149 JOSÉ G. ALVAREZ Y EL CENTRO ARTÍSTICO Saúl Quispe Fernández El arte pictórico en Arequipa no tiene nombres de importancia en el siglo XIX, salvo la presencia del pintor Fernando Zevallos, artista formado en Europa, y cuya producción seguía los cánones de la pintura académica de género, tuvo algunos discípulos entre los que destaca José G. Álvarez, no precisamente por sus cualidades pictóricas, sino porque gracias a él, la pintura deja de ser una actividad aislada para convertirse en una actividad organizada en torno al Centro Artístico que fundó y mantuvo por muchos años. El pintor Álvarez nació en 1856, estudió en el colegio de la Independencia Americana, donde inicialmente recibió las enseñanzas del pintor Enrique Villaseñor luego de Zevallos, pero, en aquellos años el arte no podía considerarse como una profesión, así Álvarez trabajó por más de una década en el Ferrocarril como jefe de taller de pintura. El oficio de pintor “mural” le acompañaría hasta su muerte, pese a la modestia de su actuación artística fue muy activo en las organizaciones cívicas de entonces, así es socio del Centro Social Obrero que fundara Santiago Mostajo, de la Sociedad de Artes Plásticas y miembro del Consejo de Montserrat. La Guerra del Pacífico da lugar a mostrar sus cualidades cívicas al sentar plaza en el Batallón Yanahuara Nº 10 de la Guardia Nacional. La sociedad paternalista del siglo pasado no fue ajena a las cualidades mostradas por Álvarez, en dos oportunidades pudo viajar a Europa, en primer término con el auspicio de don Mariano Goyeneche, posteriormente le ofreció su apoyo Don Magíster en Estudios Andinos, Profesor de la Escuela Profesional de Historia 150 Eduardo López de Romaña, en ambas oportunidades el viaje no se concretó, al parecer, por la indecisión de Álvarez. El Centro Artístico se fundó el 06 de agosto de 1890 en la primera sesión están presentes: Benigno Cáceres, Presidente provisional; José G. Álvarez, Antonio Guzmán, Abel Martínez, Ángel Gonzáles, Pedro Alvarado, Manuel Cuadros, Benjamín Layzequillo y Carlos F. Cornejo. De los antes mencionados eran conocidos Cuadros como dibujante y Cornejo como calígrafo, en la primera sesión se acuerdan los fines de la reunión que era “formar una sociedad que tienda a desarrollar y fomentar las bellas artes del dibujo, pintura y escultura”. La importancia de la creación del Centro Artístico está en que fue una entidad no solamente destinada a un grupo de aficionados a la pintura con fines estrictamente plásticos, sino que, en el se reúnen diversas personas que por su cultura alternaban en las reuniones del Centro, permitiendo una adecuada información para los pintores activos porque regularmente se promovían charlas a cargo de algunos intelectuales sobre temas estéticos. En el aspecto educativo, el Centro organizó la primera escuela de arte en la que los jóvenes de la época podían recibir clases de dibujo y pintura con cuotas de colegiatura simbólicas, con el correr del tiempo el local se vio provisto de calcos, estatuas, y otros elementos didácticos para beneficio del alumnado. La labor docente se vio incrementada por la presencia en la enseñanza de José Luis Villanueva, artista que al decir de Mostajo “como todos los tímidos, atesoraba un gran orgullo, que no dejaba sentir, sino cuando se le ofendía con el menor roce”, como artista ha dejado dibujos de temas locales y el monumento a los próceres arequipeños ubicado en el barrio de San Lázaro, además inició la crítica artística en Arequipa. El pintor Álvarez dictó clases en el Centro por más de treinta años de manera gratuita, la enseñanza se realizaba en horario nocturno mediante la copia de modelos, es decir, el dibujo imitativo que por entonces contaba con el favor del público. Como complemento de la enseñanza del dibujo y pintura, se realizaban excursiones artístico – campestres a lugares cercanos de la campiña, estos paseos en los cuales se tomaban algunos paisajes, copiando del natural, contaban con la concurrencia de socios del Centro y de personas ajenas a la institución. 151 Esta actividad del Centro merece comentarse como originaria de una costumbre que ha sido conservada por los plásticos mistianos, pintar en grupo se convirtió en un procedimiento didáctico que permitía la interacción de los participantes. Álvarez y Villanueva tuvieron influencia en la formación de la mentalidad de los pintores arequipeños, fueron ellos los que al iniciar de una manera formal la educación plástica, también le dieron a la actividad misma algo de sus personalidades que a través de los años serán características del pintor arequipeño: el carácter humilde de Álvarez y la altivez de Villanueva en constante conflicto se repetirán en los pintores que les siguieron. El Centro con el correr del tiempo fue decayendo, el maestro Álvarez junto con J. L. Villanueva lo sostuvieron hasta 1931, un año más tarde fallece Villanueva. En 1936 en una entrevista periodística al hacer un recuento de su actividad artística, Álvarez manifiesta que en toda su vida “habría pintado alrededor de 200 cuadros, entre copias y originales” que hubiera hecho más, “pero el trabajo mural le restaba tiempo” añade que el surgimiento del arte requiere de buenos profesores porque “hay algunos que no saben ni dibujar, porque no han tenido maestros”, lo antes manifestado por el maestro resume el carácter del arte de su tiempo. Las mejores obras de Álvarez son el retrato de Mariano Melgar, premiado por el Centro; “Las Llamas” premiado por el Ateneo de Arequipa. El diario “El Pueblo” en su edición del 25 de junio de 1942, participa el fallecimiento del pintor José G. Álvarez, para la posteridad queda en la Pinacoteca Municipal su obra más ambiciosa: “La Fundación de Arequipa” 152