Jose G.Alvarez y el Centro Artistico

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JOSÉ G. ALVAREZ Y EL CENTRO ARTÍSTICO
Saúl Quispe Fernández
El arte pictórico en Arequipa no tiene nombres de importancia en el siglo XIX,
salvo la presencia del pintor Fernando Zevallos, artista formado en Europa, y
cuya producción seguía los cánones de la pintura académica de género, tuvo
algunos discípulos entre los que destaca José G. Álvarez, no precisamente por
sus cualidades pictóricas, sino porque gracias a él, la pintura deja de ser una
actividad aislada para convertirse en una actividad organizada en torno al
Centro Artístico que fundó y mantuvo por muchos años.
El pintor Álvarez nació en 1856, estudió en el colegio de la Independencia
Americana, donde inicialmente recibió las enseñanzas del pintor Enrique
Villaseñor luego de Zevallos, pero, en aquellos años el arte no podía
considerarse como una profesión, así Álvarez trabajó por más de una década en
el Ferrocarril como jefe de taller de pintura. El oficio de pintor “mural” le
acompañaría hasta su muerte, pese a la modestia de su actuación artística fue
muy activo en las organizaciones cívicas de entonces, así es socio del Centro
Social Obrero que fundara Santiago Mostajo, de la Sociedad de Artes Plásticas
y miembro del Consejo de Montserrat.
La Guerra del Pacífico da lugar a mostrar sus cualidades cívicas al sentar plaza
en el Batallón Yanahuara Nº 10 de la Guardia Nacional. La sociedad
paternalista del siglo pasado no fue ajena a las cualidades mostradas por
Álvarez, en dos oportunidades pudo viajar a Europa, en primer término con el
auspicio de don Mariano Goyeneche, posteriormente le ofreció su apoyo Don
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Magíster en Estudios Andinos, Profesor de la Escuela Profesional de Historia
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Eduardo López de Romaña, en ambas oportunidades el viaje no se concretó, al
parecer, por la indecisión de Álvarez.
El Centro Artístico se fundó el 06 de agosto de 1890 en la primera sesión están
presentes: Benigno Cáceres, Presidente provisional; José G. Álvarez, Antonio
Guzmán, Abel Martínez, Ángel Gonzáles, Pedro Alvarado, Manuel Cuadros,
Benjamín Layzequillo y Carlos F. Cornejo.
De los antes mencionados eran conocidos Cuadros como dibujante y Cornejo
como calígrafo, en la primera sesión se acuerdan los fines de la reunión que era
“formar una sociedad que tienda a desarrollar y fomentar las bellas artes del
dibujo, pintura y escultura”.
La importancia de la creación del Centro Artístico está en que fue una entidad
no solamente destinada a un grupo de aficionados a la pintura con fines
estrictamente plásticos, sino que, en el se reúnen diversas personas que por su
cultura alternaban en las reuniones del Centro, permitiendo una adecuada
información para los pintores activos porque regularmente se promovían charlas
a cargo de algunos intelectuales sobre temas estéticos.
En el aspecto educativo, el Centro organizó la primera escuela de arte en la que
los jóvenes de la época podían recibir clases de dibujo y pintura con cuotas de
colegiatura simbólicas, con el correr del tiempo el local se vio provisto de
calcos, estatuas, y otros elementos didácticos para beneficio del alumnado. La
labor docente se vio incrementada por la presencia en la enseñanza de José Luis
Villanueva, artista que al decir de Mostajo “como todos los tímidos, atesoraba
un gran orgullo, que no dejaba sentir, sino cuando se le ofendía con el menor
roce”, como artista ha dejado dibujos de temas locales y el monumento a los
próceres arequipeños ubicado en el barrio de San Lázaro, además inició la
crítica artística en Arequipa.
El pintor Álvarez dictó clases en el Centro por más de treinta años de manera
gratuita, la enseñanza se realizaba en horario nocturno mediante la copia de
modelos, es decir, el dibujo imitativo que por entonces contaba con el favor del
público. Como complemento de la enseñanza del dibujo y pintura, se realizaban
excursiones artístico – campestres a lugares cercanos de la campiña, estos
paseos en los cuales se tomaban algunos paisajes, copiando del natural,
contaban con la concurrencia de socios del Centro y de personas ajenas a la
institución.
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Esta actividad del Centro merece comentarse como originaria de una costumbre
que ha sido conservada por los plásticos mistianos, pintar en grupo se convirtió
en un procedimiento didáctico que permitía la interacción de los participantes.
Álvarez y Villanueva tuvieron influencia en la formación de la mentalidad de
los pintores arequipeños, fueron ellos los que al iniciar de una manera formal la
educación plástica, también le dieron a la actividad misma algo de sus
personalidades que a través de los años serán características del pintor
arequipeño: el carácter humilde de Álvarez y la altivez de Villanueva en
constante conflicto se repetirán en los pintores que les siguieron.
El Centro con el correr del tiempo fue decayendo, el maestro Álvarez junto con
J. L. Villanueva lo sostuvieron hasta 1931, un año más tarde fallece Villanueva.
En 1936 en una entrevista periodística al hacer un recuento de su actividad
artística, Álvarez manifiesta que en toda su vida “habría pintado alrededor de
200 cuadros, entre copias y originales” que hubiera hecho más, “pero el trabajo
mural le restaba tiempo” añade que el surgimiento del arte requiere de buenos
profesores porque “hay algunos que no saben ni dibujar, porque no han tenido
maestros”, lo antes manifestado por el maestro resume el carácter del arte de su
tiempo. Las mejores obras de Álvarez son el retrato de Mariano Melgar,
premiado por el Centro; “Las Llamas” premiado por el Ateneo de Arequipa.
El diario “El Pueblo” en su edición del 25 de junio de 1942, participa el
fallecimiento del pintor José G. Álvarez, para la posteridad queda en la
Pinacoteca Municipal su obra más ambiciosa: “La Fundación de Arequipa”
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