciones es interesante recalcar como Pacheco nos recuerda que el tiempo avanza ante nuestros ojos y pasa, la mayoría de las veces desapercibido, junto con el tiempo avanzan nuestras vidas, las que poco a poco se van extinguiendo. la célebre frase de Marx “todo lo sólido se desvanece en el aire” se hace evidente en la desintegración del proyecto nacionalista mexicano en “Las batallas en el desierto”, el cual poco a poco va dando paso al nuevo proyecto de modernización estadounidense. El nombre elegido por Emilio Pacheco para su obra es acertadísimo, ya que carga en sí los tres grandes temas de la novela: La fugacidad del tiempo se refleja en que “Las batallas en el desierto” que muestra lo efímero y olvidable de las guerras modernas, en una clara alusión a la guerra de los seis días que los alumnos emulaban en el patio de su colegio. Luego, el tema del odio es claro ya que no hay mayor manifestación de odio que una batalla, que una guerra. Por último la lucha encarnizada de la modernidad contra la tradición, donde México sería un desierto, lo cual es una severa crítica de Pacheco hacia un país que parece un espacio en blanco, un blanco que no es de pureza, sino de incertidumbre. Así podemos ver que los tres temas que hemos abordado: el conflicto modernidad-tradición, el odio y la fugacidad del tiempo hacen que esta novela parezca una elegía por el México que se fue: que perdió sus conquistas y mantuvo sus vicios. escrita en 1981, plantea una mirada retrospectiva que trata minuciosamente lo particular – la coyuntura político-social y económica- como punto de partida para la reflexión de los grandes temas, tales como el amor, el odio y la construcción de una nación, un tema que merece ser llorado, con las lágrimas que nos da la lengua. Bibliografía Anderson, Benedict: Comunidades imaginadas, reflexiones sobre el origen y difusión del nacionalismo. Fondo de Cultura Económica. México.2006. Hegel, Georg: Principios de la Filosofía del derecho. Sudamericana. Buenos Aires.2004. García Canclini, Néstor: Consumidores y ciudadanos. Grijalbo. México. 1995. Pacheco, José Emilio: Las batallas en el desierto. Lom: Santiago. 2003.